Anabrielle 11 Final

El frío dio de golpe su cara en cuanto abrió la puerta de vidrio del café, afuera el viento corría tan fuerte que hizo que las lágrimas que Abrielle contenía salieran del golpe y se secaran a su paso, tanto que ni siquiera se molestó en limpiar su rostro. Sus manos se escondieron en los bolsillos de su chaqueta mientras continuó su paso, incluso sonrió por un segundo ante la ironía de su vida, siempre persiguiendo algo y sin embargo incapaz de conseguirlo por completo, esa era su vida, ahora iba a ser una escritora publicada, sin embargo la única persona con quien quería compartirlo, no iba a estar más en su vida, entonces comenzó a planear cuál sería su destino, tal vez Fernando si era suficiente, si le alcanzaba para sonreír aunque fuese una vez al día, pero no ahí, nunca en la misma ciudad que estaba ella, no con tantos recuerdos a su alrededor, si fuese posible vivir en otro planeta, entonces eso iba a hacer.


- ¡Bri!

Ni siquiera fue capaz de girarse, probablemente había avanzado dos cuadras desde que salió del café, ya la estaba alucinando,  pensó. La pelirroja continuó su paso sin mirar atrás, la idea de girarse y encontrarse solo con el viento golpeando su rostro no le agradaba, de hecho no era algo que pudiera conciliar, hasta que una vez más sintió su voz pavoneándose en su oído - ¡Abrielle! - …si aquello era una alucinación, entonces quería enfrentarla, fue entonces que de golpe se giró.

Capítulo 11: Aire


Se dice que el aire es una mezcla gaseosa que envuelve el planeta, que no es más que química, que puede tener más de doce significados si nos ponemos a indagar, sin embargo a veces el aire es más que eso, y cuando trae fuerza se vuelve viento, tantas partículas de aire generan aquello que puede hacer que la más pequeña de las brasas, aquella casi extinguida, se vuelva el más feroz de los fuegos, con una llama tan grande que ni toda el agua del mundo podría apagar, sin embargo aquel viento también puede remover el agua más calma y volver con ella olas gigantes, generando a su paso tantos estragos como el fuego. Una vez más el aire puede renovar todo, hacer que nuevos cimientos se levanten, porque cuando el aire es viento, incluso puede remover la tierra, haciendo que el polvo poco a poco desentierre aquello que por tanto tiempo estuvo bajo ella.

- No me esperaste – dijo Anahí con un signo de interrogación en su rostro mientras avanzaba, Abrielle sintió como el viento golpeo una vez más su rostro pero esta vez no fueron lagrimas lo que sacó de ella, sino una sonrisa, la más idiota que tenía, haciéndola sentir ridícula antes de tiempo – fui a la cocina por mi chaqueta y no me esperaste –completó la morena agitada después de caminar rápidamente para alcanzarla.

Cuando Anahí salió del café con su chaqueta en la mano sintió como el miedo se aferraba a su cuerpo al no ver a la pelirroja sentada en el mismo lugar que la había dejado, “Fue todo una mentira” susurró al aire, bajó sus brazos y de inmediato se rindió, fue entonces que los ojos curiosos de cierto pequeño la miraron con desconcierto, “se fue casi corriendo, parecía que iba a llorar”, dijo Vicente con su dulce pequeña voz indicando la dirección que Abrielle había tomado, fue entonces que la morena sospecho que tal vez su silencio le había dado la idea equivocada a la pelirroja y sus sospechas no pudieron ser más acertadas.

- Yo… -se pauso la pelirroja tomando su cabeza con una de sus manos –yo pensé…

- Pensaste mal –la interrumpió Anahí mientras sonreía –solo fui por mi chaqueta, quería que fuésemos a hablar a otro lado, no pensé que te ibas a ir tan rápido

- Tal vez debiste decir eso –replicó Abrielle sonriendo dulcemente

- Mi error. Disculpa por eso –dijo Anahí bajando la cabeza

- Lo que importa es que estás aquí –dijo Abrielle recordando lo que previamente había pensado, la idea de que al girarse no iba a ser Anahí quien estaba tras ella sino el viento susurrándole al oído lo que quería oír.

Por los siguientes minutos caminaron la una al lado de la otra en silencio, aquello no era algo incómodo, al contrario, era lo más placentero que habían vivido en mucho tiempo, la posibilidad de sentir a la otra al lado mientras caminaban aferrándose al aire que las rodeaba, disfrutando de las calles, de la gente, del simple hecho de dar pasos tan cerca, pero aquello no era perfecto y ambas lo sabían, hubiese sido perfecto si tan solo las manos de Abrielle no hubiesen estado dentro de su chaqueta y las de Anahí no estuviesen entrelazadas bajo su pecho, hubiese sido perfecto si tan solo hubieran caminado de la mano como tantas veces lo habían hecho, pero ahora aquello parecía un recuerdo lejano.
Cuando el silencio comenzó a pesar y la necesidad de hablar se volvió física, ambas abrieron la boca al mismo tiempo dejando salir solo un balbuceo, aquello solo las llevo a sonreír mientras se miraban a los ojos, “si esto es un sueño, no quiero despertar”, pensó Abrielle sonrojándose ante lo cursi que aquello sonaba en su cabeza.

- ¿Qué estás pensando? –preguntó Anahí mientras se detenía en medio de una plaza, sentándose en la primera banca en la que sus ojos se fijaron.

- Nada –respondió Abrielle mirando en dirección opuesta

- Quiero creer que te conozco –dijo haciendo una pausa –sé que estás pensando algo, te sonrojaste –completó sin tapujos.

-Sabes que dicen que fue en una de las bancas de esta plaza en la que se basa el libro de una de mis escritoras preferidas Isidora Zúñiga –dijo Abrielle esquivando la pregunta de Anahí

- ¿Qué libro?

- Tú, Yo y Las Estrellas

- No he leído ese libro, nunca lo había oído

- Es de hace dos años, una chica sin mundo y otra queriendo atrapar el mundo en sus manos, se encuentran en una banca como esta cuando para una todo estaba perdido y para la otra había esperanza – Abrielle se detuvo recordando el sentimiento que aquel libro le había dejado la primera vez que lo leyó

- ¿Se enamoran?

- Ya estaban enamoradas, aquella banca solo las reunió

- ¿Y qué pasa después?

- Léelo y lo averiguas –respondió Abrielle y fue aquella respuesta lo que le revolvió el estómago a la morena, pero no de una mala manera. No. Aquella sensación era tan positiva como la sonrisa que tenía en su rostro

- Quiero preguntar de que se trata tu libro, pero temo que me digas “Léelo y lo averiguas” una vez más –respondió Anahí sonriendo

- En cuanto me envíen la primera copia te la haré llegar –dijo Abrielle perdiéndose en la sonrisa que le dejaban sus ojos, como si no fuese suficiente con la que le mostraba su boca, no. Eran sus ojos los que siempre le confirmaban lo que aquella sonrisa quería decir y el significado que estaba leyendo le envió escalofríos a todo su cuerpo.

Por un momento aquellas no eran las personas de siempre, por aquel instante eran dos conocidas que se reencontraban para reconocerse, para hablar de cosas sin sentido haciendo que las palabras mismas perdieran su importancia, llenando el abismo que las separaba de risas y carcajadas que se soltaban sin pensar, sin dudar, sin titubear.
Aquello era casi perfecto, de no ser porque no eran simples conocidas, ellas eran mucho más que eso, había una historia entre ambas, una con tanto peso que era imposible que la ignoraran por mucho tiempo, por más que quisieran hacer que no existía, por más que desearan hacer borrón y cuenta nueva, a veces eso simplemente no era posible y la historia poco a poco se comenzó a colar por sus palabras, por sus miradas, haciendo que las risas y carcajadas se tornaran lentamente en sonrisas de cordialidad, posicionándose en sus gargantas como un corazón agitado, impaciente por salir a la luz y basto una mirada de ambas para reconocer que ya era hora de dejar de ignorar, era tiempo.

- Aquel día en que supe que te ibas a cumplir tus sueños, aquel día quise detenerte –dijo Anahí buscando una de sus manos, jugando con sus dedos suaves mientras hablaba –pero era mi culpa después de todo y estabas dando un paso grande, tal vez si nada hubiese pasado entre ambas también te hubiera dejado ir.

- Tal vez te hubiese llevado conmigo –dijo Abrielle interrumpiéndola

- Tal vez me hubiera ido. –añadió Anahí mirando a sus ojos –Lo siento Abrielle, siento haber estado tan cerrada en ese entonces, me costó aceptar quien habías sido, pero tarde comprendí que no era mi lugar cuestionar aquello, era tu vida, tu pasado, mi gran primer error fue no comprenderlo entonces.

- El mío fue no decírtelo a tiempo, pero no era algo de lo que estuviese orgullosa

- Pero es tu vida, tu historia. Todo lo que paso después de eso fue el efecto domino, con el tiempo comprendí como las piezas comenzaron a caer una a una y nunca supe como volver atrás, nunca tuve el valor para buscarte e intentarlo una vez más

- Te das cuenta que ha pasado más de tres veces del tiempo que estuvimos juntas

- Y sin embargo este sentimiento ha ido creciendo progresivamente incluso estando separadas –dijo Anahí tomando aire, por primera vez era ella quien avanzaba, quien intentaba darle un nuevo sentido a todo

- Tú estabas con ella –dijo Abrielle tomando aire –cuando volví. Tú estabas con ella.

- Yo esperé Bri, esperé a que volvieras, espere a tener el valor de buscarte, pero el momento nunca parecía justo y con el tiempo comprendí que habías sido algo pasajero –aquellas palabras parecieron ensartarse en el alma de la pelirroja y Anahí pudo ver la herida que le estaba abriendo de solo ver sus ojos –pero me equivoque, tu nunca serías algo pasajero y no te lo voy a negar, hubo algo que me hizo enamorarme de ella, pero nunca me pareció lo suficiente, nunca lo fue.

- Cuando supe que estabas con alguien pensé que me iba a morir por dentro –dijo la pelirroja tomando una bocarada de aire, intentando sonreír ante el recuerdo del absurdo sentimiento, como si aquello fuese una simple ironía - por ese entonces creía que lo nuestro había sido una fantasía, una letal fantasía. ¿Lo fue? –pregunto mirando directo a sus ojos, descubriendo la herida que abría en su corazón a través de su mirada.

-  Sí te puedes enamorar de una fantasía entonces sí, lo fue. – respondió la morena caminando hasta la banca, sentándose como si buscase en aquel lugar algo de magia, pero no fue hasta que Abrielle se sentó a su lado que la magia surgió.

- Siempre sentí que lo nuestro fue como de cuento, te encontré en la vida y pude ver el odio en tu mirada, pero basto una segunda vista a tus ojos para reencontrarte, para sentirme absuelta, entonces todo comenzó a moverse rápido y antes de que pudiese parpadear ya me sentía enamorada, como si la vida me hubiese dado una segunda oportunidad para ser feliz –la pelirroja hablaba y Anahí la oía no solo con sus oídos, parecía que sus palabras calaran en su piel, cuánto tiempo tenía que esperar para su segunda oportunidad, se preguntó. –si lo veo así, entonces la fantasía no suena tan mal.

- Yo quiero mi “Y fueron felices por siempre” –Las palabras se escaparon de la boca de Anahí como si hubiesen estado atoradas y alguien las hubiera empujado desde el fondo. Abrielle pudo ver su propio asombro en los ojos de la morena, como si ambas estuviesen oyendo las palabras de alguien más por un momento, pero solo estaban ellas en aquella banca.

- ¿Qué vamos a hacer? –preguntó Abrielle vacilando entre sus ojos y sus labios, usando todas las fuerzas que tenia para no robarle un beso en aquel preciso instante.

- Yo estoy aquí Bri, esperándote una vez más, eres tú quien tiene el poder de darme una segunda oportunidad esta vez. –las palabras nunca sonaron tan bien a sus oídos, entonces en lo único que pudo pensar fue en Fernando y en su incapacidad de hacerlo sufrir, pero quería ser egoísta, ella ya estaba cansada de seguir sufriendo.

Abrielle sonrío y la miró como si todo comenzara a encajar, como si la vida fuese un cubo de rubick y de pronto cada color ocupaba su puesto correspondiente, nada más le importo en aquel momento, solo ella y la mujer que estaba a su lado, sonriendo como en mucho tiempo no lo había hecho, tomando su mano y perdiéndose en la proximidad de su tacto, sintiéndose cada una completa una vez más.

- Dame unos días para poner de cabeza mi vida –dijo Abrielle jugando con los dedos que entrelazaban su mano

- Te daría una vida, pero no sé si soporte esperar tanto – dijo Anahí sonrojándose por la forma en que la pelirroja deslizaba sus dedos por la palma de su mano.

- Yo tampoco –respondió Abrielle y aquello fue lo último que se dijeron aquella tarde.

**

La mañana estaba fría y el café de siempre tenía un sabor distinto en los labios de Anahí, como si de pronto fuese mejor que nunca, cinco mesas estaban ocupadas y veía atenta como dos o tres personas leían mientras rellenaban su café, su sueño era una realidad y nada podía hacerla más feliz, bueno tal vez una persona en especial si podía hacerlo. Habían pasado dos días desde que vio a Abrielle, dos días en que miraba su celular esperando un mensaje, una llamada, algo que le hiciera saltar de golpe el corazón, pero nada había llegado, la confusión llego a su pecho cuando pensó que tal vez todo había sido un sueño, o que quizás la pelirroja se había arrepentido de todo lo que habían hablado, la necesidad de llorar ante el pensamiento era tan grande como las ganas que tenia de llamarla, pero la pelirroja le había pedido unos días y era eso lo que le iba a dar.

- ¡Tierra llamando a Anahí! –grito Max cuando al fin capto la atención de la morena, riéndose en su cara de su desconcierto

- No te vi –respondió Anahí

- En que pensabas Anahí González

- Estupideces –respondió la morena

- Una estupidez con nombre y apellido –dijo Maximiliano sonriendo, pero solo por un segundo, luego aquella sonrisa parecía lastima ante los ojos de Anahí

- ¿Qué sabes? –preguntó Anahí con miedo de oír una respuesta.

- No sé si querrás oírlo de mi –basto aquello para que todos los miedos de Anahí se volvieran reales

- Habla –dijo rápidamente –no. Mejor no me digas nada –corrigió sus palabras – No, ya dime de una vez.

- Solo sé lo que me dijo Rocío –dijo su mejor amigo atento a la mirada de Anahí mientras hacia un gesto para que siguiera hablando, para que soltara todo de una vez –Fernando se llevo a Abrielle de viaje –dijo partiendo por lo más suave

- ¿Cuándo? –pregunto la morena

- Antes de ayer por la mañana, fue una sorpresa porque van a imprimir su libro, un regalo –dijo Max. Anahí pensó que aquello no era tan grave, después de todo la pelirroja le había pedido unos días, pero la idea de que estuviesen solos en algún lugar y Fernando estuviese tocando su cuerpo, besando sus labios, la sola idea le daba repulsión, no quería que aquello pasara, no después de su conversación.

- ¿Dónde? –preguntó Anahí tratando de quitar el sabor amargo de su boca con el café que le quedaba, pero el café ya no sabía igual

- Miami –dijo Max secamente

- ¡Miami! –Gritó Anahí llamando la atención de los clientes del café, rápidamente bajando su voz –Miami. –Repitió resignada –algo me dice que eso no es todo – Max tomo aire antes de continuar hablando.

- Le va a proponer matrimonio –dijo Maximiliano tomando la mano de su mejor amiga, como si aquello le pudiera dar cierta tranquilidad, pero la morena parecía volar aun más lejos.

- ¿Estás seguro Max?

- Sí, Rocío lo acompaño a comprar el anillo –todo lo que la morena había pensado, todos los sueños que aquella conversación le había regalado de pronto se escapaba como el aire entre sus dedos, la sensación de humedad que sintió en sus mejillas le anunció que estaba llorando, Max no tardo en abrazarla intentando consolarla, Anahí no tardo en contarle lo que había pasado dos días atrás, la alegría que había sentido al pensar que podía volver a estar con ella, lo completa que se sintió por dos días y ahora todo volvía a cero, todo estaba peor que al principio –Nai, cálmate si ella te dijo eso entonces no todo está perdido

- Max, le van a proponer matrimonio, si es que ya no le pidió y ahora está viviendo una pre luna de miel

- Aun no se lo pide, lo hará hoy –dijo Max

- Eso no me tranquiliza –respondió Anahí irónicamente

- Nai, que le propongan matrimonio no significa que ella acepte –de pronto las palabras de su mejor amigo tenían sentido, no podía aceptar, no después de que le pidiera aquel tiempo, no, aquello no era posible

- ¿Pero y si acepta? –preguntó Anahí controlando su respiración mientras Max quitaba las lagrimas de sus ojos

- Entonces todo habrá acabado y tú darás vuelta la página

- Ya no quedan páginas en mi libro Max, no ahora, no después de la esperanza que me dio.

- Entonces la convencerás de que no cometa la estupidez de casarse, al menos no con él.

Aquello tenía sentido, era lo único que en aquel momento llenaba la sensación de vacío que había en su cuerpo, quería gritar, quería llorar, quería tomar el primer vuelo a Miami y arrastrarla de donde fuese que estuviera, pero la pelirroja le había pedido tiempo y ella le había prometido una vida, a eso se iba a aferrar, a la esperanza de que dijera que no, a que se mantuviera firme en lo que quería y no que actuara por lastima, ¿Lastima? Sería posible que la pelirroja sintiera algo más por él como ella había sentido por Sara, “Sara” el nombre sonaba en su cabeza como algo de otra vida, por un momento deseo sentir por Abrielle lo que sintió por ella, un enamoramiento normal, de esos que se olvida con el tiempo. Si Sara le hubiese propuesto matrimonia, ella hubiese dicho que sí, entonces se volvió a preguntar, podría sentir Abrielle por Fernando algo más.

**

El sol se coló por la ventana y su cuerpo se sintió frágil bajo las sabanas, repaso lo que había acontecido los últimos días y recordó la cara de desagrado de Fernando cuando intento besarla una vez más la noche anterior, pero como había pasado las últimas cinco noches Abrielle lo había rechazado, no podía, algo en sus labios le causaba repulsión y ya no podía alargar más la espera, no era a su lado que quería amanecer, no ahora.

Cuando Fernando se apareció en su casa aquella mañana nunca pensó la sorpresa que le tenía, con la maletas hechas y sin mucho tiempo para reaccionar se la había llevado de viaje, Rocío se había encargado de hacer las de ella, ni siquiera vio las maletas que estaban hechas en la sala de su casa, mucho menos noto la ropa inexistente en sus cajones, lo único que tenía en su cabeza la tarde anterior era la morena, aquella noche había dormido mejor que en meses, pero nunca pensó lo que le esperaba en la mañana y por mucho que intento rehusarse a viajar, Fernando tenía todo listo, por un segundo pensó que el viaje le ayudaría a hacer lo que necesitaba, pero con cada gesto que el hombre tenía, más se alejaba de su propósito, pero cuando en la segunda noche Fernando la llevo a cenar y en medio de la cena saco una pequeña caja azul, Abrielle sintió como el frío le llegaba a la espalda, no pudo decir que no, pero tampoco acepto.

Sintió como Fernando despertaba e intento hacerse la dormida, podía sentir su mirada sobre su cuerpo, su espalda cubierta por la camiseta que había rehusado quitarse la noche anterior, como todas las otras noches, necesitaba ponerle un final a todo, terminar con aquella farsa de una vez y por todas, entonces la imagen de Fernando pidiéndole matrimonio se le vino a la mente y su estomago se retorció por un instante.

- Siempre pensé que estaba destinado a ser un alma libre –dijo Fernando sosteniendo la pequeña caja en su mano temblorosa –entonces llegaste tú y supe que era mi fin, si lo pienso detenidamente siempre supe que serías tu, pero jamás pensé que me darías la oportunidad, entonces ahora quiero ser un alma libre a tu lado, solo a tu lado, por eso quise traerte hasta acá, para terminar con la distancia de una vez y por todas, Abrielle Domínguez ¿Quieres casarte conmigo?

La pregunta la dejo congelada en su asiento, sabía que aquello venía, lo supo desde el momento en que Fernando saco la caja de su chaqueta, pero no quería que llegara, no quería destrozar su corazón diciéndole que no, no después de cómo había sido con ella, pero como podía decirle que sí, cuando aquella iba a ser una sentencia en su vida, no podía, aquello no era posible, en qué momento había decidido hacer aquel viaje, pensó.

- Fer… yo. Esto es demasiado pronto –dijo haciendo que la sonrisa en el rostro de Fernando se desvaneciera

- Si no me dices que si ahora al menos dime que lo vas a pensar –dijo el hombre frente a ella antes de que la pelirroja pudiera decirle que no.

- Es que Fer, tu sabes yo…

- Ya lo sé, la sigues teniendo ahí, pero yo se que con el tiempo puedo borrar lo que ella destrozo, solo dime que lo vas a pensar

- No te puedo prometer eso, Fer ni siquiera quiero que vivamos juntos, ha pasado tan poco tiempo, yo no funciono así.

- Lo sé, pero no me mates con un no, por favor, dime que lo pensaras aunque sea una mentira –dijo Fernando con los ojos enrojecidos sin derramar una sola lagrima

- Lo voy a pensar –dijo Abrielle, aquella respuesta había sido su segundo error.

Fernando se levanto de la cama cuando se dio por vencido, sabía que Abrielle estaba despierta, la pelirroja tenia cierto respirar cuando dormía, lo había descubierto después de verla dormir en incontables noches, de nada servía seguir esperando a que se girara, todo en su interior gritaba que desistiera de su presencia, que la dejara ir de una vez y por todas, pero Abrielle Domínguez era como una droga única en el mundo y el solo hecho de dejarla le causaba escalofríos en el cuerpo. No pretendía dejarla ir.

El sonido de la ducha no muy lejos de ella la hizo abrir los ojos al fin, habían pasado cinco días desde que había hablado con Anahí y se pregunto que estaba pensando la morena, si sabía lo que estaba pasando, quería saber que estaba pasando por su cabeza en aquel momento, probablemente ya estaba enterada de todo, “solo unos días más Anahí, espérame unos días más”, dijo en un susurro, esperando que mágicamente la morena pudiese oírla, pero sabía que aquello era imposible, tanto como la idea de transportarse desde la cama en que se encontraba hasta la de la mujer que nunca abandono su corazón, nunca.

- Buenos días hermosa –dijo Fernando sacándola de sus pensamientos mientras se acercaba a darle un beso en su mejilla, ni siquiera había oído cuando la ducha había dejado de correr, se había perdido pensando en ella. Ella.

- Buenos días –respondió mirándolo decidida –Fernando tenemos que hablar –dijo sentándose en la cama

- Más tarde –respondió él –Ahora tienes que levantarte porque viene una van a buscarnos para dar un paseo

- Fernando –dijo Abrielle levantándose de la cama

- ¡No! –grito con firmeza dejándola en de pie frente a la cama mientras se vestía, por primera vez Abrielle tuvo miedo del hombre con el que estaba, por primera vez sintió aquella necesidad de correr que más de una vez había experimentado en su vida.

- Fer… -dijo casi en un susurro

- Lo siento –dijo Fernando acercándose a ella –perdóname mi amor, te prometo que más tarde hablamos, solo déjame disfrutar de este viaje.

El paseo en yate de aquella mañana fue tan silencioso que Abrielle podía oír el latir de su corazón agitado, las pocas veces que Fernando habló, de la boca de la pelirroja solo salieron monosílabas, no pudo argumentar una sola oración, el miedo que sintió desde que Fernando le grito por la mañana no abandono su pecho, se mantuvo constante hasta que volvieron de su paseo, incluso después de aquello.

**

- Jaime la mesa siete –dijo Anahí entregando el pedido que había sobre el mesón, aquella tarde todos trabajaban, como nunca el café estaba repleto de personas

- ¿Y el de la ocho?

- De inmediato –respondió la morena

Había pasado una semana en casa, ignorando llamadas y sus responsabilidades, cuando habían pasado nueve días dijo “basta”, se baño y se arregló para salir al café, “lo que tenga que pasar, pasara”, complemento y después de eso se absorbió entre el café y el club como nunca lo había hecho, cuando despertó esa mañana conto catorce días exactos desde que Anahí se había marchado, dos semanas en que no tenía noticias de ella, al menos sabia gracias a Max que aun no regresaba, aunque su mejor amigo no supo contestarle cuando le pregunto si la respuesta era un sí, quiso creerle cuando le dijo que no sabía, pero si habían pasado tantos días y aun no regresaba, probablemente la respuesta era un sí.

- Anahí el pedido de la quince –dijo Daniela sacándola de sus pensamientos, la muchacha llevaba tres días en su puesto de trabajo y era tan eficiente como Jaime, una vez más se alegro de aceptar la petición se su mano derecha en el café y contratarle, nunca había sido tan necesario como aquel día.

- ¡Ya va! –grito Anahí sintiéndose un pulpo mientras buscaba en la cocina el pastel que venía con aquel pedido.

Por más que intentaba no pensar, por mucho trabajo que tuviese, siempre terminaba perdiéndose en sus pensamientos, era fácil desear que la pelirroja estuviese a su lado ayudándola, a veces la imaginaba de pie a su lado, sonriendo, aquel era su premio de consuelo mientras trabajaba, tenía su imagen tan grabada que la visualizaba perfectamente, a veces incluso sentía su perfume, por más que sacudiera su cabeza para borrar la imagen cuando comenzaba a doler, aquello nunca daba resultado.

- Anahí el pedido de la quince –repitió Daniela

- Te lo acabo de entregar

- Es que quieren que lo entregues tú –dijo pasándole la bandeja

- Daniela no ves que como estoy de ocupada

- Debe ser alguien importante porque me exigió que fuese la dueña –Anahí movió la cabeza en desagrado y tomo la bandeja casi con rabia, aquel no era el mejor momento para cumplir deseos de clientes caprichosos.

- La próxima vez que te pidan algo así les dices que no estoy y punto –dijo Anahí pasando por su lado, caminando con firmeza hasta la mesa que se escaba de su vista en el segundo piso, cuando levanto la vista al final de la escalera sintió como sus piernas se volvían de lana, tuvo que tomar con firmeza la bandeja de sus manos para que esta no cayera y parpadeo rápidamente cuestionándose si la imagen frente a ella era real, cuando al fin estuvo frente a la mesa, la sonrisa que la tenia hipnotizada se borro para decir un “Hola”

- Hola –respondió ausente Anahí, mirando hacia la entrada intentando recordar si la había visto entrar o solo había sido su imaginación jugando con ella, pero no, no la había visto.

- Lo siento –dijo Abrielle tomando su mano para sentarla a su lado, disfrutando el desconcierto de la morena

- ¿Porqué?

- Por tardar tanto –respondió la pelirroja – ¿Me sigues esperando?

- Abrielle –dijo Anahí como si no pudiese ordenar sus pensamientos – tengo el café lleno, podemos hablar en otro momento –respondió Anahí. La sonrisa de inmediato se borro de los labios de Abrielle, tal vez había sido mucho para la morena, definitivamente lo había sido.

- Claro puedo volver más tarde –Abrielle bajo su mirada desenado borrar las últimas dos semanas. En aquel instante Anahí exploró las manos blancas sobre la mesa, aliviada cuando no vio nada que adornaran sus dedos.

- Si quieres puedes ayudarme –dijo Anahí sonriendo suavemente, aquella sonrisa fue una luz para Abrielle, una intensa luz.

- Por supuesto –respondió la pelirroja.

La sonrisa jamás dejo los labios de Anahí, disfrutando en cada instante cuando Abrielle recibía un pago, preparaba un café o simplemente la miraba deseando que el día acabara, no necesitaba muchas respuestas, solo tenía una pregunta en su cabeza, pero era capaz de esperar el tiempo que fuese necesario para obtenerla.

Cuando el día al fin acabo, Abrielle se sentó en una de las mesas mientras hojeaba un libro esperando que todos se marcharan, recordando la última vez que había estado sola en aquel lugar con la morena, todo parecía tan lejano en aquel momento que el pasado le trajo nostalgia, pero no tanto como la ansiedad que le causaba el futuro.

- Hola –dijo Anahí una vez más sentándose frente a ella con dos tazas de café mientras sonreía

- Hola –respondió Abrielle de inmediato, bajando el libro que tenía en sus manos –perdón por haberme tardado tanto –complemento –las últimas dos semanas han sido difíciles

- ¿Sí?

- Sí. No sabía si aun me estarías esperando

- Te dije que te iba a esperar una vida si era necesario –respondió Anahí sin pensarlo demasiado, haciendo que la pelirroja frente a ella se sonrojara en una sonrisa bajando su mirada

- No. –Dijo Anahí de inmediato haciendo que Abrielle la mirara de inmediato –no bajes la mirada, ha sido demasiado tiempo sin verte a los ojos –Abrielle intento recordar en qué momento la morena se había vuelto capaz de causarle nervios con aquella forma de hablar.

- Lo siento

- Deja de decir lo siento

- Sé que tienes que tener mil preguntas…

- No. Solo una –dijo Anahí sonriendo mientras tomaba su mano -¿Es esta mi segunda oportunidad? –pregunto de inmediato

- Tu segunda y mi tercera –respondió Abrielle entrelazando sus dedos.

- Bien. –dijo la morena poniéndose de pie haciendo que Abrielle se preguntara lo que estaba pasando, pero Anahí no dijo nada, camino hasta la cocina y volvió con una chaqueta sobre su cuerpo, apago las luces que aun se mantenían prendidas y le tendió la mano cuando estuvo frente a ella –vamos

- Vamos –respondió Abrielle sonriendo mientras sujetaba con fuerza su mano.

Capítulo 12: Permanencia


Las calles alrededor se veían distinto que siempre, como si fuesen nuevas, llevaban caminando cerca de diez minutos y parecían diez horas al final de su mano, Abrielle miro por cuarta vez la mano de Anahí atada a la de ella y volvió a sonreír, ni siquiera la había besado y ya se sentía completamente feliz, entonces llegaron a la plaza que dos semanas atrás habían estado y sin decir nada se sentaron una al lado de la otra, nunca soltándose de sus manos.

- Fernando me propuso matrimonio –dijo Abrielle cuando el silencio se hizo insoportable – después de eso todo fue complicándose más y más

- ¿Qué tan complicado? –preguntó Anahí obviando la idea de escuchar en silencio

- No importo cuantas veces le dije que no, nunca me escucho, al punto de que llegue a temer estar cerca de él –Abrielle sintió como la mano de la morena se tensó bajo la de ella, mirándola atenta mientras hablaba –No pasó nada, debes saber que estuve una semana con él en la que fui incapaz de… estar. –dijo la pelirroja mirándola a los ojos, como si supiera lo que Anahí tanto necesitaba oír.

- ¿Una semana? –preguntó Anahí cuando proceso las palabras de Abrielle

- Una semana, perdón por no venir de inmediato, por no comunicarme, necesitaba hacer algo antes de volver –Anahí la miró como queriendo saber que era ese algo, pero en ningún momento le preguntó, ella solo asintió. – No sé en qué momento me volví su obsesión –dijo Abrielle perdiéndose en algún recuerdo.

- ¿Te hizo algo? –Preguntó la morena con temor en su voz.

- No. Pero se lo mucho que le costó dejarme ir, por un momento pensé que nunca lo iba a hacer.

- ¿Dónde estuviste después? –preguntó Anahí incapaz de contenerse

- En México, la editorial que me va a publicar me mando los pasajes al correo pensando que estaba en Chile, al final cambiaron mis vuelos, me necesitaban para el papeleo y por la publicación

- ¿Todo bien?

- Ahora que estoy contigo, sí.

- En México –dijo Anahí golpeando su hombro con el de Abrielle, reposando su cabeza en cerca de su cuello, sintiendo como aquel aroma se colaba una vez más por sus sentidos

- Todo bien –respondió Abrielle girando su cabeza para besar su frente, aquello basto para que Anahí se pusiera de pie.

- Vamos a casa –dijo la morena jalando de su mano

- ¿A casa?

- Sí, a casa, no sé que harás con tu departamento nuevo pero hemos perdido demasiado tiempo como para tomarnos esto con calma –afirmo Anahí sin espacio a duda

- Así de simple

- ¿Te vas a oponer?

- No –respondió la pelirroja vistiendo la mejor de sus sonrisas

- Entonces que esperas para ponerte de pie

- Disfruto de tu imagen un segundo más

- Te aseguro que disfrutaras de mejores imágenes si te pones de pie de una vez –Y una vez más Abrielle se sorprendió de la capacidad de la morena de hacerla sonrojar.

No tardaron en estar cerca del edificio, Abrielle recordó de inmediato los cientos de veces que subió hasta el último piso para estar con ella, para amarla, para dejarse amar. Se sintió una adolescente con la ansiedad a flor de piel sabiendo lo que iba a pasar cuando por fin abrieran la puerta, entonces se pregunto por qué no la besaba ahí de una vez y por todas, pero probablemente porque no iba a ser capaces de detenerse y dar un espectáculo en medio del pasillo las hizo sonrojarse a las dos al mismo tiempo, entonces ambas supieron lo que estaban pensando.

La puerta del departamento se abrió y ni siquiera se molestaron en encender la luz, nada era más importante que la necesidad de estar cerca, de consumirse en un instante, Anahí cerró la puerta y sonrió cuando tuvo a Abrielle frente a ella, había olvidado lo alta que se veía la pelirroja cuando estaban así de cerca, fue en aquella sonrisa que Abrielle puso su mano tras su cuello y ataco su boca, con la desesperación de llenar cada espacio vacío que había entre ambas, sin siquiera saber que las lagrimas inundaban su rostro, había sido demasiado tiempo, demasiada ausencia entre ambas, aquel momento muchas veces no había sido más que un sueño, pero ahora no. Ahora era tan real como las manos de Anahí recorriendo su espalda, adorando con inquietud la suavidad bajo su blusa, impaciente por vestir de una vez y por todas solo la piel.

- Hola –dijo Anahí cuando la tuvo desnuda frente a ella, de pie al lado de su cama, cautivada de la forma en que Abrielle se tomaba un tiempo para recorrer su propio cuerpo solo con su vista

- Enciende la luz –dijo Abrielle ordenando – necesito verte –agrego, Anahí no tardo en acatar la orden, perdiéndose en la mirada perdida en lujuria y amor que Abrielle le brindaba. – Hola –dijo cuando al fin volvió a estar frente a ella, esta vez para no volver a hablar.

Anahí besó cada espacio de su cuerpo cuantas veces quiso, la forma en que Abrielle se movía bajo su cuerpo le hacía querer explotar sin siquiera ser tocada en su parte más intima, pero aquello no iba a tardar, como tampoco Abrielle tardaría en gritar con más fuerza su nombre que ahora parecía lejano en sus labios, como si quisiera confirmar que era ella quien la estaba tocando, era ella al fin.
La morena volvió a sus labios y sintió como Abrielle mordió levemente su labio inferior, pero aquello no le importo, la pelirroja podía morder todo su cuerpo si quería y de todas formas no le iba a importar. Abrielle oyó con delicia como el leve gemido se escapo se su boca cuando aprisiono su labio entre su diente y se aprovecho de aquello para girar su cuerpo sobre la cama, para estar sobre ella y saborear con la suavidad de su lengua el mismo lugar que unos segundos atrás había mordido, haciendo que el sonido que se extinguió en su boca causara escalofríos en todo su cuerpo, buscando con ansias las extensa piel bajo ella, marcando con su lengua y labios desde su cuello hasta sus senos, disfrutando como su boca cubría a la perfección la sensibilidad bajo ella, haciendo que una vez más la morena arqueara sus caderas con desesperación, reclamando el tacto que tanto ansiaba, no tuvo que pedirlo por demasiado tiempo.

- ¡Abrielle! –grito tomando la pelirroja cabellera entre sus piernas, mirando con deseo como la mujer que amaba la miraba mientras hacía que llegara al límite por segunda vez, haciendo que espontáneamente cerrara sus ojos en desesperación

- Mírame –dijo Abrielle ordenado su mirada deteniéndose en su acto –no dejes de mirarme- y fue aquella orden la que hizo que Anahí tuviera su segundo orgasmo, dejando un leve espacio de tiempo para que se recuperara y una vez más Abrielle la estaba devorando.

**

El sabor en su boca al despertar la hizo confirmar que todo había sido real, cuando Abrielle abrió sus ojos subió su mano a sus labios y la suavidad de ellos la hizo recordar la forma en que había besado la noche anterior, y el aroma que sus dedos tenían la hizo necesitar una vez más sentirse rodeada de sus piernas, el pensamiento la hizo sonreír, pero ni la mitad de la forma en que sonrió cuando Anahí se acerco a ella buscando sus labios, besándola mientras su mano exploraba la humedad que ella misma había causado, sonriendo sobre su boca sin dejar de besarla, con labios y dientes.

- Bueno días –dijo Anahí cuando la pelirroja intentaba recuperar su respiración

- Buenísimos -respondió Abrielle

- Te amo –dijo Anahí mirando a sus ojos –Te amo como nadie en esta vida jamás te va a amar.

- Tanto como yo te amo a ti –respondió Abrielle y una vez más se perdieron entre besos y gemidos, esta vez más lento que la noche anterior, sabiendo que tenían toda la vida por delante para amarse.

**

- Mmm… que rico huele –dijo Anahí cuando despertó por segunda vez aquel día, entrando a su cocina sin darse cuenta la forma en la que Abrielle estaba cocinando, cuando abrió bien sus ojos y noto que la pelirroja solo vestía su figura pensó en las distintas formas en que podía tomarla en aquel lugar, pero el sonido en su estomago hizo que reprimiera esa clase de hambre.

- Olvida eso que estas pensando y siéntate a comer -dijo Abrielle girándose para ver a Anahí con la boca abierta

- Tapate. Por favor. Ahora –dijo Anahí haciendo lo imposible por no admirarla por completo, no era como si no la hubiese visto en plenitud la noche anterior, pero verla así, completamente desnuda mientras la luz del sol entraba por la ventana, de pie y en su cocina parecía irreal a sus ojos, mejor aún, aquello era algo extraordinario.

Abrielle camino con firmeza mirando la mirada de lujuria en los ojos de Anahí, cuando se levanto y pensó en vestirse imagino la sorpresa que sería ser encontrada así en la cocina, su imaginación no la traiciono, quería siempre ser vista de esa manera, por ella, solo por ella.

- Te amo –dijo envolviéndola en sus brazos mientras le daba un corto beso, demasiado corto para su gusto. –el desayuno almuerzo está listo

- ¿Qué hora es? –preguntó la morena con desconcierto

- Las tres de la tarde –dijo separándose de ella, mientras Anahí de inmediato hacia un gesto infantil en su rostro, reclamando la calidez de sus brazos una vez más. –tengo hambre

- Yo también –dijo Anahí sonriendo

- Del otro tipo de hambre –respondió Abrielle pasando tras ella golpeando levemente el trasero de la morena

- No me estas ayudando –regaño Anahí controlándose para no seguirla y olvidarse de que eran seres humanos y necesitaban alimentarse con algo más que amor.

Abrielle regreso a la cocina con un pequeño short y una camiseta que le quedaba perfecto, Anahí sonrió al verla, cuantas mañanas la soñó entrar al cuarto con ella puesta, cuando era ella quien la traía, cuantas noches se aferro a ella en soledad, tantas que rápidamente el perfume que le pertenecía se evaporo y con el tiempo fue remplazado por el propio.

- Te queda perfecto –dijo Anahí sonriendo

- Ya lo sé, es mía.

- Lo siento, pero hace mucho que me pertenece

- Espero que la hayas lavado

-Nunca –dijo Anahí sonriendo

- Espero que no la hayas usado con alguien más –dijo Abrielle arrepintiéndose de inmediato de sus palabras, habían ciertos aspectos de su tiempo separadas que tenían que conversar, pero no quería que ese fuera el momento.

- Nunca –respondió Anahí acercándose a ella, posicionado sus manos en las caderas de la pelirroja para acercarla a su cuerpo – ¿Podemos imaginar que el tiempo no paso? ¿Qué hemos sido solo tú y yo, nadie más? Yo prefiero no pensar con quien estuviste, ni como, ni donde, por favor

- Todos tenemos un pasado en la vida Nai

- Lo sé, pero yo también soy tu pasado –respondió Anahí sin alejarse de ella

- No, tu eres mi presente y mi futuro –dijo besándola levemente –está bien, a mí tampoco me interesa saber nada –agregó sonriendo –pero…

- Pero. –afirmo Anahí esperando las palabras que iban a salir de su boca con una sonrisa en sus labios.

- Quiero que vivamos en mi departamento –Anahí de inmediato frunció el ceño en desacuerdo, le gustaba su departamento, siempre había sido su casa, su hogar –te va a gustar –sonrió Abrielle endulzando su oído –el edificio es hermoso, tiene está vista hermosa al mar, dos dormitorios, dos baños, una sala enorme y una cocina del mismo tamaño, a demás está en el último piso –concluyó sonriéndole mientras besaba su frente

- Tengo que pensarlo –dijo Anahí con algo extraño en su mirada, Abrielle la conocía demasiado.

- Si quieres vendemos todo lo que está en su interior y lo decoramos juntas, todo nuevo

- ¿Incluso la cama? –preguntó Anahí con vergüenza

- Incluso la cama – respondió Abrielle negando con su cabeza en señal de burla.

- Está bien, pero ahora comamos, tengo algo que importante que hacer en media hora –dijo la morena separándose de ella, como si lo que acababa de aceptar fuese insignificante, peor aún como si hubiera algo más importante que Abrielle en aquel momento

- ¿Qué se supone que tienes que hacer? –preguntó Abrielle autoritariamente, sin moverse del lugar en que la morena le había dejado

- El amor –respondió Anahí y Abrielle soltó una carcajada de lo meloso que aquello sonaba.

**

Abrielle dormía mejor que nunca sobre la cama, la sabana cubría uno de sus senos y parte de su vientre, el sol se comenzaba a esconder y el color anaranjado que dejaba su luz nunca se había visto mejor acompañado que con la cabellera de la pelirroja cubriendo la mitad de su cara, Anahí pensó que en aquel momento no podía ser más feliz, entonces retiro el cabello de su rostro y la contemplo como por tantas noches lo deseo, Sí, puedo ser más feliz, pensó.
La habitación olía a ella, a toda ella, Anahí dudo si aquello era real, como había dudado desde el momento en que la vio en el café, es que con cada nuevo acto de la pelirroja algo irreal se apoderaba de ella, como si todo fuese un sueño, pero no lo era, era tan real como la corriente que sentía cada vez que la tocaba, está vez si iba a ser para siempre, ella se encargaría de eso, no existiría poder humano que las separa.

- Ya sé que estás despierta –dijo Anahí abrazándose a su desnudo cuerpo

- No. Estoy durmiendo aún

- Claro, por un momento creí que estabas despierta –la morena sonrió de la misma forma en que Abrielle lo hizo, ninguna se veía sin embargo podían sentir la energía que irradiaba aquella sonrisa.

- Mañana tengo que encontrarme con Max temprano –dijo Anahí paseando sus dedos en las pequeñas circunferencias que habitaban los senos de Abrielle

- Rocío no quiere saber de mí

- Ya lo sé, Max lo menciono

- ¿Cuándo?

- Hace un rato me llamo, tu dormías, pero de verdad

- ¿Qué más te dijo? –preguntó Abrielle y Anahí pudo sentir como su corazón comenzaba a latir más rápido mientras aumentaba la fuerza en sus dedos, sonriendo maléficamente, sabiendo el efecto que sus dedos causaban

- Que Fernando extendió sus vacaciones, no quiere volver por un tiempo, que Rocío no sabe que sentir en este momento

- No la culpo

- No, te culpas a ti, pero no es tu culpa, él no es un niño

- No, ya lo sé, pero lo usé para sentirme acompañada –dijo Abrielle y de golpe Anahí termino con el juego de sus dedos.

- ¿Porqué te detienes?

- Porque no me interesa hablar de Fernando –dijo Anahí remplazando por sus dedos, su boca.

**

- Podrías dejar de sonreír de esa forma por un momento –dijo Max tomando del café que estaba sobre su mesa.
La petición era aceptable, pero imposible de cumplirse, por las ultimas veinticuatro horas Anahí había estado viviendo la felicidad en su estado más puro, por más que quería ponerse sería, aquello era imposible, parecía que sus labios estaban obligados a estar elevados por sus comisuras y nada le parecía más irritante a Maximiliano.

- Tú deberías saber que cuando se sonríe así no hay nada que lo quite, hace unos meses parecías un idiota sonriendo peor que yo.

- Eso pareces, idiota. No sé si son las hormonas o lo que paso con Abrielle, pero Rocío esta insoportable estas semanas

- Abrielle no me dijo nada, pero sé que está mal por eso, Rocío es su única amiga.

- Tardara un poco, pero entenderá, no creo que pueda sostener el enojo por mucho tiempo

- Eso espero.

- Entonces, cuéntame –dijo Max preparándose mentalmente para los corazones y pajaritos que venían

- Lo voy a hacer –dijo Anahí antes de contar lo que había pasado

- ¿Qué cosa?

- ¿Crees que serás un buen padrino?

La tarde estaba tibia, Anahí entró a su departamento sabiendo que ella estaría ahí, esperándola, y la sensación de al fin estar en casa nunca había sido más placentera, ni siquiera antes cuando habían vivido juntas, ahora era mucho mejor, después de lo que habían pasado, sabía lo que era vivir sin ella y nada era más reconfortante que estar a su lado después de aquello.

Abrielle sintió la llave en la puerta y sonrió, era reconfortante sentir aquella calidez en su pecho, no necesitaba nada más que verla cruzar la puerta para sentirse completa, cuando Anahí entró repaso todos los momentos que vivió junto a ella, incluso cuando era odiada en los pasillos del que era su colegio, todo calzó, todo lo que vivió en su vida la había llevado a esto, a esperar a la mujer que amaba con una sonrisa en su rostro, la pelirroja no se podía sentir más enamorada.

- ¿Qué haces? –preguntó cuando la vio sentada en el sofá

- Leía –dijo mostrándole el libro en su mano –cuando entre a tu café aquel día, después de volver, busque en el lugar de siempre este libro y no lo encontré, no sé porque pensé que lo habías tirado.

- Estaba en mi velador –dijo sentándose a su lado – Hola –dijo acercándose a sus labios

- Hola –respondió Abrielle sin abrir sus ojos de inmediato, saboreando el momento como único. - ¿Qué es eso?

- ¿Qué cosa?

- Aquello que tienes en tu rostro, ¿Pasa algo? ¿Qué te dijo Max?

- No pasa nada, bueno depende de cómo lo veas

- ¿Está todo bien?

- Si, o sea, no lo sé, eso tendrás que decírmelo tú

- Me estas asustando.

Anahí la besó una vez más tratando de darle tranquilidad, entonces metió su mano en su cartera y sin hacer mucho preámbulo, saco la pequeña cajita negra que había en ella, Abrielle se sintió como en un dé Vu, pero con alguien sumamente distinta y en una situación completamente diferente.
La morena se sonrió nerviosa, cuando había visto el anillo por primera vez acompañaba a su mejor amigo y en lo único que pudo pensar era en lo maravilloso que accesorio se vería en la perfecta y alargada mano de Abrielle, ahora estaba a punto de saber si su pensamiento era correcto o no.

- Sé que es rápido, que hace un día estamos juntas y ni siquiera hemos hablado de un nombre para esta relación, el tema es que creo que no me importa, solo sé que quiero estar contigo todos los segundos que me quedan de vida, que quiero amanecer y dormir a tu lado a diario…

- ¡Sí! –gritó Abrielle sin dejarla terminar, estrellando sus labios y sus dientes en un besó desordenado pero perfecto a la vez -¡Sí!-repitió una vez más

- Pero no me has dejado terminar –dijo Anahí regañando entre dientes –tenía un discurso perfecto para esto.

- No necesito discursos, solo tenias que preguntarlo

- No me dejaste preguntar –corrigió Anahí de inmediato volviendo a besar sus labios -¿Te quieres casar conmigo?

La pregunta no la tomo por sorpresa, ni la espanto, necesitaba tanto oírla como deseaba besarla una vez más, ya no había tiempo que malgastar, ni distancias, ni esperas, no era necesario, sabía que a su lado quería estar por toda la vida y mientras antes lo hicieran, mejor. Una lagrima corrió por el rostro de Anahí y su sonrisa la complemento a la vez, “¡SÍ!”, grito Abrielle lanzándose a su cuerpo en un abrazo y ahí se quería quedar para siempre.

Epílogo: Y fueron felices por siempre, o algo parecido.

El día en que Anahí González conoció a Abrielle Domínguez, jamás pensó que le iba a dar tantas alegrías en su vida, mucho menos que aquella madrugada la iba hacer sentir aquella dicha. Abrielle dormía plácidamente, su rostro aun inflamado notaba rastros de cansancio y fatiga, pero aún durmiendo era capaz de sonreír, Anahí la contemplaba intermitentemente, rotando entre ella y la pequeña en sus brazos, no llevaba ni medio día de vida y ya lucia igual que su madre al dormir, sí, se podía ser mucho más feliz en la vida, pensó Anahí y ansió la hora en que la pequeña corriera por todos lados haciendo destrozos a su paso, una vez más Anahí sonrió.

Sofía González Domínguez, la pequeña se movía suavemente en sus brazos y Anahí no dejaba de repetir su nombre en sus labios, esperando a ver como lucían sus ojos, poco a poco Sofía abrió sus parpados, entonces la morena lo supo, si se podía amar a más de una persona en la vida “Hola princesa, Bienvenida al mundo”, susurró mientras la pequeña arrugaba su pequeña y blanca nariz, por un segundo Anahí pensó que lloraría, pero no, fue un encuentro esperado por meses, por semanas Anahí le hablo al vientre de Abrielle, preparándola para este momento, como si de magia se tratara, ambas sintieron el lazo que las unía, no había un ADN de por medio, había algo más fuerte que aquello, había amor.

- Se ven hermosas –dijo una voz sacándola del embrujo de sus ojos, Anahí alzo la vista y sonrió con todas sus fuerzas al ver a la pelirroja con sus enormes ojos abiertos.

- Mi amor, mira mamá despertó –dijo Anahí acercándose con la pequeña hasta su mujer, entregándosela cuidadosamente en sus brazos. El rostro de Abrielle se ilumino de inmediato al tenerla en brazos, tan pequeña y frágil, tan necesitada de ella que deseo que siempre fuese así, que la pequeña nunca dejara de necesitarla, aunque fuese la pelirroja quien en realidad la necesitara.

- Será pelirroja igual que tu, mira su pelito –dijo Anahí sentándose en medio de la cama

- Ven a nuestro lado –dijo Abrielle moviéndose con cuidado mientras le hacia un pequeño espacio a su morena

- Gracias –dijo Anahí mientras se sentaba y Abrielle la miraba de forma inquisidora–por hacerme tan feliz –completo Anahí besándola

- No tan feliz como tú me haces a mí. Es hermosa ¿cierto? Nuestra hija – “Nuestra”, el pronombre nunca se había oído mejor en sus labios, “Nuestro departamento.” “Nuestro matrimonio.” “Nuestra vida.”, aquellas eran cosas simples al lado de “Nuestra hija”, nada en el mundo se asimilaba a aquellas dos palabras.

- Se puede pasar –dijo Rocío desde la puerta de la mano de Max, con un ramo de flores en su brazo izquierdo y con la pequeña Julia de su mano

- Felicidades –dijo con una enorme sonrisa –ya soy tío –dio Max a punto de llorar

La habitación era completa felicidad, Julia saludando a la pequeña Sofía y Max sintiéndose tan feliz como cuando se hizo padre, nada faltaba en aquel lugar, era el principio de algo nuevo y maravilloso.

- Mira lo que llego esta mañana –dijo Rocío abriendo su bolso, sacando el libro que había en su interior

- Se suponía que llegaría la próxima semana –dijo Abrielle de inmediato

- Pase por su departamento y estaba ahí, el conserje lo recibió

- Dámelo –dijo Anahí rápidamente sin levantarse del lado de su mujer y su hija. Abrielle la miró con fascinación, como cuando abrió el primero de sus libros, se había vuelto una costumbre que Abrielle no la dejara ver la dedicatoria hasta que saliera la publicación, y como en los cuatro libros anteriores, este estaba dedicado a ella, Anahí leyó y le fue inevitable no llorar, después de todo llevaba la mañana aguantándose las ganas, miró una vez más a Abrielle y presiono sus labios contra los de la pelirroja una vez más, con fuerza y necesidad a la vez…

- Te amo – dijo separándose de su boca

- Yo también te amo.

“Al amor de mi vida, la madre de mis futuros hijos:
Por un “Y fueron felices por siempre” para toda la vida.
Gracias Anahí, por regalarme tu sonrisa.”

Fin.


 Nota : A quienes fueron pacientes, Gracias. Al fin llegue al final, no fue fácil, les cuento que llevo un mes en otro país, otra ciudad, y debo decir que Cuenca es el lugar más hermoso que he visto, sin despreciar mi país, siento que me enamore de Ecuador, no ha sido fácil, pero los cambios a veces son buenos.
Seguiré escribiendo, sigan leyendo, pronto actualizare.

Un beso!

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