Anabrielle 11 Final
El frío dio de golpe su cara en
cuanto abrió la puerta de vidrio del café, afuera el viento corría tan fuerte
que hizo que las lágrimas que Abrielle contenía salieran del golpe y se secaran
a su paso, tanto que ni siquiera se molestó en limpiar su rostro. Sus manos se
escondieron en los bolsillos de su chaqueta mientras continuó su paso, incluso
sonrió por un segundo ante la ironía de su vida, siempre persiguiendo algo y
sin embargo incapaz de conseguirlo por completo, esa era su vida, ahora iba a
ser una escritora publicada, sin embargo la única persona con quien quería
compartirlo, no iba a estar más en su vida, entonces comenzó a planear cuál
sería su destino, tal vez Fernando si era suficiente, si le alcanzaba para
sonreír aunque fuese una vez al día, pero no ahí, nunca en la misma ciudad que
estaba ella, no con tantos recuerdos a su alrededor, si fuese posible vivir en
otro planeta, entonces eso iba a hacer.
- ¡Bri!
Ni siquiera fue capaz de girarse,
probablemente había avanzado dos cuadras desde que salió del café, ya la estaba
alucinando, pensó. La pelirroja continuó
su paso sin mirar atrás, la idea de girarse y encontrarse solo con el viento
golpeando su rostro no le agradaba, de hecho no era algo que pudiera conciliar,
hasta que una vez más sintió su voz pavoneándose en su oído - ¡Abrielle! - …si
aquello era una alucinación, entonces quería enfrentarla, fue entonces que de
golpe se giró.
Capítulo 11: Aire
Se dice que el aire es una
mezcla gaseosa que envuelve el planeta, que no es más que química, que puede
tener más de doce significados si nos ponemos a indagar, sin embargo a veces el
aire es más que eso, y cuando trae fuerza se vuelve viento, tantas partículas
de aire generan aquello que puede hacer que la más pequeña de las brasas,
aquella casi extinguida, se vuelva el más feroz de los fuegos, con una llama
tan grande que ni toda el agua del mundo podría apagar, sin embargo aquel
viento también puede remover el agua más calma y volver con ella olas gigantes,
generando a su paso tantos estragos como el fuego. Una vez más el aire puede
renovar todo, hacer que nuevos cimientos se levanten, porque cuando el aire es
viento, incluso puede remover la tierra, haciendo que el polvo poco a poco
desentierre aquello que por tanto tiempo estuvo bajo ella.
- No me esperaste – dijo Anahí con un
signo de interrogación en su rostro mientras avanzaba, Abrielle sintió como el
viento golpeo una vez más su rostro pero esta vez no fueron lagrimas lo que
sacó de ella, sino una sonrisa, la más idiota que tenía, haciéndola sentir
ridícula antes de tiempo – fui a la cocina por mi chaqueta y no me esperaste
–completó la morena agitada después de caminar rápidamente para alcanzarla.
Cuando Anahí salió del café con su
chaqueta en la mano sintió como el miedo se aferraba a su cuerpo al no ver a la
pelirroja sentada en el mismo lugar que la había dejado, “Fue todo una mentira”
susurró al aire, bajó sus brazos y de inmediato se rindió, fue entonces que los
ojos curiosos de cierto pequeño la miraron con desconcierto, “se fue casi
corriendo, parecía que iba a llorar”, dijo Vicente con su dulce pequeña voz
indicando la dirección que Abrielle había tomado, fue entonces que la morena
sospecho que tal vez su silencio le había dado la idea equivocada a la
pelirroja y sus sospechas no pudieron ser más acertadas.
- Yo… -se pauso la pelirroja tomando
su cabeza con una de sus manos –yo pensé…
- Pensaste mal –la interrumpió Anahí
mientras sonreía –solo fui por mi chaqueta, quería que fuésemos a hablar a otro
lado, no pensé que te ibas a ir tan rápido
- Tal vez debiste decir eso –replicó
Abrielle sonriendo dulcemente
- Mi error. Disculpa por eso –dijo
Anahí bajando la cabeza
- Lo que importa es que estás aquí
–dijo Abrielle recordando lo que previamente había pensado, la idea de que al
girarse no iba a ser Anahí quien estaba tras ella sino el viento susurrándole
al oído lo que quería oír.
Por los siguientes minutos caminaron
la una al lado de la otra en silencio, aquello no era algo incómodo, al
contrario, era lo más placentero que habían vivido en mucho tiempo, la
posibilidad de sentir a la otra al lado mientras caminaban aferrándose al aire
que las rodeaba, disfrutando de las calles, de la gente, del simple hecho de
dar pasos tan cerca, pero aquello no era perfecto y ambas lo sabían, hubiese
sido perfecto si tan solo las manos de Abrielle no hubiesen estado dentro de su
chaqueta y las de Anahí no estuviesen entrelazadas bajo su pecho, hubiese sido
perfecto si tan solo hubieran caminado de la mano como tantas veces lo habían
hecho, pero ahora aquello parecía un recuerdo lejano.
Cuando el silencio comenzó a pesar y
la necesidad de hablar se volvió física, ambas abrieron la boca al mismo tiempo
dejando salir solo un balbuceo, aquello solo las llevo a sonreír mientras se
miraban a los ojos, “si esto es un sueño, no quiero despertar”, pensó Abrielle
sonrojándose ante lo cursi que aquello sonaba en su cabeza.
- ¿Qué estás pensando? –preguntó
Anahí mientras se detenía en medio de una plaza, sentándose en la primera banca
en la que sus ojos se fijaron.
- Nada –respondió Abrielle mirando en
dirección opuesta
- Quiero creer que te conozco –dijo
haciendo una pausa –sé que estás pensando algo, te sonrojaste –completó sin
tapujos.
-Sabes que dicen que fue en una de
las bancas de esta plaza en la que se basa el libro de una de mis escritoras
preferidas Isidora Zúñiga –dijo Abrielle esquivando la pregunta de Anahí
- ¿Qué libro?
- Tú, Yo y Las Estrellas
- No he leído ese libro, nunca lo
había oído
- Es de hace dos años, una chica sin
mundo y otra queriendo atrapar el mundo en sus manos, se encuentran en una
banca como esta cuando para una todo estaba perdido y para la otra había
esperanza – Abrielle se detuvo recordando el sentimiento que aquel libro le
había dejado la primera vez que lo leyó
- ¿Se enamoran?
- Ya estaban enamoradas, aquella
banca solo las reunió
- ¿Y qué pasa después?
- Léelo y lo averiguas –respondió Abrielle
y fue aquella respuesta lo que le revolvió el estómago a la morena, pero no de
una mala manera. No. Aquella sensación era tan positiva como la sonrisa que
tenía en su rostro
- Quiero preguntar de que se trata tu
libro, pero temo que me digas “Léelo y lo averiguas” una vez más –respondió
Anahí sonriendo
- En cuanto me envíen la primera
copia te la haré llegar –dijo Abrielle perdiéndose en la sonrisa que le dejaban
sus ojos, como si no fuese suficiente con la que le mostraba su boca, no. Eran
sus ojos los que siempre le confirmaban lo que aquella sonrisa quería decir y
el significado que estaba leyendo le envió escalofríos a todo su cuerpo.
Por un momento aquellas no eran las
personas de siempre, por aquel instante eran dos conocidas que se reencontraban
para reconocerse, para hablar de cosas sin sentido haciendo que las palabras
mismas perdieran su importancia, llenando el abismo que las separaba de risas y
carcajadas que se soltaban sin pensar, sin dudar, sin titubear.
Aquello era casi perfecto, de no ser
porque no eran simples conocidas, ellas eran mucho más que eso, había una
historia entre ambas, una con tanto peso que era imposible que la ignoraran por
mucho tiempo, por más que quisieran hacer que no existía, por más que desearan
hacer borrón y cuenta nueva, a veces eso simplemente no era posible y la
historia poco a poco se comenzó a colar por sus palabras, por sus miradas,
haciendo que las risas y carcajadas se tornaran lentamente en sonrisas de
cordialidad, posicionándose en sus gargantas como un corazón agitado,
impaciente por salir a la luz y basto una mirada de ambas para reconocer que ya
era hora de dejar de ignorar, era tiempo.
- Aquel día en que supe que te ibas a
cumplir tus sueños, aquel día quise detenerte –dijo Anahí buscando una de sus
manos, jugando con sus dedos suaves mientras hablaba –pero era mi culpa después
de todo y estabas dando un paso grande, tal vez si nada hubiese pasado entre
ambas también te hubiera dejado ir.
- Tal vez te hubiese llevado conmigo
–dijo Abrielle interrumpiéndola
- Tal vez me hubiera ido. –añadió
Anahí mirando a sus ojos –Lo siento Abrielle, siento haber estado tan cerrada
en ese entonces, me costó aceptar quien habías sido, pero tarde comprendí que
no era mi lugar cuestionar aquello, era tu vida, tu pasado, mi gran primer
error fue no comprenderlo entonces.
- El mío fue no decírtelo a tiempo,
pero no era algo de lo que estuviese orgullosa
- Pero es tu vida, tu historia. Todo
lo que paso después de eso fue el efecto domino, con el tiempo comprendí como
las piezas comenzaron a caer una a una y nunca supe como volver atrás, nunca
tuve el valor para buscarte e intentarlo una vez más
- Te das cuenta que ha pasado más de
tres veces del tiempo que estuvimos juntas
- Y sin embargo este sentimiento ha
ido creciendo progresivamente incluso estando separadas –dijo Anahí tomando
aire, por primera vez era ella quien avanzaba, quien intentaba darle un nuevo
sentido a todo
- Tú estabas con ella –dijo Abrielle
tomando aire –cuando volví. Tú estabas con ella.
- Yo esperé Bri, esperé a que
volvieras, espere a tener el valor de buscarte, pero el momento nunca parecía
justo y con el tiempo comprendí que habías sido algo pasajero –aquellas
palabras parecieron ensartarse en el alma de la pelirroja y Anahí pudo ver la
herida que le estaba abriendo de solo ver sus ojos –pero me equivoque, tu nunca
serías algo pasajero y no te lo voy a negar, hubo algo que me hizo enamorarme
de ella, pero nunca me pareció lo suficiente, nunca lo
fue.
- Cuando supe que estabas con alguien
pensé que me iba a morir por dentro –dijo la pelirroja tomando una bocarada de
aire, intentando sonreír ante el recuerdo del absurdo sentimiento, como si
aquello fuese una simple ironía - por ese entonces creía que lo nuestro había
sido una fantasía, una letal fantasía. ¿Lo fue? –pregunto mirando directo a sus
ojos, descubriendo la herida que abría en su corazón a través de su mirada.
-
Sí te puedes enamorar de una fantasía entonces sí, lo fue. – respondió
la morena caminando hasta la banca, sentándose como si buscase en aquel lugar
algo de magia, pero no fue hasta que Abrielle se sentó a su lado que la magia
surgió.
- Siempre sentí que lo nuestro fue
como de cuento, te encontré en la vida y pude ver el odio en tu mirada, pero
basto una segunda vista a tus ojos para reencontrarte, para sentirme absuelta,
entonces todo comenzó a moverse rápido y antes de que pudiese parpadear ya me
sentía enamorada, como si la vida me hubiese dado una segunda oportunidad para
ser feliz –la pelirroja hablaba y Anahí la oía no solo con sus oídos, parecía
que sus palabras calaran en su piel, cuánto tiempo tenía que esperar para su
segunda oportunidad, se preguntó. –si lo veo así, entonces la fantasía no suena
tan mal.
- Yo quiero mi “Y fueron felices por
siempre” –Las palabras se escaparon de la boca de Anahí como si hubiesen estado
atoradas y alguien las hubiera empujado desde el fondo. Abrielle pudo ver su
propio asombro en los ojos de la morena, como si ambas estuviesen oyendo las
palabras de alguien más por un momento, pero solo estaban ellas en aquella
banca.
- ¿Qué vamos a hacer? –preguntó
Abrielle vacilando entre sus ojos y sus labios, usando todas las fuerzas que
tenia para no robarle un beso en aquel preciso instante.
- Yo estoy aquí Bri, esperándote una
vez más, eres tú quien tiene el poder de darme una segunda oportunidad esta
vez. –las palabras nunca sonaron tan bien a sus oídos, entonces en lo único que
pudo pensar fue en Fernando y en su incapacidad de hacerlo sufrir, pero quería
ser egoísta, ella ya estaba cansada de seguir sufriendo.
Abrielle sonrío y la miró como si
todo comenzara a encajar, como si la vida fuese un cubo de rubick y de pronto
cada color ocupaba su puesto correspondiente, nada más le importo en aquel
momento, solo ella y la mujer que estaba a su lado, sonriendo como en mucho
tiempo no lo había hecho, tomando su mano y perdiéndose en la proximidad de su
tacto, sintiéndose cada una completa una vez más.
- Dame unos días para poner de cabeza
mi vida –dijo Abrielle jugando con los dedos que entrelazaban su mano
- Te daría una vida, pero no sé si
soporte esperar tanto – dijo Anahí sonrojándose por la forma en que la
pelirroja deslizaba sus dedos por la palma de su mano.
- Yo tampoco –respondió Abrielle y
aquello fue lo último que se dijeron aquella tarde.
**
La mañana estaba fría y el café de
siempre tenía un sabor distinto en los labios de Anahí, como si de pronto fuese
mejor que nunca, cinco mesas estaban ocupadas y veía atenta como dos o tres
personas leían mientras rellenaban su café, su sueño era una realidad y nada
podía hacerla más feliz, bueno tal vez una persona en especial si podía
hacerlo. Habían pasado dos días desde que vio a Abrielle, dos días en que
miraba su celular esperando un mensaje, una llamada, algo que le hiciera saltar
de golpe el corazón, pero nada había llegado, la confusión llego a su pecho
cuando pensó que tal vez todo había sido un sueño, o que quizás la pelirroja se
había arrepentido de todo lo que habían hablado, la necesidad de llorar ante el
pensamiento era tan grande como las ganas que tenia de llamarla, pero la
pelirroja le había pedido unos días y era eso lo que le iba a dar.
- ¡Tierra llamando a Anahí! –grito
Max cuando al fin capto la atención de la morena, riéndose en su cara de su
desconcierto
- No te vi –respondió Anahí
- En que pensabas Anahí González
- Estupideces –respondió la morena
- Una estupidez con nombre y apellido
–dijo Maximiliano sonriendo, pero solo por un segundo, luego aquella sonrisa
parecía lastima ante los ojos de Anahí
- ¿Qué sabes? –preguntó Anahí con
miedo de oír una respuesta.
- No sé si querrás oírlo de mi –basto
aquello para que todos los miedos de Anahí se volvieran reales
- Habla –dijo rápidamente –no. Mejor
no me digas nada –corrigió sus palabras – No, ya dime de una vez.
- Solo sé lo que me dijo Rocío –dijo
su mejor amigo atento a la mirada de Anahí mientras hacia un gesto para que
siguiera hablando, para que soltara todo de una vez –Fernando se llevo a
Abrielle de viaje –dijo partiendo por lo más suave
- ¿Cuándo? –pregunto la morena
- Antes de ayer por la mañana, fue
una sorpresa porque van a imprimir su libro, un regalo –dijo Max. Anahí pensó
que aquello no era tan grave, después de todo la pelirroja le había pedido unos
días, pero la idea de que estuviesen solos en algún lugar y Fernando estuviese
tocando su cuerpo, besando sus labios, la sola idea le daba repulsión, no
quería que aquello pasara, no después de su conversación.
- ¿Dónde? –preguntó Anahí tratando de
quitar el sabor amargo de su boca con el café que le quedaba, pero el café ya
no sabía igual
- Miami –dijo Max secamente
- ¡Miami! –Gritó Anahí llamando la
atención de los clientes del café, rápidamente bajando su voz –Miami. –Repitió
resignada –algo me dice que eso no es todo – Max tomo aire antes de continuar hablando.
- Le va a proponer matrimonio –dijo
Maximiliano tomando la mano de su mejor amiga, como si aquello le pudiera dar
cierta tranquilidad, pero la morena parecía volar aun más lejos.
- ¿Estás seguro Max?
- Sí, Rocío lo acompaño a comprar el
anillo –todo lo que la morena había pensado, todos los sueños que aquella
conversación le había regalado de pronto se escapaba como el aire entre sus
dedos, la sensación de humedad que sintió en sus mejillas le anunció que estaba
llorando, Max no tardo en abrazarla intentando consolarla, Anahí no tardo en
contarle lo que había pasado dos días atrás, la alegría que había sentido al
pensar que podía volver a estar con ella, lo completa que se sintió por dos
días y ahora todo volvía a cero, todo estaba peor que al principio –Nai,
cálmate si ella te dijo eso entonces no todo está perdido
- Max, le van a proponer matrimonio,
si es que ya no le pidió y ahora está viviendo una pre luna de miel
- Aun no se lo pide, lo hará hoy
–dijo Max
- Eso no me tranquiliza –respondió
Anahí irónicamente
- Nai, que le propongan matrimonio no
significa que ella acepte –de pronto las palabras de su mejor amigo tenían
sentido, no podía aceptar, no después de que le pidiera aquel tiempo, no,
aquello no era posible
- ¿Pero y si acepta? –preguntó Anahí
controlando su respiración mientras Max quitaba las lagrimas de sus ojos
- Entonces todo habrá acabado y tú
darás vuelta la página
- Ya no quedan páginas en mi libro
Max, no ahora, no después de la esperanza que me dio.
- Entonces la convencerás de que no
cometa la estupidez de casarse, al menos no con él.
Aquello tenía sentido, era lo único
que en aquel momento llenaba la sensación de vacío que había en su cuerpo,
quería gritar, quería llorar, quería tomar el primer vuelo a Miami y arrastrarla
de donde fuese que estuviera, pero la pelirroja le había pedido tiempo y ella
le había prometido una vida, a eso se iba a aferrar, a la esperanza de que
dijera que no, a que se mantuviera firme en lo que quería y no que actuara por lastima,
¿Lastima? Sería posible que la pelirroja sintiera algo más por él como ella
había sentido por Sara, “Sara” el nombre sonaba en su cabeza como algo de otra
vida, por un momento deseo sentir por Abrielle lo que sintió por ella, un
enamoramiento normal, de esos que se olvida con el tiempo. Si Sara le hubiese
propuesto matrimonia, ella hubiese dicho que sí, entonces se volvió a
preguntar, podría sentir Abrielle por Fernando algo más.
**
El sol se coló por la ventana y su
cuerpo se sintió frágil bajo las sabanas, repaso lo que había acontecido los
últimos días y recordó la cara de desagrado de Fernando cuando intento besarla
una vez más la noche anterior, pero como había pasado las últimas cinco noches
Abrielle lo había rechazado, no podía, algo en sus labios le causaba repulsión
y ya no podía alargar más la espera, no era a su lado que quería amanecer, no
ahora.
Cuando Fernando se apareció en su
casa aquella mañana nunca pensó la sorpresa que le tenía, con la maletas hechas
y sin mucho tiempo para reaccionar se la había llevado de viaje, Rocío se había
encargado de hacer las de ella, ni siquiera vio las maletas que estaban hechas
en la sala de su casa, mucho menos noto la ropa inexistente en sus cajones, lo
único que tenía en su cabeza la tarde anterior era la morena, aquella noche
había dormido mejor que en meses, pero nunca pensó lo que le esperaba en la
mañana y por mucho que intento rehusarse a viajar, Fernando tenía todo listo,
por un segundo pensó que el viaje le ayudaría a hacer lo que necesitaba, pero
con cada gesto que el hombre tenía, más se alejaba de su propósito, pero cuando
en la segunda noche Fernando la llevo a cenar y en medio de la cena saco una
pequeña caja azul, Abrielle sintió como el frío le llegaba a la espalda, no
pudo decir que no, pero tampoco acepto.
Sintió como Fernando despertaba e
intento hacerse la dormida, podía sentir su mirada sobre su cuerpo, su espalda
cubierta por la camiseta que había rehusado quitarse la noche anterior, como
todas las otras noches, necesitaba ponerle un final a todo, terminar con
aquella farsa de una vez y por todas, entonces la imagen de Fernando pidiéndole
matrimonio se le vino a la mente y su estomago se retorció por un instante.
- Siempre pensé que estaba destinado a ser un alma libre –dijo
Fernando sosteniendo la pequeña caja en su mano temblorosa –entonces llegaste
tú y supe que era mi fin, si lo pienso detenidamente siempre supe que serías
tu, pero jamás pensé que me darías la oportunidad, entonces ahora quiero ser un
alma libre a tu lado, solo a tu lado, por eso quise traerte hasta acá, para
terminar con la distancia de una vez y por todas, Abrielle Domínguez ¿Quieres
casarte conmigo?
La pregunta la dejo congelada en su asiento, sabía que aquello
venía, lo supo desde el momento en que Fernando saco la caja de su chaqueta,
pero no quería que llegara, no quería destrozar su corazón diciéndole que no,
no después de cómo había sido con ella, pero como podía decirle que sí, cuando
aquella iba a ser una sentencia en su vida, no podía, aquello no era posible,
en qué momento había decidido hacer aquel viaje, pensó.
- Fer… yo. Esto es demasiado pronto –dijo haciendo que la sonrisa
en el rostro de Fernando se desvaneciera
- Si no me dices que si ahora al menos dime que lo vas a pensar
–dijo el hombre frente a ella antes de que la pelirroja pudiera decirle que no.
- Es que Fer, tu sabes yo…
- Ya lo sé, la sigues teniendo ahí, pero yo se que con el tiempo
puedo borrar lo que ella destrozo, solo dime que lo vas a pensar
- No te puedo prometer eso, Fer ni siquiera quiero que vivamos
juntos, ha pasado tan poco tiempo, yo no funciono así.
- Lo sé, pero no me mates con un no, por favor, dime que lo
pensaras aunque sea una mentira –dijo Fernando con los ojos enrojecidos sin
derramar una sola lagrima
- Lo voy a pensar –dijo Abrielle, aquella respuesta había sido su
segundo error.
Fernando se levanto de la cama cuando
se dio por vencido, sabía que Abrielle estaba despierta, la pelirroja tenia
cierto respirar cuando dormía, lo había descubierto después de verla dormir en
incontables noches, de nada servía seguir esperando a que se girara, todo en su
interior gritaba que desistiera de su presencia, que la dejara ir de una vez y
por todas, pero Abrielle Domínguez era como una droga única en el mundo y el
solo hecho de dejarla le causaba escalofríos en el cuerpo. No pretendía dejarla
ir.
El sonido de la ducha no muy lejos de
ella la hizo abrir los ojos al fin, habían pasado cinco días desde que había
hablado con Anahí y se pregunto que estaba pensando la morena, si sabía lo que estaba
pasando, quería saber que estaba pasando por su cabeza en aquel momento,
probablemente ya estaba enterada de todo, “solo unos días más Anahí, espérame
unos días más”, dijo en un susurro, esperando que mágicamente la morena pudiese
oírla, pero sabía que aquello era imposible, tanto como la idea de
transportarse desde la cama en que se encontraba hasta la de la mujer que nunca
abandono su corazón, nunca.
- Buenos días hermosa –dijo Fernando
sacándola de sus pensamientos mientras se acercaba a darle un beso en su
mejilla, ni siquiera había oído cuando la ducha había dejado de correr, se
había perdido pensando en ella. Ella.
- Buenos días –respondió mirándolo
decidida –Fernando tenemos que hablar –dijo sentándose en la cama
- Más tarde –respondió él –Ahora
tienes que levantarte porque viene una van a buscarnos para dar un paseo
- Fernando –dijo Abrielle
levantándose de la cama
- ¡No! –grito con firmeza dejándola
en de pie frente a la cama mientras se vestía, por primera vez Abrielle tuvo
miedo del hombre con el que estaba, por primera vez sintió aquella necesidad de
correr que más de una vez había experimentado en su vida.
- Fer… -dijo casi en un susurro
- Lo siento –dijo Fernando
acercándose a ella –perdóname mi amor, te prometo que más tarde hablamos, solo
déjame disfrutar de este viaje.
El paseo en yate de aquella mañana
fue tan silencioso que Abrielle podía oír el latir de su corazón agitado, las
pocas veces que Fernando habló, de la boca de la pelirroja solo salieron
monosílabas, no pudo argumentar una sola oración, el miedo que sintió desde que
Fernando le grito por la mañana no abandono su pecho, se mantuvo constante
hasta que volvieron de su paseo, incluso después de aquello.
**
- Jaime la mesa siete –dijo Anahí
entregando el pedido que había sobre el mesón, aquella tarde todos trabajaban,
como nunca el café estaba repleto de personas
- ¿Y el de la ocho?
- De inmediato –respondió la morena
Había pasado una semana en casa,
ignorando llamadas y sus responsabilidades, cuando habían pasado nueve días
dijo “basta”, se baño y se arregló para salir al café, “lo que tenga que pasar,
pasara”, complemento y después de eso se absorbió entre el café y el club como
nunca lo había hecho, cuando despertó esa mañana conto catorce días exactos
desde que Anahí se había marchado, dos semanas en que no tenía noticias de
ella, al menos sabia gracias a Max que aun no regresaba, aunque su mejor amigo
no supo contestarle cuando le pregunto si la respuesta era un sí, quiso creerle
cuando le dijo que no sabía, pero si habían pasado tantos días y aun no
regresaba, probablemente la respuesta era un sí.
- Anahí el pedido de la quince –dijo Daniela
sacándola de sus pensamientos, la muchacha llevaba tres días en su puesto de
trabajo y era tan eficiente como Jaime, una vez más se alegro de aceptar la
petición se su mano derecha en el café y contratarle, nunca había sido tan
necesario como aquel día.
- ¡Ya va! –grito Anahí sintiéndose un
pulpo mientras buscaba en la cocina el pastel que venía con aquel pedido.
Por más que intentaba no pensar, por
mucho trabajo que tuviese, siempre terminaba perdiéndose en sus pensamientos,
era fácil desear que la pelirroja estuviese a su lado ayudándola, a veces la
imaginaba de pie a su lado, sonriendo, aquel era su premio de consuelo mientras
trabajaba, tenía su imagen tan grabada que la visualizaba perfectamente, a
veces incluso sentía su perfume, por más que sacudiera su cabeza para borrar la
imagen cuando comenzaba a doler, aquello nunca daba resultado.
- Anahí el pedido de la quince
–repitió Daniela
- Te lo acabo de entregar
- Es que quieren que lo entregues tú
–dijo pasándole la bandeja
- Daniela no ves que como estoy de
ocupada
- Debe ser alguien importante porque
me exigió que fuese la dueña –Anahí movió la cabeza en desagrado y tomo la
bandeja casi con rabia, aquel no era el mejor momento para cumplir deseos de
clientes caprichosos.
- La próxima vez que te pidan algo
así les dices que no estoy y punto –dijo Anahí pasando por su lado, caminando
con firmeza hasta la mesa que se escaba de su vista en el segundo piso, cuando levanto
la vista al final de la escalera sintió como sus piernas se volvían de lana,
tuvo que tomar con firmeza la bandeja de sus manos para que esta no cayera y
parpadeo rápidamente cuestionándose si la imagen frente a ella era real, cuando
al fin estuvo frente a la mesa, la sonrisa que la tenia hipnotizada se borro
para decir un “Hola”
- Hola –respondió ausente Anahí,
mirando hacia la entrada intentando recordar si la había visto entrar o solo
había sido su imaginación jugando con ella, pero no, no la había visto.
- Lo siento –dijo Abrielle tomando su
mano para sentarla a su lado, disfrutando el desconcierto de la morena
- ¿Porqué?
- Por tardar tanto –respondió la
pelirroja – ¿Me sigues esperando?
- Abrielle –dijo Anahí como si no
pudiese ordenar sus pensamientos – tengo el café lleno, podemos hablar en otro
momento –respondió Anahí. La sonrisa de inmediato se borro de los labios de
Abrielle, tal vez había sido mucho para la morena, definitivamente lo había
sido.
- Claro puedo volver más tarde
–Abrielle bajo su mirada desenado borrar las últimas dos semanas. En aquel
instante Anahí exploró las manos blancas sobre la mesa, aliviada cuando no vio
nada que adornaran sus dedos.
- Si quieres puedes ayudarme –dijo
Anahí sonriendo suavemente, aquella sonrisa fue una luz para Abrielle, una
intensa luz.
- Por supuesto –respondió la
pelirroja.
La sonrisa jamás dejo los labios de
Anahí, disfrutando en cada instante cuando Abrielle recibía un pago, preparaba
un café o simplemente la miraba deseando que el día acabara, no necesitaba
muchas respuestas, solo tenía una pregunta en su cabeza, pero era capaz de
esperar el tiempo que fuese necesario para obtenerla.
Cuando el día al fin acabo, Abrielle
se sentó en una de las mesas mientras hojeaba un libro esperando que todos se
marcharan, recordando la última vez que había estado sola en aquel lugar con la
morena, todo parecía tan lejano en aquel momento que el pasado le trajo
nostalgia, pero no tanto como la ansiedad que le causaba el futuro.
- Hola –dijo Anahí una vez más
sentándose frente a ella con dos tazas de café mientras sonreía
- Hola –respondió Abrielle de
inmediato, bajando el libro que tenía en sus manos –perdón por haberme tardado
tanto –complemento –las últimas dos semanas han sido difíciles
- ¿Sí?
- Sí. No sabía si aun me estarías
esperando
- Te dije que te iba a esperar una
vida si era necesario –respondió Anahí sin pensarlo demasiado, haciendo que la
pelirroja frente a ella se sonrojara en una sonrisa bajando su mirada
- No. –Dijo Anahí de inmediato
haciendo que Abrielle la mirara de inmediato –no bajes la mirada, ha sido
demasiado tiempo sin verte a los ojos –Abrielle intento recordar en qué momento
la morena se había vuelto capaz de causarle nervios con aquella forma de
hablar.
- Lo siento
- Deja de decir lo siento
- Sé que tienes que tener mil
preguntas…
- No. Solo una –dijo Anahí sonriendo
mientras tomaba su mano -¿Es esta mi segunda oportunidad? –pregunto de
inmediato
- Tu segunda y mi tercera –respondió
Abrielle entrelazando sus dedos.
- Bien. –dijo la morena poniéndose de
pie haciendo que Abrielle se preguntara lo que estaba pasando, pero Anahí no
dijo nada, camino hasta la cocina y volvió con una chaqueta sobre su cuerpo,
apago las luces que aun se mantenían prendidas y le tendió la mano cuando
estuvo frente a ella –vamos
- Vamos –respondió Abrielle sonriendo
mientras sujetaba con fuerza su mano.
Capítulo 12: Permanencia
Las calles alrededor se veían
distinto que siempre, como si fuesen nuevas, llevaban caminando cerca de diez
minutos y parecían diez horas al final de su mano, Abrielle miro por cuarta vez
la mano de Anahí atada a la de ella y volvió a sonreír, ni siquiera la había
besado y ya se sentía completamente feliz, entonces llegaron a la plaza que dos
semanas atrás habían estado y sin decir nada se sentaron una al lado de la
otra, nunca soltándose de sus manos.
- Fernando me propuso matrimonio
–dijo Abrielle cuando el silencio se hizo insoportable – después de eso todo
fue complicándose más y más
- ¿Qué tan complicado? –preguntó
Anahí obviando la idea de escuchar en silencio
- No importo cuantas veces le dije
que no, nunca me escucho, al punto de que llegue a temer estar cerca de él
–Abrielle sintió como la mano de la morena se tensó bajo la de ella, mirándola
atenta mientras hablaba –No pasó nada, debes saber que estuve una semana con él
en la que fui incapaz de… estar. –dijo la pelirroja mirándola a los ojos, como
si supiera lo que Anahí tanto necesitaba oír.
- ¿Una semana? –preguntó Anahí cuando
proceso las palabras de Abrielle
- Una semana, perdón por no venir de
inmediato, por no comunicarme, necesitaba hacer algo antes de volver –Anahí la
miró como queriendo saber que era ese algo, pero en ningún momento le preguntó,
ella solo asintió. – No sé en qué momento me volví su obsesión –dijo Abrielle
perdiéndose en algún recuerdo.
- ¿Te hizo algo? –Preguntó la morena
con temor en su voz.
- No. Pero se lo mucho que le costó
dejarme ir, por un momento pensé que nunca lo iba a hacer.
- ¿Dónde estuviste después? –preguntó
Anahí incapaz de contenerse
- En México, la editorial que me va a
publicar me mando los pasajes al correo pensando que estaba en Chile, al final
cambiaron mis vuelos, me necesitaban para el papeleo y por la publicación
- ¿Todo bien?
- Ahora que estoy contigo, sí.
- En México –dijo Anahí golpeando su
hombro con el de Abrielle, reposando su cabeza en cerca de su cuello, sintiendo
como aquel aroma se colaba una vez más por sus sentidos
- Todo bien –respondió Abrielle
girando su cabeza para besar su frente, aquello basto para que Anahí se pusiera
de pie.
- Vamos a casa –dijo la morena
jalando de su mano
- ¿A casa?
- Sí, a casa, no sé que harás con tu
departamento nuevo pero hemos perdido demasiado tiempo como para tomarnos esto
con calma –afirmo Anahí sin espacio a duda
- Así de simple
- ¿Te vas a oponer?
- No –respondió la pelirroja vistiendo
la mejor de sus sonrisas
- Entonces que esperas para ponerte
de pie
- Disfruto de tu imagen un segundo
más
- Te aseguro que disfrutaras de
mejores imágenes si te pones de pie de una vez –Y una vez más Abrielle se
sorprendió de la capacidad de la morena de hacerla sonrojar.
No tardaron en estar cerca del
edificio, Abrielle recordó de inmediato los cientos de veces que subió hasta el
último piso para estar con ella, para amarla, para dejarse amar. Se sintió una
adolescente con la ansiedad a flor de piel sabiendo lo que iba a pasar cuando
por fin abrieran la puerta, entonces se pregunto por qué no la besaba ahí de una
vez y por todas, pero probablemente porque no iba a ser capaces de detenerse y
dar un espectáculo en medio del pasillo las hizo sonrojarse a las dos al mismo
tiempo, entonces ambas supieron lo que estaban pensando.
La puerta del departamento se abrió y
ni siquiera se molestaron en encender la luz, nada era más importante que la
necesidad de estar cerca, de consumirse en un instante, Anahí cerró la puerta y
sonrió cuando tuvo a Abrielle frente a ella, había olvidado lo alta que se veía
la pelirroja cuando estaban así de cerca, fue en aquella sonrisa que Abrielle
puso su mano tras su cuello y ataco su boca, con la desesperación de llenar
cada espacio vacío que había entre ambas, sin siquiera saber que las lagrimas
inundaban su rostro, había sido demasiado tiempo, demasiada ausencia entre
ambas, aquel momento muchas veces no había sido más que un sueño, pero ahora
no. Ahora era tan real como las manos de Anahí recorriendo su espalda, adorando
con inquietud la suavidad bajo su blusa, impaciente por vestir de una vez y por
todas solo la piel.
- Hola –dijo Anahí cuando la tuvo
desnuda frente a ella, de pie al lado de su cama, cautivada de la forma en que
Abrielle se tomaba un tiempo para recorrer su propio cuerpo solo con su vista
- Enciende la luz –dijo Abrielle
ordenando – necesito verte –agrego, Anahí no tardo en acatar la orden,
perdiéndose en la mirada perdida en lujuria y amor que Abrielle le brindaba. –
Hola –dijo cuando al fin volvió a estar frente a ella, esta vez para no volver
a hablar.
Anahí besó cada espacio de su cuerpo
cuantas veces quiso, la forma en que Abrielle se movía bajo su cuerpo le hacía
querer explotar sin siquiera ser tocada en su parte más intima, pero aquello no
iba a tardar, como tampoco Abrielle tardaría en gritar con más fuerza su nombre
que ahora parecía lejano en sus labios, como si quisiera confirmar que era ella
quien la estaba tocando, era ella al fin.
La morena volvió a sus labios y
sintió como Abrielle mordió levemente su labio inferior, pero aquello no le
importo, la pelirroja podía morder todo su cuerpo si quería y de todas formas
no le iba a importar. Abrielle oyó con delicia como el leve gemido se escapo se
su boca cuando aprisiono su labio entre su diente y se aprovecho de aquello
para girar su cuerpo sobre la cama, para estar sobre ella y saborear con la
suavidad de su lengua el mismo lugar que unos segundos atrás había mordido,
haciendo que el sonido que se extinguió en su boca causara escalofríos en todo
su cuerpo, buscando con ansias las extensa piel bajo ella, marcando con su
lengua y labios desde su cuello hasta sus senos, disfrutando como su boca
cubría a la perfección la sensibilidad bajo ella, haciendo que una vez más la
morena arqueara sus caderas con desesperación, reclamando el tacto que tanto
ansiaba, no tuvo que pedirlo por demasiado tiempo.
- ¡Abrielle! –grito tomando la
pelirroja cabellera entre sus piernas, mirando con deseo como la mujer que
amaba la miraba mientras hacía que llegara al límite por segunda vez, haciendo
que espontáneamente cerrara sus ojos en desesperación
- Mírame –dijo Abrielle ordenado su
mirada deteniéndose en su acto –no dejes de mirarme- y fue aquella orden la que
hizo que Anahí tuviera su segundo orgasmo, dejando un leve espacio de tiempo
para que se recuperara y una vez más Abrielle la estaba devorando.
**
El sabor en su boca al despertar la
hizo confirmar que todo había sido real, cuando Abrielle abrió sus ojos subió
su mano a sus labios y la suavidad de ellos la hizo recordar la forma en que
había besado la noche anterior, y el aroma que sus dedos tenían la hizo
necesitar una vez más sentirse rodeada de sus piernas, el pensamiento la hizo
sonreír, pero ni la mitad de la forma en que sonrió cuando Anahí se acerco a
ella buscando sus labios, besándola mientras su mano exploraba la humedad que
ella misma había causado, sonriendo sobre su boca sin dejar de besarla, con
labios y dientes.
- Bueno días –dijo Anahí cuando la
pelirroja intentaba recuperar su respiración
- Buenísimos -respondió Abrielle
- Te amo –dijo Anahí mirando a sus
ojos –Te amo como nadie en esta vida jamás te va a amar.
- Tanto como yo te amo a ti
–respondió Abrielle y una vez más se perdieron entre besos y gemidos, esta vez
más lento que la noche anterior, sabiendo que tenían toda la vida por delante
para amarse.
**
- Mmm… que rico huele –dijo Anahí
cuando despertó por segunda vez aquel día, entrando a su cocina sin darse
cuenta la forma en la que Abrielle estaba cocinando, cuando abrió bien sus ojos
y noto que la pelirroja solo vestía su figura pensó en las distintas formas en
que podía tomarla en aquel lugar, pero el sonido en su estomago hizo que
reprimiera esa clase de hambre.
- Olvida eso que estas pensando y
siéntate a comer -dijo Abrielle girándose para ver a Anahí con la boca abierta
- Tapate. Por favor. Ahora –dijo
Anahí haciendo lo imposible por no admirarla por completo, no era como si no la
hubiese visto en plenitud la noche anterior, pero verla así, completamente
desnuda mientras la luz del sol entraba por la ventana, de pie y en su cocina
parecía irreal a sus ojos, mejor aún, aquello era algo extraordinario.
Abrielle camino con firmeza mirando
la mirada de lujuria en los ojos de Anahí, cuando se levanto y pensó en
vestirse imagino la sorpresa que sería ser encontrada así en la cocina, su
imaginación no la traiciono, quería siempre ser vista de esa manera, por ella,
solo por ella.
- Te amo –dijo envolviéndola en sus
brazos mientras le daba un corto beso, demasiado corto para su gusto. –el
desayuno almuerzo está listo
- ¿Qué hora es? –preguntó la morena
con desconcierto
- Las tres de la tarde –dijo
separándose de ella, mientras Anahí de inmediato hacia un gesto infantil en su
rostro, reclamando la calidez de sus brazos una vez más. –tengo hambre
- Yo también –dijo Anahí sonriendo
- Del otro tipo de hambre –respondió
Abrielle pasando tras ella golpeando levemente el trasero de la morena
- No me estas ayudando –regaño Anahí
controlándose para no seguirla y olvidarse de que eran seres humanos y
necesitaban alimentarse con algo más que amor.
Abrielle regreso a la cocina con un
pequeño short y una camiseta que le quedaba perfecto, Anahí sonrió al verla,
cuantas mañanas la soñó entrar al cuarto con ella puesta, cuando era ella quien
la traía, cuantas noches se aferro a ella en soledad, tantas que rápidamente el
perfume que le pertenecía se evaporo y con el tiempo fue remplazado por el
propio.
- Te queda perfecto –dijo Anahí
sonriendo
- Ya lo sé, es mía.
- Lo siento, pero hace mucho que me
pertenece
- Espero que la hayas lavado
-Nunca –dijo Anahí sonriendo
- Espero que no la hayas usado con
alguien más –dijo Abrielle arrepintiéndose de inmediato de sus palabras, habían
ciertos aspectos de su tiempo separadas que tenían que conversar, pero no
quería que ese fuera el momento.
- Nunca –respondió Anahí acercándose
a ella, posicionado sus manos en las caderas de la pelirroja para acercarla a
su cuerpo – ¿Podemos imaginar que el tiempo no paso? ¿Qué hemos sido solo tú y
yo, nadie más? Yo prefiero no pensar con quien estuviste, ni como, ni donde,
por favor
- Todos tenemos un pasado en la vida
Nai
- Lo sé, pero yo también soy tu
pasado –respondió Anahí sin alejarse de ella
- No, tu eres mi presente y mi futuro
–dijo besándola levemente –está bien, a mí tampoco me interesa saber nada
–agregó sonriendo –pero…
- Pero. –afirmo Anahí esperando las
palabras que iban a salir de su boca con una sonrisa en sus labios.
- Quiero que vivamos en mi
departamento –Anahí de inmediato frunció el ceño en desacuerdo, le gustaba su
departamento, siempre había sido su casa, su hogar –te va a gustar –sonrió
Abrielle endulzando su oído –el edificio es hermoso, tiene está vista hermosa
al mar, dos dormitorios, dos baños, una sala enorme y una cocina del mismo
tamaño, a demás está en el último piso –concluyó sonriéndole mientras besaba su
frente
- Tengo que pensarlo –dijo Anahí con
algo extraño en su mirada, Abrielle la conocía demasiado.
- Si quieres vendemos todo lo que
está en su interior y lo decoramos juntas, todo nuevo
- ¿Incluso la cama? –preguntó Anahí
con vergüenza
- Incluso la cama – respondió
Abrielle negando con su cabeza en señal de burla.
- Está bien, pero ahora comamos,
tengo algo que importante que hacer en media hora –dijo la morena separándose de
ella, como si lo que acababa de aceptar fuese insignificante, peor aún como si
hubiera algo más importante que Abrielle en aquel momento
- ¿Qué se supone que tienes que hacer?
–preguntó Abrielle autoritariamente, sin moverse del lugar en que la morena le había
dejado
- El amor –respondió Anahí y Abrielle
soltó una carcajada de lo meloso que aquello sonaba.
**
Abrielle dormía mejor que nunca sobre
la cama, la sabana cubría uno de sus senos y parte de su vientre, el sol se
comenzaba a esconder y el color anaranjado que dejaba su luz nunca se había visto
mejor acompañado que con la cabellera de la pelirroja cubriendo la mitad de su
cara, Anahí pensó que en aquel momento no podía ser más feliz, entonces retiro
el cabello de su rostro y la contemplo como por tantas noches lo deseo, Sí, puedo ser más feliz, pensó.
La habitación olía a ella, a toda
ella, Anahí dudo si aquello era real, como había dudado desde el momento en que
la vio en el café, es que con cada nuevo acto de la pelirroja algo irreal se
apoderaba de ella, como si todo fuese un sueño, pero no lo era, era tan real
como la corriente que sentía cada vez que la tocaba, está vez si iba a ser para
siempre, ella se encargaría de eso, no existiría poder humano que las separa.
- Ya sé que estás despierta –dijo Anahí
abrazándose a su desnudo cuerpo
- No. Estoy durmiendo aún
- Claro, por un momento creí que
estabas despierta –la morena sonrió de la misma forma en que Abrielle lo hizo,
ninguna se veía sin embargo podían sentir la energía que irradiaba aquella
sonrisa.
- Mañana tengo que encontrarme con
Max temprano –dijo Anahí paseando sus dedos en las pequeñas circunferencias que
habitaban los senos de Abrielle
- Rocío no quiere saber de mí
- Ya lo sé, Max lo menciono
- ¿Cuándo?
- Hace un rato me llamo, tu dormías,
pero de verdad
- ¿Qué más te dijo? –preguntó
Abrielle y Anahí pudo sentir como su corazón comenzaba a latir más rápido mientras
aumentaba la fuerza en sus dedos, sonriendo maléficamente, sabiendo el efecto
que sus dedos causaban
- Que Fernando extendió sus
vacaciones, no quiere volver por un tiempo, que Rocío no sabe que sentir en
este momento
- No la culpo
- No, te culpas a ti, pero no es tu
culpa, él no es un niño
- No, ya lo sé, pero lo usé para
sentirme acompañada –dijo Abrielle y de golpe Anahí termino con el juego de sus
dedos.
- ¿Porqué te detienes?
- Porque no me interesa hablar de
Fernando –dijo Anahí remplazando por sus dedos, su boca.
**
- Podrías dejar de sonreír de esa
forma por un momento –dijo Max tomando del café que estaba sobre su mesa.
La petición era aceptable, pero
imposible de cumplirse, por las ultimas veinticuatro horas Anahí había estado
viviendo la felicidad en su estado más puro, por más que quería ponerse sería,
aquello era imposible, parecía que sus labios estaban obligados a estar
elevados por sus comisuras y nada le parecía más irritante a Maximiliano.
- Tú deberías saber que cuando se sonríe
así no hay nada que lo quite, hace unos meses parecías un idiota sonriendo peor
que yo.
- Eso pareces, idiota. No sé si son
las hormonas o lo que paso con Abrielle, pero Rocío esta insoportable estas
semanas
- Abrielle no me dijo nada, pero sé
que está mal por eso, Rocío es su única amiga.
- Tardara un poco, pero entenderá, no
creo que pueda sostener el enojo por mucho tiempo
- Eso espero.
- Entonces, cuéntame –dijo Max preparándose
mentalmente para los corazones y pajaritos que venían
- Lo voy a hacer –dijo Anahí antes de
contar lo que había pasado
- ¿Qué cosa?
- ¿Crees que serás un buen padrino?
La tarde estaba tibia, Anahí entró a
su departamento sabiendo que ella estaría ahí, esperándola, y la sensación de
al fin estar en casa nunca había sido más placentera, ni siquiera antes cuando habían
vivido juntas, ahora era mucho mejor, después de lo que habían pasado, sabía lo
que era vivir sin ella y nada era más reconfortante que estar a su lado después
de aquello.
Abrielle sintió la llave en la puerta
y sonrió, era reconfortante sentir aquella calidez en su pecho, no necesitaba
nada más que verla cruzar la puerta para sentirse completa, cuando Anahí entró
repaso todos los momentos que vivió junto a ella, incluso cuando era odiada en
los pasillos del que era su colegio, todo calzó, todo lo que vivió en su vida
la había llevado a esto, a esperar a la mujer que amaba con una sonrisa en su
rostro, la pelirroja no se podía sentir más enamorada.
- ¿Qué haces? –preguntó cuando la vio
sentada en el sofá
- Leía –dijo mostrándole el libro en
su mano –cuando entre a tu café aquel día, después de volver, busque en el
lugar de siempre este libro y no lo encontré, no sé porque pensé que lo habías tirado.
- Estaba en mi velador –dijo sentándose
a su lado – Hola –dijo acercándose a sus labios
- Hola –respondió Abrielle sin abrir
sus ojos de inmediato, saboreando el momento como único. - ¿Qué es eso?
- ¿Qué cosa?
- Aquello que tienes en tu rostro, ¿Pasa
algo? ¿Qué te dijo Max?
- No pasa nada, bueno depende de cómo
lo veas
- ¿Está todo bien?
- Si, o sea, no lo sé, eso tendrás
que decírmelo tú
- Me estas asustando.
Anahí la besó una vez más tratando de
darle tranquilidad, entonces metió su mano en su cartera y sin hacer mucho preámbulo,
saco la pequeña cajita negra que había en ella, Abrielle se sintió como en un déjá Vu, pero con alguien sumamente distinta y
en una situación completamente diferente.
La morena se sonrió nerviosa, cuando había
visto el anillo por primera vez acompañaba a su mejor amigo y en lo único que
pudo pensar era en lo maravilloso que accesorio se vería en la perfecta y
alargada mano de Abrielle, ahora estaba a punto de saber si su pensamiento era
correcto o no.
- Sé que es rápido, que hace un día
estamos juntas y ni siquiera hemos hablado de un nombre para esta relación, el
tema es que creo que no me importa, solo sé que quiero estar contigo todos los
segundos que me quedan de vida, que quiero amanecer y dormir a tu lado a diario…
- ¡Sí! –gritó Abrielle sin dejarla
terminar, estrellando sus labios y sus dientes en un besó desordenado pero
perfecto a la vez -¡Sí!-repitió una vez más
- Pero no me has dejado terminar –dijo
Anahí regañando entre dientes –tenía un discurso perfecto para esto.
- No necesito discursos, solo tenias
que preguntarlo
- No me dejaste preguntar –corrigió Anahí
de inmediato volviendo a besar sus labios -¿Te quieres casar conmigo?
La pregunta no la tomo por sorpresa,
ni la espanto, necesitaba tanto oírla como deseaba besarla una vez más, ya no había
tiempo que malgastar, ni distancias, ni esperas, no era necesario, sabía que a
su lado quería estar por toda la vida y mientras antes lo hicieran, mejor. Una lagrima
corrió por el rostro de Anahí y su sonrisa la complemento a la vez, “¡SÍ!”, grito Abrielle lanzándose a su
cuerpo en un abrazo y ahí se quería quedar para siempre.
Epílogo: Y fueron felices por siempre, o algo parecido.
El día en que Anahí González conoció
a Abrielle Domínguez, jamás pensó que le iba a dar tantas alegrías en su vida, mucho
menos que aquella madrugada la iba hacer sentir aquella dicha. Abrielle dormía plácidamente,
su rostro aun inflamado notaba rastros de cansancio y fatiga, pero aún
durmiendo era capaz de sonreír, Anahí la contemplaba intermitentemente, rotando
entre ella y la pequeña en sus brazos, no llevaba ni medio día de vida y ya lucia
igual que su madre al dormir, sí, se podía ser mucho más feliz en la vida, pensó
Anahí y ansió la hora en que la pequeña corriera por todos lados haciendo
destrozos a su paso, una vez más Anahí sonrió.
Sofía González Domínguez, la pequeña
se movía suavemente en sus brazos y Anahí no dejaba de repetir su nombre en sus
labios, esperando a ver como lucían sus ojos, poco a poco Sofía abrió sus
parpados, entonces la morena lo supo, si se podía amar a más de una persona en
la vida “Hola princesa, Bienvenida al mundo”, susurró mientras la pequeña
arrugaba su pequeña y blanca nariz, por un segundo Anahí pensó que lloraría,
pero no, fue un encuentro esperado por meses, por semanas Anahí le hablo al
vientre de Abrielle, preparándola para este momento, como si de magia se
tratara, ambas sintieron el lazo que las unía, no había un ADN de por medio, había
algo más fuerte que aquello, había amor.
- Se ven hermosas –dijo una voz sacándola
del embrujo de sus ojos, Anahí alzo la vista y sonrió con todas sus fuerzas al
ver a la pelirroja con sus enormes ojos abiertos.
- Mi amor, mira mamá despertó –dijo Anahí
acercándose con la pequeña hasta su mujer, entregándosela cuidadosamente en sus
brazos. El rostro de Abrielle se ilumino de inmediato al tenerla en brazos, tan
pequeña y frágil, tan necesitada de ella que deseo que siempre fuese así, que
la pequeña nunca dejara de necesitarla, aunque fuese la pelirroja quien en
realidad la necesitara.
- Será pelirroja igual que tu, mira
su pelito –dijo Anahí sentándose en medio de la cama
- Ven a nuestro lado –dijo Abrielle moviéndose
con cuidado mientras le hacia un pequeño espacio a su morena
- Gracias –dijo Anahí mientras se
sentaba y Abrielle la miraba de forma inquisidora–por hacerme tan feliz –completo
Anahí besándola
- No tan feliz como tú me haces a mí.
Es hermosa ¿cierto? Nuestra hija – “Nuestra”, el pronombre nunca se había oído mejor
en sus labios, “Nuestro departamento.” “Nuestro matrimonio.” “Nuestra vida.”,
aquellas eran cosas simples al lado de “Nuestra hija”, nada en el mundo se
asimilaba a aquellas dos palabras.
- Se puede pasar –dijo Rocío desde la
puerta de la mano de Max, con un ramo de flores en su brazo izquierdo y con la
pequeña Julia de su mano
- Felicidades –dijo con una enorme
sonrisa –ya soy tío –dio Max a punto de llorar
La habitación era completa felicidad,
Julia saludando a la pequeña Sofía y Max sintiéndose tan feliz como cuando se
hizo padre, nada faltaba en aquel lugar, era el principio de algo nuevo y
maravilloso.
- Mira lo que llego esta mañana –dijo
Rocío abriendo su bolso, sacando el libro que había en su interior
- Se suponía que llegaría la próxima semana
–dijo Abrielle de inmediato
- Pase por su departamento y estaba ahí,
el conserje lo recibió
- Dámelo –dijo Anahí rápidamente sin
levantarse del lado de su mujer y su hija. Abrielle la miró con fascinación,
como cuando abrió el primero de sus libros, se había vuelto una costumbre que
Abrielle no la dejara ver la dedicatoria hasta que saliera la publicación, y
como en los cuatro libros anteriores, este estaba dedicado a ella, Anahí leyó y
le fue inevitable no llorar, después de todo llevaba la mañana aguantándose las
ganas, miró una vez más a Abrielle y presiono sus labios contra los de la
pelirroja una vez más, con fuerza y necesidad a la vez…
- Te amo – dijo separándose
de su boca
- Yo también te amo.
“Al amor de mi
vida, la madre de mis futuros hijos:
Por un “Y fueron
felices por siempre” para toda la vida.
Gracias Anahí, por
regalarme tu sonrisa.”
Fin.
Nota : A quienes fueron pacientes, Gracias. Al fin llegue al final, no fue fácil, les cuento que llevo un mes en otro país, otra ciudad, y debo decir que Cuenca es el lugar más hermoso que he visto, sin despreciar mi país, siento que me enamore de Ecuador, no ha sido fácil, pero los cambios a veces son buenos.
Seguiré escribiendo, sigan leyendo, pronto actualizare.
Un beso!
Que paso, ya no escribes mas?
ResponderEliminarespero poder volver a escribir pronto
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