Anabrielle 10

Capítulo 10: Agua


Dicen que el cuerpo humano está formado por un setenta y cinco por ciento de agua cuando nacemos, cuando somos adultos perdemos un diez por ciento de aquel total. Dicen que por eso la luna tiene tanto poder en el ser humano, ya que tiene aquella extraña conexión con el agua. Tal vez fue la luna, las lágrimas que aquella noche estaba por traer, o simplemente fue el agua que caía afuera, ninguna lo iba a saber, lo que si era cierto era que el agua a veces puede remover lo más oculto en la tierra, trayéndole a la superficie como si nunca hubiese sido enterrado.

Habían pasado cerca de treinta minutos desde que estaba sentada intentando escribir en su antigua máquina, la brisa del mar golpeaba su cara y su cabello rojizo se movía al compás del viento, todo era perfecto, la hora, el clima, la vista, sin embargo Abrielle no había podido escribir una sola línea completa, lo único que se mantuvo por aquellos treinta minutos escrito en el papel, era un nombre y un apellido, uno que no quería salir de su cabeza, que llevaba semanas atascado ahí como una infección, “Anahí González”.

Tres semanas habían pasado desde el matrimonio, dos desde que Rocío y Maximiliano habían vuelto de su luna de miel, y una desde que se había encontrado de golpe con Anahí en uno de sus restaurants favoritos, Abrielle no estaba sola, no, estaba almorzando con Fernando, después de todo se cumplían dos meses desde que la pelirroja le había dado una oportunidad, Abrielle sonreía por un comentario estúpido que Fernando había hecho, cuando su sonrisa cayo de golpe, Anahí Gonzales, la morena de sus sueños entraba al mismo restaurant en que ella estaba almorzando con una mujer algo menor que ella de la mano, fue instantáneo como la sonrisa de la ex periodista caía de golpe, pero aquello no fue lo peor, lo peor fue la forma en que la propietaria de Art&Coffee pasaba por al lado de ella, como si no existiera, como si realmente no fuese nadie en el mundo.

Abrielle quiso creer que en realidad no había sido vista, que la morena no la había reconocido, que tal vez la había olvidado de verdad esta vez, tal vez cierta película que alguna vez había visto era real y uno podía borrar sus recuerdos con cierta máquina, al menos eso se obligó a creer, con todas sus fuerzas lo hizo y antes de que pudiera decir algo, Fernando le estaba preguntando si quería marcharse, a lo que ella accedió de inmediato, escapó con clase del lugar, sin embargo escapó y era eso lo que más le molestaba.
Ahora estaba en el balcón de su departamento, intentando poner palabras cuerdas en su antigua máquina de escribir, leyendo una y otra vez su nombre, “Anahí Gonzales”, tantas veces lo leyó que de pronto el nombre perdió su significado, solo le quedaba una cosa por hacer y ya lo había hecho cerca de diez veces, quitar la hoja y poner una nueva en su lugar, el día era perfecto para escribir, sin embargo ella no lo era.

Los sábados por la noche se había vuelto una costumbre cenar en casa de su mejor amiga y cuñada, Fernando intentaba ser agradable con Max y esté se volvía simpático con su cuñado, aun cuando entre ellos no había una buena relación, ambos lo intentaban, pero aquel sábado fue diferente, cosas inesperadas habían pasado en los últimos meses y Roció se lo advirtió “Max invitó a Anahí está noche”, rápidamente Abrielle se negó, habían pasado cinco meses desde que se la encontró en el restaurant, o desde que había sido ignorada por completo, no quería verla, sin embargo solo oír su nombre hacia que su corazón latiera de golpe y que su garganta se cerrara un poco imposibilitándola de respirar con normalidad, pero por más que se negara tenía que estar ahí “Bri, tienes que estar aquí esta noche, por favor”. Tenía que dejar de ser infantil, eran todos adultos, no había motivo para su comportamiento, iba a ir a la cena para compartir como una persona normal y cuando todo terminara volvería a su departamento.

Fernando la pasaría a buscar a las ocho en punto, Abrielle a veces se preguntaba porque seguía con él, su recién titulado “novio” seguía insistiendo en vivir juntos, pero para ella Fernando seguía siendo un amigo al que quería mucho, el que en ciertas ocasiones le servía para liberarse sexualmente, incluso cuando era mucho más placentero el hacerlo sola, tal vez era la compañía lo que le hacía mantenerlo cerca, Abrielle aún no lo descifraba, tal vez con el tiempo lograría quererlo.

- Al fin llegan, ya pensábamos que no vendrían –dijo Rocío cuando abrió la puerta

- No te explico el tráfico que había hermanita –se excusó Fernando de inmediato, quitándose el abrigo que traía puesto

- Trafico es decir poco –complemento Abrielle imitando a su novio y basto que Roció alzara su mirada para que comprendiera lo que le esperaba en la sala de aquella casa.

Fernando tomo de su mano para caminar juntos tras Rocío, mientras Abrielle la soltaba para hacer su mejor esfuerzo saludando a Maximiliano mientras ignoraba a la mujer que estaba sentada en el sillón contrario y lo logró, por aquel corto instante al menos.

- ¿Cómo estas Maxito? –preguntó Abrielle abrazándolo

- Mejor que nunca debo decir –respondió el hombre sonriendo mientras se separaba de ella para darle la mano a su cuñado.

Abrielle giro su cuerpo y con la mejor de sus sonrisas fue a saludar a Anahí extendiendo su mano, su sorpresa fue cuando vio a una mujer muy distinta a la que había visto un tiempo atrás de su mano, tal fue su vista, que Anahí noto la diferencia en sus ojos.

- Hola Anahí, es bueno verte –dijo paseando su vista de la morena a la mujer que estaba a su lado, sorprendiéndose al notar su pelirroja cabellera, aquello parecía una broma, al menos la mujer no llevaba el pelo largo como ella, sino corto y enrulado, al menos.

- Lo mismo digo –respondió la morena – Valen, ella es Abrielle la mejor amiga de Rocío y novia de su hermano –dijo Anahí presentándola

- ¿Y tú eres? –preguntó Abrielle rápidamente con un tono déspota en su voz

- Su pareja –respondió Valentina tomando la mano de Anahí con determinación entre las propias –mucho gusto, he oído muchas cosas de ti

- ¿Ah sí? ¿Qué tipo de cosas? –pregunto Abrielle sentándose al lado de Fernando, creando un aire tan denso en la habitación qué podía cortarse con los dedos

- Que eres una gran periodista, además de que estás escribiendo un libro hace unos meses –respondió la muchacha con simpatía – entre otras cosas

- Cierto, todo cierto –dijo la pelirroja con orgullo.

Roció intento cambiar el sentido de la conversación, al menos lo hizo por diez minutos en que todos compartieron de la insignificante platica como si fuese el tema más relevante del mundo, mientras Abrielle no dejaba de mirar la forma en que Anahí miraba a la mujer a su lado mientras está hablara, como si no le estuviese poniendo atención a lo que estaba diciendo y aquello termino desconcertando a la pelirroja, a veces le gustaba conocerla tanto.
Efectivamente la morena no le estaba poniendo atención a sus palabras porque aún tenía en su cabeza la respuesta de valentina “su pareja”, Anahí intentaba descifrar cuando habían quedado de acuerdo en ser pareja, si en la última conversación que tuvieron, Anahí había dejado claro que aquello no pasaba de una amistad con beneficios, es que por aquellos días, Valentina no era la única mujer que rondaba por su vida.

- Y de que se trata tu libro Abrielle –dijo la nueva pelirroja casi en un tono de interrogación.

- Prefiero no hablar sobre mi libro –respondió Abrielle con una sonrisa conciliadora, intentando no responder con un “y a ti que te importa” mientras miraba a Anahí con media sonrisa en su rostro, como si supiera lo que en realidad estaba pensando

- Ni siquiera a mí me ha querido contar bien de lo que se trata –dijo Rocío intentando una vez más disipar la densidad del aire

- Tu debes saber –insistió Valentina mirando a Fernando –siendo su novio

- Ni aunque supiera –respondió Fernando rápidamente –no tendría porque contarlo

- Entonces si sabes de que se trata –interrumpió Anahí con un tono tan afilado en su voz como un cuchillo, disfrazándolo todo con una sonrisa.

- Sí, pero solo porque Bri quiso que le diera mi opinión sobre los primeros capítulos –añadió Fernando con la misma intención. Anahí que ya estaba molesta, solo se molestó más al oír como aquel Bri salía de sus labios, como un ataque invisible a sus oídos, como si el hombre no tuviese derechos, pero quien no los tenía era ella.

- Bueno espero que algún día lo publiquen para salir de esta intriga –concluyó Valentina mirando directamente a los ojos de Abrielle Domínguez, intentando descifrar si lo que sentía eran celos o intimidación.

- De hecho me falta solo un capitulo para entregar a la editorial, cuando envié los primeros capítulos pensé que sería más complicado, pero no fue tan difícil

- De hecho –interrumpió Fernando enfatizando en la palabra –tuvo que elegir entre tres editoriales que querían publicarla, aun cuando no tenía un borrador completo –añadió el hombre con orgullo, mismo orgullo que sentía Anahí y quería decirlo, quería abrazarla mientras le hacía saber cuánto le alegraba aquello, como siempre había creído en sus capacidades, como un día le había dicho que aspirara a cosas mucho más grandes y hoy estaba a punto de cumplirlas, de ser mucho más que una periodista de una pequeña columna en un diario local. Anahí estaba orgullosa y se encargó de que su mirada lo dijera a gritos.

Diez minutos después de que la conversación se desviara de su punto original, todos estaban sentados en la mesa cenando, riendo con la anécdota que Rocío contaba de su hermano; aquello no podía importarle menos a Abrielle, sonreía cuando todos lo hacían, respondía con monosílabos y miraba constantemente a la comida sobre su plato, la pelirroja no quería estar ahí, no quería que Fernando volviera a decirle amor frente a todos una vez más, frente a Anahí, no quería que la morena la mirara de la forma en que lo hacía, como si tuviese rabia y anhelo de ella a la vez, mucho menos quería que su clon de pelo corto estuviese frente a ella coqueteando con Anahí como si estuviesen recién conociéndose y antes de que se disculpara para pararse de la mesa e irse, Maximiliano se paró de la mesa levantando una copa.

- Hoy con mi Ro quisimos que estuviesen ustedes acá, porque son de las pocas personas importantes en nuestras vidas, por lo mismo quisimos que fueran los primeros en saber que tenemos un mes de embarazo –dijo Max levantando su copa con los ojos aguados, impresionado él mismo por lo mucho que la noticia lo hacía feliz.

- ¡Max! –dijo Anahí levantándose para abrazarlo, de todas las veces que habían hablado de la posibilidad de ser padre, jamás pensaron que aquello sería tan luego – Felicidades amigo, no sabes lo feliz que me haces

- ¡Vas a ser tía! –gritó Max mientras frente a ellos Abrielle y Fernando abrazaban de la misma forma a Rocío. De todas las cosas que habían pasado por la cabeza de los presentes, jamás se imaginaron que aquella era la noticia que ambos tenían que darles.

Aquella noche se suponía que estarían solo Fernando y Abrielle, los sábados eran de ellos y los domingos de Anahí, la pelea que mantuvieron durante dos horas Max y Rocío los había llevado a reunirlos a todos el mismo día, Max quería decirle a su mejor amiga tanto como lo quería hacer Rocío y antes de la reconciliación habían llegado a una tregua.

La idea de un hijo era algo que Anahí siempre había soñado, no mucho tiempo atrás los había imaginado pecosos y pelirrojos, no tardo en mirar a Abrielle con una enorme sonrisa en su rostro, ni siquiera pensaba en la mujer que la acompañaba en la noche, no, ella no quería a otra persona para hacer eso realidad, no importaba cuanto se dijera que la había dejado ir, que la había perdido mucho tiempo atrás, por aquel breve instante se dejó llevar, tanto que pronto Abrielle estuvo cerca de ella, la pelirroja entrelazo su mirada en el preciso momento en que cayó sobre ella, con su enorme sonrisa acompañándola, hacía tanto tiempo de la última vez que había visto esa sonrisa sincera, tanto, que su cuerpo camino hasta ella como si tuviese un imán en el cuerpo, pasando desapercibidas ante la emoción del momento por quienes estaban presentes.

- ¿Pensando en el día que tengas los tuyos propios? –preguntó la pelirroja en un susurro cerca de su oído, como si no hubiese sido suficiente su cercanía, ahora la morena lidiaba con el aroma de su perfume cerca de su cuello, con el de su cabello y con el sonido de su voz deslizándose a través de sus sentidos; Anahí tuvo que cerrar sus ojos casi por obligación, para gravarse aquello en su memoria que había desaparecido hacia tanto tiempo.

- En unos de otra época –respondió la morena con tristeza en su voz. Abrielle quiso abrazarla, tenía tantas ganas de hacerlo, como de tomar su mano y escapar de aquel lugar en el momento en que sintió su voz cerca de su oído. –Unos pelirrojos y pecosos –añadió aún más cerca de su oído.

- ¿Más de uno? –preguntó la pelirroja ignorando su insinuación

- Cinco –respondió con una sonrisa Anahí

- Bueno, aún pueden ser pelirrojos –dijo Abrielle alejándose de su cuerpo mientras miraba a su acompañante, basto eso para que la sonrisa de la morena cayera de inmediato y sus ojos se volvieran un poco más oscuros.

- No creas todo lo que ves –respondió Anahí con seriedad – en todo caso, tú estás más cerca de ser madre, supongo que pronto te estarán pidiendo matrimonio. –Y así de un momento a otro pasaron de las sonrisas a las palabras filosas, retomando un dialogo que se había vuelto una costumbre, con la diferencia que esta vez Anahí no se había detenido a esperar una respuesta, la morena paso por su lado evitando rozar su brazo y una vez más fue a abrazar a su mejor amigo, como si los casi dos minutos anteriores no hubieran pasado en su vida.

**

La mañana había estado lo suficientemente fría para ir por el tercer café de ella, Anahí no iba a diario al lugar como antes, desde que había puesto a Jaime como jefe de la sucursal todo marchaba sobre ruedas, el muchacho se había ganado su puesto con horas de trabajo, responsabilidad y disciplina. Atrás había quedado el muchacho delgado, sucio y descuidado al que le había regalado un desayuno y promesas un día, este era una versión mucho más mejorada de él; todos los días se encargaba de hacerla sentir orgullosa, incluso los días en que tenía que llevar a sus hermanos porque no había quien se quedara con ellos, Anahí disfrutaba de aquellos días leyéndoles mientras el joven se ganaba el sustento del mes, tal como esa fría mañana.

- Dani, ve a la cocina y dile a Laura que te de dos trozos de torta y a Jaime que envié dos chocolates tibios y una café para mí –pidió Anahí a la pequeña niña de claro cabello mientras ella se sentaba con su hermano, la pequeña de siete años asintió con su cabeza y partió de inmediato a cumplir lo que le habían pedido – Vicente, qué quieres que te lea hoy

- ¡Donde viven los monstruos! –dijo el pequeño de seis años con ansiedad, a diferencia de su hermana, Vicente tenía el cabello negro y sus ojos de un tono café claro que Anahí consideraba irresistibles.

- ¿De nuevo? –Preguntó Anahí, a lo que Vicente asintió con una enorme sonrisa –Está bien -respondió Anahí buscando el libro mientras la pequeña Daniela regresaba a sentarse.

Aquella era una mañana casi normal en los últimos meses, Anahí leyendo un cuento soñando que quienes oían atentamente eran sus hijos, disfrutando de los rostros de los niños cada vez que una nueva aventura parecía venir, como si de verdad estuviesen en el espacio que la morena estaba relatando, tanto disfrutaba Anahí de aquellas lecturas que no noto cuando cierto personaje entró al café, mucho menos de la forma en que era observada desde una mesa no muy lejos de ella, con admiración disfrutando de la morena mientras leía con distintos tonos de voz para cada situación.

- “¡Y ahora! Grito Max, ¡Que comiencen los festejos!” –grito Anahí mientras leía con una divertida voz, fue hasta ese momento que la pelirroja que la estaba observando soltó una carcajada que Anahí reconoció de inmediato, no necesitaba verla para saber que era ella, de todas maneras giro su cabeza, Abrielle estaba no muy lejos de ella con un tazón en su mesa y un rubor tan rojo en sus mejillas que hacia una unión perfecta con su cabellera.
Anahí sonrió con la imagen, no fue capaz de mantener un acto en el que no le importaba que la pelirroja estuviese ahí, no, esta vez solo fue capaz de sonreír y con aquello volvió la vista en frente para seguir leyendo, oyendo una que otra vez la risa ahora despreocupada de Abrielle Domínguez.

- Hola –dijo Anahí cuando termino de leer y camino hasta su mesa

- Hola –respondió Abrielle sonriendo coquetamente sin una pisca de vergüenza

- ¿Qué haces acá? –preguntó la morena intentando no sonreír ante su presencia

- Tenía ganas de tomar el mejor café de la ciudad –respondió la pelirroja con cierta insinuación en su voz

- ¿Solo por eso?

- Sí, si quieres me puedes acompañar mientras lo termino

- Tienes el tazón casi vacío –argumento Anahí para no sentarse

- Estaba a punto de pedir otro, tengo cierta debilidad por el café –replicó Abrielle, la morena frente a ella había intentado mantener la compostura, pero la última sonrisa dibujada en aquellos labios la habían sorprendido completamente, tanto que le fue imposible no sonreír de la misma forma. – Siéntate conmigo, por favor –y más que una petición, aquello sonó a una plegaria. Dos segundos después Anahí se estaba sentando.

- Solo por un café

- Solo por un café… -repitió Abrielle mientras retiraban su tazón y llegaban dos nuevos a su mesa, ignorando por completo que existía un mundo tras aquel café.

Abrielle tomo un sorbo de su amargo café para sonreírle a la mujer que estaba frente a ella mirándola fijamente, la que gratificantemente le devolvía la sonrisa y la pelirroja no pudo dejar de sentirse como cierta vez en un restaurant hindú, donde no hizo falta mucho para olvidar un pasado, de hecho aquel pasado había sido olvidado con tan solo una sonrisa.

- Ayer me dijeron que se comenzaría a imprimir mi libro –dijo Abrielle con una sonrisa mientras respiraba profundamente–eres la primera persona a la que se lo digo –dijo la pelirroja siendo sincera

- No sé qué responder a eso. Felicidades creo que sería lo primero, te lo mereces de verdad –completo la morena alcanzando la mano de la pelirroja sobre la mesa, por un momento pensó que Abrielle la quitaría de inmediato, sin embargo aquel no fue el caso y así se mantuvieron

- Gracias, aunque fue eso lo que me trajo aquí en realidad

- Pensé que había sido el café

- Mentí –dijo Abrielle girando su mano para ser ella quien atrapaba la mano de la morena –el tema es que me pidieron una dedicatoria y en la única persona que podía pensar era en ti, a la única persona que se lo quería decir era a ti –dijo la pelirroja bajando su mirada hasta su mano unida a la de la morena –Dios, pase la noche entera en vela pensando en cómo venir a contarte esto sin parecer una loca en el intento

- No eres una loca –respondió Anahí sonriendo

- ¿Y eso es lo único que se te quedo?

- No, pero no sé dónde quieres llegar con esto –respondió Anahí quitando su mano, anhelando de inmediato el contacto de aquella piel sobre la de ella.

- ¿Qué estamos haciendo Anahí? Quiero decir, no entiendo, cada vez que algo bueno en la vida me ha pasado es a ti a quien quiero llamar, cada vez que algo malo me pasa es en tus brazos que me quiero refugiar, entonces dime qué estamos haciendo, porque sé que es mutuo, no dolería tanto si no fuese así.

- Tú deberías tener esa respuesta, si cada vez que se me cruzo por la cabeza intentar algo contigo tu tenías un “lo siento” listo para acecharme, cada vez que dibujabas una sonrisa en mis labios algo pasaba que la borraba de inmediato y yo sé que es mi culpa que no estemos juntas, pero llegó un día en que me canse de culparme.

- Yo no quería que te culparas

- No, tu querías que borrara todo  lo que un día cuestione, lo que dije, lo que no dije, hubiese sido fácil olvidar todo de un día para otro y continuar, pero ya ves, tu regresaste para encontrarme con alguien y no tardaste en empezar algo nuevo, no se quien fuiste en ese tiempo en aquella ciudad, pero si se quien fui yo y esta versión de mí que soy ahora no me gusta para nada

- ¿Entonces porque saltas de una mujer en otra?

- Tal vez por la misma razón que hace que tu sigas con tu par masculino

- Anahí yo…

- No Abrielle, es tarde para esta conversación y yo estoy demasiado fracturada para siquiera intentarlo.

- No. Si ahora me dices que no quieres hablar será la última vez que lo intente, si me niegas la posibilidad de hablar ahora no creo que haya otra, no soy capaz de intentarlo una vez más

- ¿Qué quieres de mi Abrielle? –Anahí ya no daba más, aquella amenaza no le daba miedo, sin embargo que pasaba si esta era su última oportunidad, qué pasaba si llegaban a algo que cambiara todo de una vez y por todas.

- Quiero que hablemos, que me digas todo lo que no me dijiste, decirte todo lo que nunca te dije, quiero que descubramos si algo puede funcionar una vez más –dijo la pelirroja con esperanza, necesitaba una sonrisa en su rostro, un gesto, una palabra, algo que le dijera que aceptaba lo que estaba pidiendo, sin embargo la morena solo se levantó del asiento, y camino hasta la puerta que daba a la cocina.


Abrielle bajó su rostro en derrota, sus ojos se aguaron por completo pero no quiso derramar una lágrima ahí, aquella era la última vez que iba a intentar una conversación, probablemente después de aquel día comenzaría a buscar un lugar donde escapar, porque esta vez sí que quería escapar de verdad, ya había comprobado que vivir en la misma ciudad que la morena, con el miedo de cruzár con ella en un restaurant o incluso en una esquina, era aterrador, aquello ya lo había vivido y mientras se levantaba de su mesa, tenía claro que ahora era también su amor el que quedaba enterrado, entonces solo le quedo caminar sin mirar atrás, por una última vez.

Nota: ¡Sorpresa! Es mucho más corto y no termino de la mejor manera, pero también lo publique en un tiempo mucho menor así que como mínimo me merezco decenas de mensajes agradeciendo la hazaña. 
Viví un buen cumpleaños numero 26, creo que ya soy una adulta, pero sigo sintiéndome como una niña, así que da lo mismo la edad. 
Terminare pronto esta historia y continuare con Home, a demás de otros pequeños proyectos, no me abandonen por favor! haré un viaje en unos meses, pero prometo no marcharme de sus pantallas. 

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