Anabrielle 8

Capítulo 8: Fuego


Se dice que las relaciones que son como una llama, la que cuando el romance comienza el fuego arde con todas la fuerza del mundo, la relación en su punto medio a veces goza de un viento enorme que parece consumirte por dentro, pero en otras la llama puede ser tan pequeña y peligrosa que en cualquier momento simplemente se apaga, entonces para una de las dos partes la chispa se extingue, a veces para ambas, en ocasiones las personas creen que ya no existe aquella llama, o que tal vez arde para otras, pero si removemos un poco las cenizas que están encima, siempre puede haber una pequeña braza que con algo de oxigeno vuelve a arder, aunque sea para apagarse segundos más tarde y entonces nace aquella frase “Donde hubo fuego, cenizas quedan”.

El aroma del viento marino entró por la ventana y con un suspiro denso Abrielle despertó lentamente abriendo sus ojos, lo primero que vio fue una taza de café caliente sobre el velador, recién hecho pensó por el vapor que se escapaba de ella.

-No pensé que fueras de los que se queda a tomar desayuno por la mañana –dijo girándose mientras veía a Fernando sonriente sentado a su lado, con una taza de café en su mano.

-Créeme, después de lo de anoche, soy capaz de pedirte matrimonio en unas horas.

-Entonces no me quiero ni imaginar si hubiese pasado algo entre nosotros

-Algún día me dirás que sí y me dejaras ser tuyo, entonces vas a ver. –dijo Fernando acomodando su cabello con galantería –mientras me conformo con hacerte reír y que me hagas sentir como un niño otra vez.

- Yo también me sentí como una niña anoche, algo alcohólica, pero niña al fin y al cabo

-Estamos hechos el uno para el otro, algún día lo veras.

- Por ahora lo único que quiero ver es tu trasero saliendo por mi puerta, ¿Te piensas quedar todo el día?

- Lamento tener que decirte esto, pero se supone que acompañemos a mi hermana a buscar iglesias o en mi caso, a convencerla de que no se case

-Deja a Rocío en paz, Max es un buen tipo, no le estés metiendo cosas en su cabeza.

- Bueno de todas formas iré para que tengas a alguien en quien apoyarte, sino estoy equivocado tu ex igual va a ir.

- ¿Perdón?

- Bri, Max la querrá a su lado igual que Ro te quiere a ti, no queda mucho tiempo y prepárate, que según lo que oí tu deberías empezar a hablar con la morena esa para organizar la recepción, ver el pastel, la comida y todo ese tipo de cosas – Abrielle sintió que su cabeza comenzaba a girar, sí sabía lo que tenía que hacer como madrina o mejor amiga de la novia, pero no había considerado que tendría que hacerlo con Anahí y el simple pensamiento hizo que su estómago se retorciera.

- ¿Quieres se la madrina de tu hermana?

- Oye. –dijo Fernando sacándola de sus pensamientos –sé que la sigues amando, Rocío me conto lo que paso entre ustedes y por tu cara cuando la mirabas ayer habría que ser tonto para no notarlo y ella más tonta por haberte dejado ir, pero te prometo que no te dejare sola y si me das la oportunidad tal vez podría hacer que la olvides.

- Nando, no sé si lo que siento por ella sigue siendo amor, o solo un estúpido sentimiento de algo que pudo ser y no fue, pero no te voy a usar para quitármelo del pecho

- Pero yo quiero que me uses –dijo el hermano de su mejor amiga sonriendo

- No me lo hagas más difícil –susurro la pelirroja acercándose a él para apoyar su cabeza en su brazo

- Está bien, de todas formas me gusta estar contigo, así que para lo que necesites aquí estoy

- Gracias –dijo Abrielle buscando inútilmente sostener las lágrimas que querían salir, ya estaba harta de llorar.

Fernando noto en el silencio como la mujer apoyada en su brazo lloraba, entonces quito su brazo para rodearla con él y Abrielle termino llorando en su pecho, con tanta fuerza como la del brazo que la rodeaba, de una forma u otra lo necesitaba, sino era por amor, era por rabia, una rabia contenida desde el día que se resignaron a perderla, desde que no intentaron por un segundo, luchar.

- Me daré un baño –Abrielle había dejado de llorar y la hora en el reloj de pared indicaba que podría atrasarse si seguía así, por más cómoda que estuviese

- Bueno, por casualidad no tendrás ropa de hombre en este lugar

- Si claro, suelo vestirme de hombre los sábados por la noche –Abrielle soltó la ironía y Fernando una vez más sintió que estaban hechos el uno para el otro.

- Ya. Báñate luego para darme un baño rápido e ir al hotel por ropa, además quiero que me acompañes por mí bebe

- En la pieza de al lado hay otro baño, ve a bañarte ahí, y creo que prefiero no preguntar

- ¿Sí? – cuestiono risueño. Abrielle asintió con su cabeza y Fernando se puso de pie sonriente, ansioso por quitarse la noche anterior de su cuerpo sobre todo con agua helada.

**

“Este es el peor día de mi vida,” pensó Anahí después de discutir por casi dos horas con Sara, pero luego se retractó “El peor día de mi vida ya lo viví, no estaría aquí de no ser por ese día,” su cabeza tenía tantas idas y vueltas que no sabía cómo ordenar sus ideas, no sabía dónde comenzaban y donde acababan,  quería correr, escapar de ahí, evadir todo tipo de preguntas que Sara le lanzaba, pero porqué, se preguntó una y otra vez, amaba a la mujer que estaba caminando a su alrededor, estaba segura que la amaba, sin embargo seguía con cierta pelirroja en la cabeza.

- No entiendo por qué nunca me dijiste que era ella la que te había marcado tanto.

- Y yo no entiendo por qué tenía que decírtelo, Sara eso ya es pasado, cuantas veces tengo que repetirlo.

- Claramente no han sido suficientes veces, porque sigo sin entenderlo.

- Estas haciendo una discusión de nada

- ¿De nada? –Preguntó Sara cruzándose de brazos mientras la miraba incrédula –Anahí me pare de la mesa y te deje sola, no fuiste capaz de venir por mí, de hecho hubiese sido más probable que la siguieras a ella

- Pero no la seguí –contesto Anahí impulsivamente, sin darse cuenta de la forma en que lo hacia

- ¿Querías seguirla?

- Sara, discúlpame, no fue eso lo que quise decir, pero debes entenderme, Abrielle fue una parte importante de mi vida por mucho tiempo, todo termino de manera brusca y anoche era la primera vez que la veía en demasiado tiempo, fue chocante, fue raro, pero eso no quiere decir que siga sintiendo cosas por ella. Fuiste tú quien llego a poner mi mundo de cabeza, a cambiar todo lo que pensaba tenia resuelto y a resolver todos mis cabos sueltos, es a ti a quien amo. –Anahí dejo salir esas palabras sabiendo lo que significaban, pero no le importo, lo único que deseaba en ese momento era estar con Sara, nadie más importaba.

- ¿Y qué va a pasar cuando la vuelvas a ver?

- Intentare ser una persona civilizada, amor tengo que organizar un matrimonio con ella, no puedo decirte que no la veré, pero eso no significa que vaya a pasar algo entre ambas

- No sabes eso, se lo que significo en tu vida, era cosa de ver como la mirabas

- ¿Y no te diste cuenta de cómo te miro a ti?

- Anahí prométeme algo –dijo Sara esquivando su pregunta, Anahí asintió –Prométeme que si ves que algo más puede pasar entre ambas me lo vas a decir

- Nada va a pasar entre ambas

- Prométemelo –dijo con insistencia acercándose a ella

- Te lo prometo.

Aquella promesa fue sellada con un abrazo, un abrazo que Anahí sintió tan ajeno como Sara, sin embargo ambas callaron, y mientras Anahí quería creer con todas sus fuerzas todo lo que había dicho en los últimos minutos, Sara deseaba con todas sus fuerzas que fuese real, la amaba, la amaba tanto que no se imaginaba su vida sin ella.

**

Anahí se encontró con Max y Rocío mucho antes de que Abrielle llegara, Sara no la había acompañado, por esta vez prefería evitarse la tortura de pararse al lado del monumento de cabellos anaranjados y Anahí lo prefería, aunque no se lo hizo saber, solo acepto que la dejase ir sola, después de todo, una parte de ella quería con todas sus fuerzas hablar con la pelirroja, saber algo de ella de su boca y no lo que Max le contaba, pero nunca se imaginó que Abrielle llegaría del brazo de Fernando, con una húmeda trenza en su cabello que caía a su lado derecho, la misma humedad notoria en la cabeza de Fernando. No tenía derecho a sentir lo que se agitaba en su pecho, no estaba permitido aquel calor, aquella ira que flotaba desquiciadamente en su interior.

- Hola –dijeron ambos al unísono, Fernando elevo las comisuras de sus labios lo más arriba que pudo mientras miro a Anahí, y esta prefirió esquivar su mirada, ni siquiera respondió.

- ¿Y esa belleza? –pregunto Max mientras le daba la mano a su cuñado

- Se llama Abrielle, pensé que la conocías –respondió Fernando galantemente

- Se refiere al auto sabelotodo –dijo Abrielle saludando a su mejor amiga y a su novio, dejando para el final a Anahí, la morena sintió como si un hielo golpease su cara en cuanto la pelirroja beso su mejilla.

- ¿El convertible? –Preguntó Fernando mientras Max asentía –No me moveré por la ciudad en taxi, lo compre antes de venirme, pase por el esta mañana

- Al menos es menos excéntrico que el que tenías –dijo Rocío – ¿pero tenía que ser rojo?

- Hace juego con esta cabellera –respondió Fernando Abrazando a Abrielle. Anahí simplemente se arrepintió de estar ahí.

No importo cuantas iglesias recorrieran en un día, al final Rocío siempre había soñado con casarse en la catedral de la ciudad, fue la última por la que pasaron, y la única por la que la pequeña había tenido una sonrisa mucho antes de entrar.

- Y tú –dijo Fernando mirando a Abrielle a los ojos -¿Te quieres casar algún día?

La pregunta la tomó por sorpresa, no porque fuese rara, sino porque una sola vez en su vida había pensado en ese tipo de compromiso y al final había resultado ser un pensamiento errado, una pérdida de tiempo. Rocío y Maximiliano hablaban con el cura que probablemente los casaría y Anahí escuchaba atenta la conversación de los dos gigantes a su lado, si lo pensaba bien hasta hacían una bonita pareja y eso no le gustaba, por horas se había debatido en su cabeza si habían pasado la noche juntos y ahora aquella pregunta la descolocaba una vez más, “¿Lo haces Bri, te quieres casar algún día?” pensó en su interior mientras evitaba mirarla, más en la milésima de segundo que no se pudo controlar, se cruzó de golpe con su mirada, conocía tan bien esa mirada, sus ojos cristalizados podían gritarle la nostalgia con que la veía, pero tan rápido como se cruzó con ellos, sacudió su cabeza y volvió a mirar al hombre frente a ella y una vez más Anahí se sintió a oscuras en el mundo.

- No lo sé, cuando me lo propongan lo sabrás –respondió sujetando con todas sus fuerzas las lágrimas que querían salir

- Habría que ser un idiota para no proponerte matrimonio a ti –dijo Fernando susurrando a su oído, un susurro tan fuerte que el eco de la catedral hizo que llegara a los oídos de Anahí, clavándose mucho más dentro que en su sentido auditivo y sin mirar a su lado simplemente salió, nunca había sido masoquista, no iba a comenzar ahora.

Cuando estuvo afuera se sentó en uno de los escalones y acepto lo que Fernando había dicho “Solo yo sé lo idiota que fui para dejarte ir,” pensó, no quería tener ese tipo de pensamientos, no quería que le afectara más el hecho de que la pelirroja la viese con Sara, a que su novia supiese quien era ella, porque en el fondo se sentía culpable por haber seguido su vida, por no haberla esperado un par de meses más, pero qué estaba esperando si nunca tuvo un indicio de que podía darle una nueva oportunidad, por tanto tiempo espero nada y de pronto un rayo de luz iluminaba su vida. Anahí estaba cansada de sentirse así, quería enterrarla, olvidarse que alguna vez la tuvo en su cama, en sus labios, en su corazón, “pero como si sigo teniéndote como un fantasma a diario, si sigo comparando cada acto con lo que tu harías,” y el pensamiento se escapó de sus labios sin querer, pudo haber sido Abrielle quien la escuchó decirlo, pero no, fue Max.

- Ten cuidado con lo que dices en voz alta –dijo su mejor amigo sentándose a su lado mientras la abrazaba

- ¿Y los demás?

- Planeando la decoración, tu deberías estar ahí, eres mi madrino –dijo dándole un beso en su frente

- No sé que estoy haciendo Max

- Seguiste con tu vida, ella siguió con la suya y punto, fin del tema, no puedes seguir aferrándote a esto, tienes a Sara.

- Ese es el problema, tengo a Sara y sin embargo me gustaría no tenerla, no sentir lo que siento por ella, porque por más que la ame. –dijo deteniéndose de golpe, no quería seguir diciéndolo, no quería terminar aquella frase

- Siempre vas amar más a Abrielle –susurró Max a su oído

- Sí. –respondió Anahí.

**

El día había sido largo y cuando al fin estuvieron todos reunidos fuera de la catedral, Max los había invitado a comer, sin oportunidad a negarse, Anahí se fue en el carro con ellos mientras Abrielle lo hacía con Fernando, la mitad del camino Abrielle había oprimido la necesidad de llorar, estaba tan cansada de hacerlo, ya casi lloraba por inercia, tanto que las lágrimas habían perdido el sentido.

Fernando seguía de cerca a Max, no sabían dónde irían a comer, pero más temprano que tarde estarían ahí.

- Tienes que parar de molestar a Anahí, Nando.

- Yo no la he molestado

- Ella siguió su vida, lo nuestro no fue y punto, tampoco soy la víctima en todo esto

- Pero te afecta

- Sí. Me afecta –dijo la pelirroja retocando su maquillaje mientras se detenían en un semáforo –pero de todas formas es mi ex y no me siento bien mientras le refriegas en la cara que podrías tener algo conmigo

- ¿Entonces tengo una posibilidad?

- Yo no dije eso –respondió Abrielle sonriendo mientras movía su cabeza

- Está bien, me voy a comportar, pero no entiendo porque podría afectarle

- A mí me afecta, no quiero que sepa que sigo amándola, pero tampoco quiero que crea que no significo nada en mi vida

- ¿Y así quieres que deje de intentarlo contigo? Abrielle eres perfecta para mí, como no te das cuenta

- Tal vez algún día lo haga.

El vehículo de Max indico el intermitente a la izquierda para entrar al estacionamiento del restaurant, Abrielle sabía perfectamente de que restaurant se trataba, Max no podía haber escogido un peor lugar para ir a comer.

-¿Qué tipo de restaurant es este? –pregunto Fernando cuando vio las luces y colores que adornaban el exterior

- Uno hindú –respondió Abrielle antes de bajar, Max sabía perfectamente la historia tras aquel lugar y si los había llevado hasta ahí, lo había hecho con alguna intención.

En cuanto se bajó del auto lo primero que hizo fue mirar a Anahí, pero como se le había vuelto una costumbre la moren miraba ausente lo más lejos posible de ella, dos segundos después la miraba contestar su celular mientras caminaba lejos de ellos, y ni aunque hubiese podido, hubiera querido oír aquella conversación, sin embargo sabia de quien se trataba, aquel tono de voz lo había oído cientos de veces y ahora solo había escuchado un “hola”.

- Nice place –susurró Abrielle al oído de Rocío

- A mí no me digas nada, fue Max el de la idea –Abrielle miró a Max con intención de decir algo, sin embargo omitió, no había propósito en llamar su atención, solo hacer de aquel momento algo más incómodo de lo que ya era.

Si Abrielle se ponía a pensarlo con determinación, no había espacio de aquella ciudad que no removiera un pedazo de ella, un trozo de lo que habían sido, y si pensaba un poco más allá, se preguntaba por qué tenía que seguir tan aferrada, por qué no podía ser simplemente un amor de esos pasajeros, de los que conoces a alguien más y simplemente los olvidas, pero no, lo que ella sentía era mucho más fuerte, por más que lo negara, por más que quisiera verlo como algo insignificante, aquel sentimiento nunca iba a poder serlo.

Cuando al fin estuvieron todos en una mesa, fue Rocío la que rompió el hielo, la conversación completa fue respecto a la boda, Abrielle intentaba integrarse a la conversación de la mejor manera, tanto que Anahí prefirió mantenerse lejos, seguía ahí, sintiendo como sus sentidos danzaban al sonido de su voz y la melodía de su risa, como sus ojos se deleitaban con sus gestos cuando parecía no estar viéndola, en silencio la disfruto, como antes lo hacía desvergonzadamente, ahora parecía estar mirando algo prohibido, fueron tantas las noches que deseo volver a verla, tantas que le pareció increíble tenerla tan cerca y por mucho que aquello pareciese un cliché, tan lejos.

- Permiso –dijo Anahí pensando que nadie notaría su ausencia, caminando con cautela al baño del lugar, sin embargo Abrielle la notaba, había disfrutado de sus ojos sobre ella, de la forma en que sonreía cuando nadie la veía, silenciosamente se había sentido bien con eso, por primera vez desde que la había vuelto a ver Abrielle tenía toda su atención y eso la hizo feliz, hasta que oyó aquel “permiso” y dos segundos después, sin siquiera imitarlo, ella se puso de pie y siguió sus pasos.

Cuando abrió la puerta pensó encontrarla dentro de uno de los cubículos, esperar mientras planearía lo que iba a decir y hablar, sin embargo en el minuto que abrió la puerta la encontró de pie frente al gran espejo, con su cara empapada en agua, no estaba llorando, no. Pero Abrielle la conocía tan bien, que sabía perfectamente el motivo de aquella agua sobre su cara.

- Respira –dijo poniendo su mano en la espalda de la morena, Anahí intento recordar cómo se respiraba, pero parecía que hubiese sido sacado de su memoria y Abrielle se alegró de haberla seguido – inhala –susurró mientras ella misma inhalaba – y exhala –termino de decir mientras Anahí imitaba su acción, pero mientras más sentía la mano de la pelirroja en su espalda, más aire necesitaban sus pulmones, aquello no le estaba ayudando.

- Bri –dijo en un susurro Anahí antes de girarse, inhalando con toda su fuerza, como si de pronto se fuese a sumergir en la profundidad del mar, pero de un mar tan dulce como el de sus besos y todo tuvo sentido una vez más.

Abrielle lo vio venir, basto aquel “Bri” para saberlo, pudo retroceder, pudo rechazarlo, pero porque iba de hacerlo, cuando era lo que quería desde mucho antes de volverla a ver, entonces dejo de pensar, dejo que sus labios chocaran de golpe con los suyos y que le robara el aire que tanto había intentado equilibrar, la mano de Anahí se enredó en la trenza que seguía atada en su cabello y las de ella no tardaron en encontrar su cintura, la pelirroja la tomo con tanta fuerza que Anahí no alcanzó a extinguir aquel gemido antes de que saliera, no, aquel gemido que salió de sus labios había ido a parar directamente en los oídos de Abrielle, como si se tratase de oxígeno, encendiendo la llama que por tanto tiempo creyó apagada.

No hubo espacio para pensar, para decir “esto no puede estar pasando”, no cuando lo único que había en sus mentes era silencio, los labios de Anahí ardían con la desesperación de Abrielle en ellos, con la perfección con la que sus labios siempre la besaban, tanto que se sintió en otra época, que por un momento pensó en tomarla de la mano y llevarla a casa, a la de ambas, hacerle el amor toda la noche y retomar por la mañana y entonces fue que despertó, como si se tratase del mejor de los sueños, donde el ruido exterior le hacía abrir los ojos y los abrió.

Abrielle conocía aquella mirada y odiaba conocerla, sin embargo no le sorprendía, la morena que seguía tomando de la cintura estaba arrepentida, fue entonces que quito sus manos de ella y Anahí sintió su ausencia, como si le arrancaran un órgano vital de su cuerpo, sin embargo no podía continuar, no correspondía.
Quería decir que lo sentía, que lo lamentaba, sin embargo nunca había querido tanto algo en su vida y no era arrepentimiento lo que había en sus ojos, al menos no por ella, estaba arrepentida de no haber luchado, de no haberlo intentado una vez más, de no haber rogado cien veces más por su perdón, porque la mujer frente a ella se merecía todo y entonces lo dejo salir “lo siento”, pero no era el beso lo que sentía, necesitaba explicarlo, sin embargo la pelirroja no lo comprendió y habló mucho antes de oír una explicación.

- No te preocupes, por mí esto nunca ocurrió – aquello no era lo que Anahí quería oír y las palabras se le clavaron tan hondo, que si antes no lloraba, ahora lo hacía.

- Pero sí ocurrió –dijo casi en un susurro.

- No importa, digamos que fue un adiós.

- Seguiremos viéndonos –dijo Anahí, mientras Abrielle sacaba un pañuelo y limpiaba su rostro empapado

- Lo sé, eso te venía a decir, que intentemos ser amigas, por la salud mental de todos los involucrados – “amigas”, la palabra había salido de la boca de Abrielle como si se tratara de lo más simple del mundo, “amigas”, se repetía una y otra vez Anahí e intento de mil formas darle el significado propio después de aquel beso, no podía proponerle aquello después de aquel beso, pero tal vez la pelirroja tenía razón y aquel solo había sido un beso de despedida, porque tal vez la habían olvidado hacía mucho tiempo y ella en vano la había esperado, en vano se había reprimido tanto para estar con Sara, se había castigado por sentir una tercera parte de lo que sintió con ella. Anahí lo entendió y si Abrielle quería ser su amiga, ella también podía intentarlo, aunque estuviese muriéndose por dentro, aquel era el precio que estaba pagando por sus actos.

Inútilmente Abrielle espero un “no puedo ser tu amiga” de sus labios, un rechazo a su propuesta, algo que le diera un mínimo de esperanza, pero habían caído en un juego burdo, tan absurdo que no les permitió decir lo que en realidad querían, por más que Anahí pensara en terminar todo con quien estaba y rogarle una oportunidad; por más que Abrielle deseara rogarle que terminase con Sara y que se dieran una nueva oportunidad, la necesitaban, pero no importaba, aquel juego de omisiones había comenzado y no sabían si un día iba  a acabar.

- No sé si podremos ser amigas, pero lo puedo intentar –dijo Anahí incrédula de lo que acababa de decir, no quería decirlo, hubiese sido mucho más fácil simplemente marcharse.

Abrielle le regalo una sonrisa, falsa, tan falsa que Anahí no supo si contestarla o ignorarla, no quería una sonrisa falsa de su parte, quería la que había visto toda la noche con alguien más, sin embargo aquellas sonrisas ya no estaban destinadas para ella y tenía claro que no podía reprocharlo.

Ya no quedaron palabras para decir, ni silencios para disfrutar de miradas amargas, Abrielle indico la puerta de salida y Anahí indico la del baño, no quería salir a su lado, necesitaba por un segundo más, respirar.

Cuando Abrielle se sentó en la mesa las miradas cayeron sobre ella, “no pregunten”, dijo sin mirar a nadie, miró su plato y de pronto el apetito se había ido, tomo el tenedor y jugó con lo que había en él, nunca había sido buena para jugar con la comida, al contrario Abrielle era de las que comía sin medirse y Rocío lo sabía perfectamente bien, por eso basto una mirada para entender medianamente lo que había pasado, no necesitaba mucho, entonces dijo lo primero que se vino a su mente, “pidamos la cuenta”, no era una pregunta, Abrielle sonrió mientras la oía he intento erguir lo mejor posible su cabeza cuando Anahí volvió a sentarse, el calor estaba ahí, entre ambas, todos los sentían, sin embargo lo único que ambas tenían por dentro era un río de no acabar, uno del más salado que existe en los ojos humanos.

**

Los días pasaron, la fecha estaba tan cerca que parecía increíble que en unas semanas celebrarían un matrimonio, ya estaba casi todo listo, faltaban ciertas cosas, las más pequeñas, la despedida de solteros por ejemplo, decidieron hacerlas juntos, distinta lo común, era más bien un saludo a la vida, más que una despedida. Siempre había alguien de por medio, todas las veces que se vieron, Rocío, Max, incluso Sara más de una vez, cada detalle fue planeado entre varios, excepto aquel día, eran ellas quienes planificarían la fiesta, Abrielle había pensado en invitarla a su departamento, pero  el lugar tal vez no iba a ser el propio, Anahí quiso llevarla a “Art&Coffee”, pero además de Sara, eran demasiados los recuerdos que aquel lugar encerraba, Anahí por si sola los sentía en cada rincón. Cuando el celular de Anahí sonó y vio el recientemente añadido “Abrielle” en la pantalla deseo que viniera a su mente el primer lugar que menos recuerdos les trajeran a ambas, pero no encontró ninguno y simplemente contesto

- Hola –dijo en cuanto acepto la llamada

- Hola, recuerdas que tenemos una fiesta que planear –dijo riendo Abrielle

- Obvio –respondió Anahí escuchando su melódica risa, obviando el hecho de que Abrielle se estaba riendo de nada, al menos para ella

- ¿Qué te parece un día de playa? –preguntó entre risas, parecía que alguien le estaba haciendo cosquillas, al menos eso pensó Anahí hasta que oyó un suave “Nando para”, tras la línea y aquella sensación que llegaba a su estómago cada vez que oía su nombre o aparecía en casa de su mejor amigo la estaba gobernando en ese momento –lo siento –dijo Abrielle intentando ponerse sería – ¿qué me dices? Podemos planear todo en la playa y disfrutar el paisaje

- Preferiría que vinieses al café, si puedes, tengo otras cosas que hacer, además el viento de la playa nos dejara sin papeles – contestó Anahí secamente y Abrielle una vez más en su vida deseo no conocerla tanto.

- Segura que a tu novia no le molestara verme ahí, últimamente me quiere matar con la mirada –respondió Abrielle molesta, no quería pisar el café, no lo había hecho ni una sola vez, la sola presencia de Anahí ya le afectaba, sumarle lugares era una tortura.

- Sara se ira a las seis hoy, puedes venir a esa hora si así lo deseas

- No sé si eso será peor, no quiero que se preste para otra cosa

- Entonces no sé Abrielle –la respuesta de Anahí sonó mucho peor que molesta, su tono de voz estaba lleno de rabia, de ira y la forma en que había dicho su nombre… Abrielle recordó aquella primera vez que la vio en el club, cuando no la reconoció, cuando lo único que veía en sus ojos era odio y ahora se preguntaba que había en sus ojos, deseaba ver a través del teléfono, mirar y saber si aquella mirada era de odio o algo más, no sabía cuál de las dos le convenía más – disculpa –murmuró Anahí disminuyendo su voz, consumiéndose en el silencio al otro lado de la línea.

- A las seis estaré ahí –dijo Abrielle evitando que cualquier otra palabra saliera de su boca y antes de que Anahí pudiese contestar, la llamada había terminado.

Era tan solo medio día y Abrielle ya sentía un nudo en la garganta, Fernando que hacia menos de dos minutos la estaba haciendo reír ahora la miraba desconcertado, le pregunto dulcemente si estaba bien, tal vez fue el tono dulce de su voz, o la forma en que la miró, como si de verdad hubiese amor en sus ojos, Abrielle no iba a ser capaz de descifrar que había sido ella simplemente se colgó con sus brazos de su cuello y lo besó, lo besó una y otra vez, Fernando podía sentir lo salado de sus besos en su boca, en su lengua dominada por la mujer que lo tomaba de su cabello, Abrielle estaba llorando y con todas sus fuerzas Fernando la alejo.

- Te vas a arrepentir de esto Bri –dijo lamentando sus palabras, tan cerca de su boca que parecía un sueño

- No lo hare, lo prometo

- No me voy a aprovechar de ti ahora Bri, estas demasiado vulnerable, no podría hacerte algo así.

- Aprovéchate, por favor – Abrielle estaba cansada de luchar con algo que no tenía sentido, cansada de las miradas a escondidas con Anahí, de los roces que se suponían no significaban nada sin embargo lo significaban todo, quería volver a vivir, volver a sentir, había abrazado su pena por tanto tiempo que ya era hora de dejarla ir, de sacársela de su ser y no era Fernando quien se aprovecharía de ella, sino ella quien lo iba a usar, tal vez Fernando sería la única persona con quien podría estar.

- Bri…

- Bri nada, no pienses tanto por favor – y con aquellas palabras Abrielle lo besó una vez más, hasta que los besos se robaron el aire entre ambos y el siguiente paso estuvo a un par de caricias por delante.

**

Eran las cinco de la tarde y una nueva pelea se oía tras las puertas de la cocina de “Art&Coffee”, aquellas peleas se habían vuelto una costumbre, lejos había quedado el tiempo glorioso de Anahí y Sara, eran tan escasos los días de paz entre ambas que Anahí se estaba acostumbrando a las discusiones, que siempre partían por Abrielle, siempre.

- ¿Tenía que ser aquí? Justo cuando me tengo que ir.

- Sara no sé qué quieres que te diga, la verdad es que esto ya me está cansando –dijo Anahí sin remordimientos en sus palabras, no era su idea de vida convivir con alguien que solo discutía

- Tal vez a mí también me cansa estar haciendo el ridículo

- ¿Por qué insiste en eso? –Pregunto con aun más molestia Anahí –Jamás haz hecho el ridículo

- Anahí… -dijo Sara antes de respirar y calmarse –yo veo como la miras, como tu cara reacciona a sus risas, a sus palabras, incluso cuando dice algo grosero tu rostro refleja lo más maravilloso del mundo

- Sara, esta conversación ya la tuvimos –dijo Anahí interrumpiéndola

- Creo que lo mejor es que nos demos un tiempo –susurro Sara sin querer decir las palabras

- Eso es ridículo Sara, además trabajas aquí, sería imposible darnos un tiempo –bastaron aquellas palabras de Anahí para que Sara lo supiera, no importaba nada para Anahí, no cuando lo que más le preocupaba era el café y no donde dormiría aquel día o de cuánto tiempo estaba hablando.

- Tienes razón, Laura me ha ayudado bastante últimamente, sabe hacer todas mis recetas –dijo Sara mientras Anahí la miraba sin entender –puedes ascenderla y dejarla en mi lugar

- Sara de cuánto tiempo estás hablando –interrumpió Anahí entendiendo lo sería que la que seguía siendo su novia estaba hablando.

- Es ridículo un tiempo cuando ambas sabemos lo que pasa aquí, esto acabó Anahí, tú necesitas ser sincera contigo, darte una oportunidad para ser realmente feliz – susurró Sara con el nudo a punto de desatarse en su garganta.

- No me estás hablando en serio –Anahí se acercó a ella e intento tomar sus manos. A fuera ya no se oían gritos, ni regaños, su voz era tan pareja, casi sin significado, entonces Sara le negó el tacto, la cercanía, realmente aquello había terminado –no quiero que esto acabe –completo Anahí

- Sin embargo no has sido capaz de decirme ni una sola vez que no quieres estar sin mí porque me amas. No me hagas esto a mí, déjame ir, no me lo merezco, me quiero demasiado para rebajarme tanto.

Anahí entendió sus palabras, por más que quería rogarle de rodillas que no la dejara, que la amaba, que se mantuviese a su lado, no podía, una fuerza superior a ella se lo impedía, era como si sintiese que se lo debía a Abrielle, como si no tuviese el derecho de rogar por alguien a quien quería, cuando no había sido capaz de rogarle a quien amaba, entonces entendió lo que Sara decía, ella amaba, solamente que a otra persona. No había una parte de ella que amara a Sara, por más que quisiera creerlo, por más que se convenciera de aquella mentira.

Sara la miró por última vez antes de quitarse el delantal que estaba en su cuerpo, le sonrió mientras levantaba su cabeza y le murmuro frente a sus labios “Se valiente”, justo antes de darle un corto beso y antes de que Anahí abriera sus ojos, Sara había desaparecido, como si se tratase de una ilusión, ya no estaba, fue entonces que Anahí murmuro “lo siento”, como si el viento pudiese llevarle las palabras, como si aquello alivianara el daño.

Por media hora Anahí lloró en aquella cocina, era tanto lo que tenía dentro, Sara, Abrielle, ella misma, tanto que tenía que pensar, pero no había tiempo para pensar, Sara había llegado a su vida cuando la sentía perdida, le había devuelto la risa, el color, la vida en sí, tal vez Sara había sido un préstamo para volver a ser ella, un regalo que la vida le había prestad y ahora se lo quitaba, porque había algo mucho más grande escrito para ella, un amor que no tenía límites ni de tiempo ni de espacio, aunque fuese tarde, aunque se demorase años, tal vez. Tal vez.

Cuando Anahí salió de la cocina eran las seis en punto, a las seis con tres minutos vio el rojo convertible de Fernando detenerse enfrente a su café, pudo ver tras el ventanal como el hombre bajaba y rodeaba el auto, con una enorme sonrisa abrió la puerta del copiloto solo para que ella bajara con otra sonrisa y cuando pensó que lo peor había pasado, Abrielle lo besó, fue corto pero intenso, Anahí podía ver su intensidad, pero lo que más vio fue la sonrisa que traía en su cara cuando se giró a cruzar la calle, habían ciertas veces que Abrielle vestía aquella sonrisa y por más que quiso ignorarlo mientras más se acercaba, más lo veía, “La sonrisa de la hora feliz”.

No había existido una Sara en su vida, no había llorado hacia media hora atrás, el sentimiento que la consumía por dentro era más grande que el haber perdido a su compañera de los últimos meses, el fuego que la estaba quemando era un monstruo de dos cabezas, verde, despreciable y la culpa con que Abrielle borro la sonrisa cuando abrió la puerta del café y la miro a los ojos solo lo empeoró, entonces sin ninguna explicación se giró sobre sus talones y camino hacia la cocina, quería ocultarse ahí y no volver a salir, ya era tarde, ya no importaba que Sara no estuviese, Abrielle había seguido su vida, tal vez llevaba meses haciéndolo, tal vez había sido tarde desde la primera vez que no peleo por ella, tal vez lo que menos quería Anahí en ese momento, era vivir.

Nota: No se si sera la hora de la madrugada o mi actual nula situación sentimental, pero tal vez no puedo visualizar el final feliz al termino del camino.

Comente, Disfrute y Comparta, en ese orden o como le guste, saludos a todas las/los fieles que nunca fallan en escribirme por todos los medios.




Comentarios

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3