Anabrielle 7

Capítulo 7: Del Cielo a la Exosfera. 


El aroma del café la despertó con una sonrisa en su cara, sabía perfectamente bien el sabor que aquel café tendría y aunque sí, la preparación siempre podía ser perfecta, porque era un café perfecto, era quien lo preparaba lo que la hacía sonreír. Los últimos meses Anahí sonreía más que nunca, se despertaba y dormía con sus labios elevados desde las comisuras, aquello se había vuelto una costumbre y después de la noche anterior aquella sonrisa no podía ser menos brillante.


- Buenos días bonita –dijo una sensual voz sacándola de sus pensamientos. Anahí abrió sus ojos solo para poder verla y se sorprendió de que estuviese con su polera de dormir, mágicamente la sonrisa se desvaneció. En qué momento se había puesto esa polera, pensó, pero no iba a afectarle, no tenía sentido a esta altura y antes de que la muchacha preguntara por su rostro, Anahí volvió a sonreír.

- Es mi idea o huelo café –cuestiono Anahí sentándose sobre la cama, alzando sus ojos para ver que no había nada que cubriera las piernas de la mujer, haciendo que una pequeña pícara sonrisa se dibujara en su rostro.

- Hay café –dijo la mujer sonriendo, sabiendo que la estaba mirando de los pies a la cabeza, la sensación le gustaba –pero debes levantarte para beberlo.

Anahí bajó su cabeza en derrota mientras la mujer desaparecía a su vista, se desplomo con todo el peso de su cuerpo sobre la cama y simplemente sonrió. Por meses Sara había intentado conquistarla, lo intento y lo intento, pero la respuesta de Anahí siempre fue un rotundo no, no importaba lo que hiciera: flores, chocolates, libros, sonrisas, toques, etc. Nada hacía que la mujer diera su brazo a torcer, hasta dos meses atrás, cuando casi por cansancio le prometió una cita, solo una si tan solo la dejaba en paz y seguía con su vida, solo que Anahí nunca pensó que iba a reír tanto en aquella cita, nunca pensó que un simple tacto en su piel, iba a lograr que su cuerpo se reactivara, que todo lo que había estado apagado de pronto viviera y entonces lo supo, tenía que volver a vivir por completo.

Sara García trabajaba en “Art&Coffe” hacia siete meses, desde el momento en que llego se volvió la salvación de Anahí; se había quedado sin repostera de la noche a la mañana y no podía abrir sin los dulces del día, hasta que Jaime la salvo, el muchacho se puso a pensar y salto con la solución “Hace unos días despidieron a la repostera de un restauran a la vuelta, ella siempre me daba comida”, Anahí lo medito y se preguntó de inmediato el porqué de su despido, tal vez no era tan buena como la que acababa de perder, “Anahí, ella es la mejor, la despidieron por darle comida a un amigo”, aquello decía más de lo que necesitaba saber y desde el día siguiente, la mujer enloquecía a sus clientes con su delicada variedad de exquisiteces.

- ¡Se va a enfriar el café! ¡Y los panqueques! ¡Y los croissants! –Grito Sara desde la cocina, Anahí se sentó en la cama y se preguntó dónde iba a contener todo aquello que la mujer había gritado.

- ¡Me vas a hacer engordar! –vociferó mientras se levantaba de la cama con una sonrisa, mientras caminaba podía sentir la mezcla de aromas que salía desde su cocina, pero fue cuando entró que se sorprendió -¿Y esto?

- O cocinaba aquí o me iba a las cinco de la mañana al café a preparar todo para el día –dijo la mujer guardando los muffins en una caja y dejando los croissants sobre otra.

- No tienes por qué ser tan responsable siempre –dijo Anahí abrazándola desde el frente, enrollando sus brazos a su espalda, sonriendo mientras le daba un corto beso, que poco a poco dejo de ser corto y las imágenes de la noche anterior se colaron por su memoria.

Un mes Sara la paseo de cita en cita, apenas cerraban el café recorrían la ciudad y los fines de semana si no era el cine era el teatro, siempre había un panorama con ella, incluso en el club se las encargaba para hacer de su noche algo extraordinario, por eso no fue sorpresa comenzar a ver una frecuente sonrisa en el rostro de la morena, siempre había un recuerdo que la hacía sonreír y cuando Sara menos se lo esperaba, hace un mes atrás, Anahí le dio el primer beso; no salieron fuegos artificiales al contacto de su boca, ni tampoco una de las dos levanto una de sus piernas como en las películas antiguas, pero aquello no quería decir que había sido un mal beso, solo decía que en la vida había habido besos mucho mejores y eso llevo a Anahí a tomar las cosas con calma, con tanta calma que solo la noche anterior la había llevado a la cama por primera vez, de pronto era libre, al menos eso quería creer.

- Insisto, me vas a hacer engordar con todo esto –murmuró Anahí dando una mascada al panqueque sobre su mano, haciendo un gesto con su rostro acompañado de una única queja de su boca, que era todo menos una queja.

- Creo que ese sonido también lo escuche anoche –Sara se burló mientras reía. Anahí le lanzó una servilleta sobre su rostro mientras entrecerraba sus ojos con gracia.

- Esas burlas no te van a llevar a ninguna parte

- ¿Sigo a prueba entonces? –preguntó la mujer haciendo un puchero

- No… lo sé, lo voy a pensar –respondió Anahí sonriendo. Sara se levantó de su asiento y se acomodó en las piernas de la morena, sonriendo mientras la que era su jefa sujetaba con fuerza sus piernas. Cuando Sara se acercó a su boca, no hubo mucho más que decir, las paredes contuvieron los sonidos que salieron de sus bocas y el desayuno que se mantuvo sobre la mesa terminó enfriándose.

**

El sonido del metro que pasaba todas las mañanas cerca de su departamento la despertó como nunca, ni siquiera quiso abrir los ojos, era sábado y no tenía que trabajar, iba a ser un día de estar en casa sin hacer nada, ver algo de televisión y escuchar un poco de música, pero entonces las imágenes del día anterior llegaron a su cabeza y antes de abrir sus ojos sintió su cuerpo, completamente desnudo bajo las sabanas. La necesidad de gritar se había vuelto inminente, en que momento acepto salir con sus compañeros de trabajo, se preguntó, fue entonces que con cautela abrió sus ojos para mirar a su derecha, no se sorprendió con la cabellera rubia a su lado, si algo tenía Abrielle era que no importaba lo ebria que estuviese, siempre recordaba.

El agua de la ducha cubrió su rostro e intento recordar que se hacía en aquellos casos, había pasado demasiado tiempo desde la época en que se acostaba con personas solo por diversión, tanto que parecía otra vida y no quería volver a ella, lo había evitado por tanto tiempo. No habían pasado veinticuatro horas desde que supo que la mujer con la que seguía soñando había seguido su vida, tenía rabia, claro la rabia la había hecho llevarse a la rubia que hacia su internado en la estación con ella, o tal vez habían sido la ronda de Ouzeros que no hacía sino recordarle otra vida, una más reciente.

No importaba lo que había sido, golpeo con su mano la pared que estaba a su lado e intento con todas sus fuerzas suprimir las lágrimas que querían salir a toda costa, se arrepentía, se arrepentía como nunca de que alguien más borrara los besos que seguían marcados sobre su piel, que otras manos la hubieran recorrido de la forma en que aquellas lo hicieron, no quería olvidarla, por nada del mundo quería superarla, si era necesario se la quería llevar por toda la vida dentro, ahora lo sabía mejor que nunca, lo que no sabía era como le iba a decir a la mujer que estaba sobre la cama de la que se había escabullido que no iba a existir una historia entre ambas. Y sabía que la rubia lo quería, lo sabía por la forma en que la miraba, en que le hablaba cuando nadie más estaba presente.

Abrielle cerró la llave y el agua se detuvo, fue entonces que oyó el movimiento en su cuarto, probablemente era ella vistiéndose, al menos eso fue lo que pensó mientras enrollaba una toalla en su cuerpo.

Cuando dejó su baño y entró a su cuarto la rubia estaba vestida, sentada sobre su cama y esperando un “hola”, claramente no se lo iba a hacer fácil. Abrielle pensó en los pros y contras de pedirle que se fuera, tan rápido como los de pedirle que se quedara, y la segunda opción era mucho menos dañina que la primera y en contra de su voluntad habló.

- Si quieres puedes preparar café mientras me visto –dijo dejándoselo a ella

- Quiero, ¿Tú quieres? –preguntó regresándole la decisión

- Quédate. –respondió Abrielle y de pronto la idea de no pasar el día sola no era tan mala.

Fue inevitable no sentir el aroma del café recién hecho desde su pieza mientras se vestía y se sintió tan idiota por tener siempre el paquete de café para preparar de “Art&Coffe”, adoraba aquel café, al menos eso se había metido en la cabeza cuando iba a la sucursal de Santiago de la cafetería, pero ahora todo parecía demasiado distorsionado y por una milésima de segundo soñó que quien estaba en su cocina era otra persona, una un poco más baja, morena y de unos ojos soñados, fue tan solo una milésima de segundo, porque después de pensarlo la rabia le llego tan fuerte, que simplemente quiso mandar todos sus recuerdos a la mierda y continuar con su vida.

- Me gusto el café –dijo la rubia con una sonrisa –es de aquella cafetería en el centro ¿Cierto?

- Sí, ¿has ido alguna vez?

- Sí, hace un tiempo tuve una cita en aquel lugar, no me trajo mucha suerte te diré

- ¿Por qué? Si se puede saber claro.

- Sí, se puede saber. Mala idea llevar a alguien que no tiene idea de arte y de literatura a un lugar así. Era linda, pero sin cultura.

- Si lo ves de otra manera diría que te trajo suerte, por lo menos ahora no está en tu vida –dijo Abrielle y de pronto recordó como mirar con cierto deseo en su mirada, tanto que la chica frente a ella se sonrojó.

- Cierto, me trajo buena suerte.

Abrielle se preguntó por qué no se había dado la oportunidad de conocerla, pero claro, la respuesta le llego de inmediato a su cabeza, fue entonces que se lamentó por todo el tiempo perdido, ese fue el momento en que Abrielle dejo de sentir y que la rubia con la que había pasado la noche siguiera frente a ella no significaba que de pronto iba a volver a tener una relación. No. Lo que Abrielle quería era volver a vivir.

La tarde llegó y la rubia había dejado el departamento, no sin antes dejarle un pequeño recuerdo de la noche anterior, Abrielle se había sonreído, le gustaba la altura de la mujer, le gustaba el cuerpo y su voz, pero no sabía cuánto más le podía gustar, lo que si sabía era que había dado un paso al lado, ni siquiera adelante, ya no quería seguir por el mismo camino, Abrielle quería uno completamente distinto y en eso se iba a centrar de ahora en adelante.

- Hola colorina –dijo su mejor amiga al teléfono cuando al fin se dignó a llamarla

- Hola yegua –dijo Abrielle sonriendo de sus propias palabras

- ¿Cómo estás? –preguntó Rocío sabiendo cómo habían quedado las cosas la última vez que hablaron

- Mejor –dijo tomando algo de aire – ¿Es normal que me de rabia?

- Es necesario que la tengas –respondió Rocío

- ¿Es feliz? –preguntó Abrielle sintiendo como algo se perdía en su pecho

- Se ve feliz, no sé si lo es, Max dice que hace mucho no la veía sonreír por nada

- Y hace cuanto que esta con alguien

- Dos meses –respondió Rocío intentando ser lo más honesta posible, si la rabia le estaba ayudando a su mejor amiga superar algo que debió haber superado meses atrás, entonces ella iba a incrementar aquella rabia.

- ¿Y recién me lo cuentas?

- Bri. No estás bien. Llevas meses sin estar bien. Hueón llevas más de un año igual, no quería hacerte sentir peor. A demás siempre estaba la posibilidad de que no fuese nada

- Claramente no lo es –dijo Abrielle haciendo tronar los dedos de su mano contra su pierna, sintiendo la ira recorrer su cuerpo – ayer me acosté con la rubia –dijo Abrielle, nunca le había dado su nombre, siempre fue “la rubia”

- ¿Perdón? –dijo Rocío intentando ingresar la nueva información a su cerebro.

- Tenía rabia, era supuestamente una salida con los chicos y ella igual estaba invitada, de pronto estábamos en un club y el trago de la noche era un Ouzero, ¡un Ouzero ro! Anda a cualquier club y pídelo, no existe hueón, pero ahí tiene que existir.

- Ya ¿Y cómo se llama el club?

- “Brick” o algo así –respondió Abrielle, sintiendo solo el silencio al otro lado de la línea – ¿Ro?

- Anahí abrió ese club hace cinco meses, con el socio del café –dijo Rocío dejando a Abrielle en estado de shock - ¿Bri?

- Sería tan fácil desaparecer, escaparme Ro, irme lejos, tan lejos que nadie pueda alcanzarme, sin embargo quiero estar aquí, porque aquí estoy en el medio, porque sé que ella está a dos horas de mi –Abrielle tomó aire e intento contener las lágrimas que siempre querían dejar su cuerpo, pero una vez más fracaso –hace unas horas atrás me dije a mi misma que quería vivir, que ya basta de tenerla en mi cabeza, que iba a seguir mi vida, pero siempre termina cruzándose en mi camino sin estar Ro, siempre, y ahora quiero lo opuesto a vivir, estoy cansada de tenerla aquí, cansada. – ya ni siquiera le preocupaba estar llorando, o que la voz le saliera distorsionada o decir exactamente lo que tenía dentro.

- Abrielle… -dijo Rocío con preocupación –no vas a hacer una estupidez

- Quiero que esto pare ro, quiero gritar y que me lo quiten de una vez, porqué tuve que sentir tanto, porqué me tuve que embriagar tanto de ella, ni siquiera un puto psicólogo fue capaz de darme una explicación lógica.

- Oye, para, por favor Abrielle, está bien que sientas todo eso, te entiendo amiga, te juro que lo hago, pero tienes que tranquilizarte.

- No quiero tranquilizarme, he estado tranquila por demasiado tiempo, desde un principio me dije a mi misma que había acabado y sin embargo seguí sintiendo, seguí soñando que un día iba a venir a tocar mi puerta para rogarme que lo intentáramos, porque nunca fracasamos Ro, fue mi estúpido pasado quien tuvo la culpa, fui yo misma, yo.

Rocío miró la hora en su celular y no lo pensó dos veces, nunca la había oído así, nunca la había notado tan desesperada, quería estar ahí, quería estar con ella, abrazarla, hacerla entender que la vida seguía.

- Bri, hagamos algo, yo voy para allá ahora, en veinte estoy en el aeropuerto y antes de que te des cuenta estaré allá, pero por favor no hagas una estupidez

- Voy a estar bien Ro, no es necesario

- Ya, me da lo mismo, yo ya voy saliendo de mi casa –respondió Rocío, la conocía demasiado bien, tanto que ni siquiera se molestó en poner algo en una maleta, no. Ella simplemente tomo su cartera de mano, su billetera y las llaves de su auto.

- Ro, no vas a encontrar vuelo, tranquila, ya veré como me tranquilizo

- ¿Acaso no me quieres ver? –preguntó Rocío haciéndola sonreír, incluso con el rosto empapado y Rocío podía sentir aquella sonrisa sin verla

- Siempre te quiero ver –respondió la pelirroja y antes de subirse al auto, Rocío se despidió y corto la llamada.

**

El club estaba listo para una noche especial, después de muchos intentos había conseguido a la mejor dj del momento para que pinchara en su club, aquello no sucedía todos los día y el ver las luces nuevas y la decoración en las paredes hacia que su corazón palpitara de excitación, aquel iba a ser un día para recordar.

- Max llamaste a la productora –dijo Anahí repartiendo las pulseras para la noche

- Sí en eso estaba –respondió Max sonriéndole de una manera especial –así que antenoche fue la noche

- ¿Cómo? –preguntó Anahí sabiendo exactamente de lo que estaba hablando

- No te hagas, sabes de lo que estoy hablando

- No sabes nada

- Sé que andas sonriendo peor que idiota –dijo Max riéndose en su cara

- Fue mágico, como si hubiese tocado el cielo Maxi, te prometo que me tiene mal esta mujer, muy mal

- ¿Te estás enamorando?

- No lo sé, esa palabra es un poco grande

- Me alegro que estés feliz en todo caso –respondió Max antes de que su celular sonara, con la mano hizo un gesto para que Anahí esperara y contesto la llamada de la mujer que amaba.

La llamada no duró más de tres minutos, Rocío dio una explicación tan ilógica como deshonesta, no quería que Anahí se enterara y ella sabía dónde estaba Max, tanto como tenía claro que el que era su novio no le ocultaba nada a la morena, absolutamente nada.

- ¿Qué pasó? –preguntó Anahí cuando vio el desconcierto en el rostro de su mejor amigo al cortar la llamada. Max la miró y levanto sus hombros en señal de no entender absolutamente nada.

- Rocío dice que está en el embarque para tomar un vuelo a Santiago, que encontró un pasaje de milagro, que no lo puede explicar hora, pero que Abrielle colapso por algo del trabajo. –Anahí se paralizo de solo escuchar su nombre, tal vez si hubiese oído la verdadera razón de aquel vuelo, su reacción hubiese sido otra, sin embargo no pudo dejar de preocuparse.

- ¿Está bien?

- No lo sé, dice que me llama en cuanto llegue –dijo Max notando el cambio en el rostro de la morena -¿Tú estás bien?

Anahí estuvo a punto de contestar cuando cierta mujer que hasta unos minutos atrás no salía de su cabeza se apareció por la entrada del club, quitando cualquier respuesta de sus labios, incorporándose en camara lenta a sus pensamientos, como si tuviese que recordarse a sí misma que era en ella en quien tenía que pensar. En nadie más que ella.

El punto de partida de Anahí siempre era el amanecer, siempre veía las cosas de otra perspectiva, aquella noche había sido un éxito, sin embargo a la mitad de ella tomó la mano de Sara y la saco del lugar, necesitaba por feo que sonara en su cabeza “usarla”, aprovecharse de su cercanía, de su permanencia para quitar lo que por horas había estado rondando su mente y ella sabía que ya no sentía nada, lo tenía sumamente claro, sin embargo le seguía importando. No importo cuanto llenara su mente con besos y caricias, Anahí había despertado con la necesidad de saber si la pelirroja que había asaltado sus pensamientos estaba bien.

La nostalgia atrapo su pecho cuando vio la cabellera negra y desordenada que estaba sobre una de sus almohadas, sin querer una sonrisa se dibujó en sus labios, pero no era una feliz como a las que se estaba acostumbrando, no. Ésta sonrisa casi lloraba a carcajadas por todo lo que estaba sintiendo en su pecho. Aquello era mucho más de lo que quería soportar y una vez más hizo lo que se le había vuelto cotidiano, encerró lo que sentía en un rincón de su alma y se prohibió seguir sintiendo.

**

Maximiliano había llamado toda la mañana a Anahí, tanto como había llamado a Rocío, sin embargo ninguna de las dos mujeres de su vida le contestaba y opto por ir en busca de la que estaba más cerca. Cuando llego al departamento de la morena tocó el timbre, nunca lo hacía, sin embargo Anahí podía no estar sola, entonces lo prefería, tres veces tocó el timbre ante de que una zarrapastrosa Anahí abriera la puerta, con el ceño tan fruncido como su ánimo.

- ¿Estás sola? –preguntó Max entrando sin pedir permiso

- ¿Ves a alguien más?

- Estás enojada –afirmo Max, sentándose en el sofá – báñate y vístete, necesito que cumplas con tus deberes de padrino –Dijo Max sonriendo. Anahí lo miro como si hubiese visto la cosa más extraña del mundo y luego sonrió.

- ¡Maximiliano Robles! ¡Me estas hueviando!

- No. Pero primero el anillo y después tengo que preguntar, si me dice que sí, te tienes que parar a mi lado en el altar

- A lo gringo –dijo Anahí corriendo a darle un abrazo –Nunca pensé que iba a ver el día en que una mujer te atrapara de verdad Maxito –sonrió la morena abrazada con fuerza a él.

- Ya lo había pensado mucho –dijo el hombre rompiendo el lazo que mantenían –pero después de pasar una noche sin ella, desperté y fue como si sonaran trompetas en el cielo. La peor noche de mi vida –Anahí sonrió ante aquella confesión, si alguien sabía lo que se sentía la primera noche, era ella, la diferencia era que para Max, aquello había sido para mejor.

- Entonces, anillo –dijo Anahí corriendo al baño – ¡veinte minutos!

- Que sean treinta, maquilla tu rostro por favor te ves horrible

- ¡Idiota! –gritó Anahí desde el baño.

Los treinta minutos de pronto se volvieron cuarenta, pero más temprano que tarde ambos salieron del brazo en busca del que sería en anillo de compromisos de Rocío. La mitad del trayecto Max preguntó si rocío diría que sí, que si había una posibilidad de oír un no y la misma mitad Anahí le dijo que Rocío tenía que ser una tonta si le decía que sí y aunque fuese el peor “madrino” (como se auto-proclamo) del mundo, ella la iba a convencer de que no se casara hasta el día de la boda, pero por muy convincente que sonara, Max adoraba su absurdo sentido del humor.

- Éste –dijo Max mirando a la mujer frente a él, pero cuando dio vuelta su vista a su amiga, estiro su boca en un puchero, aquella mirada la había visto demasiadas veces en una tarde

- Si me llegan con ese anillo a pedir matrimonio te digo que no sin pensarlo

- Anahí, es la enésima vez que me sales con lo mismo

- Max, no quiero decir que estos anillos sean baratos, pero el anillo debe valer al menos un año de sueldo, y yo te pago mejor que eso –contesto sonriendo

- ¿No eran tres meses de sueldo?

- Sí, cuando ganas poco, ahora señorita –dijo mirando a la mujer coquetamente – me puede mostrar la artillería pesada.

La mujer frente a ellos les pidió que la acompañaran a otro salón, cuando llegaron les pidió que se sentaran en una de las sillas frente a un escritorio y con una enorme sonrisa en su rostro saco de una caja fuerte una caja azul, con diez anillos que podían deslumbrar a cualquiera. Anahí se sintió maravillada, el primer anillo que vio y le llamo la atención lo imagino en cierta mano, fue inevitable no hacerlo, entonces intento con su mejor habilidad de persuasión que aquel no fuese escogido por su mejor amigo.

- Podría comprarme el deportivo que quiero con uno de estos

- Max –dijo Anahí mirándolo seriamente

- Eres el peor madrino de la historia Anahí. – La mujer frente a ellos cada vez reía más, sin hablar de la comisión que ganaría por vender uno de los anillos que llevaban años guardados.

- Éste –dijo Maximiliano sintiendo que sus ojos se humedecían, de pronto el anillo frente a sus ojos se iba a ver perfecto en la mujer de sus sueños – lo pueden grabar por favor – dijo Max sonriendo.

- Pero Max y si dice que no –dijo Anahí antes de que la mujer le dijera que sí.

- Si me dice que no, cuando vea que está grabado cambiara de opinión y si no lo hace, entonces haré que lo haga.

**

Dos días llevaba Rocío en el departamento de Abrielle, si intentaba hacer memoria de la última vez que había visto a la pelirroja en aquel estado, no lo recordaba, ni siquiera cuando sus padres la humillaron había estado de esa forma. Por meses había creído que estaba bien, que había continuado su vida, sin embargo recién ahora estaba saliendo del estado de shock en que había estado por más de un año, recién ahora Abrielle sentía que comenzaba a superarlo y Rocío se alegraba de poder estar ahí con ella.

Abrielle abrió sus ojos y vio a su mejor amiga con un tazón de café a su lado de la cama, le sonrió sin decir nada mientras le pasaba uno propio, el vapor que salía imponente de el tibio objeto en sus manos se impregno en ella y Rocío vio sutilmente una sonrisa en sus labios, tan sutil y a la vez tan presente, que ella no pudo dejar de imitarla.

- Buenos días. –dijo Rocío buscando su mano desocupada para acariciarla

- Buenos días, que rico despertar así. Gracias –respondió Abrielle atrayendo su mano para darle un pequeño beso en ella, la pelirroja no sabía cómo expresar todo el agradecimiento a su mejor amiga por estar con ella, cuando más la necesitaba.

- Nada de gracias, quiero ir a comer a algún lugar y tú me vas a invitar –afirmó Rocío mientras bebía su café

- Como usted mande

- Ah, te llamo una tal Camila, dijo que le devolvieras la llamada cuando pudieras

- ¿Camila? –Preguntó Abrielle bajando el mug de sus labios, fue entonces que sonrió –La rubia –completo mirando a Rocío

- Ni siquiera te acuerdas de su nombre Bri.

- No me acuerdo ni del mío por estos días y por mucho que adore tenerte conmigo, hay uno que debe estar recordándote como loco ahora

- Lo llame está mañana, dice que no puede dormir solo, pero que entiende y que te manda saludos, que espera que estés bien.

- Ro. ¿Qué le dijiste a Max?

- Que habías tenido un problema en el trabajo, que habías colapsado y estabas sola, por eso viaje de inmediato, él sabe que no tienes a nadie.

- Ah.

- ¿Preferirías que le hubiese dicho la verdad?

- ¡No! –Contesto la pelirroja de inmediato –preferiría que esto no hubiese pasado

- Pero te paso, mejor ahora que en diez años más. Eres bien lenta te diré.

- Ya lo sé. Pero al menos tú estás aquí.

- Siempre que me necesites voy a estar. Ahora dime, qué posibilidades tiene la rubia.

- Ninguna –respondió Abrielle honestamente, no quería una relación, al menos no por ahora –cuando esté bien realmente, me daré una oportunidad, ahora no quiero nada.

- Abrielle. –Rocío dijo su nombre en tono de reproche, pero Abrielle tenía claro el tiempo que había pasado, no necesitaba que se lo recordaran.

- Ya lo sé, si no sigo aferrada a algo que fue una simple fantasía

- ¿Una fantasía?

- Sí, es como si nunca hubiese existido, todo fue producto de mi imaginación y no pretendo seguir aferrada a algo que no es real.

- Fue real Bri.

Rocío respondió y Abrielle hizo como si no lo había escuchado, había tardado, pero ahora vivía todo lo que debió vivir hace más de una año atrás y si decir que todo había sido falso le ayudaba a superarlo, eso seguiría haciendo.

**

Con el transcurso de los días Abrielle se sintió mejor, Rocío se despidió después de una semana de hacerle compañía y la pelirroja sintió tardíamente que podía respirar sola. El mismo día que Rocío la dejó, ella volvió a la estación, nunca se habían alegrado tanto de verla como aquella mañana y Abrielle se sentía acogida como nunca antes.

El mundo podía volverse tan pequeño a sus pasos, cuando Abrielle Domínguez se desplazaba su mundo se detenía, no había quien no la mirase con ojos de hambre y por primera vez en mucho tiempo Abrielle había recordado lo que aquello le provocaba, aquel día Abrielle recordó muchas cosas, tantas que su mundo volvió a tener un sentido, aunque como siempre todo se volviese negro en menos de un segundo.

Abrielle entro a la sala de reunión e intento recordar cuales fueron los motivos por los que se prohibió quitarse la vida tantas veces, pero ninguno parecía servirle de suficiente argumento, el nuevo editor periodístico del canal estaba sentado al centro de la sala y su rostro tenía el mismo gesto que el de ella cuando reconoció su rostro. Abrielle se preguntó por qué no había denunciado al hombre cuando pudo, pero quien era ella en esa época para denunciar, no hubiese sido la primera que lo intentara y se rieran en su cara simplemente por ser una prostituta, porque ahí el termino escort no exista, ella había sido una prostituta, eso le había gritado el asqueroso hombre al oído el día en que había tomado de ella mucho más que una noche de trabajo.

- Renuncio –dijo Abrielle mirando al presente a los ojos, sin que le importase que aquello no debía decírselo a él. Nada importaba, la ahora ex periodista del canal no iba a pasar sus días presentándose ante aquel intento fallido de ser humano. No. No iba a tener miedo de quedarse hasta altas horas de trabajo pensando que en cualquier pasillo se lo iba a cruzar. Antes de que nadie pudiese decir nada repitió –Renuncio –Salió de la sala, busco sus cosas y como si se la llevara el viento, camino fuera del lugar sin mirar atrás por un segundo, negando con su cabeza ante la ironía de que justo tenía que ser él, como si la vida no le hubiese hecho suficiente daño, ahora se reía de ella en su cara, mientras la pelirroja intentaba caminar con su frente en alto.

La llegada a su departamento fue fría, vacía, casi inexistente, se sentó en su sofá y la vida pasó ante sus ojos, no pensaba quitarse la vida, no, pero si intentaba repasar todas y cada una de las cosas que la hacían mantenerse en pie y fue inevitable que cierta morena no se paseara por su mente, como un fantasma removiendo todo lo que estaba tan reciente sobre su pecho, absolutamente todo.

Abrielle no quería quedarse en la ciudad, no podía, ahora estaba cesante y la idea de buscar trabajo en su antigua ciudad se pasó por la cabeza, pero también la idea de tomar un nuevo rumbo, aquel pensamiento le dio una esperanza, como si el poner todas sus fuerzas y pensamientos en algo nuevo le trajera un aire de paz, fue entonces que sonrió, planto una meta en su cabeza y la llevaría a cabo. Quiso contarle a su mejor amiga lo que había decidido y se preguntó si ya había aterrizado, recién ahí miro su celular para encontrarse con cuatro llamadas perdidas de ella, sonrió mientras devolvía la llamada.

- ¿Estás viva? –pregunto cuando escucho el típico “aló” al otro lado de la línea.

- Sí –dijo Rocío con cierta alegría en su voz –Al fin me contestas, tengo una noticia para darte

- Yo también, lanza tu primero

- ¿Te gustaría ser mi madrina de matrimonio? –preguntó Rocío. Abrielle podía oír la risa de Max al otro lado de la línea.

- ¡Mentira!

- ¡Verdad!, estaba esperando mis maletas cuando veo este letrero gigante que dice “Ro, te casarías con este tonto enamorado.” –dijo Rocío con emoción

- ¡Dime que lo grabaron por favor!

- Sí, lo veras en la cena de compromiso, porque como mi madrina tienes que estar aquí.

- Y como fue, le dijiste que si como una loca, o te quedaste callada, ¡cuéntame!

- Primero lo reté, por tonto, como me hace eso con tantas personas en el aeropuerto, después le dije que sí.

- ¿Y el anillo?

- Ahí me lo mostró, es hermoso –respondió la mujer mirando el diamante que adornaba su mano –dice “R y M” adentro, Bri, me voy a casar –dijo la mujer a punto de llorar

- Que ganas de abrazarte amiga, felicidades, para los dos, dale un beso a Max de mi parte, dile que pronto iré a tener la conversación con él

- ¿Qué conversación?

- Esa de que si te hace algo, lo cortare en pedazos y alimentare a las bestias con su carne

- Yo le digo –dijo Roció seriamente, fue entonces que recordó - ¿Cuál era tu noticia?

- No importa ahora, esto es un notición, llámame cuando te hayas bajado de la nube –dijo Abrielle sonriendo

- Si esperas aquello no llamare nunca, ¿Estás bien?

- Sí, es solo que renuncie, pero no importa, tome una decisión, cuando llegue te la cuento

- ¿Cuándo llegues?

- Sí, no creerás que me voy a perder la organización de tu boda.

- Bri, hay algo que debo decirte si –dijo Rocío con cautela

- Lo imagino Ro, no te preocupes, tengo claro que es su mejor amiga, después de todo si no fuese por nosotras ustedes no se hubiesen conocido. Algo bueno que haya quedado de aquello

- Sabes que eres la única amiga a la que amo ¿Cierto?

- Sí, pero deberías decirlo más seguido.

La llamada termino antes de que Abrielle comenzara a llorar, algo de todo aquello le molestaba, tal vez era una mezcla de todo; el descubrir quién iba a ser su nuevo jefe, el renunciar a causa de él, o tal vez simplemente era que por más que fuese su mejor amiga y la amara de la forma en que lo hacía, el hecho de que todo le resultara bien le daba algo de envidia, aunque mucho más que eso, era que todo siempre terminaba arrastrándola a la morena, no importaba cuanto lo evitara, hacia menos de diez minutos estaba planeando largarse a otro país y empezar a escribir el libro que por años había deseado y ahora ahí estaba, pensando en volver a la ciudad de la que un día corrió.

Cuando las lágrimas cesaron, Abrielle decidió que era la última vez que lloraba, que había optado por una vida, que el libro lo iba a escribir si o si, no importaba donde estuviese y que era la hora de ser la Abrielle Domínguez que todo el mundo veía al mirarla, una con la cabeza en alto, deseada, admirada, una a la que nadie podía reprocharle su pasado, porque está Abrielle ya no tenía un pasado.

**

Eran las tres de la tarde en punto cuando Anahí sintió como si la estuviesen jalando del pecho, como si algo más fuerte que ella la hiciera querer caminar, llámesele coincidencia, casualidad o simplemente fuerza de atracción, pero aquella fue la misma hora en que Abrielle puso un pie en tierra firme.

Anahí no sabía que regresaría, Max había evitado contárselo, por la sencilla razón de que la veía feliz y tenía miedo de que al decírselo la morena desistiera de su relación con Sara, porque por más que le repitiera una y otra vez que se estaba enamorando, Maximiliano Robles sabía mucho más que eso,  Max era el único que la conocía en su plenitud y por más que pudiese engañar a Sara con lo que sentía a él nunca lo iba a engañar.

Abrielle espero con paciencia su maleta, cuando al fin la tuvo en sus manos se giró y vio a su mejor amiga al lado de su prometido, las sonrisas en sus rostros eran tan grandes como el anillo que podía ver desde la distancia Abrielle. Había pasado un mes desde la propuesta y todo marchaba sobre ruedas, Rocío había planificado la cena de compromiso para esa misma noche, necesitaba que Abrielle estuviera con ella para poder festejarlo como quería.

Mientras caminaba hacia los brazos abiertos de Rocío, Abrielle repaso el último año, el último mes, el cruzarse de golpe con quien había sido y con quien era, el dejar atrás uno de sus sueños para perseguir otro, recordaba en especial cuando al fin a la semana de estar comprometida Rocío, le conto el motivo de haber renunciado y como su mejor amiga le había rogado que se volviera de inmediato, la insistencia que por días le demostró en cada llamada y aun así ella tuvo cautela, después de todo no estaba arrancando, ella iba a un encuentro con sí misma.

En la cafetería “Art&Coffe” Anahí había olvidado por completo lo que hacía menos de media hora había sentido, Sara la había llamado para que probara una receta nueva para un chocolate y una vez más como siempre habían terminado besándose es uno de los mesones, la imagen era común para los chicos que trabajaban en el lugar, apenas abrían la puerta y veían a Sara sentada en el mesón, mientras Anahí estaba de pie frente a ella comiendo su boca, cerraban la puerta y con una sonrisa juguetona le prohibían a cualquiera que entrara a interrumpir. Sara siempre hacia que Anahí se olvidara del mundo con un beso, con el tiempo, cada vez que la besaba, Anahí se sentía en las nubes, mejor aún, sobre ellas.

- Creo que han abierto la puerta dos veces –dijo Sara separándose de su boca

- Una vez –respondió Anahí y volvió a capturar el labio inferior de Sara entre sus dientes – ¿Qué le pusiste a ese chocolate?

- ¿Porqué? –preguntó Sara con media sonrisa en su rostro

- No sé, de pronto solo quiero besarte

- Creo que eso no lo causo el chocolate

- ¿Ah no?

- No –respondió Sara besando rápidamente su boca –Tu siempre quieres besarme, con o sin chocolate

- Cierto. Pero tú con chocolate sería una buena idea –susurró sensualmente Anahí

- ¡Ya basta! –grito Sara incapaz de contenerse, si seguía de esa forma terminaría haciéndole el amor a la mujer en plena cocina y eso jamás iba a pasar –Ve a trabajar, yo tengo que terminar este chocolate.

- Aguafiestas –regañó Anahí mientras se alejaba para que la repostera volviera a sus quehaceres – Tienes una hora, recuerda que está noche tenemos la cena de compromiso y quiero ir a casa temprano para llegar a la hora

- A sus órdenes jefa.

Anahí atravesó la puerta vaivén de la cocina y algo hizo clic en su interior cuando ni siquiera lo pensaba, la cena de compromiso de Max y Rocío era aquella noche, ella debía estar ahí, tenía que estar ahí, era su mejor amiga, sin embargo no sintió ansiedad, ni nerviosismo, Anahí estaba tranquila, al menos por ahora.

**

Abrielle no había regresado para quedarse en un hotel, ni para estar de allegada en la casa de su mejor amiga, con suerte y tecnología había dado el paso de comprar algo propio, después de todo lo que había ahorrado en su vida, el departamento que vendió antes de partir de Santiago y el finiquito que por cortesía le pagaron en el que había sido su trabajo por más de un año, Abrielle compro un piso completo, alejada del centro de la ciudad, un departamento cercano al mar que normalmente estaría fuera de su alcance, pero la suerte había jugado a su favor y aquel había sido rematado por embargo. Cuando entraron al lugar Abrielle lo encontró más hermoso que por las fotos, tenía dos piezas, dos baños, sala de estar y una cocina enorme, sin hablar de los muebles que venían con él, tal vez era hora de que la vida le comenzara a sonreír de verdad.

- Abrielle la vista es hermosa –dijo Max parándose en el balcón que daba al mar

- Demasiado, creo que va a ser más que inspiradora para escribir –respondió Abrielle esperanzada

- Es la mejor vista que pudiste encontrar Bri –dijo Rocío tomando de su mano mientras Max seguía admirando el mar delante de sus ojos.

- Estoy bien –dijo Abrielle antes de que Rocío tuviese la oportunidad de preguntar

- No te he preguntado nada

- Para allá ibas

- ¿De verdad lo estás?

- Ro, estoy tan bien que tengo ganas de ir a pararme al balcón y gritarlo, todo pasa por algo y todo es para mejor, ahora por fin podré escribir el libro que siempre soñé, además está el proyecto que me ofrecen en la revista para escribir en la página, todo me va a resultar bien, ya veras

- Todo eso –dijo Roció moviendo sus manos –lo tengo claro, a lo que yo me refría es a cierta cena que tenemos en unas horas, como estás con eso.

- Bien. –respondió la pelirroja secamente

- Ya. A eso me refería.

Abrielle opto por no referirse al tema, simplemente sonrió y le pidió que le mostrara una vez más el anillo que estaba en su mano. Rocío no insistió, la conocía demasiado bien para hacerlo, solo esperaba que la noche fuera perfecta, que su mejor amiga encontrara el equilibrio y que tal vez luego de ver a su ex con otra mujer, sus corazón desistiera de seguir queriendo, por mucho que aquello se viera lejano.

**

Anahí se bajó del taxi casi corriendo, Sara se reía tras ella como si le hubiesen contando el mejor de los chistes, pero no, iban tarde, lo menos que Anahí quería era llegar tarde, por algo se había ido más temprano del café, sin embargo Sara había insistido una y otra vez, hasta que se metió a la ducha con ella y ahora ahí estaban corriendo para llegar al salón lo antes posible.

- Anahí, no pasa nada si llegaos tarde, nadie te dirá nada

- Yo lo voy a saber, apúrate –dijo una vez más, pero Sara solo se apuró para tomar su mano y decirle que respirara, Anahí lo intento por dos segundos –esto solo nos está atrasando más

- Ya está bien, pero camina despacio que estos tacos me van a matar si corro con ellos.

Cuando entraron la gente estaba de pie, era una cena especial, casi un evento de gala, en el lugar estaban los padres de Rocío y Maximiliano, los amigos de la familia y los propios, el lugar estaba ambientado como si se tratara de las mejores familias del país, no lo eran, pero Max quería que Rocío se sintiera en una película y lo estaba logrando.

- Buenas noches madrino –dijo Max cuando al fin abrazó a su mejor amiga –estas no son horas de llegar

- Ya. A mí no me culpes, sabes que nunca llego tarde –Anahí se separó de Max para que saludara a la mujer que estaba su lado, mientras ella buscaba a Rocío, por un momento su pecho dio un salto, después de todo pensaba encontrarla a su lado, pero no, Rocío estaba sola y por más que deseaba preguntar, se contuvo – Hola Ro, disculpa por llegar tarde

- Nada de disculpas, faltan personas aún –respondió Rocío abrazándola – ¿Tienes listas tus palabras para tu brindis?

- Otra más, eso es el día del matrimonio Ro, no empieces con eso

- Pues lo siento –dijo Rocío riendo –Te tocara improvisar, porque ya lo organizamos. Y va a ser grabado –completo Rocío en una carcajada

- Yo te mato. A los dos –dijo Anahí seriamente

- Tranquila no eres la única que nos quiere matar –Susurro Rocío a su oído - ¿Y Sara?

- Con tu futuro viudo

- Amor nos quiere matar –dijo Rocío acercándose a Max con Anahí a su lado – no le dijiste lo del discurso

- Ella sabe sus deberes de madrino, yo le dije y no me creyó.

- Ya. Diré que eres un idiota que tuvo suerte de encontrar a esta mujer en su vida, que también es idiota por decirte que sí.

Los cuatro reían, Max respondía las palabras de su mejor amiga cuando Abrielle entró al salón, Rocío fue la primera en verla y con sutileza tomo el brazo de su prometido y se disculpó caminando hasta su mejor amiga, momento exacto en el que Anahí se giró, Abrielle llevaba un vestido gris de seda, no iba ceñido a su cuerpo, pero al caminar se le marcaban todas y cada una de sus curvas; no era largo, pero tampoco extremadamente corto, suficiente para que Anahí chequeara un segundo de más sus piernas, para luego volver a subir su vista, recorriendo la figura que hacia tanto tiempo no estaba ante sus ojos y fue inevitable no sentir un pequeño cosquilleo en su pecho, cuando subió a su rostro y su vista no estaba en ella, por el contrario, en todo momento Abrielle no le corto la mirada a Rocío, sabía quién estaba tras ella, lo había visto antes de entrar, no tenía duda alguna que aquella era la morena.

- ¡Hola! –Dijo entre dientes mientras sonreía - ¿Me veo bien? –susurró a su oído cuando la abrazo, cerrando sus ojos para no ver más allá de su pequeña amiga

- Perfecta –susurro devuelta Rocío sin soltar el abrazo -¿Quieres saludar de inmediato?

- Sí –respondió Abrielle separándose de ella –como si se tratara de un parche en una herida –sonrió.

Rocío se giró y con magnificencia Abrielle camino a su lado hasta el lugar, Anahí se veía hermosa, si hubiese un día en su vida en que no se viese hermosa entonces no se trataría de ella, pensó Abrielle, intento no mirarla a los ojos, trato con todas sus fuerzas pero por medio segundo lo hizo, tan corto fue que la misma Anahí bajo su mirada después de aquello y mientras lo hacía vio a la mujer que estaba a su lado, su cabello negro, sus enormes ojos, su pronunciada boca, su porte, no era alta, era casi de la altura de la morena, “es bonita”, pensó mientras se acercaba y antes de que pudiera verla por mucho tiempo ya estaba frente a ellos.

- ¡Abrielle! –Dijo Max abrazándola antes de todos – Sara está es Abrielle, la mejor amiga de Rocío – Abrielle se sorprendió de que fuese el quien las presentaba, hasta que vio la cara de Anahí, “porqué tengo que seguir conociéndote” pensó, la morena estaba inerte mirando a la nada, queriendo con todas sus fuerzas salir corriendo de ahí – ella es Sara la polola de Anahí –dijo Max mientras Abrielle estiraba su mano, no iba a darle un abrazo, mucho menos un beso, ella era todo, menos hipócrita y podía ver como la morena con su sonrisa no tenía idea quien era ella.

- Hola Sara –dijo Abrielle girándose – Anahí Gonzales, un placer volver a verte –dijo acercándose a darle un abrazo, corto. Tan corto que Anahí hizo el ademán de volver a acercarla a ella, Abrielle había puesto su mano derecha en su espalda y Anahí pensó que estaba flotando, fue corto, sin embargo la había hecho viajar al espacio, no era justo, pensó la morena. Definitivamente no lo era.

- Hola –dijo Anahí disimulando una sonrisa - ¿Cómo has estado? ¿Cuándo llegaste? –preguntó con entusiasmo, como si la mujer frente a ella fuese una simple conocida. Pues lo era.

- He estado bien, no puedo quejarme, llegue recién hoy en la tarde

- A las tres en punto se bajó del avión –dijo Max intentando disipar el aire denso que se percibía entre ambas. Era tan notorio que Sara no tardo en entrelazar sus dedos con la morena, como si quisiera marcar su territorio, definitivamente quería marcar su territorio.

- Me van a disculpar pero me voy a robar a esta preciosura unos minutos –dijo Rocío sacando a una sonriente Abrielle del salón, tomando de su mano para llevarla hasta una sala cerrada, cuando al fin estuvieron ahí, Abrielle respiró. - ¿Estás bien?

- Basta de preguntarme eso –dijo Abrielle sacando su lado más amargo

- Te lo seguiré preguntando mientras vea que es necesario

- Estoy bien, necesitaba respirar, pero ya estoy bien, fue solo la impresión nada más, creo que estaré bien toda la noche.

Rocío vio la sinceridad en sus palabras, cuando la respiración de la colorina se tranquilizó salieron del lugar, la mirada de Abrielle inmediatamente se fue hasta la morena, Max ya no estaba, solo era ella y Sara, Abrielle sabía perfectamente de que se trataba aquella conversación y antes de que la descubrieran miró hacia otro lado, había mucha gente en el lugar como para quedarse en una esquina, mirando como su ex se demostraba cariño con su actual.

- Abrielle Domínguez –dijo una voz masculina a su espalda, cuando Abrielle se giró vio la cara de su mejor amiga en el cuerpo de un hombre, mucho más alto que su hermana, Fernando siempre le sacaba una sonrisa.

- ¡Nando Bustos! –respondió Abrielle dándole un fuerte abrazo al hombre que incluso ella estando con tacos quedaba a su altura. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que Abrielle había abrazado a Fernando que se dejó llevar en la intimidad del abrazo, bailando de lado a lado mientras el hombre aferraba sus brazos a su espalda. Cuando al fin Abrielle se soltó vio como cierta mirada estaba sobre ella, hasta que se dio cuenta que la habían descubierto y Abrielle se sonrió de ver una vez más aquel rubor en sus mejillas, no importaba que la morena ya no la estuviese mirando.

- Se encontraron –dijo Rocío sonriendo – ¡sorpresa!

- Ro no me dijiste que este idiota había llegado  -dijo Abrielle tomando la mano de Nando entre la de ella

- Era sorpresa, llego ayer y para quedarse eh, no se tal vez ahora se decida a invitarte a salir –dijo Rocío riendo.

- Yo la invite a salir cientos de veces hermanita, fue ella la que dijo que no

- Tú eres un picaflor Nando, nunca me ibas a tomar en serio

- Tú también lo eres, seríamos la pareja perfecta –dijo el hombre besando su mejilla

- Ahí te equivocas, esta de aquí –dijo indicando a su amiga –es una picaflor reformada –dijo Rocío riendo

- Abrielle Domínguez, ¿alguien se ganó tu corazón?

- Se lo ganaron y lo tiraron al pavimento –dijo la pelirroja sonriendo –después pasó un vehículo y lo arrastro.

- ¿Hombre o mujer?

- Mujer –dijo la periodista

- Demonios, si hubiera sido hombre lo mato –respondió Fernando mientras acariciaba la mejilla sonrojada de la pelirroja – Siempre podrías dejar que intentase repararlo

- Bueno, esa es mi pista para dejarlos solos –dijo Rocío riendo, siempre había soñado que terminaran juntos, aunque sabía que de una noche aquello no pasaba, eran demasiado parecidos para algo más.

- A veces me cae mal tu hermana, ¿estás seguro que son hermanos?

- De hecho creo que ella es adoptada – dijo el hombre haciendo que la pelirroja sonriera y una vez más se abrazaron, colapsando el oído de muchos con las carcajadas que salían de sus bocas, en especial de una.

Si las miradas mataran, Anahí hubiese sido condenada a la silla eléctrica, intentaba ser disimulada, intentaba no mirar del todo, sin embargo su vista terminaba cayendo en ella, en su sonrisa, en la mano que no había dejado su cintura, en los labios que besaban sus pecosas y sonrojadas mejillas, en su mano que no dejaba el pecho erguido del hombre a su lado, orgulloso de la mujer que estaba a su lado, y como no estarlo, pensó Anahí, como no estarlo si aquella mujer era un monumento, pero ella no tenía derecho a pensar aquello, no. Sacudió su vista y entrelazo sus dedos con Sara, le regalo una sonrisa e intento que las carcajadas a su espalda no dañaran sus oídos, pero después de unos minutos, dañaban mucho más que eso.

No mucho tiempo más tarde, la cena había comenzado, Anahí sentada al lado de Maximiliano con Sara a su lado y Abrielle con Fernando al lado de Anahí, después que cada uno dio su discurso propio, haciendo que algunos lloraran y otros rieran, Abrielle se acercó al oído de Fernando y susurro suavemente, “Sácame de aquí,” lo que fue suficiente para que el hombre dibujara una sonrisa perversa en sus labios, tomara su mano, y dijera un “Sorry” mientras miraba a su hermana, para sacar a la pelirroja corriendo del lugar, la mitad de los presentes conocía a Fernando, tanto como a Abrielle, los mismos que aplaudieron y rieron mientras Fernando se llevaba como a un trofeo a la pelirroja en su espalda, como si fuesen dos niños escapando de una travesura y Abrielle necesitaba eso, necesitaba que alguien la tratara de esa forma, sobre todo después de oír por tanto tiempo la voz de Anahí, de soportar los besos con la pequeña de pelo negro a su lado o sus manos entrelazadas, e incluso la forma en que a veces se miraban, con complicidad, Abrielle conocía aquellas miradas, solían ser solo para ella.

- ¿De qué se trata eso? –susurró Anahí al oído de Max

- Ni idea –respondió Max imitando su voz

- Se tienen ganas hace años –susurró Rocío con intención, después de oír el susurro en vano de la morena, si ella había escuchado, probablemente también Sara – ojala que ahora le resulte a mi hermano –completo Rocío, con rabia, la morena no tenía derecho de estar en el lugar con su polola, mientras su mejor amiga se moría por dentro, no le importo que su futuro esposo la mirara fulminantemente, ella enderezo su cuerpo y evitó mirarlo a él o a su mejor amiga.

Anahí no se quería sentir como lo hacía, ese calor en sus brazos, la forma agitada en que su pecho latía, la vena que probablemente comenzaba a notarse en su cuello, no, ella no podía sentirse de esa manera y antes de que pudiese hacer algo para dejar de sentirse así, Sara se paró de su asiento y se retiró sin decir nada, Anahí la miró retirarse, tuvo la intención de seguirla, sin embargo no se movió, no podía, había un sentimiento más grande en ella y no iba a poder mirar a los ojos a su novia sintiendo aquello dentro.

- ¿Estas bien?  -preguntó Max a su oído

- No –dijo la morena mirando algo inexistente en sus manos –al menos ya no volveré a verla hasta la boda – Max quiso callarse, pretendió no responder en ese momento y fue el silencio lo que hizo que Anahí lo mirara de forma inquisidora

- Se compró un departamento cerca del mar, renunció en Santiago y regresó –dijo Max bajando su mirada, Anahí sintió que todo comenzaba a girar, intento responderse por qué ahora, por qué no antes, cuatro meses atrás, tres o incluso dos, pero ninguna de sus dudas tenia respuesta y la morena simplemente se quedó ahí, sintiéndose tan vacía como el día en que cierta pelirroja había salido de su vida, llevándose con ella un aparte de su alma.

Nota: tengo sueño, lo revise dos veces y de seguro tiene más errores de los que corregí, lo siento, al menos es el doble de lo normal, como dos capítulos juntos. Eso. 
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