Anabrielle 7
Capítulo 7: Del Cielo a la Exosfera.
El aroma
del café la despertó con una sonrisa en su cara, sabía perfectamente bien el sabor
que aquel café tendría y aunque sí, la preparación siempre podía ser perfecta,
porque era un café perfecto, era quien lo preparaba lo que la hacía sonreír. Los
últimos meses Anahí sonreía más que nunca, se despertaba y dormía con sus
labios elevados desde las comisuras, aquello se había vuelto una costumbre y
después de la noche anterior aquella sonrisa no podía ser menos brillante.
- Buenos días bonita –dijo una sensual voz sacándola
de sus pensamientos. Anahí abrió sus ojos solo para poder verla y se sorprendió
de que estuviese con su polera de dormir, mágicamente la sonrisa se desvaneció. En qué momento se había puesto esa polera, pensó, pero no iba a afectarle, no
tenía sentido a esta altura y antes de que la muchacha preguntara por su
rostro, Anahí volvió a sonreír.
- Es mi idea o huelo café –cuestiono Anahí sentándose
sobre la cama, alzando sus ojos para ver que no había nada que cubriera las
piernas de la mujer, haciendo que una pequeña pícara sonrisa se dibujara en su
rostro.
- Hay café –dijo la mujer sonriendo, sabiendo que la
estaba mirando de los pies a la cabeza, la sensación le gustaba –pero debes
levantarte para beberlo.
Anahí bajó su cabeza en derrota mientras la mujer
desaparecía a su vista, se desplomo con todo el peso de su cuerpo sobre la cama
y simplemente sonrió. Por meses Sara había intentado conquistarla, lo intento y
lo intento, pero la respuesta de Anahí siempre fue un rotundo no, no importaba
lo que hiciera: flores, chocolates, libros, sonrisas, toques, etc. Nada hacía
que la mujer diera su brazo a torcer, hasta dos meses atrás, cuando casi por
cansancio le prometió una cita, solo una si tan solo la dejaba en paz y seguía
con su vida, solo que Anahí nunca pensó que iba a reír tanto en aquella cita,
nunca pensó que un simple tacto en su piel, iba a lograr que su cuerpo se
reactivara, que todo lo que había estado apagado de pronto viviera y entonces
lo supo, tenía que volver a vivir por completo.
Sara García trabajaba en “Art&Coffe” hacia siete
meses, desde el momento en que llego se volvió la salvación de Anahí; se había
quedado sin repostera de la noche a la mañana y no podía abrir sin los dulces
del día, hasta que Jaime la salvo, el muchacho se puso a pensar y salto con la
solución “Hace unos días despidieron a la repostera de un restauran a la
vuelta, ella siempre me daba comida”, Anahí lo medito y se preguntó de
inmediato el porqué de su despido, tal vez no era tan buena como la que acababa
de perder, “Anahí, ella es la mejor, la despidieron por darle comida a un
amigo”, aquello decía más de lo que necesitaba saber y desde el día siguiente,
la mujer enloquecía a sus clientes con su delicada variedad de exquisiteces.
- ¡Se va a enfriar el café! ¡Y los panqueques! ¡Y los
croissants! –Grito Sara desde la cocina, Anahí se sentó en la cama y se
preguntó dónde iba a contener todo aquello que la mujer había gritado.
- ¡Me vas a hacer engordar! –vociferó mientras se
levantaba de la cama con una sonrisa, mientras caminaba podía sentir la mezcla
de aromas que salía desde su cocina, pero fue cuando entró que se sorprendió
-¿Y esto?
- O cocinaba aquí o me iba a las cinco de la mañana al
café a preparar todo para el día –dijo la mujer guardando los muffins en una
caja y dejando los croissants sobre otra.
- No tienes por qué ser tan responsable siempre –dijo
Anahí abrazándola desde el frente, enrollando sus brazos a su espalda,
sonriendo mientras le daba un corto beso, que poco a poco dejo de ser corto y
las imágenes de la noche anterior se colaron por su memoria.
Un mes Sara la paseo de cita en cita, apenas cerraban
el café recorrían la ciudad y los fines de semana si no era el cine era el
teatro, siempre había un panorama con ella, incluso en el club se las encargaba
para hacer de su noche algo extraordinario, por eso no fue sorpresa comenzar a
ver una frecuente sonrisa en el rostro de la morena, siempre había un recuerdo
que la hacía sonreír y cuando Sara menos se lo esperaba, hace un mes atrás,
Anahí le dio el primer beso; no salieron fuegos artificiales al contacto de su
boca, ni tampoco una de las dos levanto una de sus piernas como en las
películas antiguas, pero aquello no quería decir que había sido un mal beso,
solo decía que en la vida había habido besos mucho mejores y eso llevo a Anahí
a tomar las cosas con calma, con tanta calma que solo la noche anterior la
había llevado a la cama por primera vez, de pronto era libre, al menos eso
quería creer.
- Insisto, me vas a hacer engordar con todo esto
–murmuró Anahí dando una mascada al panqueque sobre su mano, haciendo un gesto
con su rostro acompañado de una única queja de su boca, que era todo menos una
queja.
- Creo que ese sonido también lo escuche anoche –Sara
se burló mientras reía. Anahí le lanzó una servilleta sobre su rostro mientras
entrecerraba sus ojos con gracia.
- Esas burlas no te van a llevar a ninguna parte
- ¿Sigo a prueba entonces? –preguntó la mujer haciendo
un puchero
- No… lo sé, lo voy a pensar –respondió Anahí
sonriendo. Sara se levantó de su asiento y se acomodó en las piernas de la
morena, sonriendo mientras la que era su jefa sujetaba con fuerza sus piernas.
Cuando Sara se acercó a su boca, no hubo mucho más que decir, las paredes
contuvieron los sonidos que salieron de sus bocas y el desayuno que se mantuvo
sobre la mesa terminó enfriándose.
**
El sonido del metro que pasaba todas las mañanas cerca
de su departamento la despertó como nunca, ni siquiera quiso abrir los ojos,
era sábado y no tenía que trabajar, iba a ser un día de estar en casa sin hacer
nada, ver algo de televisión y escuchar un poco de música, pero entonces las
imágenes del día anterior llegaron a su cabeza y antes de abrir sus ojos sintió
su cuerpo, completamente desnudo bajo las sabanas. La necesidad de gritar se
había vuelto inminente, en que momento acepto salir con sus compañeros de
trabajo, se preguntó, fue entonces que con cautela abrió sus ojos para mirar a
su derecha, no se sorprendió con la cabellera rubia a su lado, si algo tenía
Abrielle era que no importaba lo ebria que estuviese, siempre recordaba.
El agua de la ducha cubrió su rostro e intento
recordar que se hacía en aquellos casos, había pasado demasiado tiempo desde la
época en que se acostaba con personas solo por diversión, tanto que parecía
otra vida y no quería volver a ella, lo había evitado por tanto tiempo. No
habían pasado veinticuatro horas desde que supo que la mujer con la que seguía
soñando había seguido su vida, tenía rabia, claro la rabia la había hecho
llevarse a la rubia que hacia su internado en la estación con ella, o tal vez
habían sido la ronda de Ouzeros que no hacía sino recordarle otra vida, una más
reciente.
No importaba lo que había sido, golpeo con su mano la
pared que estaba a su lado e intento con todas sus fuerzas suprimir las
lágrimas que querían salir a toda costa, se arrepentía, se arrepentía como
nunca de que alguien más borrara los besos que seguían marcados sobre su piel,
que otras manos la hubieran recorrido de la forma en que aquellas lo hicieron,
no quería olvidarla, por nada del mundo quería superarla, si era necesario se
la quería llevar por toda la vida dentro, ahora lo sabía mejor que nunca, lo
que no sabía era como le iba a decir a la mujer que estaba sobre la cama de la
que se había escabullido que no iba a existir una historia entre ambas. Y sabía
que la rubia lo quería, lo sabía por la forma en que la miraba, en que le
hablaba cuando nadie más estaba presente.
Abrielle cerró la llave y el agua se detuvo, fue
entonces que oyó el movimiento en su cuarto, probablemente era ella
vistiéndose, al menos eso fue lo que pensó mientras enrollaba una toalla en su
cuerpo.
Cuando dejó su baño y entró a su cuarto la rubia
estaba vestida, sentada sobre su cama y esperando un “hola”, claramente no se
lo iba a hacer fácil. Abrielle pensó en los pros y contras de pedirle que se
fuera, tan rápido como los de pedirle que se quedara, y la segunda opción era
mucho menos dañina que la primera y en contra de su voluntad habló.
- Si quieres puedes preparar café mientras me visto
–dijo dejándoselo a ella
- Quiero, ¿Tú quieres? –preguntó regresándole la
decisión
- Quédate. –respondió Abrielle y de pronto la idea de
no pasar el día sola no era tan mala.
Fue inevitable no sentir el aroma del café recién
hecho desde su pieza mientras se vestía y se sintió tan idiota por tener
siempre el paquete de café para preparar de “Art&Coffe”, adoraba aquel
café, al menos eso se había metido en la cabeza cuando iba a la sucursal de
Santiago de la cafetería, pero ahora todo parecía demasiado distorsionado y por
una milésima de segundo soñó que quien estaba en su cocina era otra persona,
una un poco más baja, morena y de unos ojos soñados, fue tan solo una milésima
de segundo, porque después de pensarlo la rabia le llego tan fuerte, que
simplemente quiso mandar todos sus recuerdos a la mierda y continuar con su
vida.
- Me gusto el café –dijo la rubia con una sonrisa –es
de aquella cafetería en el centro ¿Cierto?
- Sí, ¿has ido alguna vez?
- Sí, hace un tiempo tuve una cita en aquel lugar, no
me trajo mucha suerte te diré
- ¿Por qué? Si se puede saber claro.
- Sí, se puede saber. Mala idea llevar a alguien que
no tiene idea de arte y de literatura a un lugar así. Era linda, pero sin cultura.
- Si lo ves de otra manera diría que te trajo suerte, por
lo menos ahora no está en tu vida –dijo Abrielle y de pronto recordó como mirar
con cierto deseo en su mirada, tanto que la chica frente a ella se sonrojó.
- Cierto, me trajo buena suerte.
Abrielle se preguntó por qué no se había dado la
oportunidad de conocerla, pero claro, la respuesta le llego de inmediato a su
cabeza, fue entonces que se lamentó por todo el tiempo perdido, ese fue el
momento en que Abrielle dejo de sentir y que la rubia con la que había pasado
la noche siguiera frente a ella no significaba que de pronto iba a volver a
tener una relación. No. Lo que Abrielle quería era volver a vivir.
La tarde llegó y la rubia había dejado el
departamento, no sin antes dejarle un pequeño recuerdo de la noche anterior,
Abrielle se había sonreído, le gustaba la altura de la mujer, le gustaba el
cuerpo y su voz, pero no sabía cuánto más le podía gustar, lo que si sabía era
que había dado un paso al lado, ni siquiera adelante, ya no quería seguir por
el mismo camino, Abrielle quería uno completamente distinto y en eso se iba a
centrar de ahora en adelante.
- Hola colorina
–dijo su mejor amiga al teléfono cuando al fin se dignó a llamarla
- Hola yegua
–dijo Abrielle sonriendo de sus propias palabras
- ¿Cómo estás?
–preguntó Rocío sabiendo cómo habían quedado las cosas la última vez que
hablaron
- Mejor –dijo
tomando algo de aire – ¿Es normal que me de rabia?
- Es necesario
que la tengas –respondió Rocío
- ¿Es feliz?
–preguntó Abrielle sintiendo como algo se perdía en su pecho
- Se ve feliz,
no sé si lo es, Max dice que hace mucho no la veía sonreír por nada
- Y hace
cuanto que esta con alguien
- Dos meses
–respondió Rocío intentando ser lo más honesta posible, si la rabia le estaba
ayudando a su mejor amiga superar algo que debió haber superado meses atrás,
entonces ella iba a incrementar aquella rabia.
- ¿Y recién me
lo cuentas?
- Bri. No
estás bien. Llevas meses sin estar bien. Hueón llevas más de un año igual, no
quería hacerte sentir peor. A demás siempre estaba la posibilidad de que no
fuese nada
- Claramente
no lo es –dijo Abrielle haciendo tronar los dedos de su mano contra su pierna,
sintiendo la ira recorrer su cuerpo – ayer me acosté con la rubia –dijo
Abrielle, nunca le había dado su nombre, siempre fue “la rubia”
- ¿Perdón?
–dijo Rocío intentando ingresar la nueva información a su cerebro.
- Tenía rabia,
era supuestamente una salida con los chicos y ella igual estaba invitada, de
pronto estábamos en un club y el trago de la noche era un Ouzero, ¡un Ouzero
ro! Anda a cualquier club y pídelo, no existe hueón, pero ahí tiene que
existir.
- Ya ¿Y cómo
se llama el club?
- “Brick” o
algo así –respondió Abrielle, sintiendo solo el silencio al otro lado de la
línea – ¿Ro?
- Anahí abrió
ese club hace cinco meses, con el socio del café –dijo Rocío dejando a Abrielle
en estado de shock - ¿Bri?
- Sería tan
fácil desaparecer, escaparme Ro, irme lejos, tan lejos que nadie pueda
alcanzarme, sin embargo quiero estar aquí, porque aquí estoy en el medio,
porque sé que ella está a dos horas de mi –Abrielle tomó aire e intento
contener las lágrimas que siempre querían dejar su cuerpo, pero una vez más
fracaso –hace unas horas atrás me dije a mi misma que quería vivir, que ya
basta de tenerla en mi cabeza, que iba a seguir mi vida, pero siempre termina
cruzándose en mi camino sin estar Ro, siempre, y ahora quiero lo opuesto a
vivir, estoy cansada de tenerla aquí, cansada. – ya ni siquiera le preocupaba
estar llorando, o que la voz le saliera distorsionada o decir exactamente lo
que tenía dentro.
- Abrielle…
-dijo Rocío con preocupación –no vas a hacer una estupidez
- Quiero que
esto pare ro, quiero gritar y que me lo quiten de una vez, porqué tuve que
sentir tanto, porqué me tuve que embriagar tanto de ella, ni siquiera un puto
psicólogo fue capaz de darme una explicación lógica.
- Oye, para,
por favor Abrielle, está bien que sientas todo eso, te entiendo amiga, te juro
que lo hago, pero tienes que tranquilizarte.
- No quiero
tranquilizarme, he estado tranquila por demasiado tiempo, desde un principio me
dije a mi misma que había acabado y sin embargo seguí sintiendo, seguí soñando
que un día iba a venir a tocar mi puerta para rogarme que lo intentáramos,
porque nunca fracasamos Ro, fue mi estúpido pasado quien tuvo la culpa, fui yo
misma, yo.
Rocío miró la
hora en su celular y no lo pensó dos veces, nunca la había oído así, nunca la
había notado tan desesperada, quería estar ahí, quería estar con ella,
abrazarla, hacerla entender que la vida seguía.
- Bri, hagamos
algo, yo voy para allá ahora, en veinte estoy en el aeropuerto y antes de que
te des cuenta estaré allá, pero por favor no hagas una estupidez
- Voy a estar
bien Ro, no es necesario
- Ya, me da lo
mismo, yo ya voy saliendo de mi casa –respondió Rocío, la conocía demasiado
bien, tanto que ni siquiera se molestó en poner algo en una maleta, no. Ella
simplemente tomo su cartera de mano, su billetera y las llaves de su auto.
- Ro, no vas a
encontrar vuelo, tranquila, ya veré como me tranquilizo
- ¿Acaso no me
quieres ver? –preguntó Rocío haciéndola sonreír, incluso con el rosto empapado
y Rocío podía sentir aquella sonrisa sin verla
- Siempre te
quiero ver –respondió la pelirroja y antes de subirse al auto, Rocío se
despidió y corto la llamada.
**
El club estaba listo para una noche especial, después
de muchos intentos había conseguido a la mejor dj del momento para que pinchara
en su club, aquello no sucedía todos los día y el ver las luces nuevas y la
decoración en las paredes hacia que su corazón palpitara de excitación, aquel
iba a ser un día para recordar.
- Max llamaste a la productora –dijo Anahí repartiendo
las pulseras para la noche
- Sí en eso estaba –respondió Max sonriéndole de una
manera especial –así que antenoche fue la noche
- ¿Cómo? –preguntó Anahí sabiendo exactamente de lo
que estaba hablando
- No te hagas, sabes de lo que estoy hablando
- No sabes nada
- Sé que andas sonriendo peor que idiota –dijo Max
riéndose en su cara
- Fue mágico, como si hubiese tocado el cielo Maxi, te
prometo que me tiene mal esta mujer, muy mal
- ¿Te estás enamorando?
- No lo sé, esa palabra es un poco grande
- Me alegro que estés feliz en todo caso –respondió
Max antes de que su celular sonara, con la mano hizo un gesto para que Anahí
esperara y contesto la llamada de la mujer que amaba.
La llamada no duró más de tres minutos, Rocío dio una
explicación tan ilógica como deshonesta, no quería que Anahí se enterara y ella
sabía dónde estaba Max, tanto como tenía claro que el que era su novio no le
ocultaba nada a la morena, absolutamente nada.
- ¿Qué pasó? –preguntó Anahí cuando vio el
desconcierto en el rostro de su mejor amigo al cortar la llamada. Max la miró y
levanto sus hombros en señal de no entender absolutamente nada.
- Rocío dice que está en el embarque para tomar un
vuelo a Santiago, que encontró un pasaje de milagro, que no lo puede explicar
hora, pero que Abrielle colapso por algo del trabajo. –Anahí se paralizo de
solo escuchar su nombre, tal vez si hubiese oído la verdadera razón de aquel
vuelo, su reacción hubiese sido otra, sin embargo no pudo dejar de preocuparse.
- ¿Está bien?
- No lo sé, dice que me llama en cuanto llegue –dijo
Max notando el cambio en el rostro de la morena -¿Tú estás bien?
Anahí estuvo a punto de contestar cuando cierta mujer
que hasta unos minutos atrás no salía de su cabeza se apareció por la entrada
del club, quitando cualquier respuesta de sus labios, incorporándose en camara
lenta a sus pensamientos, como si tuviese que recordarse a sí misma que era en
ella en quien tenía que pensar. En nadie más que ella.
El punto de partida de Anahí siempre era el amanecer,
siempre veía las cosas de otra perspectiva, aquella noche había sido un éxito,
sin embargo a la mitad de ella tomó la mano de Sara y la saco del lugar,
necesitaba por feo que sonara en su cabeza “usarla”, aprovecharse de su
cercanía, de su permanencia para quitar lo que por horas había estado rondando
su mente y ella sabía que ya no sentía nada, lo tenía sumamente claro, sin
embargo le seguía importando. No importo cuanto llenara su mente con besos y
caricias, Anahí había despertado con la necesidad de saber si la pelirroja que
había asaltado sus pensamientos estaba bien.
La nostalgia atrapo su pecho cuando vio la cabellera
negra y desordenada que estaba sobre una de sus almohadas, sin querer una
sonrisa se dibujó en sus labios, pero no era una feliz como a las que se estaba
acostumbrando, no. Ésta sonrisa casi lloraba a carcajadas por todo lo que
estaba sintiendo en su pecho. Aquello era mucho más de lo que quería soportar y
una vez más hizo lo que se le había vuelto cotidiano, encerró lo que sentía en
un rincón de su alma y se prohibió seguir sintiendo.
**
Maximiliano había llamado toda la mañana a Anahí,
tanto como había llamado a Rocío, sin embargo ninguna de las dos mujeres de su
vida le contestaba y opto por ir en busca de la que estaba más cerca. Cuando
llego al departamento de la morena tocó el timbre, nunca lo hacía, sin embargo
Anahí podía no estar sola, entonces lo prefería, tres veces tocó el timbre ante
de que una zarrapastrosa Anahí abriera la puerta, con el ceño tan fruncido como
su ánimo.
- ¿Estás sola? –preguntó Max entrando sin pedir
permiso
- ¿Ves a alguien más?
- Estás enojada –afirmo Max, sentándose en el sofá –
báñate y vístete, necesito que cumplas con tus deberes de padrino –Dijo Max
sonriendo. Anahí lo miro como si hubiese visto la cosa más extraña del mundo y
luego sonrió.
- ¡Maximiliano Robles! ¡Me estas hueviando!
- No. Pero primero el anillo y después tengo que
preguntar, si me dice que sí, te tienes que parar a mi lado en el altar
- A lo gringo –dijo Anahí corriendo a darle un abrazo
–Nunca pensé que iba a ver el día en que una mujer te atrapara de verdad Maxito
–sonrió la morena abrazada con fuerza a él.
- Ya lo había pensado mucho –dijo el hombre rompiendo
el lazo que mantenían –pero después de pasar una noche sin ella, desperté y fue
como si sonaran trompetas en el cielo. La peor noche de mi vida –Anahí sonrió
ante aquella confesión, si alguien sabía lo que se sentía la primera noche, era
ella, la diferencia era que para Max, aquello había sido para mejor.
- Entonces, anillo –dijo Anahí corriendo al baño –
¡veinte minutos!
- Que sean treinta, maquilla tu rostro por favor te
ves horrible
- ¡Idiota! –gritó Anahí desde el baño.
Los treinta minutos de pronto se volvieron cuarenta,
pero más temprano que tarde ambos salieron del brazo en busca del que sería en
anillo de compromisos de Rocío. La mitad del trayecto Max preguntó si rocío
diría que sí, que si había una posibilidad de oír un no y la misma mitad Anahí
le dijo que Rocío tenía que ser una tonta si le decía que sí y aunque fuese el
peor “madrino” (como se auto-proclamo) del mundo, ella la iba a convencer de
que no se casara hasta el día de la boda, pero por muy convincente que sonara,
Max adoraba su absurdo sentido del humor.
- Éste –dijo Max mirando a la mujer frente a él, pero
cuando dio vuelta su vista a su amiga, estiro su boca en un puchero, aquella
mirada la había visto demasiadas veces en una tarde
- Si me llegan con ese anillo a pedir matrimonio te
digo que no sin pensarlo
- Anahí, es la enésima vez que me sales con lo mismo
- Max, no quiero decir que estos anillos sean baratos,
pero el anillo debe valer al menos un año de sueldo, y yo te pago mejor que eso
–contesto sonriendo
- ¿No eran tres meses de sueldo?
- Sí, cuando ganas poco, ahora señorita –dijo mirando
a la mujer coquetamente – me puede mostrar la artillería pesada.
La mujer frente a ellos les pidió que la acompañaran a
otro salón, cuando llegaron les pidió que se sentaran en una de las sillas
frente a un escritorio y con una enorme sonrisa en su rostro saco de una caja
fuerte una caja azul, con diez anillos que podían deslumbrar a cualquiera.
Anahí se sintió maravillada, el primer anillo que vio y le llamo la atención lo
imagino en cierta mano, fue inevitable no hacerlo, entonces intento con su
mejor habilidad de persuasión que aquel no fuese escogido por su mejor amigo.
- Podría comprarme el deportivo que quiero con uno de
estos
- Max –dijo Anahí mirándolo seriamente
- Eres el peor madrino de la historia Anahí. – La
mujer frente a ellos cada vez reía más, sin hablar de la comisión que ganaría
por vender uno de los anillos que llevaban años guardados.
- Éste –dijo Maximiliano sintiendo que sus ojos se
humedecían, de pronto el anillo frente a sus ojos se iba a ver perfecto en la
mujer de sus sueños – lo pueden grabar por favor – dijo Max sonriendo.
- Pero Max y si dice que no –dijo Anahí antes de que
la mujer le dijera que sí.
- Si me dice que no, cuando vea que está grabado
cambiara de opinión y si no lo hace, entonces haré que lo haga.
**
Dos días llevaba Rocío en el departamento de Abrielle,
si intentaba hacer memoria de la última vez que había visto a la pelirroja en
aquel estado, no lo recordaba, ni siquiera cuando sus padres la humillaron
había estado de esa forma. Por meses había creído que estaba bien, que había
continuado su vida, sin embargo recién ahora estaba saliendo del estado de
shock en que había estado por más de un año, recién ahora Abrielle sentía que
comenzaba a superarlo y Rocío se alegraba de poder estar ahí con ella.
Abrielle abrió sus ojos y vio a su mejor amiga con un
tazón de café a su lado de la cama, le sonrió sin decir nada mientras le pasaba
uno propio, el vapor que salía imponente de el tibio objeto en sus manos se
impregno en ella y Rocío vio sutilmente una sonrisa en sus labios, tan sutil y
a la vez tan presente, que ella no pudo dejar de imitarla.
- Buenos días. –dijo Rocío buscando su mano desocupada
para acariciarla
- Buenos días, que rico despertar así. Gracias
–respondió Abrielle atrayendo su mano para darle un pequeño beso en ella, la
pelirroja no sabía cómo expresar todo el agradecimiento a su mejor amiga por
estar con ella, cuando más la necesitaba.
- Nada de gracias, quiero ir a comer a algún lugar y
tú me vas a invitar –afirmó Rocío mientras bebía su café
- Como usted mande
- Ah, te llamo una tal Camila, dijo que le devolvieras
la llamada cuando pudieras
- ¿Camila? –Preguntó Abrielle bajando el mug de sus
labios, fue entonces que sonrió –La rubia –completo mirando a Rocío
- Ni siquiera te acuerdas de su nombre Bri.
- No me acuerdo ni del mío por estos días y por mucho
que adore tenerte conmigo, hay uno que debe estar recordándote como loco ahora
- Lo llame está mañana, dice que no puede dormir solo,
pero que entiende y que te manda saludos, que espera que estés bien.
- Ro. ¿Qué le dijiste a Max?
- Que habías tenido un problema en el trabajo, que
habías colapsado y estabas sola, por eso viaje de inmediato, él sabe que no
tienes a nadie.
- Ah.
- ¿Preferirías que le hubiese dicho la verdad?
- ¡No! –Contesto la pelirroja de inmediato –preferiría
que esto no hubiese pasado
- Pero te paso, mejor ahora que en diez años más. Eres
bien lenta te diré.
- Ya lo sé. Pero al menos tú estás aquí.
- Siempre que me necesites voy a estar. Ahora dime,
qué posibilidades tiene la rubia.
- Ninguna –respondió Abrielle honestamente, no quería
una relación, al menos no por ahora –cuando esté bien realmente, me daré una
oportunidad, ahora no quiero nada.
- Abrielle. –Rocío dijo su nombre en tono de reproche,
pero Abrielle tenía claro el tiempo que había pasado, no necesitaba que se lo
recordaran.
- Ya lo sé, si no sigo aferrada a algo que fue una
simple fantasía
- ¿Una fantasía?
- Sí, es como si nunca hubiese existido, todo fue
producto de mi imaginación y no pretendo seguir aferrada a algo que no es real.
- Fue real Bri.
Rocío respondió y Abrielle hizo como si no lo había
escuchado, había tardado, pero ahora vivía todo lo que debió vivir hace más de
una año atrás y si decir que todo había sido falso le ayudaba a superarlo, eso
seguiría haciendo.
**
Con el transcurso de los días Abrielle se sintió
mejor, Rocío se despidió después de una semana de hacerle compañía y la
pelirroja sintió tardíamente que podía respirar sola. El mismo día que Rocío la
dejó, ella volvió a la estación, nunca se habían alegrado tanto de verla como
aquella mañana y Abrielle se sentía acogida como nunca antes.
El mundo podía volverse tan pequeño a sus pasos,
cuando Abrielle Domínguez se desplazaba su mundo se detenía, no había quien no
la mirase con ojos de hambre y por primera vez en mucho tiempo Abrielle había
recordado lo que aquello le provocaba, aquel día Abrielle recordó muchas cosas,
tantas que su mundo volvió a tener un sentido, aunque como siempre todo se
volviese negro en menos de un segundo.
Abrielle entro a la sala de reunión e intento recordar
cuales fueron los motivos por los que se prohibió quitarse la vida tantas
veces, pero ninguno parecía servirle de suficiente argumento, el nuevo editor
periodístico del canal estaba sentado al centro de la sala y su rostro tenía el
mismo gesto que el de ella cuando reconoció su rostro. Abrielle se preguntó por
qué no había denunciado al hombre cuando pudo, pero quien era ella en esa época
para denunciar, no hubiese sido la primera que lo intentara y se rieran en su
cara simplemente por ser una prostituta, porque ahí el termino escort no
exista, ella había sido una prostituta, eso le había gritado el asqueroso
hombre al oído el día en que había tomado de ella mucho más que una noche de
trabajo.
- Renuncio –dijo Abrielle mirando al presente a los
ojos, sin que le importase que aquello no debía decírselo a él. Nada importaba,
la ahora ex periodista del canal no iba a pasar sus días presentándose ante
aquel intento fallido de ser humano. No. No iba a tener miedo de quedarse hasta
altas horas de trabajo pensando que en cualquier pasillo se lo iba a cruzar.
Antes de que nadie pudiese decir nada repitió –Renuncio –Salió de la sala,
busco sus cosas y como si se la llevara el viento, camino fuera del lugar sin
mirar atrás por un segundo, negando con su cabeza ante la ironía de que justo tenía
que ser él, como si la vida no le hubiese hecho suficiente daño, ahora se reía
de ella en su cara, mientras la pelirroja intentaba caminar con su frente en
alto.
La llegada a su departamento fue fría, vacía, casi
inexistente, se sentó en su sofá y la vida pasó ante sus ojos, no pensaba quitarse
la vida, no, pero si intentaba repasar todas y cada una de las cosas que la
hacían mantenerse en pie y fue inevitable que cierta morena no se paseara por
su mente, como un fantasma removiendo todo lo que estaba tan reciente sobre su
pecho, absolutamente todo.
Abrielle no quería quedarse en la ciudad, no podía,
ahora estaba cesante y la idea de buscar trabajo en su antigua ciudad se pasó
por la cabeza, pero también la idea de tomar un nuevo rumbo, aquel pensamiento
le dio una esperanza, como si el poner todas sus fuerzas y pensamientos en algo
nuevo le trajera un aire de paz, fue entonces que sonrió, planto una meta en su
cabeza y la llevaría a cabo. Quiso contarle a su mejor amiga lo que había
decidido y se preguntó si ya había aterrizado, recién ahí miro su celular para
encontrarse con cuatro llamadas perdidas de ella, sonrió mientras devolvía la
llamada.
- ¿Estás viva?
–pregunto cuando escucho el típico “aló” al otro lado de la línea.
- Sí –dijo
Rocío con cierta alegría en su voz –Al fin me contestas, tengo una noticia para
darte
- Yo también,
lanza tu primero
- ¿Te gustaría
ser mi madrina de matrimonio? –preguntó Rocío. Abrielle podía oír la risa de
Max al otro lado de la línea.
- ¡Mentira!
- ¡Verdad!,
estaba esperando mis maletas cuando veo este letrero gigante que dice “Ro, te
casarías con este tonto enamorado.” –dijo Rocío con emoción
- ¡Dime que lo
grabaron por favor!
- Sí, lo veras
en la cena de compromiso, porque como mi madrina tienes que estar aquí.
- Y como fue,
le dijiste que si como una loca, o te quedaste callada, ¡cuéntame!
- Primero lo
reté, por tonto, como me hace eso con tantas personas en el aeropuerto, después
le dije que sí.
- ¿Y el
anillo?
- Ahí me lo
mostró, es hermoso –respondió la mujer mirando el diamante que adornaba su mano
–dice “R y M” adentro, Bri, me voy a casar –dijo la mujer a punto de llorar
- Que ganas de
abrazarte amiga, felicidades, para los dos, dale un beso a Max de mi parte,
dile que pronto iré a tener la conversación con él
- ¿Qué
conversación?
- Esa de que
si te hace algo, lo cortare en pedazos y alimentare a las bestias con su carne
- Yo le digo
–dijo Roció seriamente, fue entonces que recordó - ¿Cuál era tu noticia?
- No importa
ahora, esto es un notición, llámame cuando te hayas bajado de la nube –dijo
Abrielle sonriendo
- Si esperas
aquello no llamare nunca, ¿Estás bien?
- Sí, es solo
que renuncie, pero no importa, tome una decisión, cuando llegue te la cuento
- ¿Cuándo
llegues?
- Sí, no
creerás que me voy a perder la organización de tu boda.
- Bri, hay
algo que debo decirte si –dijo Rocío con cautela
- Lo imagino
Ro, no te preocupes, tengo claro que es su mejor amiga, después de todo si no
fuese por nosotras ustedes no se hubiesen conocido. Algo bueno que haya quedado
de aquello
- Sabes que
eres la única amiga a la que amo ¿Cierto?
- Sí, pero
deberías decirlo más seguido.
La llamada termino antes de que Abrielle comenzara a
llorar, algo de todo aquello le molestaba, tal vez era una mezcla de todo; el
descubrir quién iba a ser su nuevo jefe, el renunciar a causa de él, o tal vez
simplemente era que por más que fuese su mejor amiga y la amara de la forma en
que lo hacía, el hecho de que todo le resultara bien le daba algo de envidia,
aunque mucho más que eso, era que todo siempre terminaba arrastrándola a la
morena, no importaba cuanto lo evitara, hacia menos de diez minutos estaba
planeando largarse a otro país y empezar a escribir el libro que por años había
deseado y ahora ahí estaba, pensando en volver a la ciudad de la que un día corrió.
Cuando las lágrimas cesaron, Abrielle decidió que era
la última vez que lloraba, que había optado por una vida, que el libro lo iba a
escribir si o si, no importaba donde estuviese y que era la hora de ser la
Abrielle Domínguez que todo el mundo veía al mirarla, una con la cabeza en
alto, deseada, admirada, una a la que nadie podía reprocharle su pasado, porque
está Abrielle ya no tenía un pasado.
**
Eran las tres de la tarde en punto cuando Anahí sintió
como si la estuviesen jalando del pecho, como si algo más fuerte que ella la
hiciera querer caminar, llámesele coincidencia, casualidad o simplemente fuerza
de atracción, pero aquella fue la misma hora en que Abrielle puso un pie en
tierra firme.
Anahí no sabía que regresaría, Max había evitado contárselo,
por la sencilla razón de que la veía feliz y tenía miedo de que al decírselo la
morena desistiera de su relación con Sara, porque por más que le repitiera una
y otra vez que se estaba enamorando, Maximiliano Robles sabía mucho más que
eso, Max era el único que la conocía en
su plenitud y por más que pudiese engañar a Sara con lo que sentía a él nunca
lo iba a engañar.
Abrielle espero con paciencia su maleta, cuando al fin
la tuvo en sus manos se giró y vio a su mejor amiga al lado de su prometido,
las sonrisas en sus rostros eran tan grandes como el anillo que podía ver desde
la distancia Abrielle. Había pasado un mes desde la propuesta y todo marchaba
sobre ruedas, Rocío había planificado la cena de compromiso para esa misma
noche, necesitaba que Abrielle estuviera con ella para poder festejarlo como
quería.
Mientras caminaba hacia los brazos abiertos de Rocío,
Abrielle repaso el último año, el último mes, el cruzarse de golpe con quien había
sido y con quien era, el dejar atrás uno de sus sueños para perseguir otro,
recordaba en especial cuando al fin a la semana de estar comprometida Rocío, le
conto el motivo de haber renunciado y como su mejor amiga le había rogado que
se volviera de inmediato, la insistencia que por días le demostró en cada
llamada y aun así ella tuvo cautela, después de todo no estaba arrancando, ella
iba a un encuentro con sí misma.
En la cafetería “Art&Coffe” Anahí había olvidado
por completo lo que hacía menos de media hora había sentido, Sara la había llamado
para que probara una receta nueva para un chocolate y una vez más como siempre habían
terminado besándose es uno de los mesones, la imagen era común para los chicos
que trabajaban en el lugar, apenas abrían la puerta y veían a Sara sentada en
el mesón, mientras Anahí estaba de pie frente a ella comiendo su boca, cerraban
la puerta y con una sonrisa juguetona le prohibían a cualquiera que entrara a
interrumpir. Sara siempre hacia que Anahí se olvidara del mundo con un beso,
con el tiempo, cada vez que la besaba, Anahí se sentía en las nubes, mejor aún,
sobre ellas.
- Creo que han abierto la puerta dos veces –dijo Sara separándose
de su boca
- Una vez –respondió Anahí y volvió a capturar el
labio inferior de Sara entre sus dientes – ¿Qué le pusiste a ese chocolate?
- ¿Porqué? –preguntó Sara con media sonrisa en su
rostro
- No sé, de pronto solo quiero besarte
- Creo que eso no lo causo el chocolate
- ¿Ah no?
- No –respondió Sara besando rápidamente su boca –Tu
siempre quieres besarme, con o sin chocolate
- Cierto. Pero tú con chocolate sería una buena idea –susurró
sensualmente Anahí
- ¡Ya basta! –grito Sara incapaz de contenerse, si seguía
de esa forma terminaría haciéndole el amor a la mujer en plena cocina y eso
jamás iba a pasar –Ve a trabajar, yo tengo que terminar este chocolate.
- Aguafiestas –regañó Anahí mientras se alejaba para
que la repostera volviera a sus quehaceres – Tienes una hora, recuerda que está
noche tenemos la cena de compromiso y quiero ir a casa temprano para llegar a
la hora
- A sus órdenes jefa.
Anahí atravesó la puerta vaivén de la cocina y algo
hizo clic en su interior cuando ni siquiera lo pensaba, la cena de compromiso
de Max y Rocío era aquella noche, ella debía estar ahí, tenía que estar ahí,
era su mejor amiga, sin embargo no sintió ansiedad, ni nerviosismo, Anahí
estaba tranquila, al menos por ahora.
**
Abrielle no había regresado para quedarse en un hotel,
ni para estar de allegada en la casa de su mejor amiga, con suerte y tecnología
había dado el paso de comprar algo propio, después de todo lo que había ahorrado
en su vida, el departamento que vendió antes de partir de Santiago y el
finiquito que por cortesía le pagaron en el que había sido su trabajo por más
de un año, Abrielle compro un piso completo, alejada del centro de la ciudad, un
departamento cercano al mar que normalmente estaría fuera de su alcance, pero
la suerte había jugado a su favor y aquel había sido rematado por embargo.
Cuando entraron al lugar Abrielle lo encontró más hermoso que por las fotos, tenía
dos piezas, dos baños, sala de estar y una cocina enorme, sin hablar de los
muebles que venían con él, tal vez era hora de que la vida le comenzara a
sonreír de verdad.
- Abrielle la vista es hermosa –dijo Max parándose en
el balcón que daba al mar
- Demasiado, creo que va a ser más que inspiradora
para escribir –respondió Abrielle esperanzada
- Es la mejor vista que pudiste encontrar Bri –dijo Rocío
tomando de su mano mientras Max seguía admirando el mar delante de sus ojos.
- Estoy bien –dijo Abrielle antes de que Rocío tuviese
la oportunidad de preguntar
- No te he preguntado nada
- Para allá ibas
- ¿De verdad lo estás?
- Ro, estoy tan bien que tengo ganas de ir a pararme
al balcón y gritarlo, todo pasa por algo y todo es para mejor, ahora por fin
podré escribir el libro que siempre soñé, además está el proyecto que me
ofrecen en la revista para escribir en la página, todo me va a resultar bien,
ya veras
- Todo eso –dijo Roció moviendo sus manos –lo tengo
claro, a lo que yo me refría es a cierta cena que tenemos en unas horas, como
estás con eso.
- Bien. –respondió la pelirroja secamente
- Ya. A eso me refería.
Abrielle opto por no referirse al tema, simplemente
sonrió y le pidió que le mostrara una vez más el anillo que estaba en su mano.
Rocío no insistió, la conocía demasiado bien para hacerlo, solo esperaba que la
noche fuera perfecta, que su mejor amiga encontrara el equilibrio y que tal vez
luego de ver a su ex con otra mujer, sus corazón desistiera de seguir
queriendo, por mucho que aquello se viera lejano.
**
Anahí se bajó del taxi casi corriendo, Sara se reía
tras ella como si le hubiesen contando el mejor de los chistes, pero no, iban
tarde, lo menos que Anahí quería era llegar tarde, por algo se había ido más
temprano del café, sin embargo Sara había insistido una y otra vez, hasta que
se metió a la ducha con ella y ahora ahí estaban corriendo para llegar al salón
lo antes posible.
- Anahí, no pasa nada si llegaos tarde, nadie te dirá
nada
- Yo lo voy a saber, apúrate –dijo una vez más, pero
Sara solo se apuró para tomar su mano y decirle que respirara, Anahí lo intento
por dos segundos –esto solo nos está atrasando más
- Ya está bien, pero camina despacio que estos tacos
me van a matar si corro con ellos.
Cuando entraron la gente estaba de pie, era una cena
especial, casi un evento de gala, en el lugar estaban los padres de Rocío y
Maximiliano, los amigos de la familia y los propios, el lugar estaba ambientado
como si se tratara de las mejores familias del país, no lo eran, pero Max
quería que Rocío se sintiera en una película y lo estaba logrando.
- Buenas noches madrino –dijo Max cuando al fin abrazó
a su mejor amiga –estas no son horas de llegar
- Ya. A mí no me culpes, sabes que nunca llego tarde –Anahí
se separó de Max para que saludara a la mujer que estaba su lado, mientras ella
buscaba a Rocío, por un momento su pecho dio un salto, después de todo pensaba
encontrarla a su lado, pero no, Rocío estaba sola y por más que deseaba
preguntar, se contuvo – Hola Ro, disculpa por llegar tarde
- Nada de disculpas, faltan personas aún –respondió Rocío
abrazándola – ¿Tienes listas tus palabras para tu brindis?
- Otra más, eso es el día del matrimonio Ro, no
empieces con eso
- Pues lo siento –dijo Rocío riendo –Te tocara
improvisar, porque ya lo organizamos. Y va a ser grabado –completo Rocío en una
carcajada
- Yo te mato. A los dos –dijo Anahí seriamente
- Tranquila no eres la única que nos quiere matar –Susurro
Rocío a su oído - ¿Y Sara?
- Con tu futuro viudo
- Amor nos quiere matar –dijo Rocío acercándose a Max
con Anahí a su lado – no le dijiste lo del discurso
- Ella sabe sus deberes de madrino, yo le dije y no me
creyó.
- Ya. Diré que eres un idiota que tuvo suerte de
encontrar a esta mujer en su vida, que también es idiota por decirte que sí.
Los cuatro reían, Max respondía las palabras de su
mejor amiga cuando Abrielle entró al salón, Rocío fue la primera en verla y con
sutileza tomo el brazo de su prometido y se disculpó caminando hasta su mejor
amiga, momento exacto en el que Anahí se giró, Abrielle llevaba un vestido gris
de seda, no iba ceñido a su cuerpo, pero al caminar se le marcaban todas y cada
una de sus curvas; no era largo, pero tampoco extremadamente corto, suficiente
para que Anahí chequeara un segundo de más sus piernas, para luego volver a
subir su vista, recorriendo la figura que hacia tanto tiempo no estaba ante sus
ojos y fue inevitable no sentir un pequeño cosquilleo en su pecho, cuando subió
a su rostro y su vista no estaba en ella, por el contrario, en todo momento
Abrielle no le corto la mirada a Rocío, sabía quién estaba tras ella, lo había
visto antes de entrar, no tenía duda alguna que aquella era la morena.
- ¡Hola! –Dijo entre dientes mientras sonreía - ¿Me
veo bien? –susurró a su oído cuando la abrazo, cerrando sus ojos para no ver
más allá de su pequeña amiga
- Perfecta –susurro devuelta Rocío sin soltar el
abrazo -¿Quieres saludar de inmediato?
- Sí –respondió Abrielle separándose de ella –como si
se tratara de un parche en una herida –sonrió.
Rocío se giró y con magnificencia Abrielle camino a su
lado hasta el lugar, Anahí se veía hermosa, si hubiese un día en su vida en que
no se viese hermosa entonces no se trataría de ella, pensó Abrielle, intento no
mirarla a los ojos, trato con todas sus fuerzas pero por medio segundo lo hizo,
tan corto fue que la misma Anahí bajo su mirada después de aquello y mientras
lo hacía vio a la mujer que estaba a su lado, su cabello negro, sus enormes
ojos, su pronunciada boca, su porte, no era alta, era casi de la altura de la
morena, “es bonita”, pensó mientras se acercaba y antes de que pudiera verla
por mucho tiempo ya estaba frente a ellos.
- ¡Abrielle! –Dijo Max abrazándola antes de todos –
Sara está es Abrielle, la mejor amiga de Rocío – Abrielle se sorprendió de que
fuese el quien las presentaba, hasta que vio la cara de Anahí, “porqué tengo
que seguir conociéndote” pensó, la morena estaba inerte mirando a la nada,
queriendo con todas sus fuerzas salir corriendo de ahí – ella es Sara la polola
de Anahí –dijo Max mientras Abrielle estiraba su mano, no iba a darle un
abrazo, mucho menos un beso, ella era todo, menos hipócrita y podía ver como la
morena con su sonrisa no tenía idea quien era ella.
- Hola Sara –dijo Abrielle girándose – Anahí Gonzales,
un placer volver a verte –dijo acercándose a darle un abrazo, corto. Tan corto
que Anahí hizo el ademán de volver a acercarla a ella, Abrielle había puesto su
mano derecha en su espalda y Anahí pensó que estaba flotando, fue corto, sin
embargo la había hecho viajar al espacio, no era justo, pensó la morena. Definitivamente
no lo era.
- Hola –dijo Anahí disimulando una sonrisa - ¿Cómo has
estado? ¿Cuándo llegaste? –preguntó con entusiasmo, como si la mujer frente a
ella fuese una simple conocida. Pues lo era.
- He estado bien, no puedo quejarme, llegue recién hoy
en la tarde
- A las tres en punto se bajó del avión –dijo Max
intentando disipar el aire denso que se percibía entre ambas. Era tan notorio
que Sara no tardo en entrelazar sus dedos con la morena, como si quisiera
marcar su territorio, definitivamente quería marcar su territorio.
- Me van a disculpar pero me voy a robar a esta
preciosura unos minutos –dijo Rocío sacando a una sonriente Abrielle del salón,
tomando de su mano para llevarla hasta una sala cerrada, cuando al fin
estuvieron ahí, Abrielle respiró. - ¿Estás bien?
- Basta de preguntarme eso –dijo Abrielle sacando su
lado más amargo
- Te lo seguiré preguntando mientras vea que es
necesario
- Estoy bien, necesitaba respirar, pero ya estoy bien,
fue solo la impresión nada más, creo que estaré bien toda la noche.
Rocío vio la sinceridad en sus palabras, cuando la
respiración de la colorina se tranquilizó salieron del lugar, la mirada de
Abrielle inmediatamente se fue hasta la morena, Max ya no estaba, solo era ella
y Sara, Abrielle sabía perfectamente de que se trataba aquella conversación y
antes de que la descubrieran miró hacia otro lado, había mucha gente en el
lugar como para quedarse en una esquina, mirando como su ex se demostraba
cariño con su actual.
- Abrielle Domínguez –dijo una voz masculina a su
espalda, cuando Abrielle se giró vio la cara de su mejor amiga en el cuerpo de
un hombre, mucho más alto que su hermana, Fernando siempre le sacaba una
sonrisa.
- ¡Nando Bustos! –respondió Abrielle dándole un fuerte
abrazo al hombre que incluso ella estando con tacos quedaba a su altura. Había
pasado tanto tiempo desde la última vez que Abrielle había abrazado a Fernando
que se dejó llevar en la intimidad del abrazo, bailando de lado a lado mientras
el hombre aferraba sus brazos a su espalda. Cuando al fin Abrielle se soltó vio
como cierta mirada estaba sobre ella, hasta que se dio cuenta que la habían descubierto
y Abrielle se sonrió de ver una vez más aquel rubor en sus mejillas, no
importaba que la morena ya no la estuviese mirando.
- Se encontraron –dijo Rocío sonriendo – ¡sorpresa!
- Ro no me dijiste que este idiota había llegado -dijo Abrielle tomando la mano de Nando entre
la de ella
- Era sorpresa, llego ayer y para quedarse eh, no se
tal vez ahora se decida a invitarte a salir –dijo Rocío riendo.
- Yo la invite a salir cientos de veces hermanita, fue
ella la que dijo que no
- Tú eres un picaflor Nando, nunca me ibas a tomar en serio
- Tú también lo eres, seríamos la pareja perfecta –dijo
el hombre besando su mejilla
- Ahí te equivocas, esta de aquí –dijo indicando a su
amiga –es una picaflor reformada –dijo Rocío riendo
- Abrielle Domínguez, ¿alguien se ganó tu corazón?
- Se lo ganaron y lo tiraron al pavimento –dijo la
pelirroja sonriendo –después pasó un vehículo y lo arrastro.
- ¿Hombre o mujer?
- Mujer –dijo la periodista
- Demonios, si hubiera sido hombre lo mato –respondió Fernando
mientras acariciaba la mejilla sonrojada de la pelirroja – Siempre podrías
dejar que intentase repararlo
- Bueno, esa es mi pista para dejarlos solos –dijo Rocío
riendo, siempre había soñado que terminaran juntos, aunque sabía que de una
noche aquello no pasaba, eran demasiado parecidos para algo más.
- A veces me cae mal tu hermana, ¿estás seguro que son
hermanos?
- De hecho creo que ella es adoptada – dijo el hombre
haciendo que la pelirroja sonriera y una vez más se abrazaron, colapsando el oído
de muchos con las carcajadas que salían de sus bocas, en especial de una.
Si las miradas mataran, Anahí hubiese sido condenada a
la silla eléctrica, intentaba ser disimulada, intentaba no mirar del todo, sin
embargo su vista terminaba cayendo en ella, en su sonrisa, en la mano que no había
dejado su cintura, en los labios que besaban sus pecosas y sonrojadas mejillas,
en su mano que no dejaba el pecho erguido del hombre a su lado, orgulloso de la
mujer que estaba a su lado, y como no estarlo, pensó Anahí, como no estarlo si
aquella mujer era un monumento, pero ella no tenía derecho a pensar aquello,
no. Sacudió su vista y entrelazo sus dedos con Sara, le regalo una sonrisa e
intento que las carcajadas a su espalda no dañaran sus oídos, pero después de
unos minutos, dañaban mucho más que eso.
No mucho tiempo más tarde, la cena había comenzado,
Anahí sentada al lado de Maximiliano con Sara a su lado y Abrielle con Fernando
al lado de Anahí, después que cada uno dio su discurso propio, haciendo que
algunos lloraran y otros rieran, Abrielle se acercó al oído de Fernando y
susurro suavemente, “Sácame de aquí,” lo que fue suficiente para que el hombre
dibujara una sonrisa perversa en sus labios, tomara su mano, y dijera un “Sorry”
mientras miraba a su hermana, para sacar a la pelirroja corriendo del lugar, la
mitad de los presentes conocía a Fernando, tanto como a Abrielle, los mismos
que aplaudieron y rieron mientras Fernando se llevaba como a un trofeo a la pelirroja
en su espalda, como si fuesen dos niños escapando de una travesura y Abrielle
necesitaba eso, necesitaba que alguien la tratara de esa forma, sobre todo después
de oír por tanto tiempo la voz de Anahí, de soportar los besos con la pequeña
de pelo negro a su lado o sus manos entrelazadas, e incluso la forma en que a
veces se miraban, con complicidad, Abrielle conocía aquellas miradas, solían
ser solo para ella.
- ¿De qué se trata eso? –susurró Anahí al oído de Max
- Ni idea –respondió Max imitando su voz
- Se tienen ganas hace años –susurró Rocío con
intención, después de oír el susurro en vano de la morena, si ella había escuchado,
probablemente también Sara – ojala que ahora le resulte a mi hermano –completo Rocío,
con rabia, la morena no tenía derecho de estar en el lugar con su polola,
mientras su mejor amiga se moría por dentro, no le importo que su futuro esposo
la mirara fulminantemente, ella enderezo su cuerpo y evitó mirarlo a él o a su
mejor amiga.
Anahí no se quería sentir como lo hacía, ese calor en
sus brazos, la forma agitada en que su pecho latía, la vena que probablemente
comenzaba a notarse en su cuello, no, ella no podía sentirse de esa manera y
antes de que pudiese hacer algo para dejar de sentirse así, Sara se paró de su
asiento y se retiró sin decir nada, Anahí la miró retirarse, tuvo la intención
de seguirla, sin embargo no se movió, no podía, había un sentimiento más grande
en ella y no iba a poder mirar a los ojos a su novia sintiendo aquello dentro.
- ¿Estas bien? -preguntó Max a su oído
- No –dijo la morena mirando algo inexistente en sus
manos –al menos ya no volveré a verla hasta la boda – Max quiso callarse,
pretendió no responder en ese momento y fue el silencio lo que hizo que Anahí
lo mirara de forma inquisidora
- Se compró un departamento cerca del mar, renunció en
Santiago y regresó –dijo Max bajando su mirada, Anahí sintió que todo comenzaba
a girar, intento responderse por qué ahora, por qué no antes, cuatro meses atrás,
tres o incluso dos, pero ninguna de sus dudas tenia respuesta y la morena
simplemente se quedó ahí, sintiéndose tan vacía como el día en que cierta
pelirroja había salido de su vida, llevándose con ella un aparte de su alma.
Nota: tengo sueño, lo revise dos veces y de seguro tiene más errores de los que corregí, lo siento, al menos es el doble de lo normal, como dos capítulos juntos. Eso.
Comente, comparta, disfrute y si tiene instagram sigame @itsconi_lu
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