Anabrielle 5
Capítulo 5: Gran bola
brillante de pureza
Calcular
por cuanto tiempo había existido silencio entre Anahí Gonzales y Abrielle
Domínguez era imposible, el tiempo en aquel departamento nunca había sido tan
relativo, como cuando la morena buscaba sus ojos y el tiempo parecía que
avanzaba rápidamente o cuando perdía su mirada y de pronto ni siquiera
avanzaba. Por horas estuvieron así, separadas la una de la otra, una con mil
preguntas en su cabeza y la otra sin intenciones de querer contestar alguna.
Tarde o
temprano una de las dos tenía que romper el hielo, podía ser en ese instante o
un instante mucho más lejano, hasta que Abrielle pensó en preguntar solo una
cosa, sabiendo que esa pequeña pregunta desataría muchas más de las que solo
ella podía dar respuestas y eso era lo que le aterraba, solo eso, después de
todo Anahí era lo más preciado que tenía en el mundo y perderla por una mala
respuesta no estaba en sus planes.
Tanto
temía Abrielle que su verdad espantara a la mujer que cada vez estaba más lejos
de su presencia que ni siquiera recordó que tenía una madre a punto de morir,
pero después de todo se había convencido por años que ambos estaban muertos, al
menos eso le había dicho su padre que creyera, pero perder a Anahí no podía ser
una posibilidad, lo único que la salvaría de aquello sería mentir, pero ya
había mentido tanto que a larga la hubiese terminado perdiendo de todas formas
hablo
- ¿Qué
tanto escuchaste? –preguntó resignada cuando Anahí le regalo la mirada por unos
segundos.
- Por
ahora estoy tratando de relacionar la palabra “clienta” con el sin fin de
insultos de tu padre- Anahí no sabía si atacarla o solo oír lo que tenía que
decir y no sabía si estaba dispuesta a oír lo que iba a salir de sus labios.
- Nunca
quise que te enteraras de esta forma –Abrielle hablo y Anahí tuvo la inmediata
reacción de querer llorar, no era tonta, sabía lo que iba a salir de sus
labios, las palabras de aquel hombre habían sido como como sumar dos más dos y
la respuesta siempre iba a ser cuatro
- No
quiero oírlo –dijo levantándose del lugar y buscando una ventana para que
entrase el aire, de pronto sentía que se había acabo el que estaba dentro del
departamento
- Fue
hace mucho tiempo Anahí, recién habíamos salido del Liceo y era mi única opción
-
¿Opción?
- Puedes
oírme por favor –Anahí trago todo el aire que podía contener en su pecho y
omitió todo comentario del que se podía arrepentir –Salí del colegio, tenía
dieciocho años y me ofrecieron el mundo a mis pies, nunca pensé lo que se me
venía por delante, pero cuando lo vi fue mi única opción, yo ganaba dinero y
podía estudiar periodismo, mi papá era un vago, siempre lo ha sido, jamás
hubiese tenido nada si hubiese seguido su camino, tenía que hacer algo y lo
hice.
- Fuiste
prostituta –dijo Anahí con asco en su voz, el solo pronunciar las palabras le
causaba nauseas, no sabía con quien había estado viviendo por meses.
-
Escort, era una escort
-
Abrielle por favor, cual es la diferencia entre pararte en una esquina y que te
pidan cita, la noche termina igual –Anahí habló y no supo que más decir, quiso
disculparse por la forma en que lo había dicho, pero ya era tarde para
disculpas
-
Cierto, creo que no hay diferencia, fui una puta al fin y al cabo
- ¿Por
qué no me lo dijiste antes?
- La
conversación hubiese sido la misma
- No
Abrielle, no lo hubiese sido, no me hubiera mentido y yo hubiese tenido una
opción
- Claro,
seguir conmigo o no
- No
tienes derecho a hacerte la ofendida, llevo siete meses Abrielle, siete meses
contigo y no te conozco, no tenía idea de esta enorme parte de ti y si lo
hubiese sabido antes…
- Jamás
hubieses estado conmigo –dijo Abrielle respondiendo por ella, entonces sintió
todo el peso de sus actos, todo lo que un día pensó dejar atrás, ahora estaba
tan presente como nunca.
- No lo
sé. No puedo responderte eso porque tal vez todo hubiese sido distinto
-
Hubiese sido lo mismo Anahí, solo que tu no habrías salido con un corazón roto
y yo habría entendido tarde o temprano que no podía tener una vida normal
- Ni
siquiera es el hecho de lo que eras lo que me molesta Abrielle, sino porque no
me lo dijiste, porque no hablaste antes
- Sabes
que te molesta, a mí me molesta, a mí me molestaba mientras lo estaba haciendo,
por años me tuve asco a mí misma, pero no importaba porque ya había logrado
tener una vida, una carrera, un departamento y no me arrepiento, nunca podría
arrepentirme porque mi cuerpo era lo único de valor que tenía en ese momento y
fue la única herramienta que me ayudo.
Anahí la
miró y reconoció a la mujer que tenía enfrente, la veía de verdad, pero la
imagen que veía no le gustaba, por meses había tocado su cuerpo, su cuerpo que
no era más que una herramienta, ella acababa de decirlo, entonces se preguntó
si ella era un escalón más en su idea de crecer en el mundo, después de todo
sabía lo que era capaz de hacer, comprendía lo calculadora y fría que podía volverse.
Abrielle
vio directo a lo que estaba pensando, parecía que podía leerla, su rostro, sus
cejas, sus ojos tan ausentes de tonos y lo que leía no le gustaba ni una mínima
parte. Quería pensar que aún había esperanza para ellas, tenía clavado en su
corazón un mínimo de luz, las cosas con el tiempo podían arreglarse, pero
entonces Anahí hablo y todo quedo en negro
-
¿Sigues creyendo que tu cuerpo es una herramienta? –Dijo sin darle tiempo a
responder, maquinando en su cabeza cientos de ideas que si salían no iban a
volver a entrar –espera no me respondas, no. ¿Te hiciste algún examen alguna
vez? –pregunto y cuando la pregunta salió de su boca quiso taparla, quiso
volverlas a entrar, pero no se podía.
Abrielle
tenía tan abiertos sus ojos con la pregunta que no supo cómo comenzó a llorar,
fue tan fácil recordar la noche en que decidió dejar aquella vida,
instantáneamente se le vino a la cabeza la única noche en que la tomaron a la
fuerza y sin protección, la noche en que sobrevivió por un golpe de suerte, uno
de los tantos que había recibido su cuerpo en tan corto tiempo. Por dos semanas
se bañó diez veces al día, por dos meses ni siquiera se miró en el espejo, ya
se daba suficiente asco, pero ahora por primera vez ella no había tenido el
control, ella no había usado sus atributos a su favor, no aquella vez todo se
había visto de un tono tan negro que si hubiese tenido el valor de saltar por
la ventana como tantas veces lo pensó, ni siquiera la hubiese conocido.
Entonces
lo recordó, el famoso examen, tres meses completos pasaron antes de que pudiese
hacerse un examen, tres meses en que pensó que podía tener de todo, donde la
angustia la hizo sentir mareos, náuseas, dolores de cabeza, todo. Tres meses
hasta que pudo sentarse en aquella banca y esperar a que la enferma hiciera su
trabajo, Abrielle se había hecho todos los exámenes habidos y por haber, todos.
- ¿Me
hice algún examen alguna vez? –pregunto sin querer oír una respuesta, claro que
se había hecho un examen, todos los exámenes se había hecho, y había esperado
en aquella sala por horas, mirando los rostros ausentes de otros pacientes,
todos con el mismo miedo, con la misma duda en su cabeza y la mayoría estaba
acompañado, la mayoría tenia a alguien sujetando de su mano hasta que el nombre
era llamado por una pequeña ventanilla donde les entregaban un sobre y ahí
quiso llorar, como había querido llorar aquel día que oculto su rostro entre
sus manos y se lo permitió, fue ahí que conoció a rocío, fue ahí que la
muchacha tomo de su mano y no la quiso soltar, ambas estaban en la misma
posición y de pronto se estaban haciendo compañía.
Cuatro
horas se demoraron en llamar su nombre, cuatro horas antes de que un “Abrielle
Domínguez” se escuchara en toda la sala, entonces se puso de pie y fue por él,
pero no lo abrió, no. Abrielle lo tomo entre sus manos y volvió a sentarse al
lado de la chica que había tomado su mano y le retomo el gesto, no sabía porque
estaba tan nerviosa, después de todo la medicina había avanzado, ya no era como
antes, pero como no estar nerviosa, como no tener miedo de que tu vida de
pronto podía ser mucho más corta, que todo lo que habías sufrido a la larga no
hubiese servido para nada, no podía ser la vida tan cruel, no podía ser aquel
su castigo por todas sus acciones, solo que si podía y aquello era lo que la
aterraba.
Cuando
al fin fueron dos sobres Abrielle camino y Rocío la siguió, caminaron hasta una
plaza y juntas abrieron su respectivo sobre sin siquiera decirse una palabra,
Abrielle respiro y Rocío lloro por primera vez en meses “Negativo”, dijeron
ambas mirándose, fue entonces que se presentaron.
-
Abrielle… -fue lo único que alcanzo a decir Anahí, Abrielle alzo su mano a su
boca y le pidió silencio antes de hablar, respiro e intento no llorar
- No me
ofendes Anahí, para sentirme ofendida tendría que tener cierto orgullo y
aquello lo perdí hace años. Y si me hice todos los exámenes, no tengo nada si
es eso lo que te preocupa, de todas formas estas libre de tomártelos, tienes
que esperar tres meses antes de hacerlo. Y no. No sigo creyendo que mi cuerpo
es una herramienta, no sabía quién eras antes de conocerte, ni siquiera te
recordaba, por lo tanto nunca me intereso tu dinero, siempre me interesaste tú,
pero ya… -levanto su brazos y los bajo en forma de renuncia, no tenía fuerzas para
luchar por algo que desde un principio estuvo destinado al fracaso.
-
Abrielle yo no… - Anahí quiso alcanzarla pero Abrielle solo retrocedió –lo
siento
- No. No
lo sientes, en algún momento pensé que si oías mi historia tal vez omitirías el
hecho de quien solía ser, pero claramente no es así –las lágrimas caían tan
abundantes y densas que mientras Abrielle hablaba podía sentir los salado de
ellas en su boca –supongo que fue lindo mientras duro, lamento haberte
engañado.
Y así se
sentía Anahí, engañada, eso era lo que le dolía, no haberlo sabido desde un
principio, no haber tenido la oportunidad de decirle “Que bueno que ya no lo
seas”, “Me alegro que dejaras esa vida”, “Que pena que hayas tenido que llegar
a ese extremo”, sin embargo no había tenido esa opción, Abrielle le había
quitado aquella posibilidad y había sido eso lo que le daba aquella rabia,
fatal rabia que le había hecho decir cosas que no quería, lamentables dichos
que ya no podía borrar y como deseaba borrarlos cuando veía la mirada dolida de
Abrielle, las lágrimas que habían comenzado a salir y que aún no se detenían,
entonces la vio moverse y camino tras de ella, en silencio la miro abrir el
mueble de su ropa y el pánico la tomó por sorpresa.
- ¿Qué
haces?
- ¿Qué
te parece que estoy haciendo? –Tal vez fue la forma en que lo pregunto, o el
tono de voz que usó, pero Anahí sintió un nuevo tipo de pánico, uno que hasta
ahora no había sentido, no quería estar sin ella, no le importaba la rabia, ni
el engaño, ni nada.
- No
quiero que te vayas –suplicó acercándose a ella de golpe, abrazándose a su
cintura desde la espalda, como si hubiese sido ella la que cometió la falta,
como si de pronto la estaban dejando.
- Anahí
–dijo Abrielle girándose para tenerla enfrente y el resultado era el mismo que
esperaba –ni siquiera eres capaz de mirarme a los ojos, no nos engañemos, yo no
dije las cosas a su debido tiempo y tu dijiste cosas que hubiese preferido no
oír. –Y era cierto, ambas se habían hecho daño, tanto que Anahí no pudo hacer
sino alejarse, darle el espacio que necesitaba para arreglar su bolso, jamás
pensó enfrentarse a esa situación y deseo que el hombre que había cruzado la
puerta nunca lo hubiese hecho, nunca haber sabido lo que supo, nunca haber
dicho todo lo que no tenía que haber dicho cuando la persona que amaba solo
necesitaba que la oyeran.
Abrielle
llego al cajón de las poleras y disfruto una vez más el orden de Anahí, la
forma en que todo estaba por color, en como en un lado estaban sus cosas y en
el otro las de ella, sin embargo pudo ver algo de la morena entre sus cosas y
no dudo en ponerla dentro de su bolso, aunque hubiese deseado nunca sacarlas de
ese lugar si no era para usarlas de inmediato.
Cuando
tuvo todo lo que necesitaba dentro de su bolso se detuvo, alargando el tiempo
que le quedaba en el lugar, inventando alguna excusa para demorarse un minuto
más, para grabarse el aroma de la habitación, el color de las cortinas y de las
sabanas, pero por sobre todo, aquel tiempo para grabársela en la memoria
exactamente como era y no era difícil verla, ni si quiera tenía su mirada
respondiéndole, porque Anahí no era capaz de verla devuelta.
- Si
crees que puede haber un día en que me puedas volver a ver a los ojos como lo
hiciste esta mañana ¿Me llamas? –pregunto
sinceramente, necesitando una respuesta que le dejase algo de
tranquilidad.
- ¿Y si
no? –preguntó Anahí y aquella no era la respuesta que Abrielle quería oír, sin
todo lo contrario
- Tal
vez todo lo que necesitas es tiempo para que esa rabia que sientes pase, para
que dejes de estar decepcionada o ya no sientas asco. -¿Asco? Asco, pensó
Anahí, acaso sentía asco por ella, como podía sentir asco por ella.
- No te
tengo asco – dijo Anahí mirándola, sin verla del todo
- Ya.
Comunícale eso a tu cara, que está lejos de creer lo que tu boca dice –Abrielle
tomo el bolso que hasta ahora estaba en el suelo y paso por su lado dejando su
aroma con ella, pero dejando mucho más que eso, Abrielle había dejado su
corazón, porque a cada paso que daba sentía su pecho más vacío.
v
- Yo te
dije que tenías que hablar con ella –Rocío hablo mientras la abrazaba con
fuerzas
- ¿Y
cómo Ro? Como se lo iba a decir si lo que más temía se hizo realidad, al menos
ahora supe lo que era amar a alguien
-
¿Aunque te esté doliendo?
- Si me
duele es por mi culpa, seamos sinceras, siempre supe que iba a llegar el día en
que mi pasado me iba a cazar, siempre me siguió de cerca, me atormentaba, me
acechaba a cada vuelta de esquina, cada vez que iba a un restaurant y veía una
cara conocida, nunca iba a poder arrancar realmente de él.
- No lo
entiendo Bri, no estabas con ella cuando paso, eras una niña, tenías dieciocho
años por la cresta, como mierda no tomo en cuenta eso.
- Porque
le mentí, porque cuando pude haberle dicho algo preferí inventar otra cosa
- Ah
claro, como si pudieses ir por la vida diciendo “Hola soy Abrielle Domínguez,
periodista, pero antes solía vender mi cuerpo para pagar mis estudios y las
deudas de mis padres” porque a que tu padre no dijo eso, a que no te dio las
gracias por haberle pagado todas y cada una de las deudas que tenían, hueona
estaban a punto de embargarles hasta la casa.
- Ro, mi
papá no veía más allá de la punta de sus zapatos cuando estaba echado en el
sillón.
- ¿Qué
harás ahora?
-
Quedarme contigo por ahora, no lo sé, tal vez se calme y quiera oírme
- Aquí
eres bienvenida todo el tiempo que sea necesario –dijo Rocío abrasándola una
vez más y tal como cuando abrió la puerta de su departamento, Abrielle había
vuelto a llorar, como si su vida dependiera de eso.
Aquella
fue la primera noche es casi siete meses que no dormía con Anahí a su lado y
podía sentir el vacío en la cama, la ausencia que era mucho más grande de lo
físico, tan grande que no se dio cuenta en que momento dejo de llorar, ni
cuando se quedó dormida, tal vez fue al mismo tiempo, o tal vez mientras dormía
las lágrimas siguieron cayendo, porque a la mañana siguiente sus ojos estaban
tan pesados y su almohada tan mojada, que no supo si levantar a bañarse o
secarse del todo.
v
Las
mañanas nunca eran frías, siempre eran cálidas, siempre era el aroma del café
lo que la despertaba, el beso de Abrielle o la caricia bajo las sabanas, pero
esta mañana fue distinta, esta mañana no había café recién preparado, ni beso,
ni caricia, ni siquiera sabía si seguía siendo de mañana, porque era la
pelirroja quien siempre la despertaba antes de ir a trabajar, mas no hoy.
Buscó
las fuerzas para ponerse de pie y se sintió tan escasa de ellas que volvió a
aferrarse a la almohada que tenía su aroma, tanto que cuando abrió sus ojos se
encontró de golpe con un cabello anaranjado y largo, las ganas de tomarlo y
meterlo en un relicario no tardaron en llegar, sino hubiese sido una idea tan
descabellada, como si dejarlo ahí en la almohada sin siquiera tocarlo no lo
hubiese sido del todo.
Cuando
al fin salió de la cama, abrió sus cajones y tomo una de sus poleras, le
quedaba tan grande y tan cómoda que ni siquiera se contuvo de llorar, para que
contenerse cuando nadie te ve, cuando si quieres puedes gritar, volverte loca y
lanzar todo lo que está a tu paso contra las paredes, cómo era posible que
amara tanto y con tanto descontrol, no era racional, se escapaba de toda su
cordura y Anahí detestaba sentirse así, odiaba sentirse una histérica más en el
mundo.
No había
pasado mucho desde que salió del trance en el que se encontraba cuando el
timbre sonó y suplico que no se tratase de ella, no podía enfrentarla en ese
momento, no quería que la viera en ese estado de vulnerabilidad, pero cuando
abrió la puerta y se encontró con su mejor amigo no pudo sino llorar en su
hombro.
Max miró
el departamento con asombro, un huracán había pasado en esa sala y su amiga
había resultado ilesa, al menos por fuera, por dentro era un completo desastre
y no necesitaba mucho para saber eso.
- Hola
–dijo Anahí cuando por fin encontró su voz
- Hola
–respondió Max quitando las lágrimas de su rostro, aunque fuese imposible
hacerlo del todo – Rocío me llamo, me dijo algo de lo que había pasado
- ¿Qué
te dijo? –pregunto la morena sin vacilar
- Que te
viniera a ver, que una bomba había explotado y que tú necesitarías de alguien
-
Entonces esta con ella
- Si,
Abrielle se quedara con ella –Anahí trago el aire que se había acumulado en su
boca e intento tranquilizarse, aunque fuese en vano
- ¿No te
dijo nada más?
- Algo
del pasado de Abrielle, pero que era tu decisión contarlo
- ¿Cómo
mi decisión? No es mi historia Max
- Bueno,
tal vez fue Abrielle la que me dijo eso
- Max…
-dijo Anahí sabiendo que había mucho más tras sus palabras, esperando una
respuesta sincera
- Está
bien, vengo del depa de Rocío, la fui a ver y me encontré con Abrielle hecha un
lío, con suerte fue capaz de hablar, me contó algo de lo que paso, pero me dijo
que te viniera a ver, que tu necesitabas a alguien y que era tu decisión
decirme lo que había pasado, no de ella. ¿Qué paso Nai, te hizo algo? Porque le
pregunte a ella y me dijo que probablemente te había roto el corazón y si tengo
que volver ahí y cachetearla como una mujer lo voy a hacer.
Anahí
tomo aire y sonrió por la fidelidad de su amigo, hasta que la sonrisa
desapareció y todo lo que le quedo fue la verdad, no hubo detalle que Anahí
omitiese, desde el principio hasta el final, tanto que no supo cómo las
palabras salieron de su boca sin protección, casi como la tarde anterior cuando
todo se había desplomado en el mismo lugar donde ahora se encontraba. Cuando
termino de hablar Max se tomó la cabeza y luego la abrazo, se puso en su lugar
y la entendió, tal vez él hubiese reaccionado mucho peor, pero conocía a su
amiga, sabia lo enamorada que estaba y lo dispuesta que podía estar a dejar
pasar todo, menos la mentira y el engaño, dos cosas que indirectamente Abrielle
había hecho.
- ¿Qué
es lo que más te molesta de todo esto? –pregunto Max – ¿Que te haya ocultado la
verdad, que vendiera su cuerpo o las dos cosas juntas?
- No lo sé,
o sea cuando conoces a alguien sabes que hay un pasado, un listado de personas
que estuvieron antes que tú en la mayoría de los casos, pero la forma en que
esas personas estuvieron, no lo sé…
- Te da
asco
- ¡Sí! –Gritó
Anahí – y créeme que no quiero sentirlo, quiero decirle que está bien, que es
su pasado y que todos tenemos uno, pero no puedo Max, no puedo.
- Es
razonable Nai, pero piensa que esto fue hace muchos años, ella tiene otra vida
ahora, tú eres su vida ahora
- si tan
solo me lo hubiese dicho desde un comienzo
- Ni
siquiera te hubieses dado la posibilidad de que te gustara, mucho menos
enamorarte
- Tal
vez no Max, tal vez hubiese sido inevitable amarla aun sabiendo eso
- No.
Anahí su pasado es lo que te da asco, hubiese pasado lo mismo antes
- ¿Y qué
hago ahora?
- Tienes
dos opciones, pedirle un tiempo para reconciliarte son su pasado y no volver a
mirar atrás o decirle que siga su vida y tú sigues la tuya.
Anahí
miró las opciones que tenía por delante y no sabía cómo actuar, después de todo
ella podía olvidar y volver a enamorarse, siempre se podía, solo tenía que
sufrir un par de meses para volver a sonreír más tarde que temprano, el
problema era que no sabía si quería olvidarla, no sabía si quería enfrentarse a
una vida sin ella.
v
Diez
vueltas dio en el pasillo del hospital antes de decidirse a entrar, no sabía cómo
iba a mirar a su madre, ni como se veía después de cinco años sin verla y con
un cáncer sobre ella. Quería ser fría, quería hacer de aquello un simple trámite,
después de como la habían desechado a ella no se podía esperar menos, sin
embargo ella no era así, podían pisotearla una vida y ella iba a seguir mirando
con compasión, siempre le iba a tener compasión.
Al
momento de entrar a la habitación lo primero que vio fue a su padre, sentado en
una silla mirando al suelo, esperando la vida. Contemplo las paredes blancas y
el aroma nauseabundo del lugar le dio escalofríos, no quería estar ahí, quería
haber estado mucho antes, acompañando a la mujer que le había dado la vida,
tomando su mano en los tratamientos, sirviendo la comida cuando sus fuerzas
no dieran más, sin embargo ya era tarde para todo eso.
Cuando encontró
el valor de mirar a la cama, vio una mujer que no reconoció, su rostro lejos de
ser lo que era estaba falto de músculos, de vida, todo su cuerpo lo estaba, podía
notar los huesos en sus pómulos y las enormes marcas negras bajo sus ojos, como
si estuviese viendo el vacío mismo, hasta que cuando menos se lo espero la
mujer abrió sus ojos y entre lágrimas sonrió.
-
Viniste –dijo sin fuerzas en un arranque de lucidez
- Claro
que iba a venir –dijo limpiando sus propias lágrimas mientras se acercaba a la
cama y el hombre que la había engendrado las dejaba solas – hubiese querido venir
mucho antes
- Pensé
que nunca iba a volver a ver tu carita, ni tus pecas, ni tu sonrisa… sonríeme Abri…
por favor sonríeme – Abrielle la miro con ternura e intento darle una sonrisa
sincera, tan sincera como pudo. Su madre busco su mano y la presiono con toda
la fuerza que tenía, que no era mucha y dentro de todo lo que Abrielle estaba
sintiendo, se sintió feliz, feliz porque había se había reencontrado con su
madre, había oído su voz y como cuando era pequeña su voz la calmo.
- Te amo
mami –dijo Abrielle besando su mano, mirando a sus ojos idénticos a los de
ella, esperando el perdón de su mirada y lo encontró, tan fuerte se lo dio que
Abrielle sintió la única paz que necesitaba en su vida y su madre supo que también
había sido perdonada “Yo también te amo”, dijo limpiando las lágrimas de su
hija.
-¿Abri,
te acuerdas de esa canción que te cantaba cuando eras pequeña?
- ¿La
que te cantaba el abuelo? –preguntó Abrielle
y su madre asintió con la cabeza. Abrielle comenzó cantar las palabras
en otro idioma, la dulzura de su voz hizo que su madre se sintiera una niña
nuevamente y su voz podía escucharse incluso en el pasillo del lugar.
Su voz
no tardo en apagarse poco a poco, cuando fue comprendiendo lo que estaba
pasando, miro a la puerta y su padre estaba de pie frente a ella, llorando como
si su vida dependiera de ello, mientras cada vez más bajo Abrielle seguía cantando,
hasta que la fuerza con la que la mano le apretaba la piel, se pronto dejo de
apretar, pudo ver como su madre la dejaba, pudo sentir como lo que estaba
frente a ella no era más que un cuerpo tibio, el que beso una última vez antes
de que se enfriara del todo y sin decir una palabra se marchó, no había nada
más que podía hacer, nada que hubiese deseado.
v
Cinco
días pasaron y de pronto el vació de la cama y ano era tan vacío, Anahí despertó
antes de que el molesto despertador sonara y no pensó en ella, claro, hasta que
pensó que por primera vez no había pensado en ella y ahora estaba pensando en
ella, en que por una semana no la había visto, ni oído, ni nada, y si se podía respirar
sin su presencia, a vida continuaba mágicamente, nada había sido alterado,
entonces la posibilidad de pasar la página se volvió una opción, hasta que noto
que el cabello anaranjado que por días había estado sobre la almohada a su lado
había desaparecido y la necesidad por llorar se hizo presente una vez más.
Pasar las
tardes en el café leyendo para ella o a los niños de vez en cuando se había vuelto
una costumbre, Max se estaba encargando del club y ella se estaba entregando de
lleno a su más reciente logro, tanto que aquel día incluso había atendido mesas
y preparado cafés, al único que aquello le disgustaba era al encargado que ella
misma había designado, de pronto Anahí regalaba cafés y le daba muffins a las
personas que pedían dinero fuera del lugar, pero la gota que había rebasado el vaso
fue cuando hizo que uno de los jóvenes entrara, se aseara en el baño y luego se
sentara en una de las mesas para servirle ella misma un café y un trozo de
torta, en su vida aquel muchacho había sido tan bien atendido.
- No
puedo más –dijo el joven encargado
- ¿Qué
no puedes más?
- No
puedes meter a esta clase de gente acá –dijo el tipo con desprecio
- La última
vez que vi era yo la dueña del lugar
- ¡Pues
renuncio! –grito el hombre saliendo con autoridad del lugar, las personas que
estaban en el lugar solo rieron ante el acto, pero en ningún momento miraron en
menos al muchacho que con vergüenza comía
- Jaime –dijo
Anahí llamando al muchacho – De hoy en adelante todos los días habrá un
desayuno y una once cuando vengas –dijo la mujer haciendo que el joven sonriera
de oreja a oreja – pero con una condición, tu llegas bañado y oloroso y si en
un mes me sorprendes llegando por completo limpio entonces tendrás un trabajo aquí.
El joven
la miro con espanto, aquello no era real – Pero el poco dinero que gano es para
dárselo a mis hermanos, no puedo comprarme ropa o darme el lujo de vestirme
bien
- Pero
si tienes un trabajo podrás hacer todo eso
Jaime no
tenía más de dieciocho años, siempre lo veía pidiendo dinero en la calle o
vendiendo cosas que no quería saber de donde habían salido, entonces hizo algo
que no estaba segura de hacer, metió la mano a su bolsillo y saco dinero, no
sin antes mirar directo a Jaime
- esto
es para que mañana vayan a un baño con tus hermanos y se limpien de pies a
cabeza, luego ven por mi acá e iremos de compras, si haces eso te prometo que
pasado mañana tienes un trabajo y un sueldo, pero tienes que prometer que no
vas a robar más ni meterte en vicios
- Nunca
he tenido vicios, pero lo prometo, todo, todo –dijo Jaime tomando la torta que
no se había comido y poniéndola en una bolsa, antes de marcharse Anahí le dio
una caja con muffins para que alimentara a su familia y en esos cortos minutos
se sintió feliz, porque había hecho algo que cambiaría las vidas de esas
personas.
- Me
quede sin encargado –dijo cuándo una de las meseras se le acerco y esta solo
pudo sonreír, Anahí era la mejor jefa que había tenido.
El día había
comenzado mejor que los anteriores, la tarde estaba llegando y una vez más se
encontraba pensando en Abrielle solo cuando recordaba que no la había pensado,
entonces camino hasta el estante y abrió el libro que noches atrás Abrielle le había
leído, fue inevitable no llorar, no sentirse vacía, no querer dejar lo que sentía
de lado y buscarla, besarla, hacerla suya, hasta que la imagen distorsionada de
Abrielle en otra época la tomaba por sorpresa y el disgusto golpeaba su cara,
aun no era tiempo.
v
- ¿Has
hablado con ella? – pregunto Rocío
- No, la
iba a llamar hoy pero fue más fácil no hacerlo
- ¿Qué
vas a hacer Abrielle?
- No lo
sé, me dieron un mes para tomar na decisión y es importante, sabes todo lo que
he luchado para esto, pero si me voy la pierdo
-
Entonces no te vayas
- Y si
me quedo y la pierdo de todos modos, entonces me quedare sin nada
- Ve a
verla, habla con ella, ve en qué dirección va todo, tal vez ya lo esté
superando, entonces te quedas sin trabajo pero con ella
- No me interesa
el trabajo a esta altura, hay decenas de diarios que quieren tenerme, al final
si no estoy en un puedo estar en otro, pero ¿puedo encontrar otra Anahí?
-
Cariño, esa mujer fue capaz de hacerte cambiar de mujeriega a una yegua con los
ojos cubiertos incapaz de mirar a otra dirección que no fuese donde estaba
Anahí.
- Voy a
ir a hablar con ella –dijo Abrielle encontrando la valentía, ya no quería
esperar, quería verla, preguntarle si tenían una posibilidad, tenía que darle
una, después de todo no era solo ella la que estaba sintiendo, era ambas.
Al
momento de llegar al edificio pensó en ocupar su llave, pero era tarde, podía
asustarse o algo así, entonces solo se paró firme frente a la puerta y golpeó,
tres veces golpeó antes de que abriera, más la persona que abrió no era quien ella
esperaba.
- ¿Qué
haces tú acá?
- Veo
que me recuerdas –dijo la mujer sonriendo –Pasa –completo abriendo la puerta
- ¿Anahí?
– preguntó Abrielle
- Se está
dando un baño, puedes esperarla –no era solo su presencia lo que detestaba, era
la forma en que hablaba, como si en una semana de ausencia ella hubiese ocupado
su lugar, adueñándose del espacio.
Abrielle
no tuvo intención de decir nada, miro sobre la mesa de centro y vio el reloj
que había olvidado, sin pensarlo lo tomo y se lo puso
- ¿Eso
es tuyo? –preguntó la mujer con propiedad
-
¿Perdón?
- Que si
es tuyo, porque no deberías tomar las cosas que no son tuyas
- Y tú quién
mierda te crees que eres –dijo Abrielle lejos de preguntar. Anahí escucho su
voz y el tono acelerado que salía de ella, tomo su bata y envolvió su cuerpo lo
más rápido que pudo, ni si quiera alcanzo a alegrarse por verla
- ¿Qué paso?
–grito logrando que Abrielle se calmara
- Nada
A-Nai, es que tomo un reloj que estaba sobre la mesa y yo le pregunte si era de
ella –dijo la rubia jugando a la inocencia
- Hola –dijo
Abrielle intentando calmarse antes de decir otra palabra – ¿podemos hablar a
solas por favor?
- Carla
te puedes ir, mañana hablamos –dijo Anahí con cara de pocos amigos
- Claro
hermosa, mañana te llamo –dijo dándole un beso y caminado hasta la puerta para
abrirla, ante la mirada atenta de Abrielle sobre ella – A-Nai… -dijo girándose antes
de cerrar la puerta –no te olvides de dejarle buena propina sobre la cama por
la mañana –disparo la mujer sonriendo mientras salía.
Anahí
miró la puerta cerrarse y la rabia se apodero de ella, hasta que miro a su
lado, Abrielle estaba inerte, con sus ojos más grandes que nunca, mirando a la puerta,
intentando comprender lo que había dicho aquella mujer, queriendo creer que había
sido su imaginación, pero no lo era, cuando vio la mirada de culpa en los ojos
de Anahí, supo que no era y como una ráfaga de viento quiso correr del lugar.
-
Abrielle para –dijo Anahí tomando de su brazo, esperando que la mujer la dejara
excusarse – Lo siento, pero no te vayas así, hablemos por favor –completo mientras
Abrielle miraba fijamente la mano sobre su brazo
- Solo
tres veces en mi vida me he sentido así de humillada, cuando mi padre me echó,
cuando un desgraciado me violó y ahora –grito entre dientes con ira en sus
ojos, tanta ira que Anahí la soltó solo por el calor que provenía de ella –
creo que es hora de dejar de contar – dijo por última vez para alejarse de ahí,
tan rápido como pudo, sintiéndose una idiota por haberse enamorado de alguien
así, una estúpida por creer que todo tenia solución, cuando ella no era más que
una anécdota, una burla para Anahí y de solo imaginársela contándole precisamente
a ella su pasado le daba nauseas, tantas nauseas que cuando salió a la calle no
pudo sino vomitar todo el dolor que le revolvía el estómago.
Aquella
noche no llego al departamento de Rocío, hacía frío y no le importo, ella
camino por las calles buscando un sentido a todo lo que estaba pasando,
entonces lo encontró, aquel era el precio a pagar por sus acciones, miro al
cielo pidiendo una confirmación y de la nada comenzó a llover, ella no pudo
sino reír, a carcajada rió hasta que se cansó y entonces solo quedo la lluvia
que brotaba de sus ojos y se mezclaba con la del cielo, tal vez era Dios riéndose
de ella, o la vida llorando a su lado, lo cierto era que Abrielle había tomado
una decisión, y el trabajo en la capital del país ya no era una opción sino un
hecho.
Nota: Gracias a los fieles que siempre comentan y hacen que me den ganas de escribir, ya sea acá, al correo o Hangouts, Gracias y por favor, compartan y sigan comentando, me desanimo cuando veo que nadie escribe, eso.
Pd: estoy trabajando en otra historia que pretendo publicar esta semana, quería hacerlo hoy y al final me deje llevar por Anabrielle y publique primero. Aviso que es algo distinta, saben que me gusta el drama pero esta sera algo más tortuosa, espero, porque las historias siempre terminan sorprendiéndome a mi antes que a ustedes.
Pd2: ¡¡Comenten!! me siento menos sola cuando se a que personas les escribo, incluso cuando no les gusta como escribo.
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