Anabrielle 4

Capítulo 4: Del cielo a la tierra


Cuando Anahí despertó a la mañana siguiente extraño el peso que había estado sobre ella toda la noche, la angustia se apodero de ella en cuanto paso por su cabeza la idea de despertar sola después de la noche anterior, tanto que temía abrir sus ojos y confirmar sus miedos, pero antes de que pudiese despegar sus parpados una pequeña risa colmo sus oídos.

- Buenos días bella durmiente –dijo Abrielle de pie frente a la cama. Anahí abrió sus ojos y admiro sorprendida lo bien que calzaba su ropa en la pelirroja, lo que a ella pudo haberle quedado grande, a la otra le quedaba perfectamente ajustado y el hecho de       que Abrielle estuviese solo con su polera y su ropa interior la hacía sonreír enormemente.

- Pensé que te habías ido  

- ¿A dónde?

- No lo sé, a tu casa –respondió ocultando su rostro entre las almohadas  - Estoy desnuda –dijo tocando su cuerpo y Abrielle rió a carcajadas. – No te rías

- Lo siento –dijo la pelirroja intentado controlar su risa- preparé café –agrego rápidamente, corriendo a buscar las tazas y volviendo de inmediato

- No querrás que me tome el café así

- A mí no me molestaría para nada 

- No lo dudo –dijo Anahí levantándose de la cama, llevando solo la ropa con la que nació en su cuerpo, aquello no le pudo parecer más perfecto a la pelirroja, mientras se sentaba en la cama, admiraba como Anahí se ponía una pequeña pantaleta y una polera, para volver a sentarse a su lado – Buenos días –dijo sonriéndole una vez más.

- Ven acá –dijo Abrielle poniendo las tazas en el mueble al lado de la cama y esperando que la morena se acercara a ella –Buenos días otra vez –dijo sonriendo antes de juntar sus labios dulcemente, no hicieron de aquello algo agitado, fueron decenas de besos cortos sobre sus labios y fue Anahí quien los cortó buscando su mirada, con su mano acomodó un mechón anaranjado que caía suelto sobre su rostro tras su oreja y una vez más dio besos cortos sobre sus labios

- Se va a enfriar el café –susurró sobre sus labios separándose una vez más de ella.

- Que se enfrié. –respondió la pelirroja y antes de que Anahí pudiese evitarlo, su boca completa estaba siendo poseída por ella, entonces ya no quiso evitarlo.

- Te dije que el café se iba a enfriar – dijo Anahí cuando por fin probo la taza en sus manos

- Sin embargo es el mejor café que yo he probado –respondió Abrielle sonriendo. Anahí llamo su atención golpeando con su pie la pierna de la pelirroja, si es que a eso se le hubiese podido llamar golpe - ¡Ouch!

- Exagerada.

- ¿Qué harás hoy?

- Primero iré a comprar el diario –murmuró causando la risa de la otra- después probablemente tenga que ir al club a ver como esta todo para el fin de semana

- Ah… -exhaló Abrielle, no sabía que decir, o si lo sabía, solo que no se atrevía.

- ¿A qué hora entras hoy?

- Hoy no entro –dijo Abrielle tomando de su helado café- Tengo que ir a hacer una entrevista al medio día

- ¿Y el resto del día? –preguntó Anahí. La pelirroja levanto sus hombros en desconocimiento– ¿Me acompañas al Club? –pregunto Anahí

- ¿Segura?

- ¿De querer estar contigo? –preguntó Anahí. Abrielle movió su cabeza en forma de si- Yo por mi no me despego de ti todo el día

- Te vas a cansar de mi presencia –susurró la pelirroja casi sin voz mientras dejaba la vacía taza sobre el mueble

- Probablemente, pero quiero arriesgarme

- ¿Quieres cansarte de mi presencia?

- Quiero estar contigo hasta decir basta.

Abrielle sonrió tímidamente y a la morena le gusto esa parte de ella, como si la tremenda mujer que estaba frente a ella no supiese quien era, ni lo que valía, entonces Anahí se dio cuenta lo poco que sabía de ella, recién la estaba conociendo y por primera vez veía aquel lado de su personalidad, completamente distinto a la mujer con prestancia y confianza que había visto por días.

- Me voy a bañar –dijo Anahí poniéndose de pie y caminando hasta el baño mientras se quitaba la polera que cubría su torso - ¿Vienes? –preguntó desde la puerta

- Voy –contesto Abrielle caminando hasta ella.

La mañana después del baño paso lenta, Anahí se acostumbraba a la presencia de Abrielle en su departamento, tanto que no pretendía dejarla ir, por más que aquello le pareciera una locura “la vida es una sola”, pensó mientras la observaba a unos pasos de ella, la imagen a sus ojos era perfecta, su cabello anaranjado caía húmedo sobre su espalda y el hecho de que la falta de maquillaje le permitiera ver todas las pecas de su cara, le fascinaba.

- Si quieres puedes sacar una foto, dura más tiempo después de todo

- Para que, si puedo mirarte todo lo que quiera

- Descarada –insinuó la pelirroja con un dejo de sarcasmo en su voz

- Descarada tú que te atreves a pararte así frente a mí.

Abrielle rió y se burló en su cara de lo cursi que aquello sonaba, sin embargo le gustaba lo cursi, le gustaba el hecho de que podía sonreír tranquila, de que podía estar frente a alguien sin que importara la ropa que traía puesta, ni que le molestara lo expuesta que estaba su cara desmaquillada; no se había sentido mejor que en ese momento por años, de ahí nació la osadía del sentimiento, por un momento se dejó llevar – Estoy feliz – pensó.

- ¿Cuantas citas deben pasar antes de la conversación?

- ¿Qué conversación? – preguntó Abrielle buscando la respuesta en sus ojos, no tuvo que mirarla demasiado, de pronto parecía haber leído un manual sobre ella, sabérselo por completo, parecía poder interpretar cada gesto de su rostro y aquello la hizo sonrojarse, mucho más de lo que Anahí estaba

- Te ves hermosa cuando te sonrojas

- No tanto como tú –respondió ella con su mejor nivel de juego. Anahí sonrió y espero que Abrielle se acercara hasta ella buscando sus labios como un imán, ni siquiera la vio caminar, simplemente se desplazó hasta ella, y una vez más sus labios pedían permiso para adentrarse, tan suave como la estaba acostumbrando.

- Nunca he tenido una relación estable –dijo Abrielle rompiendo el beso – así que no sé muy bien cómo va esa conversación

- Pero ¿Quieres tener una relación?

- ¿Tú me estas preguntando si yo quiero estar contigo?

- De forma exclusiva claro está –respondió Anahí con confianza en su voz

- No lo sé, creo que tengo que pensarlo – bromeó Abrielle, causando que sus cejas se arrugaran

- Tal vez te gustaría pensarlo sola –respondió Anahí notando el tono de broma de Abrielle, alejándose de ella en respuesta

- ¡No, por favor! ¡Sola no!

- No me simpatizas mucho en este momento

- Claro que quiero estar contigo, tonta –dijo Abrielle buscando sus manos –y por supuesto exclusivamente

- Bien –respondió Anahí- si me decías que no estaba la posibilidad de atarte a la cama

- Bueno, siempre puedes atarme aunque haya dicho que si –dijo en un tuno insinuante

- No, Abrielle acabamos de bañarnos no me hagas esto

- Yo no hecho nada

- No me digas cosas así y con esa voz

- ¿Porqué? –preguntó con el mismo tono de voz, buscando la piel de su cintura, mientras acariciaba con sus pulgares la suavidad bajo ellos, la pecosa sabía exactamente el efecto que tenía en ella y cada minuto que pasaba a su lado aprendía un nuevo punto para molestarla, Abrielle quería saberlos todos.

- Abrielle… -soltó su nombre a las puertas de su boca, como si hubiese querido detenerla, sin embargo la fuerza que tenía sobre ella era mucho más fuerte.

- Entonces ahora eres mi polola, mi novia, mi pareja, mi todo –murmuró Abrielle entre cortos besos que le ayudaban a respirar, ella quería ser todo eso y más.

- Abrielle…-murmuró una vez más sobre sus labios pero esta vez con desesperación, la mano de la colorina se colaba peligrosamente en su entrepierna y ya no podía soportarlo más, no importaba que acababan de perderse en una ducha, Abrielle quería más y Anahí no iba a detenerla.

v   

- Si vas tarde a esa entrevista no es mi culpa

- Nai, me pediste ser tu novia y pretendías que te iba a dejar pasar así, sin hacer nada, es completamente tu culpa – Anahí quiso reclamarle, no era su culpa para nada, había sido la pelirroja quien la había tomado por sorpresa, sin embargo aquel “Nai” sonaba tan bien en sus labios que Anahí prefirió no hacerlo.

- Tienes razón, es mi culpa –dijo sonriendo ante el acontecimiento, aquella relación estaba recién comenzando y ya veía cómo iba a seguir, bastaría una perfecta sonrisa para ceder.

Anahí salió del departamento  y Abrielle la siguió, aquel día seria por completo de ambas, aun no salían a la calle y la periodista la tomó por sorpresa, siempre era grato el tacto suave de su mano, sobre todo cuando sus dedos se entrelazaban. Abrielle sonrió sin mirarla mientras Anahí se perdía en su perfil, le parecía increíble caminar de la mano de Abrielle Domínguez, con propiedad, con derecho, porque lo tenía, era su novia, aquel había sido el flechazo más rápido y letal que cupido le había enviado, y como lo había enviado.

De alguna extraña forma el cielo de pronto se veía casi azul, el sol brillaba distinto y las pocas nubes que flotaban en las alturas parecían hacer figuras de corazones inflados, Abrielle sonrió mirando a las alturas, no era posible que la vida comenzara a brillarle de esta forma, no estaba acostumbrada a la extraña sensación que tenía en el pecho, siempre que pensaba a sentirla algo pasaba y todo se venía abajo, pero ahora era diferente, llevaba más de una semana sintiéndose feliz y de manera inexplicable se sentía como si hubiese pasado un mes.

Todo era hermoso cuando tenía sus dedos entrelazados, habían caminado casi por veinte minutos y las miradas no tardaron en caer sobre ambas, no era justo que aquellas dos perfecciones caminaran de la mano, sin embargo ahí estaban, una al lado de la otra, avanzando hacia un camino que recién comenzaba.

6 Meses Después

Si había una relación perfecta en el mundo, esa era la de Abrielle y Anahí, hacia un mes que vivían juntas y todo marchaba sobre ruedas, Abrielle conocía cada parte de Anahí cada tropiezo de su pasado y cada sueño de su futuro, no había ningún aspecto de ella que la colorina no conociera y eso le hacía amarla con mucha más intensidad. Claro que sí, la amaba, la amaba tanto que la sola idea de estar un día sin ella le oprimía el pecho, toda su vida había buscado la persona correcta y ahora la tenía a su lado. Como si hubiesen pasado cinco minutos recordaba el día en que le había dicho las dos palabras, no tenía miedo de decirlas. No. Todo lo contrario, tenía ansiedad, quería ser ella quien las decía primero…

Estaban en la azotea, aquella donde habían tenido su primera cita, sin saber que lo era, por supuesto. El cielo estaba lleno de nubes pequeñas y la hora del día ayudaba para que se vieran de un tono rosado, estaba atardeciendo y el paisaje no podía verse más hermoso, mucho menos cuando frente a ella estaba Anahí, su pelo revoloteaba al viento y una nueva cucharada de helado de chocolate entraba a su boca, siempre pedían helado de chocolate, sonrió cuando noto la forma en que Abrielle la estaba viendo, amaba cuando la veía de esa forma, amaba todo de ella y no sabía porque aún no lo decía, hacían semanas que quería hacerlo, desde la primera noche que pasaron juntas que lo quería, pero aun así se contuvo, quiso preguntarle a Abrielle porqué la miraba de esa forma, pero sabía perfectamente porque.

- De que te estas riendo –dijo Abrielle maravillada por su sonrisa

- De la forma en que me miras

- ¿Cómo te miro?

- Como siempre quise que alguien me mirara

- ¿Alguien o yo?
- Tú, siempre quise que fueras tú

- Mentirosa, antes me odiabas

- No te odiaba

- Si me odiabas, si mal no lo recuerdo la primera vez que te volvía a ver dijiste que podría ser un gusto vernos, pero claramente no era así –argumento Abrielle sonriendo

- Eso no quiere decir que te odiaba

- ¿Y ahora?

- ¿Ahora me odias? –Preguntó sin dejarla contestar –porque eso sería sumamente malo considerando que yo te amo –complemento sacando un mechón de su moreno cabello

Anahí se quedó en silencio mirándola de la misma forma que antes ella era vista, la mujer que tenía enfrente no podía ser más perfecta, todo en ella lo era.

- No me has respondido

- ¿Qué si te odio? –dijo Anahí sonriendo – Ahora tal vez un poco

- ¿Porqué?

- Porque me dijiste que me amabas antes que yo a ti

- ¿Lo haces?

- No se nota –dijo Anahí atrapando su mano, sin decir las palabras, Abrielle no demoro en acercarse a su boca y llenarla por completo, sus labios no eran torpes ni rápidos, ni vivaces y lentos, expresando sin decir lo mucho que se amaban, cuando Abrielle corto el momento y busco su mirada, los ojos de la morena tenían otra intensidad, un tono que antes no había visto, brillaban de otra forma, como si de pronto estuviesen sonriendo – Te amo – dijo Anahí, y aquella fue la primera vez que las dos palabras salieron de sus labios.

Había solo un problema entre ambas, un secreto que Abrielle no había dejado salir de sus labios, cada vez que quería hacerlo algo se lo impedía, el miedo de que fuese mucho para Anahí, el miedo de que la dejara después de eso, Abrielle no sabía cómo seguir viviendo si Anahí la dejaba, entonces cada vez lo fue ocultando de  mejor manera, pero para ocultarlo comenzó a decir mentiras y en cada nueva mentira un pedazo de su corazón se partía, “Mis padres no soportaron el hecho de que era bisexual”, aquella fue lo primero, decía haber un motivo para que sus padres no le hablaran, ese fue el primero que vino a su cabeza, después de todo l morena no tenía por qué saber la verdad, lo que Abrielle no sabía es que las mentiras tienen pies cortos y por más que arranquen siempre alguien las alcanza.

- Amor recuerda que tienes que estar antes de las diez en el café ¿Iras cierto?

- Si, pero sabes que iré a trabajar

- Entonces no estarás a mi lado cuando lleguen los invitados

- Siempre puedo pedirle a alguien más que haga la nota

- No, quiero que tú hagas la nota, pero prométeme que sacaran las fotos y harás las entrevistas y después estarás a mi lado

- Amor, no tardare más de media hora en todo, lo prometo

- Te creo –contesto Anahí besándola como siempre lo hacía.

El nuevo café que se habría en la ciudad no era común, sino todo lo contrario, habían sido varios periodistas los que querían la exclusiva, claro, solo una podía tenerla y es que por primera vez en la zona, un café era mucho más que un simple lugar con Internet y tazas calientes, no. Este lugar iba a ser magnifico, sus paredes estaban llenas de libros, como si de una biblioteca se tratara y una vez al mes se iba a exponer ciertas obras de cierto artista, por supuesto el primer artista en exponer era un viejo amigo de Anahí, el que había traído toda la publicidad con él, sus obras eran aclamadas internacionalmente, aunque él se rehusara a vivir como una estrella, pretendiendo ser un simple mortal con estilo haraposo.

“Art&Coffe”, como había llamado a su nuevo café, estaba en el lugar más céntrico de la ciudad, no había sido fácil ubicarlo ahí, tampoco la renovación del viejo edificio, mucho menos los permisos que tuvo que obtener para llevar a cabo su sueño, pero al fin ahí estaba, listo para ser inaugurado, tenía un staff listo para trabajar en una noche que sería distinta, el café de pronto iba a tener un sabor mucho más dulce.

La hora llego y el lugar estaba repleto, en una esquina estaba Abrielle con su grabadora en mano al lado de Julián, el fotógrafo que la seguía a todos lados desde hacía tres meses, desde el día exacto en que paso de tener una columna en un diario a ser una plana completa. Anahí la miro desde el centro del lugar y como siempre Abrielle la miró de vuelta, como si su mirada tuviese esa fuerza de atracción, la pelirroja podía sentir sus ojos sobre ella y no importaba el lugar en el que estuviesen, ella tenía que mirarla de vuelta.

Media ciudad estaba en el lugar, dos pisos, tres secciones distintas: Adultos, Adolescente y niños. Claro aquella noche niños no había, pero el rincón lleno de múltiples colores no dejaba de llamar la atención. Max estaba a su lado como siempre y Rocío, la mejor amiga de Abrielle la miraba con expectativa a un metro de ella, las personas que más significado tenían en su vida estaba ahí y era el momento de dar un paso más en su presente.

Después de darles la bienvenida a las personas, decir ciertas palabras tras la historia de cómo había partido el sueño de ese pequeño paraíso en la tierra, comenzó a dar vuelta entre la multitud, conversando y respondiendo las cientos de preguntas, o los cientos de abrazos felicitándola por lo bien que sabía el café y lo maravilloso que se veía todo. La noche era perfecta y estaba recién comenzando

- Disculpe señorita Gonzales, me daría unos minutos para hacerle unas preguntas –dijo Abrielle sosteniendo su grabadora en la mano, intentando ser profesional, pero basto una sonrisa de los labios de Anahí, para olvidar que profesión tenia y como se llamaba.

- Dispara –dijo Anahí dándole un pequeño beso en los labios, logrando que la periodista combinara su tono de piel con sus mejillas.

Diez minutos tardo la entrevista, Abrielle se alejó de ella para terminar de tomar fotos con Julián y entrevistar a Luis del Valle, el artista en cuestión, en eso estaba cuando entre la gente vio a Anahí, como siempre sonrió al ver su silueta de espaldas, pero su sonrisa cayó casi de inmediato cuando su mirada se dirigió a cierta rubia frente a ella, sonriéndole de cierta manera y atreviéndose de manera descarada a tomar su brazo izquierdo con cierta insinuación. Abrielle sabia de ese tipo de insinuaciones, ella era una experta en las artes de la seducción y por primera vez en los más de seis meses a su lado, siento aquel monstruo verde que todo el mundo ha visto alguna vez en su vida. Intento seguir con la entrevista, quiso ser lo más profesional que pudo, pero por segunda vez en los diez minutos que llevaba Anahí hablando con la “pelos de paja” (como le había puesto en su mente), Anahí era abrazada por ella, dos veces en dos minutos era demasiado para Abrielle, sin hablar de la sonrisa de media cara y la mirada coqueta, dos segundos tardo Abrielle en terminar la entrevista y decirle a Julián que ya podía disfrutar de un café o irse, dos segundos en los que con grabadora en mano intento caminar sin desesperación hacia Anahí y la… rubia.

- Disculpa estamos ocupadas ahora, ¿Puedes volver en otro momento? – Se atrevió a decir la rubia antes de que Abrielle pudiese hablar, antes de que Anahí pudiese hablar, pero la mirada que Abrielle le dio era casi de ser enmarcada, Anahí sintió miedo por un segundo, podían ser celos que veía en sus ojos, pero nunca había visto a la colorina celosa, nunca le había dado motivos para estarlo, aunque si lo estaba, Anahí tenía la leve sensación de que solo se pondría peor.

- No Carla, estas equivocada –dijo Anahí con una forzada sonrisa e intentando tomar la mano de Abrielle – ella es Abrielle mi novia, que además es periodista –la mirada que Carla, la rubia o Pelos de paja, como Abrielle prefería paso de tener una mirada de disculpa a una preocupante – Amor ella es Carla…

- Su Ex novia –dijo la mujer interrumpiéndola mientras le extendía la mano. La idea de dejarla con la mano estirada era tentadora, pero si había algo que Abrielle no era, era ser descortés.

- Un gusto – dijo la periodista sosteniendo su mano por medio segundo

- No me contaste que estabas de novia A-Nai – Además le llamaba por un apodo, Abrielle quería explotar, sin embargo ella sabía contenerse.

- No llegamos a esa parte –dijo Anahí. -Después de todo hace años que no hablábamos

- Carla discúlpame un segundo –dijo Abrielle sin querer poner atención a los absurdos intentos de la rubia para molestarla –te la voy a robar un instante –y sin esperar respuesta la sujeto fuerte de la mano y la llevo al interior de la cocina del lugar.

- Perdón por eso –dijo Anahí bajando su mirada

- Oye –dijo Abrielle levantando su rostro con un dedo sobre su pera – Hola amor, te extrañe

La pelirroja siempre tenía esa capacidad de sorprenderla, no importaba lo que la rodeaba, siempre terminaba haciéndolo. Anahí sonrió a medio rostro y poniendo sus manos en el cuello de la morena la llevo hasta sus labios, a veces cuando la besaba se sentía como si estuviese en casa, como si hubiese estado perdida por el mundo y de pronto ya no lo estaba más y como si  fuese imposible, cada beso en sus labios parecía mejor que el anterior. La morena adoraba estar en sus labios, tanto que se dejó llevar y sus manos recorrieron descaradamente la espalda de la colorina, tanto que en un punto dejo de acariciar su espalda y más bien apretujo con ansias su redondeado trasero, Anahí sonrió en el beso al tacto, hasta que cierto carraspeo de garganta las hizo detenerse.

Se separaron de inmediato, Max estaba frente a ellas sonriendo pícaramente, mientras tras él cierto personal de la cocina adornaba con rojo sus mejillas. Ambas féminas sonrieron envueltas en rojo, habían sido descubiertas y aunque por un segundo se avergonzaban, al otro se sentían descaradas, no tenían por qué avergonzarse, estaban felices y enamoradas, aquello lo era todo.

El resto de la noche paso tan rápido, que Anahí no se dio cuenta cuando eran solo su círculo privado quien estaba en el lugar, los invitados, los trabajadores, todos se habían marchado, solo quedaban ellos y una champaña.

- Quiero hacer un brindis –dijo Abrielle levantando su copa, haciendo que el resto la siguiera –Por la mujer que tiene su cabeza llena de sueños cumplidos y por cumplir, nunca dejes de soñar mi amor.

Anahí quiso abrazarla, que sus mejores amigos se fueran y quedar sola con ella, mirarla hasta cansarse, aunque supiera que nunca se iba a cansar, como podría hacerlo.

- Gracias por estar acá conmigo, creo que esta noche no podía ser más perfecta.

- Si y por mucho que quisiera que no fuese así, lamento decir jefecita que es mejor que nos vayamos porque mañana hay que hacer compras y atender tu otro negocio

- Lamento decir Maxito, que te toca solo mañana –dijo Abrielle, atrayendo tres miradas sobre ella

- ¿Si? –preguntó la morena

- Sí. Te tengo una sorpresa mañana, por lo tanto tendrás noche libre

- Me encantan las sorpresas –dijo Anahí ansiosa –lo siento Max.

- Yo puedo acompañarte –dijo Rocío bajando su mirada –después de todo ese club me encanta

- Sabes que tendrías que trabajar ¿cierto? –dijo Abrielle

- Cariño, el hecho de que no haga nada con mi vida no significa que no sepa hacerlo

- Me vendría bien una mano –dijo Max sonriendo

- Le haces algo y te mato-murmuró Abrielle a su oído.

La noche era joven para ambas, el champaña se había acabado, Rocío y Maximiliano se habían marchado y solo quedaban ellas acompañadas del silencio. Abrielle camino hasta una de las paredes llenas de libros, paso su mano con el dedo extendido como si estuviese buscando algo a lo largo de las filas de textos, hasta que de detuvo, Anahí la miro con cautela mientras lo abría y pasaba sus hojas buscando algo, la morena pudo ver en sus ojos que había encontrado lo que estaba buscando, entonces Abrielle la miro de vuelta…

- “Ven a dormir conmigo amor, no haremos el amor, él nos hará”

Abrielle sonrió mientras cerraba el libro y se acercaba a Anahí con él en la mano – Ars amandi o el arte de amar, Julio Cortázar –susurra cerca de sus labios bajando el libro que seguía en su mano – Salvo el Crepúsculo, deberías leerlo alguna vez.

- Prefiero que me lo leas tu –murmuro Anahí alejándose de la cercanía de sus labios

- “Y ciego en la ciudad embisto los portales
Bajo los órdenes que en vano te escudan de este amor,
Salgo a tu centro en una danza de hoja seca,
Lengua de torbellino, balbuceo del alma para incluirte y anegarte.
¡Oh noche, aquí está el día!”

Abrielle no terminaba de leer y Anahí tenía sus labios sobre ella – no dejes de leer –murmuró mientras se paseaba por su cuello hábilmente y la pelirroja le hizo caso, continuo leyendo a sobresaltos mientras la húmeda lengua de la mujer que amaba bailaba bajo el lóbulo de su oreja, Anahí sabía que no exista mejor lugar que ese para hacerla sentir y poco a poco la voz de Abrielle se apagó, cuando el libro golpeó el suelo, la morena busco su mirada y ambas sonrieron…

- Vayámonos de aquí

- Vamos.

v   

Toda la mañana Abrielle tuvo una sola cosa en mente, no era el más grato de los pensamientos, todo lo contrario, era el más detestable. Había pasado una noche maravillosa con Anahí y sin embargo no podía sacárselo de la cabeza; Anahí seguía durmiendo, llevaba una hora mirándola y se preguntó cuántas personas la habían visto dormir, cuantas habían probado sus labios, su piel. El pensamiento definitivamente no era grato, sobre todo cuando ella no era nadie para reclamar. Tanto se perdió en lo que estaba pensando que no noto cuando la mujer a su lado despertó…

- Buenos Días –la interrumpió su voz de pronto. Le encantaba como sonaba su voz por las mañanas, un poco más grave, mucho más sexy.

- Mientras tu despiertes a mi lado siempre van a ser buenos – Anahí sonrió, los días en que la pelirroja le hablaba así siempre eran perfectos.

- Despertaste de buen humor

- No tanto, pero de tanto mirarte mi humor cambio

- Para. –Dijo Anahí buscando su boca para darle un beso corto –ya estoy enamorada de ti, no necesitas tantas lindas palabras –dijo entre besos

- ¡Ah bueno! ¡Entonces levántate y hazme el desayuno mujer! –grito quitándole las sabanas que la cubrían

- Tonta –susurro Anahí, sonrojándose por la forma en que Abrielle miraba su desnudo cuerpo

- Creo que cambie de idea, no tienes que hacer nada –dijo levantando un ceja insinuantemente

- ¿Ah no?

- No. Se me antojo comer otra cosa –respondió sonriendo.

Parecía que nunca se iba a cansar de acariciar su piel, ni de lo que sentía en su mano cuando acariciaba su sexo, ni mucho menos del sabor que tenían sus labios, mucho menos cuando eran acompañados por los dientes que suavemente mordían su labio inferior, haciendo que algo inmediatamente se activara en su centro, todo era perfecto si se trataba de ella.

- Amor… -susurró Anahí, simplemente dejo salir la palabras de su boca perdida en un rincón de sus manos – Abrielle… -exclamó en una bocanada de aire que de pronto fue la última por un par de segundos que parecieron eternos…

- Respira… -dijo suavemente la pelirroja sobre sus labios abiertos, recordándole el necesario acto de inhalar y exhalar. La morena siempre lo olvidaba cuando Abrielle la tocaba de cierta forma.

Por diez minutos se mantuvieron en silencio, Abrielle se había acomodado a su lado y Anahí intentaba recuperar la conciencia que la hacía humana y cada vez que la recuperaba, se sentía una idiota, pero una feliz.

- Hola… -susurró Abrielle cuando vio la presencia en sus ojos

- Hola –respondió la morena buscando ocultar su rostro en el pecho de Abrielle

- ¿Estas bien?

- No –dijo Anahí sin pensarlo demasiado, Abrielle busco sus ojos y encontró una sonrisa en ellos – Un día de estos me vas a matar Abrielle Domínguez, un día de estos.

- No cariño, entre tú y yo solo vida por favor.

v   

El día parecía ser perfecto, a las una de la tarde en punto estaban en la cafetería, “Art&Coffe”, Anahí no se iba a cansar de mirar el letrero sobre la puerta, era el primer día y ya pensaba en contratar más personas. La variedad de personas en el lugar hacia que el corazón de Anahí se sintiera dichoso, pero si algo hizo que se derritiera por completo fue la imagen de cinco niños leyendo diferentes libros en el sector infantil, por un segundo se permitió soñar lo perfecto que sería tener dos hijos propios, incluso tres, los que se pudiera, siempre había querido tener hijos, pero el imaginárselos con cabellera anaranjada y cientos de pecas en sus rostros la hacía sonreír no solo en su rostro , sino también en su alma y Abrielle podía leer aquello en sus ojos, después de todo, muchos dicen que son la puerta del alma.

- ¿Mucha felicidad?

- Mucha

- Ya que estás tan feliz, hay algo que quiero preguntarte –dijo la pelirroja bajando la mirada

- Me asustas cuando me hablas así

- ¿Cómo?

- Con miedo

- La tipa está de ayer –dijo Abrielle, y Anahí fue incapaz de quitarse la sonrisa de los labios – no te rías –regaño tomando un sorbo de café

- ¿Cuál tipa? –La mirada que Abrielle le dio tras la pregunta no le dejo espacio para esperar una respuesta- Sabía que te habías puesto celosa –dijo Anahí en un tono victorioso

- No debí decirte nada – murmuro Abrielle entre dientes

- No es nadie amor, una ex, estuvimos dos meses juntas hace unos años, estuvo buscándome después de eso hasta que se cansó, anoche fue la primera vez que la vi en dos años.

- Ah… -exhalo la pelirroja -¿Por qué no funciono?

- Me engaño con una amiga. La infidelidad y las mentiras amor, con eso no puedo –dijo Anahí y de pronto una pequeña grieta se abría con impotencia en el corazón de la periodista. – No te conocía esa faceta celosa

- Yo tampoco la conocía –dijo Abrielle admitiendo lo que había sentido

- Me extraña, siento tan segura de ti misma

- Es la primera vez que siento celos por alguien, así que deberías sentirte alagada –respondió riendo, Anahí busco su mano en la mesa y entrelazo sus dedos

- Me gusto un poco verte celosa, pero que no se vuelva costumbre

- El hecho de que yo sea segura de mi –dijo Abrielle poniéndose sería –no significa que no tenga miedo de perderte, llegue a este punto en el que no me imagino despertar sin ti, ni dormir sin que tu mano juegue con mis dedos, ni que la hora avance sin que eso signifique que no te veré después de un día de trabajo.

Anahí escucho tan atenta sus palabras que cada vez que una nueva salía se sentían más enamorada, pero mucho más que eso, se sentía amada y sin siquiera parpadear una lágrima cayó solitaria por su mejilla, no quería dejar de verla ni por una milésima de un parpadeo, entonces se preguntó por enésima vez solo en ese día, ¿cómo había llegado a tener tanta suerte?

- Te amo ¿Sabes? –preguntó Anahí sin querer oír una respuesta, el beso después de sus palabras causo ciertas miradas sobre ellas, si algo habían causado en las pocas personas, era alegría.

Seis horas después Abrielle tenía a Anahí con los nervios de punta sin decirle a donde irían, había dejado una pañoleta sobre el sillón y nada bueno podía venir de eso, al menos para Anahí “¿me vas a vendar?”, era la pregunta recurrente de la morena en los últimos veinte minutos y Abrielle pasaba de causarle gracia a sentirse nerviosa por lo que venía, quería que todo fuese perfecto, quería que Anahí recordara esa noche por siempre, que fuera el cuento perfecto que algún día le contarían a sus nietos. La palabra “nietos” hizo eco en sus pensamientos y se detuvo por un segundo, sacudió su cabeza y sonrió, era la primera vez que pensaba en nietos, ni siquiera había pensado en hijos, definitivamente Anahí estaba haciendo una nueva persona de ella.

- ¿Estás lista? –pregunto la pelirroja buscando su boca para un corto beso, demasiado corto para el gusto de Anahí, pero la noche aún era joven.

- Estoy lista –respondió, Abrielle busco la pañoleta y sonrió con ella en las manos acercándose a Anahí que movía su cabeza de izquierda a derecha mientras la bajaba en derrota, no había escapatoria de aquella venda

- Quédate quieta –dijo Abrielle, pero antes de que pudiese amarrar la venda, la puerta sonó causando que ambas fruncieran el ceño – yo no espero a nadie –dijo Abrielle y la puerta volvió a sonar

- Yo tampoco –complemento la morena. Abrielle camino hasta la puerta y algo en su pecho le decía que simplemente dejara que el golpeteo en la puerta en un momento cesara.

Cuando la puerta al fin abrió la puerta la figura ante sus ojos era imposible de no reconocer, incluso cuando lo único que veía era la espalda, el hombre de avanzada edad y de prepotente altura se giró en cuanto sintió abrirse la puerta, Abrielle pudo ver que algo en sus ojos se había quebrado cuando cruzaron las miradas, quizás tanto como la última vez que lo habían hecho.

El silencio en el lugar era tan grande que Abrielle escuchaba fuerte las voces en su cabeza, había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vio que casi estaba en estado de shock, nada era claro en aquel momento.

- Hola –dijo el hombre sacando su gruesa voz, pero Abrielle no contesto. Anahí la miró desde el sillón y no era necesario ser presentada para saber quién era el hombre; tenía los mismos ojos que la periodista, la misma boca delineada, la misma altura dominante, de no ser por la notoria diferencia de edad pudiesen haber pasado por hermanos.

- Pase –dijo Anahí acercándose a Abrielle mientras el hombre entraba. Anahí quito de la puerta la mano de su novia y la cerró lentamente, el mínimo sonido hizo que Abrielle volviera a su cuerpo.

- Anahí él es Augusto, mi padre –dijo Abrielle.

- Mucho gusto –complemento Anahí buscando su mano, la que fue respondida de inmediato – los dejo para que hablen –dijo Anahí y un “gracias” leyó de los labios de su novia.

- ¿Qué haces acá? –Preguntó Abrielle -¿Cómo me encontraste?

- Eso da lo mismo. ¿Una clienta? –pregunto señalando la puerta por donde había entrado Anahí, con cero expresión en su rostro

- Si viniste a insultarme te pido que por favor te vayas

- Tu mamá está enferma –dijo Augusto poniéndose aún más serio - de no ser así no estaría aquí, ella me lo pidió

- ¿Qué tan enferma? –pregunto Abrielle sentándose en el sillón al oír las palabras del hombre.

- Hace dos años le encontraron cáncer en el estómago, había estado en remisión hace un año, pero hace un mes todo empeoro

- ¿Me estás hablando en serio?

- Tengo cara de estar bromeando

- ¿Por qué no me buscaron antes?

- Si te busque ahora es solo por ella, quiere despedirse de ti –dijo con cierta irritación en sus ojos –de ser por mi jamás te habría hablado en mi vida

- Nunca vas a entender que todo lo que hice me hizo ser quien soy hoy en día

- Eres menos que nada –dijo el hombre con desprecio

- Sería menos que nada si me hubiese quedado como tú, echado en la casa mientras tu mujer trabajaba solo para que pudiéramos comer, yo no iba a tener esa vida

- Ese siempre fue tu problema, siempre quisiste ser quien no eras, al final terminaste siendo exacto lo que eras.

- No tienes idea ni quien soy, ni que soy, no eres nadie en mi vida, me alejaste de mi madre por años y ahora me buscas para despedirme, dime algo ¿Lo haces por ella o solo para hacerme daño?

- Tómalo como un regalo, un recuerdo de la vida que teníamos antes, cuando eras mi hija y te amaba

- Nunca me amaste –dijo Abrielle y en el momento que dijo las palabras recordó que había alguien que si la amaba y que probablemente estaba escuchando todo lo que habían hablado y con horror repasó las palabras dichas en su cabeza, esto no podía estar pasando.

- Eso ya no importa, mañana a las una debes estar en el hospital para que pases a verla

- Y lo dices como si nada

- Yo tengo mis formas de llevar el dolor Abrielle, si no vas mañana puede que sea demasiado tarde, entonces te llevaras otra culpa a cuestas.


El hombre camino hasta la puerta sin decir una sola palabra más y Abrielle se quedó ahí, inerte, procesando todo lo que acababa de pasar, hasta que la puerta del dormitorio se abrió y Anahí salió de él, con un signo de interrogación en su rostro tan grande, que el corazón de Abrielle se partió un poco más, en ese instante solo quiso una cosa. Desaparecer.

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