Anabrielle 3
Capítulo 3: Intervalos
de ausencia
El viento se
coló por la ventana en la fría mañana, Abrielle sintió la brisa en su pierna derecha
y casi por instinto abrió los ojos, miró al techo y dudo en el lugar en el que
estaba, por un segundo su mente la transporto a otro lugar, a otra época
incluso, entonces el impulso de levantarse de la cama y salir corriendo la
acorralo, tan solo por un segundo, hasta que recordó quien estaba a su lado.
- Hola –Anahí
murmuró a su lado, buscando entre las sabanas el contacto de su piel
- Hola
–respondió Abrielle sin prisa, quería disfrutar aquel momento, quería recordar
la primera mañana que amanecía entre sus brazos, de alguna forma Abrielle
sabía, aquella era la persona con la que quería estar el resto de su vida.
- Hacía mucho
que no dormía tan bien
- ¿Y con tan
buena compañía?
- Cierto, la
compañía es un plus
- Me alegro, yo
también dormí perfecto
- ¿A qué hora
tienes que estar en tu trabajo?
- En dos horas
– cierta decepción se oyó en la voz de Abrielle, claramente no quería ir a su
estúpido trabajo.
- Si tanto de
disgusta tu trabajo ¿por qué no renuncias?
- Sí, detesto
mi trabajo, pero no es ese el motivo porque no quiero ir a trabajar ahora
- ¿Y cuál es el
motivo? –preguntó Anahí queriendo oír de sus labios la respuesta
- Tú.
La mirada que
Abrielle puso sobre Anahí al momento de su respuesta fue tan singular, tanto
que Anahí sabía que era la primera vez que la miraban de esa forma, como cuando
se es niño y se ve lo prohibido por primera vez, como si pasaras años buscando
el objeto más preciado del mundo y de pronto ahí está, lo encontraste, al fin
termino la búsqueda y eso era lo que Abrielle sentía, nunca más en su vida
tendría que buscar lo que muchos pasan su vida sin encontrar.
Sentada sobre
su cama y pérdida en sus inmensos ojos, Anahí sintió como de golpe su rostro
fue prisionero de sus manos, dos segundos vio su enorme sonrisa, luego su boca
por completo fue capturada. Abrielle sentía esa necesidad por besar por primera
vez en su vida, había besado tantas bocas, sentido tantos cuerpos a su lado y
nunca había deseado tanto, no entendía como había sido capaz de controlarse la
noche anterior para dormir a su lado sin rogar que se entregara por completo a
ella, sin ofrecerse ella misma por completo, pero si tres días la tenían en el
cielo, aquella noche en la que no pasaron de los besos y las caricias, por
completo la había enamorado y eso no podía ser sano, nunca en su vida había
sentido tan rápido, de pronto se olvidó quien era ella, por completo.
- Tienes que ir
a trabajar –dijo Anahí alejándose a un centímetro de sus labios
- Ya lo sé. No
quiero
- Yo tampoco
quiero, pero debes ir
Abrielle miró
directo a la claridad de sus ojos y se preguntó cuánto tiempo iba a seguir
haciendo lo que debía, quería un día más con ella, un día más sintiéndola
cerca, sin embargo la realidad la sorprendió rápidamente, tenía que trabajar,
tenía que seguir su vida, no podía perderse por aquella mujer con la que ni
siquiera había pasado una semana, después de todo era Abrielle Domínguez.
- ¿Me puedo
bañar aquí? – La morena la miró con intriga, de pronto algo había cambiado en
su mirada y solo asentó con su cabeza.
Anahí sintió
como el silencio la absorbía hasta que el agua de la ducha cautivo su silencio
por completo, no eran muchos pasos de distancia los que la separaban de ella,
miró con determinación la única pared que prohibía que su vista penetrara,
quería verla, quería intoxicarse con su anaranjado cabello bajo el agua, Anahí
se prometió acordarse de aquello para más adelante, para cuando realmente
estuvieran juntas, claro… sacudió su cabeza de golpe, si es que llegaban a
estar juntas en un futuro, basto aquella mala suposición para que de pronto le
faltara el aire, no concebía un futuro sin ella, no lo iba a permitir.
- Creo que
tengo un problema – La pelirroja la saco de sus pensamientos, sonreía sonrojada
desde el marco de la puerta, una toalla azul envolvía su cuerpo y Anahí solo
pudo pensar en lo bien que el tono complementaba su piel – ¡Anahí! – Grito
Abrielle sonriendo por la cara que la morena tenía ante ella, definitivamente
la estaba contemplando.
- Lo siento
–dijo la morena sonrojada aún sentada sobre la cama
- Tengo un
problema – dijo Abrielle entre risas
- ¿Qué paso?
- No puedo ir a
trabajar con pijama
Anahí la miro
de pies a cabeza y en menos de un segundo la imagino con su ropa, en ningún
caso podría quedarle bueno nada de lo que tenía en su closet y aquello solo la
hizo reír.
- No te rías.
- Lo siento –
la morena levanto sus manos en señal de disculpa y aun así se atraganto con su
propia risa.
- ¿En qué
momento salí de mi casa con mi pijama?
- No lo sé,
pero no puedes ir a trabajar con eso. Tengo un short y una polera que te puede
quedar – dijo Anahí
- Bien, al
menos podre ir a cambiarme a mi departamento
- Toma –dijo
Anahí entregándole la ropa, esperando que la mujer dejase de mirarla con
aquellos enormes ojos
- ¿Tomamos un
café de camino?
- Bueno.
–respondió la pequeña con una sonrisa, Abrielle no pudo negarse a la idea de
saborear su boca una vez más, no quería negarse y de golpe ya la estaba
besando. Todo lo que antes había pensado de pronto quedo por el suelo, ella no
era nadie al lado de la mujer que estaba besando. – Bri, tienes que ir a
trabajar –susurró Anahí pegada a su boca. De pronto Abrielle no quiso que la
llamara de otra forma, su cabeza seguía haciendo eco de corto nombre y no su
boca no podía dejar de curvarse en los extremos - ¿De qué te estas riendo?
- Estoy
sonriendo – corrigió, quería pedirle que solo la llamara así de ahora en
adelante, pero quizás era demasiado pronto para desvanecerse frente a ella.
- Es una
sonrisa boba –dijo Anahí alejándose de ella – me baño en cinco minutos y
bajamos
- Bueno.
No tardaron en
caminar hasta el café más cercano, Anahí no dejaba de contemplar lo bien que
sus shorts se ajustaban a la figura de Abrielle, o la forma en que su sudadera
más grande dejaba que mostrara más piel de lo que esperaba.
- ¿Qué harás tú
el resto del día? – preguntó casi reteniéndola, estaban a punto de separarse y
ella aún no se acostumbraba a la idea
- Hoy no mucho,
creo que llamare a Max para que me acompañe a ver algo de ropa
- ¿Y mañana?
- Mañana tengo
una reunión con mi abogado a las ocho “o´clock” y el resto del día depende de
la reunión
- ¿Y pasado
mañana?
Anahí no sabía
si reír o seguir contestando sus preguntas que no iban a ninguna parte, sin
embargo la forma en que Abrielle se estaba acercando a ella en cada pregunta la
hacían querer seguir contestando – Eso también depende de la reunión de mañana
– respondió con sinceridad
- ¿Me
extrañaras? – preguntó Abrielle chocando suavemente sus caderas. Anahí la miro
hacia arriba y sintió como la sangre se le iba de pronto a sus mejillas, una
vez más Abrielle no pudo contenerse, sus manos tomaron el cuello de Anahí y al
siguiente segundo la estaba besando, suave, con tal determinación que Anahí lo
supo, aquella mujer iba a ser su muerte.
La tarde
completa Abrielle pensó en Anahí, de la misma forma en que la morena pensó en
ella, no importaba lo irracional que aquello sonara, ni lo loco que se
sintiera, la pelirroja se encontró más de una vez imaginando corazones entre
sus papeles, soñando con su sonrisa y odiando el tiempo que había pasado desde
el ultimo roce de sus labios, nada importaba, mucho menos el que se sintiera
una idiota por estar en las nubes, de pronto el sonido de su celular la trajo
de vuelta a su oficina.
De Nai: Que me hiciste?
Una y otra vez la pecosa mujer leyó el mensaje, una y otra vez
intentaba convencerse que era real, incluso cuando parecía absolutamente lo
contrario.
- ¿Puedes soltar el celular? – dijo Max con disgusto
- No.
- Llevas media hora debatiéndote si enviar el mensaje o no y ya lo
mandaste
- Sí, pero no me responde
- Te desconozco
- Ya, pero es que ella… no se Max
- A demás aun no entiendo como la tuviste en tu cama y no hiciste
nada
- Hay tanto que yo no entiendo, ni siquiera hemos estado juntas una
semana
- Ni siquiera están juntas
- Eso. Ni siquiera estamos juntas – la decepción fue tan notoria como
la forma en que su boca esbozaba lo contrario a una sonrisa.
Max la miro intentando leerla, necesitaba saber que pasaba por su
cabeza, nadie la conocía mejor que él, sin embargo no entendía quien era la
mujer que estaba frente a él y de pronto la sonrisa en los labios de Anahí se
volvió a dibujar.
De Bri: Puedes creer
que he pensado
En ti todo la bendita tarde.
Nunca debí venir a trabajar.
- Al menos te hace sonreír
- Hace mucho más que eso Max, pero es tan irracional que me da miedo,
me aterra que todo sea mentira y que de pronto algo me haga regresar a la
tierra
- ¿Dónde andas ahora?
- En un universo completamente distinto – Max rió a carcajada con la
respuesta de su amiga y deseo con todas sus fuerzas que aquella magia nunca
acabara.
Aquella noche Anahí miró su celular queriendo llamarla, sin embargo
no lo hizo, algo la hizo detenerse, probablemente lo mismo que detuvo a
Abrielle de marcar su número, “todo lo que comienza rápido, acaba rápido”
pensaron simultáneamente y definitivamente ninguna de las dos quería que
aquello acabara.
Por más que desearon con todas sus ganas llamarse, no lo hicieron, y
cada una agradeció que la otra no lo hiciera, la vida seguía su curso normal y
por mucho que costo, ambas se durmieron abrazadas a la idea de estar juntas, el
arma de Abrielle seguía en la cama de la morena y la pelirroja no dudo en
dormirse con la polera que aquella mañana le habían prestado.
A la mañana siguiente Anahí había recibido un mensaje “Éxito en tu
reunión”, simple. Cuatro palabras que le rondaron durante toda la mañana,
cuando eran casi las una de la tarde, decidió responder “Gracias. La reunión
fue todo un éxito, llámame si puedes hablar”, no pasaron treinta segundos antes
de que su celular sonara, con una sonrisa imposible en sus labios, respondió.
- Hola –dijo esperando oír su voz
- ¡Felicitaciones!
- ¿Celebras conmigo?
- ¿Qué vamos a celebrar?
- Te cuento cuando te vea
- Saldré a las seis
- Sonare como una tonta si digo que te
extraño
- No. – respondió Abrielle, Anahí pudo
imaginar la sonrisa en sus labios por la forma en que su voz se oyó
- Bien, porque te extraño.
- Yo también te extraño
- Entonces corres a tu casa y te vistes como
para ir a un restaurant
- ¿Es una cita?
- Sí, ¿seguimos contando?
- Seria la quinta
- la sexta si sumas la noche en tu
departamento
- Aquello no fue una cita
- ¿entonces qué fue?
- Algo espontaneo
- Bueno, contaremos esos aparte.
- Un beso –dijo Anahí sin ánimo de cortar la
llamada
- Otro –respondió Abrielle y de pronto se
sintió una vez más una adolescente, esperando que fuese la otra parte quien
cortaba la llamada y así estuvieron, por diez minutos atados al silencio de la
línea, sin hacerlo incomodo, oyendo la respiración de la otra, sonriendo como
dos niñas.
- Nos vemos Bri –dijo Anahí
- Nos vemos Nai –respondió la otra mujer y
ambas cortaron la llamada al mismo tiempo.
Cinco vestidos pasaron por el cuerpo de Abrielle antes de decidirse
por uno, no quería verse bien, quería verse perfecta, necesitaba acercarse
aunque fuese un poco a la perfección que veía en Anahí, sobre todo cuando el
solo hecho de pensar su nombre la hacía sonreír.
De Nai: Estoy abajo
Abrielle leyó el mensaje y de pronto se sintió cortejada, jamás le había
gustado esa sensación, excepto ahora, de pronto todo era distinto ahora y quería
que esa sensación fuese eterna.
Anahí esperaba atenta a la entrada del edificio, a su espalda la
esperaba el negro taxi que las llevaría al mejor restaurant de la ciudad, el único
francés que encontró, no había nada más romántico que la comida francesa para
ella y quería que esta noche fuese la más romántica de todas.
Cuando la puerta se abrió, también lo hizo su boca levemente, no podía
creer que Abrielle se viese tan bien con aquel vestido azul, entonces supo que
aquel seria su segundo color preferido desde ahora en adelante, mientras
Abrielle avanzaba la morena no pudo dejar de preguntarse como la había odiado
en una época, pero claro la mujer que sonreía frente a ella no era la misma que
había sido un día, ella tampoco lo era.
- Te ves hermosa –dijo Anahí con cierto rubor en sus mejillas
- No tanto como tú –respondió Abrielle, que no dejo que otra palabra saliera
de la boca de la morena, atrapando sus labios de inmediato.
- ¿Y eso? –preguntó la pequeña buscando el aire que le habían robado
- Desde ayer que deseaba hacer eso
- Que bueno – la morena le devolvió un beso rápido y la invito a
subir al auto.
Cinco veces Abrielle preguntó que estaban celebrando y cinco veces
Anahí se negó a responder, el viaje en taxi no fue largo, pero tampoco corto;
la mano de la pelirroja no tardo en entrelazarse con la de la morena, aquello hacia
que su piel se volviera miel, ninguna quería que el viaje acabara, pero tarde o
temprano el taxi se detuvo y ambas bajaron cautivando las miradas de ciertas
personas que estaban alrededor.
- Creo que me va a gustar esta cita – dijo Abrielle abrazándose a la
extremidad de la morena a su lado
- Reserva para dos, Anahí Domínguez – habló al maître
- Sígame por favor señorita Domínguez –dijo el hombre caminando
frente a ellas, Abrielle creyó por un momento estar soñando, no por el lugar en
el que estaban, había estado en lugares mucho más elegantes en su vida, sino porque
por primera vez la situación era real.
No tardaron en ubicarse y fue Anahí quien pidió todo, ordeno el vino,
la comida, no sin antes asegurarle a Abrielle que era ella quien pagaba, no
importo cuanto reclamara la pelirroja, Anahí ya había hablado y el tono de voz
autoritario hacia que Abrielle deseara que no hubiese una mesa entre ambas,
deseaba estar en una habitación completamente distinta, sin espectadores.
- Aun no me dices que celebramos –dijo Abrielle con decepción en su
rostro. Anahí sonrió ante la impaciencia de la pecosa
- Hoy tuve la reunión con mi abogado
- Ya lo sé
- Mi papá tenía una causa pendiente, la mitad de sus bienes estaban
en juicio y resulto que ganamos, eso estamos celebrando
- ¿Invertirás en el club?
- No, invertiré en un café
- ¿Con piernas? – pregunto Abrielle riendo
- No había pensado en eso, podría ser una opción – dijo la morena con
sarcasmo en su voz
- Salud entonces – la pelirroja alzo su copa y la miró con alegría –
por que sigan pasando cosas buenas en tu vida
- Salud –dijo Anahí mirándola directo a sus ojos mientras bebía, quizás
fue el alcohol que se desplazó por su garganta, o la forma en que los ojos de
Abrielle no dejaban de admirarla, pero sus mejillas se envolvieron en rojo, de
pronto aquello se había vuelto una costumbre.
No tardaron en llegar al postre, Abrielle hablaba disparates que
causaban la risa en Anahí, pero no era su risa de siempre, era distinta, la pelirroja
pensó que podía ser por el lugar en el que estaban o tal vez lo que decía no
era tan gracioso como ella pensaba y ahí estaba una vez más haciéndola reír
esperando oír las carcajadas a las que estaba acostumbrada.
- ¿Por qué haces eso? – Abrielle pregunto sin pensar sus palabras
cuando salían
- ¿Qué cosa?
- Ríes como si algo estuviese mal, como si te negaras a reír con
ganas
- Es tu culpa
- ¿Mi culpa?
- Tú hablas y me haces reír, no puedo reír como una loca aquí
- No te ríes como una loca
- Si claro.
- Me encanta la forma en que te ríes
- Eres la primera –dijo Anahí con su habitual rubor
- También me encanta la forma en que te sonrojas
- ¡Para! – Anahí alzó levemente su voz y cubrió su rostro con sus
manos, no quería sentirse así, sin embargo le gustaba la sensación.
- Salgamos de aquí –Abrielle pretendía hacer una pregunta, sin
embargo aquella era algo más que una sugerencia, entre risa y felicidad,
aquello se convirtió en una súplica.
Anahí cancelo la cuenta y se puso de pie esperando a su cita, cuando
Abrielle estuvo a su lado ella tomo de su mano y sin tardar demasiado salieron
de ahí, sin poder borrar la enorme sonrisa que había en sus labios, ninguna de
las pudo, ninguna de las dos lo intento demasiado.
No demoraron en tomar un taxi, el viaje de regreso fue en silencio,
la mano de Abrielle descansaba sobre las piernas de Anahí, mientras ella jugaba
con sus dedos, intentando recordar cada pliegue, fue ahí que noto el pequeño
lunar que había en el pliegue de la muñeca, casi sobre su mano, Anahí se preguntó
cuántos lunares habían en su cuerpo, ella quería conocerlos todos.
- Deberías leer el diario de mañana –dijo Abrielle sacando a Anahí de
sus pensamientos – se me había olvidado –mintió, había deseado decirlo toda la
noche
- ¿Por qué debería?
- Creo que hay una periodista que habla de tu club – dijo Abrielle
evitando su mirada
- Abrielle…
- El columnista de Ocio y Actualidad se enfermó, le mostré lo que había
escrito al editor y lo tomo de inmediato –dijo la pelirroja sonriendo
- ¿Por qué no lo dijiste antes? – pregunto Anahí con confusión y alegría
en su rostro
- Porque era tu noche - ni un segundo paso y sintió la boca de la
morena en sus labios, sonrieron en medio del beso y lo continuaron, olvidando
que estaban en un taxi y que el
conductor las miraba con curiosidad por el retrovisor.
- Mhmm –un leve gemido dejo escapar Anahí de sus labios, de inmediato
se detuvo, Abrielle solo sonrió y la morena oculto su rostro entre su cuello,
ya no necesitaba excusas para disfrutar su aroma, aquel se iba a convertir en
su lugar preferido en el mundo.
Abrielle comenzó a reconocer los edificios a su alrededor, no
tardarían en llegar y más temprano que tarde Anahí iba dejar la comodidad de su cuello, la sola idea
le hizo extrañarla, aun cuando ella seguía ahí. Antes de que pudiese conciliar
la idea, el taxi se había detenido y las dos se encontraban fuera, sin saber cómo
seguir de ahí en adelante.
- Sube conmigo –dijo Anahí sujetándose a su mano. Abrielle no respondió,
solo dejo que la pequeña morena la guiara delante de ella, aun atada a su mano,
quizás era eso lo que hacía latir su corazón tan fuerte, o la certeza de lo que
pasaría si llegaba arriba, porque ya no quería esperar más, ninguna de las dos
lo quería.
Anahí abrió la puerta de su departamento con calma e impaciencia a la
vez, intentaba que no se notara sin embargo ahí estaba, cuando al fin estuvieron
a dentro ninguna hablo, el silencio se apodero de ellas y Anahí dejo que su
sonrisa se elevara solo a un lado de su rostro, como si aquello hubiese sido
una señal el cuerpo de Abrielle se dejó llevar hasta ella, tan lento que sintió
que su corazón en algún momento se iba a detener, hasta que cerro sus ojos y se
dejó llevar, las manos de Abrielle atraparon su cuello y su boca sus labios,
esta vez ninguna de las dos quería parar. Ya
no había miedo.
El beso que había sido calmo los últimos diez minutos de pronto
acelero su ritmo, Anahí sintió en su espalda la pared que detuvo su paso y
Abrielle busco el aire mientras se perdía en su mirada, treinta segundos se alejó
de su boca y en una sonrisa Anahí reclamo la humedad de su boca, de golpe la
pelirroja se la devolvió mientras sus manos recorrieron su cuerpo. Uno tras
otro pequeños gemidos se extinguían en la boca de la morena, quien
repentinamente se enfrentaba de cara a la pared.
Abrielle quito su cabello de su espalda y beso con determinación el
lado derecho de su cuello, jamás había probado una piel tan suave y dulce a la
vez, no quería perder el tiempo, quería recorrerla entera; sin pedir permiso
bajo el cierre del vestido aún con su boca en el cuello de la más pequeña de
ambas, mientras el vestido se desplazaba por su cuerpo Anahí se volvió a
enfrentarla, necesitaba sentir su lengua en su boca, pero se encontró con la
mirada perdida de Abrielle en su cuerpo, no sabía si aquello le gustaba o le
incomodaba, tal vez simplemente hacia que la pequeña cosquilla en su centro se
volviera menos pequeña y en cuanto sus ojos se mezclaron una vez más, Abrielle
se sonrojo, Anahí pensó que aquel tono se veía perfecto en su rostro.
- Eres tan hermosa – dijo Abrielle, se sentía la mujer más afortunada
del mundo, todo en ella brillaba a sus ojos y no quería dejar de contemplarla.
- ¿Me vas a mirar toda la noche? –pregunto de pie afirmada a la
pared, cruzando levemente sus brazos en su pecho, sin intención de cubrirse,
sino ansiosa por lo que estaba pasando
- Te miraría toda la vida –dijo Abrielle acercándose a sus labios y
una vez más se sintió afortunada.
Las manos de Anahí se dejaron llevar por su cuerpo y de pronto la
morena estaba luchando por dominarla, no tuvo que luchar demasiado, Abrielle
dejo que se desplazara de su boca a su cuello, embriagándose en el aroma que se
acentuaba justo en el espacio que se hacía entre su cuello y su hombro, la
pelirroja no se dio cuenta como su cabeza caía en su espalda, ni mucho menos
como su vestido azul ya no estaba en su cuerpo, pocas veces Abrielle se había sentido
así, primera vez que lo disfrutaba.
- Anahí… - Abrielle dejo escapar su nombre de sus labios, la quería sentir,
necesitaba sentirla. Anahí quería seguir escuchando su nombre de su boca, quería
que lo gritara, deseaba que el cosquilleo en su centro dejase de ser un simple
cosquilleo y sin más la empujo hasta su cama.
Sus besos recorrieron su cuerpo en éxtasis, Anahí podía sentir como
la pelirroja arqueaba su cuerpo a su paso, besó la hendidura de sus pechos y
una sonrisa se dibujó en sus labios al notar como la lencería se abría por el
frente, cuando tuvo enfrente a sus ojos las siluetas de Abrielle, sintió por
primera vez en su vida un necesidad primitiva y con desesperación acerco su
boca a su pecho derecho.
- ¡Anahí! – dijo una vez más Abrielle y el sonido de su nombre en sus
labios una vez más le supo a un afrodisiaco de los más feroces. Abrielle quería
sentirla, quería que la morena dejara de tentarla, si seguía así rápidamente su
centro iba a explotar, pero antes de que Anahí dirigiese su mano a su centro, Abrielle
gritaba su nombre una vez más, perdida con sus manos en su espalda, aferrándola
a ella, deseándola a ella, mientras ella no soltó en ningún momento aquella
gruesa parte de su cuerpo.
- ¡Wow! –dijo Anahí sonriendo a sus ojos. Abrielle sintió como el
calor se subía a sus mejillas, pero aun quería más, podía sentir como su cuerpo
pedía a gritos más y antes de recuperarse sintió la mano de la morena entre sus
piernas, sus ojos se abrieron de golpe y Anahí una vez sonrió
satisfactoriamente por su acto – estas tan mojada –susurró a su oído una octava
más baja de su tono de voz y aquellas tres palabras solas hicieron que su
centro ardiera una vez más.
Cuando Abrielle volvió de aquel lugar en que Anahí la había enviado sintió
el peso de su cuerpo sobre ella e ignoro el peso que de pronto tenían sus ojos,
ignoro la saciedad de su cuerpo y quiso más. Rodeo con sus brazos el cuerpo de
Anahí y la dio vuelta sobre su propia cama, era ella quien estaba arriba ahora,
la morena la miró con cierto miedo en sus ojos y ella no pudo sino sonreír.
- Fuera –dijo mirando la pieza de lencería que seguía sobre su
cuerpo. Anahí no hizo sino obedecer, disfrutando el peso de la mujer sobre
ella.
Sus manos aprisionaron sin vergüenza sus pechos, Anahí no tardo en
empujar sus caderas al peso del cuerpo que estaba sobre ella, el simple
movimiento hizo que Abrielle se desesperara, era su turno y sin embargo Anahí seguía
sorprendiéndola, sus labios atraparon en seguida su boca y no la beso como
antes, aquel no era un beso normal, era otra clase de besos, como si de pronto sus
bocas hubiesen estado hechas la una para la otra.
Abrielle comenzó un camino con su boca, dejando trazos de saliva sobre
su cuello que para Anahí eran golpes de corriente a cada paso, de un voltaje
tan pequeño y la vez tan destructor, porque sin darse cuenta el golpe de
corriente en pleno centro de su cuerpo hizo que este se levantara de golpe de
la cama, miro a Abrielle con sus enormes ojos claros desde arriba, sus manos
sujetaron su cabeza con fuerza, mientras el suave órgano de la boca de Abrielle
exploraba con propiedad su entrepierna, aquello era mucho más que explorar, la
pelirroja estaba haciendo un reconocimiento de territorio y cuando toco el
preciso lugar que Anahí necesitaba, la morena dejo su cuerpo caer una vez más
sobre la cama, mientras largos y potentes gemidos se evaporaban en su boca. Abrielle
pudo quedarse toda la vida entre sus piernas, aquel se había vuelto su lugar
preferido en el mundo.
- Hola –dijo Anahí cuando volvió en sí y los ojos de Abrielle la
miraban con ansiedad.
- Hola –respondió Abrielle mientras arreglaba el cabello de la mujer
bajo su cuerpo.
Anahí sonrió antes de besarla y podía sentir sus propios sabores en
su boca, aquello no la detuvo para besarla, sino que la hizo hacerlo con más
ganas, tantas ganas que una vez más sentían la agitación de sus cuerpos,
ninguna de las dos se quería detener, Abrielle abrió por completo las piernas
de la morena y estas la rodearon por completo, empujándolas hacia ella, sin
dejar de besarse sus movimientos se aceleraron, su necesidad incremento y ya no
se besaban, la boca de Abrielle descansaba sobre su boca, y podía sentir el
calor de su aliento, la agitación de su respiración, el rápido latir de su corazón,
sin buscarlo se hicieron una, sin gritos, sin gemidos extintos, una pequeña
lagrima se escapó de los ojos de Abrielle y Anahí supo que aquello que estaban
haciendo no era banal sexo.
Abrielle volvió a besarla cuando su respiración volvió a la
normalidad, esta vez un beso suave, dulce a su boca, un simple roce de labios,
cuando sintió como su cuerpo comenzaba a apagarse hizo el intento de acostarse
sobre la cama, sin embargo Anahí se lo prohibió –quédate así –susurro a sus oídos
y sin discutirlo Abrielle se durmió sobre su cuerpo, Anahí sintió como la
pelirroja respiraba con intensidad y como si se hubiese tratado de un sonido de
relajación, se durmió amarrada a su cuerpo, no quería despegarse de ella nunca en
su vida.
Nadie hubiese creído hace unos días atrás que aquello podía ser
posible, una persona que desconocía la existencia de la otra y la otra que la
odiaba con todo su ser, esta noche incursionaban por primera vez aquella
palabra que muchos usan sin conocimiento, aquella fue la primera noche en que nació
el amor entre ellas.
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