Anabrielle 2

Capítulo 2: Anormalidad


- Tienes cinco segundos para explicarme porque miras tanto a la puerta –dijo Maximiliano tras la barra. Anahí se mordió el labio inferior y aquello fue una señal para Max, no podía aunque quisiera. Negar.


- Recuerdas la colorina de ayer

- La diosa de pelo anaranjado. Vieja historia. ¿No grata? –dijo Max intuyendo lo que venía

- Sí. Realmente es una vieja historia que no tengo animo de contar, pero el tema es que me la encontré en un local Hindú está tarde

- ¿Ya y?

- Te estoy contando

- Me impacientas

- La invite a comer a mi mesa, limamos las asperezas, me invito a comer un helado y la invite está noche.

- Ella es la extra en la lista de invitados

- Sí.

- ¿Te gusta? –preguntó Max rápidamente

- No sé. No. Sí. ¿Sí?

- Te gusta –dijo su amigo y esta vez no era una pregunta

- Me da miedo, siempre está la vieja historia y además siento que es demasiado pronto para que me guste

- Nai, no te gusta nadie desde hace ¡Años! La última vez que te acostaste con alguien fue casi por necesidad. El miedo es rico, tómale el gustito

- Claro, todo porque el huevoncito se pesca la primera mina que pasa y se la lleva a su casa

- No es tan así

- Max, hay una razón por la que no vivimos juntos

- Anahí no es mi culpa que la niña esa fuera hetero-curiosa y se haya metido a tu pieza a media noche

- Es que tienes que tener mejor ojo

- ¿Me vas a contar la vieja y no grata historia?

- Otro día

- ¿¡Porqué!?

- Porque ahora tienes que ir a supervisar el segundo piso y yo tengo que…

- Seguir esperando a la pelirroja que pase por esa puerta –dijo su mejor amigo interrumpiéndola

- No. Tengo que ir a tomar el turno de la caja por media hora

- Sí. Claro. – dijo Maximiliano marchándose, dejando tras de el a una Anahí sonriente y descubierta.

Cuando Abrielle se bajó del taxi en que había llegado, notó de inmediato las miradas sobre ella, no quería que la vieran, no se había vestido así para otras miradas, Abrielle quería solo un par de ojos sobre ella, pero como aun no sabía la receta de la invisibilidad, ella solo avanzo. Las personas aguardaban en la misma fila que ella había hecho la noche anterior, se preguntó si tenía que hacer la fila o caminar directamente a la puerta, pensó en preguntar a Anahí, enviarle un mensaje de texto y fin de su interrogación, pero no quería avisar su llegada, entonces se atrevió, camino hasta la entrada con el susurró de alguien tras ellas, alguien que simplemente ignoro.

- Hola, me dijeron que tenía que dar mi nombre acá –dijo con nervios en su voz, “Qué te pasa Bri”, pensó.

- Nombre –dijo el hombre vestido de negro y casi tres centímetros más alto que Abrielle, incluso cuando ella llevaba zapatillas de lona. Esa noche no quería verse tan alta.

- Abrielle –dijo dudosa

- ¿Abrielle Domínguez? –Preguntó el hombre y ella asintió con la cabeza - Pase señorita Abrielle, por favor –permitiéndole la entrada. Abrielle se sorprendió que Anahí recordara su apellido, más que sorprenderse, se sintió contenta.

Anahí tenía cerca de quince personas trabajando para ella, incluida la fotógrafa que se encargaba de subir todas sus fotografías a las redes sociales, pero aún no se podía aprender el nombre de todos, en eso estaba, intentando recordar el nombre de la chica que se encargaba de la caja, cuando Abrielle se apareció por la puerta. No tardo en sonreír ampliamente, fue su sonrisa lo que llevó a Abrielle a identificarla de inmediato, incluso con las luces parpadeantes, su sonrisa destacaba y la pelirroja chica sintió como su cuerpo tenía la intención de tiritar, estaba nerviosa, claramente, pero todo se difumo en cuanto la morena dijo “Hola”.

- Hola –respondió Abrielle ignorando la mirada de Anahí sobre su cuerpo. No, ella quería que la viera.

- ¿Me veo bien? –preguntó jugando con ella y Anahí solo sacudió su cabeza en forma vertical

- ¡Carola te quedas en la caja! –grito a la mujer que estaba  a dos metros de ella. Al fin había recordado su nombre.

- Te queda bien eso de dar órdenes –dijo Abrielle a su oído. Tal vez por la música fuerte del lugar, o solo porque quería sentir su perfume nuevamente. Anahí solo rio en complicidad

- ¿Qué quieres beber? –preguntó a su oído, Anahí pretendía hacer sentir lo mismo que había sentido ella cuando sintió su boca rosar su oreja, indiscutiblemente lo había conseguido.

- Sorpréndeme

- Dos Ouzeros –dijo Anahí frente al barman. El hombre sonrió cuando la tuvo en frente y presumió de sus destrezas por primera vez en la noche, antes de que se dieran cuenta los vasos ya estaban servidos

- Esto es como un mojito –dijo Abrielle cuando tuvo en sus manos su vaso, sin siquiera probarlo

- Pruébalo –dijo Anahí sonriendo. Cuando la joven tuvo en su boca el sabor del anís, las uvas y tanto más que no supo definir, miró directamente a Anahí y pregunto, “¿Qué es esto?” – Ouzo, es un trago griego, no muy conocido, creo que compre las botellas solo para mí porque nadie lo conoce

- Me encanto.

- Las hojas son de hinojo, el licor lo hacen con uvas, anís, pasas e higos creo, no recuerdo lo demás –dijo Anahí presumiendo. –Es fuerte así que bébelo con cuidado

- ¿Me quieres ebria?

- No todavía –respondió Anahí sonriendo. La vergüenza se había marchado de su rostro y sin dudarlo tomó a su acompañante de la mano y la arrastró a la pista de baile. Abrielle sintió que estaban solo ellas en el lugar.

La música parecía inexistente ante sus oídos, ninguna sabía lo que estaba pensando la otra, por momento Abrielle bebía de su copa y perdía su mirada en los movimientos de la mujer que tenía enfrente y en otros la acción era contraria, solo que Anahí no podía disimularlo y cualquiera que estuviese cerca lo notaba.

Anahí nunca había sido una persona celosa, de hecho se reía de las personas que celaban a la persona con quien estaban, siempre se había mofado de sus actitudes, pero ella nunca había sentido aquella sensación de no querer que nadie mire, que nadie toque y aquella absurda sensación de que en cualquier momento se podía perder y ella no quería perder algo que aún no le pertenecía, que tal vez nunca le iba  a pertenecer, en especial cuando vio a un tipo de no más de veinte años, bailando tras Abrielle, alto y con tantos músculos en su cuerpo que Anahí se imaginó enterrándole una aguja en ellos, deseando que se reventaran. Abrielle sintió su presencia y vio como los pies de Anahí ya no bailaban, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, nunca se había considerado a favor de las personas celosas, pero algo hacía de aquello una situación tierna y sin dudarlo un segundo tomó la mano de Anahí y la sacó del lugar. Ya habían bailado suficiente después de todo.

- ¿A qué hora terminas aquí? –preguntó Abrielle ya sin gritar, se habían alejado de la música y también de la gente

- A las 5 de la mañana se termina la música y a las seis recién logro cerrar, al menos así fue ayer

- ¿Siempre quisiste tener un club así?

- Sí, recién llevo una noche, pregúntame si lo sigo queriendo en un mes

- Aquí voy a estar en un mes –contesto Abrielle extrañando un vaso en sus manos, necesitaba la distracción

- ¿Cómo llegaste a tener esto? -preguntó Abrielle

- ¿Me estás haciendo una entrevista?

- Tal vez, nunca se sabe, el lunes podría escribir una columna acerca de este nuevo club que se abrió en el centro.

- O sea que me estas usando para escalar en tu trabajo –dijo Anahí con una falsa molestia

- Sí, creo que sí, me descubriste.

- Lo supe desde que me invitaste a bailar –completo Anahí, ya sin poder ocultar su sonrisa. Abrielle movió su cabeza en vertical y sonrió mirando al suelo -¿Qué paso?

- No sé, tu sonrisa

- ¿Qué tiene mi sonrisa?

- No lo sé –dijo Abrielle acercándose a ella – es algo distinto a todas las sonrisas que andan por ahí dando vuelta –Anahí sintió un pequeño escalofrió recorrer su cuerpo cuando Abrielle puso su mano en su cuello, fue incapaz de decir una palabra, solo cerro levemente sus ojos cuando la pelirroja chica paso su dedo pulgar por sus labios y ella sonrió una vez más – ¡Ahí está! –dijo sonriendo de igual forma y acercándose a sus labios.

- ¡Anahí! –Gritó Maximiliano antes de ver lo que estaba a punto de pasar –perdón, no quería interrumpir –completo cuando las dos féminas se separaron de golpe

- ¿Paso algo? –preguntó Anahí con su voz casi temblorosa

- Hay un periodista afuera que te quiere hacer una entrevista –dijo su mejor amigo, Anahí miró a Abrielle expectante y solo sonrió

- Dile que ya vendí la exclusiva

- ¿A quién? –preguntó Maximiliano

- A una futura periodista de Ocio y Actualidad –completó sin importar si era cierto

- ¡Okey! –gritó Max para marcharse, no sin antes mirar de pies a cabeza a la mujer que estaba al lado de su mejor amiga

- ¡Maximiliano! –gritó Anahí y el hombre levanto las manos en señal de inocencia y salió del lugar.

- ¿Cómo supo que estábamos aquí?

- Hay una camara ahí –dijo Anahí indicando la esquina del lugar

- O sea que sabía que estabas conmigo

- Sí

- O sea que va a ver

- ¿Qué cosa?

Abrielle no tardo en retomar su posición anterior y besarla repentinamente, fue el miedo a que la volvieran a interrumpir o las ganas inaguantables de por fin besarla, jamás pensó que sus labios iban a ser tan suaves, ni que su beso iba a ser tan cauteloso, si existía una primera vez para todo, esa era la primera vez que Abrielle besaba de esa forma, saboreando por completo solo los labios, se preguntó si era una cosa de Anahí, definitivamente era una cosa de Anahí.

Anahí no quiso separarse de sus labios, parecía que no había tiempo, todo de ella le fascinaba, puso sus manos en sus caderas y la acerco con más fuerza a su cuerpo, más cercanía que esa era imposible, sin embargo ella quería más, por un segundo Abrielle paro, justo antes de que su respiración comenzara a agitarse, necesitaba el aire, necesitaba un tiempo libre de su boca para ordenar sus pensamientos. Los labios de Anahí se coludieron en una sonrisa cuando Abrielle acerco su frente a la de ella, cuál era el paso a seguir, Anahí no tenía la más mínima idea, tampoco Abrielle.

Si aquella hubiese sido una noche normal en la que Abrielle se hubiese besado con una chica cualquiera, probablemente a esta altura ya estaría en su departamento, sin ropa y con sus labios en su cuerpo, sin embargo no era una chica cualquiera y eso era lo que quería tener en cuenta antes de acercarse a sus labios nuevamente, pero Anahí la tomó por sorpresa y fue ella quien se acercó, fue Anahí quien tomó la delantera está vez y poco le importaron las cámaras o el tiempo que llevaba encerrada en aquel lugar, mucho menos le importaba si sus propios empleados se ponían a circular comentarios, aquel era el mejor beso de su vida y no tardo en llevarlo al segundo nivel.

Las manos de Anahí se pasearon en la anaranjada cabellera, como si de pronto la dominara con una fuerza acariciadora, cuando Abrielle sintió la húmeda lengua sobre sus labios disfruto por unos segundos la provocadora suavidad que le entregaba y sin esperar mucho más se entregó a ella, como si estuviese dispuesta a ser explorada, con total timidez Anahí se hizo paso dentro de ella, acaricio el interior de sus labios y Abrielle sintió que de seguir así no iba a poder parar, no quería parar, pero tampoco quería tenerla, no aun, necesitaba por primera vez en su vida vivir algo perfecto.

- Si seguimos así no voy a poder parar –susurró Abrielle sobre su boca

- Yo no quiero parar –respondió Anahí dando un corto beso en sus labios

- Ya pero si me vuelves a besar de esa forma una vez más, tardaras dos segundos en estar desnuda y no creo que quieras eso con esa camara sobre nosotras –Susurró Abrielle sonriendo

- La camara –dijo Anahí derrotada y oculto su enrojecido rostro en el cuerpo de Abrielle. Se sintió tan protegida cuando la colorina la envolvió en sus brazos que se preguntó si aquello era real, no debía serlo, era demasiado pronto para sentirse tan bien.

- ¿Qué harás mañana? –preguntó Abrielle sin querer separarse de su cuerpo

- Generalmente los domingos no hago nada

- Qué te parece si te espero a las dos de la tarde en tu edificio y te invito a almorzar

- ¿Cómo una cita?

- ¿Se usa eso de las citas aún?

- No sé, yo soy a la antigua

- En ese caso me deberías haber besado a la tercera cita

- Tú me besaste primero –dijo Anahí soltándose de sus brazos, levantando sus cejas mientras intentaba no sonreír

- Bueno, hipotéticamente la comida de la tarde fue la primera cita, el helado en el techo fue nuestra segunda y está sería la tercera

- Estoy tratando de seguir tu lógica –dijo Anahí sonriendo

- ¿Quieres salir en una cuarta cita o no? –pregunto Abrielle cruzándose de brazos

- Quiero.

La luz del sol la tomó por sorpresa, miró su reloj y faltaban cinco minutos para las dos de la tarde, por un segundo volvió a cerrar sus ojos hasta que se abrieron enormemente como dos enormes platos. En menos de cinco minutos Abrielle iba  a estar esperándola en la entrada de su edificio, pensó en bañarse en tres y vestirse en uno, pero aquello era imposible. Tomó su celular mientras abría sus ventanas para dejar entrar el aire, abrió los mensajes y escribió.

A Bri: Acabo de despertar,
Sube a mi departamento
Y me esperas mientras me baño
Y arreglo, perdón.
De Bri: Estoy abajo,
¿Golpeo todas las puertas del edificio?
A Bri: Sexto Piso, la única puerta.
La dejare abierta.

Anahí se sonrió al releer los mensajes, cuando salió de su embobamiento camino hasta su puerta para quitar el seguro y correr hasta su cuarto, tomó lo primero que encontró y se metió a su baño. Dejó correr el agua mientras se quitaba la ropa, saco su cepillo de dientes y se cepillo mientras el agua finalmente caía por su cuerpo. No sentía sueño, ni hambre, sentía ansiedad por el día que tenía por delante, por los días previos y el poco tiempo que llevaba reconociendo a la mujer que probablemente estaba subiendo al último piso del edificio; era sorprendente lo mucho que le gustaba en tan poco tiempo, sobre todo cuando hacia menos de una semana la odiaba con todas sus fuerzas sin siquiera saber que existía en su mundo, ahora mientras el agua cubría su rostro, sonreía, nada podría hacer que la odiara. Dejó el cepillo en su boca y masajeo su cabello sin cerrar la llave, incluso con el fuerte sonido golpeando a sus oídos, pudo sentir la puerta cerrarse, Anahí González indiscutiblemente sonrió.

Lo primero que Abrielle Domínguez pensó al entrar al departamento de la morena que no salía de su mente, fue en su cuerpo desnudo acariciado por el agua que oía caer en el baño y el pensamiento la hizo sonrojarse, si algún día llegaba a estar en un baño, bajo el agua y desnuda a su lado, se lo iba a recordar, Abrielle deseaba que un día así llegara, no importaba cuanto demorase en llegar.

El lugar a su alrededor estaba decorado tan perfectamente que se preguntó si Anahí le había pagado a alguien para tenerlo así, y si probablemente podía darle el numero para que redecorara el suyo, porque probablemente un cuarto vacío se veía mucho mejor que su departamento. Miró las fotos alrededor, no tardo en ver a la niña que una vez conoció, tampoco tardo en sentirse mal por ello y espero algún día perdonarse por quien había sido, pero probablemente habían muchas cosas de ella por las que nunca se iba a perdonar y la revelación abrió un vacío en su estómago que no sabía si se iba a llenar.

La puerta del baño se abrió tan lentamente que Abrielle tembló de solo pensar en que la volvería a ver, aquello estaba sintiéndose demasiado denso, demasiado pesado para ser un simple “gustar”, pero eso no la hizo querer retirarse, sino avanzar un poco más. Cuando Anahí salió del lugar con lo que parecía ser un pantalón de hippie y una polera que hacia juego, Abrielle quiso besarla de inmediato, en especial cuando se dejó caer en su sonrisa, con ella quería caer, una y otra vez. Quería caer de su mano.

- Hola –dijo Anahí de pie frente a ella

- Hola –respondió Abrielle deseando rodearla con sus brazos

- En la mañana nos quedamos bebiendo una copa con Max, por eso me quede dormida

- Valió la pena la espera –dijo Abrielle y ya no se contuvo más.  –Hola –dijo nuevamente frente a su cuerpo, acariciando con su mano derecha su rostro y acercándola a sus labios, suave, delicado, una clase de beso que no estaba acostumbrada a dar, mucho menos a recibir y aquel acto de Anahí de devolver su suavidad y tomar el control con sus manos en su cuello, le estaba fascinando.

- Mhmm… -dijo Anahí dejando escapar la queja de sus labios – creo que fue mala idea que subieras

- ¿Tú crees?

- Sí –dijo Anahí sonriendo sobre sus labios

- Si quieres no se vuelve a repetir – molesto Abrielle alejándose de su cuerpo

- Yo en ningún momento dije eso – mientras en su mente la idea de que lo que estaba sintiendo era mucho más que un gustar se paseó por sus pensamientos rápidamente, pero de manera tan densa que dejo estragos en su interior, era una idea absurda, era imposible, ningún sentimiento se podía crear tan rápido después de tan pocos días, aquello solo pasaba en las películas.

- ¿Vamos? – Preguntó Abrielle luego de perderse en su sonrisa

- Vamos.

Anahí camino al lado de Abrielle mientras avanzaba a su ascensor, las puertas se abrieron y su brazo rozo el de la mujer que estaba a su lado mientras entraban, un piso alcanzaron a bajar cuando Abrielle Domínguez tomó su mano y aquella sensación de estar sola en el mundo desapareció, Anahí pensó nuevamente en aquel sentimiento, sin embargo lo sacudió de su cabeza tan rápido como habían llegado al primer piso.

- ¿Dónde me vas a llevar? – preguntó Anahí atada a su mano, no queriendo separarse de ella, como si toda su vida dependiera de aquella mano.

- Lejos –respondió Abrielle levantando sus cejas en una insinuación que Anahí espero que fuese mucho más que eso, su sonrisa lo dejo claro y Abrielle quiso que el mundo se detuviera solo por ese instante, pero para siempre.

El chofer del taxi las miraba con precaución tras el espejo retrovisor, Abrielle se preguntó si estaba más preocupado de ellas y de sus palabras, que del camino, en otra oportunidad quizás hubiese llamado su atención, definitivamente con cualquier otra mujer lo hubiese hecho, pero la morena mujer que estaba a su lado no iba a ver nunca aquella vulgaridad de su parte, nunca.

Una hora después habían llegado, el viaje había sido eterno, Anahí hizo el intento de sacar su billetera, pero solo se quedó en el intento, “yo te invite” dijo Abrielle y con esas palabras Anahí cerro su bolso, no eran épocas para querer aparentar ser un caballero o una dama en este caso, sin embargo la actitud le había gustado, no siempre era ella la cortejada, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había sentido así, como si todo fuese un sueño.
El lugar no era común, de hecho era todo menos eso, el verde de los alrededores invadió los ojos de Anahí y no tardo de apreciar en donde estaban, había oído hablar de un restaurant al aire libre, donde las personas se sientan como si estuviesen en un día de campo, con un manta bajo ellas y disfrutando el aire libre, pero nunca pensó en visitarlo, no había tenido con quien hacerlo, sin embargo ahora parecía perfecto. Abrielle no dijo palabra mientras entraban, su mano descansaba sobre la de Anahí desde el momento en que bajaron de aquel taxi, pensó en algo que pudiese hacerla sentir más feliz que eso y muchas ideas se pasearon por su mente, pero entonces tuvo aquella duda, ¿Se merecía toda esa felicidad?, habían preguntas que ni remotamente iban a tener una respuesta.

- Hola –dijo el hombre que salió a recibirlas - bienvenidas

- Gracias –respondió Abrielle con una sonrisa. Anahí quedaba cada vez más fascinada con una Abrielle desconocida.

Encontraron un lugar cerca de un árbol, alejadas parcialmente del resto de la gente, la manta bajo sus cuerpos era de un cuadrilles amarillo y Anahí no podía dejar de admirar como aquel amarillo combinaba perfecto con la colorida cabellera de Abrielle, era algo perfecto en sus pensamientos, porque por mucho que aquello le gustase, no era alguien que estuviese constantemente piropeando a quien estaba con ella, al menos no tan temprano en una relación, aquello le parecía de mal gusto, no era como si hubiese tenido muchas relaciones largas en su vida, todas se habían marchado después de cierto punto.

- Cuéntame sobre ti –dijo Abrielle sirviendo dos copas de un vino rose tan dulce que tuvo que controlarse para beber solo un sorbo.

- Qué quieres saber

- Todo

- No, que fome sería que supieras todo de mí, de que hablaríamos en la siguiente cita

- Buen punto, habrá una quinta cita entonces

- Hasta que perdamos la cuenta. – respondió Anahí antes de siquiera pensar una respuesta en su mente.

Las palabras salieron solas de sus labios, como si estuviesen hablando con la mejor de sus amigas y ambas lo sentían de la misma forma, Anahí hablaba de la perdida de sus padres y Abrielle intentaba poner atención en sus palabras sin perderse por completo en sus ojos, o en la forma en que su cabello se ondeaba con el viento, pero llego el punto en que sus labios se movían y Abrielle Domínguez solo oyó el silencio de sus palabras, notaba que sus labios se movían de una manera increíble, con una naturalidad difícil de igualar, entonces en un momento de claridad volvió a oír su voz y se preguntó porque había dejado de oírla, cuando era una voz perfecta, nunca más en su vida quería dejar de oír esa voz, no por mucho tiempo después de todo.

- Me encanto el lugar –dijo Anahí acercándose a ella, recostando su cabeza en el hombro de la colorina mujer y como si fuese casi una costumbre de ambas Abrielle la rodeo con uno de sus brazos besando su cabeza, perdiéndose en el aroma de su cabello, nadie hubiese pensado que aquella era la primera vez que ambas se querían, claro, de una forma muy distinta.

- Me quedaría aquí para siempre – dijo Abrielle recostándose en el pasto, atrayendo a la morena con ella

- Tendrías que quedarte sola

- No, me rehusó a quedarme sola, si es necesario te secuestro – Abrielle sonrió ante sus propias palabras y alzo mínimamente su cuerpo, buscando su boca, sus labios, no le importaba si alguien la estaba viendo, no iba a hacer nada malo, al contrario, iba a realizar una de las cosas más bellas del mundo y como si hubiese estado preparada, Anahí cerro sus ojos y se entregó a la suavidad de su piel. No estaba el frenesí de la noche anterior, ni la desesperación de la mañana, había una calma única, un deseo propio de un comienzo, Anahí quiso que aquel comienzo fuese eterno y nunca dejasen de sentirse así, sonriendo tras cada rose de sus bocas, como si el cosquilleo que sentían en el alma las hiciera sonreír. Abrielle le dio un beso más y lo supo, no había parte de ella que sintiera duda, la mujer que estaba recostada a su lado, sosteniendo sus labios casi como una caricia, era la mujer con la que quería estar el resto de su vida.

- Por qué siento como si estuviese soñando – murmuró Anahí sobre sus labios

- Quizás si es un sueño y amabas estamos soñando

- ¿Se puede sentir tanto en un sueño?

- Hay sueños que son mágicos – respondió Abrielle y en su respuesta Anahí se abrazó a ella con todas sus fuerzas, si esto era un sueño, jamás quería despertar.

El atardecer llegó antes de que ambas lo quisieran, la suavidad con que el anaranjado sol cubrió sus ojos les hizo comprender la hora que era. Anahí se maravilló con la similitud del color de su cabello y el sol, en como su rostro se veía aún más hermoso, como si aquello fuese posible, mientras Abrielle quería que de pronto el tiempo avanzara rápidamente, quería pasar a otra etapa, quería vivir con ella, pertenecerle y sentirse pertenecida, no quería esperar, era la primera vez que se sentía de esa forma, pero con el sentimiento venia el miedo que nunca antes había sentido, no quería perderla, no iba a soportarlo, no ahora, mucho menos después.

Abrielle estuvo a punto de invitarla a su departamento, mientras Anahí tenía la misma invitación en la punta de su lengua, sin embargo ambas quisieron esperar, realmente esto era distinto, de haber sido solo una conquista Abrielle Domínguez la hubiese tenido la primera noche en su cama y Anahí por otra parte… Anahí era otra cosa, algo completamente distinto.

- Hola – dijo Anahí cuando contesto su celular
- ¿Es normal que te extrañe? – preguntó Abrielle
- No lo sé, dímelo tú
- Creo que no.
- ¿A qué hora trabajas mañana?
- A las siete tengo que estar en mi cubículo
- Demasiado temprano para mí, no hubiese servido para trabajar en una oficina
- Creo que debo hacer una confesión – dijo Abrielle tapando sus ojos,
Aunque nadie la viese
- Buena o mala
- No lo sé, júzgala tú
- Confiésate
- Creo que ya me enamore de tu voz – dijo Abrielle, completamente empapada en rojo,
A nadie se le fijaba el rubor en la cara como a Abrielle. – ¿No dirás nada?
- Creo que tengo miedo
- ¿De qué?
- De lo rápido que va esto, de lo mucho que me gustas
- De la forma en que yo lo veo, vamos demasiado lento, es lo que estoy sintiendo lo que va rápido.
- Estamos
- ¿Cómo? – preguntó Abrielle con curiosidad
- Lo que estamos sintiendo –contesto Anahí. Abrielle oculto su rostro entre sus almohadas y Anahí se sintió una adolescente por segunda  vez en su vida.
- Han pasado tres días
- Creo que estamos locas
Y el primer día no vale porque me despreciaste
- Tenía mis motivos
- Lo siento, ¿te dije que lo sentía?
- Sí, y creo que ya fue suficiente
- Lo siento pero lo sigo sintiendo
- ¡Basta! – grito Anahí y el tono de voz que uso, hizo que Abrielle sonriera de una manera increíble
 - ¿Por qué nos despedimos hace un rato?
- Porque tú trabajas temprano mañana
- Cierto. Me encantaría que de pronto no fueran tres días, sino tres meses
- ¿Por qué?
- Para qué, sería lo propio a preguntar, en tres meses te respondo.
- Falta mucho para tres meses
- Si lo miramos de mi punto de vista, sí, falta mucho – dijo Abrielle sonriendo
- No me simpatizas
- Yo creo que si lo hago
- Tal vez.
- Creo que han sido los dos días más intensos de mi vida
- Tres días
- Insisto, el primero no cuenta
- Tres días
- Está bien tres días – dijo Abrielle cediendo – Eres testaruda
- Acostúmbrate
- No siempre voy a ceder – advirtió Abrielle
- Me gustan los desafíos
- Me parece.

El silencio que las acompaño después de las últimas palabras las tuvo a cada una pegadas al celular, sintiendo la respiración de la otra, esperando el momento propicio para decir “adiós”, sin embargo ninguna quería decir las palabras, y el silencio solo las hacia sonreír, sin sentir incomodidad alguna, Abrielle suspiro ampliamente y Anahí rio.

- No me quiero despedir –dijo Abrielle
- No lo hagas
- Pero tengo que cortar
- Ya lo se
- Entonces nos tenemos que despedir
- Ven a dormir conmigo –dijo Anahí, dejando salir las palabras que había tenido guardadas desde antes de despedirse personalmente
- Pensé que tenías miedo de lo rápido que iba esto
- Pero no te dije lo mucho que me gusta sentir miedo. Ven –dijo por última vez y cortó su celular sin siquiera decir adiós.

De pronto el lugar en el que estaba se volvió mucho más pequeño, era el mismo departamento de siempre, sin embargo el miedo le hacía ver lo que no era y no tenía miedo de ella, ni de que hubiesen pasado tres días, ni de lo rápido que todo estaba avanzando, tenía miedo de ella misma, de entregarse sin precaución, de bajar todas sus defensas como alguna vez lo había hecho, sin embargo el mismo miedo la hizo sonreír. Diez minutos pasaron y sintió un suave golpe en la puerta seguido de dos más, intento borrar su sonrisa, pero era casi imposible, arreglo el pijama que traía puesto y camino hasta la puerta, tardo unos segundos en abrir la puerta y verla tras ella, ni siquiera se había quitado el pijama para llegar hasta ella, Anahí rio con la imagen de una nerviosa Abrielle, sin querer perder más tiempo la tomo de la mano y la atrajo hasta ella, chocando de golpe con su cuerpo, diciendo un “hola” mientras sus labios se encontraban, esta vez sí hubo frenesí, tanto como si hubiesen pasado semanas sin verse. Abrielle se aferró a su cuerpo con sus manos e intuitivamente pensó “Definitivamente esto no puede ser normal”, pero después de todo, las mejores cosas en la vida no lo eran.



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