Segunda Piel 16 FINAL


Nota: Ha llegado el momento de terminar una historia que personalmente amo,  no quería que llegara esta instancia, pero he aquí.  Agradezco a las unicas personas que siempre comentaban y a todas las que no lo hacían pero siempre leen. Espero que el final sea digno




- ¿Y qué vas a hacer? – preguntó María cuando comprendió que ya no había vuelta atrás.

- Llamar a Milter –dijo Bárbara

Por casi media hora Bárbara estuvo al teléfono, el avión en el que se suponía debía ir, a esa hora probablemente ya estaba en el aire y aquello hacia que Bárbara sonriera, no importaba cuanto le gritara su mejor amigo por el celular, aquello era un daño menor, pero mientras hablaba algo la detuvo, no supo si había sido algo que Milter dijo, o un antiguo recuerdo, tal vez fue una revelación, sinceramente Bárbara no lo supo, sin embargo una cosa sabía y no le cabía duda alguna.

- Fuiste tú –dijo haciendo que Milter olvidará lo que fuese que acababa de decir

- De qué hablas

- Fuiste tú. Soy una imbécil, como no lo vi antes, pensé que había sido Joan, pero fuiste tú quien me ayudo a mudarme, todo este tiempo fuiste tú

- Bárbara… -dijo Milter comprendiendo lo que su socia estaba hablando.

- ¿Porqué? ¿Qué fin tenías?

- Tú. –Confesó Milter desde el viejo continente –Sabía la forma en que la amabas y en ese momento hubiese bastado que ella tuviese el valor de venir por ti para que tú te hubieses marchado. Fui egoísta, tú eras mi futuro, contigo iba a lograr lo que solo jamás hubiese podido, lo siento Bárbara, de verdad lo siento. Fue la única forma de asegurarme de que te odiara, de que no viniera nunca por ti. Cuando leí aquel cuaderno pensé que también te estaba ayudando a ti

- No puedo creer lo que estoy escuchando

- Bárbara…

- No –dijo ella interrumpiendo sus palabras, con cero intenciones de oír nada más que saliera de su boca –pudiste usarme a tu beneficio y aquello lo entiendo, eso lo perdono por la amistad que hubo, pero que de paso la hirieras a ella, que yo la hiriera por que fueron mis palabras, pero gracias a ti, eso nunca.

- Bárbara, por favor…

- No Milter, esto se acabó y no hagamos un drama, ni personal, ni mucho menos mediático, si algo de aprecio me tienes no haremos de esto un escándalo, hablare con Joline y le diré que estoy avanzando con mi vida, que es la hora de una nueva etapa lejos de ti. Tú seguirás con el prestigio que yo te di y yo con el mío –habló Bárbara con rabia, con una prepotencia que por mucho tiempo no había sido propia de ella.

- Está bien –dijo Milter sin poner objeción alguna- mi amistad si fue verdadera Bárbara

- No quiero dudar de tu palabra

- Algún día serás de perdonarme

- Milter, quiero que sepas que la decisión de separar nuestra sociedad no nació de esto, realmente seguiré por mi camino, pero no me pidas que te perdone ahora por algo que pudo haberse evitado.

- Lo sé.

- Adiós.

- Adiós.

María miro a Bárbara con determinación, de todas las veces que había visto su mirada más fría, o había oído su voz más firme, esta era la primera vez que aquello le causaba temor. Bárbara sacudió su cabeza y miró a su asistente, a la única que seguía a su lado.

- Necesito que tomes una decisión –dijo Bárbara volviendo a su mirada cálida –No sé qué va a pasar cuando vuelva al lugar donde me estoy quedando, puede que vuelva mañana a París y nada cambie, pero también puede que me quede, entonces necesito saber, ¿Seguirás trabajando para mi si me quedo?

María la miró con desconcierto, pero el simple hecho de que le preguntara si quería quedarse, para ella significaba relevancia, no era una asistente más, de ser así bárbara pudo decirle “Me quedare y voy a tener que dejarte ir”, pero no, ella ocupaba un lugar importante en la vida de Bárbara y sabía que muy pocas personas lo hacían –Sí –dijo maría sin pensar demasiado –Si te quedas, yo sigo trabajando contigo

- Pero. –dijo Bárbara interrumpiéndola

- El español lo hablo perfecto, eso no me preocupa

- Por donde vivirás y todo eso no te preocupes, te daré un aumento de sueldo que hace mucho te mereces, pero de verdad lo agradezco, creo que no sabría que día es sino fuese por ti.

- Será un cambio fuerte

- Aun no lo sabemos, pero creo que todo esto será un proceso largo, al menos espero que lo sea.

Bárbara salió del cuarto de hotel y espero que Julieta siguiera durmiendo, lo deseo con todas sus fuerzas, la idea de que despertara y no la encontrara había cruzado su mente desde que salió de la casa, pero lucía tan hermosa durmiendo, tan tranquila que fue incapaz de molestarla, al menos había dejado una nota sobre la mesa.         

“Espero volver antes de que despiertes, si no lo he hecho, vuelvo pronto.”
“Te amo”
Tuya
 Reni.

Julieta tardo una hora en levantarse de la cama y prender la luz, no fue hasta ese momento que vio la maleta de Bárbara aun deshecha en el suelo, se sintió  tan tonta en cuanto vio la ropa aun en el lugar. Dio dos pasos más y leyó la nota que estaba sobre la mesa, su boca se curvo y sus dientes no tardaron en pasar de una sonrisa a una carcajada, sus ojos se aguaron en cuanto su risa se calmó, pero esta vez no era pena, era una alegría tan grande que no podía esperar a que la puerta se abriera.

Corrió hasta el baño e intento quitar todo rastro de la última hora que aún  quedaba en su rostro, busco dentro de la maleta de sus ojos amados y esta vez encontró la toalla, cuando al fin estuvo seca hurgó entre sus pertenencias y se vistió con su ropa, el pantalón de tela le parecía familiar, buscó la etiqueta y el “PP” la sorprendió, al menos supo quién le hacia los pedidos desde parís.

La noche estaba fría, su celular estaba sin carga y se preguntó si su hermana estaría preocupada, “Al menos sabrás como me siento cuando te pierdes”, pensó Julieta sentada en la puerta de la casa en la que tanto amor había sentido, cuando el tiempo paso se preguntó por un momento si había soñado leer la nota y no tardo en ponerse de pie para volver a leerla. Tú Reni. No era un sueño, se aseguró que la puerta no se cerrara y se caminó hasta la vereda para ver si venia, como si el ver la calle apurara el paso de la mujer que esperaba, pero no se veía nada, ni un vehículo pasaba por la calle, de nada servía seguir de pie. Volvió a sentarse en la puerta de la casa.

- Disculpa, me puedes decir la hora –Pidió Julieta a una joven que iba pasando

La muchacha miró el celular en su cartera y vio en ella un rostro casi familiar –las… las once y media –dijo la joven sin seguir su camino – ¿Pía Parra? –preguntó la joven y no fue antes de ese momento que Julieta recordó quien era

- Si –respondió casi con temor

- ¿Me puedo sacar una foto contigo?

- Sí, claro –dijo Julieta notando su alegría, la joven no tenía más de 17 años

Julieta se puso a su lado e intento sonreír un poco menos de lo que ya sonreía, cuando vio la foto le causo gracia su rostro tan descuidado, su encargado de imagen no iba a estar contento cuando la viera en las redes sociales, pero aquello no le importaba

- Gracias, no sabes cuánto te admiro, espero algún día ser como tu

- No. –Dijo Julieta con seriedad –algún día tienes que ser tú, siempre aspira a ser más que las personas a quien admiras, nunca un igual

- Gracias –dijo la joven con sincera gratitud, tal vez aquellas palabras habían cambiado un futuro, al menos Julieta lo quiso ver así.

“Te amo”, Julieta leyó por décima vez el papel que se mantenía en sus manos, como si necesitara una confirmación cada cierto tiempo. Se sentía una adolescente, la imagen de ella persiguiendo cierta cabellera de chaquetón largo y botas la hizo sonreír, a sus casi 30 años, seguía sintiéndose de 23.

La imagen de un vehículo se asomó a lo lejos, al menos sus luces eran notorias, Bárbara pensó que ahora si podía ser ella, quizás esta vez sí lo era, el repentino latir de su corazón acelerado le hacía pensar que era así. Le pareció increíble como sus ojos se colmaron de lágrimas cuando el vehículo se detuvo frente a la casa y lo fácil que era llorar cuando se sufría y cuando se era inmensamente feliz, por muy similares que las lágrimas fuesen, tenían una textura completamente distinta y ella podía sentirlas en sus mejillas.

Bárbara se bajó del auto y la vio de pie frente a la puerta, mil cosas se pasaron por su mente cuando vio su rostro empapado, pero todo pensamiento se borró en cuanto vio su hermosa sonrisa. Julieta corrió hasta ella y en plena calle Bárbara la tomo en brazos, giro con ella de alegría, sin siquiera hablar, ambas sabían lo que significaba, ya no habían dudas al respecto. Julieta rió a carcajadas mientras Bárbara seguía girando y Bárbara recordó la primera vez que oyó esa risa, desde el primer día supo que aquella era su melodía preferida.

- Estuviste llorando –dijo Bárbara cuando la tuvo entre sus brazos en su viejo sofá

- No. –contesto secamente Julieta. Bárbara le dio una mirada de “No te creo” y Julieta no pretendió mentir –Pensé que te habías ido. Después de todo hubiese sido justo que lo hubieses hecho

Julieta pretendía seguir hablando, pero Bárbara la interrumpió, le parecía increíble como después de tanto tiempo, después de aquel día Julieta podía seguir culpándose, pero por sobre todo ella ya no quería ser el motivo de su culpa.

- Has pensado que quizás lo que pasó nos llevara a algo mucho mejor –Julieta la miró con desconcierto y Bárbara intento explicarse –No digo que no haya sido doloroso o que me alegre la forma en que nos separamos y el tiempo que duro, pero tú estás aquí, conmigo, lograste tus sueños y yo los míos, por caminos separados es cierto, pero yo ya enterré mi pasado, tal vez necesitábamos esto para volver a encontrarnos

- Siempre nos volvemos a encontrar –dijo Julieta perdiéndose en el aroma de su cuello, ni siquiera llevaba perfume, era su esencia lo que la enloquecía.

- Tal vez nos hemos estado encontrando en diferentes vidas, solo que nosotros no lo sabemos

Un grato silencio se hizo parte de ellas por unos minutos, Bárbara recorrió con sus dedos el claro cabello de Julieta, esto era Un nuevo comienzo. Julieta se dejó llevar por la suavidad de su mano y un deseo irreprochable de besarla se apodero de ella, basto alzar su rostro unos cuantos centímetros para toparse con su boca. No había esa desesperación propia de los adolescentes enamorados, ni la frialdad de los besos de las parejas eternas. Había amor. La suavidad de sus rojizos labios hizo a Bárbara sonreír en medio del beso, Julieta sonrió con ella y sus dientes chocaron entre las puertas de sus bocas, aquello era la felicidad.

- ¿Nos volveremos a encontrar después de esta vida? –preguntó Julieta alejándose de su boca y volviendo a su previa posición

- Y si no lo hacemos prometo que te voy a buscar

- No puedes prometer eso

- No, pero no creo que sea capaz de vivir una vida en la que tu no estés, toda vida sin ti no es vida –dijo Bárbara recordando sus años de ausencia.

- Reni eso sonó cursi, incluso si yo lo hubiese dicho –se burló Julieta sintiendo lo pegajoso que aquello sonaba en sus oídos.

- Lo sé, pero te gusto

- Sí. –admitió Julieta, “¿Qué más ha cambiado de ti?”, pensó dejando salir un suspiro de su boca.

- Creo que siempre estuvo en mí –dijo Bárbara y Julieta se sentó correctamente para mirarla a los ojos. Era imposible que Bárbara no se perdiera en su mirada –La cursilería. Siempre estuvo en mí, pero tú la haces florecer, vas a tener que acostumbrarte

- ¿Y si no lo hago?

- Te aguantas

Parecía increíble tenerla entre sus brazos, unos días atrás no lo hubiese creído, pero hoy, en ese preciso instante en que Julieta se acurruco más a su lado Bárbara decidió que aquello era un sueño del que nunca quería despertar.

La mañana trajo con ella todas las dudas de una nueva vida, Julieta despertó primero, con la sensación de su ausencia al abrir sus ojos, pero no había ausencia, su presencia estaba tan fuerte a su lado que Julieta no tardo en despertarla con infinitos besos en su piel, quería ver sus ojos abiertos, quería un nuevo día a su lado.

- ¿Me vas a despertar así todos los días? – dijo Bárbara con la voz aun ronca. Julieta se preguntó si su voz podía oírse más sexy por las mañanas.

- Todos

- ¿Qué hora es?

- No lo sé, tu reloj está malo –dijo Julieta mirando la pared, pero volviendo a mirar cuando vio que contrariamente el reloj funcionaba – según eso son las nueve

- ¿No estaba malo? –Preguntó Bárbara abriendo por completo sus ojos –Hola… -dijo sonriendo al ver su rostro, olvidando por completo lo que acababa de pasar

- Hola – respondió Julieta – Hay que volver a la vida real

- ¿No nos podemos encerrar aquí por siempre?

- Sería fantástico, pero tú tienes responsabilidades y yo también. ¿Qué va a pasar ahora?

- ¿Con qué?

- Tu sociedad está en París. Nosotras. No sé, no podemos vivir aquí eternamente

- ¿Sería malo querer vivir aquí por siempre?

- No. Pero yo tengo una casa sabes

- ¿Y me invitaras a vivir contigo? –pregunto Bárbara sonriendo - O tengo que comprarme una casa para mí, porque yo no me iré.

- Tu conmigo a donde yo esté desde ahora en adelante –dijo Julieta hablando entre dientes

- Te amo.

- Yo también, pero tenemos que hablar seriamente. A demás probablemente haya tres mujeres en mi casa desesperadas por mi repentina desaparición.

- A ver –dijo Bárbara llevando su desnudo cuerpo hasta su maleta. Julieta no pudo sino admirarla, todo en ella era perfecto. Bárbara volvió a la cama con su Tablet, buscó algo que Julieta fue incapaz de ver, mientras sonreía por ver a una Bárbara tecnológica, la que ella conocía ni siquiera hubiese sabido como prender aquello. – No. –Dijo bárbara mostrando la enorme pantalla –no aparece nada de ti en las noticias locales, aun no visan a las autoridades así que podemos seguir aquí.

Julieta sonrió por el sarcasmo de sus palabras, no dejaba de sorprenderse, no dejaba de enamorarse.

- Pero si hay noticias tuyas, ¿Reni te separaste de Milter Rouge?

Bárbara leyó la noticia que no había visto, cada una de las palabras la leyó dos veces, asegurándose de que Milter hubiese cumplido su palabra, no era nada nuevo, leía precisamente lo que le había dicho. Probablemente María se había encargado de comunicarse con su personal, Joline principalmente que se encargaba de su imagen; mientras intentaba ordenar su cabeza, se distrajo por dos ojos verdes que la esperaban impacientes, buscando respuestas en silencio.

- Qué te parece empezar una nueva línea conmigo –Propuso Bárbara sonriendo

- Pésimo. Yo no soy ni la mitad de lo que tu haz construido –dijo Bárbara sinceramente

- Falso.

- Verdadero –dijo Julieta sin dejar que Bárbara insistiera – ¿Por qué te separaste?

- Por que llego el momento de seguir sola, de arriesgarme a algo nuevo

- Eso dice la noticia, pero cuál es la verdad

- Ju. Yo quiero estar aquí, contigo, no quiero seguir viviendo una vida que no es la mía. Y continuar con Milter viviendo acá no iba a resultar, además… -dijo deteniéndose – nada.

- ¿Además qué?

Las palabras hicieron su paso a la salida de su boca, Julieta oía atenta todo lo que Bárbara tenía que decir, pero en ningún momento lo culpo a él, Bárbara dijo tantas veces la palabra “Perdón” y sus derivados que Julieta se cansó de oírla, de nada les servía seguir hablando de sus culpas y aquella iba a ser la última vez que recordaran los malo de su pasado, desde ese momento en adelante, ambas acordaron en recordar solo lo bueno.

- ¿Se me ve bien esto? –pregunto Julieta con la ropa de Bárbara en su cuerpo

- Te ves hermosa –contesto Bárbara con sus ojos iluminados de amor

- Tú no tienes la más parcial de las opiniones

- ¿Es normal que este un poco asustada?

- ¿Asustada de qué? Francisca y Andrea ya te conocen, mi hermana ya habló contigo, de los periodistas que debe haber fuera de mi casa deberías estar asustada

- Ellos no me asustan, si me preguntan les diré que buscaba tener una sociedad contigo para poder crecer más

- Amor, aun no te he dicho que si

Bárbara se detuvo antes de terminar de hablar -¿Cómo? –Dijo sonriendo, Julieta la miró con sus mejillas sonrojadas y se perdió en su propia imagen ante el espejo –Repítelo –ordenó Bárbara acercándose a ella por la espalda, cruzo sus brazos en su cintura y sus manos se aferraron fuerte a ella. Julieta alzó su rostro y la imagen del rostro de Bárbara al del suyo en el espejo la hizo sonreír, últimamente todo le hacía sonreír, -Repítelo –susurró Bárbara a su oído una vez más.

“Amor”

Bárbara había soñado con aquella única forma de ser llamada “Amor”, volvía a sonar en sus oídos y Julieta sabía lo que significaba; la forma en que Bárbara buscó sus ojos en el espejo hizo que sus rodillas casi perdieran su fuerza y agradeció que Bárbara la tuviese tomada tan fuertemente entre sus brazos, en especial cuando sintió la humedad de sus labios en el comienzo de su oreja “Eres mi Amor”, susurró Bárbara a su oído, no tardo en besar su cuello, tan lento, tan fuerte, que Julieta dejó escapar un pequeño ruido de sus labios, justo antes de volver a la realidad

- ¡Bárbara me vas a dejar una marca! –gritó intentando separarse de sus brazos, pero a pesar de su risa, Bárbara no la soltó, la siguió abrazando hasta que tuvo su rostro frente a frente.

- No te hice nada

- Casi –dijo Julieta frunciendo el ceño, fingiendo estar enojada

- No hay derecho, yo no podré usar nada con escote gracias a ti por unos días y te quejas por que “casi” te dejo una marca

- Amor, si tienes ropa con ese tipo de escote –dijo abriendo la blusa de Bárbara –capaz de mostrar esta altura, no te preocupes que no la vas a usar.

- ¿Ah no?

- No.

- ¿Es una orden?

- Si.

- Lo siento “MI AMOR”, pero la única que tiene opinión en cómo visto es mi ejecutiva de imagen, nadie más.

Julieta quito de golpe sus dedos que habían estado acariciando la marca que ella misma había creado, no enojada, no molesta, celosa tal vez.

- Hablaremos de esto más tarde, no creas que se me va a olvidar, además no entiendo por qué todo tu personal tienen que ser mujeres. – Bárbara lanzó una carcajada, hasta que vio el serio rostro de Julieta levantando una sola ceja

- Podemos volver a la parte en que tú me dijiste “Amor” por primera vez en muchos años e hiciste que mi corazón latiera ferozmente –dijo Bárbara intentando quitar la seriedad de su rostro, saliendo exitosa. Julieta era incapaz de mantener su seriedad por mucho tiempo

- Podemos –dijo sonriendo nuevamente

- Esos eran mis mejores sueños, cuando me llamabas “Amor” y despertaba con el sonido en mis oídos y cuando, bueno, quizás más tarde te puedo mostrar mis otros sueños.

- Bueno, después de que tengamos la plática de tu ropa y tu personal, muéstrame lo que quieras.

Bárbara soltó sus brazos en derrota y continuaron arreglándose para ir a casa de Julieta, casi un día completo había pasado, María se había comunicado con la hermana de Julieta, su casa estaba llena de reporteros frenéticos por saber el paradero de Bárbara, por saber si la llama de amor entre ambas seguía ardiendo, aquella era la noticia del día “Réni Fuentes deja a Milter Rouge para volver a Pía Parra”, su necesidad de confirmar la historia que rondaba en los canales nacionales los había llevado a pararse fuera de su casa. Julieta no quería aparecer, estaban seguras en aquella pequeña casa, nadie las iba a buscar ahí, pero Bárbara quería enfrentar todo de inmediato, quería gritar su felicidad a los cuatro vientos y no le importaba la forma.

- Tu hermana se parece a ti –dijo Bárbara en el auto que maría había enviado a buscarlas

- Ya me lo habías dicho

- Me parece increíble que se parezca a ti

- ¿Porqué?

- No lo sé, es extraño. Yo también tengo un hermano – dijo Bárbara después de un silencio. Julieta se perdió en sus ojos en cuanto la oyó

- ¿Un hermano?

- Mi… bueno el hombre que me dejo en aquella casa me busco hace unos años

- Si supe, pero de pronto nadie hablaba de eso

- Vive en Nueva York ahora, le compre un departamento y le conseguí un trabajo legal, no tenía mucho para vivir, me pidió perdón por todo, no sé si lo perdone realmente, hubiese preferido tener un mal padre antes que lo que tuve.

Julieta la oía con cautela, con miedo a decir cualquier palabra errónea, atenta a su confesión limpió las lágrimas que cayeron de sus marrones ojos mientras hablaba, tomo con fuerza sus manos y continúo oyendo.

- Javier tiene quince años, no me conoce, no quiere en realidad, cuando supe que existía algo nació en mí, como si perteneciera a alguien, tenía un hermano, no estaba sola en el mundo.

- No estás sola en el mundo

- En ese momento si lo estaba –confesó Bárbara sin medir sus palabras, pero no se retractó – Me alegro que tengas una hermana y que se parezca a ti, no solo físicamente.

- Oye. Yo soy tu familia y no volverás a estar sola otra vez en tu vida

- ¿Me lo prometes? – preguntó Bárbara más vulnerable que nunca, soló Julieta había visto esa parte de ella.

- Te lo prometo.

El enorme auto negro se detuvo enfrente de la casa de Julieta, la que contó al menos veinte periodistas frente a su puerta, sin contar las personas que llevaban cámaras en sus hombros, pero Bárbara ni siquiera los noto, ella miraba con enormes ojos la hermosa casa que estaba frente a ella y antes de que pudiese decir algo, María les habría la puerta junto a dos hombre. Los periodistas se acercaron a ellas y gracias a la increíble asistente de Bárbara, lo hicieron con calma.

- Son diez preguntas, no están obligadas a contestar todo –dijo María antes de que bajaran

- ¿Después se irán? –preguntó Bárbara

- Sí –respondió la asistente y ambas diseñadoras estaban afuera.

Si a Julieta le hubiesen entregado una pauta de preguntas, ella hubiese sabido perfectamente que contestar, siempre lo hacía, incluso cuando las preguntas la tomaban por sorpresa, pero no esta vez, esta vez fue todo sorpresa y Julieta no pudo sino callar  y tomar de la mano a la mujer que estaba a su lado.

- Milter Rouge es un gran diseñador por sí solo, no hay nada que no pueda hacer, ni tampoco yo por mi parte, está es una gran decisión pero un paso hacia adelante en la carrera de cualquier persona. –dijo Bárbara ante la pregunta de una periodista

- ¿Están juntas sentimentalmente en este momento? – preguntaron y María contó nueve preguntas

- Sí –dijo Bárbara perdiéndose en sus risueños ojos verdes. – No es que eso sea de su incumbencia y espero que respeten nuestra privacidad, pero si estamos juntas y enamoradas.

- Señorita Parra, ¿Eso significa que ahora se unirán tanto sentimentalmente como laboralmente?

Julieta miró a Bárbara y esta sonrió ampliamente, podía haber jurado que Bárbara hubiese pedido esa precisa pregunta, solo para encerrarla, para obligarla a aceptar su petición.

- PP es una marca propia, algo que he forjado con mi esfuerzo y no es algo que quiera dejar de lado en este momento y el hecho que ambas seamos diseñadoras no significa que tengamos que unirnos en esto, pero no me niego a proyectos futuros, quizás se sorprendan.

Bárbara apretó con fuerza su mano y se alegró de su respuesta, fueron tantas las nuevas preguntas que surgieron, pero las diez respuestas ya estaban dadas y mientras Julieta y Bárbara entraban, María intentaba que todos se marcharan, al menos por ese día necesitaban tranquilidad.

Julieta cerró la puerta a su espalda y por un segundo se olvidó dónde estaba o simplemente lo ignoro, puso sus manos en el cuello de Bárbara solo para traerla con fuerza a su cara, para besarla con desesperación, la necesitaba cerca, imploraba el tacto de su piel, la suavidad de sus labios, quizás había sido el tiempo que había estado separada de ellos o tal vez la forma en que Bárbara había manejado todo y en ese preciso momento Julieta se sintió completa, tal vez por primera vez en su vida.

El sonido de una garganta forzada las trajo de vuelta a la realidad, Bárbara alejo sonriente el cuerpo de Julieta de ella, pero no tan lejos, lo suficiente para que ambas pudieran mirar al frente.

- Hola –dijo Julieta tan sonriente que parecía irreal, al menos para las tres personas que veían algo que por años había estado perdido. – Les presento a… -Julieta se acercó al oído de Bárbara y susurró - ¿Qué eres de mí?

- Tuya –contesto Bárbara imitándola

- Les presento a Mi Bárbara –dijo Julieta tan sonriente como antes y sus dos fieles amigas no pudieron si no reír.

- No te vuelvas a perder así, por favor –dijo Isidora antes de acercarse a darle un abrazó

- No estaba perdida Isi, además te hace bien estos sustos, así sabes cómo me siento yo. Saluda a tu cuñada nueva

- ¿Nueva? –preguntó Bárbara

- Tranquila, eres la única cuñada que conozco –dijo Isidora dándole un pequeño abrazo sorpresivo a Bárbara –Si la haces enloquecer otra vez, te busco y te mato. Que rico volver a verte

- Insisto, es idéntica a ti –dijo Bárbara a Julieta

- Entonces ya están juntas –dijo Francisca intentando la seriedad

- Si –dijo Bárbara –es grato volver a verte

- ¿Se acabó la pesadilla? –preguntó Fran mientras la abrazaba

- Solo sueños lindos de ahora en adelante –contesto bárbara causando la risa de todos

- Amor, por favor, deja lo cursi para cuando estemos solas –dijo Julieta antes de que Bárbara pudiese saludar a Andrea, pero Bárbara solo la ignoro.

- Me alegro que estés de vuelta –dijo Andrea apretando su mano –sigue haciéndola sonreír.

- Se acabaron las lágrimas –dijo Bárbara sonriéndole, mientras por dentro recordaba el infierno  en el que había estado los últimos años, se preguntó por un momento como había sido aquel infierno para Julieta, las palabras de las tres mujeres de la habitación se colaron en sus pensamientos “enloquecer”, “pesadilla”, “sigue haciéndola sonreír”, cuando había sido la última vez que Julieta había sonreído de la forma que lo hacía ahora, cuando estaba a su lado, todo replicaba en su mente y Julieta la pudo ver perdida en sus pensamientos.

- Ahora está todo bien –dijo a su oído, como si adivinara lo que estaba pensando

“Joline tout est déjà décidé, il n'y a rien que vous pouvez faire, d'ailleurs elle est le patrón”, se oyó al abrirse la puerta, María seguía hablando en francés a su celular, mientras Bárbara y Julieta entendían perfectamente de lo que se trataba la aparente discusión, Bárbara tomo el celular de sus manos, “Oui, je suis Mlle Reni”, dijo Bárbara abruptamente, hablando con tal propiedad y fuerza que Julieta le provocaba besarla ahora más que nunca, pero no era el momento ni el lugar. María miraba cabizbaja la discusión que mantenía Bárbara al celular, le informaba a su empleada que viviría en el país de ahora en adelante, que pronto iba a viajar a Paris por sus cosas más importantes, pero que ella se tenía que encargar de todo para que funcionara esta nueva etapa de su vida, “Tú ves si te quedas allá o te vienes y si quieres renunciar me avisas”, grito Bárbara cortando el celular, miró a quienes la miraban atentamente y su mirada cayó en María.

- Crees que estas capacitada para hacer su trabajo –dijo Bárbara mirando a su actual asistente

- ¿Yo?

- Sí, sería más dinero a tu favor, pero más preocupaciones, pero respóndeme de inmediato para llamar de vuelta a París –dijo casi con rabia

- Sí, soy capaz –dijo María sabiendo la confianza que Bárbara depositaba en ella

- Gracias –dijo suavizando su mirada –creo que tendrás que comenzar desde ya

- Creo que puedo hacerme cargo de todo – dijo María con propiedad

Bárbara se dio media vuelta y no tuvo que esperar demasiado antes de que contestaran la llamada, “Oui”, dijo afirmándose en una pierna mientras apoyaba su cadera en su mano, no había que hablar el idioma para saber que estaba despidiendo a la mujer al otro lado, no sin antes hacerle saber que le pagaría todo por adelantado, de un modo Bárbara se sintió aliviada, estaba cansada de que todo el mundo creyese que podía mandarla, cuando era ella quien mandaba. Diez minutos después, decenas de correos llegaban a la casilla de María, la joven miró su celular y casi sintió emoción.

- Bárbara –dijo con voz de disculpa interrumpiendo su conversación.

- ¿Sí?

- El ochenta por ciento de los clientes de “Milter et Réni” me están enviando correos para saber si comenzaras tu línea pronto y si pueden seguir contigo. –Bárbara se sintió alagada, en el fondo sabía que algo así podía pasar, pero aquello no quería decir que no sintiera pena por quien había sido su único amigo

- Dile a la mitad amable que cuanto antes estaré trabajando en algo nuevo y que no duden en comunicarse para sus pedidos personales y a la otra mitad diles que son libres de trabajar con quien quieran y que Milter es tan talentoso como yo, que no duden en seguir con él si así lo desean. Tú lo puedes redactar mejor

- Sí, por supuesto – dijo María perdiéndose en su celular.

- ¿La mitad amable? – preguntó Julieta

- Amor, hay personas en este mundo que piensan que son superiores que todos y se presentaban al taller como si fuesen Dioses, a veces ni siquiera se presentaban en el taller, sino que había que volar hasta sus casas para diseñarles la pieza perfecta, ya te darás cuenta cundo tengamos una línea propia las dos

- Aun no te he dicho que sí

- Pero vas a hacerlo.

- Hagamos un trato –dijo Julieta tomando su mano

- Te escucho

- Dame un año para salir al mundo sola, para llevar PP a Norte América y Europa. Y otro año para ver si puedo posicionarme, si llego a ser la mitad de lo que tú eres hoy te prometo que hacemos una línea juntas, pero necesito saber si puedo ser alguien sin tu talento de por medio

- Hecho. –dijo Bárbara sin pensarlo, Julieta era tan o más talentosa que ella y Bárbara era la única que no tenía dudas de aquello.

- ¿De verdad? –preguntó Julieta con sorpresa

- Amor vas a estar posicionada en el extranjero en seis meses de que salgas, ni siquiera tengo que esperar esos dos años.

El anochecer llego antes de que se dieran cuenta, estaban solas en la enorme casa y parecía que hubiesen estado años juntas, al menos así se sentían ambas, con tanta familiaridad que el tiempo corría entre ambas y no les afectaba. Julieta estaba sentada sobre el pequeño sofá que estaba en su enorme habitación y Bárbara abría una botella de vino cuando se percató lo que estaba sobre uno de los muebles, Julieta siguió su mirada y deseo haberlo visto primero.

- ¿Por qué no lo tiraste?

- Porque tú lo escribiste – respondió Julieta con total sinceridad

- Pero te hizo daño

- También me hizo sonreír más de una vez

- Voy a hacer como que te creo

- Porque mejor no sirves ese vino y te vienes a sentar a mi lado –dijo Julieta mirando su pared y algo llamo su atención - ¿Qué hora tienes? –preguntó a Bárbara, quien no tardo en mirar su celular

- Las once y cuarto – dijo Bárbara  y Julieta solo sonrió al ver que su reloj de siempre estaba dando la hora correcta por primera vez en años.

- Te he dicho que te amo últimamente –dijo Bárbara sentándose a su lado. Julieta soltó una carcajada y luego la besó, ya se había acostumbrado por completo a esta nueva mujer que estaba a su lado.

Los minutos avanzaron y ellas se dedicaron a besarse, como si estuviesen en otra época, donde no se podía si no besar a la persona amada; cada cierto tiempo buscaban el aire alejándose de sus bocas, cada otro jugaban con sus manos entre sus cuerpos aun vestidos, ya no había prisa, ha existía un reencuentro, ahora tenían la vida por delante para sentirse la una de la otra, como si ninguna fuese dueña de su propia vida.

- Feliz cumpleaños –dijo Bárbara cuando vibró la alarma que había puesto en su celular y corrió hasta su chaqueta antes de que Julieta pudiese decir nada – Te amo –confesó entregándole una pequeña caja

- Yo no tengo nada para ti –dijo Julieta apenada –Feliz cumpleaños a ti mi amor – complemento con sus ojos aguados mientras habría la pequeña caja

- La primera vez que camine por las calles francesas, en pleno París, enloquecí cuando estuve en medio de la plaza Vendome y fue en una joyería de ahí que vi este anillo, a pesar de todo yo solo pensé en ti cuando lo vi, llámame cursi y todo lo que quieras –regaño Bárbara causando una pequeña carcajada en Julieta – pero me era imposible comprarlo, pero el primer año que trabaje con Milter lo pude comprar –dijo Abriendo la caja y sacando el anillo enorme de platino  y diamantes – No te pediré que te cases conmigo, te pediré que seas mía para siempre –dijo Bárbara poniendo el anillo en su dedo - ¿Vas a estar conmigo para siempre?

- Solo si no te cansas de mí.

Bárbara sonrió, tomo su mano y la besó, solo para más tarde besarla a ella, si alguien le hubiese dicho cuando tenía quince años que esa iba a ser su vida, no lo hubiese creído, hoy le gustaría ir a ver a esa niña y cambiar su vida, decirle que aguante, que el mundo le tendrá preparadas tantas sorpresas que podrían ser inimaginables, pero que aguante, que sea fuerte, no importa cuántas veces la vida misma le diera la espalda iba a llegar un día en el que sería feliz para siempre.

 Julieta sonrió en su boca y se preguntó si alguna vez dejaría de encontrar un sabor distinto en sus labios, si alguna vez dejaría de sentir que era la primera vez que la besaba y deseo con todas sus fuerzas que aquello nunca pasara, deseo que toda su vida la besara como si fuese la primera vez. No tardaron en trasladarse a la enorme cama y ambas extrañaron incomoda cama de Bárbara, no importaba cuan dura fuese, era de ambas y sin decirlo con la boca sus miradas se cruzaron y ambas sonrieron ante el hecho, Julieta se perdió en sus ojos marrones tan obscuros que no era difícil confundirlos con negros y Bárbara se adentró en el bosque más verde jamás antes visto, siempre se quería perder en sus ojos. No tardaron en fundir su piel y el reloj en su pared nunca más se volvió a detener.





Epílogo: 5 años Después


Julieta bajo del avión con cierta paz interior, había sido un largo vuelo desde España, pero por una extraña razón no sentía sueño, ni cansancio, ni hambre, las puertas delante de ella se abrieron y camino hasta sus maletas, sonrió al ver a los niños que jugaban alrededor de ella y miró de reojo a su asistente organizar su calendario en su Tablet, después de todo ella era quien mandaba y si quería un mes de descanso lo iba a tener, después de todo Milán, París, Roma y Berlín había sido solo trabajo, todo aquello sin pensar en que seis meses después tendría que viajar a Nueva York y Tokio, aquellas dos ciudades no estaban precisamente cerca, pero al menos esta vez no iría tan sola.

- Martín dale la mano a tu hermana –dijo Julieta cuando al fin tuvieron sus maletas en el carro

- Mami cuando lleguemos a casa podemos comer helado –dijo el pequeño de siete años

- Solo si se portan bien –respondió Julieta sonriendo

- ¡Yo quiero de Chocolate! –grito Agustina de la mano de su hermano

- ¡Shh! Pórtate bien sino no comeremos helado –susurró Martín cerca de su oído, causando la risa de complicidad de Julieta.

La salida del aeropuerto por primera vez en mucho tiempo había sido tranquila, había dos reporteros gráficos y ambos conocidos de Julieta, no le costaba sonreír cuando ellos eran quienes se aparecían, la camioneta estaba estacionada fuera del edificio y fueron los niños quienes corrieron primero.

- ¡Mamá! –gritaron al unísono en cuanto estuvieron frente a Bárbara, dos segundo después estaban en sus brazos. Julieta siempre se preguntaba cómo podía seguir cargando a los gemelos cuando cada vez estaban más grandes

- Los extrañe tanto –dijo Bárbara pegada a ellos mientras veía como sus amados ojos verdes se acercaban

- Pensé que nos esperarías adentro –dijo Julieta levantando una ceja en una falsa molestia

- Quería que me extrañaras un poco más –dijo Bárbara soltando a sus hijos y abrazando a la mujer que amaba, sin temor de arrasar con su boca a la vista de quien fuera que estuviese cerca

- Como si ya no te extrañara suficiente – dijo Julieta cuando al fin la miró directamente a los ojos, su mano derecha acaricio su cuello y su pulgar se paseó por su mentón – Te amo

- Te amo –respondió Bárbara tomando su mano para subir sus cosas a la camioneta.

- Mamá comeremos helado –dijo Agustina sonriendo

- Yo quiero de Chocolate –dijo Bárbara sentando a su hija en el asiento trasero

- Yo quiero de Vainilla – dijo Martín mientras se abrochaba su cinturón

- Tu Mami también –susurró Bárbara a su oído y ambos sonrieron.

Cuando al fin estuvieron en casa Julieta sintió que habían pasado años desde la última vez que estuvo ahí y no pudo dejar de sentirse en casa una vez más, como cada vez que volvía de sus viajes. Los niños corrieron a sus cuartos para que Bárbara los fuese a bañar unos minutos más tarde, según su propia orden. Justo antes de entrar a su cuarto, vio a su mujer de espaldas a ella y no pudo resistirse a abrazarla desde atrás.

- Ultima vez que viajas por tantos meses sola –dijo Bárbara a su oído

- Reni fueron dos semanas –contestó Julieta moviendo su cabeza

- Bueno para mí parecieron meses –respondió antes de besar rápidamente su cuello

- ¿Cómo va todo acá? ¿Qué fue lo que no me quisiste decir por teléfono? – preguntó Julieta sin querer moverse de su posición.

- La otra semana podemos ir por los niños – dijo Bárbara sonriendo ampliamente, esperando la cara de sorpresa de Julieta

- Pero habían dicho que tendríamos que esperar otro año

- Sí, pero después de entrevistar a Martín y Agustina decidieron que no era necesario. Si fuese por mi construiría un castillo y los tendría a todos conmigo

- Yo no me opondría –dijo Julieta girándose en sus brazos para besarla en los labios – sabemos que es imposible, pero ya hacemos lo posible manteniéndolos, educándolos

- Lo sé, pero siempre siento que podemos hacer más

Julieta volvió a besarla, no había nada que pudiera decir para quitar aquella angustia de su mirada, pero Bárbara hacía más de lo que le era permitido. Después de dos años juntas y solas habían decidido que era hora de formar una familia, fue cuando en una de sus visitas al Hogar de Niños que conocieron a Martín y Agustina, tenían cuatro años y acababan de llegar al lugar, Bárbara se enamoró de ellos en cuanto los vio, no tardo en averiguar su vida  y en querer tenerlos con ella, después de una semana Agustina le decía “Mamá” y Martín solo dormía cuando Julieta besaba su frente por las noches. Se habían vuelto una familia y ambas los sentían parte de ellas. Ahora adoptarían dos niños más, los pequeños tenían cinco años y habían pasado toda su corta vida en el hogar, nadie quiere adoptar a niños tan grandes y eso era lo que más angustiaba a Bárbara, ella quería proteger a todo el mundo.

- Martín va a ser el más feliz –dijo Julieta separándose de sus labios y pensando en la idea

- Sí, me sorprende cuando vamos al hogar y juega con Nicolás como si fuesen los mejores amigos. Tengo miedo por Agustina –confesó Bárbara

- ¿Porqué?

- No lo sé, No es como Martín, me da miedo que se sienta desplazada por Julia

- Amor, a nuestra hija se le pegaron todas tus aptitudes y defectos, además hace unos días me pregunto porque teníamos que esperar tanto tiempo para que llegaran los niños, ella quiere tener hermanos pequeños para cuidarlos

- ¿De verdad?

- Sí. Me preguntó otra cosa también, dice que por qué tu y yo no podemos tener hijos y en cambio adoptamos

- Mentira –dijo Bárbara

- Cierto, dice que quiere un bebé además de los niños, que disque quiere que tenga mis ojos verdes

- En realidad que esa niña se parece a mí –dijo bárbara sonriendo

- Quizás sea el momento

- Sabes cómo nos puso Isidora –dijo Bárbara sonriendo –los Brangelina del sur

- Sí me dijo, está loca mi hermana

- Se parece a ti –dijo Bárbara y Julieta había estado esperando la frase.

- ¡Mamá estamos listos! –grito de la pieza Martín

- Ve a ver a tus hijos –dijo Julieta besando rápidamente sus labios, demasiado rápidamente

Bárbara camino sintiendo los ojos de Julieta sobre ella, adoraba la sensación de ser vista por sus ojos, después de tantos años seguía sintiéndose deseada y nada entre ellas había cambiado, absolutamente nada.

- Les sirves helado después del baño, Isidora vendrá por ellos en media hora –dijo Julieta antes de que Bárbara saliera del cuarto –crees que puedas venir a bañarme a mi después de tus hijos –dijo Julieta sonriendo

- Creo que el baño de los niños será solo de diez minutos –dijo Bárbara sonriendo.


Había salido de su cuarto y retrocedió en sus pasos, Julieta parecía estar esperándola con su enorme sonrisa, Bárbara la abrazó con todas sus fuerzas para no demorar en besarla, dulce, suave, húmedo y una vez más Julieta se sintió besada por primera vez.

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