Anabrielle 1


 El día en que Anahí Gonzales conoció a Abrielle Domínguez fue el mismo día en que la odió con todas sus fuerzas, “Odio” era la palabra más fuerte que conocía, no encontró otra más grande que definiera mejor lo que sentía por ella.

Abrielle Domínguez no era una joven común, con veinticinco años sobre ella, podía tener el mundo a sus pies, tal vez era su cabello anaranjado o las pecas que adornaban su rostro, muchos podían decir que eran sus largas piernas o sus rasgos filipinos imposibles de ocultar heredados de su madre, lo cierto es que nadie pasaba por su lado y no se devolvía a verla, pero por sobre todo nadie era capaz de decirle No a Abrielle, excepto Anahí Gonzales, fue la primera persona en decirle que no y digo persona, porque no había hombre o mujer que se le resistiera, a excepción de Anahí Gonzales, nuevamente.

Anahí Gonzales era una joven común, de común procedencia, de padres humilde y esforzados, ella misma lo era, después de todo había estudiado día y noche para poder terminar la carrera de Ingeniería Comercial, un mundo dominado por hombres, pero eso para ella no era un impedimento, ni antes, ni ahora. Pensar que saliendo de la carrera tendría el mundo laboral a sus pies era una utopía, pero Anahí tenía sueños más pequeños y lo que sus padres le habían heredado le sobraba para cumplirlos.

Cuando se vio sola en el mundo Anahí pensó en correr, en escapar de la sociedad que la rodeaba y nunca más regresar, pero sus padres no hubiesen querido eso, entonces hizo realidad uno de sus sueños, jamás pensó que su padre había ahorrado durante toda su vida aquella increíble cantidad de dinero, ni que vivir con lo necesario durante toda su vida le serviría en la actualidad, pero Anahí hubiese cambiado todo su dinero por tener a sus padres de vuelta, incluso cuando aquello era solo un sueño más.

Abrielle había pagado sola sus estudios, la forma en que había conseguido aquel dinero no era algo que muchos supieran, ni siquiera pocos, pero lo había hecho, si sus padres hubiesen sabido la verdad desde un principio probablemente le hubiesen dejado de hablar mucho antes, pero se enteraron cuando Abrielle ya tenía un trabajo decente, un sueldo y un departamento, no importo cuanto pidiese perdón, no la escucharon y aquello volvió su helado corazón un poco más de piedra.

Capítulo 1: RE-conociendo.


La vida era dura incluso cuando se tenía amigos, Anahí tenía muchos conocidos, pero amigos tenía solo uno, lo había conocido en su universidad, incluso cuando no estudiaban la misma carrera, resulto ser que de su primera relación fue ella quien se quedó con el mejor amigo. El mismo que hoy inauguraba a su lado su primer local nocturno, no era algo de élite, pero tampoco era lo peor, Anahí se enorgullecía de tener dos niveles, dos ambientes, ambos con enormes pantallas dirigidas por sus Vj’s, la gente había hecho fila para entrar y a la media noche el lugar estaba repleto. Anahí no podía sentirse menos que feliz.

Abrielle Domínguez  entró al lugar casi arrastrada por dos de sus amigas, era un club nuevo sin embargo las caras que veía alrededor eran conocidas, con más de alguna había tenido una noche de locura, con más de una en una misma noche incluso cuando vio dos melenas negras en la barra sonrió con el recuerdo. No había novedad en lo que había a su alrededor, las mujeres la miraban con lujuria y los hombres también, incluso cuando había salido de casa lo menos producida posible, ya se había cansado de aquella atención, Abrielle estaba creciendo.

- Esto está lleno –dijo Maximiliano Robles con dos copas de Champaña en su mano

- Y pensar que está mañana tenía miedo de que nadie viniera –dijo Anahí recibiendo su copa

- Hueona esto está súper prendido

- Creo que me siento feliz Max –confesó Anahí y un segundo después se abrazó a su mejor amigo.

En el segundo nivel la música era completamente electrónica, podían sentirse los saltos de la gente desde el primero, en donde se encontraba Abrielle con una copa en su mano, nunca se había comprado un trago en su vida, siempre se los habían regalado y esta no era la excepción; un tema bailo con el hombre que le compro el primer trago de la noche y dos con la mujer que le compro el segundo, sin embargo hoy no era un día de alegría para Abrielle Domínguez y lo único que quería era irse a casa, hasta que su mirada se perdió en una baranda del segundo piso y un rostro llamo su atención.

- A ella no la había visto nunca –dijo Abrielle al oído de Rocío, su amiga

- Yo tampoco, primera vez que la veo

- Acompáñame arriba

- No hueona aquí lo estoy pasando bien

- No quiero ir sola

- Después me dejas sola a mi Abrielle –dijo su amiga recordando otras ocasiones.

- Ya, está bien –regaño la pecosa colorina y antes de caminar rumbo a la escalera se bebió el ultimo sorbo del tercer vaso de la noche.

Cuando Abrielle Domínguez estuvo en el segundo nivel su mirada de inmediato se fijó en la mujer que hace unos minutos había visto, había un hombre a su lado pero no parecía ser más que un amigo, al menos eso esperaba ella. No era común que fuese ella quien se acercase a las personas, lo común hubiese sido todo lo contrario, pero esta vez hubo algo que la cautivo de una extraña manera, tal vez fue su cabello claro o su corta altura y mientras más se acercaba más se cautivaba, está vez eran sus piernas perfectas y su marcada silueta, ya había visto su rostro, pero no fue hasta que estuvo frente a la mujer que algo en ella hizo un “clic”, No. Abrielle nunca había creído en el amor a primera vista, pero está no era una primera vista.

- Hola –dijo Abrielle acercándose a su oído. Su figura enloquecía a cualquiera, pero Anahí tardo dos segundo en reconocer su rostro y aunque había cambiado seguía viendo a la misma persona – ¿Quieres bailar?

Anahí levanto una de sus cejas y vio una mirada distinta en sus ojos, por supuesto no había sido reconocida.

- No, pero gracias –dijo Anahí ante la mirada sorprendida de su mejor amigo y el desconcierto de la mujer que estaba enfrente

- ¿De verdad?

- Tanto te sorprende que alguien te diga que no

- No sé si es sorpresa, intriga quizás, de verdad quería bailar contigo –dijo sonriendo casi aceptando una derrota

Anahí no quiso escuchar más tomo su cajetilla y camino hasta el patio de fumadores, tal vez no noto que Abrielle la seguía o tal vez sí y continuo caminando de todas formas, incluso cuando sabía que Max se había quedado en el mismo lugar que había estado con ella hacia unos segundos.

- Cuéntame, ¿Cuántas personas te han dicho que no? –preguntó al prender el cigarro y tener su presencia en frente

- No llevo la cuenta

- ¿Qué te hace pensar que podría interesarme bailar contigo?

- Eres hetero –dijo Abrielle intentando comprender, asintiendo con su cabeza

- No he dicho eso

- Baila conmigo –volvió a decir Abrielle ahora más cautivada que antes

- De verdad no sabes quién soy –dijo Anahí botando el humo que había poseído sus pulmones. Anahí recorrió su rostro e intento hacer memoria, pero por más que lo hiciera no recordaba, no se había acostado nunca no ella, aquello lo hubiese recordado, nunca olvidaba un rostro, pero por más que la miraba no tenía idea a quien tenía en frente.

- Estoy segura que te acabo de conocer

- No. –Dijo Anahí – Anahí Gonzales –dijo estirando su mano –podría decir que es un gusto volver a verte, pero tú y yo sabemos que eso no es así.

No paso mucho tiempo de tener su mano tomada cuando Abrielle recordó a quien tenía en frente, un mal recuerdo paso por su mente y Anahí de pronto llevaba unos enormes lentes, quince kilos de más en su cuerpo y tantos granos en su rostro que le parecía increíble como hoy nada había de eso en ella, volvió a verla y por primera vez en su vida sintió vergüenza de ella y de quien era, sintió vergüenza de un comportamiento infantil, después de todo era una niña cuando hizo que todo el mundo en su colegio olvidara que se llamaba Anahí y la llamara con el más detestable de los apodos. Abrielle bajo su mirada y Anahí pudo sentir el peso de la vergüenza sobre ella.

- Perdón –dijo Abrielle

- ¿Por no reconocerme o por todos esos años en que me hiciste sentir miserable?

- Ambos –dijo Abrielle –no era una buena persona en ese entonces

- ¿Y por qué debería creer que ahora si lo eres?

- No deberías, si yo hubiese estado en tu lugar mínimo me hubiese golpeado en cuanto te hable

- Se me cruzó por la mente –dijo Anahí y ella misma se sorprendió de la sonrisa que se había posado en sus labios

- No te lo hubiese podido reprochar, de todas formas hubiese sido un gusto volver a verte – dijo Abrielle y algo en Anahí hizo un pequeño “clic”

Abrielle Domínguez sonrió ampliamente y aquella era su despedida, no tenía nada más que decir, ni tampoco podía seguir disculpándose por alguien que ya no era, aunque hubiese deseado no sentirse odiada, sabía que lo era, cientos de veces Anahí se lo había gritado en los pasillos de su antiguo colegio y Abrielle se preguntó cuántas personas más había en el mundo que la odiaban, al menos de Anahí y sus padres estaba segura.

- Qué. Fue. Eso. –dijo Maximiliano acercándose a ella cuando la pelirroja pasaba por su lado

- Una vieja historia –dijo Anahí

- Y no está contigo ahora por…

- Por qué la vieja historia no es muy grata –dijo Anahí prendiendo un nuevo cigarro –debería odiarla, no sé porque siento que la vida ya se las cobro todas.

Abrielle se marchó a su departamento inmediatamente después de que terminase de hablar con Anahí, ni siquiera buscó a sus amigas, solo quería marcharse, la sensación de nauseas con ella misma la gobernó por completo, ella misma se tenía asco y no porque se tratara de Anahí, llevaba años luchando con sus demonios internos y enfrentarlos en la realidad no le ayudaba, solo le hacía traer más recuerdos a su mente, recuerdos de cuando era solo una niña y de cuando no lo era tanto.

La mañana tenía un aroma diferente, el olor a tabaco que se había estancado en su pelo no fue superior al de la victoria; la noche anterior había sido un completo éxito, tanto que probablemente tendría que comprar mercadería antes de lo presupuestado, al menos necesitaba un mes para poder hacer un estudio y saber exactamente cuánto necesitaba, y con cuanta frecuencia, pero claramente aquello era lo de menos, la primera noche había sido exitosa y aquello era lo único que necesitaba para hacer de club uno de los mejores de la zona.

Anahí se levantó detestando el aroma que había en su ropa, amaba fumar, pero odiaba las consecuencias de los cigarrillos, probablemente iba a dejarlos, solo que no sabía cuándo. Abrió las ventanas de su cuarto y del resto del departamento, había ciertas ventajas cuando se vivía sola, andar semidesnuda era una de ellas. Cuando llego a su baño y lleno la tina para darse un baño, no pensó que diez minutos más tarde, estando sumergida en el agua y con espuma a su alrededor, su rostro vendría a sus recuerdos, tampoco pensó que el rostro sería el actual y no el de cuando era tan solo una niña, aquello no solo la hizo abrir sus ojos de golpe y sentarse en la tina, sino también cuestionarse el porqué de la imagen. Si tan solo hubiese sido solo una imagen, había algo más en su recuerdo y ella lo sabía.

La puerta sonó cinco veces de una manera tan molesta que Abrielle quiso golpear a quien tocaba mucho antes de ver quien era, pero ni siquiera se esforzó en levantarse de su cama, definitivamente aquel no era un buen día, probablemente no sería una buena semana y lo peor era que tenía un solo día más de descaño y luego de vuelta a la rutina laboral, Abrielle estaba cansada de trabajar en un lugar donde solo era valorada por su aspecto físico, quería que la valoraran por su inteligencia, sin embargo cada vez que quería abrir la boca alguien se la cerraba, mucho antes de que pudiese dar su opinión, en cualquier momento iba a renunciar, como si eso fuese posible.

- ¡Abrielle soy yo! –grito Rocío Bustos desde la puerta, debió captar el mensaje cuando no abrió la puerta la primera vez, sin embargo seguía insistiendo.

- No grites por favor –dijo Abrielle cuando al fin dejo la puerta abierta permitiendo el paso de la mujer

- Te morí la noche que tuve

- Ro, de verdad hoy no tengo ganas de nada

- ¿Qué te paso?

- Nada, simplemente no quiero hablar

- Eso quiero decir que hoy no vas a salir

- No, no tengo ánimo, lo único que quiero es descansar.

- Te estas volviendo una vieja amiga

- Ya lo sé.

Abrielle se sentó en su sofá y espero que pasara el día, su cabeza tenía tantos pensamientos que se agotó del ocio, el tiempo libre le hacía pensar y hoy precisamente quería escapar de sus pensamientos, se puso la ropa más deportiva que tenía y salió a la calle, lentes de sol obscuros cubrían su rostro y una pequeña liga recogía su cabello, hacía tiempo que no salía sin maquillaje a la calle y aquello no le importo, no quería salir para que las miradas se pegaran a ella, quería salir a respirar, a dejarse llevar por el viento y el paisaje a su alrededor, quería vivir un día sin ser ella.

Anahí salió de la tina y dejó su cabello aun mojado suelto en su espalda, si había algo que amaba era su cabello mojado, su madre siempre le gritaba “¡Anahí sécate ese pelo!”, el recuerdo le trajo una sonrisa a su rostro y la nostalgia hizo que sintiera una opresión en el pecho, solo por el recuerdo seco su pelo y se vistió. La sola idea de comer en casa le causaba fatiga, no quería cocinar, ni lavar las cosas que ensuciaría después de comer y hacía tanto tiempo desde la última vez que había salido a comer sola que no tardo en estar en la calle y en dirección al primer local de comida étnica que encontrara, después de caminar un poco se decidió por uno de comida hindú que no hacía mucho había visitado, cinco minutos más tarde ante ella había demasiada comida para uno.

- Hola, primera vez que vengo a este lugar, que me recomiendas –dijo Abrielle a la morena que la estaba atendiendo

- El Pollo Tikka Masala, siempre es lo mejor cuando se come por primera vez

- Entonces sírveme eso

- ¿Algo para beber?

- Vino blanco por favor –dijo Abrielle y la muchacha se marchó.

No bastó mucho tiempo para que Abrielle diera un vistazo al lugar, a la variedad de colores y aromas que sin probar la comida hicieron de ese su lugar preferido, por eso deseo con todas sus fuerzas que la comida le gustase, no quería dejar de ir ahí de ahora en adelante y antes de que la comida llegara a su mesa, sus ojos se sintieron atraídos por cierta cabellera negra, si aquella hubiese sido una broma del destino era la peor de todas, sobre todo cuando Anahí la miró de vuelta, Abrielle hubiese caminado hasta ella, ambas estaban solas y pudieron haber compartido una comida, pero la idea de nuevamente ser rechazada la aterro por un momento, quien lo iba a decir Abrielle Domínguez tenía miedo del rechazo por primera vez en su vida.

Dos segundos pasaron antes de que Anahí recapacitara, pero ya era tarde, su mano había saludado a la mujer que se veía tan distinta de la noche anterior, tanto que por un momento Anahí pensó que era humana y un pensamiento más paso por su cabeza “Dios, eres hermosa”, y aquello fue suficiente para que se sonrojara, por alguna razón sintió la necesidad de llamarla a su mesa, el gesto que acompaño a su sonrisa tomo por sorpresa a Abrielle y antes de que le sirvieran, pidió que trasladar su plato a la mesa de Anahí, la idea mientras camino a su mesa, le pareció surreal.

- Hola –dijo Abrielle cuando estuvo frente a ella

- Hola –respondió Anahí con una sonrisa y el acto llevo la sangre a las mejillas de Abrielle, “Sí, es humana”, pensó la morena.

- ¿Segura que no te incomodo? – preguntó Abrielle

- No, incluso creo que quiero compartir, esto es demasiado para mí después de todo

- ¿Primera vez que vienes por acá?

- No, creo que es uno de mis preferidos ¿y tú?

- Primera vez, aun no pruebo la comida y ya me gusta – contesto Abrielle antes de tomar su copa de vino

Parecía increíble que hubiesen conversado cientos de cosas banales durante toda la comida, como si de pronto hubiesen sido amigas de toda la vida, Anahí se preguntó si era algo de Abrielle, pero nunca se había sentido tan cómoda conversando con alguien, ni siquiera cuando se sentía tan intimidada, mientras Abrielle sentía una necesidad absurda de que no terminaran de comer, quería seguir hablando con ella, su sonrisa, su mirada, incluso el tono de su voz le fascinaba, pero nada era eterno y antes que se dieran cuenta ambas estaban fuera, buscando la forma menos incomoda de despedirse.

- Si te soy sincera, jamás en mi vida pensé que iba a disfrutar una comida con Abrielle Domínguez

- Lo dices como si fuese o alguien muy admirable o muy detestable –dijo Abrielle, no con rabia, sino con vergüenza en sus palabras.

- Ni lo uno, ni lo otro, intimidante podría ser una forma de llamarlo.

- ¿Tienes algo que hacer ahora? –dijo Abrielle perdiéndose en la forma que Anahí le había hablado

- Depende de a donde me quieres invitar – respondió la morena y sin querer se sorprendió de la osadía de sus palabras

- Te parece ir a tomar un helado, así aprovecho para disculparme por todos esos años

- Me parece –respondió Anahí. Simplemente camino a su lado, no se detuvo a contestar las palabras de la pecosa que estaba a su lado, había pasado mucho tiempo, ya no había mucho que perdonar.

Cuando entraron a la heladería Anahí noto que no había puestos para sentarse, nunca había estado en el lugar y Abrielle lo noto cuando la vio buscando a su alrededor

- Dime tres sabores –dijo Abrielle, Anahí la miró dubitativa –confía en mí, ¿Eres alérgica al plátano?

- No

- Entonces dime tres sabores

- Chocolate, Plátano y Vainilla

- Listo –Abrielle se acercó hasta una vitrina y pidió algo que Anahí no escucho – Vamos –dijo tomando su mano impulsivamente, Anahí se avanzó con su mirada puesta en el final de su mano, casi corriendo en una escalera que parecía no terminar, cuando llegó hasta una puerta Abrielle soltó su mano y Anahí deseo que la escalera hubiese sido eterna, pero sacudió su cabeza sin saber de dónde venían esos repentinos deseos.

Cuando la puerta se abrió Anahí supo que estaban en el techo del edificio, barandas rodeaban el cuadrado lugar y cerca de diez personas disfrutaban de un helado a la luz del sol, Anahí se preguntó porque nunca había oído de aquel lugar

- Esto es casi secreto –dijo Abrielle llevándola hasta una mesa, disfrutando la mirada de sorpresa en los ojos claros de Anahí – ¿No le temes a las alturas cierto? –preguntó casi con temor

-  Si te digo que cuando estoy en altura me dan ganas de lanzarme ¿Temerías?

- No –contestó Abrielle sonriendo y Anahí se sentó frente a ella.

- ¿Qué tan secreto es este lugar?

- Bastante, la gente solo pasa por la tienda compra un helado y se va, este sector lo llamamos vip, somos pocos los que lo conocemos y no a todos los dejan subir

- ¿Y tú qué hiciste para que te dejaran subir?

- Soborne al dueño –dijo Abrielle perdiendo su vista en la persona que traía su helado

- Tres cerezas –dijo la joven dándole un abrazo a Abrielle

- Gracias cariño –respondió ella recibiendo las servilletas que traía en la otra mano

- Que no te mienta ¡eh! –Dijo la joven mirando a Anahí –No me tuvo que sobornar –agregó con un guiño y luego se marcho

- Supongo que esa es tu frase

- Algo así, siempre me creen –dijo sonriendo

- ¿Ella es la dueña?

- Si, es mi prima, sus papás eran los dueños y como se cansaron de trabajar le dejaron el lugar, básicamente me crie aquí arriba comiendo helado

- ¿Y estás personas? – preguntó Anahí notando quienes estaban a su alrededor

- Conocidos, amigos de mi prima, en realidad siempre son las mismas caras, tú vendrías siendo la novedad hoy

Anahí sonrió mientras se comía todo el chocolate del Banana Split que tenía en frente, ambas comían del mismo plato y Abrielle noto que aquel era su sabor preferido, ni siquiera toco la vainilla

- ¿Será que me odias un poco menos por lo horrible que alguna vez fui? –preguntó Abrielle bajando su cuchara y mirándola a los ojos, Anahí en ese preciso momento se sintió perdida y un “No puede ser” se cruzó por sus pensamientos.

- No te odio

- Me odiaste en algún momento y no te culpo, creo que yo soy quien más odia esa parte de mí

- Los niños son crueles, creo que ha pasado demasiado tiempo para seguir con rencores

- ¿Diez Años? –preguntó Abrielle

- Una década es suficiente para dejar de odiar

- Anoche no pensabas igual que ahora

- Anoche no vi esta parte de ti –confesó Anahí

- ¿Qué parte es esa?

- La humana – respondió Anahí y por primera vez en años, Abrielle se sintió como algo más que solo un aspecto físico.

El helado había acabado y Abrielle seguía riendo con las palabras de la morena, por un momento tomo en cuenta el hecho que hacía años que sonreía tan sincera, sin miedo a que su risa sonara demasiado fuerte o de abrir demasiado la boca en una carcajada y Anahí se sintió cautivada con su forma de reír tan explosiva, a esa altura todo de ella le cautivaba.

- Creo que es hora de que vuelva a casa –dijo Anahí mirando su reloj

- Lo he pasado muy bien hoy –confesó Abrielle poniéndose de pie con ella mientras caminaban a la puerta

- Quizás podamos volver a hacerlo –agregó Anahí

- Me encantaría –dijo Abrielle sin pensarlo y ambas sintieron el calor en sus mejillas.

Ya estaban abajo cuando ambas se despidieron, Anahí sintió la necesidad de inclinarse a un abrazo y Abrielle sintió por primera vez el perfume en su cuello, intento que no se notara la forma en que había absorbido su aroma, pero Anahí noto incluso como se reprimía. Cuando ya se habían despedido ambas caminaron hacia la misma dirección, solo un paso habían dado y ambas rieron

- ¿Hacia dónde vives? –preguntó Anahí sin poder borrar sus sonrisa

- Diez cuadras hacia arriba, en la cuarta avenida –dijo Abrielle y Anahí acudió su cabeza

- Yo en la calle que viene –completo Anahí y ambas caminaron, de haber ido solas probablemente hubiesen llegado en menos de quince minutos a su departamento, in embargo no iban solas y la caminata se hizo más lenta que nunca.

- ¿Qué haces, a que te dedicas? –preguntó Anahí

- Soy periodista, trabajo en un diario local, pero no me preguntes cual porque mis columnas son un asco

- ¿Porqué?

- Porque hay tanto de lo que quisiera escribir, sin embargo solo me dejan hablar sobre vegetales y comida sana, de vez en cuando he podido hacer una entrevista y ha sido sobre los beneficios de la zanahoria en la piel.

- Lo siento –dijo Anahí –quizás debas buscar trabajo en un lugar que escribas lo que te gusta

- En cuanto tenga algo ahorrado lo haré –respondió Abrielle sonriendo

- ¿Entonces te veré está noche?

- ¿Está noche?

- Si dices en la puerta que yo te invite no tienes que pagar la entrada –dijo Anahí deseando que aceptara

- ¿En el club? –preguntó Abrielle mirándola con una ceja arriba

- Si, pensé que sabías que era la dueña –dijo Anahí

- ¿Por qué tendría que saber eso?

- No sé, casi todos lo saben

- Déjame decirte que me encanto el club, claro que la primera noche me sentí algo intimidada por la dueña –completó sonriendo

- Mentirosa –dijo Anahí imitando su sonrisa –yo soy lo menos intimidante que pueda haber

- Es que no te viste anoche, me lo merecía en todo caso

- Sí, creo que te lo merecías –bromeo Anahí intentando la seriedad en su mirada, pero fracasando de inmediato, había algo en la mujer que caminaba a su lado que le impedía no tener sus labios en una curva.

- ¡Oye! No tengo tu numero –dijo Abrielle sacando su celular del pantalón y entregándoselo a Anahí –ingrésalo –ordenó

- Y si no quiero que tengas mi número

- Entonces como te voy a llamar para invitarte a salir otro día –coqueteó Abrielle, el rubor en las mejillas de Anahí ya se estaba volviendo una costumbre.

Anahí tomo el celular e ingreso su número, escribió “Anahí Gonzales”, pero luego lo borró, no quería la formalidad con ella, tanto que tampoco escribió “Anahí”, en cambio puso “Nai”, sus más íntimos amigos la llamaron así alguna vez, Maximiliano la llama de ese modo cuando quiere cariño y ella quería esa intimidad con Abrielle, quizás más allá de tenerla como amiga, aunque fuese pronto para desearlo.

- ¿Nai? –Preguntó Abrielle sin esperar una respuesta –Me gusta –completo. Ambas siguieron caminando, dos minutos después el celular de Anahí vibraba silente en su corto pantalón, “Hola”, decía en un mensaje simple y más abajo firmaba un monosílabo “Bri”, Anahí miró a su lado y Abrielle le sonreía juguetonamente, sin esperar demasiado, Anahí se preguntó qué era aquello que sentía en su interior, pero no se detuvo a responderse.

- Aquí es –dijo Abrielle deteniéndose frente al edificio de cinco pisos

- Dime que vives en el quinto –dijo Anahí sin pensar en lo que decía

- ¿Por qué? –pregunto Abrielle y pudo notar la vergüenza en los ojos de Anahí

- Tengo un fetiche por los últimos pisos de los edificios – Abrielle soltó una carcajada y luego la abrazó fuertemente

- Me agradas Nai –dijo con naturalidad en sus labios y la morena solo pudo sonreír.

- Tú también me agradas –agregó Anahí y el abrazo al contrario de lo que ambas querían, llego a su fin.

Anahí hubiese preferido no despedirse, hacía menos de un día podía decir que odiaba a la niña que alguna vez la atormentó en su infancia, ahora quería pasar con ella el mayor tiempo posible y la ansiedad por que llegará la noche y pudiese verla nuevamente, se apodero de ella en cuanto llego a su departamento con una sonrisa en sus labios imposible de borrar, no importaba cuanto forzara su rostro para tener sus labios en una posición normal, aquello era imposible, después de unos minutos se dio cuenta que su sonrisa no le hacía daño a nadie y nadie estaba cerca para molestarla por ella.

Cinco vestidos pasaron por su cuerpo, tres blue jeans y cuatro pantalones de tela, nada parecía propia para Abrielle en su espejo, de pronto sentía algo que hacía muchos años no vivía. Inseguridad. Aquello no podía ser posible, no para Abrielle Domínguez, pero después que su celular sonar intermitente por cinco segundos, Abrielle Domínguez ya no era la misma de siempre.

De Nai: ¿Vendrás?
A Nai: Adivina
De Nai: Da tu nombre en la puerta
Y pasas, ¿vienes con alguien?
A Nai: Sola.
De Nai: : )

Aquello era real, Abrielle cayó sobre su cama con su celular entre sus manos, se sentía una adolescente en plena revolución hormonal, descubriendo todo lo que se podía llegar a sentir, sin embargo Abrielle nunca había vivido eso, ni siquiera cuando estaba en el colegio, jamás tuvo ansiedad por ver a alguien, ni sintió una revolución en su estómago por recibir un simple mensaje de texto con dos puntos y un cierre de paréntesis, nunca, ni con alguien del sexo opuesto, ni del mismo sexo; es que Abrielle no había tenido una vida normal, cuando se vio fuera del liceo su vida cambio, se enfrentó a la vida real y no supo cómo actuar ante ella, creció incluso antes de que la obligaran, pero a Abrielle no le gustaba pensar en eso, menos en este momento, ahora en lo único que pensaba era en volver a ver a la pequeña morena de ojos claros y no faltaba mucho para al fin estar frente a ella. 

Nota: Pensamientos. Revisiones. Comentarios, por favor. Les gusto. No les gusto, eso :)

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