La vida era dura incluso cuando se tenía amigos,
Anahí tenía muchos conocidos, pero amigos tenía solo uno, lo había conocido en
su universidad, incluso cuando no estudiaban la misma carrera, resulto ser que
de su primera relación fue ella quien se quedó con el mejor amigo. El mismo que
hoy inauguraba a su lado su primer local nocturno, no era algo de élite, pero
tampoco era lo peor, Anahí se enorgullecía de tener dos niveles, dos ambientes, ambos con enormes pantallas dirigidas por sus Vj’s, la gente había hecho fila
para entrar y a la media noche el lugar estaba repleto. Anahí no podía sentirse
menos que feliz.
Abrielle Domínguez
entró al lugar casi arrastrada por dos de sus amigas, era un club nuevo
sin embargo las caras que veía alrededor eran conocidas, con más de alguna
había tenido una noche de locura, con más de una en una misma noche incluso
cuando vio dos melenas negras en la barra sonrió con el recuerdo. No había
novedad en lo que había a su alrededor, las mujeres la miraban con lujuria y
los hombres también, incluso cuando había salido de casa lo menos producida
posible, ya se había cansado de aquella atención, Abrielle estaba creciendo.
- Esto está lleno –dijo Maximiliano Robles con dos
copas de Champaña en su mano
- Y pensar que está mañana tenía miedo de que nadie
viniera –dijo Anahí recibiendo su copa
- Hueona esto está súper prendido
- Creo que me siento feliz Max –confesó Anahí y un
segundo después se abrazó a su mejor amigo.
En el segundo nivel la música era completamente
electrónica, podían sentirse los saltos de la gente desde el primero, en donde
se encontraba Abrielle con una copa en su mano, nunca se había comprado un
trago en su vida, siempre se los habían regalado y esta no era la excepción; un
tema bailo con el hombre que le compro el primer trago de la noche y dos con la
mujer que le compro el segundo, sin embargo hoy no era un día de alegría para
Abrielle Domínguez y lo único que quería era irse a casa, hasta que su mirada
se perdió en una baranda del segundo piso y un rostro llamo su atención.
- A ella no la había visto nunca –dijo Abrielle al
oído de Rocío, su amiga
- Yo tampoco, primera vez que la veo
- Acompáñame arriba
- No hueona aquí lo estoy pasando bien
- No quiero ir sola
- Después me dejas sola a mi Abrielle –dijo su
amiga recordando otras ocasiones.
- Ya, está bien –regaño la pecosa colorina y antes
de caminar rumbo a la escalera se bebió el ultimo sorbo del tercer vaso de la
noche.
Cuando Abrielle Domínguez estuvo en el segundo
nivel su mirada de inmediato se fijó en la mujer que hace unos minutos había
visto, había un hombre a su lado pero no parecía ser más que un amigo, al menos
eso esperaba ella. No era común que fuese ella quien se acercase a las
personas, lo común hubiese sido todo lo contrario, pero esta vez hubo algo que
la cautivo de una extraña manera, tal vez fue su cabello claro o su corta
altura y mientras más se acercaba más se cautivaba, está vez eran sus piernas
perfectas y su marcada silueta, ya había visto su rostro, pero no fue hasta que
estuvo frente a la mujer que algo en ella hizo un “clic”, No. Abrielle nunca
había creído en el amor a primera vista, pero está no era una primera vista.
- Hola –dijo Abrielle acercándose a su oído. Su
figura enloquecía a cualquiera, pero Anahí tardo dos segundo en reconocer su
rostro y aunque había cambiado seguía viendo a la misma persona – ¿Quieres
bailar?
Anahí levanto una de sus cejas y vio una mirada
distinta en sus ojos, por supuesto no había sido reconocida.
- No, pero gracias –dijo Anahí ante la mirada
sorprendida de su mejor amigo y el desconcierto de la mujer que estaba enfrente
- ¿De verdad?
- Tanto te sorprende que alguien te diga que no
- No sé si es sorpresa, intriga quizás, de verdad
quería bailar contigo –dijo sonriendo casi aceptando una derrota
Anahí no quiso escuchar más tomo su cajetilla y
camino hasta el patio de fumadores, tal vez no noto que Abrielle la seguía o
tal vez sí y continuo caminando de todas formas, incluso cuando sabía que Max
se había quedado en el mismo lugar que había estado con ella hacia unos
segundos.
- Cuéntame, ¿Cuántas personas te han dicho que no?
–preguntó al prender el cigarro y tener su presencia en frente
- No llevo la cuenta
- ¿Qué te hace pensar que podría interesarme bailar
contigo?
- Eres hetero –dijo Abrielle intentando comprender,
asintiendo con su cabeza
- No he dicho eso
- Baila conmigo –volvió a decir Abrielle ahora más
cautivada que antes
- De verdad no sabes quién soy –dijo Anahí botando
el humo que había poseído sus pulmones. Anahí recorrió su rostro e intento
hacer memoria, pero por más que lo hiciera no recordaba, no se había acostado
nunca no ella, aquello lo hubiese recordado, nunca olvidaba un rostro, pero por
más que la miraba no tenía idea a quien tenía en frente.
- Estoy segura que te acabo de conocer
- No. –Dijo Anahí – Anahí Gonzales –dijo estirando
su mano –podría decir que es un gusto volver a verte, pero tú y yo sabemos que
eso no es así.
No paso mucho tiempo de tener su mano tomada cuando
Abrielle recordó a quien tenía en frente, un mal recuerdo paso por su mente y
Anahí de pronto llevaba unos enormes lentes, quince kilos de más en su cuerpo y
tantos granos en su rostro que le parecía increíble como hoy nada había de eso
en ella, volvió a verla y por primera vez en su vida sintió vergüenza de ella y
de quien era, sintió vergüenza de un comportamiento infantil, después de todo
era una niña cuando hizo que todo el mundo en su colegio olvidara que se
llamaba Anahí y la llamara con el más detestable de los apodos. Abrielle bajo
su mirada y Anahí pudo sentir el peso de la vergüenza sobre ella.
- Perdón –dijo Abrielle
- ¿Por no reconocerme o por todos esos años en que
me hiciste sentir miserable?
- Ambos –dijo Abrielle –no era una buena persona en
ese entonces
- ¿Y por qué debería creer que ahora si lo eres?
- No deberías, si yo hubiese estado en tu lugar
mínimo me hubiese golpeado en cuanto te hable
- Se me cruzó por la mente –dijo Anahí y ella misma
se sorprendió de la sonrisa que se había posado en sus labios
- No te lo hubiese podido reprochar, de todas
formas hubiese sido un gusto volver a verte – dijo Abrielle y algo en Anahí
hizo un pequeño “clic”
Abrielle Domínguez sonrió ampliamente y aquella era
su despedida, no tenía nada más que decir, ni tampoco podía seguir
disculpándose por alguien que ya no era, aunque hubiese deseado no sentirse
odiada, sabía que lo era, cientos de veces Anahí se lo había gritado en los
pasillos de su antiguo colegio y Abrielle se preguntó cuántas personas más
había en el mundo que la odiaban, al menos de Anahí y sus padres estaba segura.
- Qué. Fue. Eso. –dijo Maximiliano acercándose a
ella cuando la pelirroja pasaba por su lado
- Una vieja historia –dijo Anahí
- Y no está contigo ahora por…
- Por qué la vieja historia no es muy grata –dijo
Anahí prendiendo un nuevo cigarro –debería odiarla, no sé porque siento que la
vida ya se las cobro todas.
Abrielle se marchó a su departamento inmediatamente
después de que terminase de hablar con Anahí, ni siquiera buscó a sus amigas,
solo quería marcharse, la sensación de nauseas con ella misma la gobernó por
completo, ella misma se tenía asco y no porque se tratara de Anahí, llevaba
años luchando con sus demonios internos y enfrentarlos en la realidad no le
ayudaba, solo le hacía traer más recuerdos a su mente, recuerdos de cuando era
solo una niña y de cuando no lo era tanto.
La mañana tenía un aroma diferente, el olor a
tabaco que se había estancado en su pelo no fue superior al de la victoria; la
noche anterior había sido un completo éxito, tanto que probablemente tendría
que comprar mercadería antes de lo presupuestado, al menos necesitaba un mes
para poder hacer un estudio y saber exactamente cuánto necesitaba, y con cuanta
frecuencia, pero claramente aquello era lo de menos, la primera noche había
sido exitosa y aquello era lo único que necesitaba para hacer de club uno de
los mejores de la zona.
Anahí se levantó detestando el aroma que había en
su ropa, amaba fumar, pero odiaba las consecuencias de los cigarrillos, probablemente
iba a dejarlos, solo que no sabía cuándo. Abrió las ventanas de su cuarto y del
resto del departamento, había ciertas ventajas cuando se vivía sola, andar
semidesnuda era una de ellas. Cuando llego a su baño y lleno la tina para darse
un baño, no pensó que diez minutos más tarde, estando sumergida en el agua y
con espuma a su alrededor, su rostro vendría a sus recuerdos, tampoco pensó que
el rostro sería el actual y no el de cuando era tan solo una niña, aquello no
solo la hizo abrir sus ojos de golpe y sentarse en la tina, sino también
cuestionarse el porqué de la imagen. Si tan solo hubiese sido solo una imagen,
había algo más en su recuerdo y ella lo sabía.
La puerta sonó cinco veces de una manera tan
molesta que Abrielle quiso golpear a quien tocaba mucho antes de ver quien era,
pero ni siquiera se esforzó en levantarse de su cama, definitivamente aquel no
era un buen día, probablemente no sería una buena semana y lo peor era que
tenía un solo día más de descaño y luego de vuelta a la rutina laboral,
Abrielle estaba cansada de trabajar en un lugar donde solo era valorada por su
aspecto físico, quería que la valoraran por su inteligencia, sin embargo cada
vez que quería abrir la boca alguien se la cerraba, mucho antes de que pudiese
dar su opinión, en cualquier momento iba a renunciar, como si eso fuese
posible.
- ¡Abrielle soy yo! –grito Rocío Bustos desde la
puerta, debió captar el mensaje cuando no abrió la puerta la primera vez, sin
embargo seguía insistiendo.
- No grites por favor –dijo Abrielle cuando al fin
dejo la puerta abierta permitiendo el paso de la mujer
- Te morí la noche que tuve
- Ro, de verdad hoy no tengo ganas de nada
- ¿Qué te paso?
- Nada, simplemente no quiero hablar
- Eso quiero decir que hoy no vas a salir
- No, no tengo ánimo, lo único que quiero es
descansar.
- Te estas volviendo una vieja amiga
- Ya lo sé.
Abrielle se sentó en su sofá y espero que pasara el
día, su cabeza tenía tantos pensamientos que se agotó del ocio, el tiempo libre
le hacía pensar y hoy precisamente quería escapar de sus pensamientos, se puso
la ropa más deportiva que tenía y salió a la calle, lentes de sol obscuros
cubrían su rostro y una pequeña liga recogía su cabello, hacía tiempo que no
salía sin maquillaje a la calle y aquello no le importo, no quería salir para
que las miradas se pegaran a ella, quería salir a respirar, a dejarse llevar
por el viento y el paisaje a su alrededor, quería vivir un día sin ser ella.
Anahí salió de la tina y dejó su cabello aun mojado
suelto en su espalda, si había algo que amaba era su cabello mojado, su madre
siempre le gritaba “¡Anahí sécate ese pelo!”, el recuerdo le trajo una sonrisa
a su rostro y la nostalgia hizo que sintiera una opresión en el pecho, solo por
el recuerdo seco su pelo y se vistió. La sola idea de comer en casa le causaba
fatiga, no quería cocinar, ni lavar las cosas que ensuciaría después de comer y
hacía tanto tiempo desde la última vez que había salido a comer sola que no
tardo en estar en la calle y en dirección al primer local de comida étnica que
encontrara, después de caminar un poco se decidió por uno de comida hindú que
no hacía mucho había visitado, cinco minutos más tarde ante ella había
demasiada comida para uno.
- Hola, primera vez que vengo a este lugar, que me
recomiendas –dijo Abrielle a la morena que la estaba atendiendo
- El Pollo Tikka Masala, siempre es lo mejor cuando
se come por primera vez
- Entonces sírveme eso
- ¿Algo para beber?
- Vino blanco por favor –dijo Abrielle y la
muchacha se marchó.
No bastó mucho tiempo para que Abrielle diera un
vistazo al lugar, a la variedad de colores y aromas que sin probar la comida
hicieron de ese su lugar preferido, por eso deseo con todas sus fuerzas que la
comida le gustase, no quería dejar de ir ahí de ahora en adelante y antes de
que la comida llegara a su mesa, sus ojos se sintieron atraídos por cierta
cabellera negra, si aquella hubiese sido una broma del destino era la peor de
todas, sobre todo cuando Anahí la miró de vuelta, Abrielle hubiese caminado
hasta ella, ambas estaban solas y pudieron haber compartido una comida, pero la
idea de nuevamente ser rechazada la aterro por un momento, quien lo iba a decir
Abrielle Domínguez tenía miedo del rechazo por primera vez en su vida.
Dos segundos pasaron antes de que Anahí
recapacitara, pero ya era tarde, su mano había saludado a la mujer que se veía
tan distinta de la noche anterior, tanto que por un momento Anahí pensó que era
humana y un pensamiento más paso por su cabeza “Dios, eres hermosa”, y aquello fue suficiente para que se
sonrojara, por alguna razón sintió la necesidad de llamarla a su mesa, el gesto
que acompaño a su sonrisa tomo por sorpresa a Abrielle y antes de que le
sirvieran, pidió que trasladar su plato a la mesa de Anahí, la idea mientras
camino a su mesa, le pareció surreal.
- Hola –dijo Abrielle cuando estuvo frente a ella
- Hola –respondió Anahí con una sonrisa y el acto
llevo la sangre a las mejillas de Abrielle, “Sí,
es humana”, pensó la morena.
- ¿Segura que no te incomodo? – preguntó Abrielle
- No, incluso creo que quiero compartir, esto es
demasiado para mí después de todo
- ¿Primera vez que vienes por acá?
- No, creo que es uno de mis preferidos ¿y tú?
- Primera vez, aun no pruebo la comida y ya me
gusta – contesto Abrielle antes de tomar su copa de vino
Parecía increíble que hubiesen conversado cientos
de cosas banales durante toda la comida, como si de pronto hubiesen sido amigas
de toda la vida, Anahí se preguntó si era algo de Abrielle, pero nunca se había
sentido tan cómoda conversando con alguien, ni siquiera cuando se sentía tan
intimidada, mientras Abrielle sentía una necesidad absurda de que no terminaran
de comer, quería seguir hablando con ella, su sonrisa, su mirada, incluso el
tono de su voz le fascinaba, pero nada era eterno y antes que se dieran cuenta
ambas estaban fuera, buscando la forma menos incomoda de despedirse.
- Si te soy sincera, jamás en mi vida pensé que iba
a disfrutar una comida con Abrielle Domínguez
- Lo dices como si fuese o alguien muy admirable o
muy detestable –dijo Abrielle, no con rabia, sino con vergüenza en sus
palabras.
- Ni lo uno, ni lo otro, intimidante podría ser una
forma de llamarlo.
- ¿Tienes algo que hacer ahora? –dijo Abrielle
perdiéndose en la forma que Anahí le había hablado
- Depende de a donde me quieres invitar – respondió
la morena y sin querer se sorprendió de la osadía de sus palabras
- Te parece ir a tomar un helado, así aprovecho
para disculparme por todos esos años
- Me parece –respondió Anahí. Simplemente camino a
su lado, no se detuvo a contestar las palabras de la pecosa que estaba a su
lado, había pasado mucho tiempo, ya no había mucho que perdonar.
Cuando entraron a la heladería Anahí noto que no
había puestos para sentarse, nunca había estado en el lugar y Abrielle lo noto
cuando la vio buscando a su alrededor
- Dime tres sabores –dijo Abrielle, Anahí la miró
dubitativa –confía en mí, ¿Eres alérgica al plátano?
- No
- Entonces dime tres sabores
- Chocolate, Plátano y Vainilla
- Listo –Abrielle se acercó hasta una vitrina y
pidió algo que Anahí no escucho – Vamos –dijo tomando su mano impulsivamente,
Anahí se avanzó con su mirada puesta en el final de su mano, casi corriendo en
una escalera que parecía no terminar, cuando llegó hasta una puerta Abrielle
soltó su mano y Anahí deseo que la escalera hubiese sido eterna, pero sacudió
su cabeza sin saber de dónde venían esos repentinos deseos.
Cuando la puerta se abrió Anahí supo que estaban en
el techo del edificio, barandas rodeaban el cuadrado lugar y cerca de diez
personas disfrutaban de un helado a la luz del sol, Anahí se preguntó porque
nunca había oído de aquel lugar
- Esto es casi secreto –dijo Abrielle llevándola
hasta una mesa, disfrutando la mirada de sorpresa en los ojos claros de Anahí –
¿No le temes a las alturas cierto? –preguntó casi con temor
- Si te digo
que cuando estoy en altura me dan ganas de lanzarme ¿Temerías?
- No –contestó Abrielle sonriendo y Anahí se sentó
frente a ella.
- ¿Qué tan secreto es este lugar?
- Bastante, la gente solo pasa por la tienda compra
un helado y se va, este sector lo llamamos vip, somos pocos los que lo
conocemos y no a todos los dejan subir
- ¿Y tú qué hiciste para que te dejaran subir?
- Soborne al dueño –dijo Abrielle perdiendo su
vista en la persona que traía su helado
- Tres cerezas –dijo la joven dándole un abrazo a
Abrielle
- Gracias cariño –respondió ella recibiendo las
servilletas que traía en la otra mano
- Que no te mienta ¡eh! –Dijo la joven mirando a
Anahí –No me tuvo que sobornar –agregó con un guiño y luego se marcho
- Supongo que esa es tu frase
- Algo así, siempre me creen –dijo sonriendo
- ¿Ella es la dueña?
- Si, es mi prima, sus papás eran los dueños y como
se cansaron de trabajar le dejaron el lugar, básicamente me crie aquí arriba
comiendo helado
- ¿Y estás personas? – preguntó Anahí notando
quienes estaban a su alrededor
- Conocidos, amigos de mi prima, en realidad
siempre son las mismas caras, tú vendrías siendo la novedad hoy
Anahí sonrió mientras se comía todo el chocolate
del Banana Split que tenía en frente, ambas comían del mismo plato y Abrielle
noto que aquel era su sabor preferido, ni siquiera toco la vainilla
- ¿Será que me odias un poco menos por lo horrible
que alguna vez fui? –preguntó Abrielle bajando su cuchara y mirándola a los
ojos, Anahí en ese preciso momento se sintió perdida y un “No puede ser” se cruzó por sus pensamientos.
- No te odio
- Me odiaste en algún momento y no te culpo, creo
que yo soy quien más odia esa parte de mí
- Los niños son crueles, creo que ha pasado
demasiado tiempo para seguir con rencores
- ¿Diez Años? –preguntó Abrielle
- Una década es suficiente para dejar de odiar
- Anoche no pensabas igual que ahora
- Anoche no vi esta parte de ti –confesó Anahí
- ¿Qué parte es esa?
- La humana – respondió Anahí y por primera vez en
años, Abrielle se sintió como algo más que solo un aspecto físico.
El helado había acabado y Abrielle seguía riendo
con las palabras de la morena, por un momento tomo en cuenta el hecho que hacía
años que sonreía tan sincera, sin miedo a que su risa sonara demasiado fuerte o
de abrir demasiado la boca en una carcajada y Anahí se sintió cautivada con su
forma de reír tan explosiva, a esa altura todo de ella le cautivaba.
- Creo que es hora de que vuelva a casa –dijo Anahí
mirando su reloj
- Lo he pasado muy bien hoy –confesó Abrielle
poniéndose de pie con ella mientras caminaban a la puerta
- Quizás podamos volver a hacerlo –agregó Anahí
- Me encantaría –dijo Abrielle sin pensarlo y ambas
sintieron el calor en sus mejillas.
Ya estaban abajo cuando ambas se despidieron, Anahí
sintió la necesidad de inclinarse a un abrazo y Abrielle sintió por primera vez
el perfume en su cuello, intento que no se notara la forma en que había
absorbido su aroma, pero Anahí noto incluso como se reprimía. Cuando ya se
habían despedido ambas caminaron hacia la misma dirección, solo un paso habían
dado y ambas rieron
- ¿Hacia dónde vives? –preguntó Anahí sin poder
borrar sus sonrisa
- Diez cuadras hacia arriba, en la cuarta avenida –dijo
Abrielle y Anahí acudió su cabeza
- Yo en la calle que viene –completo Anahí y ambas
caminaron, de haber ido solas probablemente hubiesen llegado en menos de quince
minutos a su departamento, in embargo no iban solas y la caminata se hizo más
lenta que nunca.
- ¿Qué haces, a que te dedicas? –preguntó Anahí
- Soy periodista, trabajo en un diario local, pero
no me preguntes cual porque mis columnas son un asco
- ¿Porqué?
- Porque hay tanto de lo que quisiera escribir, sin
embargo solo me dejan hablar sobre vegetales y comida sana, de vez en cuando he
podido hacer una entrevista y ha sido sobre los beneficios de la zanahoria en
la piel.
- Lo siento –dijo Anahí –quizás debas buscar
trabajo en un lugar que escribas lo que te gusta
- En cuanto tenga algo ahorrado lo haré –respondió
Abrielle sonriendo
- ¿Entonces te veré está noche?
- ¿Está noche?
- Si dices en la puerta que yo te invite no tienes
que pagar la entrada –dijo Anahí deseando que aceptara
- ¿En el club? –preguntó Abrielle mirándola con una
ceja arriba
- Si, pensé que sabías que era la dueña –dijo Anahí
- ¿Por qué tendría que saber eso?
- No sé, casi todos lo saben
- Déjame decirte que me encanto el club, claro que
la primera noche me sentí algo intimidada por la dueña –completó sonriendo
- Mentirosa –dijo Anahí imitando su sonrisa –yo soy
lo menos intimidante que pueda haber
- Es que no te viste anoche, me lo merecía en todo
caso
- Sí, creo que te lo merecías –bromeo Anahí
intentando la seriedad en su mirada, pero fracasando de inmediato, había algo
en la mujer que caminaba a su lado que le impedía no tener sus labios en una
curva.
- ¡Oye! No tengo tu numero –dijo Abrielle sacando
su celular del pantalón y entregándoselo a Anahí –ingrésalo –ordenó
- Y si no quiero que tengas mi número
- Entonces como te voy a llamar para invitarte a
salir otro día –coqueteó Abrielle, el rubor en las mejillas de Anahí ya se
estaba volviendo una costumbre.
Anahí tomo el celular e ingreso su número, escribió
“Anahí Gonzales”, pero luego lo borró, no quería la formalidad con ella, tanto
que tampoco escribió “Anahí”, en cambio puso “Nai”, sus más íntimos amigos la
llamaron así alguna vez, Maximiliano la llama de ese modo cuando quiere cariño y
ella quería esa intimidad con Abrielle, quizás más allá de tenerla como amiga,
aunque fuese pronto para desearlo.
- ¿Nai? –Preguntó Abrielle sin esperar una
respuesta –Me gusta –completo. Ambas siguieron caminando, dos minutos después
el celular de Anahí vibraba silente en su corto pantalón, “Hola”, decía en un
mensaje simple y más abajo firmaba un monosílabo “Bri”, Anahí miró a su lado y Abrielle
le sonreía juguetonamente, sin esperar demasiado, Anahí se preguntó qué era
aquello que sentía en su interior, pero no se detuvo a responderse.
- Aquí es –dijo Abrielle deteniéndose frente al
edificio de cinco pisos
- Dime que vives en el quinto –dijo Anahí sin
pensar en lo que decía
- ¿Por qué? –pregunto Abrielle y pudo notar la vergüenza
en los ojos de Anahí
- Tengo un fetiche por los últimos pisos de los
edificios – Abrielle soltó una carcajada y luego la abrazó fuertemente
- Me agradas Nai –dijo con naturalidad en sus labios
y la morena solo pudo sonreír.
- Tú también me agradas –agregó Anahí y el abrazo
al contrario de lo que ambas querían, llego a su fin.
Anahí hubiese preferido no despedirse, hacía menos
de un día podía decir que odiaba a la niña que alguna vez la atormentó en su
infancia, ahora quería pasar con ella el mayor tiempo posible y la ansiedad por
que llegará la noche y pudiese verla nuevamente, se apodero de ella en cuanto
llego a su departamento con una sonrisa en sus labios imposible de borrar, no
importaba cuanto forzara su rostro para tener sus labios en una posición
normal, aquello era imposible, después de unos minutos se dio cuenta que su
sonrisa no le hacía daño a nadie y nadie estaba cerca para molestarla por ella.
Cinco vestidos pasaron por su cuerpo, tres blue jeans
y cuatro pantalones de tela, nada parecía propia para Abrielle en su espejo, de
pronto sentía algo que hacía muchos años no vivía. Inseguridad. Aquello no
podía ser posible, no para Abrielle Domínguez, pero después que su celular
sonar intermitente por cinco segundos, Abrielle Domínguez ya no era la misma de
siempre.
De
Nai: ¿Vendrás?
A Nai:
Adivina
De
Nai: Da tu nombre en la puerta
Y pasas,
¿vienes con alguien?
A
Nai: Sola.
De
Nai: : )
Aquello era real, Abrielle cayó sobre su cama con
su celular entre sus manos, se sentía una adolescente en plena revolución hormonal,
descubriendo todo lo que se podía llegar a sentir, sin embargo Abrielle nunca
había vivido eso, ni siquiera cuando estaba en el colegio, jamás tuvo ansiedad
por ver a alguien, ni sintió una revolución en su estómago por recibir un
simple mensaje de texto con dos puntos y un cierre de paréntesis, nunca, ni con
alguien del sexo opuesto, ni del mismo sexo; es que Abrielle no había tenido
una vida normal, cuando se vio fuera del liceo su vida cambio, se enfrentó a la
vida real y no supo cómo actuar ante ella, creció incluso antes de que la
obligaran, pero a Abrielle no le gustaba pensar en eso, menos en este momento,
ahora en lo único que pensaba era en volver a ver a la pequeña morena de ojos
claros y no faltaba mucho para al fin estar frente a ella.
Nota: Pensamientos. Revisiones. Comentarios, por favor. Les gusto. No les gusto, eso :)
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