Segunda Piel 6

Bárbara intento dejar salir las palabras pero le era imposible, como describir los abusos, los retos, los gritos y los golpes, miraba a Julieta y no sabía por dónde empezar, sobre todo cuando no tenía idea cual era el principio.
 - Ni siquiera sé por dónde empezar… supongo por mi principio – dijo guardando silencio intentando encontrar las palabras que hacían falta –  a los dieciocho años supe mi nombre, al mismo tiempo que supe mi edad, aquel día supe el nombre de quienes me trajeron al mundo y en este momento quiero creer que llegar valió la pena, aunque antes ni siquiera lo pensaba. – se detuvo para sacudir su cabeza, las palabras que quería decir no salían por voluntad propia, tal vez ella no las quería dejar salir. – Prométeme algo Julieta – dijo poniéndose de pie y buscando su mirada, encontrándola silente - Prométeme que a pesar de lo que yo te diga no me miraras con lastima o pena, por favor.

Julieta no sabía que le estaba pidiendo, como podía prometer aquello si aún no decía nada, pero en ese momento era capaz de decir lo que ella quisiera solo para saber que la tenía así. – Lo prometo – dijo en susurro. Bárbara camino por el lugar decidida a hablar una vez más.

Las palabras comenzaron a salir al mismo tiempo que las lágrimas contenidas comenzaron a caer, Bárbara no sabía si era más difícil hablar de ello o recordar su pasado para poder hacerlo, pero cualquiera de las dos no importo, ella siguió hablando desde su principio, su nuevo comienzo era mucho más fácil para llegar al que le era desconocido, a no saber quiénes eran sus padres, a no tener idea de porque la habían dejado aunque la caja que tenía en su poder le dejaba creer que había sido querida, sus lagunas de conocimiento le impedían hablar de cómo había llegado al lugar donde creció, pero sus recuerdo de infancia estaban tan presentes en su memoria que los relato todos y cada uno de ellos.
Julieta oía atenta, tanto que pudo imaginarla escapando de los golpes, cubriendo sus oídos para no oír los gritos, soportando el frío, la noche o la lluvia y aquello la hacía sentir miserable, ella se quejaba de su vida controlada cuando su vida era perfecta comparada a la de Bárbara y mientras más la oía, más necesidad tenia de contenerla entre sus brazos, no quería solo llorar con ella, quería retroceder el tiempo y ser capaz de rescatarla, apartarla de los abusos, destruir a quien fue capaz de maltratarla tanto física como psicológicamente, Julieta quiso transformarse en ese momento, sin embargo se quedó ahí, en silencio y entre lágrimas, oyendo atentamente lo que Bárbara tenía que decir.

- Yo no sé de donde saque el valor para irme, no podía seguir ahí, un día más y probablemente ya no existiría… muchas veces lo pensé sabes, hubiese sido tan fácil tomar un cuchillo y simplemente dejarme caer, sacar el arma del cajón de su pieza y… tantas veces lo pensé – dijo sin poder si quiera decir las palabras, era la primera vez que le confiaba su historia a alguien, tenía la necesidad de hacerlo y ya no sabía si era para tenerla cerca o simplemente para que saliera corriendo del lugar y dejara de atormentarla con su simple presencia. –…La vida en la calle no es fácil, tampoco es difícil, es demasiado realista para ser una cosa o la otra y cuando no tienes nada donde cobijarte, cuando la única arma de defensa que tienes son tus propias manos o incluso tus dientes a veces… todo eso me hizo fuerte, cada día teniendo que buscar donde comer, cada noche soportando el frío y los demonios que andan sueltos hicieron crecer un poco más la barrera que en este momento no sé dónde se fue. – El silencio que siguió a sus palabras Julieta lo sintió en la piel, pudo ver su rostro mientras se perdía, un minuto, dos minutos, cinco minutos y su rostro no cambiaba, cuando pasaron diez Julieta se acercó a ella, movió su cuerpo y Bárbara no regresaba, no podía volver del recuerdo en que había caído, de las ganas de terminar a golpes con su vida, la necesidad de que fueran sus manos las que la dejaran sin aire, pero decidió dejarla así, viviendo con el recuerdo de que algún día ella tuvo el control, con el miedo de que ella algún día regresaría a cobrarle todas y cada una de las que le había hecho, se vio a si misma recorriendo el lugar una vez más hasta que su voz se interpuso en su recuerdo, pero no era su voz de ahora, era una voz más suave aun, de pronto pensó verla entre sus imágenes, difusamente se interpuso con otro cuerpo, cuando al fin iba a verla supo que era un recuerdo y el “¡Bárbara!” la trajo de vuelta de inmediato.

- ¿Estás bien? – dijo Julieta queriendo abrazarla. Bárbara se aferró a su cuerpo sabiendo lo que pasaría, deseando estar equivocada.

- ¿Me puedes prometer Julieta? – Preguntó aferrada a su cuerpo, susurrando con temor a su oído - Me puedes prometer que si te digo que sí, que si dejo caer todas mis barreras y apuesto todo a este “Amor” que hay en este abrazo, ¿tú me harás sufrir nuevamente un día?, porque yo ya estoy sufriendo al dejarte ir, pero en mi mundo si te dejo entrar y me dejas, me vas a matar, y todo lo que me ha costado en esta vida será un desperdicio. – Bárbara rogó en su cabeza que Julieta dijera justo las palabras que quería oír, no por lastima sino por valor, deseo que lo que Julieta sentía fuese tan real como para hacer aquella promesa aunque no fuera real, aunque un día si la hiciera sufrir, ya no le importaba nada, porque Julieta era todo por lo que un día no había luchado, todo en lo que ni siquiera soñaba, sin embargo estaba ahí, abrazada a ella esperando una respuesta.

- Lo siento – dijo Julieta separándose de ella – tu vida… yo… Bárbara lo siento – dijo sin decir nada a la vez – No soy quien para estar pidiendo que dejes ir tus sueños, quizás la Julieta que quería ser alguien más en tu vida no pueda prometer que no te hará daño, pero Julieta tu amiga si puede hacerlo, si tú lo quieres – dijo entre lágrimas, Julieta noto como sus ojos se apagaron, reconoció en ellos la decepción por primera vez y quiso retractarse de sus palabras, pero ya era tarde.

- No sientas nada por mi pasado, tú no tienes nada que ver en él – dijo poniéndose de pie y limpiando como pudo su rostro, su cuerpo se armó una vez más por completo de una armadura más gruesa que la que solía tener, la había dejado entrar y ahora quería que saliera – gracias por oírme

- Bárbara…

- Ya está Julieta, no sirvo para tener una relación, mucho menos sirvo para ser amiga de alguien y definitivamente no puedo ser tu amiga

- Yo nunca quise ser tu amiga, pero…

- Pero nada – dijo parando sus palabras – solo una cosa te quiero pedir, no le cuentes esto a nadie

- No planeaba hacerlo – dijo Julieta sintiendo como sus ojos ya no le decían absolutamente nada – Bárbara no quiero que me saques de tu vida, lo que siento por ti no se ha ido a ninguna parte

- ¿Y a quien le haría bien seguir en la vida de la otra? Ni yo soy capaz de dejarme perder por ti, ni tú eres capaz de ser culpable por que me pierda, al final las dos somos cobardes.

Bárbara camino hasta su baño sin decir nada, el único lugar donde podía encerrarse y rogó esta vez para que al salir ya no estuviera, cerró sus ojos y le pidió a la vida que su cobardía fuese más grande que su valentía y que corriera lo más rápido posible de ahí, sin embargo lo que en realidad deseaba era salir y que estuviese en el mismo lugar en que la había dejado, no por confusión, sino por lo que debía y lo que quería. Cuando salió Julieta ya no estaba y comenzó a dudar si el vivir valía del todo la pena o simplemente no lo hacía.
  

Capítulo 7: MIRADAS INFINITAS


El sonido de la tela rasgándose en su oído no era precisamente lo que quería oír el día del desfile, el semestre llegaba a su fin y ella estaba a cargo de absolutamente todo o casi todo en realidad, después de todo Alejandra había sido de gran ayuda. Las modelos estaban listas para salir, los vestidos estaban en excelente estado excepto por uno, aquel que al vestir se rasgó sin dar aviso, el sonido se metió en su oído y supo que más de una cosa saldría mal esa noche.

- Bárbara no hay tiempo, queda una hora para que esto comience – dijo Alejandra sosteniendo una radio en su mano

- Pregunta si ya llegaron todos – ordeno Bárbara y Alejandra preguntó por la radio. “Faltan dos profes y el diré aun no llega” dijo Rodrigo. Bárbara oyó atenta.

- Tenemos hora y media más o menos, dile que se saque el vestido, iré por uno que está en el taller

- El único vestido que está en el taller le faltan costuras y si mal no lo recuerdo no se puede usar

- Será mejor que uno rasgado y parchado no crees, yo asumo las consecuencias por lo otro.

Mientras Alejandra daba las órdenes finales en los bastidores, Bárbara corría al taller intentando terminar el vestido que días antes había dejado inconcluso Julieta, mientras lo tenía en sus manos recordó la forma en que había abandonado el taller, las palabras que salieron de su boca y la rabia que sintió al oírlas. Despejo su cabeza y continuo con lo único que le importaba en ese momento, el cierre de su primer semestre.

- ¿No vas a ir? – preguntó Andrea con el vestido de Julieta entre sus manos

- No

- ¿No tuviste que ver en la confección de esos trajes?

- Si.

- Julieta responde con palabras de verdad por favor

- Andrea deja de hueviarme

- Esta bien, pero antes respóndeme algo, ¿Ésta carrera igual la vas a dejar?  Porque me doy cuenta como estas faltando a clases últimamente

- No sé si vivir con Francisca era mejor que tenerte a ti viviendo conmigo

- Insúltame todo lo que quieras, no puedes estar así por una mina con la que estuviste un mes, ni siquiera te acostaste con ella Julieta, ¡basta!

- Andrea, metete en tus asuntos que de los míos me preocupo yo

- Bellota no voy a dejar que te hundas

- ¿Me acompañas? – dijo de pronto cambiando su actitud de defensa

- Hasta el fin del mundo – respondió Andrea y después de un abrazo se cambiaron para salir, con el mismo temor que sentía siempre que sabía la iba a ver.

La mirada de todos cuando al fin el vestido estaba puesto era de sorpresa mezclada con ansiedad, Bárbara se sentó a esperar que todo comenzara y con ello su primer desfile, sus diseños estarían casi en totalidad en el escenario y aquello la hacía sentirse feliz, tanto que quería recordar la emoción por el resto de su vida, en ese momento no hubo otra cosa en su cabeza que no fuesen los diez minutos que faltaban para que todo comenzara y el poder ver oculta en algún lugar la reacción de los presentes mientras sus obras desfilaban por la pasarela. Nada la separaba de sentirse feliz o casi nada.

- Que comience la música, llego la hora – dijo Bárbara poniéndose de pie con Alejandra a su lado, tan sonriente como nunca nadie en ese lugar la había visto

- Tienes claro que seremos el mejor primer año en preparar un desfile de esta calidad, y todo gracias a ti

- De no ser por ustedes yo no lo habría logrado, fue trabajo de todos

- No te voy a corregir, me gusta sentirme así

- ¿Cómo?

- Como si fuera capaz de todo

Bárbara sonrió a su mirada casi con ternura, Rodrigo se acercó a su lado y los tres se ocultaron mientras veían las modelos pasar. La cara de los profesores hizo que Bárbara se sintiera tranquila, los colores del lugar eran obra de Mariana y Bárbara la admiraba como creación propia al otro extremo del lugar, sonriendo mientras pasaban sus modelos ante los ojos de la mitad de la universidad, el evento estaba siendo un éxito, claro hasta que la vio llegar al lado de alguien más y sintió que su felicidad se condicionaba nuevamente.

Julieta se sentó frente a la pasarela con Andrea a su lado, la música “indie” que sonaba no era propia de un desfile, pero calzaba perfecto con la tela que caía sobre las altas modelos. Nada era sorprendente para Julieta, después de todo había trabajado por un mes a la par con sus compañeros para llevar a cabo el evento, sin embargo si se sorprendió cuando vio la última modelo salir, busco a ojos negros para recibir una respuesta, mas ojos negros se perdieron tras la cortina de los bastidores y antes de que pudiera ponerse de pie la gente aplaudía y las luces se apagaban, un foco circular se prendió en el centro del escenario y en el Bárbara estaba a la mitad. Julieta olvido todo en cuanto la vio, por primera vez su pelo estaba correctamente tomado, su largo cuello se apreciaba en totalidad gracias a la blusa negra que como si fuese poco definía su figura, los pantalones y los suspensores que llevaba puestos la hizo cerrar sus ojos por un segundo, como si el verde de ellos sacase un foto y la guardara en su memoria para siempre. La altanería con la que Bárbara se desplazó por la pasarela mientras nombraba a quienes eran parte del evento, la gracia con la que lo hizo, cualquiera hubiese creído que socializar era lo suyo, Julieta sabía que no era así y aquello le hacía quererla un poco más, y quizás otro poco. La voz de Bárbara hacia tal eco en Julieta que a cada palabra repetía en su interior “Mírame, estoy aquí, sigo estando, siempre estoy.”

- Julieta te hablan – dijo Andrea golpeando su brazo con su codo

Julieta puso atención a las palabras de Bárbara mientras ella repetía su nombre una vez más

- Julieta por favor, puedes subir – dijo Bárbara mirándola y como si de como si de hipnosis se tratara, Julieta subió de inmediato, ubicándose entre Alejandra y Mariana, Rodrigo estaba al lado de ellas y juntos recibieron un aplauso – Nosotros somos los cinco estudiantes que diseñamos las piezas que acaban de ver, muchas gracias – dijo finalizando Bárbara y mientras las modelos volvían a salir, una vez más fueron ovacionados, Julieta no supo en que momento Bárbara escapo ante sus ojos, aunque fuese al mismo tiempo en que su corazón hizo un nuevo “¡Clic!” el mismo que hizo que quisiera encontrarla, a pesar de no tener idea de que le diría.

Andrea noto cuando Bárbara escapo de la mirada de Julieta, la siguió en sus pasos y la encontró no muy lejos de la enorme aula en que estaban, tenía claro todo lo que quería decir y preguntar, pero sabía muy bien por Julieta que Bárbara no era alguien fácil de tratar, aun teniendo total conocimiento se arriesgó, no por ella, ni por curiosidad sino por su amiga, era lo único que a ella le importaba.

- ¿Te molesta si fumo? – preguntó Andrea sentándose a su lado. Bárbara intento recordar la última vez que había hecho desaparecer un cigarrillo en su boca. Hizo un gesto con su cabeza y sin decir palabra se puso de pie – espera no te vayas

- ¿Quién eres? – preguntó Bárbara casi con desagrado

- Soy amiga de Julieta y me carga fumar sola, por eso vine hasta acá, esto está vació – Lo único que Bárbara oyó fue “Soy amiga de Julieta”, con eso al menos se despejaban sus dudas, claro siempre y cuando la palabra amiga tuviera el mismo significado que para ella.

Andrea se despojaba del denso humo que entraba galopante a sus pulmones y salía dejando un poco de él en ellos, mientras Bárbara intentaba ignorar su presencia. Miro al cielo por un instante y se sintió como todas las noches en que el cielo estaba despejado. Vacía.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? – Dijo Andrea con valentía en sus palabras

- Ya la hiciste – contesto Bárbara haciendo que una sonrisa de “sabía que esto podía pasar” se diera en los labios de Andrea

- Julieta no me quiere contar porque se acabó lo de ustedes

- Y qué te hace pensar que deberías saberlo

- Quizás yo puedo ayudarte

- Nuevamente qué te hace pensar que necesito ayuda

- Tal vez la forma desquiciada en que la miras – dijo Andrea en un tono lejos de ser amigable

- Tal vez debas meterte en tus propios asuntos – respondió Bárbara poniéndose de pie – podría decir que fue un gusto. Podría

Andrea se quedó con todo lo que tenía para decir entre ella y su cigarrillo. Bárbara camino lentamente al aula para encontrarse con sus compañeros, pero no contaba con su presencia en el pasillo, ni con su mirada de crueldad y tristeza combinada en un verde tan penetrante que una vez más se impregnaba en su alma, dejando todos los rastros posibles en su acto. La distancia entre ellas no superaba los veinte pasos, Bárbara se acercó lentamente mientras Julieta estaba afirmada en la pared esperando el preciso momento en que Bárbara se detendría para decir “hola”, quizás un “cómo estás”, cualquier palabra de su boca la hubiese hecho olvidar, pero Bárbara camino sin despegarse de su mirada y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, no, no era miedo, lo que Bárbara sentía era pavor y fue el pavor lo que la hizo pasar de largo dejando que la unión de sus miradas se desconectara ferozmente, Julieta suspiro y robo todo el valor que pudo…

- ¿Por qué usaste el vestido? – preguntó Julieta logrado que Bárbara se detuviera para girarse lentamente

- ¿Eso es lo primero que me vas a decir?

- Te dije que no lo podían usar

- Créeme, lo recuerdo claramente – respondió Bárbara logrando que Julieta bajara su mirada

- Bárbara perdón… - dijo acercándose a ella para tomar sus manos – lo siento de verdad – complemento, pero Bárbara se soltó de inmediato de su tacto

- ¿Qué sientes Julieta? El haberte ido así de mi casa o el que me dijeras frente a todo el curso en palabras bonitas que era una muerta de hambre y que no querías ser parte del desfile de una persona así – dijo haciendo que el recuerdo doliera solo un poco más

- Bárbara lo siento, yo quise pedirte perdón, pero tu ni siquiera me mirabas

- Me cuesta ver lo que vi en tus ojos

- Bárbara me puse mal – dijo acercándose a ella una vez más mientras sus ojos se volvían un río – sentí rabia, me puse paranoica, te vi por una semana ayudarle a Alejandra y pensé que había algo entre ustedes, yo no sé qué se me metió en la cabeza, me cegué por tu cercanía a ella Bárbara, ella sí y yo no, eso decía mi cabeza

- ¿Y ahora que te hace pensar que no es así?

- ¿Qué cosa? – pregunto Julieta dando un paso atrás

- Que entre ella y yo si pasa algo, ¿qué harás? ¿Le gritaras a todos que soy una guacha, que me abandonaron, que me maltrataron? – Preguntó Bárbara conteniéndose en su rabia – Esa es tu lógica, eso debería justificar lo que hiciste

- Si tienes algo con ella en realidad es cosa tuya, y no, no voy a hacer nada de eso, lo que hice estuvo peor que mal y por nada del mundo lo volveré a hacer – Julieta terminó de hablar y sus ojos de pronto se volvieron más fríos que antes, Bárbara podría jurar que los vio de un tono amarillo que nunca antes había visto.

- Tuve que usar el vestido por una emergencia, créeme, de no haber sido así nunca lo hubiese tomado, de todos modos es un gran vestido y deberías ser reconocida por él – Contesto Bárbara obviando sus palabras anteriores.

- ¿Me vas a perdonar? – preguntó casi en suplica Julieta

- No. – respondió Bárbara y en su respuesta se dio media vuelta para continuar su camino.

Bárbara pudo haber salido con una sonrisa en su rostro, si hubiera algo de maldad en su alma probablemente así hubiera sido, pero no, Bárbara camino intentado no llorar antes de llegar a su casa y así estuvo el resto de la noche.

De vez en cuando Bárbara busco a Julieta entre sus compañeros, más de una vez creyó verla en la cara de una que otra profesora, porque a pesar de no haberla perdonado en su cara quería justificarla, necesitaba creer que el comportamiento de Julieta nacía de los celos, pero como comprender un sentimiento al que no conoces, ni siquiera cuando lo has sentido cientos de veces. Alejandra se acercó a su lado con una que otra copa de champaña en su cuerpo, quizás una más que la hizo sentir que el miedo no existía.

- Hola – dijo Alejandra mientras acomodaba su cabello tras su oreja, intentando inútilmente “coquetear”

- Hola – respondió Bárbara y entre todo lo que había en su cabeza se dispuso a preguntar – Alejandra, ¿Cómo se siente tener celos? – termino de decir haciendo que Alejandra intentara en su ebria cabeza hilar la respuesta solicitada

- No sé, o sea es difícil describirlo, creo que todos nos sentimos diferentes, hay personas que hacen cosas irracionales cuando están celosas y hay otras que simplemente se lo guardan

- Ya, pero cómo se siente

- A ver, cuando tienes celos todo se olvida, tu mente se transforma, tu pecho se agita y sientes que aquello que es tuyo ya no lo va  a ser, que te lo robaran; sientes que la sangre en tus venas se vuelve fuego y que nada lo va a apagar, de alguna forma los celos te controlan, además de dolerte un montón, no hay nada peor que sentir que lo que amas se te escapa entre los dedos.

- Ah. – aquella fue la respuesta de Bárbara, pensó por un instante y supo que lo que sentía cuando veía a Julieta con Andrea eran celos y una vez más quiso justificar su actuar, irracional y desproporcionado, pero de algún modo ella si lo perdonaba.


Aquella noche Julieta se culpó por sus palabras, por su actuar y por no actuar del todo, sabía que de haber prometido que no le haría nunca daño ahora estaría con ella y nada actual estaría pasando. La almohada empapada de lágrimas la hacía pensar en Alejandra, en que quizás ella si había prometido lo que no pudo, probablemente porque no la amaba de la misma forma en que ella, decía su cabeza, de amarla de tal forma no lo hubiese hecho, después de todo si ahora no estaban juntas era para que cumpliera sus sueños, pero de nada servía el pensar lo que ya no tenía vuelta, se levantó de su cama con el alma cansada de llorar, eran cerca de las dos de la madrugada y salió a la calle en el más absoluto silencio, no tuvo miedo de caminar a esa hora por las calles desiertas, el silencio de la noche le hacía compañía y recordó las palabras de Bárbara una vez más, lo que oía era de todo menos silencio. Tomó su celular y conecto los audífonos, el reproductor de música tenía ya una canción y al darle “play” se encontró con ella a la mitad, “Kiss me hard before you go… summer time sadness”, no recordaba haber oído la canción durante el día, ni la semana, pero algo de ella la hacía sentirse identificada, por un momento deseo vivir con Francisca otra vez, después de todo su casa quedaba mucho más cerca de la plaza en la que quería sentarse, pero aun viviendo tres kilómetros más lejos. Caminó.

Suerte la de ella, pensó, cuando a mitad de su camino sin destino alguno encontró una botillería abierta, cubrió su cabeza con el gorro de su casaca y entró quitándose el audífono de su oído derecho. No tardó más de cinco minutos en comprar una pequeña botella de ron, que podía haber sido cualquier cosa menos ron, el  alcohol no tardó en hacer efecto en su cuerpo y pensó lo bueno que era estar al fin de vacaciones y no tener que asistir a clases al día siguiente; su rostro se arrugaba en cada trago que le daba a la botella buscando en ella algo que no iba a encontrar, hasta que su camino sin destino de pronto tuvo uno, miro la hora en su celular y difusamente las cuatro de la madrugada en punto le confirmaba que había caminado por dos horas hasta llegar a la puerta de su casa, quiso golpear, pero le aterraba que fuese otra persona quien abriera la puerta, entonces quiso tener llaves y entrar sin ser vista, ser invisible sería soñar demasiado, miró la botella que seguía en sus manos y confirmo en su ebriedad que era el alcohol lo que le hacía delirar, pero delirar no era nada después de imaginarse siendo un Romeo  y no una Julieta, gritando a su ventana tantas palabras de otra época que ni ella misma entendía.

Culpó el haberla detenido en el pasillo de la universidad horas atrás, culpó a sus celos y a su absurdo amor, culpó a el llanto y sus demonios, incluso tuvo la desdicha de culpar a su pasado infeliz, pero lo que la llevo a golpear su puerta con la fuerza que lo hizo, aquello se lo atribuyó en totalidad al alcohol. Cuatro veces se oyó un “Pah, Pah, Pah” repetitivo y a palma abierta sobre aquella puerta, Bárbara despertó con su corazón alborotado y el miedo a flor de piel, el reloj en su pared marcaba las cuatro con veinte minutos, no había razón alguna para que alguien golpeara su puerta, pero después de todo la única persona que sabía dónde vivía era Julieta. Cuando volvieron a golpear la puerta Bárbara se levantó de golpe de su cama,  la posibilidad de que fuese ella y el miedo de que fuese alguien más, no había ojo mágico en su puerta para saber quién era, solo quedaba preguntar…

- ¿Quién es? – dijo en una ronca y gruesa voz

- ¡Yop! – grito ebriamente Julieta y a pesar de estar difusa Bárbara la reconoció de inmediato. Abrió la puerta y la contemplo en su total ebriedad, apoyada a la pared de su casa, con lo que parecía ser un pijama bajo su casaca de tela verde, al final de su mano una botella y todo se volvía claro para Bárbara, que sin decir nada abrió su puerta dejándole libre el paso.

Julieta se fue directo al sofá que estaba frente a ella, aun se mantenía en pie aunque se movía raro al caminar, aquello le saco una sonrisa a Bárbara, podía contemplarla por horas y no importaría cual fuese su comportamiento, siempre algo en ella le sacaría una sonrisa.

- ¿Barbie, que estoy haciendo aquí? – preguntó por primera vez llamándola de esa manera

- ¿Barbie?

- No se me ocurre otra forma para llamarte, tú me dices Ju cuando no estas odiándome “Bar” suena muy raro

- Pero “Barbie” es como de muñeca – dijo Bárbara siguiendo su juego

- Ya sé! Reni, por Renata – dijo Julieta riendo

- No me causa mucha gracia

- Ya sé Reni, pero al menos no es el nombre de una muñeca – completo logrando que Bárbara riera con ella

- Tengo miedo de preguntar como llegaste aquí a esta hora y en ese estado

- Entonces no preguntes

- Julieta…

- Confirmado, sigues odiándome – dijo Julieta sin obtener una negativa de parte de Bárbara – No podía dormir, me puse a caminar, quería ir a la plaza pero pille un local y me vendieron ésta botellita – dijo bebiendo lo último que quedaba de ella – no sé cómo llegue aquí, pero de pronto ¡ahí estaba, golpeando tu puerta! – grito con su brazo en dirección a ella

- Julieta cruzaste la ciudad sola a esta hora de la noche, ¿estás loca?

- No me paso nada

- Pero te pudo pasar, encima bebiendo… ¡Julieta! – grito con rabia

- Reni, no me paso nada, tu tranquila – dijo Julieta acercándose a ella para calmarla, pero lo que Bárbara necesitaba no era calma, era perderse en sus ojos por un instante, en su absoluta y envolvente verde mirada, podía estar en ella por siempre, hasta que se dio cuenta de que sus manos también eran alcanzadas por ella, se sentía en una batalla y la estaba perdiendo.

- Julieta para – dijo alejándose de ella – mira la hora que es y tú en ese estado

- Podrías aprovecharte de mí – dijo con toda la coquetería que pudo. Bárbara tuvo que bajar su mirada para no sonrojarse en su cara

- No me aproveche de ti en el mes que estuvimos juntas, que te hace pensar que lo voy a hacer ahora que estas ebria

- Ah, cierto, ¿Por qué fue eso? Tanto tiempo juntas y cada vez que intentaba algo más tú te detenías

- Quizás esta es una conversación para tener cuando no estés en este estado

- Tal vez no me atrevo a tenerla estando sobria

- Quizá no hay que tenerla y punto

- Quiero saber Reni, por qué no querías acostarte conmigo

- Deja de decirme Reni – dijo intentando no sonreír

- No quiero, me gusta casi tanto como me gustas tú

- Podría grabarte para que te vieras cuando estés sobria

- Difícil, no tienes nada con una cámara, no hay nada electrónico aquí del todo

- Me trataras de pobre otra vez

- ¡Bárbara nunca quise decir lo que dije! Ya te pedí perdón

- Al menos volví a ser Bárbara – murmuró aunque secretamente le estaba gustando aquel “Reni”

- Me vas a seguir odiando… - musito con lo que Bárbara pudo jurar había sido un puchero de niña pequeña

- No te odio tarada – dijo Bárbara. Julieta nunca pensó en sentirse feliz por oír aquel "tarada"

- Me vas a perdonar por haberte dicho todas esas cosas feas que dije sin querer

- Te aprovechas porque estas así, cierto – susurro Bárbara sin poder dejar de sonreír

- ¿Así como?

- Así, con tu cara de niña buena, con tus pucheros de bebe – dijo acercándose a ella – con tus enormes ojos verdes que sabes que me derriten

- ¿Entonces si me perdonas?

- Entonces iremos a dormir – dijo dándole un beso en la frente – y esta conversación la vamos a dejar para mañana

- Quiero hablar ahora – dijo en su más tierna voz

- Te prometo que mañana hablamos todo lo que quieras

- ¿Vas a dormir a mi lado?

- A donde más, ese sillón es demasiado duro – contesto Bárbara sonriendo, podía dormir sobre una roca y no la encontraría dura, pero nada superaba el dormir a su lado.

Bárbara la llevo hasta el baño y le presto su cepillo de dientes para que enjuagara su boca, no era la primera vez que ocupaba su cepillo y no quería que fuera la última. Julieta lavo sus dientes sin dejar de mirarla por el espejo, mientras Bárbara quería olvidar por un momento que había un sentido para todas las cosas y simplemente quiso dejarse llevar, tal vez por más de un momento, mientras miraba sus ojos en el espejo deseo que la mañana le quitara todos sus miedos, “Tal vez sufrir por alguien que amas sí vale la pena” dijo en su cabeza y con aquellas palabras una nueva sonrisa se puso en sus labios, Julieta se enamoró una vez más de su sonrisa, como si eso fuese del todo posible.

- Lo bueno es que no tienes que prestarme pijama, ya estoy lista – dijo sacándose su chaqueta y mostrando su pijama entero de Superman

- Por mucho que me gustaría dormir contigo en ese pijama, mira como está abajo, ¿Caminaste por el barro también?

- ¡Ups!

- Toma – Bárbara le paso un grueso pijama y espero a que se cambiara en el baño mientras ella se metía a la cama

- ¿Qué?

- Ju…

- ¡Dejaste de odiarme de verdad Reni! – grito Julieta como lo había hecho toda la noche, como una verdadera niña

- Ya, cámbiate luego  - dijo Bárbara sonriendo, pero Julieta no entro al baño y se quitó el pijama frente a ella, la forma de su espalda, sus piernas y la curvatura que se hacía en su cintura, todo en Julieta la enloquecía y las ganas de saltar sobre ella y no responder por sus actos no tardaron en llegar. “Sea lo que sea que estás pensando olvídalo” pensó Bárbara dándose vuelta y así se quedó hasta que sintió sus frías manos enrollarse en su vientre al mismo tiempo en que sus fríos pies buscaron calor en sus piernas - ¡Estás congelada! – grito aferrándose a ella en vez de alejarse

- Te amo – susurro Julieta en su oído y con una sonrisa en sus labios ambas guardaron silencio, esperando que todos los miedos desaparecieran, que el amanecer les trajera todo eso que quisieron perder, aunque llegara con discusiones, aunque una de las dos en un punto quisiera salir corriendo, ese podía ser la continuación del punto final en su historia, después de todo en sus vidas lo único que estaba escrito era que ambas se pertenecían.



Nota: Gracias por sus comentarios! Adoro está historia, no se siquiero que acabe.

Comentarios

  1. ya no se ni que ponerte , simplemente gracias por escribir como lo haces, besos

    ResponderEliminar
  2. hermosooo..es la unica palabra que encontre para describir esta historia...

    ResponderEliminar
  3. Estuvo un poco confuso el capitulo al hacerlo rapido y lento, tuviste algunos errores al comerte algunas letras, no se, fue un capitulo diferente a como llevabas la historia, espero la conti pronto y ver como surge todo, no tardes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amiga o amigo anonimo, te invito a que me expreses por correo donde hubo confusión y pido disculpa por las letras, corregí algo, al menos lo que note. En todo caso muchas veces lo más confuso esta hecho asi deliberadamente, si fuese todo explícito no tendria mucha gracia.

      Gracias por comentar y por criticar, cuando es de buena manera me agrada :)

      Pd: tobilu.csf@gmail.com

      Eliminar
  4. Pues que no se termine pero que continue pronto... Facinante... Solo con anonimo pude comentar atte Angel de Mar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Angel de Mar, por siempre hacer lo imposible para que pueda leer tus buenos comentario :)

      Eliminar
  5. Exacto que no se terminé.. :)

    Me encanta y es en definitiva mi preferida asi como de muchas

    ResponderEliminar
  6. WOW!!!! qué intenso!!!
    Que no se termine tan pronto, pero que no sufran tanto jajaja
    Maravilloso
    Sole

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ha habido tan poco sufrimiento en esta historia Sole, ha sido más que nada testarudez y mucho drama :)

      Gracias por comentar!

      Eliminar
  7. Que conversación mas interesante han dejado para "mañana", espero que cuando amanezca no se refugien nuevamente en sus miedos y dilemas existenciales para seguir ignorando lo obvio.
    P.D. Claro que tu historia está a la altura, no todo el mundo tiene la capacidad de transmitir tantas emociones a través de lo que escribe.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Milena! hay conversaciones que se dicen mejor sin palabras ;)

      PD: yo tambien soy Fernández!

      Eliminar
  8. Estoy enamorada de tus letras y de tu historia. Gracias por regalarnos un poquito de semejante don que tienes de transmitir tantos sentimientos y emociones en simples palabras, gracias por no demorar y no hacernos desesperar tanto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y justo ahora les hago desesperar! perdón!
      prometo que lo compensare :)

      Eliminar
  9. Tampoco quisiera que terminara; me gustaria q barbara sanara su pasado que fuera feliz :(; ahpra si de tus historias definitivo mi favorita!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bárbara es el resultado de un mundo que no siempre es perfecto, de las cosas que nadie dice a viva voz porque es más facil ocultarlas, por vergüenza muchas veces. Me encantaría que ella sanara

      Eliminar
  10. No quiero que termineee!!!! Me encanta esta historia, espero y las heridas del pasado de Barbara sanen pronto. Gracias por la entrega :).

    ResponderEliminar
  11. Por favor no tardes tanto en continuarla :( ya nos creaste una pequeña mala costumbre a tus publicaciones seguidas

    ResponderEliminar
  12. Asumo que hay un poco de maldad de mi parte, pero estoy escribiendo dos capítulos juntos, por eso no he publicado. Hay algo demasiado intrigante en todo esto y tengo que descifrarlo yo misma antes de publicarlo, como se darán cuenta en esta respuesta mi cabeza esta que explota y mis dedos intentan escribir lo mejor posible. Gracias por la paciencia! espero no decepcionarlos.

    ResponderEliminar
  13. Como escribio alguien en los comentarios, yo tambien estoy enamorada de tu historia y tu forma de escribor, la amo, que no se entere mi novia q lo dije, jajaja te envio un fuerte abrazo desde Guatemala

    ResponderEliminar
  14. Esto cerca de una crisis, por favor no demores tanto. :(

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3