Segunda Piel 4

Capítulo 5: CLEMENTINE TANGERINE

- Tu película favorita

- “Eternal sunshine of the spotless mind” o en su defecto “El eterno resplandor de una mente sin recuerdos”

El juego pregunta respuesta llevaba treinta y cinco minutos de risas, debates y muchas dudas, mientras Julieta más se abría, Bárbara más se ocultaba en sus palabras o simplemente omitía.
El viento de abril golpeaba con suavidad sus caras, Julieta jugaba con las hojas secas que estaban alrededor y bajo su cuerpo; Bárbara jugaba con el pelo de Julieta, le encantaba tenerla así, descansando su cabeza en sus piernas, aunque nunca se lo digiera, aun después de un mes había mucho que guardaba, mucho que no pensaba nunca contar y lo que quería decir le costaba más que sus actos, al menos sus actos siempre era buenos.

- ¿Te gustaría vivir eso en la realidad? No sé, que te borren la memoria y olvidarte de la persona a quien amaste. No sé, nunca comprendí esa película – dijo Julieta

- Es que no se trata de que bueno o malo sería que te borraran la memoria para dejar de recordar lo que duele o lo mucho que sufre cuando se da cuenta que no quiere olvidar, el tema es que hay personas que están destinadas a estar, no importa que olviden, al final ellos no sabían quienes eran y volvieron a sentir lo mismo que la primera vez, ese creo que es el tema, el resplandor de su amor siguió intacto a pesar de su olvido

Julieta que oyó atenta la defensa de Bárbara no pudo dejar de enamorarse un poco más de ella, le fue imposible no sentir que la película había pasado de su lista de malas películas a buenas y no porque a ella le gustara, sino por lo que dijo de ella, aquello le bastaba. Paso por un momento la idea de que la conocía de antes, quizás de otra vida, eso hubiese explicado porque sentía tanto por primera vez en su vida.

- Me asombra el extraño modo en que ves las cosas

- Lo sé. ¿Y la tuya cuál es?

- La saga de “Resident Evil” aunque debo decir que cuando la vi por primera vez pensé que realmente me gustaba la historia, ahora comprendo que lo que amaba era a Milla Jovovich pateando traseros, o todas las mujeres que patean traseros

- Que masculino sonó eso de ti

- No importa, es que sus ojos son los más hermosos del planeta – dijo Julieta, aunque para ella los de Bárbara siempre serían los más hermosos

- Ahora eso es una mentira

- ¿Porqué? – Pregunto Julieta y sabiendo lo que tendría que soportar por delante, Bárbara estaba dispuesta a responder

- Los tuyos son los ojos más hermosos del planeta – susurro lo más despacio que pudo

- ¡Cómo! – gritó Julieta esperando oír a toda voz una declaración de su boca por primera vez

- Que tus ojos son lo más hermosos del planeta! – dijo sonrojada y sintiéndose perdida

- ¡Ya lo sabía! – grito una vez más Julieta, pero esta vez salió de su cómoda posición, se sentó sobre las piernas de bárbara y juntas cayeron sobre las hojas que en su rojo, anaranjado y café tono sonaron una y otra vez a medida que su besos aumentaban de tono. Julieta sonreía en cada beso y Bárbara no podía creer que un simple acto pudiera lograr que se enamorara un poco más de ella, pero lo hacía.

- Eso es lo único lindo que me has dicho desde el mes que llevamos juntas – reprochó Julieta

- Que no diga ciertas cosas no significa que no las sienta

- No me convences, pero es lo que me toco, no hay nada que hacer

- Tu época favorita del año – dijo Bárbara sin querer replicar a sus anteriores palabras

- El otoño y no te pienso decir porque – respondió aun abrazada a ella, pero a punto de ponerse de pie

- ¿Dónde vas?

- Dónde vamos sería lo propio a decir – dijo Julieta extendiendo su mano. Bárbara la tomo.

Como solían hacerlo desde hacía un mes se fueron del lugar de la mano, exactamente un mes desde el primer beso, la primera vez que se acurrucaron en una cama, la primera vez que a Bárbara le servían un desayuno y la primera vez que Julieta se sentía enamorada. Un mes de primeras veces y aun no eran algo concreto, en la universidad seguían siendo solo un par de compañeras que se llevaban muy bien, las noches en que Julieta se quedaba con Bárbara los besos opacaban el frío de la noche, pero nunca estaba ese instante en que ambas sabían que era el momento, por más que quisieran algo siempre las frenaban, en un mes ninguna de las dos quería etiquetar la relación, el miedo a que la otra dijera que era muy pronto las consumía a ambas y aunque ambas sabían que día era, ninguna dijo a la otra “feliz mes”, porque no sabían que complementaba ese mes.

- ¿A dónde me llevas? – preguntó Bárbara sintiendo miedo de la respuesta, no por miedo a ella, sino a la situación – Al lugar donde comenzó todo esto – respondió Julieta y aquello basto para que Bárbara tomara con más fuerza su mano, no tardaron mucho en llegar a la banca donde chocaron por primera vez sus cabezas, Bárbara se sentó donde seguía haciéndolo todas las noches que lo necesitaba y Julieta se acomodó en sus piernas, como siempre lo hacía.

- La primera vez que te vi aquí, cuando vi tus ojos, esa fue la primera vez que me sentí atraída a una mujer, no sé si fueron tus ojos negros, aunque digas que son café realmente oscuros, o el hecho de que eras la mujer más pesada que había conocido, pero sentí que quería saber más de ti aunque no me dejaste en ese momento

- No te conocía

- Aun no me conoces según tu

- No, me falta mucho para decir que te conozco – respondió Bárbara sonriendo, mientras con su dedo dibujaba garabatos sobre la frente de Julieta.

- Y sin embargo yo todos los días siento que te conozco desde siempre y no te rías que hablo en serio, esa noche soñé contigo, soñé que te besaba y tanto tiempo después entendí que no había sueño que se comparara a besarte en la realidad, de pronto te volviste lo más importante de mi vida

- Yo recuerdo muy bien esa noche, aparte de que interrumpieras mi terapia de estrellas, fue la primera vez creo que sonreí

- Imposible

- ¡Verdad! No sé porque tu locura logro algo en mí que nadie antes había logrado

- Con lo que me encanta tu sonrisa, no me imagino vivir si ella

- ¿Por qué eres así?, dices esas cosas que hacen que me sienta distinta, como si fuese alguien especial en este mundo

- Tal vez porque lo eres, todo en ti es especial

Bárbara no quiso hablar más, no quiso decirle que estaba equivocada, que era tan común y corriente que incluso llegaba a estar por debajo de lo normal, no porque lo fuera, sino porque eso le habían dicho toda su vida, y quince años de insultos lograban más que un mes de elogios. Bárbara perdió su mirada en el cielo y aquella fue la señal para Julieta de que tenía que dejar de hablar, siempre llegaban al mismo punto, a la hora de hablar sobre lo que hacía que su mirada se volviera más oscura de lo normal, pero con el tiempo Julieta había comprendido que no iba a saber, al menos no aun.

- Vamos – dijo Bárbara tocando el hombro de Julieta para que se pusiera de pie, mas Julieta no quería irse, no aun

- Ve tú, yo quiero esperar a que salgan las estrellas

- Me quiero ir Ju

- Y yo me quiero quedar – dijo sintiéndose segura de sus palabras, y sin corresponder su mirada, vio al cielo

- ¿Qué haces? – preguntó Julieta

- Esperar a que te quieras ir, no falta nada para que salgan las estrellas – Bárbara dejo de hablar y apoyo su cabeza hacia atrás. Julieta sonrió al sentir su cabeza pegada a la de ella, como si fuese la primera vez, solo que ahora estaban en las bancas opuestas, después de todo, el sentido era el mismo.

Otro jueves en que les tocaba grupos distintos de trabajo, otro jueves en que las hacían competir, a Bárbara no le importaba, pero claro, Bárbara siempre ganaba, siempre. Aquel día no iba a ser muy diferente, claro que a todo se le sumaba que en el grupo de Bárbara estaba Rodrigo, aquel que no dejaba de mostrar intenciones por ella, que intentaba acercarse a como dé lugar y el que Bárbara normalmente ignoraba, no porque no fuese apuesto, sino porque no tenía necesidad de caer en su juego, ni siquiera por la “buena onda” del grupo.
Julieta en el fondo miraba con intensidad los actos de su compañero, esperando el momento en que perdería su paciencia y haría alguna locura, pero Julieta nunca se había sentido así, nunca había querido arrancarle los ojos a alguien solo para que no imitaran su forma de mirarla, mas bastaron cinco segundos en que ella la miro devuelta, intentando adivinar lo que había en su cabeza, en cinco segundos la vio a los ojos y le sonrió, aquello basto para que olvidara todo lo que estaba pensando.

- No sé cómo lo haces – dijo Rodrigo interrumpiendo su vista, haciéndola desear estar en otro lugar

- ¿Qué cosa?

- Nos pasaron tres camisetas viejas y tu creas una pieza digna de una vitrina

- No lo hice sola Rodrigo todos trabajamos

- No de verdad, esto es todo tú – dijo Alejandra, una de sus compañeras e integrante del grupo, aunque sus palabras más que elogios traían envidia, Bárbara lo distinguió de inmediato y opto por no responder.

En medio de la clase y cansada de palabras rellenas de veneno y cubiertas de chocolate, Bárbara se excusó para salir por un momento, dos minutos después cálidas manos cubrían sus ojos – No sé si es porque reconozco tu perfume, o porque sé que solo una persona en este mundo se atrevería a taparme los ojos – dijo Bárbara aun con sus ojos tapados - ¿Qué cosa? – Preguntó Julieta intentando cambiar su voz mientras sonreía – Que sé eres tú – Respondió Bárbara tomándola de sus manos y sentándola en sus piernas para darle el beso que había imaginado cuando cruzaron su mirada en clases, Julieta se colgó de su cuello como le encantaba hacerlo cuando se perdía en sus labios y Bárbara deseo como desde un principio llevar las cosas a otro nivel.

- ¿No te da miedo que nos vean ahora? – Preguntó Julieta

- No estamos haciendo nada – respondió con un beso - además no es asunto de nadie

- Bar… - dijo dudando –  nada

- Qué paso

- Nada, no importa en realidad. Ya es hora de que volvamos

- Ju, que tienes en mente

- No importa, vamos – dijo poniéndose de pie

Bárbara tomo su mano para levantarse y de inmediato la soltó al estar de pie, caminaron juntas hasta la sala y mientras Julieta caminaba extraña hasta el final, Bárbara se acercaba a su grupo que estaba adelante, pero no sintiéndose menos extraña que ella, sino más, quería ser diferente, ser más de piel, como siempre deseaba que le hubiesen enseñado a demostrar más, a entender las emociones y actuar mediante ellas; dejar de sentirse como una cavernícola en una ciudad civilizada.

- El tiempo acabó, por favor la persona designada por cada grupo que traiga adelante su modelo para poder calificar y como bien saben los ganadores de este trabajo grupal tendrán que llevar por delante los diseños del trabajo de final de semestre, tienen solo dos meses y el resto dependerá de ellos para comenzar a hacer los trajes, el próximo mes tienen que estar los bocetos listos y se les informara como se va a calificar. – La profesora hablaba del gran evento que todos los años los alumnos de primero llevaban a cabo al finalizar el primer semestre y mientras todos llevaban a delante sus modelos, la mayoría sabía cuál sería el grupo ganador, después de todo era la joya de la profesora.

No tardó mucho en hacerla ganadora, ni tampoco en felicitarla delante de todos por sus dotes, no importaba que Bárbara insistiera en que todos aportaban, la profesora marcada por los años de enseñanza y sus viejos días de gloria podía verse reflejada en ella, como si ante sus ojos tuviese una nueva oportunidad de triunfos, que aunque no fuesen propios, ella siempre iba a ser quien la formo y eso le valía absolutamente todo.
Cuando la clase acabo y Bárbara tomaba sus cosas para salir y buscar a Julieta, alguien la detuvo, como cada vez que tenía la oportunidad por delante Rodrigo intentaba acercarse a ella más allá que un compañero, si hubiese sido amistad lo que buscaba se habría notado en sus ojos y aunque a Bárbara ni siquiera le importaba, había alguien que si lo hacía y escuchaba atenta lo que tenía que decir.

- Yo creo que por ser los más creativos del grupo deberíamos juntarnos a preparar todo

- Faltan dos meses aún

- Si, pero es una buena oportunidad para que aceptes salir a comer conmigo

- No tengo tiempo para perder en comidas Rodrigo, te lo he dicho

- Si pero puedo ir al café donde trabajas y ver qué pasa

- No sé, de todas formas es algo que debemos tratar como grupo

- Si pero yo les puedo informar después

- Mira ahí vemos

- Ahí nos vemos mejor dicho, mañana en la tarde puedo pasar

- Está bien, mañana tengo turno en la tarde

- Si quieres te llevo después de clases

- Me gusta caminar, gracias

- Pero puedo caminar contigo – insistió

- ¡Oye! No entiendes que dijo que no – interrumpió Julieta desde atrás

- ¿Perdón? – dijo Rodrigo con altanería

- No, no te perdono, las cosas de clases se tratan en clases – dijo Julieta tomando la mano de Bárbara por primera vez en medio de la sala y sacándola de ahí ante la vista de todos, con una cara que nadie se hubiese atrevido a decir nada, ni siquiera Bárbara que hasta que salió del campus no dijo nada y solo se limitó a seguirla atada a su mano.

Cuando estaban a una cuadra de la universidad, Julieta soltó su mano, la rabia que sentía había bajado y su piel nuevamente lucia de un color normal, mientras Bárbara se sentía curiosa y extrañaba como siempre la sensación de su mano entrelazada a la de ella.

- Ju… - dijo Bárbara sin querer hablarle por miedo a su reacción

- ¿Podemos seguir caminando y hablar después? – dijo con seriedad sin mirarla, deseando que al llegar a su destino hubiese olvidado el vergonzoso episodio que había protagonizado

- Bueno – dijo Bárbara imitando su tono de voz, pero retomando su mano mientras lo hacía. Por ella andaría la vida entera atada a su mano, nada era más importante que eso.

Entraron a la casa de Bárbara y como siempre Julieta puso sus cosas sobre el sofá, Bárbara entró al baño y la dejo sola con sus pensamientos por un momento, uno corto, casi inexistente, pero cuando salió del baño Julieta no estaba y aunque lo pensó, su casa no era un lugar donde pudiese esconderse, miro al sofá y sus cosas no estaban, pensó en salir a mirarla a la calle pero tan pronto como llego a la puerta y tomo la manilla se detuvo, si se había ido sus razones tendría, pensó no sin un dejo de tristeza en su cuerpo, es que cuando se trataba de Julieta toda ella tenía repercusiones. Lo que Bárbara no sabía es que Julieta estaba a fuera de la puerta, pensando en entrar sin saber que decir o irse y no saber cómo volver, Bárbara no se merecía su partida repentina, pero algo la hacía querer arrancar, más allá de la vergüenza que le daba decir que estaba celosa, cuando nunca había creído en los celos, pero solo porque nunca había tenido motivos de tenerlos, no como ahora, no como con ella.

Al caer la noche todo se amplificaba, los silencios, las dudas, las ganas de saber dónde era realmente que vivía, porque en un mes no tenía idea, solo sabía que vivía con Francisca, la amiga de la que nada conocía, quiso tener celular y llamarla, pero ni siquiera tenía su número, deseo volver el tiempo atrás y salir de inmediato a buscarla, pero por más practico que aquello sonara era tan improbable como que ella por fin deseara abusar de sus ahorros y comprar tecnología para su casa; mientras barajaba cientos de planes e ideas todos unidos a Julieta en su cabeza, miraba a fuera por la ventana y se dio cuenta como sentía más de lo que pensaba, que no era lo mismo despedirse de ella y no verla por un día entero, a que ella se fuera sin el beso de siempre  y dejándola sola con sus pensamientos por medio día, aquello era mucho peor, tanto que sus viejos fantasmas la atormentaron, los gritos que llevaba un mes sin oír de pronto se hicieron presentes “¡Quién podría quererte a ti si eres menos que nada!” resonaba en su cabeza, y como solía hacerlo cuando niña tapaba sus oídos para intentar no oír, pero mientras más se tapaba, más fuerte se hacían los ecos en su interior, “¡Tu propia madre te botó! ¡Ni siquiera tu cara quería ver cuando te entrego a mí! “¡Chimpa la ropa! ¡Chimpa el aseo! ¡Chimpa hoy duermes en el patio! “¡Guacha de mierda cuando aprenderás que naciste solo para servir!” Su mente entro en pánico e intento callar las voces, opacar el silencio, se levantó y corriendo al baño se metió bajo la ducha, colapso sus oídos con el sonido del agua cayendo, solo para verse en la lluvia, sin nada que la cubriera, con la piel tan gruesa por la costumbre que el frío ya no era parte de ella, tan acostumbrada estaba a dormir apegada a un árbol mientras llovía que nunca supo lo que era estornudar o resfriarse, ni mucho menos lo que era un medicamento. Bárbara se quedó ahí, sentada bajo el agua de la ducha, sintiendo que la cura dolía menos que la enfermedad, que las imágenes eran mejor que los gritos en su cabeza, se quedó ahí intentando entender que la había llevado a eso, pero el descifrarlo no la iba a hacer sentir mejor.

El viernes tomo su lugar en la semana y Bárbara estaba lista para ir a su clase de las nueve en punto, pensó en lo que le iba a decir a Julieta cuando la viera, en si se iba a sentar a su lado como todos los viernes o correría hasta el lugar más lejos posible, pero la clase comenzó y diez minutos después aunque llegara no podía entrar, Bárbara deseo no haber asistido a aquella clase y el hecho de que Rodrigo quisiera sentarse a su lado no lo hacía más fácil.
La noche anterior Julieta estaba lista para ir a casa de Bárbara, con la mejor de las respuestas a su comportamiento y con la pregunta que había querido hacer desde las últimas dos semanas, Francisca la había hecho entrar en razón y no estaba muy lejos de la puerta para salir de ella, en el preciso momento en que tomo el gorro azul para ponérselo, el mismo que Bárbara le había prestado sabiendo que no era un préstamo sino un regalo, fue en ese momento cuando el timbre sonó que Julieta supo que algo no andaba bien y lo que sintió en su pecho cuando vio a su madre de pie en la puerta solo lo confirmo. Matilde, la madre de Julieta no traía buenas noticias con ella, sino malas, las peores que podía dar, tanto que en el momento de comenzar a hablar Julieta dejo caer el vaso de agua que tenía en sus manos, su padre, aquel que había desilusionado, el mismo al que nunca le había pedido perdón por que el orgullo le había ganado, el mismo que alguna vez le dijo que se olvidara que era su padre, ahora estaba en la coma de una clínica en estado de coma, esperando que las horas pasaran, que los días dijeran si se volvería un vegetal o si volvería a ser el mismo, lo primero que paso por su cabeza fue el momento en que le dijo que no estudiaría medicina y aunque al tiempo aun no sería una doctora, al menos era alguien con conocimiento para saber sobre su estado, con aquel arrepentimiento vino la culpa y esa le hizo olvidar todo lo que pasaba a su alrededor para salir con su madre a la clínica, Francisca la acompaño.

Cuatro días tardo Julieta en recordar que tenía una vida, cuatro días fueron los que demoraron los médicos en recuperar a su padre, por cuatro días Julieta no hablo, ni siquiera se dio un baño, con suerte y poca, Julieta comió, Francisca se encargaba de traerle ropa limpia y su madre de que comiera, porque en alguien como Julieta la culpa es superior a cualquier sentimiento y la realidad de que su padre pudiese morir o quedar como un vegetal sabiendo que jamás le iba a volver a decir que lo amaba o cuanto lo admiraba, con la certeza de que nunca oiría de su padre decir que la perdonaba o que estaba orgulloso de ella a pesar de todo, esa realidad la hizo olvidarse del mundo, de que asistía a clases y de que había una persona cuyo rostro siempre se lo encontraba cuando dormía, que llevaba cuatro días sin saber que pasaba, cuatro días sintiéndose desencajada de la vida y es que en alguien como Bárbara el desprecio y el olvido no eran más que importaba en la vida; el recuerdo de lo alguien una vez dijo y siempre seria su absoluta verdad; por más que al cuarto día Julieta la hubiese recordado y sabiendo que su padre estaba fuera de peligro la buscase en todos los lugares posibles, aun con su pelo sucio y luciendo la peor de sus caras, lo que había sentido en cuatro días Bárbara era demasiado para ella, tanto que no le iba a importar los motivos, ni siquiera que hubieran motivos, un día había dicho que era mejor estar sola en el mundo y aquello se estaba aferrando a las afueras de una estación de trenes abandonada de la ciudad, intentando alejarse de todos los lugares que la recordaban, terminaba un ensayo de la universidad y volvía a ser la misma de antes, la que ni siquiera era capaz de sonreír.

Fue el primer viernes después de haberse visto por última vez que Julieta pudo abrazar a su padre y decirle cuanto lo amaba, el mismo día en que su padre no la perdono, sino que le pidió perdón. Julieta se sentía feliz, pero le faltaba algo más y no tardo en salir a buscarla, no había probabilidad de que no estuviese en el café, todos los viernes por la tarde tenía turno, Julieta bajó del taxi y lo primero que vio fue a Rodrigo sentado en la barra donde ella solía sentarse, lo segundo fue Bárbara sirviendo una taza de café en una de las mesas con la misma ropa con al que la conoció, con el pelo tomado y alborotado como siempre lo ataba, pero algo era diferente y Julieta lo noto a cinco metros del vidrio del café.

- Yo creo que  estos bocetos son los que tenemos que entregar – dijo Rodrigo cuando Bárbara regreso tras la barra

- Si, pero esos son solo los míos Rodrigo y los otros también son buenos

- Pero los tuyos son mejores

- No te lo voy a repetir, el lunes hablaremos con la profesora y que ella decida

- Va a elegir los tuyos – dijo él con propiedad en su voz – pasando a otro tema cuando me aceptaras ir a una cita

- Mira, “Rodrigo” – dijo con énfasis su nombre ya cansada de repetirlo – no voy a aceptar tener una cita contigo porque en primer lugar no soy prospecto de citas para nadie, en segundo no está dentro de mis planes tener una relación y por ultimo lo único en lo que me quiero enfocar es en mi carrera, así que si quieres llevar esta relación de compañeros en paz, deja de insistir, por favor – dijo y todo lo que de su boca salió en sus oídos cayó.

- Esta bien lo entiendo – dijo Rodrigo dándose por vencido - ¡Julieta! – grito cuando la vio dándose vuelta intentando marcharse, pero sin más que hacer volvió su cuerpo y cuando busco sus ojos para saber si su anterior declaración también se aplicaba a ella, ellos le fueron negados por primera vez – oye! No sabíamos nada de ti del Jueves pasado, tranquila que Bárbara ya me explico todo y todos tenemos arranques de locura de vez en cuando – dijo Rodrigo sin dejar de hablar, sin darse cuenta que estaba en medio de algo mucho más fuerte que su nula capacidad de saber cuándo había que retirarse.

- Podemos hablar – dijo Julieta obviando el “arranque de locura” que se había clavado en ella, esperando una respuesta, aunque fuese con sus ojos, pero Bárbara no la miraba de vuelta, no porque no fuese digna sino por el miedo que le daba enfrentar sus verdes ojos y perderse en ellos como siempre lo hacía, bastaría eso para olvidar sus decisiones y estar dispuesta a volver a sentir dolor y ella era mucho más fuerte que eso. – Bárbara

- Bárbara te están hablando – dijo Rodrigo metiéndose en algo que ni siquiera comprendía.

- Rodrigo nos puedes dejar – dijo Julieta sin despegar su vista de Bárbara

- Bueno si me echan así, no me queda otra que irme – dijo Rodrigo levantándose y tomando los bocetos que estaban fuera de la carpeta

- No es necesario – dijo Bárbara mirándolo – aún tenemos mucho que discutir – esta vez no eran las palabras, sino la mirada ajena la que se le clavaba en el pecho, sentía que lo merecía, pero no sin que la escuchara, no sin decir el motivo de su ausencia, después de eso no se merecía ningún desprecio de su parte.

- Bárbara me puedes oír por favor – dijo Julieta a punto de soltar el nudo que tenía en su garganta desde que se bajó del taxi.

- Mira, un día más o uno menos creo que da lo mismo, si quieres vienes mañana, tengo turno todo el día, ahora estoy trabajando y en una reunión a la vez, así que por favor si fueras tan amable regresa mañana – respondió Bárbara, cruda, fría, casi hiriente sin querer sonar de esa forma, sin mirarla mientras dijo todas y cada una de sus palabras, mas sabiendo que quería oírla; a la vez con total conocimiento de perderse al oír un segundo más su voz. Julieta no replico a sus palabras, ni le entrego nuevamente su mirada, se dio la vuelta y desato todo lo que estaba atado sin sacarlo por su boca, sino derramando cada palabra convertida en agua espesa, de la más salada y vil que hay.

Bárbara se dio la vuelta incapaz de verla partir, dio cinco pasos y entro al cuarto donde guardaban las provisiones, obscuro, pequeño, casi tan frío como ella se sentía, no tardo en desvanecerse en el suelo y botar todas las lágrimas que una vez prometió nunca derramar, porque habían muchas cosas por las que valía llorar y ella las había vivido todas, pero no el amor, aquel era para cobardes y sus lágrimas para ignorantes que no saben que el amor no existe, pero por más que quería aferrarse a sus ideales sabía que estaba lejos de creerlos, pero el fatal hecho de llorar como lo hizo en ese momento la hizo engruesar su piel solo un poco más y nuevamente se sintió bajo la lluvia como si aquellos días nunca hubiesen terminado.

- ¿Julieta qué paso? – Preguntó Francisca por enésima vez sin tener respuesta alguna – Jul, por favor deja de llorar que me estas matando – murmuro abrazándola con fuerza, con tanta fuerza que Julieta lloro un poco más fuerte que antes, no porque le doliera sino porque nada dolía más.

- Se acabó – dijo Julieta suspirando con fuerza antes de sonar su nariz – todo se acabó, el llanto, el amor, la idiotez todo!

- Qué pasó así no te entiendo

Julieta relato todo desde que se bajó del taxi hasta que camino en total desconcierto hasta llegar a casa, no hubo un detalle que a Julieta se le escapara, ni cómo iba vestida o como estaba atado su cabello, ni mucho menos el desprecio con el que le omitió la mirada, para Julieta nada valía la forma en que la había echado del lugar, ni siquiera su ausencia por una semana, no cuando el motivo de su ausencia era su padre y ni siquiera se lo dejo explicar, si al menos lo hubiese oído.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Nada, que voy a hacer, ni siquiera vale la pena ir a hablarle mañana, después de la forma en que me trato no lo vale

- Pero ella no sabe el motivo Juli, piensa qué debe estar pasando por su cabeza, tú te esfumaste

- Ya sé, pero quien tiene la culpa de eso, si me hubiese oído al menos. Ya fue Fran, un flechazo de un mes le pasa a cualquiera y no podía ser tan bueno después de todo.

- Cariño si solo fuese un flechazo yo misma te ato a la cama para que no la busques nunca más, pero después de estas lágrimas tú y yo sabemos que no es solo eso

- Es que Fran! – Dijo una vez más retomando el llanto – yo sé que tiene sus trancas y huevas ocultas, pero porque mierda tuvo que ser tan hiriente

- Anda mañana, dale una oportunidad a todo esto, probablemente después de oírte se disculpe y logren entenderse.

Julieta la oyó atenta, sintió el momento exacto en que sus palabras la convencieron, pero en vez de calmar el llanto la hicieron aumentarlo, por la sencilla razón “que ella dando su brazo a torcer” significaba “Ella amando con locura” y la locura no era un buen lugar para vivir, no cuando se tiene todo para perder y nada para ganar.

El sucio paño se deslizo casi por su propia cuenta sobre la mesa, Bárbara actuaba casi robóticamente, su mente actuaba por la costumbre de bajar los asientos y limpiar las mesas, pero en el fondo su mente estaba en otra parte, estaba en la duda, la incertidumbre de si la vería pasar por la gran puerta o del todo iba a pasar el día entero esperándola y aunque no era fiel a lo que sentía era lo segundo lo que deseaba que más pasara, no podía enfrentarse a su ojos, perdería de inmediato contra su voz y si por algún motivo se llegaba a impregnar de su perfume seria su total perdición, de eso no tenía duda alguna, lo que si la hacía dudar eran sus decisiones, no estaba segura de haber tomado la correcta, no quería creerlo, pero quería comenzar a olvidar, a empezar una vez más sin los sentimientos que la ataban a sentirse bien o sentirse más que mal.
El día avanzo de forma normal, demasiado para su gusto y por más que miraba la hora cada cinco minutos, el minutero se movía a la mitad de su tiempo, el día no quería terminar y ella solo esperaba a cerrar el lugar e irse a su casa, darle al fin un término a su día sin sentir que había tomado la decisión equivocada sino la correcta, pero las cosas nunca funcionan como uno las desea, mucho menos cuando se trataba de Bárbara Jerez.

- Hola – dijo en cuanto cruzo la puerta, el café estaba vacío y no tardo en notarlo. Bárbara se quedó en la misma posición que estaba antes de que entrara, no tuvo necesidad de mirarla, sabía que venía mucho antes de que oyera su voz.

- Hola – respondió girándose para darle la espalda – ¿quieres un café?

- Bueno – dijo dudando

En silencio Bárbara preparo el café, con leche y canela, el mismo que siempre pedía Julieta, el mismo que siempre tomaba ella. Julieta la observo de pie frente a la barra, con incalculables ganas de abrazarla por la espalda, de perderse en el aroma que siempre tenía su cuello y pelo, mas su cuerpo estaba lejos de moverse.

- Soy toda oídos – dijo Bárbara en cuanto se dio vuelta para entregarle su café, no sin antes notar el gorro que llevaba puesto, y aun así escapo de su mirada.

- Nada de esto ha sido como tenía que ser – tomo aire y busco su mirada, más seguía prohibida – Bárbara me puedes mirar – rogó y ella desistió, sabiendo lo que eso significaba, cada pigmentación de verde que tenía en frente se clavaba más en su interior – Si de algo puedo pedir disculpas es de haberme marchado de tu casa ese día, la verdad fue un acto irracional que ni yo misma entendí, era la primera vez que sentía celos de alguien, de ti, con tanta fuerza que me perdí en ellos – Julieta seguía explicando todo lo que ese día había querido decir y la cabeza de Bárbara estaba tan dañada que no le costaba entender su comportamiento irracional y mientras más avanzaba el relato de Julieta más entendía su desaparición, quería entender lo que se sentía la posibilidad de perder un padre, pero nunca lo había experimentado, quizás “Perder a alguien que amas” no quería que estuviese dentro de su lista. – No fue mi intención desaparecer así, fue todo demasiado rápido y cuando salí de ese estado de shock te busque pero no te encontré, yo de verdad lo siento por todo – dijo Julieta tomando de improvisto su mano. Bárbara sintió como un hormigueo colapsaba su piel.

- ¿Cómo está tu papá? – Preguntó quitando su mano. Julieta se estremeció

- Mejor, aún no se mueve bien, tiene que hacer terapia y todo eso, pero está bien, vive que es lo importante.

- Que bueno. Nunca entendí por qué te fuiste, quizás la idea de que te habías aburrido y no sabías como decirlo paso por mi mente una o dos veces, pero el hecho de que haya pasado por mi mente justifica mi comportamiento de ayer y de verdad te pido disculpas por la forma en que me dirigí a ti…

- Bárbara podemos hacer como que esto no paso y continuar en donde estábamos, me puedes mirar de verdad, como antes – susurró entre húmedos nudos que a toda costa querían salir

- Ju… Julieta yo no puedo, todo esto fue lindo mientras duro, pero no me puedo permitir volver a sentirme así…

- Pero no va a volver a pasar, lo prometo

- No puedes prometer algo que no sabes si podrás cumplir, ha pasado un mes y todo es más intenso ahora, con el tiempo me darás la razón

- Lo que quieres decir es… - dijo ya sin poder contenerse, soltando todo lo que no quería guardarse

- Que lo que teníamos acabo, que no me permito sentirme así otra vez, no lo digo por lo que paso ni es tu culpa lo que estoy diciendo, cúlpame a mi si quieres por intentar tener algo de lo que no soy capaz, me ha costado demasiado llegar hasta aquí y si alguna vez vuelvo a pasar por lo mismo de hace unos días sé que me voy a perder y ese es un lujo que yo no me puedo dar.

Un sonido espeso salió de la boca de Julieta, no supo lo que estaba pasando solo sintió como las palabras se le clavaron un poco más adentro de lo que ya estaban – Así de fácil – fue lo único que logro decir de inmediato

- Lo siento – Murmuro sintiéndose débil y demostrándose fuerte – Si fuera fácil no me importaría lo que estoy diciendo, pero me importa

- ¿Tú sientes?  Porque yo estoy sintiendo que me estoy perdiendo en este momento

- Julieta, vas a estar bien, estoy segura de eso, un mes no es difícil de olvidar


Julieta soltó una extraña risa, como si el sarcasmo de lo que estaba pasando no fuese suficiente – ¿Dónde lo encuentro? – Preguntó sin obtener respuesta a algo que solo ella entendía – Dónde encuentro al doctor ese que borra de tu mente los recuerdos que no quieres retener. No es el tiempo lo que me va facilitar olvidar Bárbara, es la intensidad con la que sentí en ese tiempo lo que me lo va a dificultar. Yo queriendo creer que era algo de a dos sin darme cuenta que era unilateral. Cuídate – dijo sin esperar respuesta a sus palabras, marchándose del lugar mientras sentía que un pedazo de ella se desmoronaba con cada paso que daba.

Comentarios

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    1. "He intentado tres veces enviarte mi comentario y nada que sale :/ ... Es una genial y excelnte historia... Hoy me quedo con el nudo en la garganta acompañando a Julieta en su dolor... "

      LLego a mi correo, muchas gracias por intentar una y otra vez comentar Angel de Mar, esta historia la estoy viviendo a medida que la escribo.

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  2. Éste capítulo me ha hecho quedar con la sonrisa al revés. :(
    Y como ya dije que creo que estoy enamorada de la historia hoy quedo entusada (despechada, con el corazón roto) o como se digan allá en Chile.

    *se sienta a llorar mientras llega el próximo capitulo*

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    1. "heartbroken" como suena mejor en mi cabeza, ya viene el proximo capitulo :) Saludos!

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  3. por que me haces esto,? que triste , pobre julieta, aunque tambien entiendo a barbara, ella quiere tener un buen futuro por todo lo que ha sufrido, claro que al lado de julieta seria mejor pero ella no lo entiende, en fin como siempre excelente, esperando con ansias el siguiente. besos

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    1. yo tamoco sé porque me hago esto, es traumante!! Besos Josefina!

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  4. Quede literalmente con el nudo en la garganta :(..... se ha convertido de tus historias en mi favorita; encantadora; envolvente; llena de intriga; espectacular

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  5. Uhhh el miedo de Barbara es demasiado grande, espero la conti pronto, buen capi

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  6. Muy buen capítulo; triste eso sí :( Espero cada día el próximo capítulo.
    Saludos,
    Sole

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