Segunda Piel 3

Capítulo 4: Caminos diferentes.

Cuando la razón está en la cabeza y el deseo se oculta en el corazón es difícil actuar de acuerdo a los anhelos, nuestra mente no es consciente de lo que el corazón absurdamente quiere. Bárbara sabia que quería estar sola, que en su vida no necesitaba nada más que a ella misma, entonces si estaba tan segura de eso, por qué motivo le molestaba que Julieta llevase dos días sin acercarse a saludarla o que la ignorase cuando pasaba cerca, cuál era su motivo de su enojo si no alteraba sus planes su presencia o u ausencia. La realidad era tan distinta a lo que creía, Bárbara no era capaz de comprender que una Julieta era necesaria en su mundo.

 Mientras Bárbara miraba a Julieta sin que nadie la notara, Julieta experimentaba impacientemente si era o no necesitada, quería que Bárbara se acercase a hablarle, que tomara por una vez la iniciativa, que extrañase su voz tanto como ella lo hacía, sin embargo eso no pasaba, al contrario, mientras más Bárbara experimentaba, más pasaban los días y ambas se alejaban incluso más de lo que alguna vez estuvieron cerca.

- Rodrigo te pido un favor, hoy no. Hoy quiero pasar el día sola – dijo secamente

- Pucha es que yo quería invitarte al cumpleaños de Julieta, en realidad ella nos invito a todos y yo me preguntaba si querías ir conmigo

- Rodrigo no tienes a algún novio para invitar – respondió ofuscada, primero el que Julieta no se había acercado en tanto tiempo no era motivo para no invitarla, segundo tenía que ser una broma de mal gusto que estuviese de cumpleaños precisamente ese día y tercero… Rodrigo no tenia culpa de su malhumor.

- Difícil, porque no soy gay y créeme que no tengo nada en contra de ellos, pero quien me gusta aquí eres tú.

Aquella respuesta era algo que no necesitaba bárbara y mientras lo miraba entre sorprendida y ofendida, Julieta oía intrusamente tras la barrera de compañeros que tenía enfrente, “Feliz cumpleaños Julieta” pensó, espero pacientemente a oír la respuesta de Bárbara, pero las palabras de alguien más interrumpieron su tarea

- Rodrigo, hoy no. – respondió Bárbara y abandono la sala, era la primera vez que alguien era tan directo con ella, la primera vez que oía decir que gustaban de ella, la primera vez que se sonrojaba por ello, no sabía si la sensación le agradaba o todo lo contrario, no quería sentirse así, como si la estuviesen obligando a convertirse en algo que no era, en especial cuando para ella el amor era una tontería, un juego de niños que alguna vez leyó en un libro, nada bueno salía del amor.

El desequilibrio que le generaba a Julieta el saber que alguien más pretendía a Bárbara era tan enorme que le costó volver a la realidad por unos minutos, entonces se dio cuenta que ella nunca se había declarado, que lo que sentía era un hecho y no una confusión, que no quería pasar su vida pensando en por qué no había dicho nada, no basto mucho para imaginarse siendo un enigma de la vida, cansada, con el rostro, sus manos y su  cuerpo lleno de los caminos que había dibujado en su largos años; la fría soledad a su lado le recordó que ninguno de esos caminos la dibujaba a ella, el mismo frío la trajo de vuelta al mundo real, camino con clara intención de hablarle, de decir todo lo que tenía guardado sin importar el resultado de sus palabras, pero Bárbara ya estaba lejos de la facultad. Mientras una tomaba el Sur, la otra iba hacia el Norte.

- Supongo que la invitaste está noche – dijo Francisca cuando vio la cara que traía Julieta

- No alcance, se fue antes de que me decidiera de hacerlo.

- Jul, por enésima vez te lo voy a decir, andas puro hueviando, hasta cuando! Te pasas con cara de poto porque no te habla y tu tampoco lo haces, estás perdiendo sin siquiera entrar a la competencia.

- Es tan rara Fran, pero me encanta, eso es lo único que sé

- Lo que yo sé es que eres una idiota, ve al café e invítala a la noche, porque si vas a estar con esa cara a la noche será el peor de tus cumpleaños, incluso peor del que te propusieron matrimonio. – dijo riendo

- No me causa gracia, lo voy a pensar.

Francisca rodó sus ojos sabiendo que su amiga no tenia causa alguna.

Bárbara llego a su casa, tomo el primero de los libros que estaban sobre su mesa y se sentó a leer, o al menos eso pretendía, hojeo tres veces la misma página, no importaba cuanto intentara leer, a la mitad de su lectura insistían en aparecer dos enormes ojos verdes que le hacían perder todo lo avanzado. Un grito se oyó en el que era su lugar en el mundo, un grito ahogado y desesperado, tomo la libreta que mantenía en su velador y la lanzo contra una de las paredes, la culpo por todas sus dudas y sentimientos, nunca debió encontrarla, nunca debió leerla, ella abrió todo eso que le era desconocido, fue ella quien le hizo querer saber más. Todo eso pasaba por su cabeza, todo y mucho más.

Pasaron un par de horas hasta que Julieta se decidiera ir al café “Dos Amigos”, faltaban menos de una para su fiesta, pero si se llegaba a atrasar al menos sería por una buena causa. Cuando estaba por llegar noto que las luces ya se estaban a pagando, espero cerca hasta que Bárbara salió a cerrar, noto la ropa que llevaba y pensó “no puede verse más hermosa… posiblemente si” llevaba su típico pantalón pegado a la piel de color negro, unas zapatillas de lona blancas y por primera vez estaba sin su chaqueta de siempre, pudo ver perfectamente bien los detalles de la chaqueta de cuero y bajo ella lo que parecía ser una camisa de color verde, miro hasta su cabeza y extraño su usual pelo tomado, cuando Bárbara se dio vuelta y pudo mirarla de frente, rogó porque siempre llevase el pelo así de suelto. Dio seis pasos y con miedo dijo “Hola”.

Bárbara no supo si responder o simplemente pasar de largo, nada tenía que hacer ahí, acaso la estaba esperando a ella, precisamente después de ignorarla por tanto tiempo, sencillamente no era justo, ni siquiera la miró, avanzo sin mirar atrás, la rabia que sentía ni ella misma sabia porqué la tenía.

- Bárbara, para por favor

- Dime – dijo mirando hacia arriba por un segundo

- Podemos hablar un momento

- Sobre qué

- Hay mucho que quiero decirte

- ¿No hay una fiesta en la que debes estar?

Julieta dudo un segundo, Bárbara estaba enojada y pretendía hacérselo saber, pero en ese mismo segundo de duda hizo el más irracional de los actos, tomó la mano de Bárbara y la hizo correr tras ella, sin quitar por un instante el contacto de su piel, aferrándose con todas sus fuerzas a ello y Bárbara… ella estaba en una nube muy lejana, ni siquiera era una nube de este planeta, sabía que estaba corriendo, sabía que no quería estar con la persona que la llevaba de la mano, entonces porqué no dejaba de pensar en que tenía su mano entrelazada en sus dedos. La sensación le estaba costando la razón, al punto de dejar una sensación, al fin bárbara acepto que lo que sentía era un sentimiento, después de todo era su cumpleaños también, por qué no dejar que el tacto de la única persona que había atravesado sus barreras siguiera mostrándole destellos de luces mientras corría.

Cuando llegaron al lugar que se le vino a la mente a Julieta, bárbara no se soltó de su mano, camino a su lado hasta llegar a una banca y se sentaron juntas a pesar del silencio, como si su alma estuviese hablando antes que ellas. Miraron al cielo al mismo tiempo y cuando Bárbara bajo su cabeza para mirar a Julieta, esta ya la estaba mirando de frente, se perdió por un segundo en sus labios y la cabeza de Bárbara quedo en blanco.

- La cosa es Bárbara, que me gustas más de lo que deberías gustar, que contigo siento lo que con nadie solo con hablarte, que todo este tiempo que no te hable estuve buscando un indicio de que tu sentías lo mismo, pero me canse de esperar, ya no quiero esperar.

Bárbara se sentía perdida en la vastedad de su mirada, sus inmensos ojos verdes habían impedido que procesara cualquiera de las palabras de Julieta y como si alguien hubiese poseído su cuerpo, hizo lo que jamás en su vida siquiera soñó, Julieta incrédula cerro sus ojos cuando sintió el tacto de sus manos en su cara, ni siquiera esperaba lo que iba a suceder, hasta que el cálido y húmedo roce en sus labios la hizo abrir sus ojos de golpe, con sorpresa y sin resistencia los volvió a cerrar, Bárbara entreabrió su boca y el baile de sus labios se hizo inacabable en su mundo, nada estaba escrito de ahí en adelante.

Si Julieta supiera como describir el sabor de aquel beso, probablemente hubiese dicho que tenía sabor a café con leche y un dejo de canela, en ese instante ese se volvió su sabor favorito en todo el mundo y aunque muy a su pesar ese no había sido su primer beso, lo sintió como tal, lleno del nervio y la curiosidad que aquel provocaba, porque aunque ella en ese momento no lo supiera, para Bárbara si era su primer beso y el nervio que sentía era la proyección de Bárbara en sus labios, en su boca.

Cuando la vida siguió su ritmo y un vehículo que pasaba cerca hizo sonar un desafortunado “Piiii–Piii” Bárbara volvió a la realidad, se separó de Julieta y con sus mejillas envueltas en el más maravillosos color rojo miró al cielo, pero ni las estrellas podían superar sus ocultas ganas de volver a perderse en el par de ojos verdes que no dejaban de mirarla, mientras un “¿esto realmente fue real?” redundaba en su cabeza una y otra vez.

Julieta quería volver a besarla, la miraba insistentemente esperando a perderse en sus increíbles piedras negras, pero Bárbara no sabía ni su nombre en aquel momento y Julieta se sintió en otra época, en las que los hombres cortejaban a sus doncellas y el premiado beso no venía antes de un compromiso, rió a sus adentros por considerarse un hombre.

Una hora había pasado y ellas seguían sin decir una palabra, la pierna de Julieta vibraba incesantemente probablemente por las llamadas de su amiga, la fiesta había comenzado y ella no estaba cerca, pero la fiesta ni siquiera figuraba en la cabeza de Julieta, mucho menos lo iba a estar en los siguientes segundos

- Feliz Cumpleaños – dijo Bárbara a media sonrisa y al fin mirando a sus ojos – eso se dice en estas ocasiones, ¿Cierto? – complemento al ver la boba sonrisa de Julieta de vuelta

- Si, eso se dice en estás ocasiones. – dijo mirando al suelo nerviosamente y acomodando su cabello – ¿Es muy pronto para decir que este ha sido el mejor cumpleaños de mi vida?

- El mío también – murmuro Bárbara, sin siquiera saber de donde habían salido aquellas palabras e inexplicablemente Julieta no lo oyó

- ¿Cómo?

- Nada, creo que es hora de que me vaya y tú tienes una fiesta en la que estar

- Ven conmigo – dijo Julieta tomando su mano, se perdió por unos segundos en lo agradable que era su tacto. Bárbara sonrió.

- No soy un prospecto para fiestas

- Tampoco lo eres para las citas, pero ya ves lo bien que nos salió esta

- Gracias por informarme que esto había sido una cita – dijo bárbara entre cerrando sus ojos con ironía

- De nada, a la próxima te informo cuando este por finalizar

- Y qué te hace pensar que va a haber una próxima

- Quizás es pronto para decírtelo pero yo veo el futuro y en un rato cuando te invite a un café en un lugar llamado “Dos Amigos” mañana por la tarde no vas a ser capaz de decirme que no – Bárbara rió sincera, como siempre que Julieta estaba cerca.

Julieta rió a su lado y sin soltarse de su mano se acercó nuevamente a su cara y la risa en la boca de Bárbara desapareció, pensó e escaparse, en correr lo más rápido posible lejos de ella, pero la idea de volver a probar sus labios era mucho más confortable que la de huir. Julieta besó su mejilla suavemente, el sonido que hicieron aquellos labios en su cara la hicieron sentir la piel de gallina, se miraron por unos segundos y se perdieron en el alma de la otra, ya no andarían solas por el mundo, solo con la mirada se impregnaron de una parte de sí mismas y cuando menos lo esperaba, Julieta sello aquel simple acto con un beso, un beso que era todo menos simple, amarró entre sus labios el borde inferior de su boca y durante el mismo segundo el superior, con tanta calma que Bárbara pensó por un instante que todo aquello era un sueño y que en cualquier momento iba a despertar. Rogó por que el despertador no sonara y se entregó al sabor de su boca, esta vez dejándose explorar, como si necesitaran ambas descubrir sabores nuevos se dejaron llevar en lo que a simple vista podía ser censurado, no era grotesco, ni demasiado apasionado, era la forma precisa en que ambas deseaban ser besadas, como si la vida dependiera de ello y olvidando que alrededor la vida continuaba, pero la vida seguía su curso y en cualquier momento aquel beso tenía que acabar, aunque no fuese durante ese minuto ni los diez que le siguieron.

- Entonces… - dijo Julieta aun cerca de su boca hablando entre cortos besos – que me dices. Tú y yo. Mañana. En una cafetería que conozco…

- Si te digo que no, ¿Llegaras de todas maneras al café?

- Si – dijo Julieta riendo y separándose al fin de ella

- Entonces te voy a decir que no

- Bueno, a las siete creo que estará bien entonces – dijo levantándose de la banca

- ¿Te vas? – preguntó con cierta tristeza en su voz

- “Nos”, te acompañaré a tu casa

- ¿Y esa es tu estrategia para saber dónde vivo?

- No esa es mi estrategia para pasar más tiempo contigo

Bárbara se levantó de la banca y no dijo nada, intento ocultar la tonta sonrisa que según ella tenía en su rostro, como si eso fuese posible. Camino al lado de Julieta tan lento que hicieron que el tiempo se sintiera rechazado, no existía en sus pasos y si hubiesen seguido el ritmo de sus corazones, aquel “caminar” hubiese sido “correr”. Julieta planeaba en su cabeza como decir lo hermosa que se veía caminando con sus manos dentro de las carteras de su pantalón, se imaginó todas las maneras posibles en que podían variar las oraciones, “Te han dicho lo hermosa que te ves cuando caminas con las manos en los pantalones.” Pensó, pero sonó tan absurdo en su cabeza que prefirió callar, “Me gusta cuando caminas así, con las manos ocultas, te ves sexy.” Agitó su cabeza sacando aquel mal comentario de sus recuerdos, porqué tenía que gustarle tanto como caminaba cuando llevaba las manos en los pantalones, la curiosa forma en que sus hombros se levantaban más de lo normal, como su cuello se perdía entre su cabello o que su espalda se veía mucho mejor cuando retrasaba su paso solo para ver la misma menearse con su paso. “Quizás cuando tenga más confianza. Si es que.” Bárbara quito las manos de sus bolsillos para acomodarse su pelo, saco una liga de su muñeca y como si fuese la obra de un artista Julieta la observo enredar su pelo creando un vulgar tomate, que en ella parecía tan ordinario que Julieta lo calificó como “Extraordinario” en el mejor sentido de la palabra. Cuando Bárbara volvió su mirada, sonrió al ver la cara de embobada de Julieta una vez más y fue esa misma sonrisa la que le dio valor para tomar lo que ya no estaba dentro de los pantalones ni creaba con su cabello, entrelazo sus dedos a los de ella y se aferró a su mano, la sensación la hizo sentir diferente esta vez, como si quisiera atarse a ella toda la vida, la anglosajona frase “Falling in love” comenzaba a tomar peso en su vida, como si estuviese parada al frente de un abismo y cada paso que daba con ella de su mano la hiciera acercarse cada vez más a la orilla, pero no quería caer, la miro por un instante como si de aquel segundo dependiera su vida, Julieta no quería caer enamorada de ella “Las caídas duelen.” Pensó, lo que Julieta quería era que Bárbara la tomara tan fuerte de su mano, que aquella no fuese una caída, sino que la sostuviese de caer y así se sintió cuando Bárbara la vio con una enorme sonrisa después de mirar sus manos atadas, no caía enamorada, Julieta se estaba amarrando a ella.

- ¿Cuánto falta para llegar a dónde vives?

- Tres cuadras, pero puedo seguir sola, no es la primera vez – dijo intentando soltarse de su mano. Intentando.

- Me imagino que está acostumbrada a estas calles – dijo Julieta sonriendo y tomando su mano con fuerza

- ¿Qué haces? – preguntó Bárbara cuando Julieta la desvió de su camino

- Aprender un camino nuevo, más largo. – Bárbara rió con ella

- ¡Estás loca! – grito en medio de la calle, en plena noche, pero sintiéndose tan bien con la locura que la cordura parecía absurda en ese instante.

- Probablemente, ¿No te da miedo?

- Son pocas las cosas que me dan miedo

- Enuméralas

- La obscuridad absoluta – dijo levantando su dedo meñique, mientras continuaba con el anular – Las multitudes, los gatos, a la muerte – dijo levantando el medio y el índice

- Y el ultimo, cuál es tu ultimo miedo

- El pasado – dijo Bárbara y algo en su mirada hizo que Julieta no preguntara – como ves no estás dentro de mis miedos

- Cuidado, todos los días nacen miedos nuevos – susurró Julieta cerca de su oído, besó su mejilla y metió su mano entrelazada dentro de su chaqueta, solo para culpar al frío por las ganas que tenía de tenerla un poco más cerca.

Bárbara no quería llegar a su casa, quería seguir dando vueltas interminables a la manzana, con ella, de su mano, con tanto en su pecho que no sabía que existía, a lo que no había posibilidad de ponerle un nombre, eran palabras desconocidas, peor aún eran sentimientos desconocidos. A cada paso que daban algo nuevo agitaba su pecho, como si fuese más emocionante que el paso anterior y no era solo la sensación que le producía aquella otra mano dentro de la ajena chaqueta, no. Era mucho más que eso, tal vez la forma increíble en que sus negros ojos se veían más brillante de noche, como si se acoplaran perfecto a la oscuridad o lo melódica que podía sonar su voz, quizás su presencia en si era lo que la estaba haciendo perder la cabeza, ya no habían dudas de eso, aun así, no quería despegarse de ella, pero lo que ella quería estaba lejos de sus actos.

- ¿No hay una fiesta digamos que para celebrar un cumpleaños, precisamente para ti en la que deberías estar en este momento?

- Probablemente

- ¿Y entonces, seguiremos dando vueltas?

- Probablemente

Pero Bárbara ya no quería dar vueltas, aquel era también su cumpleaños y el único que quería recordar por toda su vida, no habían recuerdos de uno pasado, si por tanto tiempo ni siquiera supo el día en que había nacido, este era de ella y quería apoderarse de el para toda la vida, aunque quien la acompañaba no lo supiera, lo que realmente Bárbara quería era volver a probar sus labios, perderse una vez más en el sabor de su boca, en el suave tacto y todo lo que aquel tacto le provocaba, pero aquello le estaba dando miedo, Julieta tenía razón, siempre iban a haber miedos nuevos.

- Entonces, tú te vas por ahí a tu fiesta y yo voy por ahí a mi casa – dijo indicando los caminos que las separarían

- Ya lo tienes todo planeado – dijo Julieta sonriendo

- Sí – afirmó Bárbara – Qué es lo que te causa risa

- Que estás indicando por donde debo ir, pero aun no sueltas mi mano – bárbara se percató de aquello y se soltó de ella, la sensación que le dejo su lejanía la hizo extrañar la comodidad de sus dedos, quiso volver a atraparla, pero ya era tarde, Julieta apretaba su mano dentro de su chaqueta, creyendo que aún tenía la otra entre sus dedos.

- No me estaba quejando

- Es tarde – dijo Bárbara retomando antiguos tonos de voz

- Y volviste a ser sería una vez más, pensé que ya habíamos pasado todo eso

- Julieta. – Dijo Bárbara tomando su cabeza – me estas volviendo loca de verdad

- Esa es la idea – dijo Julieta apoderándose de su boca sin siquiera pedir permiso para hacerlo, no quería más, no necesitaba más, solo el simple acto de besar su boca, como si eso fuese poco, cuando en realidad era todo.

Se besaron una y otra vez, con el cielo, la calle y los perros que vagaban a esa hora de testigos, las estrellas se reflejaron en ellas y sintieron el amor que tantas veces habían sentido por amantes reconocidos, solo que ellas aun no reconocían ese amor.

Bárbara quería pedirle que se quedara, que tomara el mismo camino que ella y terminara no fuera de su casa sino dentro, pero un nuevo miedo se apodero de ella y si Julieta quería que pasara algo más. Sin importar lo que estuviese sintiendo en su cuerpo Bárbara no estaba preparada para eso, después de todo, no importaba su edad, en la no-realidad era solo una niña con deseos de despertar al mundo por primera vez en su vida para ser una mujer. No, no estaba lista aún para eso.

- Déjame quedarme contigo – dijo Julieta aun en su boca – prometo portarme bien

-¿Y tú fiesta?

- Deben estar pasándolo bien sin mí, yo estoy bien sin ellos – dijo sonriendo en sus labios

- Mi cama es pequeña

- Mejor, dormiremos cerca

- Julieta…

- Bueno, si quieres que me vaya me voy – dijo al fin alejándose de su boca y muy a su pesar, caminando en sentido contrario a Bárbara

-¿Y te vas a ir sin despedirte? – Preguntó Bárbara haciendo que Julieta se detuviera en sus pasos – Ni siquiera sé lo que estamos haciendo Julieta, esto no es tan fácil para mí como para ti

- ¿Eres extraterrestre? – pregunto Julieta volteándose a mirarla

- Algo así

- Mi nuevo estatus de Facebook será “complicado: saliendo con una alienígena”

- ¿Facebook? – pregunto Bárbara

- Realmente me voy a creer que eres extraterrestre – dijo Julieta al fin frente a ella una vez más – mira, vamos con calma – se detuvo para buscar sus manos – conozcámonos bien, yo te cuento de mí, tú de ti y hacemos esto real, sin apresurarnos. Realmente ahora no quiero llegar a esa fiesta y sería perfecto para mi día terminarlo contigo, no hay que hacer nada, solo dormir – dijo intuyendo de donde provenían sus miedos.

Bárbara no respondió, tomo su mano firmemente y camino a su lado hasta la que ella llamaba casa, abrió la puerta y dejo que Julieta entrara antes de prender la luz – pensé que te daba miedo la obscuridad absoluta – dijo Julieta mientras sentía su respiración frente a ella, pero no podía verla del todo – a veces me gusta sentir miedo – respondió Bárbara provocando sus labios una vez más aquella noche, lento, corto, demasiado corto. Prendió la luz y Julieta observo su alrededor y pensó en lo bien que se veía todo, lo poco que había se complementaba tan bien incluso con Bárbara en ella, se lograba mimetizar en todo lo que le pertenecía. No había televisor, ni radio, ni cables que llegaran a algún computador, se sintió en otra época mientras observaba todo y se sentaba en el antiguo sofá café que se veía tan cómodo como se sentía. Quién era esta mujer y que estaba causando en su mundo, una vez más pensó “Te conozco de otra vida”.

El silencio se apodero de ellas al momento en que Bárbara se sentó a su lado, no había un reproductor de música para esconderse en su sonido, pero el silencio no era incomodo, sino todo lo contrario, el silencio se hizo parte de ellas. Julieta se acercó a Bárbara, levanto su brazo izquierdo y se refugió bajo el, se sintió bien bajo el y Bárbara pensó en que nunca se hubiese atrevido a hacerlo.

- ¿Alguna vez has oído el silencio? – preguntó Bárbara casi en un susurro

- Creo que si el silencio se pudiese oír, dejaría de llamarse silencio

- No. – Dijo Bárbara segura de lo que hablaba – El silencio es profundo, mucho más de lo que puedes imaginar, mientras más te adentras en él, más te pierdes, hasta que tu memoria te transporta a toda clase de sonidos, tantos que crees que pierdes la cordura, aunque no es así – Julieta oía atenta la descripción de Bárbara y notó la tristeza en su tono de voz, quito la mano de su hombro y se acurruco en sus piernas, Bárbara dejo de hablar por dos segundos, mientras una de sus manos se entrelazaba con los dedos que añoraba y la otra se perdía en aquel cabello que secretamente muchas veces quiso acariciar – Piensa en que oyes el silencio por días, lo insoportable que creías conocer no es nada, hasta que el silencio se vuelve un infierno, la lucha constante entre todo lo que es real y lo que tu cabeza se inventa sin siquiera tener tu permiso. No sé… ¿Alguna vez has oído el silencio? – Preguntó ahora sonriendo, aunque la salada agua que salía de sus ojos dijera lo contrario.

- ¿Quién te hizo tanto daño?

- Yo pregunte primero – argumento limpiando su cara, evitando responder

- No me gusta el silencio, hace que todo se vuelva más grande o más pequeño a la vez, soy de las pocas que disfruta el sonido de los bichos por la noche.

- A mí tampoco me gusta

Julieta rió. Bárbara se perdió en lo melódica que sonaba su risa, no era la primera vez que la oía, pero si la primera en que la disfrutaba con tantas ganas, quería guardarla en sus recuerdos, ponerla en un trozo de memoria y que cada vez que el silencio llegase ponerla a reproducir en su cabeza, “Sí, es una buena idea” pensó.

Por más de una hora ninguna de las dos dijo nada, se mantuvieron en la misma posición, Bárbara recorriendo su cabello y Julieta jugando con sus dedos en sus manos, quería memorizar todas las líneas de ella, no le importaba no conocer con exactitud las propias, quería guardar con precisión todos los detalles de ella, incluso la cicatriz que tenía sobre uno de sus nudillos, eso fue lo primero que grabo. Bárbara entre tanto pensaba en cómo podía sentirse así, ni siquiera porque Julieta fuese una mujer, sino porque pensaba que aquellas sensaciones no estaban permitidas en su vida, pero solo porque ella misma se las prohibía, “¿Quién te hizo tanto daño?”, la pregunta seguía dando vueltas en su cabeza, se había dejado llevar por sus palabras sin darse cuenta de las consecuencias, su pasado se volvía tan presente que las imágenes de una obscura habitación en la que no podía oír nada excepto el silencio, los ecos de sus gritos se inmortalizaron en su cabeza y quería escapar de ellos, cerro sus ojos e intento olvidar, ese ya no era su presente y aunque no sabía adonde iba a llegar lo que fuese que había entre ella y la mujer que estaba apoyada en sus rodillas, prefirió refugiarse en sus ojos, ese fue el instante en que los ojos de Julieta dejaron de ser admirables y se convirtieron en su escondite, siempre en ellos iba a querer perderse.

- Ya son pasado las 12, creo que sobreviví a mi cumpleaños número veinticuatro – dijo Julieta dando un beso a la mano que no quería soltar. Bárbara rió.

- Qué te causa tanta gracia

- ¿Crees en las coincidencias?

- Mmm… ¿Cómo la coincidencia de que haya sido yo quien encontró la cadenita que no te quitas del cuello? Sí, creo en las coincidencias. – Respondió de inmediato

- Entonces te voy a contar un secreto – dijo con una especial sonrisa – Este fue el mejor cumpleaños de toda mi vida

- ¡Cómo! – grito Julieta parándose del sofá. Bárbara paso sus manos por sus ahora solitarias piernas, de inmediato extraño tenerla cerca

- Eso, al principio me pareció algo absurdo, después lo acepte, pero ahora que me dices que en realidad nacimos el mismo día…

- ¡Pero no dijiste nada!

- Nunca he celebrado un cumpleaños – Bárbara tuvo la intención de contarle toda su historia, pero se detuvo “Quién es esta desconocida y por qué le voy a contar mi vida”, pasó por su cabeza como un rayo y omitió.

- Todos hemos celebrado cumpleaños

- Digamos que los míos eran cualquier día del año

- No te entiendo – dijo Julieta aun de pie, queriendo saber más

-No es un día importante para mí, eso es todo – dijo poniéndose de pie – de todas maneras, fue el mejor, aunque no tengo la más mínima idea para donde va todo esto

- Si supiéramos no sería divertido – respondió Julieta acercándose a ella, rodeo con sus brazos su cuello y le quito la liga del cabello logrando que un “¡Ay!” saliera de la boca de Bárbara

- ¡Me dolió! – reclamo Bárbara – tarada…

- Eso fue un insulto – dijo riendo Julieta mientras jugaba con el pelo de Bárbara, aun con sus brazos rodeando su cuello – eso fue por no decirme nada, se te paso el dolor “tarada” – preguntó con ironía mientras le acariciaba su cabeza

- No. – Respondió haciendo un gesto que Julieta realmente disfruto

- Te haré enojar siempre

- Y por qué si se puede saber – pregunto repitiendo el gesto

- Porque levantas el labio de arriba justo en esta esquina – dijo imitándola, pero no la dejo replicar, estaba demasiado cerca para no aprovechar sus labios, después de todo, había estado deseándolos desde que los miraba cuando estaba en sus piernas.

La ansiedad de los primeros besos las llevó a bailar por la habitación, era grande, había espacio, no hubo nada que las hiciera tropezar por su camino, Julieta pensó en lo que quería que ese beso acabara y Bárbara intento no pensar del todo ya que su instinto le decía que se detuviera en ese mismo instante, mas había algo mucho más fuerte que la hacía bloquear todo o casi todo.

- Feliz cumpleaños – susurró Julieta alejándose de sus labios y acercándose a su oído y fue el abrazo que vino después la que repentinamente la hizo soltarse de Bárbara - ¡Mentira!

- ¿Qué paso?

- ¡Dime que no la leíste! – grito Julieta acercándose a la silla que estaba al lado de la cama, cuando Bárbara la vio sostenerla entre sus manos y sus mejillas volverse de un rojo tan intenso que se veía extraña, sumo dos más dos y pensó en cómo no se había dado cuenta antes.

- “Julieta libre de razones, no hay Romeo en mi historia, no soy una Capuleto.” O algo como eso – dijo riendo

- Si la leíste

- No… - dijo con sarcasmo – solo llegue hasta ahí, de haber sabido que era tuya la leo entera

- Bárbara… - se resignó apenada

- Julieta Capuleto, acabo de darme cuenta que no se tu apellido, aunque Capuleto suena bien, quizás un poco trágico

- Deja de reírte

- No me rió, de verdad no se tu apellido

- Bárbara, pasa todos los días en la lista que firmas en clases

- Entonces tu si sabes el mío

- Jerez Fuentes – dijo con molestia

- Estás enojada – afirmó – no es mi culpa que se te haya caído la libreta en el café, nunca imagine que era tuya

- ¿Qué tanto leíste?

- Yo creo que mi capitulo preferido es el donde la protagonista se esconde atrás de la barra del bar y la barwoman le…

- ¡Ya! – dijo con aun más vergüenza pero soltando una risa explosiva al fin – Al menos lo disfrutaste

- Eres tan extraña – dijo sentándose a su lado

- Yo no soy la que lee los diarios personales de extrañas

- En el preciso momento en que lo perdiste dejó de ser personal y se convirtió de dominio público

- Tarada

- Te gusto el insulto – dijo riendo – devuélveme mi libreta

- Es mía, como te la voy a devolver

- Yo la encontré, eso la hace mía

- Claro, yo te hice lo mismo con tu cadenita

- Te voy a hacer enojar más seguido – dijo Bárbara riendo

- A mí no se me levanta el labio

- No, pero tus ojos se ven más verdes cuando estas enojada – Julieta tomo su cabeza, realmente se rendía a ella

- No puedo contigo

Julieta tomo la libreta y la volvió a dejar sobre la silla de donde la había sacado, se acomodó en la cama mientras Bárbara la seguía con la mirada, no le pidió que se pusiera cómoda a su lado, ni tampoco le devolvió la mirada, saco del bolsillo su celular y vio las interminables llamadas perdidas y los mensajes de texto que Francisca había dejado, el primero decía “Hueona donde estas”, se saltó unos cuantos y le saco una sonrisa el “Amiga estoy preocupada responde, si no estás muerta o algo así te voy a matar cuando te vea”, al final el último mensaje la sensibilizo “Jul, no te matare ni nada, avísame si estás bien, estoy preocupada, creo que saldré a buscarte”. Sin esperar mucho más tiempo y con la constante mirada de Bárbara encima se dedicó a responder, “Estoy bien, estoy con ella, no me mates que estoy más que bien”. Cinco segundos más tarde su celular volvió a vibrar “olvídate del regalo, de todos ellos”.

- ¿Estas cómoda? – preguntó Bárbara

- Bastante cómoda tu cama, pequeña, pero cómoda

Bárbara la miró sarcásticamente queriendo responder, pero cuando sintió su estómago hacer un ruido extraño, se detuvo. Miró la hora en su reloj y ya había pasado la media noche, no era hora para comer, pero que le importaba a ella las reglas, se paró de la cama sin decir nada, Julieta podía seguirla con la mirada desde la cama, cuando vio que comenzó a prender la cocina, supo que estaba haciendo algo de comer y no le importo admirarla mientras lo hacía.

- Podrías venir a ayudarme en vez de mirar

- Tu lo dijiste, “podría”

- Recuérdame una vez más, ¿quién eres tú y por qué te deje entrar?

- ¿No sabes quién soy? Julieta libre de razones – dijo levantando sus cejas intentando provocarla

- Cierto! La depravada sexual

- Ahora si  me ofendiste! – dijo Julieta poniéndose de pie para llegar hasta ella

- Yo creía que te estaba elogiando

- No, no lo hacías – Julieta estaba preparada para seguir hablando. Bárbara le lanzo un beso al aire y todo lo que tenía planeado se le olvido – Qué me hiciste – preguntó en lo que no parecía una pregunta

- Yo no te hice nada, fuiste tú la que me persiguió por todos lados y después simplemente desapareciste

- A veces soy cambiante – asumió. Se acercó aún más a ella y apoyo una vez más sus brazos en su cuello entrelazando sus manos desde atrás, queriendo estar así por siempre.

- ¿Algo más que tenga que saber de ti antes de entrar a esto?

- Yo pensé que ya estábamos adentro – murmuro llenando por completo los oídos de Bárbara, Julieta tenía razón, ya estaban en algo, los nombres no importaban, lo único que en ese momento le importo a ambas fue el beso que se daban, una y otra vez, respiro tras respiro fueron sus bocas las que llenaron de sonido la enorme habitación. Julieta sabía lo que hacía y aunque era la primera boca que Bárbara probaba, era la única que quería tomar, pero por más que quisieran seguir en eso, la realidad siempre las chocaba y la olla con pasta de pronto comenzó a hervir y botar el agua, haciendo de la cocina un espanto, cuando se dieron cuenta rieron, limpiaron y se volvieron a besar hasta que terminaron de preparar todo.

- ¿Siempre has sido lesbiana? – preguntó de golpe mientras comían

- Yo no soy lesbiana – respondió Bárbara

- Lamento informarte que si lo eres – Julieta rió

- ¿Y por qué lo lamentas?

- En realidad, tienes razón no lo lamento

- ¿Y tú?

- Te contaría la historia pero como ya me siento lo suficientemente avergonzada contigo por todo ese asunto de la libretita, lo dejaremos para otro día – Bárbara acepto sonriendo. Julieta sintió que su sonrisa debería ser ilegal, ella misma podría serlo. Pensó

En la costumbre del silencio levantaron todo, Julieta entro al baño sin siquiera preguntar, siendo la única habitación cerrada asumió que ese era, mientras Bárbara aprovecho el momento para ponerse la ropa de dormir, en estado casi de taquicardia, la ansiedad de dormir junto a otro cuerpo por primera vez la paralizaba a momentos. Al momento de salir Julieta del baño se detuvo afuera de la puerta, no porque la vista le molestara, sino porque le atraía demasiado, verla con la camiseta gris y los realmente cortos shorts (eran demasiado cortos) hizo que su garganta se secara de golpe y que al contrario su boca fuese de todo menos seca.

- Puedes ponerte esto – dijo Bárbara tirando su habitual pijama sobre la cama, mientras caminaba hacia ella, Julieta espero por un beso, quería tomarla y hacerla suya en ese preciso momento, pero aquellos no eran los planes de Bárbara

- Julieta… - dijo haciéndola entrar en razón – te deje sobre la cama un pijama, dame permiso para entrar al baño

- Si… si, perdón – respondió apartándose torpemente. Tomo las piezas de ropa y se vistió rápidamente, todo iba bien hasta que se impregno con su aroma, de un momento a otro la valentía se perdió entre su olfato y la posibilidad de por primera vez en su vida estar con alguien por algo más que simple placer, era casi una necesidad, pero recordó su anterior promesa y si Bárbara no intentaba nada, ella tampoco lo iba a hacer, de eso estaba completamente segura.

Al momento de entrar a la cama, Julieta sintió sus fríos pies lo que hizo que quitara de inmediato los suyos – ¡Estas congelada! – Grito dándose vuelta y quedando a su altura – lo siento – dijo Bárbara cubriéndose hasta el cuello – no lo sientas, no es tu culpa – respondió de inmediato Julieta y bajo los cobertores enredo sus pies y los de ella, solo con la intención de darle calor. – Buenas noches – dijo Bárbara dándole un beso – Muy buenas – respondió Julieta y el beso se volvió más intenso. Así estuvieron beso tras beso, sin nada más de por medio hasta que al fin durmieron, Bárbara no tuvo pesadillas esa noche y Julieta se sintió feliz de que la cama fuese pequeña, era la excusa perfecta para dormir abrazada a ella.

La mañana hizo lo suyo con el anaranjado sol entrando por la ventana, Julieta despertó primero y se alegró de que no fuera un sueño, sintió sus manos entrelazadas y se asombró por lo bien que se veía su piel con la luz del día, también se asombró por lo lindo que se veía el amanecer desde las pequeñas ventanas, claramente no era una casa común, pero sintió que era perfecta solo por ese pequeño detalle.

- ¿Te dije que eras extraña?

- Anoche

- Es algo espeluznante mirar a las personas cuando duermen

- Depende de la persona que uno mire

- ¿Dormiste bien? – Preguntó Bárbara intentando esquivar su mirada, qué tan probable era que sus verdes ojos se vieran casi dorados por las mañanas.

- Sí, podríamos decir que dormí bien

- ¿Te pateé? – Preguntó riendo

- Algo, pero no te preocupes mis piernas sobrevivirán – respondió con sarcasmo, Bárbara reía, no estaba preocupada.

- Lo siento

- Se nota – respondió levantándose y lanzando la almohada sobre su cara. Bárbara seguía riendo

La ducha fue corta para ambas, cuando Bárbara salió del baño Julieta tenía preparado café y leche, era primera vez en su vida que alguien le preparaba el desayuno, eran muchas “primeras veces” en tan poco tiempo, definitivamente tenía que parar con ellas. Buscó su ropa en los cajones y se dio cuenta de que tendría que comprar algún tipo de cortina para separar su la vista de la cama con el resto de su hogar, nunca pensó en tener visitas, tampoco sabía si la visita en particular se iba a volver recurrente, ni si llegaría el día en que no necesitara cortinas del todo – Puedo darme vuelta mientras te cambias – dijo Julieta adivinando sus pensamientos. Bárbara prefirió no darse vuelta para contestarle, su rostro se había vuelto tan rojo como el metal caliente – me cambio en el baño – dijo tomando su ropa y corriendo, pero cuando estaba ahí se dio cuenta que algo había faltado, por algún motivo no le importo, se puso su polera preferida de satín y salió del baño. Julieta que la esperaba atenta lo noto de inmediato.

- Cierra la boca, estoy segura que no es la primera vez que vez a una mujer sin sostén – respondió caminando al cajón para buscar que ponerse bajo la polera, rápidamente y con algo de dominio, se puso el sostén sin siquiera mostrar su vientre al hacerlo, “definitivamente sabe lo que hace”, pensó Julieta.

- no es justo sabes

- ¿Qué cosa?

- Que tú sepas tanto de mí por la libretita y yo no tengo idea quien eres

- Pensé que esa era mi frase – respondió Bárbara burlándose

- Y pero hoy yo doblo turno y me quedan exactamente cuarenta minutos para desayunar e irme a trabajar y estoy segura de que tú tienes que ir a algún lugar a dar explicaciones de por qué no llegaste a tu fiesta anoche

- No le doy explicaciones a nadie hace mucho – dijo sentándose a la mesa

- Uh! Que ruda

- A pesar de que te burles constantemente de mí, me gusta esta parte tuya

Bárbara no respondió, se limitó a reír con su coqueta respuesta y disfruto del café que había preparado, se preguntó que había en el que lo hacía tan diferente de los que preparaba ella misma, pero quizás era solo el hecho que fuese Julieta quien lo había preparado.
El cumpleaños había acabado y también la noche, había llegado la mañana y con ella el día; todo tenía que seguir su curso regular,  Julieta llegar a la casa en la que estaba viviendo y Bárbara llegar al trabajo como solía hacerlo, se pararon fuera de la casa sin decir nada, como si no quisieran despedirse, había sido todo tan intenso que alejarse se sentía como un quiebre, un adiós y no un hasta luego, ambas podían notarlo, pero ninguna decía nada, al menos no sobre eso.

- ¿Dónde tomaras un taxi? – preguntó Bárbara

- Creo que los de allá van para donde vivo – indicando a la izquierda

- Para allá esta el café – dijo Bárbara indicando la derecha. Quiso preguntar si recordaba que iría a verla esa tarde, pero siempre era más fácil callar.


Bárbara comenzó a caminar y Julieta lo hizo a su lado – como tendríamos que despedirnos ahora – dijo Julieta sintiéndose tan cobarde que no se reconocía, pero el valor lo tuvo Bárbara cuando alcanzo su boca para besarla, un beso que duro tan poco que ambas lo lamentaron. Julieta camino a la izquierda y Bárbara a la derecha, cinco pasos dio cada una antes de voltear su cabeza y mirar hacia atrás, cuando sus miradas se encontraron ambas rieron, pero fue Julieta que se volvió en sus pasos – creo que puedo caminar contigo al café y después irme. – creo que si – respondió Bárbara permitiéndole caminar a su lado, una cuadra más adelante Julieta se ató a su mano, ya no querían ir más por caminos distintos, aquello simplemente no estaba en su destino.

Nota: Creo que está historia me gusta más que a ustedes, nos vemos a la proxima publicación.

Comentarios

  1. BUENISIMO!!!! Me encanta tu historia!!!!!

    Ana

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  2. Me enmorado de Barbara. Buenísima historia :3

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  3. Muy buen capi, no te tardaste mucho genial... espero la conti pronto

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    1. Me gusta muho la historia! Y como es la unica escribo más rapido! Gracias por comentar

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  4. Excelente capítulo, me encanta esta historia, me fascina la pareja de bárbara y juguete. Sencillamente excelente

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    1. Oye si Julieta no es un juguete! (Broma). GRACIAS POR LEER Y COMENTAR!!

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  5. quhermosa pareja , creo que son muy tiernas las dos, barbara es muy sencible, a pesar de querer aparentar ser fuerte, y julieta se ve que se esta enamorando de ella, ojala y no les pase nada malo y que su amor crezca sin tanto contratiempo, de verdad escribes hermoso , besos

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    1. "ojala no les pase nada mala", Como que me acostumbre a las tragedias, ojala que no Josefina :) muchas gracias!!

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  6. Simplemente eres la mejor!! otra historia grandiosa, un abrazooote y te sigo leyendo

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    1. Gracias melvira! un abrazo para ti desde la comodidad de mi hogar :)

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  7. Me gusta tanto como a ti la historia, y mejor aún que no te has demorado nada en publicar la continuación.

    Sole

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    1. Gracias Sole, ya tengo dos continuaciones más listas asi que no te pierdas! pronto publicare :)

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  8. Leí éste capítulo y quede con una carita de amor que parece que estuviera enamorada. Aunque me pregunto si es posible enamorarse de una historia, si es eso posible, creo que estoy enamorada de ésta historia.

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    1. Imaginate mi cara cuando escribia, era una sonrisa constante, yo estoy algo enamorada de ella, hacia mucho que no me involucraba tanto con una historia, hay mucho de mi en ella, pero eso es un secreto :)

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  9. me encanta!!! todos los dias reviso la pag. para ver si haz publicado la continuación... t felicito de vdd eres una excelente escritora saludos :)

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  10. Me gusta mucho lo que escribe, su trabajo me agrada y mas me gusta contar con este espacio donde se puede disfrutar de una excelente escritora,

    saludos
    María

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  11. Por favor no me usteé que me siento con más edad de la que tengo y no he llegado ahi aun... Gracias María!

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