Segunda Piel 2

Cuenta una antigua leyenda japonesa que existe un hilo del destino atado al meñique de dos personas, las que pueden ser de la misma edad o encontrarse en momentos muy diferentes de su vida en tiempo y espacio, pero aunque el hilo pueda enredarse o muchas veces tensarse, nada rompe ese hilo. Yo quiero creer que algun día ese hilo no tendra espacio y meñique a meñique se entrelazaran, formando una segunda piel. 

Capítulo 3: Todo está atado de un solo hilo.

Al día siguiente Julieta cambio su horario de visita a la cafetería, pensó que si no había visto antes aquellos ojos negros era por que llegaba más temprano, pero lamentablemente para ella aquel día Bárbara no había ido a trabajar, primera vez en su vida que faltaba al trabajo, pero la fiebre que tenia había pesado más que su responsabilidad laboral, después de llamar a la cafetería se regaño a si misma por haber pasado la noche entera leyendo en el frío sofá hasta quedarse dormida, aunque para Bárbara aquel era un mal día, para Julieta se estaba arreglando, cuando mato dos pájaros de un tiro en la barra del café.

- La chica que estaba aquí ayer, ¿a qué hora trabaja?

- ¿Bárbara? – Pregunto Marcelo haciendo que Julieta le entregara una enorme sonrisa y asintiera – No vino, está resfriada, ¿es tu amiga?

- Eso espero – respondió ella – por cierto, esta tarde cuando venga con mi amiga, invítala a salir, eso le gustaría mucho

- ¿De verdad? – pregunto Marcelo sonrojado y Julieta guiño su ojo mientras salía.

Si no se hubiese visto extremadamente ridícula probablemente hubiese corrido saltando en un pie y luego en el otro como cuando era una niña, probablemente incluso podría haber saltado como en los dibujos animados chocando ambos pies a los lados mientras lo hacía, sencillamente saber su nombre incluso se merecía un baile de victoria, pero aquel lo dejaría cuando consiguiera algo mucho más importante, por ahora se conformaba con la forma en que sus labios decían su nombre, lo repitió tantas veces que incluso llego a sonar extraño en su cabeza, como si aquellas tres simples silabas no tuviesen sentido alguno. “Bár – Ba – Ra”, repitió una vez más.

Tres estornudos seguidos y el pronto pañuelo en su nariz le hacían golpear con los puños su cama una vez más, la ironía de la vida pensó, “No me resfrié cuando anduve en las calles y lo hago ahora que tengo un techo y calor”, aquello simplemente no era justo, pero que lo era en esta vida. Sin saber qué hacer y mirando una vez más al techo, tomo la libreta que tenía en la silla al lado de su cama, lo que para ella era un perfecto velador. No recordaba que era lo último que había leído de ella, aunque leer “Otra vez sus enormes ojos negros pasaron por mi cabeza cuando la estaba besando” le sonaba familiar, avanzo dos o tres páginas y el texto la cautivo.

“Pude haber sido de ella, la forma en que sus manos se introdujeron dentro de mis pantalones no tenia igual, su mano se deslizo de tal forma en mi interior que de pronto me olvide de mi, aquello era placer, no importo que romeo lo hubiese intentado tantas veces antes, aquel tacto no tenia comparación, qué me detuvo a la tentación de sentir sus labios en mi cuerpo, de llegar a rasguñar el suelo con mis manos, si tuviese la respuesta probablemente ahora estaría en su cama disfrutando y no escribiendo en una estúpida libreta”.

No importo cuanto siguiera ojeando, no haba nada más, aquello era lo último que habían escrito y Barbará no entendía que era esa sensación que visitaba su cuerpo, la ansiedad de saber lo que se siente; por primera vez en su vida bajo con sus manos hasta su pijama, hurgo dentro de su ropa interior y descubrió que sus propios dedos eran capaces de darle “Placer”.

- Jul! – grito Francisca al dormitorio de su amiga – Juli!

- Ya va!

- Vamos!

- Ya impaciente, vamos – respondió Julieta saliendo de su cuarto lista para ir una vez más a la cafetería

De camino al lugar Julieta le contó a su mejor amiga como había descubierto el nombre de su admirable mujer silenciosa, aquello era un flechazo seguro, pensó Francisca, pero quien era ella para juzgar si vivía en uno constante cada tarde que pedía el café de siempre y el mismo muchacho simple al vestir pero con una sonrisa cautivadora le ofrecía más crema y rozaba su mano cada vez que entregaba el café.

- Apuesto que hoy te invita a salir – dijo Julieta riendo antes de entrar a la cafetería

- Ya quisiera

Marcelo se acerco dos veces a su mesa, ambas veces intento decir las palabras pero su nerviosismo lo traiciono, de verdad le gustaba aquella chica, de alguna forma sus ojos café le hacían eco en su interior, o quizás era la forma en que su rizado cabello caía siempre hacia un lado de cuello, pensó. La realidad era que le gusto desde la primera vez que la vio, pero como siempre su timidez le ganaba la partida.

- Hola! – dijo por fin acercándose al lugar, cuando Julieta se levanto para ir al baño

- Hola – contesto Francisca igual de nerviosa

- Me preguntaba, no se… tal vez si quisieras… ¿Te gustaría salir conmigo alguna vez? – pregunto de pronto – sino es así solo olvida que pregunte.

- Si! – grito Francisca antes de que pudiera irse de su vergonzosa situación.

- Wow! No espere esa respuesta – dijo el sonrojado de la emoción – ¿Mañana?

- ¿A las siete?
- ¿Donde paso por ti?

- Juntémonos aquí, ¿te parece?

- Perfecto – respondió Marcelo y se despidió de ella con una gran sonrisa

Cuando volvió Julieta, Francisca estaba con tal sonrisa en su rostro que asumió Marcelo había hecho la pregunta que tantas veces espero su inseparable. Francisca tomo la mano de Julieta y la saco del café, llena de emoción le contó lo que había sucedido y le rogó que la acompañara a buscar unas botas nuevas, tal vez un pantalón y de paso alguna chaqueta. “Relájate es solo una cita”, dijo Julieta intentado calmar su ansiedad, pero aquello era mucho pedir cuando se está en el estado de Francisca.

Recorrieron tantas tiendas que los pies de Julieta serian felices de andar descalzos, pero aquello no era correcto para alguien como ella, luego pensó, “¿alguien como yo?”, definitivamente algo estaba fallando, sin importarle nada ni nadie a su alrededor se quito los zapatos y sintió alivio al caminar solo con sus calcetas de color rosa en sus pies, el frío del piso calmo su dolor y la dejo continuar su camino, la risa imparable de Francisca a su lado le resbalo por sus oídos.

- Ríe todo lo que quieras, pero ya no aguantaba el dolor de pies

- Ay! Julieta Zúñiga Parra, que diría la gente de sociedad de ti oye – dijo Francisca con una voz que parecía tenía algo en su boca mientras hablaba.

- Me importa un comino tu sociedad, a mi me duelen los pies! – contesto Julieta riendo igual de fuerte que Francisca mientras la gente a su alrededor las miraba como si fueran un par de locas caminando en medio de un centro comercial.

- Te vas a resfriar – dijo Francisca mientras Julieta se deslizaba cual niña en sus calcetas sobre el suave piso

Julieta hacia oídos sordos antes los regaños, se sentía tan llena de vida deslizándose en el piso que no se dio cuenta cuando estaba a punto de chocar a alguien por la espalda, cuando lo hizo ambas estaban en el suelo y mientras Julieta reía pidiendo disculpas por su imprudencia, quien había botado expresaba de todo en su cara, menos felicidad.

- Jul! – dijo Francisca notando a quien había tirado al suelo, cuando Julieta vio su rostro dejo de reír y se puso de inmediato de pie ofreciéndole su mano.

- Adivínalo! Eres tú! – grito Julieta obviando que ya sabía su nombre

- No deberías andar descalza en un centro comercial, es peligroso – dijo Bárbara mientras tomaba su mano para ponerse de pie, aquel contacto… Bárbara sintió algo diferente en su interior.

- Y tu no deberías andar en un centro comercial cuando estas resfriada – respondió Julieta cuando la tuvo en frente

- ¿Como sabes? – obviando su voz ronca, su nariz roja y sus ojos hinchados, aquella pregunta tenía una respuesta obvia para cualquiera menos para Bárbara

- No fuiste a trabajar hoy, así que…

- Creo que este es el momento en donde yo desaparezco de la escena – dijo Bárbara sintiéndose extraña una vez más por la familiaridad de aquellos ojos verdes

- Oye espera! – dijo Julieta alcanzándola deslizándose con sus pies, aquello hizo reír a carcajadas por primera vez a Bárbara enfrente de Julieta, enfrente de alguien en sí.

- Tú estás loca o es solo mi idea

- Es solo tu idea, ahora me dirás porque no estás en cama, no pareces muy bien

- Necesitaba remedios – contesto mostrando la bolsa que traía en sus manos – pero eso a ti no te incumbe – completo volviendo a su previa actitud

- Tienes razón, pero podría incumbirme si aceptas salir conmigo alguna vez – dijo caminando de espaldas mientras Bárbara avanzaba en su camino

- ¿Por qué querrías salir con alguien como yo, ni siquiera me conoces? – pregunto deteniéndose

- Precisamente para conocerte 

- ¿Si te digo que si me dejaras ir en paz?

- Probablemente – respondió Julieta con una gran sonrisa – Julieta Zúñiga – dijo estirando su mano

- Bárbara Jerez – respondió  sacudiendo su mano

- Bárbara – repitió Julieta como si ya no hubiese repetido suficientes veces su nombre, pero esta vez era distinto, algo hizo click en su interior – Bárbara – insistió ahora con un diferente tono de voz y tocando su cuello

- Bueno, ¿Ahora me puedo ir? – pregunto Bárbara antes de toser

- ¿Te acompaño a tu casa? – pregunto preocupada por el grueso sonido de aquella tos

- No es necesario, tu amiga te está esperando – dijo notando la cara de Francisca que le llegaba al suelo por ver a su amiga en aquel intento de conquista

- Está bien, espero que te mejores pronto… me darás tu numero?

- De qué?

- de celular dijo Julieta divertida

- No tengo celular

- Bueno si no me quieres dar el número no importa, no tienes que mentir

- No tengo celular, no estoy mintiendo

- Oh, entonces como me comunicare contigo

- Bueno si no vas por el café siempre puedes atacarme por la espalda y tirarme al suelo en algún centro comercial – respondió Bárbara agitando su mano para despedirse dejando a Julieta con la boca abierta mientras lo hacía.

Julieta se quedo mirándola mientras se alejaba, definitivamente le encantaba su estilo, la forma en que la chaqueta caía en su espalda y como caminaba con los manos en los bolsillos de la misma, Julieta sintió que se estaba volviendo una obsesión, todo de ella le gustaba, aun cuando su rostro no se veía normal, estaba hermosa a sus ojos.

Cuando llego a casa, Julieta se sentó en la cocina y medito una vez lo que había acabado de pasar, aquella podía ser la conversación más larga que habían tenido y sin embargo algo no sonaba bien en su cabeza, debía estar contenta porque al fin logro lo que tanto quería, pero y si lo que quería la estaba realmente obsesionando, después de todo Bárbara tenía razón, ella no la conocía.

La tos realmente se había apoderado de ella, llevaba dos día en cama tomando lo que le había dado el farmacéutico y no sentía ninguna mejora, al contrario se sentía cada vez peor, las imágenes que se venían a su cabeza cada cinco minutos le hacían comprender que estaba delirando, probablemente era fiebre lo que tenia, pero que se hace cuando nadie en el mundo te puede cuidar, cuando estás tan sola que ni si quiera te van a extrañar. “Probablemente moriré y me descubrirán por el mal olor” pensó, pero recapacito, siempre había estado sola, nunca necesito a nadie que le diera cuidados. Se levantó de la cama y camino hasta su baño, largo la ducha lo más que pudo y se metió bajo la fría agua, ahí estuvo hasta que sintió que su cuerpo volvió a la normalidad, lo que fue un poco más de dos horas. Dos días  después se sentía mejor que nunca.

- ¿Qué te pasa? – pregunto Francisca sentándose al lado de su amiga

- Nada

- Jul, te conozco, algo te pasa

- Creo que esto es de ella – dijo mostrando el collar que tenía entre sus manos

- ¿De quién?

- Bárbara – dijo mostrando el nombre – ella trabaja ahí, debe ser de ella

- ¿Y por qué no se lo has preguntado?

- Porque no la he visto ponte tú

- Y ahí viene mi otra pregunta ¿Por qué no la has visto?, no se supone que tenias un estúpido flechazo obsesivo con ella y ya te dijo que si a salir

- Ese es el problema, siento que me estoy obsesionando Fran, no es normal que me pase esto  con ella, ni siquiera la conozco y me tiene peor que cualquiera con quien si he estado.

- ¿Y no son esos los misterios de la vida? Todos nos hemos obsesionado con alguien en algún momento, a veces nos resulta, otras no

- Y hablando de obsesión, ¿Marcelo como esta? – pregunto sonriendo

- Bien! – Contesto sin poder ocultar una sonrisa – Mañana saldremos otra vez

- Me alegro

- Si y tú podrías ir a darte una vuelta al café, mañana vuelve a trabajar Bárbara

- ¿Si?

- Si, no tienes para que poner cara de idiota

Una semana pasó y estaba a dos días de ingresar a clases, la universidad era algo importante en su vida, primordial, para lo que había trabajado desde que supo quién era,  abrió la pequeña cajita que alguna vez encontró en la que fue su casa y lamento no tener el collar con ella. Miro dentro y la foto de dos jóvenes la conmovió, le hubiese gustado saber donde estaban sus padres, sabía que su madre había muerto y hubiese sido bueno saber dónde ir a dejarle flores, mas como no tenia aquella información, desde que supo que era alguien en el mundo iba una vez al mes a tirar flores al mar y aquello le daba una absoluta satisfacción, era lo único que le quedaba por hacer. De vuelta al que era su hogar recordó unos brillantes ojos verdes perseguirla descalza por un centro comercial e incontables dudas se le vinieron a la cabeza, la primera era por qué no la había visto merodeando por el café, sin querer había esperado su invitación, la segunda duda que tenia estaba conectada con la primera, por qué esperaba que la invitaran a salir y así todas conectadas con lo que le iba surgiendo en su cabeza, no había motivo para recordarla, ni motivo para esperar salir con ella, solo sabía que la tenía en la cabeza sin motivo alguno.

- Como te fue? – preguntó Fran con la misma cara de asustada que tenia Julieta

- Creo que extrañamente bien

- Cómo es eso

- No sé, creo que todo ha sido surreal, no importo que me negara todo el tiempo

- ¿Julieta qué dijo tu mamá?

- Que tengo toda la universidad pagada por este año, que si quiero me voy hoy mismo a vivir a un departamento que ella compro a mi nombre, que papá no sabe nada, que lo hizo todo con la herencia de mi abuelo… Dice que no quiere que este mal en el mundo, que soy su hija y que probablemente se divorcie de mi papá

- Me estay hueviando

Lo que menos hacia Julieta era mentir en sus palabras, su madre había tomado su ejemplo para enfrentarse a la realidad, hacía tiempo que había dejado de querer al que era su esposo, si alguna vez  quiso en realidad, nunca lo había engañado, al menos no con el cuerpo, pero le explico que estaba enamorada de alguien y quería vivir su vida antes de que fuera tarde y no tenía miedo a nada, solo a que ella no la entendiera, pero aunque fuera un shock para Julieta, aquella mujer era su madre y si quería ser feliz, ella no era nadie para impedírselo, menos cuando eso era lo que también buscaba.

Una larga conversación tuvo a bárbara con su jefe toda la mañana, claramente el hombre no quería dejarla ir, pero el horario de Bárbara no iba a ser el mismo de ahora en adelante, después de mucho cuestionarlo, lograron llegar a un acuerdo, aunque eso significara que Bárbara trabajara los fines de semana en turnos completos, pero no podía darse el gusto de estudiar sin trabajar, necesitaba tanto el empleo que si tenía que dormir un par de horas en los próximos años iba a estar feliz por ello.

Las horas pasaron tan lento aquella noche, que Bárbara tuvo que tomarse una pastilla para poder dormir tranquila, a la mañana siguiente se encontró poniendo un cuaderno enorme en su bolso de tela gastada, dos lápices grafito y uno de tinta azul que era su preferido, le dio un vistazo a su ropa en el gran espejo al que le faltaba una esquina en su pared, le gustaba la imagen que veía, nunca se había preocupado de su apariencia, pero por algún motivo hoy si importaba, sus pantalones de tela negros ceñidos al cuerpo con detalle de botón en la parte baja y sus botas café claro cortas y alborotadas encajaban perfecto a su vista, tomo su chaquetón preferido y acomodo un mechón de pelo que sobresalía de su alocado tomate, tomo un gran respiro y salió de su casa, una nueva vida la esperaba.

- Jul estás atrasada! No puedes atrasarte en tu primer día!

- Ya voy, mierda… Fran viste mi polera azul!

- Está en mi cuarto!

Julieta salió tan rápido que no se dio cuenta que no llevaba calcetas, cuando ya iba a una cuadra de la universidad sintió un frío en sus pies que le recordó que antes de ponerse zapatos debía tener calcetines, se sonrió ante el hecho. Miro la entrada de su universidad recordando el primer día que la había pisado, para estudiar lo que siempre le habían impuesto, le fue raro ver los rostros de niños recién salidos del colegio, se sentía una vieja en sus veintitrés años entre los rostros de perdidos niños que miraban el primer día de clases como un nuevo mundo. Pudo identificar a las niñitas de papá y los vagabundos que estaban ahí solo por la experiencia, miro más allá de lo que estaba a su alcance y lo que vio le gusto, pero también le asusto, había estado perdida por casi dos semanas y ahora la venia a encontrar ahí, se pregunto qué capítulo de “las casualidades de la vida” se había perdido.

- Estuve a esto con la tentación de quitarme los zapatos y empujarte por la espalda solo para no perder la costumbre de nuestros saludos – dijo por la espalda de una sorprendida Bárbara

- Mmm… creo que tengo miedo de preguntar si esto es una casualidad o un acoso – aquel saludo había sido todo menos un “hola”

- No te tires tantas flores, ha sido solo una casualidad, pero te dejo para que vuelvas a lo tuyo

No hubo respuesta de parte de Bárbara, solo dejo que se alejara, aun sintiendo que merecía ser despedida de esa manera, hizo el intento de abrir la boca y cambiar sus palabras por un “hola, que extraño encontrarte aquí” pero ya era tarde y después de todo, por qué debía intentar ser algo que no era.

Julieta se alejo con algo en su interior, no era pena, sino que su teoría de obsesión era tan obvia que incluso Bárbara se la estaba cuestionando, sabía que era ridículo pensarlo, después de todo la obsesión y el amor estaban atados de la mano, pero Julieta no tenía conocimiento de aquello en esos días.

Cuando al fin se unió al salón donde les darían la bienvenida a todos los estudiantes de Licenciatura en Diseño Textil y Modas, Bárbara sintió un pequeño nerviosismo en su interior, aquello era, así de simple “era”. Miro hasta la blanca pizarra en frente de ella y se sonrió a sí misma, había llegado a la universidad sin la ayuda de nadie y pretendía salir de ella con las mismas cualidades. Perdida en sus pensamientos no noto cuando el salón estaba lleno, miro la parte de atrás de sus cabeza y se río en silencio por ver niños tan pequeños, se había acostumbrado a los salones llenos de gente con más de 40 años en las clases nocturnas, por primera vez ella no era la más joven del lugar.

La bienvenida había sido tal cual la primera vez que estuvo en una, Julieta miro su reloj y espero que la hora avanzara, pero se sorprendió cuando la profesora que estaba a cargo del grupo de no más de 25 alumnos, hizo que todos pusieran sus sillas en un círculo, para que todos y cada uno vieran sus caras, su sorpresa fue aún más grande cuando alzo su cabeza y vio quien estaba frente a ella, en su interior Julieta… se sintió feliz.

Su turno había llegado, Bárbara quería que mágicamente volverse invisible y que no llegase su turno, pero mientras más guardaba silencio más le aterraba hablar, aquello no era fácil, abrió su boca intentando no hacer el ridículo de sí misma, mientras la mirada inquisitiva de todos desbordaba sus sentidos, todos menos una la miraban y en ella se concentro mientras hablaba.

- Soy Bárbara Jerez Parra, tengo veintitrés años y estoy aquí porque me apasiona el diseño, tengo todas las ganas de sacar el máximo de esto.

No había sonado tan mal después de todo. Julieta alzo su vista y se encontró con aquellos faroles negros que tanto le habían llamado la atención la primera vez, sonrió por eso y Bárbara le respondió el gesto, era el principio de algo completamente nuevo, para ambas.

El día había llegado a su final y después de un comienzo desabrido para ambas Julieta se armo de valor e intento tomar una gran decisión, después de todo no podía aferrarse a algo que no le pertenecía y aparte del nombre, algo muy fuerte le decía que era de ella, por más que la hubiese hecho sentir especial desde el primer día que la encontró. Cuando Julieta se acerco a Bárbara y toco su brazo para detenerla, Bárbara dijo “por qué no”.

- Creo que hemos empezado muy mal esto, Hola… - dijo estirando su mano para que Julieta la tomara mientras se cautivaba con su sonrisa

- Hola, creo que mi historial hizo que me mereciera lo de la mañana

- Algo – respondió bárbara

- Así que seremos compañeras, lástima que ya no podrás desacerté de mi

- Lástima.

La conversación se desvió tanto de lo que esperaba que no supo como decir las palabras que tenia guardadas, en realidad no quería terminar de hablar, ya no eran solo sus ojos, su boca o la forma en que se tomaba el cabello, ahora también estaba su voz, mientras más hablaba más adicta se hacía.

- Bárbara… - dijo interrumpiendo de golpe sus palabras antes de que se atreviera a hacer algo que no tendría vuelta atrás – hay algo que he querido preguntarte

- Dime – dijo con extrañeza

- A ti en el café, ¿se te perdió algo?

Por unos segundos paso por su cabeza la libreta que había encontrado, pero aquello solo había sido tan rápido como un parpadeo, puso su mano en su vacío cuello y esa había sido la mejor respuesta para Julieta, la que sin esperar a oír una palabra puso ante sus ojos la dorada cadena con su nombre. Bárbara no lo podía creer, tanto la había buscado sin esperanza de volver a tenerla, era el mayor recuerdo de que alguna vez perteneció a una famila, el único que le recordaba que había sido querida, aunque fuese cuando estaba siendo gestada.

- ¿Cómo? – pregunto cuando la tuvo en sus manos

- La encontré una tarde en el café, nunca hubiese pensado que era tuya hasta que dijiste tu nombre, en realidad en ese momento no me di cuenta, sino más tarde, de todas maneras estaba la posibilidad de que no fuera tuya

- ¿Por qué no la entregaste en el café? – pregunto casi enojada. Julieta lo noto

- Nunca quise que cayera en las manos equivocadas, pensé que podrían venderla y… no sé algo me dijo que tenía que cuidarla

- Gracias – dijo Bárbara y por primera vez en su vida hizo lo que nadie le enseño a hacer, sus ojos se llenaron de lágrimas y Julieta se sintió sobre una nube mientras sentía aquel abrazo sorpresivo, puso su mano en la espalda de Bárbara y pensó que podría estar así toda una vida, pegada a ella y no sentir ni hambre, ni sed, ni frío, ni calor, pero la vida no era tan maravillosa y en un punto Bárbara se alejo de la calidez de su cuerpo.

- Lo siento – dijo asustada por una reacción que no conocía

- No lo sientas, yo siento no haberla entregado antes

- Gracias otra vez – y Julieta hubiera dado lo que no tenía por sentirse  en sus brazos una vez más, pero aquello era algo de una sola vez.

Julieta se ofreció acompañarla hasta el café, Bárbara tenía que trabajar y la idea de despedirse de ella tan pronto no estaba dentro de sus planes, incluso cuando sabia que al día siguiente la vería a primera hora en clases, incluso cuando sabia que la tendría cerca los próximos cuatro años, entonces mientras caminaban una duda asalto su mente encontrándola sin defensa alguna, y sí Bárbara no se sentía de la misma forma que ella, detuvo su paso y Bárbara la miro extrañada lo que trajo una duda aun más grande, y sí a Bárbara no le gustaban del todo las mujeres, aquello respondería muchas otras dudas, en especial el porqué no había querido salir con ella desde el primer día en que lo pidió, algo peor se atoraba en su garganta, si aquel era el caso estaba total y absolutamente perdida, probablemente condenada a desquiciarse en algún momento, porque basto oír su sonrisa una vez más para confirmar que estaba estúpidamente enamorada de alguien que jamás le correspondería. Maldijo el amor en su interior y continúo su camino.

- Quieres pasar por un café – pregunto Bárbara a una Julieta que miraba con duda – yo invito – y su sonrisa al final fue incapaz de ser rechazada

- La verdad es que un latte me vendría perfecto

Julieta se sentó en la barra frente a Bárbara, mientras la misma se hacía cargo del café y Marcelo se despedía de ambas, Julieta le envió saludos a su amiga sabiendo que se verían en unos minutos, Marcelo se enrojeció de pudor.

- El y tu amiga…- insinuó Bárbara haciendo un extraño movimiento con sus dedos

- Si siguen así probablemente pronto

- Bien por él, por tu amiga igual imagino

- Llevaba meses siguiéndolo hasta que al fin le resulto

- “El que la sigue la consigue”  decía alguien que conocía.

- Mi abuelo decía eso, siempre que podía se burlaba de mi abuela, la persiguió la mitad de su vida hasta que acepto casarse con él.

Bárbara sonrió por la anécdota, mientras Julieta esperaba que le contara una, pero por lo general las anécdotas terminan en algo bueno o al menos gracioso, las de ella eran mucho más que eso, lo único que dijo fue “¿Quieres extra crema?”,  Julieta asintió y medito una vez más a donde iba con todo esto, por una obvia razón no quería alejarse de ella y a la vez sentía que tenía que correr lo más rápido posible en dirección opuesta.

- Creo que es hora de irme –

Bárbara vio su reloj y noto que faltaba menos de cuarto de hora para cerrar el café, quiso pedirle que se quedara, que caminaran juntas hasta la plaza en que se vieron la primera vez y juntas miraran las estrellas, la idea se le paso por la mente más de una vez, tres en realidad, pero cuando Julieta dijo “Nos vemos mañana” y ella contesto de la misma forma ya era tarde, algo dentro se silenció o tal vez todo lo contrario hizo un estruendo tan enorme que el eco que dejo tras el lleno el infinito NADA que había en su interior, por primera vez sentía algo que no era ni rabia, ni odio, ni mucho menos rencor, lo que sentía ni siquiera tenía un nombre en su vocabulario. 

Julieta camino mirando las estrellas preguntándose qué estaba haciendo, por qué se enamoraba tan rápido por primera vez, pero sus respuestas iban más allá de la razón humano, lo de ellas era algo tan grande y tan mágico que la magia misma sentía envidia de ellas, su único consuelo era que ambas aún no lo descubrían.

- Hola – dijo Julieta cuando entro al taller donde impartirían “Técnicas de la Ilustración”, su saludo iba dirigido a Bárbara y ésta le respondió tan amablemente como podía, lo que Julieta no noto es que al lado de Bárbara estaba alguien más, alguien que al momento le era un desconocido y que por la proximidad de su compañera saludo con un “Hola” de vuelta.

- Él es Rodrigo – dijo Bárbara deseando que el molesto compañero dedicara toda su atención a “Julieta y sus ojos verdes”, el pensamiento la hizo sonrojar, por qué le daba tanta importancia a sus ojos y lo hermosos que eran. Pensó.

- Hola Rodrigo, yo soy Julieta, tú… no estuviste ayer

- ¡No! y me perdí lo mejor, acá todos se conocen


- Bueno, algunos más que otros – respondió Julieta dejando la respuesta en el aire y Bárbara la absorbió tanto que sintió por un absurdo instante que la conocía de otra vida.


Nota: Gracias a quienes se dan el tiempo de siempre comentar, las constantes y los anónimos. Pronto la continuación :) 

Comentarios

  1. Muy bueno, anda wue aqui las casualidades son muchas, me gusta la historia, las protagonistas y como llevas el relato, espero la conti pronto

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  2. Yo habría hecho el baile del sombrerero. Va muy bien la historia tienes mi atención desde el primer capítulo en el que escribiste 22 de marzo, mentira es porque escribes muy bonito y porque tienes una imaginación increíble. Aquí quedo en el borde de la silla esperando la continuación.

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    1. La verdad yo hubiese bailado como en "Singing in the rain", sin paragua y todo. No te caigas de la silla! ya viene el proximo, esta casi listo

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  3. me encanta como escribes, el hilo de la historia esta muy interesante, quizás un solo consejo cuidado con los acentos de las palabras a veces al leer creo que esta en presente y esta en pasado y la idea se pierde, del resto eres excelente.

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    1. A veces no es lo mismo decir "Tobilu lee atenta tu comentario y se divierte con él" que decir "Tobilu leyó tu comentario y se divirtió con él". Me gusta jugar con los tiempos :)

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  4. la historia como todo lo que has escrito es excelente, que bueno que van a estar juntas , asi julieta tendra la oportunidad de enamorarla, espero la continuacion pronto, besos

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  5. Linda historia, esperaba la continuación :)

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  6. Al fin puedo leerlo!!!! Me encanta! Gracias por el capítulo :).

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