Desde Cero X (Final)

“El amor no se mira, se siente, y aún más cuando ella está junto a ti.” Pablo N.

Desperté y por un desconocido motivo la ventana estaba abierta, aun sin abrir mis ojos lo sabía, la  brisa daba de golpe en mi cara y recordé la noche anterior, recordé su beso interminable y el sabor de sus labios. Quería abrir los ojos y el repentino miedo a que ella no estuviese a mi lado me lo impedía, pero sus  dedos deslizándose por mi brazo interrumpieron mis pensamientos, todo era tan real que de haber sido un sueño nunca lo creería. El contacto se sentía como un hormigueo en mi cuerpo, tan suave que no tardo en erizar por completo mi piel, no era frío lo que sentía. Era amor.

- ¿Sigo soñando? – pregunte abriendo un solo ojo como si no quisiera ver

- Probablemente – respondió quitando sus manos de mi brazo y alzándose para regalarme  por completo su rostro – ¿Qué planeas hacer hoy?

- Hoy debo ir a comprar el regalo para tu hermano

- Y por esas casualidades de la vida ¿no necesitas compañía?

- La verdad es que me manejo bastante bien sola – respondí logrando que me mirara con sorpresa

- Dado que el último regalo que le diste fue hecho con lana de oveja, créeme que necesitas ayuda

- Tú crees?

- No te libraras de mi tan fácil – dijo abrazándome con calidez

- Creo que tendré que acostumbrarme – Mi sonrisa era tan grande que difícilmente podría acompañar la desilusión de mis palabras.

Hubiese podido estar eternamente en aquella cama hablando infinidades de cosas sin peso alguno, solo por tener su compañía, por mirar sus rizos, me mataban sus rizos.

- ¿Qué dijo Gustavo anoche?

- No mucho, en realidad no le di mucho tiempo para argumentar. Deberías llamarlo

- ¿Para qué?

- Para que sepa que estas bien

- Y tener que responder sus infinitas preguntas, no gracias

- ¿Que preguntas serían esas? – cuestione con curiosidad

- Preguntas que a ti no te incumben – dijo poniendo distancia entre su cuerpo y el mío – ¿Me puedo dar un baño?

- ¿Me pides permiso para usar mi ducha?

- Es tu casa, ni siquiera sé dónde está tu baño – dijo con su pesadez propia

- Afuera, a la derecha de mi dormitorio – dije sonriendo – en aquel mueble hay toallas – complemente

- Gracias, eres un encanto – desbordaba su ironía

- No eres la primera que me lo dice

No volteo a verme mientras se paró a buscar toallas, me parecía mentira poder contemplar sus piernas sin nada sobre ellas, aquella espalda vestida solo por una polera, mía por cierto, su corto cabello cayendo por su cuello. Qué me detiene a tirarte sobre la cama y hacer lo que se me plazca con tu cuerpo.

- ¿Qué miras? – preguntó arqueando una ceja casi con picardía

- A ti – respondí sin pensarlo

Se devolvió sobre sus pasos y se dirigió hacia la puerta, justo antes de salir se volvió a mi lado, mi corazón corría  escandalosamente dentro de mi pecho – Acostúmbrate – aquellas palabras salieron de su boca y sonaron casi tan bien como supieron sus labios con el beso que me regalo para salir de mi pieza como quien llega hace un destrozo y se va.
Cerré mis ojos y me sumergí en aquella cama, convencida que no se podía ser tan feliz, sabiendo que en cualquier momento algo llegaría a destruir mi castillo de alegrías y una vez más quedaría por el suelo.

- What a Fuck! – dijo Camila entrando en la cocina mientras de fondo se oía fuerte el agua del baño, por un segundo se me cruzo la imagen de su cuerpo bajo el agua, pero borre de inmediato el pensamiento.

- Que rápido dejaste tus dichos de campo y los remplazaste por los de ciudad – dije susurrando igual que ella

- Si, cuando me expliques lo que está pasando diré “Oh Em Gi” – explico en su ahora habitual tono bajo

- No tengo idea!

- Pero que paso anoche

- Nada, dormimos juntas – dije con una estúpida sonrisa

- Y no paso nada?

- Nada. Para mí fue como dormir entre nubes – argumente aun susurrando

- Bueno, después me cuentas bien todo. Harás desayuno? – pregunto con una amplia sonrisa

- Si, pero deja de hablar despacito que sabrá que hablamos de ella – dije aún con baja voz

- Hayalita me haces un cafecito rico como esos que me dabas en la isla – dijo con su mejor acento cantadito que a veces forzaba por ocultar

- Si me lo pides así – respondí sonriendo, no paso mucho tiempo antes de que Abril se nos uniera

El desayuno no pudo ir mejor, en realidad todos los desayunos si eran a su lado eran perfectos, después de media hora quedamos solas, Camila se fue a la universidad y de pronto sentí que el elefante no se había ido, seguía ahí paradote como siempre.

- Abril, podemos hablar… - dije con ganas de no haberlo dicho, sabía que teníamos que hablar, pero a donde podía llevarnos esa platica era lo que me preocupaba.

- Mira… - dijo pasado una mano por su frente y tomando aire – algo horrible me paso, lo sé, quizás era el precio que tenía que pagar para estar contigo, no lo sé, créeme que he intentado buscarle motivos a los que paso y todas mis respuestas no me convencen, pero lo que si se es que no saco nada buscándole respuestas a algo que ya paso, yo quiero estar contigo y eso es lo único que me importa ahora.

- Ya pero te llevo bastante llegar a eso – mi pena se podía respirar en el aire

- Lo sé – dijo tomando de mi mano – pero prefieres que hablemos de lo que paso o de lo que puede pasar a futuro?

- ¿Cómo?

- Eso, yo ya no quiero mirar hacia atrás, quiero que me digas que estas aquí para reclamarme como hace tiempo lo hiciste, porque me amas, porque quieres estar conmigo

- Te amo, te amo tanto que a veces creo que duele, el querer estar contigo nunca ha sido una duda y lo supe mucho antes de que esto llegara a mis manos – dije sacando el colgante que me había regalado – pero a veces es más fácil negar algo que aceptarlo y de pronto te das cuenta que ya es demasiado tarde

- Pero no es tarde

- No, no lo es

- Tengo tantas ganas de besarte – dijo sin siquiera mostrar pudor en su rostro – daría mi alma por besarte a diario – completo sin acercarse ni un poco a mi boca

- Menos mal que no tienes que llegar a eso – dije arriesgándome a llegar de golpe a sus labios sin tocarlos

- Camila no va a volver? – pregunto sonriendo

- No hasta la noche

Termine mis palabras y su boca estaba de lleno en la mía, sin pedir permiso, ni  golpear antes de entrar, su lengua hizo que mi cara se encendiera de inmediato, no por la temperatura que me provocaba sino por el pudor que incitaba su acción. Mis manos rodearon su cintura y las de ella mi cuello, como si su cuerpo fuese el centro de la tierra y yo el objeto que la gravedad acercaba si o si a ella. Recorrí por primera vez su  torso para dejarlo denudo, impetuosa por llevar a cabo aquel acto que ambas deseábamos; no hubo espacio de mi cuerpo que sus manos no tocaran y sin darme cuenta estaba desnuda cuando todavía no llegábamos a mi habitación.

Te amo. Era lo único que tenía en mi cabeza mientras mi respiración comenzaba a agitarse por el contacto húmedo de su boca y mi piel. En qué momento deje que se apropiara de mi cuerpo, el mismo en que se adueño de mi alma probablemente, yo le pertenecía, no había duda de eso – Te amo – dijo poniéndose a la altura de mi cara, como si la viese por primera vez sonreí, bese sus labios una vez más y me declare perdida. Estoy idiotamente enamorada de ti.

- Deja de mirar mi cuerpo – dijo cubriéndose con las sabanas

- No estoy mirando tu cuerpo. Desnudo. Hermoso. Mío

- ¿Tuyo?

- ¿Te queda alguna duda?         

- Una que otra – dijo con apatía

- ¿Si?

Aquello nos llevo a una nueva ronda de amor, podría haber estado toda la vida en aquella habitación con ella, viviendo el amor, sintiéndolo en ella junto a mí,  sobre mí, en mí. De no haber sido por el estrepitoso ruido de su estomago no nos habríamos percatado que llevábamos seis horas en aquel cuarto.

- Amor el regalo de Gus! – grito con manzana en su boca, yo solo me quede pensando en lo bello que sonaba el que me dijera “amor”. – Hayal – dijo con seriedad como si se inmiscuyera en mis pensamientos

- Son las cinco – dije tragando la fruta que aun estaba en mi boca – tenemos tiempo

- Tiempo para qué

- Para un baño – dije arqueando ambas cejas

- Uno rápido – dijo dejando su manzana sobre la mesa para tomar mi mano y llevarme de golpe al baño.

Con ella todo era mejor, incluso una tediosa tarea como buscar un regalo lo era; recorrimos cada tienda existente solo para encontrar el regalo perfecto, dos en realidad. A ratos su mano tocaba la mía y me hacía sentir el universo en un solo roce, en ocasiones su mirada me regalaba un brillo único que me hacia querer tomarla en aquel preciso lugar de inmediato, incluso cuando ese lugar era la caja para pagar lo que estábamos comprando. Parecía conocerme tan bien, como si sus pensamientos leyeran los míos, sabiendo exactamente que tenía en mente, sus mejillas sonrojadas me lo confirmaban.

- Cami! – Grite cuando entre al departamento – parece que no está

- Ve a verla a su cuarto, es tarde – mire la hora en mi celular y era raro que no estuviera en casa

- Debe estar durmiendo – dije camino a su cuarto - ¿Cami? – Golpee su puerta – Cariño traje cena

- No tengo hambre – respondió tras el grueso de madera, su voz no sonaba como debería sonar

- ¿Puedo pasar? – pregunte sin que me importara la respuesta

Aquella pieza sola de por si era un lugar deprimente. Me senté sobre su cama y espere a que me dirigiera la palabra sin preguntar, luego de cinco minutos acariciando su cabello y quitando sus lágrimas, me arriesgue.

- Qué paso – en realidad no era una pregunta

- Nada – dijo derramando un par de lágrimas más. Sumergida en mi felicidad olvide por completo que probablemente tenía su corazón roto.

- Cami…

- Es que… es solo que… Uh! – dijo sin decir nada en absoluto, se sentó sobre la cama y me miro

- No estás bien

- Bingo – dijo abrazándose a mi – no pensé que me iba a dar tan fuerte

- Cami…

- Es que tuve este sueño… te juro. Hayal te juro que sentí su perfume cuando desperté – dijo tomando su cabeza entre sus manos – tuve la estúpida idea de llamarla, claro, hasta que recordé que ya no estaba aquí.

- Y por qué no la llamas?

- No oíste lo que acabo de decir

- Si. Repito. ¿Por qué no la llamas?

- Porque se me va a pasar, se me han pasado dolores peores

- Sin embargo nunca te he visto tan mal

- Solo deja que se me pase, quiero olvidarme del mundo por un rato

- Tienes que comer

- No voy a morir por no comer un día, siento que cualquier cosas que me eche a la boca lo voy a vomitar

- Bueno, trata de dormir entonces

- Eso haré

Besé su frente y la deje sola como lo pidió, un impulso me decía que podía hacer más por ella de lo que estaba permitido, tal vez con una llamada lo solucionaba, después de todo no había llamado a Flavia desde que se fue, pero y si estaba entrometiéndome donde no me lo pedían.

- ¿Ella está bien? – pregunto Abril mientras terminaba de poner la mesa

- Espero que en algún momento lo esté – dije con una muy baja voz

¿Es egoísta ser feliz cuando alguien que realmente quieres esta triste? No lo sé, lo que si se es que no podía dejar de sentirme feliz por su presencia, aunque una parte de mi estuviese con mi mejor amiga, la otra no podía dejar de saltar hipotéticamente por la habitación.

- ¿Qué piensas? – preguntó tomando un bocado. Mi cabeza tenía un sinfín de pensamientos y preguntas. Quería preguntarle cuanto tiempo se iba a quedar, pero podía pensar que la estaba echando. Tal vez saber si le gustaría ir por ropa, más podía sonar agobiante. Quería preguntarle si quería ser mi novia con todas sus letras. ¿Te quieres casar conmigo? Bueno esa era solo una idea.

- ¿Volverás a trabajar conmigo? – mi pregunta final, no tan personal, justo como quería. Claro.

- Depende

- ¿Tienes condiciones?

- Varias en realidad

- ¿Si?

- Si. Primero me gustaría que dejes de ser esta versión miedosa de ti y vuelvas a ser la Hayal sin temores que me gusta – dijo dejándome boquiabierta en la mesa

- ¿Cómo?

- Te conozco, no quiero a la Hayal que está ahí pensando en que decir y como decirlo, quiero a la Hayal que es capaz de tomarme en su oficina y hacerme el amor con los labios

- Siempre has tenido esa capacidad de dejar mis esquemas por el suelo – dije sonriendo y moviendo mi cabeza en señal de derrota

- Es una de mis cualidades. ¿Y entonces?

- Entonces que tan rápido podemos trasladar tus cosas a nuestro cuarto.

Su enorme sonrisa se movió desde su asiento a mis piernas, tome su mano y entrelace nuestros dedos, me gustaba como se veía mi mano sobre la de ella. Amaba como se sentía.

- Me había olvidado lo bien que besabas – dijo cuando separo sus labios de los míos

- Tan rápido olvidas?

- Quiero decir antes, cuando vine y te besé. Siempre me sentaba en la oficina o hasta cuando manejaba, pensando, intentando recordar tus besos, la mayoría de las veces no podía, pero cuando lo hacía parecía que iba a explotar, tenía tantas ganas de tenerte así – dijo volviendo a besarme – digo… por tanto tiempo fuiste algo imposible, recuerdo cuando era una pendeja pegote que lo único que deseaba en la vida era probar tus labios…

Su relato era música para mis oídos, podía haberla tenido por horas sentada en  mis piernas, abrazada a mi cuello, hablándome, relatándome mil y una anécdotas que nunca tuvo oportunidad de decirme hasta ahora. Sus besos alternados de recuerdos que la hacían sonrojarse, tanto que una que otra vez escondió su rostro en mi cuello. Será esto real.

- Alguna vez te he dicho que para mi tu amor tiene un sonido en particular, un aroma, incluso tiene forma. No nunca te lo he dicho.

- Alguna vez te he dicho que me muero por hacerte el amor todas las noches – dijo logrando estremecerme

- Nunca

- Lo sé. ¿A que huele mi amor? – preguntó acomodándose en mi cuello

- A las primeras lluvias de otoño, mezclándose entre las hojas anaranjadas y el viento. Aquel aroma enloquece mis sentidos

- Y qué forma tiene? – podía sentir su sonrisa en sus palabras, sin siquiera ver su rostro

- Circular. Podría darle vueltas toda mi vida y nunca hallaría un ángulo ni una salida por donde escapar de él.

- ¿Y qué sonido tiene?

- El mismo del mar cuando sus olas chocan con las rocas, avasallador, sin importarle que tiene en su camino, sin embargo relajante, calmado, único.

- Mi amor tiene un aroma, una forma y un sonido. ¿Cómo se ve mi amor? – pregunto alzando su rostro como si quisiera pillarme en mis palabras

- Hermoso, cada vez que miro a tus ojos puedo verlo, cada vez que te toco puedo sentirlo, como si quisiera adueñarse de mí, de mi alma

- Ya me perteneces.

Aquellas fueron sus últimas palabras, mi beso prohibió que continuara hablando.


Tomé el teléfono sin mucho pensar en lo que diría, la verdad no quería entrometerme demasiado, ni cruzar la línea de las amistades, pero luego de oír la mitad de la noche el llanto de Camila no me quedo otra opción, si ella no era capaz de hacer algo por sí misma, yo lo iba a hacer.

- Hola – dije  con mi más alegre voz

- Cuando vi el número pensé que era una broma, pero de verdad eres tú

- Ja! Que tal tu vida? – pregunte tanteando el terreno

- Bien, no puedo quejarme, en realidad cien por ciento concentrada en el trabajo, me tienen un poco amarrada a la oficina

- Ya, ahora dime como estas realmente – su silencio me confirmaba su malestar

- Estoy como puedo, ya se me va a pasar y volveré a romper corazones como dices tú

- No puedo decir que eso me alegre

- No, pero lo que si te puede alegrar es que dentro de un mes tengo que estar por allá, tenemos una reunión con unos españoles, sé que eso te hace feliz

- Una felicidad desbordante – dije sin ánimos

- Y tú, que ha pasado, como está la señorita?

- ¿Cuál? – pregunte con dobles intenciones

- Abril.

- En este momento se está dando un baño – dije con dicha – todo lo que te tengo que contar no lo podría hacer por teléfono

- Tendré que esperar un mes para que me pongas al día, aunque un correo no me haría mal.

- Bueno y solo por si te lo preguntas, Camila no está de lo mejor

- Oh…

- Sí. Te pedí que no la hicieras sufrir

- Tienes claro que no es mi culpa! – dijo con fuerza en su voz

- Sí y no. Hiciste lo que sabes hacer y te fuiste, así que algo de culpa tienes

- Hayal yo me iba a quedar

- Y te fuiste

- Yo le dije que quería volver por ella! No es justo que me culpes

- Puedes volver a luchar por ella – dije impulsivamente

- Hayal…

- Cariño, ahora te tengo que dejar, pero créeme a veces es mejor actuar que esperar a que pasen los años y preguntarte que hubiese pasado.

- Oye…

- Perdón, me debo ir te extraño!

La mirada inquisitiva de Abril entro a la habitación,  pero olvide por completo lo que estaba haciendo cuando me sumergí en su mirada. Espero con ansias el día que en no la ame tanto. Falso.

- Acabo de cortarle a tu hermano postizo, eso hace que esto sea una especie de incesto? – Pregunto con una mirada que jamás había visto – es bizarro

- Tu cabeza es bizarra – conteste con burla

- Por una extraña razón voy a concordar en eso contigo. – Dijo lanzándome una almohada que estaba en el suelo – La cosa es que Gustavito dice que quiere hacer una cena en casa por su cumpleaños y yo le dije que no podía, que lo sentía y que mañana le llevaría el regalo

- Mierda

- Si, así que inventa algo para que llegue a su fiesta sorpresa sin arruinar la sorpresa por favor.

- Esta bien, a todo esto, tienes vestido para la fiesta? ¿Antifaz y eso? – Pregunte entusiasta

- Si, Edu lo escondió no sé donde, con el propio y el de Gus, a la tarde paso por el

- Vas a salir ahora?

- Sí, tengo una cita

- Con quien?

- Con una hermosa mujer que me llevara a mi psicóloga  - dijo enseñándome su lengua en señal de burla


La noche estaba marchando sobre ruedas, Abril se veía preciosa, no era su noche pero no por eso dejaba de ser importante, su vestido negro y corto hacia que lucieran sus piernas, el escote dejaba sus atributos a la vista. Más de lo que quisiera.  Su pelo tomado sobre su oreja derecha  dejaba ver su hermoso cuello. Dios como la amo.

- ¿Y? – pregunte cuando la tuve en frente

- En diez minutos llegan – dijo subiéndose al escenario a nuestro lado – Atención por favor! – dijo hablándole al gran salón lleno de gente – En diez minutos estarán aquí, así que guarden silencio por favor, que voy a apagar la luz! – todo el mundo se calló, Abril tomo mi mano y dio la señal para que las luces se apagaran

- ¿Qué le dijo Edu a Gustavo?

- Que nadie iba a poder ir, pero que lo iba a llevar a un restaurant a comer, así que se tenía que vestir híper elegante y le iba a cubrir los ojos de camino

- Ah muy bien pensado – me acerque a su oído y susurre – me encanta tener tu mano entrelazada a la mía – no la podía ver, pero sabía que estaba sonriendo.

Cinco minutos pasaron y el auto se acercó a la entrada, llegaron antes de lo previsto y los “Shhh” se oyeron en un silencioso salón. La puerta se abrió y Gustavo dijo “Eduardo me puedes decir porque me traes a un salón a oscuras” impaciente como siempre se pudo oír la risa suprimida de alguien que no pudo aguantarse, en menos de dos segundos las luces se encendieron y todo el mundo comenzó a cantar el conocido “Cumpleaños feliz” mientras alzaban su copa. Abril me tenía aún de la mano y Gustavo nos veía con cara de “me las van a pagar” mientras limpiaba unas sorpresivas lagrimas que habían caído por su rostro. La felicidad se sentía en el aire.

- Hay algo que me ha estado haciendo eco hace rato – dijo Abril mientras nos perdíamos entre la gente y la música

- ¿Qué cosa?

- De qué se trató esa fiesta de mascaras a la que tú y Flavia fueron en Barcelona – esa pregunta fue algo que no vi venir

- ¿Qué fiesta?

- No te hagas – dijo sonriendo y eso me dio algo de alivio. Por un segundo

- Una fiesta extravagante – dije saliendo del paso

- Ya, pero que tan extravagante, quiero saber

- Una fiesta, no como está claramente

- No está tan claro que digamos, a parte por lo roja que te pusiste cuando Flavia la nombro no debe haber sido algo muy normal esa fiesta

- Normal no era, algo así como privado

- Pero haber, cómo andabas vestida

- Cariño en esa fiesta lo que menos había era ropa

Abril se volteo enseguida al igual que yo, su cara imposible de reconocer pero su voz nunca confundida, mucho menos aquel acento mexicano que la caracterizaba, quise matarla por su respuesta

- ¿Qué haces aquí?

- Tú me dijiste que viniera – dijo aún con su máscara puesta, la que cubría por completo su rostro

- Yo no dije eso

- Bueno en fin, tome un avión en cuanto me cortaste, las cosas se hacen o no se hacen y no voy a esperar a estar vieja para culparme por no haber hecho algo más de lo que ya hice

- Ok. – Dije intentando entender lo que acababa de decir – ella estaba con Gustavo hace un rato – dije sonriente

- Ya la vi, yo la acompañe a comprar ese vestido – podía ver su enorme sonrisa tras su máscara.

Se dio la vuelta y desapareció ante mis ojos, algo me decía que la previa conversación con Abril no había acabado, quizás ese algo era su cara de “me lo vas a tener que contar todo” o tal vez ya había olvidado todo.

- No puedo creer que este aquí – dije tomando su mano

- No mi amor – dijo contradiciendo mis pensamientos por un instante

- ¿No qué?

- No voy a olvidar tan fácil que no me has dicho en qué tipo de fiestas anduviste

- En casa te cuento – respondí derrotada

- ¿En casa? ¿Y qué te hace pensar que volveré a tu casa hoy?

- Mi amor, tú no te separas de mi nunca más en tu vida.

Su beso con rabia y amor a la vez me hizo suspirar de una forma que parecía de todo menos un suspiro. Aquel beso termino la ronda de preguntas y la fiesta de pronto se hizo corta, bailamos hasta cansarnos, bebimos y reímos; hasta que mire a unos metros de distancia y vi con curiosidad como Camila y Flavia hablaban. Las manos de Camila estaban inquietas, furiosas, podía hacerme una idea en mi cabeza de cómo iba aquella conversación, Camila no iba a dar su brazo a torcer.

La mañana llego irrefrenable, no recordaba como había llegado a mi cama ni en qué momento me saque lo que llevaba puesto y queda sin nada que cubriera mi cuerpo, ni siquiera una sabana, al menos su cuerpo estaba a mi lado y no el de otra persona, eso me tranquilizaba, mire el reloj y claramente no era de mañana.

- Abril – dije moviendo su cuerpo desidioso a mi lado – Amor… - repitiendo mi acto

- No… - dijo con una gruesa voz

- Si… - dije insistiendo

- No quiero

- Abril despierta son las tres de la tarde

- Amor por qué estas desnuda – dijo levantándose de golpe sobre la cama

- No sé, dímelo tu – dije con limitadas imágenes que llegaban a mi cabeza

- oh… - dijo mirándome con vergüenza – “waoou” – expreso con una sonrisa de maldad – creo que anoche lo pasaste bien

- No quiero ni pensar en preguntarte quien te enseño todo eso – dije paseándome aun desnuda por la habitación, buscando ropa para cubrirme

- No preguntes. – dijo riendo

- Bueno, tan bien no lo pase tampoco – dije mosqueada

- ¿Segura? – Pregunto enseñándome la sabana bajo su cuerpo – creo que tendremos que comprar unas nuevas amor – dijo envuelta en risas

No sé por qué motivo su burla me molesto, tome una polera, un short y aun desnuda salí del cuarto para entrar al baño, en realidad no era molestia, era vergüenza desmesurada, no debería haberme importado, pero por alguna extraña razón el que se burlara de mi con las sabanas llenas de marcas por el grato placer que me había dado la noche anterior me hacía sentir extraña.

Estuve media hora bajo el agua, olvidando toda norma de ducha rápida, las imágenes de la madrugada habían llegado por completo a mis recuerdos, la forma en que me toco, la fuerza con que me probo a su gusto, a su antojo sin que pudiese decir palabra alguna, sin siquiera poder actuar, tal vez por el alcohol en mi cuerpo, o simplemente porque no lo quise hacer.

Me miro insistentemente y sin devolver mi vista a ella de reojo seguí su cabeza mientras me desplazaba en la habitación, en el momento es que estaba por dar mi brazo a torcer mi celular sonó y olvide cualquier tipo de intención previa.

- Diga – la voz tras mi celular no era conocida. – Disculpa con quien hablo?

- Probablemente no me conozcas pero me encantaría que lo hicieras

- Perdón?

- Lee el diario de hoy por favor, llámame cuando sientas las ganas de conocerme.

- Me puedes decir con quien estoy hablando?

- Solo lee el diario por favor, cualquiera de ellos.

Me senté en la cama más confundida que nunca, podía oír a mi espalda la voz de Abril distorsionada, en mi cabeza solo sonaba una diminuta voz.

- Tengo que salir – dije tomando una chaqueta y corriendo

- Hayal estas con pijama! – dijo Abril tras mío mientras abría la puerta, mi sorpresa fue enorme cuando vi a Gustavo de pie frente a mi puerta

- Hola – dijo Gustavo, precisamente con un diario en su mano

- De qué se trata esto – dije discutiendo con mi cabeza

Gustavo entro y me sentó en el sofá, se quedo de pie mirándome como si dudara de algo fundamental. Dio dos vueltas mirando a Abril con una extraña expresión en sus ojos. Ella se sentó a mi lado.

- Gus. ¿Qué pasa?

- Pensé mucho si te traía esto o no, la verdad es que aun no estoy convencido, pero lo vas a saber de una u otra forma.

- Estoy asustada

- Lee – dijo él.

Tome el papel y en grandes letras negras pude ver un titulo que a pesar de ser una realidad hace años para mi, el tenerlo enfrente me producía el mismo dolor que trece años atrás. Mis ojos comenzaron a llorar y mientras más leía, más confirmaba que no recordaba aquella parte de mi vida. “Muere en un accidente de tránsito el gran empresario extranjero Faik Majlis a los 60 años” “…El trágico accidente generado por un conductor ebrio dejo a la familia conformada por su esposa (56) y su hijo Huliyah Majlis (12) sin su patriarca”.

Sentí la mano de Abril en mi espalda y como si de un golpe de corriente se tratara me levante de golpe del sofá, fui a mi cuarto, me puse ropa y salí del departamento dejando un centenar de gritos a mi espalda. No sabía dónde iba, solo sé que camine tanto que mis pies comenzaron a doler, por qué debía dolerme que estuviese muerto, por qué no sabía que tenía un hermano, por qué mi madre no me busco durante todos estos años, por qué tenía que volver a tener este tipo de  preguntas en mi cabeza. Como siempre las respuestas estaban en mi, solo no quería oírlas.

- Hola – dije dudando de lo que hacia

- Supongo que ya lo sabes

- Crees que podamos hablar solos?

- En este momento no puedo salir a ninguna parte solo, pero puedo intentar escapar, conoces la plaza cerca del Rosetti

- Si, la conozco

- Espérame ahí en media hora

- Nos vemos

Supongo que había alcanzado el límite de mi locura. Mi cabeza se lleno de recuerdos, de imágenes que pensé estaban enterradas junto con mis padres, con mi infancia, con mis dolores y mis frustraciones. Solo de una cosa estaba segura en este momento, de mi madre no quería saber.

Llegue a la plaza en menos de quince minutos, no sabía dónde iba a estar, así que me puse a dar vueltas en ella esperando reconocerlo por la imagen del diario. Algo muy fuerte me hacia seguir caminando entre arboles y bancas, probablemente la necesidad de sentirme que pertenezco a algo, que tengo un lazo más fuerte que la amistad o el amor, que nada en esta vida puede romper, aunque la vida misma me haya demostrado lo contrario.

- Hayal? – dijo una diminuta voz a mis espaldas

- Huliyah, cierto? – dije temerosa

- Nadie me dice así – dijo sentándose en una banca – solo dime Li, todos lo hacen

- Li, como me encontraste?

- Tengo tu número hace un tiempo, pero me pareció correcto llamar ahora

Su piel era del mismo tono de la mía, sus enormes ojos eran idénticos a los de mi padre. A los míos. Pude ver tristeza en ellos, me pude ver a mi misma en ellos.

- Así que tienes doce años – dije evitando un incomodo silencio

- Si. Naci un tiempo después de tu partida, mamá dice que fui un regalo. – Oírle decir “mamá” como si de algún modo hablara de algo que nos pertenecía a ambos, me descolocaba por completo – Nunca nadie me dijo porque te fuiste

- Pero sabes que me fui, como sabias de mi existencia

- Nunca fuiste un secreto, tu pieza sigue igual que cuando la dejaste, mamá entra todas las tardes y se encierra por horas ahí, tus fotos están por toda la casa, solo que mientras papá está cerca no se puede hablar de ti, bueno cuando estaba.

Cómo debía hacerme sentir aquello. Aun no lo sé.

- Nunca me fui, me fueron. La verdad Li, no es algo agradable para relatar

- Pero es que yo siempre pensé que eras drogadicta o algo así, que por eso papá no te acepto en casa, después cuando encontré todo en su oficina comprendí que había algo más en la historia

- ¿Qué cosas?

- Tu nombre en las revistas, tu empresa, fotografías tuyas por doquier, no lo sé, cuando le pregunte a papá que porque no te buscábamos… - por algún motivo dejo de hablar – El te admiraba.

Aquello había sido algo que no vi venir. Como si hubiese visto venir algo de todo esto.

- Pequeño, tu padre era muchas cosas, pero estaba lejos de admirarme

- Te equivocas, el me dijo que si te buscaba solo traería dolor a tu vida, que su error era algo que nunca se iba a perdonar y que yo algún día iba a llegar a ser alguien tan importante como tú, que tenía que ser perseverante y no dejarme derrumbar, ni siquiera por él – termino de hablar con aquella rabia que me caracterizaba, note como se limpio sus lagrimas y me vi a mi misma en él una vez más. – Ese fue el único momento en que me hablo de ti.

- ¿Y que hacia él con fotos mías?

- Te seguía, habían fotos de ti jovencita y de ahora ¿Por qué te fuiste Hayal?

Su pregunta difícil de responder me ponía inquieta, decir la verdad y dejar caer el héroe que algún día fue también el mío, mentir y empezar con el pie izquierdo lo que fuera que estaba empezando entre él y yo

- Faik no acepto tener una hija homosexual – dije sin endulzar mis palabras – fue todo muy complicado, pero es pasado.

- Me gustaría saber todo

- Quizás cuando estés más grande pueda contarte toda la historia

- No te dejes llevar por mi edad, pero bueno, debió ser difícil

- Lo fue y más de lo que podrías imaginar – dije pausando mis palabras, un silencio incomodo nos invadió por un par de minutos.

- A ella le encantaría verte. A mamá

Mastique por unos minutos sus palabras antes de digerirlas, aquello que decía, era imposible.

- Hay cosas que son demasiado difíciles de hacer Li

- Pero no imposibles, un amigo me dijo que si te llamaba probablemente me enviarías a pintar monos al África, como él dice y cuando te llame esta mañana en realidad lo pensé, que podías rechazarme, pero ya ves, estás aquí

- ¿Y por qué me llamaste? – pregunte entre risas por la forma de relatar que tenia, como si sus palabras fuesen a cien kilómetros por hora

- Porque eres mi hermana y ahora más que nunca te necesito, así como te he necesitado toda mi vida.

Si era posible quedar más en shock lo estaba, siempre pensé en como yo me sentía, en lo que yo viví, jamás pensé en él, no antes, no ahora que sabía que existía, como podía decir no a cualquier petición que él me hiciera, como iba a poder rechazarlo si ya lo había dejado entrar.

Mi celular no dejaba de sonar y la conversación con Li me tenía de lo más entretenida, saber de su vida, sus gustos, su sencillez me conmocionaba, estaba en séptimo año básico en su colegio y sabia más del mundo que yo a su edad. Quería conocerme, quería saber de mi vida, lo bueno y lo malo de ella, no me di cuenta como empecé a soltar todo de mí, tanto que me sentí mal por haber perdido parte de su vida, por no haber estado ahí, pero aquello no era mi culpa.

- Tu celular no deja de sonar – dijo mirando mi chaqueta mientras vibraba

- Digamos que salí de casa sin dar mucha explicación, hoy recibí una noticia impactante – dije ironizando nuestro encuentro

- Bueno, te voy a dejar libre, debes tener mucho que hacer, de todos modos hay un servicio fúnebre que debo preparar

- Olvide aquello, debes sentirte muy mal – dije intentando sentir algo de sus emociones

- A veces cuando uno pierde personas en esta vida, gana otras igual de importantes

Sus palabras me quebraron por primera vez en el transcurso de nuestro encuentro, era un pequeño gran hombre.

- Li, yo lo siento mucho… tu perdida

- También es tuya – dijo tomando mi mano

- Pero ese duelo yo ya lo viví, créeme que me hubiese encantado tener alguien tomando mi mano mientras ocurría, aunque no puedo quejarme por las personas que la tendieron

- Yo… sería mucho pedir… - se detuvo pensando, organizando sus palabras asumo – Me haría muy bien tenerte a mi lado mañana, no por mamá, por mi – dijo llorando una vez más, su sensibilidad afloraba en su piel y mi raciocinio estaba cada vez peor.

- Te prometo que lo voy a intentar – dije logrando que sus ojos se abrieran más grande de lo que ya eran

- De verdad?

- Lo prometo.

Aquello que vino después nunca me lo espere, pero nuevamente, ¿Me había esperado algo de todo esto? Su abrazo se sentía tan cálido, me hizo recordar a Gustavo, a la familiaridad que llegue a tener con él, pero esto era mucho más grande, sus pequeños brazos rodeando mi cuerpo, me sentía en paz. Quizás es el momento de perdonar.

Mi cabeza comenzó a agitarse, de pronto una fría sensación recorrió mi espalda, podía sentir mi cuerpo transpirando, helado, molesto, que había hecho, hacia más de diez minutos que nos habíamos despedido y recién me daba cuenta lo que había prometido. Qué voy a hacer. Qué voy a hacer. Qué voy a hacer!

- Hayal donde mierda estabas! – dijo Abril en cuanto cruce la puerta, mi mirada cayó en Gustavo y Camila en el sofá, lo único que quería ahora era un abrazo, no palabras.

Me acerque a Abril y deje caer mi cabeza en su hombro, mi cuerpo se volvió extraño, más pesado y sus brazos intuitivamente me rodearon. Mi cuerpo temblaba y mis lagrimas se perdían entre los gritos ahogados que salían de mi boca, sentí el tiempo volver atrás, quería perdonar, quería retroceder el tiempo, quería oír que me aceptaba y que nunca me iba a dar la espalda. Daria todo en el mundo por retroceder el tiempo, por tener a mi padre y decirle que siempre lo ame, que siempre lo admire, pero ya era tarde, ya no se podía y ahora como volvía a mi estado de ignorar todo lo que tenia dentro. Podía sentir a Abril llorando conmigo mientras pasaba sus manos en mi espalda intentando calmarme y desee nunca haber despertado esta mañana.

- Hayal, por favor intenta respirar – dijo Gustavo

- Déjala que boté todo lo que tiene adentro, le va a hacer bien – oí a Camila decir

Después de un largo rato mi respiración comenzó a calmarse, mi llanto a disminuir y me sentí una niña con un agitado suspiro que me recordaba que aun dolía, que todo estaba aún dentro. Abril me tomo y me acerco al sofá, todos me miraban sin decir nada, pero a la vez pidiendo a gritos con su mirada que comenzara a hablar, algo me había llevado a este estado y necesitaban saberlo.

No estaba a punto de dar un gran paso, ya lo había dado, la mañana se hizo presente y la mujer que tenía al lado me despertaba con el desayuno, una flor en la bandeja me hacia sonreír, sé podía ser más hermosa? Ella sin duda alguna cada día lo era, bese sus labios y el dulce sabor en ellos me hizo ver que todo estaría bien, de qué otro modo podía ser si ella estaba a mi lado.

- Estás segura de hacer esto?

- Sola no, solo si tu estas a mi lado

- Sabes que ahí estaré

- Te vas a enamorar de él cuando lo conozcas – dije sonriendo

- Tú ya lo estás, de otro modo no hubieses aceptado ir al funeral de tu padre

- Hubiese sido lindo tenerlo a él dándome la mano cuando salí de aquella casa

- Lo sé amor, ya verás que todo saldrá bien

- No me dejes sola, por favor

- Nunca.

Si hace dos años atrás alguien me hubiese preguntado si iría al funeral de mi padre hubiese respondido con un rotundo “No”, pero claramente no era la misma persona de hace dos años atrás, mi vida había cambiado casi del cielo a la tierra, yo había cambiado. Y ahora iba de la mano de la mujer que me amaba, completamente de negro en dirección a un grupo de gente, no reconocía a nadie o casi nadie, Huliyah estaba de pie en un estrado, diciendo algo que en la distancia no oía, a medida que me fui acercando pude ver a la que un día llame madre con orgullo, aquella que por las noches me acurrucaba y por las mañanas me despertaba con un beso en la frente, no puedo decir que no dolió el volver a verla, en realidad sentí como se volvió a abrir una vieja herida que por días intentaba no hacerlo.

- Li está hablando – dije en el oído de Abril mientras nos acercábamos

- Es igual a ti – dijo quitando algo de mi cara – una pelusa – dijo sin que preguntara

Con mi cercanía las palabras de Li se hacían más claras, su voz era la de un adulto manteniendo la postura, sin duda alguna un Majlis.

“Mi padre fue lo que podrían haber llamado un hombre duro, de aquellos que no ríen ante nada, pero ese era el hombre que todos conocían, el que yo conocí era un humorista, un payaso, un actor de drama que muchas veces me hizo llorar con sus palabras, un gran orador y el mejor padre que alguien podría tener, aunque a veces ni el mismo se diera cuenta de eso. “Padre espero que donde estés te des cuenta que cumplí mi promesa, algún día nos volveremos a ver, esa es una nueva.””

Sus palabras se hicieron mías por un momento, todo lo que había sido para él fue para mí un día, pero antes que darme pena, me dio alegría, porque para Li siempre iba a ser así, el no había vivido la decepción ni el rechazo, el viviría toda su vida con un lindo recuerdo, me encantaría decir lo mismo de mi.

- Gracias por venir – dijo Li para darme un abrazo mientras alguien ocupaba su lugar

- Te hice una promesa – dije poniéndome a su altura – Ella es Abril – dije presentándosela sin mayor introducción

- Gracias por estar aquí Abril – dijo saludándola de mano

- Lo siento mucho por tu perdida Li – dijo Abril poniendo la mano en su hombro en señal de consuelo

Tome su mano y me quede de pie sin mirar a nadie sino al hoyo en la tierra, el pasto crecía verde a su alrededor, parecía mentira que estuviese ahí; pasaron un par de minutos para que mi corazón se tornara de pronto tan rápido como el sonido de un tambor, no quise alzar mi rostro porque su voz la reconocí de inmediato, hacia tanto tiempo que la había olvidado y pase tantas noches intentando recordarla, no importaba cuanto me soñara con ella, siempre su voz era muda para mí.

- Cariño, estas bien? – pregunto Abril limpiando las lagrimas que caían bajo mis lentes de sol

- Sí, estoy bien – respondí besando su mano mientras la retiraba

Sentí su presencia tan cerca, Li estaba de mi mano y Abril de la otra, quería correr, no iba a enfrentarla, no ahora, no el día del funeral de él. Hay cosas que no pueden demorar en esta vida.

- Huliyah, me presentas a tus amigas – dijo una envejecida y triste voz, sus rasgos no eran los mismos de antes, los surcos de la vida también le habían afectado, después de todo trece años no pasan en vano.

- Lamento su perdida señora – dijo Abril extendiéndole la mano, la cual respondió bajando su mirada, Li se mantuvo en silencio y yo quise correr de inmediato en sentido contrario, pero me quede ahí, inerte.

- Huliyah… - repitió ella y el pequeño me miro intentando pedir permiso para sus futuras palabras

- Hola señora – dije quitándome los lentes, no había necesidad de introducción, ella sabía perfectamente quien era, pero antes de que pudiese contestar su cuerpo se había desplomado en el pasto, unos tipos corrieron a socorrerla, pude ver el miedo en sus ojos, Li tenía miedo, Abril el doble, yo no me pude mover – me tengo que ir – dije mirando Abril mientras me retire de la escena, aquello era más de lo que podía soportar por un día

- Amor tu mamá! – dijo Abril tomándome por la espalda

- Es solo un desmayo – dije continuando mi camino

- Hayal! – Grito llamando mi atención – es tu madre y si no lo vas a hacer por ella al menos que sea por tu hermano, míralo! – dijo en su más serio tono de voz. Alce mi vista y Li lloraba al lado de su aun desmayada madre. Retrocedí mis pasos

- Déjenla respirar – dije quitando a los hombres que la “ayudaban”. Tome el discurso de Li de sus manos y le di viento en su rostro, en un par de minutos ya estaba recuperando su conciencia.

- Gracias – dijo Li tomando mi mano. Yo sonreí.

- Hayal… - dijo ella cuando al fin pudo hablar

- No puedo hacer esto ahora, perdóname Li – dije y me aleje. Esta vez Abril no me detuvo, sino que camino a mi lado

La tarde entera me vació de recuerdos, todo aquello que había estado enterrado salía a luz cual zombi de la tierra, cuyo único propósito era destruir lo poco que quedaba de mi estabilidad emocional, pensé en Li y en cómo debía estar él, pero ahí yo nada podía hacer. Abril se mantuvo la tarde entera abrazada a mi espalda, con ella todo se hacía más fácil.

Por dos días no supe nada del mundo exterior, no quise. Hasta que mi puerta sonó y sin siquiera pararme para abrir, el sonido retumbo a mis adentros.

- Buenas tardes – dijo su diminuta voz para mi tranquilidad. Abril lo hizo pasar

- Li! – grite desde mi cuarto – pasa!

- Hola – dijo sonriente desde la puerta

- Hola pequeño

- Te preguntaras que hago aquí

- Me imagino que tienes tus motivos

- Hayal, no estoy solo

Bastaron aquellas tres palabras para querer lanzarme por la ventana. “No estoy solo”, repitió mi cabeza mientras él seguía de pie mirándome, no sé de donde saque el valor para ponerme de pie y salir de mi cuarto, Li tomo mi mano y caminamos a mi sala, ella estaba sentada y Abril le servía un café. Hubiese retrasado este momento toda mi vida.

Sus ojos estaban tan inundados como los míos resistentes a cualquier muestra de debilidad, camine hasta ella y se paró sin previo aviso, no alcance a reaccionar cuando todo su cuerpo abrazaba al mío. No fui capaz de resistir más, aun así mi cuerpo no se movió, no correspondió su abrazo y preferí pensar que mis lágrimas eran invisibles, se deslizaron por mi cara como quisieron, haciéndose camino a mi cuello, a mi pecho. Luego de unos minutos se separó de mí y limpio mis lágrimas, no sé cómo su tacto activo mi memoria y la vi joven, limpiando mi rostro mientras lloraba desconsolada. La voz de Abril  me trajo de vuelta a la realidad y me aleje de su cercanía.

Por dos horas oí sus escusas, sus lamentos, sus reproches a sí misma y con ella oí los suyos. Sus propias palabras me decían que cuando me habían encontrado ya era alguien, ya tenía un nombre y era tarde para pedirme perdón, para hacerme regresar, él no fue capaz de hacerlo, sin embargo sus palabras no me daban un consuelo y el no estaba presente para gritárselo en la cara. Nada justificaba lo que me habían hecho, ni siquiera su arrepentimiento, pero ya no podía con tanto rencor.

- Yo no le puedo prometer que voy a ser la hija que un día fui, ni que sus abrazos serán correspondidos de la noche a la mañana, lo único que voy a prometer es que seré una hermana para Li, porque yo sé lo que es estar solo en este mundo y al contrario de él mi verdadera familia me encontró, no fui yo quien lo busco, por lo tanto no voy a negarme a ese lazo.

- Con el tiempo quizás logres perdonarme

- No es perdón lo que necesita de mí, perdonar es fácil, lo que quiero es olvido, olvidar todo lo que está en mis recuerdos para mirarle a los ojos y hacerlo con sinceridad.

- ¿Me dejaras entrar a tu vida?

- La mujer que está ahí de pie, es el amor de mi vida. Si es capaz de aceptarlo y vivir con eso, prometo poner de mi parte en ser algo más que desconocidas.

- Gracias – dijo llorando una vez más. Por un momento sentí sacar un peso de mi espalda, una mochila que por años cargué.

Después de menos de media hora ambos se despidieron, Li se fue con una gran sonrisa en su cara y aquello me daba tanto que transmitió su felicidad a mi alma, me quede sentada en el sofá y Abril se acercó para sentarse a mi lado, tomo mi mano y beso mi mejilla. Mi vida iba a ser tan distinta, estaba tan segura de aquello como del amor que sentía por la mujer que estaba a mi lado.

Antes de darme cuenta había pasado un mes desde que Abril se había ido a vivir conmigo, trabajaba a mi lado en la empresa y Li se quedaba con nosotras fin de semana por medio, todos los día hablábamos por teléfono y aunque lo niegue a los cuatro vientos, la presencia de su madre en mi vida se estaba volviendo fundamental; de pronto sentía que volvía a respirar por mis propios medios, no necesitaba de nadie para sentirme completa, tenía dos familias y un amor que me desbordaba, realmente estaba feliz.

- Amor! – Grito Abril desde la pieza – no puedo encontrar mi suéter gris! – pude imaginarla revolviendo todo en aquella pieza

- Esta en el  ropero en el último estante! – grite desde la cocina y continúe picando las verduras que estaban sobre la mesa, cuando caí en cuenta de lo que acababa de decir, mis ojos se abrieron tan grandes como la rapidez con la que llegué al cuarto, pero cuando lo hice  ya era tarde, Abril estaba de rodillas en el suelo dándome la espalda, así no debían ser las cosas.

- Lo encontré… - dijo casi sin decir

- Amor, qué encontraste – dije con nerviosismo. Ella seguía dándome la espalda

- El suéter – dijo girándose – y esto – la pequeña caja que estaba en sus manos no era algo que ella debía ver, al menos no todavía, sus ojos se aguaban mientras me miraba sin decir nada, tome la caja entre mis manos y la senté sobre la cama mientras me senté a su lado.

- Yo tenía algo completamente diferente preparado para esto, con bailes, cantos y muchas personas, pero tú siempre te adelantas…

- Hayal – dijo interrumpiéndome incrédula. Yo abrí la cajita y la mire al alma

- Yo me preguntaba si querías unir tu suspiro y el mío con estas argollas, hacerlo oficial, unirnos para toda la vida – su silencio y sus lágrimas trajeron un familiar miedo, por un momento me proyecte en otra época – Amor, sabes lo difícil que es comprar dos argollas de oro blanco y diamantes iguales, todas eran para un hombre y una mujer

- Entonces pregúntame bien – dijo limpiando su rostro. Yo sonreí

- Abril, quieres casarte conmigo – murmure. Ella se acercó y me beso, dulce suave, como solo ella besaba, aquel fue su sí.

Estiro su mano y puse su argolla en su dedo, bese su mano, bese sus labios y con la misma emoción ella puso la mía, hacerle el amor después de eso no era cuestionable, olvidamos la cena con invitados de horas más tardes, la previa ducha y la extraña forma en que el reloj avanzaba, el tiempo se detuvo en el instante en que caímos desnudas en aquella cama, nuestra cama, para hacernos la una de la otra, una vez más, con la luz del sol de testigo, ella ya era mía, siempre lo había sido.

- A quien llamo para que nos traiga la cena – dije sonriendo en su cuello

- Y si mejor llamas para cancelar – dijo buscando mi boca. Yo la ayude

- Creo que esa no es una opción, van a llegar igual

- Ya. Entonces acompáñame a la ducha y después llamamos para pedir algo gourmet, te parece?

- Mejor llamo ahora y les digo que traigan todo en… tres horas?

- Bueno – dijo alcanzándome el teléfono. Yo llame.

La ducha duro una hora y el encuentro después de la ducha una hora más, optamos por bañarnos por separado esta vez, entré y mientras el agua caía por mi cuerpo sonreí, tenía ganas de gritar por la alegría que sentía, por más que intentaba borrar la sonrisa de mi rostro mis músculos parecían mandarse solos, cada dos segundos sonreía, hasta que sentí su cuerpo pegarse a mi espalda, sus manos rodearon mi vientre y no tardaron en recorrerme…

- Nos vamos a atrasar, otra vez – dije intentando sostener mis palabras

- No me importa – dijo ella pasando su lengua por mi cuello. Me estremecí de inmediato

- Te amo – susurre a su oído con el sonido del agua de fondo.

- Yo te amo – aseguro ella, como si su amor fuese un hecho más grande que el mío y no me importo darle ese lugar.

Salimos del baño con la complicidad en el tacto, en la vista, cada dos segundos buscaba mi mirada mientras secaba su desnudo cuerpo para sonreírme, cada medio segundo la necesidad de tocarla se hacía presente en mi cabeza, lo nuestro estaba destinado a la locura sin lugar a dudas.

Cuando todo el mundo llego, desee que solo fuéramos ella y yo, todos se dieron cuenta de eso, pero ni siquiera nos importó. Camila tenía algo que decirnos y de no haber sido por sus retos no hubiésemos mantenido la atención, Eduardo y Gustavo nos miraban con gracia y Flavia se paraba nerviosa al lado de Camila, podían habernos hecho creer a todos que tenían solo una buena amistad en el último tiempo, pero la forma en que Flavia tomo su mano me hizo entender que una vez más estaba todo a punto de cambiar.

- Antes que todo… – dijo chispeando sus dedos para que quitara mi mirada de Abril y la centrara en ella – Antes que todo quiero darle las gracias a todos los que están hoy aquí, por recibirme, por hacerme parte de su familia, pero en especial a ti Hayal, más que una amiga te volviste mi hermana, te ocupaste de mis gastos, de mis estudios, de mi y me hiciste descubrir quién soy en realidad, es por eso que los sentimientos se me cruzan en este momento.

- ¿Qué paso? – pregunte con temor

- Se va conmigo a México – dijo Flavia tomando sus palabras

- ¿Cómo qué te vas?  ¿Y tus papás?

- Papá ya lo sabe, viajaremos la próxima semana para la isla y después volveremos acá para despedirnos

- ¿Esto es definitivo? – pregunte sintiéndome más que su amiga, su hermana, su madre.

- La idea es pasar tres años allá hasta que termine de estudiar y yo pueda atar todo para no tener que viajar una vez al mes y después vamos a volver, claro no sé por cuanto tiempo. – dijo Flavia mirándome con miedo a mis palabras

- Bueno, no sé qué podría decir, no se suponía que eran amigas

- Yo no sé cómo se tragaron eso – dijo Flavia riendo – si cada que puedo la desnudo con la mirada – completo. Camila le pego en el brazo.

No sé en qué momento terminamos todos abrazados y llorando, como si aquello fuese una despedida y no un nuevo “hola” a la vida, a vivir el amor a flor de piel.

- Bueno, van a tener que viajar antes si, porque yo necesito a mi mejor amiga en mi matrimonio – dije tomando la mano de Abril cuando todos estábamos al fin sentados a la mesa

- Y la propuesta no era la otra semana? – pregunto Gustavo

- Tu hermanita se me adelanto – dije besando su mejilla

- Es que dejo tan bien escondidas las argollas

- Es que Hayal tiene un don para ocultar cosas – dijo Gustavo

- Bueno, hay cosas que oculto mejor que otras

- Difícil, por tu cara sé que hicieron el amor toda la tarde y por las bolsas que estaba en tu basurero sé que la comida es comprada y no hecha por ti como dijiste – grito Gustavo argumentando sus palabras. Yo me sonroje como nunca, solo por recordar la tarde.

Así estuvimos hasta que el vino se acabó y las risas cesaron, Flavia se llevó a Camila al hotel  y Gustavo se fue con Eduardo, el departamento estaba a oscuras, en silencio, ella y yo en nuestro cuarto sin necesidad de tener una luz o música, su mano me llevo a su cuerpo y me hizo bailar, al ritmo de nuestros corazones me guio por el cuarto, yo me sentí en el más grande de los salones con la mejor de las bandas tocando, ella con un vestido azul y yo con uno blanco, todo era perfecto en mi imaginación y rea fuera de ella, era la realidad lo que me hacía sentir feliz, ya no tenía que soñar, vivía mi presente que algún día había sido mi futuro y en el futuro quería siempre vivir.

- Quiero vivir en una casa – Susurro abril a mi oído mientras bailábamos

- Entonces compraremos una casa – respondí imitando su tono

- No tiene que ser enorme, pero tiene que tener un patio – dijo girándome para bailar pegada a mi espalda con su cabeza en mi cuello

- Y qué más quieres que tenga

- Un lugar para estacionar nuestro auto, una cocina hermosa y cuatro dormitorios

- Amor y no quieres que sea tan grande – sonreí aun con ella a mi espalda

- No quiero un castillo y tú eres capaz de comprar uno – dijo con seriedad. Yo cambie de posición y ella se movía de espaldas pegada a mi pecho

- Y porque cuatro cuartos?

- Uno para nosotras, con una cama pequeña, para dormir bien apegada a ti todas las noches

- Por buena idea que aquello me parezca, terminaremos mal de la espalda si dormimos así, yo quiero una cama bien grande, aunque perdamos espacio al dormir, lo ganaremos cuando no durmamos – susurre besando su cuello

- Puedo ceder en eso – dijo sonriendo – el otro cuarto tiene que ser para Li

- Y los otros dos – pregunte sabiendo cual iba a ser su respuesta

- Para nuestros hijos – dijo girándose para regalarme sus ojos, como siempre lo hacía – una niña y un niño

- Y cómo vamos a mantener a dos niños – dije con ironía. Ella golpeo mi trasero casi con una caricia

- Yo quiero que tengan tus ojos – dijo besando mis labios fugazmente. Demasiado para mi gusto

- Y yo quiero que tengan tu cabello

- Pero no los podemos hacer juntas – dijo con tanta pena en su voz que me dolió de solo oírla

- Quizás si lo intentamos muchas veces – dije haciéndola reír

- No me importaría intentarlo – dijo besándome. Esta vez fue largo. Aun bailábamos.

- Siempre podemos usar una herencia que recibí para ir a fertilizarnos juntas

- A veces olvido que eres una Majlis

- Yo siempre lo olvido – dije besándola una vez más – si usamos la misma esperma ellos de verdad serían hermanos

- Bueno, pero por ahora no quiero saber nada de esperma – dijo arrugando su nariz – ahora solo concéntrate en besarme – dijo entre abriendo su boca. No tarde en llevar a cabo su petición y con ello materializamos nuestros anhelos.

Una vez más sentí su amor, como siempre que ella estaba junto a mí.

Fin.

Nota: Gracias a todas las que siguieron esta historia, la que muchas veces pensé que no iba a terminar  y tantas otras quise saber con ansias que iba a pasar, porque como siempre digo, mis historias se mandan solas. 

Gracias por sus comentarios, siempre alimentan mi escritura, incluso cuando hay criticas en ellos. Gracias.
                                                                                                                                                                                                         

Comentarios

  1. HERMOSO, UN FINAL COMO SOLO TU SABES RELATAR, TRISTE PORQUE YA NO VAMOS A SABER DE ELLAS PERO FELIZ DE QUE ESTAN JUNTAS,LO DICHO ERES UNA GRAN ESCRITORA OJALA Y TE ANIMARAS A HACER UN LIBRO, TE MANDO UN ENORME ABRAZO Y BESOS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me animo! pero no es tan facíl como parece, me falta mucho para llegar a eso, aunque si esta en mi lista de cosas que hacer en la vida. de todas maneras, gracias por alentarme!

      Eliminar
  2. Tus relats son grandiosos y este no se queda atras gracias x tomarte el tiempo para escribir y que nosotros tengamos un momento de relajamiento al leer. Que tengas una muy buena semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por comentar! sus comentarios son los unicos que hacen que siga escribiendo, se que hay alguien que lee y aprecia, eso alienta a continuar tecleando!

      Eliminar
  3. espere por un cap nuevo y en realidad esperaba por un final, el cual me encanto como siempre y quede con ganas de saber que pasa mas alla... pero gracias por darle un final o dejar que esta historia diera su final sola como se merecia.. deberias ponerlos en PDF hacerlos en libros y asi compartirlos mas alla de como lo haces ahora....Gracias y felicidades sos una escritora unica

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo de los PDF la verdad me ha estado dando vuelta, como ahora solo escribo una historia, puede que me ponga a escribir algo para subir de una vez completo en ese formato. Gracias por la idea!

      Eliminar
  4. Hermoso, que hermosooooo ♥ ~ !!!
    Me encantó, y más aún porque pudo reencontrarse y reconciliarse con su madre, el pequeño Li es tan maduro, con un gran corazón. Extrañaré a los personajes, muchas gracias por esta gran historia :).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por siempre leer y comentar! lo dije antes, sin los comentarios seria como escribir para nadie, aunque muchos no lo hagan, al menos ustedes los pocos me hacen feliz!

      Eliminar
  5. ME gustó mucho como se desencadenó la historia; lindo final para esta historia con tantos sube y baja. :D

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3

Anabrielle 1