Ahí, donde solíamos reunirnos XIV
Cuanto es el tiempo que demoras
en enamorarte de alguien? Años? Meses? Semanas? Días? o tan
solo un par de segundos? La verdad es que no es como el tiempo
de cocción de algún alimento, no tiene tiempo para que
llegue a su punto de ebullición como el agua cuando hierve,
ni necesita una cantidad de entrega para que se desarrolle
más rápido, puedes enamorarte en un par de días de alguien o quizás solo
unos segundos, porque la realidad es que cuando pasa todo tu
cuerpo tiene una reacción diferente y lo sabes, dentro de ti
lo sabes, aunque te demores años en reconocerlo, puede bastar una mirada
para sentirte enamorada y mejor aun, aquel sentimiento no tiene fecha de
caducidad, no se acaba cuando tu lo decides, aunque a veces creemos que ha
acabado existe un dicho que remueve todo "donde hubo fuego, cenizas
quedan".
- Amanda, este es el quinto departamento
que no te gusta
- Pau si no me quieres acompañar vete, pero no me reclames
- Si claro, si yo me voy arriendas una pieza sin ventanas y con el baño al lado de la cama
- Estaba sencillo el departamento y económico
- Y ahora te estás preocupando del dinero?
- Siempre me preocupo de eso, no soy millonaria!
- Jaa! déjame que me ría por favor, porque no te preocupas de eso cuando andas comprándole celular a una pendeja de siete años
- va a cumplir ocho
- Claro! eso lo hace menos ridículo
- Pau, recién esta volviendo a ser la que era antes conmigo, quería un celular "bakan" le di uno y punto
- Amanda, no me mal entiendas, tu sabes que yo la adoro, pero te está cambiando amor por cosas materiales
- Y tú crees que no lo sé, se le va a pasar, aparte con el celular la puedo llamar
- Bueno, tú sabrás lo que haces. Cambiando de tema, hay algo que no sabes
- Que cosa?
- Ayer hable con Susana
- Llegan mañana tengo entendido
- No, no saben cuando vuelven, creo que Lucia no quiere venir y Susana no la quiere dejar sola
- Su debería venirse, hace tiempo que Lucia decidió vivir su vida allá
- Amanda Duzic eres tú? - pregunto tomándome de mis brazos - Si te mueres por que llegue, no te hagas
- Si no quiere venir es por algo, he pensado mucho está última semana y la verdad es que ella y yo nunca vamos a ser algo concreto, siempre algo se va a interponer, por mucho que la ame o todo lo que ella crea que no siente por mí.
- Entonces para qué dejaste a Diana
- Con Diana todo era fácil, yo la amaba, aun lo hago y creo que una parte de mi siempre lo va a hacer, pero...
- Siempre hay un pero
- Me mentí a mi misma tanto tiempo y de paso lo hice con ella, el creer que había superado a Lucia, hasta que comencé a verla en todos lados, incluso antes de que se apareciera en nuestro lugar de siempre, cada noche me iba a acostar deseando solo dormir, rogando que no se me apareciera, le daba el beso de buenas noches a Diana y mi miedo se hacía presente, me sentía una mierda teniéndola a mi lado y sentir que la traicionaba.
- Sigo sin entenderte
- Yo la amo, pero a Lucía la amo más
- Y aun así quieres que se quede por allá y haga su vida
- Que yo la ame no significa que la vaya a forzar a algo que no quiere, quizás algún día entra en razón y viene por mí, entonces la estaré esperando y si no lo hace, bueno, es que esta historia nunca fue una historia sino una sátira de las peores.
- Te das cuenta lo que dices? y te vas a quedar sola toda tu vida si ella no regresa a ti?
- Y tú crees que es justo que yo este con alguien sabiendo que amo a otra persona, iniciar algo nuevo o algo viejo con la absoluta certeza que nunca la voy a amar más que a Lucía
- Y es justo para ti no rehacer tu vida? Cariño no vas a ser la primera persona que se vuelve a enamorar
- Pau y si lo hago, si rehago mi vida y ella llega en cinco años más a mi vida, lo voy a dejar todo por ella una vez más, entonces que va a ser de la persona con la que este, no Pau.
- Tu rehaces tu vida, vuelve con Diana si Lucia no quiere estar contigo tú tienes derecho a ser feliz
- No lo voy a hacer
- Ojala no esperes toda tu vida algo que no va a llegar.
Después de medio día y cien retos
disfrazados de consejos de parte de Paulina había encontrado un
departamento, no muy grande ni pequeño para arrendar, pero mis
preocupaciones eran otras, había pasado una semana
y se suponía que tenían que estar de vuelta y por lo
que decía Paulina no iba a ser así, pero no era yo la
que me preocupaba, sino mi hermano y sus últimos gritos a la que era
su mujer, en el fondo lo entendía, pero que yo lo apoyara o le
ayudaba en nada.
- Mañana me ayudas a cambiarme?
- Puedes quedarte una semana más, para mí
no es molestia
- Quieres que me quede?
- Si - dijo bajando la mirada
- No quiero estar más solo aquí,
las niñas, la casa, me voy a volver loco Amanda
- No es tanto el trabajo, tú te vuelves
loco por que si
- Es que ya no doy más Amanda, extraño
a mi mujer, quiero a mi familia de vuelta!
- Lo sé hermano pero peleando con
Susana no vas a apurar las cosas
- Y que quieres que haga, que pase esta
semana y me diga que al final se queda un mes por que la loca de la hermana
ahora la quieren internar?
- La van a internar?
- No, yo solo estoy suponiendo
- Ah, pero ahora porque no se vinieron
esta semana?
- Lucia no quiere volver a
vivir aquí, pero aun no se recupera bien y Susana tiene miedo
de perderla si no está con ella
- Es una testaruda
- Ya dímelo a mi que vivo con
la copia, vivía con ella porque ya hasta el aroma
de su perfume se fue de mi cama - dijo con los ojos aguados
- Oye! tranquilo... - lo calme mientras
pasaba mi mano por su espalda - Ricardo no has perdido a tu mujer, se que la
extrañas pero vamos, que Susana va a regresar pronto
- Lo sé, pero no te vayas por favor, no
me quiero quedar solo
- No estás solo
- Ya lo sé, pero igual te
necesito aquí
- Mira, hagamos lo siguiente, mañana
como estas libre ayúdame a llevar mis cosas, tengo que amoblar
el lugar y podemos ir a escoger las cosas con los niñas, yo voy por Amanda y
todos felices, así te olvidas un poco de todo y cuando se venga
Susana yo me voy a vivir allá, te parece?
- Me parece
- sonrió limpiándose las lagrimas, seguía siendo el
mismo pequeño que se escondía tras de mí o de Tomas cuando
alguien lo molestaba en el colegio - Te amo Amanda - el abrazo que
vino después de eso, me lo confirmaba.
El día siguiente llego con otro aroma,
al abrir los ojos fue inevitable no ver como un pequeño arcoíris se
colaba por mi ventana y se podía ver en el techo, aquello me
hizo sonreír, si la mañana empezaba así el día iba a ser
perfecto.
- Ricardo! Tami! Javierita!! - grite en
el pasillo para que corrieran a mi pieza, los hice que cerraran los ojos y
los acosté en mi cama
- Que haces Amanda?
- Ahora abran los ojos!
- Tía hay un arcoíris en tu techo!! -
Gritaron como siempre lo hacían las gemelas, al mismo tiempo
- Yo sé quien metió un
arcoíris a tu pieza - dijo Ricardo disimulando una lagrima
- Quien?
- Un loco que ayer me visito en un
sueño y me dijo que todo iba a estar bien
- Y como sabes que fue ese loco?
- Porque veíamos uno de estos cuando me
lo dijo
- Este será un gran día, cierto mis
amores? - dije abrazando a las pequeñas
- Gran día! - gritaron al unísono
Después de cansarnos de mirar el
cielo raso de la que por el momento era mi habitación nos pusimos salvajes y
desayunamos sin bañarnos, solo por un
día romperíamos la estricta regla de la ducha matutina de
Susana, bueno, rompimos más de una regla y aun no era medio día...
- Papá, porqué no podemos desayunar
helado todos los días?
- No es solo helado, el milkshake tiene
leche y prométanme que no le dirán a su
mamá si quieren seguir teniendo un padre - respondió mi
hermano causando una cara de espanto en sus hijas.
- Lo que papá quiere decir es que esto
es solo por hoy y que la mamá no puede saber, si no lo va a regañar
- Eso es mentir? - pregunto Tami
- No, es ocultar información, un
secreto de grupo
- Sigue siendo mentir - dijo con su
tono de voz presumido Javiera
- Mentir es malo - dijo Tami y mi cara
era de total espanto mientras Ricardo me hacia entender
que había sido una mala idea desayunar milkshake.
- Yo mismo le diré a su mamá
que desayunamos esto, ahora prométanme que nunca van a mentir -
dijo mi hermano comportándose como un gran padre
- Promesa! - dijeron ambas sonriendo
- Están cada vez peor - le
susurre a mi hermano
- Y solo tienen cuatro años
- Valor hermanito
Nos tardamos una hora en poner todas
mis cosas en la camioneta de Ricardo, para las pequeñas era como
si fuésemos a tener un día de
camping, no hallaban la hora de
que fuéramos por Amanda y partir a conocer mi
nuevo departamento, yo me estaba preparando para ir de compras con aquel batallón,
si separadas eran terribles cuando se juntaban las tres se potenciaban.
- Hola - dijo Diana como siempre
sonriente cuando me abrió la puerta - se está terminando de arreglar
- Te contó? -
pregunte tímidamente, aun se me hacia raro hablar así con ella
- Si, no para de hablar sobre
eso, volvió a ser la misma de antes parece
- Así parece - dije con algo
atorado en mi garganta
- Dime - dijo levantando mi cabeza que
estaba pegada en el piso evitando su mirada
- Que cosa?
- Eso que me quieres decir, dime
- A veces se me olvida que me conoces
tanto
- Estoy bien Amanda - dijo tomando mi
mano - No salto en un pie, pero voy a ser feliz, te lo prometo
- Como puedes ser tan perfecta?
- Pues ya ves y así perfecta
y todo...
- Hay estúpidas como yo
que te dejan ir
- Tu lo dijiste no yo - dijo sonriendo
- Amanda te puedo dar un abrazo? - no hubo necesidad de respuesta, aquel abrazo
me dio tanta paz y a la vez tanta pena, en especial cuando hablo a
mi oído - necesito no verte... por un tiempo, por favor,
necesito sacarte de mí, porque si me vuelves a mirar de la forma en que lo
acabas de hacer te voy a besar y voy a rogarte que no te vayas de mi vida y no
quiero hacer eso, quiero que seas feliz mi amor, así que
por favor, concédeme solo eso - termino de
decir apretándose con fuerza a mi cuerpo, me dio un beso en
el cuello y se entro sin siquiera mirarme.
Se suponía que iba a ser un
gran día. Se suponía que ella iba a ser mi última...
Guarde las lágrimas que querían salir
corriendo de mis ojos cuando vi a mi pequeña sonriendo por el pasillo, su
carita de ansiedad lo decía todo
- Te extrañe Ma -
dijo dándome un abrazo, aquello me llenaba de alegría.
- Yo también mi amor, te
despediste de mamá?
- No, voy y vuelvo -
dijo pasándome el peluche que no abandonaba nunca.
Subimos a la camioneta y no llevaba ni
medio segundo arriba cuando ya estaba dirigiendo a las pequeñas para hacer
travesuras
- No se van a sacar
el cinturón de seguridad! - dije mirándolas sabiendo lo que
planeaban hacer - y no molesten a Ricardo que va manejando
- Qué paso? - pregunto Ricardo tomando
mi mano
- Después te cuento - le dije
mirando a Amandita
- Bueno - dijo tomando mi mano
y dándole un beso, a veces la sensibilidad de mi hermano era más
grande que la mía.
El departamento tenía dos piezas,
una mía y otra más pequeña, Amanda estaba feliz
porque tendría dos piezas, y gracias a la cama nido las
pequeñas sabían que podrían venir a quedarse cuando
quisieran, como siempre lo hacían en casa.
No tardamos nada en dejar todo en casa,
como lo que tardamos en elegir los muebles que faltaban,
la cómoda que quería Amanda, un sofá,
un televisor, un estante para los libros y la
lista seguía en un sin fin de cosas
- Ricardo porque fue que no me diste
asilo en tu casa?
- Tu eres la que se quiso ir, por mi
y vivías con nosotros toda tu vida
- Si claro!
- No te quejes Amando, que para eso
trabajas
- No me quejo, tendré que
arrendar un camión para que lleven todo lo que
tengo que comprar
- Compra todo en un solo lugar
y así te llevan ellos las cosas
- Si eres tan inteligente Junior!
- Ya ya... mejor ve a ver esos demonios
sino tendrás que pagar esas zapatillas
Las tres se estaban probando el mismo
modelo de zapatillas, el tipo que las estaba ayudando se reía con los
disparates que decían, no tenían
Necesidad de pedir por
que las zapatillas ya eran de ellas.
- Se las van a llevar puestas? - la
cara de las tres era como de dibujos animados con la sonrisa de oreja a oreja y
los ojos enorme como si preguntaran "¿de verdad?"
- Si!! - gritaron y creo que el pobre
que iba a hacer la venta quedo un poco sordo.
- Es tu culpa que sean malcriadas -
dijo Ricardo
- Las tres?
- Las tres... -
dijo imitándome - obvio, si les compras todo lo que piden
- No es mi culpa que tú seas mano de
guagua
- Yo ahorro, no como tú que gastas lo
que no tienes
- Cariño si no tuviese
no compraría!
- Entonces te quejas de habladora.
- Ahora no me voy a poner
a explicarte porque creo que estamos a punto de ser atacados por
un trío de mocosas - dije dándome la vuelta tirando abajo
los planes de cosquillas que tenían las tres pequeñas
El día tuvo sus altos y bajos y aunque
hubieron momentos que pensé que se volverían solo bajos
termino siendo un gran día. Diana dejó que la niña se quedara con nosotros por
la noche, pasamos a comprar palomitas para preparar, galletas, jugos y helado
de chocolate, en mi vida había comprado tanto helado de
chocolate, sería una noche de película y diversión, ver a
Amanda tan feliz con las gemelas me llenaba de alegría, hubo un
momento en el que no necesite de nada ni nadie más.
- Les aviso que no voy a ver
ninguna película de Tinker Bell por enésima vez! - dijo
Ricardo mientras bajábamos las bolsas de la camioneta
- Yo quiero ver Los Croods! - dijo Tami
- Yo quiero ver la bella y la bestia! -
grito Javiera
- esa es nueva! - dijo Amanda
molestando como siempre - veamos una de terror
- Si claro
y después terminamos todos durmiendo en una cama!
- Yo voto por Los Croods! - dijo Amanda
sonriendo
- Los Croods será entonces - dijo
Ricardo
La discusión había concluido,
Amanda iba con una prima en cada mano y la imagen nos causo una ternura mutua
con Ricardo. Subimos y algo hizo que mi corazón de pronto se agitara,
hice que Ricardo parara antes de seguir...
- Qué pasa?
- No sé, mira se me acelero el corazón
- dile llevando su mano a mi pecho
- Amanda, no vas a salir con que tienes
problemas cardíacos ahora
- No sé, me siento rara si
- Vamos a casa y tomas algo de agua, te
aviso que si no se te pasa vamos al hospital
- Si Doc.! como usted diga
Me quito una de las bolsas que llevaba
y tomo mi mano como cuando éramos niños, avanzamos y lo agitado de mi pecho
solo empeoro, Ricardo me miro y supongo que lo pálida que estaba hizo
que abriera la puerta lo más rápido posible, cuando un gran
"sorpresa" me llevo de pálida a blanca y helada en un
segundo, las niñas corrieron a abrazar a Susana que me miraba asustada mientras
Ricardo se debatía en ayudarme o ir a abrasar a su mujer,
Amanda tomo de mi mano y me hizo entrar, Ricardo le hizo señas a Susana y
ambos fueron a ver qué era lo que me pasaba; "Ataque
de pánico anticipado" era mi auto-diagnostico, Ricardo
me trajo un vaso de agua y comenzó a tirarme viento con un
individual plástico que había en
la cocina, ahí estaba yo siendo socorrida por mi hermano y su
mujer, con Amanda a mi lado y la mirada estupefacta de ella sobre mis
ojos, podía ver el miedo en los de ella.
- Ma estás bien? -
Amanda movió mi mano la que no había soltado y la vista
de Lucia se desvió a ella.
- Cariño, va a estar bien, no te
preocupes - dijo Ricardo y al parecer yo estaba aun incapacitada de hablar o
simplemente idiotizada por su mirada.
- Hola mi amor - oí a Ricardo decir
mientras seguía en su tarea de lanzarme viento a la cara
- Queríamos darles una sorpresa
- respondió Susana y en su decir reaccione
- Estoy bien - dije deteniendo a
Ricardo
- Vamos al hospital - dijo Tomando mi
mano
- No, ya estoy bien
- Si bien, Amanda estas blanca como
papel!
- Ricardo... -
dije mirándolo con seriedad
- Ok, no diré más nada!
- Cariño será mejor que nos vayamos -
Dije mirando a Amanda y sintiendo su mirada sobre mí, quería decirle hola con
tantas ganas, pero algo no me lo permitía
- Pero papá que no se vaya la tía con
Amanda!
- Si! y la película! - gritaron
las niñas
- Tranquilas que en un rato veremos
las películas, ahora le van a dar otro abrazo a mamá y a la tía que
hace tanto que no veían!
Amanda me miraba como si tuviese miedo,
no me soltaba la mano y Ricardo quería que hablara con él a solas
- Cariño estás enorme, hace cuanto que
yo no te veía - dijo Susana tomando a Amanda mientras las gemelas saludaban a
Lucía, Me levante con Ricardo y evite su mirada insistente en
mi, podía sentirla, no había necesidad de verla.
- Ricardo me tengo que ir, sabes que no
me puedo quedar
- Amanda, si te vuelve a pasar lo que
te acaba de pasar manejando, no! te quedas y punto
- Como quieres que me quede!
- A donde te iras
- Al departamento
- Con la niña? Amanda
lo único que hay es una cama y de una plaza
- No me puedo quedar Ricardo - dije
y sentí como volvía lo agitado de mi pecho, Ricardo puso su
mano en mi cuello
- No te vas a ninguna parte, no tienes
para que hablarle, ahora voy a ir a darle un beso a mi mujer y tu vas a
respirar, contaras hasta a Diez y vas a salir, veremos la película y
todos felices, ok!
- Ok
Salió del cuarto y no sé si conté hasta
diez o cien, pero reaccione cuando Amanda vino por mí.
- Ma no me quiero ir
- Nos quedaremos cariño, no te
preocupes – dije sonriéndole
- Ma, la señora esa es muda? – pregunto
causándome gracia
- Porque crees que es muda?
- No ha dicho nada desde que llegamos,
por eso
- La saludaste?
- No, no sé quien es
- Es hermana de tu tía Susana, se llama
Lucía
- Entonces es importante
- Algo
- Tengo que saludarla entonces
- Si quieres ve a saludarla
Salí tras ella y me cruce una vez más
con sus ojos, hermosos ojos que en este momento no me decían nada, Amanda se
acercó hasta ella y con toda la personalidad que posee se presento…
- Hola soy Amanda – dijo dándole la
mano – me llamó igual que mi Ma, que es hermana del tío Ricardo, el esposo de
tu hermana – dijo causando la risa de todos incluida la de ella. Su sonrisa…
- Hola Amanda, yo soy Lucia y aunque no
lo recuerdes yo te conocí cuando eras una pequeñita que me llegaba a las
rodillas – respondió ella mirándome cuando termino de hablar, le sonreí y
sonrió de vuelta
- Más pequeña que las gemelas?
- Más pequeña, tenía dos años cuando te
conocí
- Ma! yo fui así de pequeña? – pregunto
mirándome
- Si amor, incluso más pequeña
- Que bueno que ya crecí! Sino estas
dos me ganarían siempre
Todos volvimos a reír y ella me volvió
a sonreír.
Susana nos contó que tuvieron que
venirse antes de lo previsto por un inconveniente del que no quiso entrar en
detalles, Ricardo le reclamo que no le hubiese avisado para ir a recogerla pero
su mujer le explico que desde un principio había querido llegar como sorpresa,
nunca tuvieron intención de revelar el día de su llegada, a medida que las
niñas se preparaban para ver la película, ella contaba todo lo que había
pasado, mientras Lucia ayudaba a las pequeñas alejándose de nosotros. De mí.
- Fue horrible Amanda – susurro para
que solo nosotros oyéramos
- Como la convenciste para venir
- Eso no fue lo horrible, cuando
despertó era otra persona, me costó tanto sacarla de eso y la amiga esa no ayudaba
en nada
- Jane?
- La misma, casi le pegue un día – dijo
causando mi asombro y el de mi hermano
- Le estaba creando un odio a Lucia,
incluso hacia a mí, no se hace cuanto estaba metiéndole cosas en la cabeza
- Pero tu hermana es grande para que la
vengan a influenciar – dijo Ricardo
- Amor, si vieras el poder de
convencimiento que tiene, yo le dije que conmigo no y le prohibí la entrada al
hospital
- Su! – grito Lucia desde la cocina con las niñas
- Dime! – contesto su hermana gritando
de la misma forma
- Cállate! – grito Lucia, al parecer
hablábamos más fuerte de lo que creíamos
- Ya, después me cuentas todo, oye por
si acaso oyes comentarios hoy no nos bañamos desayunamos milkshake y comimos
comida chatarra de almuerzo y batido de postre – dije sonriendo mientras mi
hermano intentaba huir del lugar
- Ricardo! – grito ella
- Amanda, te mato! – dijo Ricardo
- Y lo peor es que quería que las niñas
te mintieran y no dijeran nada – dije empeorando las cosas, la maldad me
brotaba
- Te estaban preguntando – dijo mi
hermano
- No, pero cariño que tu mujer debía
saberlo!
- Ya, no me mires con esa cara que tú
me dejaste al abandono, a demás fue solo un día – dijo Ricardo, mientras yo
reía de su cara
- Te salvas solo porque me fui por
mucho tiempo, pero en la noche te daré tu merecido! – dijo riendo
- Oye, hay niños en casa, contrólense!
- Cariño – dijo mi hermano sonriendo –
Gracias!
Nos sentamos a ver la película, las
niñas se sentaron sobre unos cojines a los pies del sofá, Susana y Ricardo se
sentaron a mi derecha y lucia se sentó en el sillón al lado del sofá, la
película empezó y el sonido de la tele
se oía tan distorsionado con las risas de las niñas, mientras Ricardo y
Susana hacían cualquier cosa menos ver la película y yo no podía dejar de
mirarla a ella, de ahí lo raro que se oía todo, si mis sentidos se dedicaron a
mirarla por completo, estaba tan diferente podía ver que se había rapado completa
la parte de la cirugía, podía imaginarla con aquella parte descubierta, no
tenia que imaginarla, estaba directa a mi vista.
Hasta el momento no había visto nada de
la película me había comido mi helado y la mitad de las palomitas, Susana y
Ricardo desaparecieron sigilosamente, cuando los mire ya no estaban Y ahora era
ella quien me miraba a mí, las niñas seguían mirando la película y su gesto me
había tomado por sorpresa, me pidió sentarse a mi lado, mi cabeza le dio un
rápido si y no tardo en llegar a mi lado, su aroma, su cercanía me dejaban en
jaque, realmente estaba aquí? Y que pasaba con todo aquello que Ricardo me
había dicho, todo me hacía eco, nada me era indiferente en el momento.
- Sigo esperando que me saludes – dijo
cerca de mi oído y mi pecho se acelero brutalmente cuando la sentí tomar el
aroma de mi cabello, cuando sentí su presencia tan cerca, que me parecía uno de
nuestros sueños
- Hola – susurre imitándola en su oído,
la entendía de un modo, el respirar su aroma fue inercia pura, no importo
cuanto me controle para no hacerlo.
- Necesito que hablemos – dijo copiando
su anterior acción, mi respuesta no iba a tardar, pero algo se interpuso entre
ambas…
Amanda se había sentado en medio de las
dos, me rodeo con uno de sus brazos el cuello y me dio un beso en la mejilla –
Te amo Ma – dijo. No sabía con exactitud si aquello eran celos hacia mi o por
su madre, lo que si sabía es que cualquiera fuese el futuro, de ahora en
adelante iba a ser complicado.
La película estaba a punto de terminar
y podía sentir como si una corriente eléctrica me atrajera hacia a ella, aun
con Amanda entre las dos, tenía una necesidad de estar más cerca y nada
importaba, ni siquiera lo que ella podía estar pensando, aunque estuviese
renegando de ambas, aunque se hubiese olvidado de quién era yo en su vida.
- Ma puedo dormir con Tami y la
Javiera? – Pregunto Amanda cuando termino la película
- Si! Con nosotras!!
- No sé que tanto van a dormir después
de todo lo que comieron – dijo Susana apareciendo de pronto
- A lavarse los dientes y a ponerse sus
pijamas! – grito Ricardo con una sonrisa de oreja a oreja, mientras las niñas
corrieron al baño.
- No te acerques a mí, que asco! – le
grite a Ricardo cuando se quiso sentar a mi lado – Ni un respeto! – le dije con
ironía a Susana
- Podría responderte, pero por respeto
a los presente voy a omitir palabra alguna – dijo mi hermano besando mi mejilla
- Touché – murmure levantándome
mientras recordaba viejos sucesos.
- Escapa cobarde! – grito Susana, lo
que me hizo retroceder en mis pasos
- Yo no tenía hijos en esa época! –
dije fuerte sin subir la voz, con una sonrisa extraña en mi rostro llena de
memorias.
Gracias a todo lo recorrido en el día
las pequeñas no tardaron en dormirse, Susana salía del cuarto dejándolas en un
profundo sueño, Ricardo me llevo a la cocina a buscar una botella de vino y
Susana se quedo con Lucia…
- Susana me conto muchas cosas – dijo
Ricardo mientras sacaba las copas
- Sobre qué
- Sobre Lucia
- Es necesario que yo lo sepa?
- Me hicieron prometer que no te lo
diría
- Y entonces por qué me vas a contar?
- Porque eres mi hermana y lo deberías
saber
- Dime Ricardo… - dije ya impaciente
por su insistencia en contarme
- Lucia fue otra persona después de la
operación
- Eso ya lo sabía
- Si, pero no sabes él porque… Jane le
conto que tú la habías operado, pero le dijo que te había oído decir que te
sentías culpable, que solo estabas ahí para alivianar tus culpas
- Culpas de qué? – dije casi en un
grito
- Shh… - dijo tapando mi boca – más
despacio que Susana me mata si sabe que te conté. Culpas, no sé de qué, ella se
las arreglaba para hacerle ver que te debía olvidar, que lo de ustedes nunca
fue real y cosas así
- Lucia ya es grande para ser
influenciada Ricardo, me cuesta creer eso
- Ese es el tema, que cuando tu estas
vulnerable todo lo que te meten en la cabeza se vuelve realidad, como si te
lavaran el cerebro, Susana dice que se quedo en shock cuando la escucho, le
decía que…
- Vinieron a cosechar el vino? – oímos
decir a Susana antes de entrar a la cocina
- Si, me acabo de secar los pies de
tanto pisar uvas – dije moviendo mi cabeza y tomando las copas, Ricardo me miro
para que guardara silencio y yo quede con la duda de absolutamente todo.
Salimos al balcón, Ricardo prendió un
cigarrillo, me molestaba tanto que siempre que tomaba una copa de vino lo
hiciera, pero mi sorpresa mayor fue cuando ella encendió uno, parecía mentira
ahora después de tanto tiempo sin haberla visto, como cuando la conocí, cuando
le dije que aquello hacía daño y sabiendo que ese preciso día lo había dejado,
pero por lo visto había retomado sus viejas costumbres por más sensual que se
viera llevando aquel cigarro a su boca, por mucho que evitara mirarme mientras
yo la veía, mirando el cielo, buscando un qué se yo. Ricardo rompió el silencio
mientras exhalaba el toxico humo que salía de su boca “La noche está como para
ser joven y salvaje”.
- Sigues siendo Joven hermanito
- Más que tú claro está – Respondió de
inmediato
- Si, pero tranquilo que no se cuanto
más vayas a serlo si sigues con esos malos hábitos – dije casi con rabia, no
con él, conmigo por ser como era, tome mi copa y bebí todo su contenido sin
detenerme, solo para entrar y evitar decir todo lo que tenia atorado y no
precisamente a mi hermano.
- Amanda espera! – dijo Ricardo tras de
mi
- Oye, estoy bien – dije tomando su
cara con suavidad – solo deja que me vaya a dormir que ha sido un día con
muchas sensaciones y sentimientos… estoy agotada hermano – dije dando un
respiro
- Descansa y oye, ese fue mi último
cigarrillo, te lo prometo
- A mi no me prometas nada, hazlo por
ti, por tus hijas, no quiero que un día te enfermes
- Lo sé, a veces lo olvido
- Sabes que te amo cierto
- Si, pero es bueno cuando lo dices,
descansa Amandito, eres el mejor – dijo sonriendo
- Tu igual Junior.
Mil y una vueltas di en esa cama
intentando dormir, descansar, olvidar aunque fuese solo por unas horas; oí
cuando se fueron a dormir, a la cama, la imagine entrando al cuarto que estaba
enfrente mío, quitándose la ropa, poniéndose lo que fuese que usaba por estos
días para dormir - aunque de preferencia una polera - pensé sonriendo, sin
embargo mientras más la pensaba menos ganas tenia de dormir, sabía la distancia
que había entre su cama y la mía, pero algo me detenía al impulso loco que
estaba sintiendo, me levante de la cama, di dos pasos y me detuve – que estás
haciendo – dijo mi conciencia y volví a la cama, pero por más que mi conciencia
hablara repetí el acto dos veces, hasta que el sueño me venció y olvide en qué
mundo estaba.
El cielo traía nubes, las nubes giraban
sin parar y el arcoíris que comenzó como lo que era de pronto se volvió un tono
negro, lleno de matices que solo me asustaban, sentí que mi cuerpo levitaba,
que no era más yo sino una especie de ente flotante, había dejado de ser
materia, hasta que la vi, lejos de mi caminaba descalza, intente alcanzarla,
intente hablarle pero sentí que no tenía ni lengua para ser entendida, ni
cuerdas vocales para emitir sonidos, la desesperación me hizo sentirme un
torbellino impotente sin poder manejar mi paso, arrasando con todo, inútil de
mi misma. Me debatí entre estar despierta y estar durmiendo, sabía que era un
sueño, pero no podía despertar, me dije una y otra vez – Despierta, despierta!
Despierta! – pero mi sueño se volvía cada vez más real, sentí por primera vez
que no iba a despertar, hasta que hoy su voz, vi su rostro llamándome “Amanda”
decía, con calma, podía sentir su presencia – será que al fin vino a mi
encuentro, será que volvió a ser ella y me perdí de su camino – otra vez su voz
“Amanda” mas por más que la busque no la encontré, hasta que sentí su aliento
en mi oído “Amanda” dijo y su mano opaco el grito que me trajo de vuelta a la
realidad.
- Tenías una pesadilla – dijo pasando
su mano por mi frente mientras yo recuperaba mi respiración. Estaba en mi
habitación? – Te sentí y entre, disculpa – dijo levantándose al no oírme decir
nada, asumo.
- Fue un sueño horrible – dije
sentándome en la cama
- Pesadillas creo que se llaman – dijo
a media sonrisa
- Siéntate – le hice un gesto para que
se sentara a mi lado en la cama
- Vamos al balcón? – pregunto como si
tuviese miedo de estar en la misma cama que yo. Yo también temía.
- Vamos – la seguí como si tuviese un
extraño poder en mí, claro que lo tenía.
La noche estaba extraña, no era como
todas las noches, el cielo a pesar de estar despejado tenía un tono rojizo, la
luna de no haber sido por la delgada línea que la moldeaba hubiese sido
imperceptible a la mirada; su cuerpo en una esquina del balcón, el mío en la
otra, le di otra mirada al cielo y su aroma me penetro los sentidos – Si te vas
a quedar tan lejos de mi tendré que empezar a gritar para que me oigas, creo
que despertaríamos a todos – dijo golpeando mi brazo con el de ella, como si
fuésemos cómplices de un secreto, de algo prohibido, la mire con orgullo, como
si el orgullo sirviera de algo, intente decirle con la mirada que no era la
misma de antes, que también estaba herida, pero el dolor de sus ojos era aun
más grande, basto saber eso para olvidar todo, su ojos me permitían ver su alma
y su alma era tan pura que fue capaz de dejar al amor de su vida por una
conciencia que la dejo tomar una culpa que nunca fue de ella…
- Gracias – aquel brillo que se veía en
sus ojos me dolía
- No me des las gracias por nada
- Salvar mi vida no fue nada, me van a
faltar días para agradecerte.
- Porqué no dijiste nada, ni a Susana,
ni a mí cuando nos encontramos.
- Susana tiene su vida, no tenia por
que hacerse cargo de mi y tu… necesitaba saber que lo harías por mi y no por
lastima – dijo bajando la mirada.
- De verdad crees que o haría algo por
ti por lastima?
- Tú me dijiste que…
- Si sé lo que te dije, pero de verdad
lo creíste?
- Amanda yo me fui, yo te deje, y
cuando entendí que prefería vivir con mi culpa a tu lado era tarde, Susana se
llenaba la boca diciendo lo feliz que eras, la hermosa familia que habías
logrado y yo sé que no lo hacía para hacerme sentir mal, ella quería que yo
siguiera con mi vida
- Y por qué no lo hiciste?
- seguir con mi vida? Para mí no fue
fácil enamorarme otra vez y ni siquiera fui capaz de intentarlo, tu presencia
estaba demasiado viva en mí como para llegar a eso.
- A diferencia de mi, que te deje ir y
no hice nada para retenerte
- Nada me hubiese retenido en ese
entonces, la culpa nunca fue tuya, siempre fue mía, yo te pedí que fueras feliz
- Pero tú regresaste por mí, tú querías
una oportunidad, de haber actuado diferente en ese momento, de haber sido
sincera.
- Ese día fuiste sincera, yo no me
hubiese marchado si no hubiese visto la verdad en tu mirada, me amabas, pero te
estabas enamorando.
- Porque me seguiste esperando?
- Por la misma razón que tú me estabas
esperando ahora
- Y como sabes que lo hacia
- Algo me lo dijo, quizás el hecho que
salvaras mi vida
- Y por qué no dijiste nada, en el
hospital, yo estaba ahí, yo esperaba tu llamado
- Porque aunque no lo creas a veces mi
estupidez no tiene límites – dijo sonriendo – me deje llevar por cosas que
espero nunca tener que contarte y cuando quise volver, cuando desee con todas
mis ganas encontrarte en nuestro lugar, no pude, como si la vida me castigara
por mis actos
- Susana dijo que no querías volver
- A que iba a volver? Yo pensé que ante
mi desprecio habías vuelto con Diana y Susana tampoco dijo nada en ningún
momento
- Pero igual regresaste, ó sea te conto
que la había dejado – dije mirando a las estrellas, sintiendo mi culpa
- No dijo nada, me di cuenta cuando te
vi de pie en la puerta, después Su lo confirmó
- Y si no sabias como volviste
- Mi intención era disculparme, darte las
gracias y volver
- Y ahora cuáles son tus intenciones? –
Como si no las supiera pregunte, ningún argumento en mi cabeza fue valido ante
lo que estaba sintiendo, qué importan las razones cuando pensaba que estaba
todo perdido y la vida no me da una segunda sino una cuarta oportunidad para
ser…
- Las mismas – dijo sonriendo – Gracias
por salvarme la vida
Mi mirada fue de aceptación, obviando
lo que acababa desentender, mire las luces de la ciudad y me sentí en último
piso de un edificio de cien, mi mundo giro y ella tomó mi mano…
- La verdadera respuesta te la daré en
el otro mundo – dijo soltando mi mano, pero cuando se la quise volver a tomar
solo agarre el aire que se coló por mi mano, mis ojos veían se cegaron por un
momento por la fuerte luz hasta que reaccione y estaba en mi habitación, si
aquello fue solo un sueño estaba preparada para lanzarme por la ventana.
Saque mis piernas y me senté en la
cama, sentí la alfombra entre mis dedos y solo para estar segura me pellizqué,
no podía haber sido un sueño, sentí el aire en mi cara, sentí su aroma, su
tacto, sin embargo tampoco podía ser como nuestros encuentros pasados, el lugar
no era el recurrente, estábamos aquí, en el departamento, mi cabeza no entendía
de realidades, tome una toalla y me metí a darme una ducha. El frio del agua me
hizo quedar sin respiración por una milésima de segundos, aun sentía su aroma y
tenía clavada su mano en mi mano “eso debe ser” pensé por un momento – ya me
volví loca por completo.
Salí de la ducha y la particular forma
de golpear la puerta me traslado al que en un pasado cercano había sido mi
hogar – pase! – grite después de ponerme una camiseta y un short, su cara de
preocupación me traía el mismo sentimiento…
- Que pasó?
- Mamá quiere que me vaya ahora, dice
si me puedes ir a dejar, pero yo quería pasar el día contigo
- Le dijiste a Mamá eso?
- Si, pero dice que tengo que estudiar,
que no he estudiado nada
- Bueno cariño si mamá dijo eso tenemos
que hacer caso
- Pero tu antes igual decías y mamá te
hacía caso y ahora no puedes decir?
- Cariño… sabes que las cosas ya no
serán como antes
- Ya, pero yo quiero que estés en casa,
yo quiero estudiar contigo, no con mamá – dijo a punto de ponerse a llorar
- Amanda! Sabes que no puedo volver a
casa y no voy a discutir con mamá, tienes que entender
- Pero mamá te ama, lo sé, llora todas
las noches por ti, desde ese viaje que hiciste!
- cariño, yo voy a hablar con mamá,
para que estudies conmigo, pero hoy vamos a hacer caso, tomaremos desayuno
juntas, con los tíos, las primas y después te levare a casa
- Tú no me extrañas
- Amanda, esto ya lo hablamos, tu sabes
que me parte el alma dejarte, pero así va a ser nuestra vida de ahora en
adelante
- Está bien – dijo marchándose
Sus palabras me hacían mierda por
dentro, pero sabía que intentaba manipularme, siendo una niña podía manejarme a
su antojo, pero si me dejaba caer una vez, terminaría por hacer lo que quisiera
conmigo, yo era la adulta, yo tenía que manejarla.
Limpie mi cara, después de aquello una
que otra lagrima había caído, Lucia estaba de pie en la puerta mirándome, su
sonrisa compasiva me daba una especie de tranquilidad – los actos tienen
consecuencias, yo estoy pagando las mías – dije intentando explicar lo que
seguramente había oído.
- Eres valiente, yo no sería capaz –
dijo entrando y cerrado la puerta, aquello me paralizo
- Lu… - dije por inercia
- Años que no te oía decirme Lu
Baje mi rostro con media sonrisa en el,
algo en aquello me sonrojaba
- Lu… - dije una vez más – Lo de
anoche… tu… - divague sin preguntar
- Lo de anoche… yo… tu… el balcón… -
dijo sonriendo – Yo me di cuenta a penas sentí el aire tibio – dijo tomando mi
mano entre las de ella
- Es que tú no eres de este mundo
- Aun hay mucho que quiero hablar
contigo – dijo poniéndose sería
- Tenemos mucho tiempo para hablar,
pero tienes que decirme hacia dónde va esto
- De verdad tengo que decirlo?
Aquello me hizo cerrar los ojos y como
si fuese mentira, sentí que por primera vez en años, volvía a respirar, sentí
el aire colarse por mis pulmones, sentí el piso aferrarse a mis pies y mis
manos a su tacto. La había encontrado, lo de antes nunca debió hacer sido, esta
debía ser la primera vez que la encontraba, mi amiga, mi compañera de
encuentros, la única que me hacía sentir que no pertenecía a este mundo, mi
otra mitad, aquello que perdí en otra vida y reencontré en esta, eso debía ser.
Abrí mis ojos y vi su mirada sobre los
míos, sus cejas altas y su sonrisa amplia me dijo “aquí estoy”, sus labios se
acercaron tan peligrosamente a mí que sentí la electricidad de la necesidad de
tener su boca, no quería besarla, yo debía besarla, como si esa fuese mi misión
en el mundo y no lo resistí, por primera vez en mucho tiempo me deje llevar por
mis impulsos, la tenia ahí, tome su espalda, sentí su piel en mis manos por
debajo de su camiseta, sus labios estaban tan cerca de mi boca que me sentí
como probablemente se siente un vampiro al ver un cuello, como el llamado a
actuar y dejar de pensar, entonces actué.
Fresa, chocolate, menta, miel… ningún
sabor era igualado al de sus labios, al de sus tímidos labios rozando los míos,
con cautela, con inseguridad, antes de que el beso fuese un beso, como si la
suavidad de los de ella y los míos se complementara, y en cada nuevo desgaste
nos necesitáramos más, sentí sus dientes arañando mi labio inferior, su lengua
rozando el superior, reconociendo lo que alguna vez fue se ella… hasta que se
sintió libre y su lengua entró a hacer destrozos en mi boca, sus manos se
aferraron a mis piernas como las mías a su espalda, se podía sentir la
excitación en el aire, pero no por el deseo que tenia de su cuerpo, por la
felicidad de al fin ser sinceras, por la alegría de poder tomarla como
quisiera, de besarla y hacer sangrar sus labios de la embriaguez que sentía por
ella, de lo que ella sentía por mí, siente, siento, solo la realidad podía
separarnos, yo no tenía fuerzas para alejarla, sus dedos fijos en mis piernas
me lo confirmaban, pero el golpeteo grotesco de la puerta nos hizo alejarnos
como polos similares de un imán, ella salto a la izquierda y yo a la derecha…
- El desayuno está listo… - grito
Ricardo como si estuviese cantando
- Ups… - dijo retomando su posición y
limpiando mis labios, mientras yo hacía lo mismo con ella
- Seguimos en el mundo real cierto? –
pegunte acomodando su pelo
- Ya no sé lo que es real, quizá el
otro es el real y este nuestra fantasía
- Mientras te siga teniendo en ese y en
este, me da lo mismo – dije volviendo a besar sus labios, ahora de una forma
más… civilizada.
- Que haremos ahora?
- Ahora iremos a desayunar, tú irás a
la dirección que te voy a dar, mientras yo voy a dejar a la niña y tendremos
toda la tarde para descifrar todo esto
- Que le diré a Susana
- Lu, tu hermana sabia de esto antes de
que entraras a mi habitación, ni siquiera intentes ocultarlo
- Que vergüenza – dijo ocultando su
cara en mi hombro
- Ultimo llamado! A la otra mando a las
niñas! – grito Ricardo y se podía sentir su risa tras la puerta
- Vamos – dije volviendo a besarla
- Anda tu primero, no quiero ser tan
obvia
Aquello me causo gracia, como si
sirviera de algo, tal vez a las pequeñas las podíamos engañar, pero a las dos
mentes retorcidas que las acompañaban era imposible.
- Desayuno! – Dijo Susana cuando me
senté a la mesa – esto se enfría – complemento sonriente mientras Lucia se
sentaba frente a mí.
Aquel fue en desayuno particular, por
un lado Ricardo y Susana haciendo comentarios que solo nos sonrojaban, las
gemelas en su mundo, Amanda con su mirada que podía atravesarme de haber sido
un cuchillo y mi Lu, intentando no mirarme con aquellos ojos que me decían más
de lo que estaba permitido decir.
Un sinfín de emociones y sensaciones me
visitaron de antes de lo previsto, de camino a casa Amanda no me dirigió la
palabra, su inquebrantable silencio me pesaba, ni siquiera respuestas
monosílabas tenía derecho a recibir, cuando llegamos ni siquiera de despidió,
sentí que todo el avance que habíamos tenido se caía por un precipicio y era
imposible retomarlo, la mire desde el auto hasta que entro a la casa, después
de todo el daño que había hecho, faltar a lo que Diana me había pedido era lo
último que haría, inhale todo el aire que pude y me subí al auto, de no haber
vuelto a mirar a la casa, no habría visto a Diana haciéndome señas.
- No quise acercarme, pero vi cuando
entró – dije previniendo algún regaño
- No, no es eso, necesito hablar
contigo
- Pasó algo? Necesitas algo?
- Si algo paso y te juro que no lo
planeé
- Diana me asustas
- Recuerdas el negocio que estaba
viendo Andrea en Argentina?
- Si
- Pues todo resulto
- En serio? Felicidades Diana, me
alegro tanto de verdad – dije dándole un abrazo
- No me felicites aún – dijo alejándose
de mi
- Que pasó?
- Es que nos necesitan a las dos allá
por un año, me ofrecen un lugar para vivir, un ingreso que jamás recibiría aquí
e incluso un colegio para Amandita… - Aquello fue como una pisoteada en el
corazón – Dime algo Amanda, por favor
- Que puedo decir, legalmente no soy
nadie, no soy su padre, no la puedo retener aquí.
- No digas eso, sabes que Amanda es tan
hija tuya como mía, yo no sería capaz de hacer nada en contra de su relación,
pero no la puedo dejar, sabes que no puedo.
- Y yo no me puedo ir con ustedes
- Lo sé, por eso necesito que hablemos
con ella, solo será un año
- Ahora? No soy su persona favorita en
el mundo en este momento
- Discutieron?
- Algo así, sabes que no puedo hacerle
caso en todo
- Tú le mal acostumbraste Amanda
- Ya, pero ahora no estoy para un
sermón – dije sintiendo lo que se aproximaba
- Lo siento, de todos modos prefiero
que sea ahora, probablemente nos odie a las dos después de esto
Accedí a lo que me pedía y entre con
ella a casa, empezar a hablar fue lo más difícil, ella intentando entender,
nosotras intentando explicar lo mejor posible…
- Y no puedes venir con nosotras? –
dijo intentando no llorar
- Cariño, tu Ma tiene un trabajo que no
la va a estar esperando en un año, pero tú si puedes esperarla
- Y yo no me puedo quedar aquí con
ella?
- Y me vas a dejar sola cariño? – dijo
Diana con las mismas lagrimas que ya nos envolvían a las tres
- Mi amor hagamos un trato, tú te vas
con mamá, yo te llamare a diario y un fin de semana al mes viajare a estar solo
contigo, tu puedes venir para tus vacaciones y cuando tengas una semana libre
de clases, no sé, algo inventaremos lo prometo
- Tú me vas a olvidar, me vas a dejar
de querer igual como lo hiciste con mamá – dijo abrazándome
- Mi amor, yo no deje de querer a tu
mamá, yo la voy a querer toda mi vida igual que a ti. – dije mirando a Diana
mientras la abrazaba
- Amandita cuando seas grande vas a
entender lo que ahora no puedes, Má nos va a querer siempre, solo que ya no
vamos a estar juntas, pero siempre estaremos aquí para ti – dijo Diana
uniéndose al abrazo
- Tú me iras a ver? – dijo ya
calmándose
- Si mi amor, todas las veces que pueda
y cuando no pueda, tú puedes viajar.
Aquello encabezaba la lista de las
cosas más difíciles que me había tocado vivir, me partía el alma su dolor, el
de Diana y el mío. Diana se iba en un mes, antes de irme me dijo que estaba
tranquila, que ese tiempo le iba a hacer bien, “se feliz” dijo cuando se
despidió, mis sentimiento nunca habían estado más encontrados que en ese
momento, no porque sus palabras me confundieran, sino porque me dolía que mi
felicidad la hiriera.
De vuelta conduje por más de una hora
sin dirección alguna, deseche todo lo que tenía guardado y siempre parecía
quedar un poco más, hasta que recordé que ella debía estar esperándome, ni
siquiera le había dado una llave del lugar, pero ahí estaba, sentada en la
puerta del departamento, con sus audífonos puestos y su cabeza entre las
piernas, camine lentamente y me senté a su lado, pero de nada serbio ser
cuidadosa de mi paso cuando ella podía sentirme de inmediato, su sonrisa me
bloqueo por completo, como siempre lo hacía, su sonrisa me daba luz.
- Amanda, tu quieres ir con ella? –
Preguntó luego de que le contara todo lo que había pasado – Amanda si eso
quieres yo lo voy a entender.
- Yo quiero que mi vida vuelva a estar
en su lugar, quiero que llegue el día en que mire a Diana y no sienta culpa,
que Amanda me mire y no me tenga rabia, quiero poder amarte Lu, sin peros, sin
circunstancias, libre y en paz, podre tener todo eso
- Lo ultimo ya es un hecho mi amor, a
lo otro dale tiempo.
Saque una manta de mis bolsos y la puse
sobre la alfombra lance las almohadas al suelo y ella se acomodo de inmediato –
ven aquí – dijo entregándome su abrazo, me cobije en ella mientras pasaba su
mano por mi pelo, sin embargo había tanto que no me dejaba disfrutar el momento
– Amor, llora si quieres llorar, yo voy a estar a tu lado – aquello había sido
como abrir una puerta, sentía tanta rabia, impotencia, pena, pero todo por mí y
mis actos, por haber amado a Diana, por no amarla lo suficiente, por todo lo
que sentía por Lucia que ya a eta altura tenía un nombre desconocido,
impotencia porque Amandita se fuera con Diana, no podía quitársela, no podía
añadirle eso a su dolor y por mucho que dijera que la niña era mi hija, podía
amarla como si lo fuera, pero ella era su madre y yo no tenía derechos.
Después de desahogarme por tiempo
indefinido sentí su mano entrelazando la mía, jugar con mis dedos, mientras le
daba dulces besos a mi frente, me sentí en paz…
- Podemos estar así el resto de
nuestras vidas?
- Sería perfecto
- Y que nos detiene?
- Tu hija, tu trabajo, tenemos que
alimentarnos, tenemos que tomar algo de sol, no sé yo solo digo
- Creo que tienes razón, no se puede,
ahora me vas a decir todo lo que querías que habláramos
- Me canse de hablar Amanda, podemos
vivir? Así simple, juntas sin pensar en todo lo que paso, en este mundo y en el
otro
- Podemos más incluso, pero quiero
pedirte algo primero
- Lo que tú quieras
- Diana se va en un mes, yo quiero
pasar ese mes con Amanda
- Quieres volver a su casa? – pegunto
con terror en sus palabras
- No, eso sería confundirla, quiero que
venga aquí, que disfrute de este mes y sé que si nos ve o intuye algo no va a
ser un buen mes para ella
- Amanda, un mes no es nada después de
toda mi vida esperando para esto – dijo sonriendo – si quieres me voy de
inmediato
- No – dije sentándome sobre ella y
tomando sus brazos – no hay que ser extremistas
- Y quieres tenerme en cautiverio bajo
tu cama?
- Aún no tengo cama
- Como si eso me detuviera – dijo
abrazándome para darme vuelta en sus brazos y quedar sobre mí
- Eso no se hace mi amor – su cara
siempre expresaba lo mismo cuando decía esas palabras – cuantos mi amor llevas
en tu cabeza? – pregunte sonriendo
- Ahora veintisiete – respondió
arrancándome un beso
Sé exactamente en el momento en que
aquellos juguetones besos pasaron a ser algo más, la fuerza con la que sus
manos me tomaban me lo decía, me recorrió con descaro, con ímpetu y
pertenencia, beso mi espalda, se apodero de mi cuello como antes una vez lo
había hecho, me sentí un objeto deseado y la deje que hiciera conmigo lo que
quisiera una y otra vez, como si fuese la primera y la última vez que me tenía
en sus manos, en su boca, en sus piernas, toda ella me poseía.
Tenerla así, libre, desnuda, sin
necesidad de tapar u ocultar lo que los años habían traído y cuantas veces
había recorrido su cuerpo en mi mente, lo conocía como a un mapa, cada detalle,
cada cicatriz, no había una parte de ella que no me perteneciera, ahora y
siempre.
- Que me ves tanto? – Pregunto de
espalda a mí
- Tienes cuatro lunares que antes no
tenias – dije pasando mi mano por su espalda, haciendo que se volteara para
mirarme a la cara
- Como puedes saber eso
- Porque aquí tienes diez, aquí – dije
levantando su cuello – tienes dos, y en
tu espalda tenias doce, antes tenias veinticinco y ahora tienes veintinueve,
tienes dieciséis lunares en tu espalda – complemente con un beso
- Diez, dos, dieciséis, son veintiocho
“mi amor” – dijo remarcando la última palabra – no veintinueve – besándome de
vuelta
- Ya, pero falta uno, ese no es tuyo,
es mío – su mirada de desentendida me hizo picar su anzuelo cual pez
Mis piernas la abrazaron con desespero,
mi cuerpo entero le pertenecía, ahora yo reclamaba lo que a mí me pertenecía,
sus labios, su cuello largo y grueso que podía besar para no cansarme nunca, el
hueco que se le hacía entre su clavícula cuando arqueaba su cuerpo y su cabeza
caía completamente tras sus hombros. Tome dominio de sus partes más intimas,
como un río cuando arrasa con su corriente todo lo que cae a su paso, fuimos un
solo cuerpo entrelazado queriendo ser más de lo que ya era, buscando a gritos
contenidos en silencio la posibilidad de no hacer sino sentir el amor, vivirlo,
interpretarlo como él quisiera que jugáramos su rol, en el desespero de dos
almas que simplemente habían tardado en reencontrarse, sintiéndonos cómplices,
amantes de un mismo destino, de caminos separados que algún día debían
juntarse, ahora era nuestro momento, las paredes contuvieron su voz y la mía en
tonos que normalmente no escucharían, llegando a nuestro tono más alto, ella
entre mis piernas, yo entre las de ella, mi boca se detuvo frente a sus labios
y mi movimiento se volvió mentalizado al tener sus ojos a mi alcance, lo que vi
en ese momento fue una explosión, un brillo que nunca antes había visto y al
fin, en espasmos descontrolados me sentí realizada, llegue a aquel lugar que
algunos llaman cielo, pero para mí era algo más, con ella podía tocar otro
mundo con mis manos.
- Que tienes en mente – dije sin
siquiera ver los gestos de su cara, sabía perfectamente que algo había en su
cabeza
- Nada malo, solo cosas buenas
- Nada bueno puede venir de esa mente
cuando tienes esa cara
- Ouch, estaba pensando que terrible
seria que nos quedásemos accidentalmente encerradas aquí por una semana o algo
así
- Sería terrible y completamente en
contra de mi voluntad – dije entrelazando su mano con la mía
- Pero lo peor de todo es que eso no se
puede hacer realidad, tienes mucho que hacer por un mes, no sé si lo recuerdas…
- Te amo - dije obviando toda conversación previa, verla
cerrar sus ojos y sonreír, lo valía todo en ese momento
- Yo también te amo – dijo abriendo sus
ojos – no sé si ha existido un día de mi vida n que no lo he hecho
La que ahora cerraba los ojos era yo,
ojala hubiese podido decir lo mismo, pero mi pasado me lo prohibía, sí, siempre
la había amado, pero hubieron días que creí que ese amor formaba parte de un
pasado.
Sin decir una palabra más la aventura
había terminado, Susana la llamaba para saber si iba a comer en casa, no
pasaron dos minutos y Ricardo me estaba llamando a mí, sería un largo mes, peor
aún iba a ser un largo año.
Llegamos al departamento y antes de
entrar la detuve, de pie frente a la puerta bese su boca, tome sus manos y me
acerque a su oído “Te reto a entrar conmigo de la mano”. Sus ojos se volvieron
grandes de sorpresa, quería por una vez no sentirme a escondidas con ella,
saber que lo que se nos venía por delante era un nuevo comienzo, limpio,
sincero y por supuesto real, al menos para las dos personas que más nos querían
en la vida, nuestra familia.
Tomo mi mano firmemente, pude sentir el
nerviosismo en su respirar, pero aun mejor pude sentir paz al tomar su mano,
por primera vez caminaba conmigo con nuestros dedos entrelazados, para muchos
aquello no será nada, incluso hay gente que no le gusta caminar de la mano con
la persona que aman, para mi aunque fuese al interior, era lo mejor del mundo y
con ella todo tenía sentido.
Entramos, Ricardo estaba sentado en el
sofá y Susana de pie frente a él, si hubiésemos sido dibujos animados su boca
hubiese quedado en el suelo; Lucia temblaba y mi brazo podía sentirlo, los mire
y levante una de mis cejas, si hubiese podido bailar frente a ellos un baile de
victoria y no verme ridícula al hacerlo, lo hubiese hecho.
- Ustedes son las personas más locas
que conozco – dijo acercándose y poniendo una mano sobre el hombro de Lucia –
Ahora si?
- Ahora si qué? – pregunto ella
- Ahora si es para siempre, se acabo el
sufrimiento y el drama… - dijo sonriendo, mi mirada dio en sus ojos y recibí mi
respuesta antes que la diera.
- Si de mi depende, no me separo de
ella ni en esta ni en otra vida – respondió haciéndome sentir la mujer más
importante del mundo.
Esa noche ella durmió a mi lado, su
cuerpo se aferro al mío y la complicidad nos hizo un cuerpo bajo esas sabanas,
no supe cuando me dormí, pero si supe cuando desperté; Sus labios bajo mi oreja
me hicieron despertar en un suspiro y su brazo rodeando mi abdomen me dio
escalofríos, de aquellos buenos que te hacen sentirte viva, con ella no habría
día que no me sintiera viva.
El mes iba a ser el más largo y a la
vez más corto, Diana accedió a dejarme a la pequeña por todo el mes, adoraba su
compañía, en especial cuando sabía que no la iba a tener por tanto tiempo,
Diana iba a casa cuando quería, tampoco iba a prohibirle la visita de su hija,
pero aquello hacía imposible que pudiese ver a Lucia, la primera semana fue
agridulce, pasar con Amanda me hacia feliz, estar sin Lucia me daba tristeza,
me sentía en la más absurda e insensible definición de bipolaridad, pero
aquella semana paso y la siguiente tenia a mi pequeña en el día y al fin pude
encontrarme con ella por las noches, en el lugar de siempre.
- Como va todo? – dijo rodeándome con
sus brazos por la espalda
- Bien, pero no sé si vaya a aguantar
cuando se vaya, es demasiado importante su presencia en mi vida.
- Que otra opción tienes? – preguntó
apoyando su cabeza en mi cuello
- Ninguna, seguirla sería absurdo, una
confusión para ella, más dolor para Diana
- Pero lo has pensado… - dijo como si
le dijera aquello al aire
- Y lo descarte en el instante en que
supe que se irían, es aplazar mi vida otro año
- Amanda, te quieres ir con ellas? –
pregunto como si no quisiera oír mi respuesta
Me di vuelta y la obligué a mirarme a
los ojos – Lo que yo quiero es que no se vayan, poder vivir mi vida contigo y
que Amanda sea parte de nuestra vida.
- Soñemos con que eso sea realidad y no
simplemente un sueño, te parece
- Me parece, pero por ahora solo quiero
soñar contigo
- Entonces quédate conmigo unos minutos
más.
Me enrede en sus brazos y busque su
aroma, aquel que hacía que mis sentidos se dispararan como una brújula en mal
estado, hasta que la realidad me trajo de vuelta al mundo de los seres cuerdo,
el único existente para aquellos que solo creen en lo que pueden ver y tocar.
Dicen que el tiempo es relativo, a
pesar de tener un reloj en nuestras manos cuando queremos que avance rápido nos
hace creer que un segundo puede durar el triple y cuando necesitamos más tiempo
se puede volver en nuestra contra corriendo al triple de su velocidad normal,
pero que pasa cuando queremos que avance rápido y a la vez necesitamos que no
avance, ahí es cuando te das cuenta que llegamos a un final y no sabemos si
queremos que acabe o extenderlo solo un poco más.
- Me vas a llamar? – pregunto Amanda
con sus ojos llenos de lagrimas
- En el momento que bajes del avión voy
a estar llamándote, así que apenas aterrices prende tu celular
- Y cómo vas a saber cuándo voy a
llegar?
- Voy a cerrar mis ojos y voy a sentir
cuando hayas llegado
- Y cuando me vas a ir a ver?
- En quince días, ya te lo dije, mira –
dije tomando su celular – ahí está marcado el día – complemente tomándola en
mis brazos
- Amanda tu espalda – dijo Diana con
los ojos empapados igual que la niña
- Me haces sentir vieja, si sigue
siendo mi bebe – dije a Diana – mientras no seas mayor de edad seguirás siendo
mi bebe… incluso después de eso – susurre en su oído
- Tenemos que embarcar – dijo Diana
arrebatándomela de los brazos
- Ya, dame un beso enorme y otro abrazo
– dije a Amanda
- Chao Amanda – dijo Diana mirándome
sonriente
- No me vas a dar un abrazo – dije
sintiendo todo lo que se podía
- Chao, ridícula – dijo abrazándome sin
tapujos – cuídate por favor
- Tu también, que te vaya bien en todo
Di, cuídame a la niña bueno?
- como si fuera mi hija – dijo riendo
- Asegúrate de volver, sino las traigo
de las mechas de vuelta al país – dije haciéndolas reír aun entre lagrimas.
Las vi partir y sentí que se me partía
el corazón, no como si fuese un melodrama, literalmente sentí mi corazón
partirse. Desde la distancia vi su mano ondeando para despedirse una vez más,
no era que no la volviera a ver en mi vida, pero cuando amas a alguien más que
a tu vida, la distancia es la que duele.
Salí del Aeropuerto y Lucia me esperaba
a fuera del auto, sus brazos me dieron abrigo, el sonido de su corazón me hizo
llorar una vez más, no se puede ser cien por ciento feliz si no tienes todo lo
que amas en la vida, seguía siendo feliz a un cincuenta por ciento igual que el
mes que había pasado.
Los primeros meses los días eran
irregulares, estaban los que el trabajo me hacían olvidar todo, los que
Lucia era el centro de mi universo y aquellos en los que las videoconferencias
con Amanda me dejaban por el suelo, sin embargo con el tiempo todo se fue
volviendo una rutina, una vez por mes viajaba a ver a la pequeña, aunque en
cada viaje revivíamos la separación era una forma de no cortar los lazos, de
saber que estábamos presentes tanto física como espiritualmente, en especial
cuando le di la noticia de que estaba con Lucia, pero el hecho que su mamá hubiese
encontrado a alguien que le hiciera sonreír, la había ayudado a entender el
motivo de mi sonrisa. Los días siguieron avanzando, tanto que sentí que era
ayer que se marchaban y ya estaban de vuelta.
- Amanda nos vamos a atrasar! – grito
Lucia molestarme
- Amor, aún quedan dos horas – dije
abrazándola – dame otro beso, uno pequeñito
- No hay besos pequeñitos contigo vida
– dijo alejándose
- Lu, ven aquí y bésame
- Es una orden? – pregunto levantando
una ceja y apretando sus labios
- Absolutamente
- Y tú crees que soy una de tus
estudiantes que las mandas y corren
- Ellas son obedientes
- Pobre de ti que le des una orden así
a una de esa Amanda Duzic porque te mato!
- Bueno si tú no quieres – dije casi en
un susurro como si no quisiera que oyera
- Perdón?
- Nada – dije riendo cuando la vi
acercarse a mí con una cara que me hizo temer
Tomo mi polera fuertemente y me acerco
a ella sin soltarla – Te mato, me oyes? Te mato! – El beso que vino después
valió su cara de rabia, todo valía cuando me besaba de esa forma, apoderándose
de mi boca.
- Te dije que nos íbamos a atrasar! –
dijo arreglando su pelo
- Cariño en quince minutos estoy en el
aeropuerto
- Nada de quince minutos, no vas a
andar corriendo
- No voy a correr, voy a manejar
- Hazte la lista no más
- Cariño, sería una estúpida si me
pongo a correr en el auto, tú tranquila, manejare como una viejita
- Más te vale – dijo dándome un beso,
uno que prolongué – Amanda estamos atrasadas! – grito trayéndome de vuelta.
Llegamos corriendo al aeropuerto, la
gente recién bajaba a recoger sus maletas y no se veían por ninguna parte,
estaba ya perdiendo la paciencia cuando la vi saltando por qué me veía, no
había pasado más de un mes de la última vez que la vi y aun así parecía diez
centímetros más grande.
- Está enorme! – dijo entusiasta Lucia
tomando mi mano
- Gigante amor – dije mientras la
saludaba a través del vidrio
Ni siquiera espero sus maletas salió
disparada corriendo a saludarnos mientras Diana gritaba a su espalda, su abrazo
lleno de alegría me hacía sentirme completa una vez más, pero el que abrazara a
Lucia me llenaba de felicidad.
- Hola – dijo cuando bajo la euforia
que traía
- Hola Amanda, como estuvo tu viaje? –
le pregunto Lucia mientras yo besaba sus mejillas una y otra vez
- Largo – respondió ella apretujada por
mis demostraciones de cariño
- Te extrañe mi vida! – dije mientras
la soltaba y volvía a besarla otra vez
- Yo igual Ma, pero me estas ahogando –
dijo haciendo como que no tenia aire
Mire por la ventana y diana me
levantaba los brazos impaciente por sus maletas, las que no pasaban nunca,
volví mi vista a Amanda y estaba diciéndole algo al oído a Lucia
- A ver, que paso aquí!
- Nada – respondió Lucia sonriente
- Amanda! – dije dándole una mirada
inquisidora
- Ma yo quiero saber si le puedo elegir
el segundo nombre, nada más
- Amanda que te dije sobre eso! – grito
a nuestras espalda Diana, mientras Amanda ponía cara de “me pillaron”
- Hola Diana – dijo Lucia sonriente
mientras yo le daba un abrazo – no te preocupes, que tiene mi permiso para
elegir el nombre
- Pero será niña o niño? – pregunto
Amanda
- Aún no sabemos cariño, recién tiene
dos meses, ni siquiera se le nota – respondí a su inquietante pregunta
- Ya pero lo importante es que podre
escogerle el nombre, no importa si es hermanita o hermanito – complemento ella.
Las tres reímos.
Tomás Ignacio Duzic Robles nació cuando
menos lo esperábamos, Lucia con su gran barriga sentía que aún no era el
momento, pero el llego a su tiempo, sin llamar, en un momento estábamos
sentadas con Amanda viendo una película y al siguiente corriendo al hospital
con los nervios de punta, entendí perfectamente a mi hermano cuando nacieron
las gemelas. Susana entro conmigo al pabellón de parto, me sentía en shock,
habiendo visto varios partos en mi vida este me aterraba.
Salí a la sala de espera, Ricardo, las
gemelas, Amanda y Paulina me miraban con grandes ojos esperando que abriera la
boca y dijera algo, pero mi boca no podía decir lo que mis ojos gritaban.
- Reacciona! – Dijo Susana a mis
espaldas dándome un pequeño golpe – tu mujer te está llamando
Cuando la vida te golpea una y otra
vez, empiezas a preguntarte cuando te va a dar un nuevo golpe, te rencuentras
con la magia de tu vida y empiezas a mirar cuando va a dejar de brillar y poner
tus pies en la tierra, pero yo había encontrado mi magia para no dejarla cinco
años después de encontrarla por primera vez, antes del año juntas planeamos un bebe
y un año después teníamos una parte de nuestras vidas en casa y comprendí que
nada podía golpearme de nuevo, mientras tuviese aquel amor a mi lado la vida
siempre me sonreiría. Mi hermano con su familia, Diana sintiéndose enamorada
una vez más, Amanda sintiéndose protectora de su hermano y yo con una vida
entera por delante.
- Te has dado cuenta? – Pregunto Lucia
- Qué el cielo es más celeste cuando ve
tus ojos? – pregunte sonriendo
- Cursi – dijo sacándome la lengua –
No, ayer me puse a pensar y caí en cuenta que hace tres años no nos encontramos
donde solíamos.
- Lo sé, pero con qué necesidad te
buscaría en otro mundo si te tengo veinticuatro horas al día en éste.
- No sé – dijo estirándose en el pasto
y poniendo su cabeza en mis piernas – Quizá extrañe eso que era único de
nosotras
- Yo no lo extraño, siempre que no te
tenía te buscaba ahí, incluso antes de conocerte, pero ahora que te tengo
entera, no le encuentro sentido
- Tal vez tienes razón
Su mirada me hacía sentir la nostalgia
a través de sus ojos, como si necesitara algo distinto, Tomás tenía tres años,
Amanda ya tenía doce y nosotras quizás estábamos en ese punto en que
necesitamos darle un toque extra a la vida. Pase mis dedos entre su pelo, nunca
me iba a cansar de la suavidad de su pelo, baje mi cabeza hasta alcanzar sus
labios, seguía sintiendo lo mismo cada vez que la besaba, igual que la primera
vez bastaba el primer roce para sentirme perdida.
- Amor – dijo aun con su boca pegada a
la mía – para que estamos en un lugar público
Aquello no me detuvo, lo que lo hizo
fue el apretón que me dio en el brazo – Ouch! – dije alejándome
- Perdón vida, pero es que tu no paras
- Ya, no te vuelvo a besar hoy – dije
haciéndome la sentida
- Mañosa, si sabes que tengo razón
- No sé nada – dije girándome mientras
se levantaba de la comodidad en que estaba
Se levanto mirándome con reproche, para
cambiarme por el batallón de enanos revoltosos, la vi diciéndoles algo mas
cuando cruzamos las miradas deje de verlas haciéndome la indignada, pero lo que
hacía era planear un ataque, no alcance a levantarme cuando todos se lanzaron
sobre mí, dejándome abajo casi sin aire. Aquello era ser feliz.
- Amor, recuérdame otra vez porqué
dejamos a Tomas con Ricardo y Susana – dijo antes de entrar a casa
- Porque te miro con esa cara que no
puedes decir que no
- Algo me dice que aquello lo planeaste
tú
- Ese algo será que no puedo esconderte
nada?
- Ya sabía yo que algo oculto había
- Espérame aquí un segundo y no entres
hasta que salga por favor
Su gesto era de ansiedad y complicidad,
diez minutos la deje fuera, la casa era solo de nosotras yo solo quería que
ella sintiera un poco de la magia que aun no se extinguía.
- Amor – dije entre abriendo la puerta,
camino hasta ella y yo le di play a una canción que siempre la hacia sonreír,
tome su mano y no la deje hablar, mis brazos la rodearon por la espalda y
bailamos al son de la música, lento, pausado, casi sin movernos, las velas
alrededor de la casa iluminaban su pelo mientras giraba de mi mano, su sonrisa
iluminaba mi alma cuando me la regalaba. Aquella fue la primera vez que
bailamos solas, la primera vez que desnude su cuerpo mientras lo hacía, aún
cuando aquello complejos se habían desarrollado en ella, su cuerpo era
perfecto, todo en ella lo era.
- Te dije hoy que te amo? – preguntó
mientras apretaba su cuerpo al mío
- No, pensé que ya no lo hacías – dije
ocultando mi cabeza en su cuello
- Te amo, así tonta y todo – respondió
besándome
El baile se detuvo y la canción siguió
sonando, mi mente se sintió perdida y pervertida ante la forma en que sus manos
hicieron el recorrido de siempre, pero ahora sin contención, sin aquella
represión que solía acompañar nuestras noches, recorrimos la casa como si una
escapara de la otra, intercambiando papeles, como si una fuese el cazador y la
otra la presa, en una batalla de dominio
mis manos fueron las que ganaron y pero ambas ganábamos algo, ambas llenábamos
cada espacio que por tanto tiempo había sido sordo de nuestros gemidos,
nuestros suspiros exagerados de inhalación y exhalación impetuosa de aire.
En medio de la noche me levante por un
par de copas y la botella que hacía meses postergábamos, su cuerpo rodeado por
las sabanas me daba la bienvenida de vuelta al cuarto y su sonrisa lo precedía…
- No te vayas nunca de mi lado – dijo
antes de sentarme a su lado
- Tienes miedo que te deje – dije
sonriendo
- Tengo miedo que lo nuestro se vuelva
demasiado real
- Real? Pero lo real es bueno amor,
significa que estamos aquí, juntas
- Si pero lo real es monótono, la gente
se aburre de la monotonía – preguntó cuando ya sabía lo que pasaba en su cabeza
- Dime una cosa de nuestra vida que se
monótona, solo una – dije esperando una respuesta – Lu, desde que estoy contigo
nunca he tocado la tierra, siempre me siento volando en una nube, lo real de
nostras es nuestro amor, pero nunca será monótono, siempre serás la pequeña
niña a la que bautice por Lucy cuando ni siquiera sabia tu nombre, a la que le
di una voz y un aroma, cuando era incapaz de oírte y sentirte, siempre vas a
hacer mi inalcanzable que se volvió posible, que me enseño que no solo lo que
tocábamos era real, que existía un mundo imperceptible a las personas comunes,
nunca podría cansarme de tu amor.
- Porqué siempre me dices lo que quiero
necesito oír – dijo mientras limpiaba las lagrimas que habían descendido de sus
ojos
- Porque si yo existo en el mundo es
porque tu existes para mi, soy tu complemento y tu el mío
- Eres mi para siempre – dijo besándome
suave, como siempre lo hacia
- En esta vida y en las que vendrán
- Y si en otra vida no te encuentro
- Amor si te encontré en esta, te
encontrare en la otra, a demás siempre tendremos aquel lugar que es solo nuestro
- Ahí – dijo tocando mi pecho y
sintiendo mi corazón – donde solíamos reunirnos.
La noche fue nuestra cómplice y las
velas nuestras testigos, nunca abra amor más fuerte que este, nunca iba haber
dos personas más felices, al final siempre seríamos ella y yo, haciendo nuestro
destino, buscándonos en esta vida y en la otra, en todos los mundos existentes.
FIN.
hermoso final,aunque voy a extrañar a Amanda,que bueno que al fin fue feliz con la persona amada,se lo merecia despues de tanto sufrir por una y por otra,un final como solo tu sabes hacer, ahora espero las continuaciones de los otros relatos, te mando un abrazo y un beso,
ResponderEliminarGracias por leer hasta el final! Otro abrazo y beso para ti :)
Eliminar¡Me encanto¡, Precioso Desde El Principio Hasta el Final....
ResponderEliminarGracias! :)
EliminarEste final si que me gusta, muy buena historia, eres buena escribiendo y espero las demas continuaciones :)
ResponderEliminarQue bueno que te guste! muchas gracias y las continuaciones están en camino :)
Eliminarsigo tus relatos desde que escribías en la pagina de TR. Siempre impecables, siempre llenos de magia y romanticismo con esa gota exacta de drama. Me encanta tu manera de escribir y de trasmitir sentimientos. Éste relato en particular, me gustó mucho. Felicidades. Y espero que sigas compartiéndonos ese talento tan especial.
ResponderEliminarHel
Muchas gracias por tus palabras Hel! Espero que lo próximo te siga gustando.
EliminarSaludos.
Hermosa historia como solo tu sabes describir, gracias por permitirnos leer estas obras de arte. Espero la continuación del resto de historias y un abrazo, te sigo como siempre
ResponderEliminarGracias por leer y comentar! Un abrazo!!
EliminarGenial como siempre tus palabras tienen vida despiertan y mueven todos los sentimientos es un gusto y placer seguir leyendote saludos y un gran abrazo atte Alexmvu
ResponderEliminarAlexmvu... gracias por la consistencia! Y por supuesto por tus palabras! !!
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