Ahí, donde solíamos reunirnos XIV

Cuanto es el tiempo que demoras en enamorarte de alguien? Años? Meses? Semanas? Días? o tan solo un par de segundos? La verdad es que no es como el tiempo de cocción de algún alimento, no tiene tiempo para que llegue a su punto de ebullición como el agua cuando hierve, ni necesita una cantidad de entrega para que se desarrolle más rápido, puedes enamorarte en un par de días de alguien o quizás solo unos segundos, porque la realidad es que cuando pasa todo tu cuerpo tiene una reacción diferente y lo sabes, dentro de ti lo sabes, aunque te demores años en reconocerlo, puede bastar una mirada para sentirte enamorada y mejor aun, aquel sentimiento no tiene fecha de caducidad, no se acaba cuando tu lo decides, aunque a veces creemos que ha acabado existe un dicho que remueve todo "donde hubo fuego, cenizas quedan".

 - Amanda, este es el quinto departamento que no te gusta

- Pau si no me quieres acompañar vete, pero no me reclames

- Si claro, si yo me voy arriendas una pieza sin ventanas y con el baño al lado de la cama

- Estaba sencillo el departamento y económico

- Y ahora te estás preocupando del dinero?

- Siempre me preocupo de eso, no soy millonaria!

- Jaa! déjame que me ría por favor, porque no te preocupas de eso cuando andas comprándole celular a una pendeja de siete años

- va a cumplir ocho

- Claro! eso lo hace menos ridículo

- Pau, recién esta volviendo a ser la que era antes conmigo, quería un celular "bakan" le di uno y punto

- Amanda, no me mal entiendas, tu sabes que yo la adoro, pero te está cambiando amor por cosas materiales

- Y tú crees que no lo sé, se le va a pasar, aparte con el celular la puedo llamar

- Bueno, tú sabrás lo que haces. Cambiando de tema, hay algo que no sabes

- Que cosa?

- Ayer hable con Susana

- Llegan mañana tengo entendido

- No, no saben cuando vuelven, creo que Lucia no quiere venir y Susana no la quiere dejar sola

- Su debería venirse, hace tiempo que Lucia decidió vivir su vida allá

- Amanda Duzic eres tú? - pregunto tomándome de mis brazos - Si te mueres por que llegue, no te hagas

- Si no quiere venir es por algo, he pensado mucho está última semana y la verdad es que ella y yo nunca vamos a ser algo concreto, siempre algo se va a interponer, por mucho que la ame o todo lo que ella crea que no siente por mí.

- Entonces para qué dejaste a Diana

-  Con Diana todo era fácil, yo la amaba, aun lo hago y creo que una parte de mi siempre lo va a hacer, pero...

- Siempre hay un pero

- Me mentí a mi misma tanto tiempo y de paso lo hice con ella, el creer que había superado a Lucia, hasta que comencé a verla en todos lados, incluso antes de que se apareciera en nuestro lugar de siempre, cada noche me iba a acostar deseando solo dormir, rogando que no se me apareciera, le daba el beso de buenas noches a Diana y mi miedo se hacía presente, me sentía una mierda teniéndola a mi lado y sentir que la traicionaba. 

- Sigo sin entenderte

- Yo la amo, pero a Lucía la amo más

- Y aun así quieres que se quede por allá y haga su vida

- Que yo la ame no significa que la vaya a forzar a algo que no quiere, quizás algún día entra en razón y viene por mí, entonces la estaré esperando y si no lo hace, bueno, es que esta historia nunca fue una historia sino una sátira de las peores.

- Te das cuenta lo que dices? y te vas a quedar sola toda tu vida si ella no regresa a ti?

- Y tú crees que es justo que yo este con alguien sabiendo que amo a otra persona, iniciar algo nuevo o algo viejo con la absoluta certeza que nunca la voy a  amar más que a Lucía

- Y es justo para ti no rehacer tu vida? Cariño no vas a ser la primera persona que se vuelve a enamorar

- Pau y si lo hago, si rehago mi vida y ella llega en cinco años más a mi vida, lo voy a dejar todo por ella una vez más, entonces que va a ser de la persona con la que este, no Pau.

- Tu rehaces tu vida, vuelve con Diana si Lucia no quiere estar contigo tú tienes derecho a ser feliz

- No lo voy a hacer

- Ojala no esperes toda tu vida algo que no va a llegar.

Después de medio día y cien retos disfrazados de consejos de parte de Paulina había encontrado un departamento, no muy grande ni pequeño para arrendar, pero mis preocupaciones eran otras, había pasado una semana y se suponía que tenían que estar de vuelta y por lo que decía Paulina no iba a ser así, pero no era yo la que me preocupaba, sino mi hermano y sus últimos gritos a la que era su mujer, en el fondo lo entendía, pero que yo lo apoyara o le ayudaba en nada.

- Mañana me ayudas a cambiarme? 

- Puedes quedarte una semana más, para mí no es molestia

- Quieres que me quede?

- Si - dijo bajando la mirada

- No quiero estar más solo aquí, las niñas, la casa, me voy a volver loco Amanda

- No es tanto el trabajo, tú te vuelves loco por que si

- Es que ya no doy más Amanda, extraño a mi mujer, quiero a mi familia de vuelta!

- Lo sé hermano pero peleando con Susana no vas a apurar las cosas

- Y que quieres que haga, que pase esta semana y me diga que al final se queda un mes por que la loca de la hermana ahora la quieren internar?

- La van a internar?

- No, yo solo estoy suponiendo

- Ah, pero ahora porque no se vinieron esta semana?

- Lucia no quiere volver a vivir aquí, pero aun no se recupera bien y Susana tiene miedo de perderla si no está con ella

- Es una testaruda

- Ya dímelo a mi que vivo con la copia, vivía con ella porque ya hasta el aroma de su perfume se fue de mi cama - dijo con los ojos aguados

- Oye! tranquilo... - lo calme mientras pasaba mi mano por su espalda - Ricardo no has perdido a tu mujer, se que la extrañas pero vamos, que Susana va a regresar pronto

- Lo sé, pero no te vayas por favor, no me quiero quedar solo

- No estás solo

- Ya lo sé, pero igual te necesito aquí

- Mira, hagamos lo siguiente, mañana como estas libre ayúdame a llevar mis cosas, tengo que amoblar el lugar y podemos ir a escoger las cosas con los niñas, yo voy por Amanda y todos felices, así te olvidas un poco de todo y cuando se venga Susana yo me voy a vivir allá, te parece?

- Me parece - sonrió limpiándose las lagrimas, seguía siendo el mismo pequeño que se escondía tras de mí o de Tomas cuando alguien lo molestaba en el colegio - Te amo Amanda - el abrazo que vino después de eso, me lo confirmaba.

El día siguiente llego con otro aroma, al abrir los ojos fue inevitable no ver como un pequeño arcoíris se colaba por mi ventana y se podía ver en el techo, aquello me hizo sonreír, si la mañana empezaba así el día iba a ser perfecto.

- Ricardo! Tami! Javierita!! - grite en el pasillo para que corrieran a mi pieza, los hice que cerraran los ojos y los acosté en mi cama

- Que haces Amanda?

- Ahora abran los ojos!

- Tía hay un arcoíris en tu techo!! - Gritaron como siempre lo hacían las gemelas, al mismo tiempo

- Yo sé quien metió un arcoíris a tu pieza - dijo Ricardo disimulando una lagrima

- Quien?

- Un loco que ayer me visito en un sueño y me dijo que todo iba a estar bien 

- Y como sabes que fue ese loco?

- Porque veíamos uno de estos cuando me lo dijo

- Este será un gran día, cierto mis amores? - dije abrazando a las pequeñas

- Gran día! - gritaron al unísono 

Después de cansarnos de mirar el cielo raso de la que por el momento era mi habitación nos pusimos salvajes y desayunamos sin bañarnos, solo por un día romperíamos la estricta regla de la ducha matutina de Susana,  bueno, rompimos más de una regla y aun no era medio día...

- Papá, porqué no podemos desayunar helado todos los días? 

- No es solo helado, el milkshake tiene leche y prométanme que no le dirán a su mamá si quieren seguir teniendo un padre - respondió mi hermano causando una cara de espanto en sus hijas.

- Lo que papá quiere decir es que esto es solo por hoy y que la mamá no puede saber, si no lo va a regañar 

- Eso es mentir? - pregunto Tami 

- No, es ocultar información, un secreto de grupo

- Sigue siendo mentir - dijo con su tono de voz presumido Javiera

- Mentir es malo - dijo Tami y mi cara era de total espanto mientras Ricardo me hacia entender que había sido una mala idea desayunar milkshake.

- Yo mismo le diré a su mamá que desayunamos esto, ahora prométanme que nunca van a mentir - dijo mi hermano comportándose como un gran padre

- Promesa! - dijeron ambas sonriendo

- Están cada vez peor - le susurre a mi hermano

- Y solo tienen cuatro años

- Valor hermanito 

Nos tardamos una hora en poner todas mis cosas en la camioneta de Ricardo, para las pequeñas era como si fuésemos a tener un día de camping, no hallaban la hora de que fuéramos por Amanda y partir a conocer mi nuevo departamento, yo me estaba preparando para ir de compras con aquel batallón, si separadas eran terribles cuando se juntaban las tres se potenciaban.

- Hola - dijo Diana como siempre sonriente cuando me abrió la puerta - se está terminando de arreglar

- Te contó? - pregunte tímidamente, aun se me hacia raro hablar así con ella

- Si, no para de hablar sobre eso, volvió a ser la misma de antes parece

- Así parece - dije con algo atorado en mi garganta

- Dime - dijo levantando mi cabeza que estaba pegada en el piso evitando su mirada

- Que cosa?

- Eso que me quieres decir, dime

- A veces se me olvida que me conoces tanto 

- Estoy bien Amanda - dijo tomando mi mano - No salto en un pie, pero voy a ser feliz, te lo prometo

- Como puedes ser tan perfecta?

- Pues ya ves y así perfecta y todo...

- Hay estúpidas como yo que te dejan ir

- Tu lo dijiste no yo - dijo sonriendo - Amanda te puedo dar un abrazo? - no hubo necesidad de respuesta, aquel abrazo me dio tanta paz y a la vez tanta pena, en especial cuando hablo a mi oído - necesito no verte... por un tiempo, por favor, necesito sacarte de mí, porque si me vuelves a mirar de la forma en que lo acabas de hacer te voy a besar y voy a rogarte que no te vayas de mi vida y no quiero hacer eso, quiero que seas feliz mi amor, así que por favor, concédeme solo eso - termino de decir apretándose con fuerza a mi cuerpo, me dio un beso en el cuello y se entro sin siquiera mirarme.

Se suponía que iba a ser un gran día. Se suponía que ella iba a ser mi última...

Guarde las lágrimas que querían salir corriendo de mis ojos cuando vi a mi pequeña sonriendo por el pasillo, su carita de ansiedad lo decía todo

- Te extrañe Ma - dijo dándome un abrazo, aquello me llenaba de alegría.

- Yo también mi amor, te despediste de mamá?

- No, voy y vuelvo - dijo pasándome el peluche que no abandonaba nunca.

Subimos a la camioneta y no llevaba ni medio segundo arriba cuando ya estaba dirigiendo a las pequeñas para hacer travesuras

- No se van a sacar el cinturón de seguridad! - dije mirándolas sabiendo lo que planeaban hacer - y no molesten a Ricardo que va manejando

- Qué paso? - pregunto Ricardo tomando mi mano

- Después te cuento - le dije mirando a Amandita

- Bueno - dijo tomando mi mano y dándole un beso, a veces la sensibilidad de mi hermano era más grande que la mía.

El departamento tenía dos piezas, una mía y otra más pequeña, Amanda estaba feliz porque tendría dos piezas, y gracias a la cama nido las pequeñas sabían que podrían venir a quedarse cuando quisieran, como siempre lo hacían en casa.

No tardamos nada en dejar todo en casa, como lo que tardamos en elegir los muebles que faltaban, la cómoda que quería Amanda, un sofá, un televisor, un estante para los libros y la lista seguía en un sin fin de cosas

- Ricardo porque fue que no me diste asilo en tu casa?

- Tu eres la que se quiso ir, por mi y vivías con nosotros toda tu vida

- Si claro!

- No te quejes Amando, que para eso trabajas

- No me quejo, tendré que arrendar un camión para que lleven todo lo que tengo que comprar

- Compra todo en un solo lugar y así te llevan ellos las cosas

- Si eres tan inteligente Junior!

- Ya ya... mejor ve a ver esos demonios sino tendrás que pagar esas zapatillas

Las tres se estaban probando el mismo modelo de zapatillas, el tipo que las estaba ayudando se reía con los disparates que decían, no tenían
 Necesidad de pedir por que las zapatillas ya eran de ellas.

- Se las van a llevar puestas? - la cara de las tres era como de dibujos animados con la sonrisa de oreja a oreja y los ojos enorme como si preguntaran "¿de verdad?" 

- Si!! - gritaron y creo que el pobre que iba a hacer la venta quedo un poco sordo.

- Es tu culpa que sean malcriadas - dijo Ricardo

- Las tres?

- Las tres... - dijo imitándome - obvio, si les compras todo lo que piden

- No es mi culpa que tú seas mano de guagua

- Yo ahorro, no como tú que gastas lo que no tienes

- Cariño si no tuviese no compraría! 

- Entonces te quejas de habladora.

- Ahora no me voy a poner a explicarte porque creo que estamos a punto de ser atacados por un trío de mocosas - dije dándome la vuelta tirando abajo los planes de cosquillas que tenían las tres pequeñas

El día tuvo sus altos y bajos y aunque hubieron momentos que pensé que se volverían solo bajos termino siendo un gran día. Diana dejó que la niña se quedara con nosotros por la noche, pasamos a comprar palomitas para preparar, galletas, jugos y helado de chocolate, en mi vida había comprado tanto helado de chocolate, sería una noche de película y diversión, ver a Amanda tan feliz con las gemelas me llenaba de alegría, hubo un momento en el que no necesite de nada ni nadie más. 

- Les aviso que no voy a ver ninguna película de Tinker Bell por enésima vez! - dijo Ricardo mientras bajábamos las bolsas de la camioneta

- Yo quiero ver Los Croods! - dijo Tami

- Yo quiero ver la bella y la bestia! - grito Javiera

- esa es nueva! - dijo Amanda molestando como siempre - veamos una de terror

- Si claro y después terminamos todos durmiendo en una cama!

- Yo voto por Los Croods! - dijo Amanda sonriendo

- Los Croods será entonces - dijo Ricardo

La discusión había concluido, Amanda iba con una prima en cada mano y la imagen nos causo una ternura mutua con Ricardo. Subimos y algo hizo que mi corazón de pronto se agitara, hice que Ricardo parara antes de seguir...

- Qué pasa?

- No sé, mira se me acelero el corazón - dile llevando su mano a mi pecho

- Amanda, no vas a salir con que tienes problemas cardíacos ahora

- No sé, me siento rara si

- Vamos a casa y tomas algo de agua, te aviso que si no se te pasa vamos al hospital

- Si Doc.! como usted diga

Me quito una de las bolsas que llevaba y tomo mi mano como cuando éramos niños, avanzamos y lo agitado de mi pecho solo empeoro, Ricardo me miro y supongo que lo pálida que estaba hizo que abriera la puerta lo más rápido posible, cuando un gran "sorpresa" me llevo de pálida a blanca y helada en un segundo, las niñas corrieron a abrazar a Susana que me miraba asustada mientras Ricardo se debatía en ayudarme o ir a abrasar a su mujer, Amanda tomo de mi mano y me hizo entrar, Ricardo le hizo señas a Susana y ambos fueron a ver qué era lo que me pasaba; "Ataque de pánico anticipado" era mi auto-diagnostico, Ricardo me trajo un vaso de agua y comenzó a tirarme viento con un individual plástico que había en la cocina, ahí estaba yo siendo socorrida por mi hermano y su mujer, con Amanda a mi lado y la mirada estupefacta de ella sobre mis ojos, podía ver el miedo en los de ella.

- Ma estás bien? - Amanda movió mi mano la que no había soltado y la vista de Lucia se desvió a ella.

- Cariño, va a estar bien, no te preocupes - dijo Ricardo y al parecer yo estaba aun incapacitada de hablar o simplemente idiotizada por su mirada.

- Hola mi amor - oí a Ricardo decir mientras seguía en su tarea de lanzarme viento a la cara

- Queríamos darles una sorpresa - respondió Susana y en su decir reaccione

- Estoy bien - dije deteniendo a Ricardo

- Vamos al hospital - dijo Tomando mi mano

- No, ya estoy bien

- Si bien, Amanda estas blanca como papel!

- Ricardo... - dije mirándolo con seriedad

- Ok, no diré más nada!

- Cariño será mejor que nos vayamos - Dije mirando a Amanda y sintiendo su mirada sobre mí, quería decirle hola con tantas ganas, pero algo no me lo permitía

- Pero papá que no se vaya la tía con Amanda!

- Si! y la película! - gritaron las niñas

- Tranquilas que en un rato veremos las películas, ahora le van a dar otro abrazo a mamá y a la tía que hace tanto que no veían! 

Amanda me miraba como si tuviese miedo, no me soltaba la mano y Ricardo quería que hablara con él a solas

- Cariño estás enorme, hace cuanto que yo no te veía - dijo Susana tomando a Amanda mientras las gemelas saludaban a Lucía, Me levante con Ricardo y evite su mirada insistente en mi, podía sentirla, no había necesidad de verla.

- Ricardo me tengo que ir, sabes que no me puedo quedar

- Amanda, si te vuelve a pasar lo que te acaba de pasar manejando, no! te quedas y punto

- Como quieres que me quede!

- A donde te iras

- Al departamento

- Con la niña? Amanda lo único que hay es una cama y de una plaza

- No me puedo quedar Ricardo - dije y sentí como volvía lo agitado de mi pecho, Ricardo puso su mano en mi cuello

- No te vas a ninguna parte, no tienes para que hablarle, ahora voy a ir a darle un beso a mi mujer y tu vas a respirar, contaras hasta a Diez y vas a salir, veremos la película y todos felices, ok!

- Ok

Salió del cuarto y no sé si conté hasta diez o cien, pero reaccione cuando Amanda vino por mí.

- Ma no me quiero ir

- Nos quedaremos cariño, no te preocupes – dije sonriéndole

- Ma, la señora esa es muda? – pregunto causándome gracia

- Porque crees que es muda?

- No ha dicho nada desde que llegamos, por eso

- La saludaste?

- No, no sé quien es

- Es hermana de tu tía Susana, se llama Lucía

- Entonces es importante

- Algo

- Tengo que saludarla entonces

- Si quieres ve a saludarla

Salí tras ella y me cruce una vez más con sus ojos, hermosos ojos que en este momento no me decían nada, Amanda se acercó hasta ella y con toda la personalidad que posee se presento…

- Hola soy Amanda – dijo dándole la mano – me llamó igual que mi Ma, que es hermana del tío Ricardo, el esposo de tu hermana – dijo causando la risa de todos incluida la de ella. Su sonrisa…

- Hola Amanda, yo soy Lucia y aunque no lo recuerdes yo te conocí cuando eras una pequeñita que me llegaba a las rodillas – respondió ella mirándome cuando termino de hablar, le sonreí y sonrió de vuelta

- Más pequeña que las gemelas?

- Más pequeña, tenía dos años cuando te conocí

- Ma! yo fui así de pequeña? – pregunto mirándome

- Si amor, incluso más pequeña

- Que bueno que ya crecí! Sino estas dos me ganarían siempre

Todos volvimos a reír y ella me volvió a sonreír.

Susana nos contó que tuvieron que venirse antes de lo previsto por un inconveniente del que no quiso entrar en detalles, Ricardo le reclamo que no le hubiese avisado para ir a recogerla pero su mujer le explico que desde un principio había querido llegar como sorpresa, nunca tuvieron intención de revelar el día de su llegada, a medida que las niñas se preparaban para ver la película, ella contaba todo lo que había pasado, mientras Lucia ayudaba a las pequeñas alejándose de nosotros. De mí.

- Fue horrible Amanda – susurro para que solo nosotros oyéramos

- Como la convenciste para venir

- Eso no fue lo horrible, cuando despertó era otra persona, me costó tanto sacarla de eso y la amiga esa no ayudaba en nada

- Jane?

- La misma, casi le pegue un día – dijo causando mi asombro y el de mi hermano

- Le estaba creando un odio a Lucia, incluso hacia a mí, no se hace cuanto estaba metiéndole cosas en la cabeza

- Pero tu hermana es grande para que la vengan a influenciar – dijo Ricardo

- Amor, si vieras el poder de convencimiento que tiene, yo le dije que conmigo no y le prohibí la entrada al hospital

- Su! – grito Lucia desde  la cocina con las niñas

- Dime! – contesto su hermana gritando de la misma forma

- Cállate! – grito Lucia, al parecer hablábamos más fuerte de lo que creíamos

- Ya, después me cuentas todo, oye por si acaso oyes comentarios hoy no nos bañamos desayunamos milkshake y comimos comida chatarra de almuerzo y batido de postre – dije sonriendo mientras mi hermano intentaba huir del lugar

- Ricardo! – grito ella

- Amanda, te mato! – dijo Ricardo

- Y lo peor es que quería que las niñas te mintieran y no dijeran nada – dije empeorando las cosas, la maldad me brotaba

- Te estaban preguntando – dijo mi hermano

- No, pero cariño que tu mujer debía saberlo!

- Ya, no me mires con esa cara que tú me dejaste al abandono, a demás fue solo un día – dijo Ricardo, mientras yo reía de su cara

- Te salvas solo porque me fui por mucho tiempo, pero en la noche te daré tu merecido! – dijo riendo

- Oye, hay niños en casa, contrólense!

- Cariño – dijo mi hermano sonriendo – Gracias!

Nos sentamos a ver la película, las niñas se sentaron sobre unos cojines a los pies del sofá, Susana y Ricardo se sentaron a mi derecha y lucia se sentó en el sillón al lado del sofá, la película empezó y el sonido de la tele  se oía tan distorsionado con las risas de las niñas, mientras Ricardo y Susana hacían cualquier cosa menos ver la película y yo no podía dejar de mirarla a ella, de ahí lo raro que se oía todo, si mis sentidos se dedicaron a mirarla por completo, estaba tan diferente podía ver que se había rapado completa la parte de la cirugía, podía imaginarla con aquella parte descubierta, no tenia que imaginarla, estaba directa a mi vista.

Hasta el momento no había visto nada de la película me había comido mi helado y la mitad de las palomitas, Susana y Ricardo desaparecieron sigilosamente, cuando los mire ya no estaban Y ahora era ella quien me miraba a mí, las niñas seguían mirando la película y su gesto me había tomado por sorpresa, me pidió sentarse a mi lado, mi cabeza le dio un rápido si y no tardo en llegar a mi lado, su aroma, su cercanía me dejaban en jaque, realmente estaba aquí? Y que pasaba con todo aquello que Ricardo me había dicho, todo me hacía eco, nada me era indiferente en el momento.

- Sigo esperando que me saludes – dijo cerca de mi oído y mi pecho se acelero brutalmente cuando la sentí tomar el aroma de mi cabello, cuando sentí su presencia tan cerca, que me parecía uno de nuestros sueños

- Hola – susurre imitándola en su oído, la entendía de un modo, el respirar su aroma fue inercia pura, no importo cuanto me controle para no hacerlo.

- Necesito que hablemos – dijo copiando su anterior acción, mi respuesta no iba a tardar, pero algo se interpuso entre ambas…

Amanda se había sentado en medio de las dos, me rodeo con uno de sus brazos el cuello y me dio un beso en la mejilla – Te amo Ma – dijo. No sabía con exactitud si aquello eran celos hacia mi o por su madre, lo que si sabía es que cualquiera fuese el futuro, de ahora en adelante iba a ser complicado.

La película estaba a punto de terminar y podía sentir como si una corriente eléctrica me atrajera hacia a ella, aun con Amanda entre las dos, tenía una necesidad de estar más cerca y nada importaba, ni siquiera lo que ella podía estar pensando, aunque estuviese renegando de ambas, aunque se hubiese olvidado de quién era yo en su vida.

- Ma puedo dormir con Tami y la Javiera? – Pregunto Amanda cuando termino la película

- Si! Con nosotras!!

- No sé que tanto van a dormir después de todo lo que comieron – dijo Susana apareciendo de pronto

- A lavarse los dientes y a ponerse sus pijamas! – grito Ricardo con una sonrisa de oreja a oreja, mientras las niñas corrieron al baño.

- No te acerques a mí, que asco! – le grite a Ricardo cuando se quiso sentar a mi lado – Ni un respeto! – le dije con ironía a Susana

- Podría responderte, pero por respeto a los presente voy a omitir palabra alguna – dijo mi hermano besando mi mejilla

- Touché – murmure levantándome mientras recordaba viejos sucesos.

- Escapa cobarde! – grito Susana, lo que me hizo retroceder en mis pasos

- Yo no tenía hijos en esa época! – dije fuerte sin subir la voz, con una sonrisa extraña en mi rostro llena de memorias.

Gracias a todo lo recorrido en el día las pequeñas no tardaron en dormirse, Susana salía del cuarto dejándolas en un profundo sueño, Ricardo me llevo a la cocina a buscar una botella de vino y Susana se quedo con Lucia…

- Susana me conto muchas cosas – dijo Ricardo mientras sacaba las copas

- Sobre qué

- Sobre Lucia

- Es necesario que yo lo sepa?

- Me hicieron prometer que no te lo diría

- Y entonces por qué me vas a contar?

- Porque eres mi hermana y lo deberías saber

- Dime Ricardo… - dije ya impaciente por su insistencia en contarme

- Lucia fue otra persona después de la operación

- Eso ya lo sabía

- Si, pero no sabes él porque… Jane le conto que tú la habías operado, pero le dijo que te había oído decir que te sentías culpable, que solo estabas ahí para alivianar tus culpas

- Culpas de qué? – dije casi en un grito

- Shh… - dijo tapando mi boca – más despacio que Susana me mata si sabe que te conté. Culpas, no sé de qué, ella se las arreglaba para hacerle ver que te debía olvidar, que lo de ustedes nunca fue real y cosas así

- Lucia ya es grande para ser influenciada Ricardo, me cuesta creer eso

- Ese es el tema, que cuando tu estas vulnerable todo lo que te meten en la cabeza se vuelve realidad, como si te lavaran el cerebro, Susana dice que se quedo en shock cuando la escucho, le decía que…

- Vinieron a cosechar el vino? – oímos decir a Susana antes de entrar a la cocina

- Si, me acabo de secar los pies de tanto pisar uvas – dije moviendo mi cabeza y tomando las copas, Ricardo me miro para que guardara silencio y yo quede con la duda de absolutamente todo.

Salimos al balcón, Ricardo prendió un cigarrillo, me molestaba tanto que siempre que tomaba una copa de vino lo hiciera, pero mi sorpresa mayor fue cuando ella encendió uno, parecía mentira ahora después de tanto tiempo sin haberla visto, como cuando la conocí, cuando le dije que aquello hacía daño y sabiendo que ese preciso día lo había dejado, pero por lo visto había retomado sus viejas costumbres por más sensual que se viera llevando aquel cigarro a su boca, por mucho que evitara mirarme mientras yo la veía, mirando el cielo, buscando un qué se yo. Ricardo rompió el silencio mientras exhalaba el toxico humo que salía de su boca “La noche está como para ser joven y salvaje”.

- Sigues siendo Joven hermanito

- Más que tú claro está – Respondió de inmediato

- Si, pero tranquilo que no se cuanto más vayas a serlo si sigues con esos malos hábitos – dije casi con rabia, no con él, conmigo por ser como era, tome mi copa y bebí todo su contenido sin detenerme, solo para entrar y evitar decir todo lo que tenia atorado y no precisamente a  mi hermano.

- Amanda espera! – dijo Ricardo tras de mi

- Oye, estoy bien – dije tomando su cara con suavidad – solo deja que me vaya a dormir que ha sido un día con muchas sensaciones y sentimientos… estoy agotada hermano – dije dando un respiro

- Descansa y oye, ese fue mi último cigarrillo, te lo prometo

- A mi no me prometas nada, hazlo por ti, por tus hijas, no quiero que un día te enfermes

- Lo sé, a veces lo olvido

- Sabes que te amo cierto

- Si, pero es bueno cuando lo dices, descansa Amandito, eres el mejor – dijo sonriendo

- Tu igual Junior.

Mil y una vueltas di en esa cama intentando dormir, descansar, olvidar aunque fuese solo por unas horas; oí cuando se fueron a dormir, a la cama, la imagine entrando al cuarto que estaba enfrente mío, quitándose la ropa, poniéndose lo que fuese que usaba por estos días para dormir - aunque de preferencia una polera - pensé sonriendo, sin embargo mientras más la pensaba menos ganas tenia de dormir, sabía la distancia que había entre su cama y la mía, pero algo me detenía al impulso loco que estaba sintiendo, me levante de la cama, di dos pasos y me detuve – que estás haciendo – dijo mi conciencia y volví a la cama, pero por más que mi conciencia hablara repetí el acto dos veces, hasta que el sueño me venció y olvide en qué mundo estaba.

El cielo traía nubes, las nubes giraban sin parar y el arcoíris que comenzó como lo que era de pronto se volvió un tono negro, lleno de matices que solo me asustaban, sentí que mi cuerpo levitaba, que no era más yo sino una especie de ente flotante, había dejado de ser materia, hasta que la vi, lejos de mi caminaba descalza, intente alcanzarla, intente hablarle pero sentí que no tenía ni lengua para ser entendida, ni cuerdas vocales para emitir sonidos, la desesperación me hizo sentirme un torbellino impotente sin poder manejar mi paso, arrasando con todo, inútil de mi misma. Me debatí entre estar despierta y estar durmiendo, sabía que era un sueño, pero no podía despertar, me dije una y otra vez – Despierta, despierta! Despierta! – pero mi sueño se volvía cada vez más real, sentí por primera vez que no iba a despertar, hasta que hoy su voz, vi su rostro llamándome “Amanda” decía, con calma, podía sentir su presencia – será que al fin vino a mi encuentro, será que volvió a ser ella y me perdí de su camino – otra vez su voz “Amanda” mas por más que la busque no la encontré, hasta que sentí su aliento en mi oído “Amanda” dijo y su mano opaco el grito que me trajo de vuelta a la realidad.

- Tenías una pesadilla – dijo pasando su mano por mi frente mientras yo recuperaba mi respiración. Estaba en mi habitación? – Te sentí y entre, disculpa – dijo levantándose al no oírme decir nada, asumo.

- Fue un sueño horrible – dije sentándome en la cama

- Pesadillas creo que se llaman – dijo a media sonrisa

- Siéntate – le hice un gesto para que se sentara a mi lado en la cama

- Vamos al balcón? – pregunto como si tuviese miedo de estar en la misma cama que yo. Yo también temía.

- Vamos – la seguí como si tuviese un extraño poder en mí, claro que lo tenía.

La noche estaba extraña, no era como todas las noches, el cielo a pesar de estar despejado tenía un tono rojizo, la luna de no haber sido por la delgada línea que la moldeaba hubiese sido imperceptible a la mirada; su cuerpo en una esquina del balcón, el mío en la otra, le di otra mirada al cielo y su aroma me penetro los sentidos – Si te vas a quedar tan lejos de mi tendré que empezar a gritar para que me oigas, creo que despertaríamos a todos – dijo golpeando mi brazo con el de ella, como si fuésemos cómplices de un secreto, de algo prohibido, la mire con orgullo, como si el orgullo sirviera de algo, intente decirle con la mirada que no era la misma de antes, que también estaba herida, pero el dolor de sus ojos era aun más grande, basto saber eso para olvidar todo, su ojos me permitían ver su alma y su alma era tan pura que fue capaz de dejar al amor de su vida por una conciencia que la dejo tomar una culpa que nunca fue de ella…

- Gracias – aquel brillo que se veía en sus ojos me dolía

- No me des las gracias por nada

- Salvar mi vida no fue nada, me van a faltar días para agradecerte.

- Porqué no dijiste nada, ni a Susana, ni a mí cuando nos encontramos.

- Susana tiene su vida, no tenia por que hacerse cargo de mi y tu… necesitaba saber que lo harías por mi y no por lastima – dijo bajando la mirada.

- De verdad crees que o haría algo por ti por lastima?
- Tú me dijiste que…

- Si sé lo que te dije, pero de verdad lo creíste?

- Amanda yo me fui, yo te deje, y cuando entendí que prefería vivir con mi culpa a tu lado era tarde, Susana se llenaba la boca diciendo lo feliz que eras, la hermosa familia que habías logrado y yo sé que no lo hacía para hacerme sentir mal, ella quería que yo siguiera con mi vida

- Y por qué no lo hiciste?

- seguir con mi vida? Para mí no fue fácil enamorarme otra vez y ni siquiera fui capaz de intentarlo, tu presencia estaba demasiado viva en mí como para llegar a eso.

- A diferencia de mi, que te deje ir y no hice nada para retenerte

- Nada me hubiese retenido en ese entonces, la culpa nunca fue tuya, siempre fue mía, yo te pedí que fueras feliz

- Pero tú regresaste por mí, tú querías una oportunidad, de haber actuado diferente en ese momento, de haber sido sincera.

- Ese día fuiste sincera, yo no me hubiese marchado si no hubiese visto la verdad en tu mirada, me amabas, pero te estabas enamorando.

- Porque me seguiste esperando?

- Por la misma razón que tú me estabas esperando ahora

- Y como sabes que lo hacia

- Algo me lo dijo, quizás el hecho que salvaras mi vida

- Y por qué no dijiste nada, en el hospital, yo estaba ahí, yo esperaba tu llamado

- Porque aunque no lo creas a veces mi estupidez no tiene límites – dijo sonriendo – me deje llevar por cosas que espero nunca tener que contarte y cuando quise volver, cuando desee con todas mis ganas encontrarte en nuestro lugar, no pude, como si la vida me castigara por mis actos

- Susana dijo que no querías volver

- A que iba a volver? Yo pensé que ante mi desprecio habías vuelto con Diana y Susana tampoco dijo nada en ningún momento

- Pero igual regresaste, ó sea te conto que la había dejado – dije mirando a las estrellas, sintiendo mi culpa

- No dijo nada, me di cuenta cuando te vi de pie en la puerta, después Su lo confirmó

- Y si no sabias como volviste

- Mi intención era disculparme, darte las gracias y volver

- Y ahora cuáles son tus intenciones? – Como si no las supiera pregunte, ningún argumento en mi cabeza fue valido ante lo que estaba sintiendo, qué importan las razones cuando pensaba que estaba todo perdido y la vida no me da una segunda sino una cuarta oportunidad para ser…

- Las mismas – dijo sonriendo – Gracias por salvarme la vida

Mi mirada fue de aceptación, obviando lo que acababa desentender, mire las luces de la ciudad y me sentí en último piso de un edificio de cien, mi mundo giro y ella tomó mi mano…

- La verdadera respuesta te la daré en el otro mundo – dijo soltando mi mano, pero cuando se la quise volver a tomar solo agarre el aire que se coló por mi mano, mis ojos veían se cegaron por un momento por la fuerte luz hasta que reaccione y estaba en mi habitación, si aquello fue solo un sueño estaba preparada para lanzarme por la ventana.

Saque mis piernas y me senté en la cama, sentí la alfombra entre mis dedos y solo para estar segura me pellizqué, no podía haber sido un sueño, sentí el aire en mi cara, sentí su aroma, su tacto, sin embargo tampoco podía ser como nuestros encuentros pasados, el lugar no era el recurrente, estábamos aquí, en el departamento, mi cabeza no entendía de realidades, tome una toalla y me metí a darme una ducha. El frio del agua me hizo quedar sin respiración por una milésima de segundos, aun sentía su aroma y tenía clavada su mano en mi mano “eso debe ser” pensé por un momento – ya me volví loca por completo.

Salí de la ducha y la particular forma de golpear la puerta me traslado al que en un pasado cercano había sido mi hogar – pase! – grite después de ponerme una camiseta y un short, su cara de preocupación me traía el mismo sentimiento…

- Que pasó?

- Mamá quiere que me vaya ahora, dice si me puedes ir a dejar, pero yo quería pasar el día contigo

- Le dijiste a Mamá eso?

- Si, pero dice que tengo que estudiar, que no he estudiado nada

- Bueno cariño si mamá dijo eso tenemos que hacer caso

- Pero tu antes igual decías y mamá te hacía caso y ahora no puedes decir?

- Cariño… sabes que las cosas ya no serán como antes

- Ya, pero yo quiero que estés en casa, yo quiero estudiar contigo, no con mamá – dijo a punto de ponerse a llorar

- Amanda! Sabes que no puedo volver a casa y no voy a discutir con mamá, tienes que entender

- Pero mamá te ama, lo sé, llora todas las noches por ti, desde ese viaje que hiciste!

- cariño, yo voy a hablar con mamá, para que estudies conmigo, pero hoy vamos a hacer caso, tomaremos desayuno juntas, con los tíos, las primas y después te levare a casa

- Tú no me extrañas

- Amanda, esto ya lo hablamos, tu sabes que me parte el alma dejarte, pero así va a ser nuestra vida de ahora en adelante

- Está bien – dijo marchándose

Sus palabras me hacían mierda por dentro, pero sabía que intentaba manipularme, siendo una niña podía manejarme a su antojo, pero si me dejaba caer una vez, terminaría por hacer lo que quisiera conmigo, yo era la adulta, yo tenía que manejarla.


Limpie mi cara, después de aquello una que otra lagrima había caído, Lucia estaba de pie en la puerta mirándome, su sonrisa compasiva me daba una especie de tranquilidad – los actos tienen consecuencias, yo estoy pagando las mías – dije intentando explicar lo que seguramente había oído.

- Eres valiente, yo no sería capaz – dijo entrando y cerrado la puerta, aquello me paralizo

- Lu… - dije por inercia

- Años que no te oía decirme Lu

Baje mi rostro con media sonrisa en el, algo en aquello me sonrojaba

- Lu… - dije una vez más – Lo de anoche… tu… - divague sin preguntar

- Lo de anoche… yo… tu… el balcón… - dijo sonriendo – Yo me di cuenta a penas sentí el aire tibio – dijo tomando mi mano entre las de ella

- Es que tú no eres de este mundo

- Aun hay mucho que quiero hablar contigo – dijo poniéndose sería

- Tenemos mucho tiempo para hablar, pero tienes que decirme hacia dónde va esto

- De verdad tengo que decirlo?

Aquello me hizo cerrar los ojos y como si fuese mentira, sentí que por primera vez en años, volvía a respirar, sentí el aire colarse por mis pulmones, sentí el piso aferrarse a mis pies y mis manos a su tacto. La había encontrado, lo de antes nunca debió hacer sido, esta debía ser la primera vez que la encontraba, mi amiga, mi compañera de encuentros, la única que me hacía sentir que no pertenecía a este mundo, mi otra mitad, aquello que perdí en otra vida y reencontré en esta, eso debía ser.

Abrí mis ojos y vi su mirada sobre los míos, sus cejas altas y su sonrisa amplia me dijo “aquí estoy”, sus labios se acercaron tan peligrosamente a mí que sentí la electricidad de la necesidad de tener su boca, no quería besarla, yo debía besarla, como si esa fuese mi misión en el mundo y no lo resistí, por primera vez en mucho tiempo me deje llevar por mis impulsos, la tenia ahí, tome su espalda, sentí su piel en mis manos por debajo de su camiseta, sus labios estaban tan cerca de mi boca que me sentí como probablemente se siente un vampiro al ver un cuello, como el llamado a actuar y dejar de pensar, entonces actué.

Fresa, chocolate, menta, miel… ningún sabor era igualado al de sus labios, al de sus tímidos labios rozando los míos, con cautela, con inseguridad, antes de que el beso fuese un beso, como si la suavidad de los de ella y los míos se complementara, y en cada nuevo desgaste nos necesitáramos más, sentí sus dientes arañando mi labio inferior, su lengua rozando el superior, reconociendo lo que alguna vez fue se ella… hasta que se sintió libre y su lengua entró a hacer destrozos en mi boca, sus manos se aferraron a mis piernas como las mías a su espalda, se podía sentir la excitación en el aire, pero no por el deseo que tenia de su cuerpo, por la felicidad de al fin ser sinceras, por la alegría de poder tomarla como quisiera, de besarla y hacer sangrar sus labios de la embriaguez que sentía por ella, de lo que ella sentía por mí, siente, siento, solo la realidad podía separarnos, yo no tenía fuerzas para alejarla, sus dedos fijos en mis piernas me lo confirmaban, pero el golpeteo grotesco de la puerta nos hizo alejarnos como polos similares de un imán, ella salto a la izquierda y yo a la derecha…

- El desayuno está listo… - grito Ricardo como si estuviese cantando

- Ups… - dijo retomando su posición y limpiando mis labios, mientras yo hacía lo mismo con ella

- Seguimos en el mundo real cierto? – pegunte acomodando su pelo

- Ya no sé lo que es real, quizá el otro es el real y este nuestra fantasía

- Mientras te siga teniendo en ese y en este, me da lo mismo – dije volviendo a besar sus labios, ahora de una forma más… civilizada.

- Que haremos ahora?

- Ahora iremos a desayunar, tú irás a la dirección que te voy a dar, mientras yo voy a dejar a la niña y tendremos toda la tarde para descifrar todo esto

- Que le diré a Susana

- Lu, tu hermana sabia de esto antes de que entraras a mi habitación, ni siquiera intentes ocultarlo

- Que vergüenza – dijo ocultando su cara en mi hombro

- Ultimo llamado! A la otra mando a las niñas! – grito Ricardo y se podía sentir su risa tras la puerta

- Vamos – dije volviendo a besarla

- Anda tu primero, no quiero ser tan obvia

Aquello me causo gracia, como si sirviera de algo, tal vez a las pequeñas las podíamos engañar, pero a las dos mentes retorcidas que las acompañaban era imposible.

- Desayuno! – Dijo Susana cuando me senté a la mesa – esto se enfría – complemento sonriente mientras Lucia se sentaba frente a mí.

Aquel fue en desayuno particular, por un lado Ricardo y Susana haciendo comentarios que solo nos sonrojaban, las gemelas en su mundo, Amanda con su mirada que podía atravesarme de haber sido un cuchillo y mi Lu, intentando no mirarme con aquellos ojos que me decían más de lo que estaba permitido decir.

Un sinfín de emociones y sensaciones me visitaron de antes de lo previsto, de camino a casa Amanda no me dirigió la palabra, su inquebrantable silencio me pesaba, ni siquiera respuestas monosílabas tenía derecho a recibir, cuando llegamos ni siquiera de despidió, sentí que todo el avance que habíamos tenido se caía por un precipicio y era imposible retomarlo, la mire desde el auto hasta que entro a la casa, después de todo el daño que había hecho, faltar a lo que Diana me había pedido era lo último que haría, inhale todo el aire que pude y me subí al auto, de no haber vuelto a mirar a la casa, no habría visto a Diana haciéndome señas.

- No quise acercarme, pero vi cuando entró – dije previniendo algún regaño

- No, no es eso, necesito hablar contigo

- Pasó algo? Necesitas algo?

- Si algo paso y te juro que no lo planeé

- Diana me asustas

- Recuerdas el negocio que estaba viendo Andrea en Argentina?

- Si

- Pues todo resulto

- En serio? Felicidades Diana, me alegro tanto de verdad – dije dándole un abrazo

- No me felicites aún – dijo alejándose de mi

- Que pasó?

- Es que nos necesitan a las dos allá por un año, me ofrecen un lugar para vivir, un ingreso que jamás recibiría aquí e incluso un colegio para Amandita… - Aquello fue como una pisoteada en el corazón – Dime algo Amanda, por favor

- Que puedo decir, legalmente no soy nadie, no soy su padre, no la puedo retener aquí.

- No digas eso, sabes que Amanda es tan hija tuya como mía, yo no sería capaz de hacer nada en contra de su relación, pero no la puedo dejar, sabes que no puedo.

- Y yo no me puedo ir con ustedes

- Lo sé, por eso necesito que hablemos con ella, solo será un año

- Ahora? No soy su persona favorita en el mundo en este momento

- Discutieron?

- Algo así, sabes que no puedo hacerle caso en todo

- Tú le mal acostumbraste Amanda

- Ya, pero ahora no estoy para un sermón – dije sintiendo lo que se aproximaba

- Lo siento, de todos modos prefiero que sea ahora, probablemente nos odie a las dos después de esto

Accedí a lo que me pedía y entre con ella a casa, empezar a hablar fue lo más difícil, ella intentando entender, nosotras intentando explicar lo mejor posible…

- Y no puedes venir con nosotras? – dijo intentando no llorar

- Cariño, tu Ma tiene un trabajo que no la va a estar esperando en un año, pero tú si puedes esperarla

- Y yo no me puedo quedar aquí con ella?

- Y me vas a dejar sola cariño? – dijo Diana con las mismas lagrimas que ya nos envolvían a las tres

- Mi amor hagamos un trato, tú te vas con mamá, yo te llamare a diario y un fin de semana al mes viajare a estar solo contigo, tu puedes venir para tus vacaciones y cuando tengas una semana libre de clases, no sé, algo inventaremos lo prometo

- Tú me vas a olvidar, me vas a dejar de querer igual como lo hiciste con mamá – dijo abrazándome

- Mi amor, yo no deje de querer a tu mamá, yo la voy a querer toda mi vida igual que a ti. – dije mirando a Diana mientras la abrazaba

- Amandita cuando seas grande vas a entender lo que ahora no puedes, Má nos va a querer siempre, solo que ya no vamos a estar juntas, pero siempre estaremos aquí para ti – dijo Diana uniéndose al abrazo

- Tú me iras a ver? – dijo ya calmándose

- Si mi amor, todas las veces que pueda y cuando no pueda, tú puedes viajar.

Aquello encabezaba la lista de las cosas más difíciles que me había tocado vivir, me partía el alma su dolor, el de Diana y el mío. Diana se iba en un mes, antes de irme me dijo que estaba tranquila, que ese tiempo le iba a hacer bien, “se feliz” dijo cuando se despidió, mis sentimiento nunca habían estado más encontrados que en ese momento, no porque sus palabras me confundieran, sino porque me dolía que mi felicidad la hiriera.

De vuelta conduje por más de una hora sin dirección alguna, deseche todo lo que tenía guardado y siempre parecía quedar un poco más, hasta que recordé que ella debía estar esperándome, ni siquiera le había dado una llave del lugar, pero ahí estaba, sentada en la puerta del departamento, con sus audífonos puestos y su cabeza entre las piernas, camine lentamente y me senté a su lado, pero de nada serbio ser cuidadosa de mi paso cuando ella podía sentirme de inmediato, su sonrisa me bloqueo por completo, como siempre lo hacía, su sonrisa me daba luz.

- Amanda, tu quieres ir con ella? – Preguntó luego de que le contara todo lo que había pasado – Amanda si eso quieres yo lo voy a entender.

- Yo quiero que mi vida vuelva a estar en su lugar, quiero que llegue el día en que mire a Diana y no sienta culpa, que Amanda me mire y no me tenga rabia, quiero poder amarte Lu, sin peros, sin circunstancias, libre y en paz, podre tener todo eso

- Lo ultimo ya es un hecho mi amor, a lo otro dale tiempo.

Saque una manta de mis bolsos y la puse sobre la alfombra lance las almohadas al suelo y ella se acomodo de inmediato – ven aquí – dijo entregándome su abrazo, me cobije en ella mientras pasaba su mano por mi pelo, sin embargo había tanto que no me dejaba disfrutar el momento – Amor, llora si quieres llorar, yo voy a estar a tu lado – aquello había sido como abrir una puerta, sentía tanta rabia, impotencia, pena, pero todo por mí y mis actos, por haber amado a Diana, por no amarla lo suficiente, por todo lo que sentía por Lucia que ya a eta altura tenía un nombre desconocido, impotencia porque Amandita se fuera con Diana, no podía quitársela, no podía añadirle eso a su dolor y por mucho que dijera que la niña era mi hija, podía amarla como si lo fuera, pero ella era su madre y yo no tenía derechos.

Después de desahogarme por tiempo indefinido sentí su mano entrelazando la mía, jugar con mis dedos, mientras le daba dulces besos a mi frente, me sentí en paz…

- Podemos estar así el resto de nuestras vidas?

- Sería perfecto

- Y que nos detiene?

- Tu hija, tu trabajo, tenemos que alimentarnos, tenemos que tomar algo de sol, no sé yo solo digo

- Creo que tienes razón, no se puede, ahora me vas a decir todo lo que querías que habláramos

- Me canse de hablar Amanda, podemos vivir? Así simple, juntas sin pensar en todo lo que paso, en este mundo y en el otro

- Podemos más incluso, pero quiero pedirte algo primero

- Lo que tú quieras

- Diana se va en un mes, yo quiero pasar ese mes con Amanda

- Quieres volver a su casa? – pegunto con terror en sus palabras

- No, eso sería confundirla, quiero que venga aquí, que disfrute de este mes y sé que si nos ve o intuye algo no va a ser un buen mes para ella

- Amanda, un mes no es nada después de toda mi vida esperando para esto – dijo sonriendo – si quieres me voy de inmediato

- No – dije sentándome sobre ella y tomando sus brazos – no hay que ser extremistas

- Y quieres tenerme en cautiverio bajo tu cama?

- Aún no tengo cama

- Como si eso me detuviera – dijo abrazándome para darme vuelta en sus brazos y quedar sobre mí

- Eso no se hace mi amor – su cara siempre expresaba lo mismo cuando decía esas palabras – cuantos mi amor llevas en tu cabeza? – pregunte sonriendo

- Ahora veintisiete – respondió arrancándome un beso

Sé exactamente en el momento en que aquellos juguetones besos pasaron a ser algo más, la fuerza con la que sus manos me tomaban me lo decía, me recorrió con descaro, con ímpetu y pertenencia, beso mi espalda, se apodero de mi cuello como antes una vez lo había hecho, me sentí un objeto deseado y la deje que hiciera conmigo lo que quisiera una y otra vez, como si fuese la primera y la última vez que me tenía en sus manos, en su boca, en sus piernas, toda ella me poseía. 

Tenerla así, libre, desnuda, sin necesidad de tapar u ocultar lo que los años habían traído y cuantas veces había recorrido su cuerpo en mi mente, lo conocía como a un mapa, cada detalle, cada cicatriz, no había una parte de ella que no me perteneciera, ahora y siempre.

- Que me ves tanto? – Pregunto de espalda a mí

- Tienes cuatro lunares que antes no tenias – dije pasando mi mano por su espalda, haciendo que se volteara para mirarme a la cara

- Como puedes saber eso

- Porque aquí tienes diez, aquí – dije levantando su cuello – tienes dos,  y en tu espalda tenias doce, antes tenias veinticinco y ahora tienes veintinueve, tienes dieciséis lunares en tu espalda – complemente con un beso

- Diez, dos, dieciséis, son veintiocho “mi amor” – dijo remarcando la última palabra – no veintinueve – besándome de vuelta

- Ya, pero falta uno, ese no es tuyo, es mío – su mirada de desentendida me hizo picar su anzuelo cual pez

Mis piernas la abrazaron con desespero, mi cuerpo entero le pertenecía, ahora yo reclamaba lo que a mí me pertenecía, sus labios, su cuello largo y grueso que podía besar para no cansarme nunca, el hueco que se le hacía entre su clavícula cuando arqueaba su cuerpo y su cabeza caía completamente tras sus hombros. Tome dominio de sus partes más intimas, como un río cuando arrasa con su corriente todo lo que cae a su paso, fuimos un solo cuerpo entrelazado queriendo ser más de lo que ya era, buscando a gritos contenidos en silencio la posibilidad de no hacer sino sentir el amor, vivirlo, interpretarlo como él quisiera que jugáramos su rol, en el desespero de dos almas que simplemente habían tardado en reencontrarse, sintiéndonos cómplices, amantes de un mismo destino, de caminos separados que algún día debían juntarse, ahora era nuestro momento, las paredes contuvieron su voz y la mía en tonos que normalmente no escucharían, llegando a nuestro tono más alto, ella entre mis piernas, yo entre las de ella, mi boca se detuvo frente a sus labios y mi movimiento se volvió mentalizado al tener sus ojos a mi alcance, lo que vi en ese momento fue una explosión, un brillo que nunca antes había visto y al fin, en espasmos descontrolados me sentí realizada, llegue a aquel lugar que algunos llaman cielo, pero para mí era algo más, con ella podía tocar otro mundo con mis manos.

- Que tienes en mente – dije sin siquiera ver los gestos de su cara, sabía perfectamente que algo había en su cabeza

- Nada malo, solo cosas buenas

- Nada bueno puede venir de esa mente cuando tienes esa cara

- Ouch, estaba pensando que terrible seria que nos quedásemos accidentalmente encerradas aquí por una semana o algo así

- Sería terrible y completamente en contra de mi voluntad – dije entrelazando su mano con la mía

- Pero lo peor de todo es que eso no se puede hacer realidad, tienes mucho que hacer por un mes, no sé si lo recuerdas…

- Te amo -  dije obviando toda conversación previa, verla cerrar sus ojos y sonreír, lo valía todo en ese momento

- Yo también te amo – dijo abriendo sus ojos – no sé si ha existido un día de mi vida n que no lo he hecho

La que ahora cerraba los ojos era yo, ojala hubiese podido decir lo mismo, pero mi pasado me lo prohibía, sí, siempre la había amado, pero hubieron días que creí que ese amor formaba parte de un pasado.

Sin decir una palabra más la aventura había terminado, Susana la llamaba para saber si iba a comer en casa, no pasaron dos minutos y Ricardo me estaba llamando a mí, sería un largo mes, peor aún iba a ser un largo año.

Llegamos al departamento y antes de entrar la detuve, de pie frente a la puerta bese su boca, tome sus manos y me acerque a su oído “Te reto a entrar conmigo de la mano”. Sus ojos se volvieron grandes de sorpresa, quería por una vez no sentirme a escondidas con ella, saber que lo que se nos venía por delante era un nuevo comienzo, limpio, sincero y por supuesto real, al menos para las dos personas que más nos querían en la vida, nuestra familia.

Tomo mi mano firmemente, pude sentir el nerviosismo en su respirar, pero aun mejor pude sentir paz al tomar su mano, por primera vez caminaba conmigo con nuestros dedos entrelazados, para muchos aquello no será nada, incluso hay gente que no le gusta caminar de la mano con la persona que aman, para mi aunque fuese al interior, era lo mejor del mundo y con ella todo tenía sentido.

Entramos, Ricardo estaba sentado en el sofá y Susana de pie frente a él, si hubiésemos sido dibujos animados su boca hubiese quedado en el suelo; Lucia temblaba y mi brazo podía sentirlo, los mire y levante una de mis cejas, si hubiese podido bailar frente a ellos un baile de victoria y no verme ridícula al hacerlo, lo hubiese hecho.

- Ustedes son las personas más locas que conozco – dijo acercándose y poniendo una mano sobre el hombro de Lucia – Ahora si?

- Ahora si qué? – pregunto ella

- Ahora si es para siempre, se acabo el sufrimiento y el drama… - dijo sonriendo, mi mirada dio en sus ojos y recibí mi respuesta antes que la diera.

- Si de mi depende, no me separo de ella ni en esta ni en otra vida – respondió haciéndome sentir la mujer más importante del mundo.

Esa noche ella durmió a mi lado, su cuerpo se aferro al mío y la complicidad nos hizo un cuerpo bajo esas sabanas, no supe cuando me dormí, pero si supe cuando desperté; Sus labios bajo mi oreja me hicieron despertar en un suspiro y su brazo rodeando mi abdomen me dio escalofríos, de aquellos buenos que te hacen sentirte viva, con ella no habría día que no me sintiera viva.

El mes iba a ser el más largo y a la vez más corto, Diana accedió a dejarme a la pequeña por todo el mes, adoraba su compañía, en especial cuando sabía que no la iba a tener por tanto tiempo, Diana iba a casa cuando quería, tampoco iba a prohibirle la visita de su hija, pero aquello hacía imposible que pudiese ver a Lucia, la primera semana fue agridulce, pasar con Amanda me hacia feliz, estar sin Lucia me daba tristeza, me sentía en la más absurda e insensible definición de bipolaridad, pero aquella semana paso y la siguiente tenia a mi pequeña en el día y al fin pude encontrarme con ella por las noches, en el lugar de siempre.

- Como va todo? – dijo rodeándome con sus brazos por la espalda

- Bien, pero no sé si vaya a aguantar cuando se vaya, es demasiado importante su presencia en mi vida.

- Que otra opción tienes? – preguntó apoyando su cabeza en mi cuello

- Ninguna, seguirla sería absurdo, una confusión para ella, más dolor para Diana

- Pero lo has pensado… - dijo como si le dijera aquello al aire

- Y lo descarte en el instante en que supe que se irían, es aplazar mi vida otro año

- Amanda, te quieres ir con ellas? – pregunto como si no quisiera oír mi respuesta

Me di vuelta y la obligué a mirarme a los ojos – Lo que yo quiero es que no se vayan, poder vivir mi vida contigo y que Amanda sea parte de nuestra vida.

- Soñemos con que eso sea realidad y no simplemente un sueño, te parece

- Me parece, pero por ahora solo quiero soñar contigo

- Entonces quédate conmigo unos minutos más.

Me enrede en sus brazos y busque su aroma, aquel que hacía que mis sentidos se dispararan como una brújula en mal estado, hasta que la realidad me trajo de vuelta al mundo de los seres cuerdo, el único existente para aquellos que solo creen en lo que pueden ver y tocar.

Dicen que el tiempo es relativo, a pesar de tener un reloj en nuestras manos cuando queremos que avance rápido nos hace creer que un segundo puede durar el triple y cuando necesitamos más tiempo se puede volver en nuestra contra corriendo al triple de su velocidad normal, pero que pasa cuando queremos que avance rápido y a la vez necesitamos que no avance, ahí es cuando te das cuenta que llegamos a un final y no sabemos si queremos que acabe o extenderlo solo un poco más.

- Me vas a llamar? – pregunto Amanda con sus ojos llenos de lagrimas

- En el momento que bajes del avión voy a estar llamándote, así que apenas aterrices prende tu celular

- Y cómo vas a saber cuándo voy a llegar?

- Voy a cerrar mis ojos y voy a sentir cuando hayas llegado

- Y cuando me vas a ir a ver?

- En quince días, ya te lo dije, mira – dije tomando su celular – ahí está marcado el día – complemente tomándola en mis brazos

- Amanda tu espalda – dijo Diana con los ojos empapados igual que la niña

- Me haces sentir vieja, si sigue siendo mi bebe – dije a Diana – mientras no seas mayor de edad seguirás siendo mi bebe… incluso después de eso – susurre en su oído

- Tenemos que embarcar – dijo Diana arrebatándomela de los brazos

- Ya, dame un beso enorme y otro abrazo – dije a Amanda

- Chao Amanda – dijo Diana mirándome sonriente

- No me vas a dar un abrazo – dije sintiendo todo lo que se podía

- Chao, ridícula – dijo abrazándome sin tapujos – cuídate por favor

- Tu también, que te vaya bien en todo Di, cuídame a la niña bueno?

- como si fuera mi hija – dijo riendo

- Asegúrate de volver, sino las traigo de las mechas de vuelta al país – dije haciéndolas reír aun entre lagrimas.

Las vi partir y sentí que se me partía el corazón, no como si fuese un melodrama, literalmente sentí mi corazón partirse. Desde la distancia vi su mano ondeando para despedirse una vez más, no era que no la volviera a ver en mi vida, pero cuando amas a alguien más que a tu vida, la distancia es la que duele.

Salí del Aeropuerto y Lucia me esperaba a fuera del auto, sus brazos me dieron abrigo, el sonido de su corazón me hizo llorar una vez más, no se puede ser cien por ciento feliz si no tienes todo lo que amas en la vida, seguía siendo feliz a un cincuenta por ciento igual que el mes que había pasado.

Los primeros meses los  días eran  irregulares, estaban los que el trabajo me hacían olvidar todo, los que Lucia era el centro de mi universo y aquellos en los que las videoconferencias con Amanda me dejaban por el suelo, sin embargo con el tiempo todo se fue volviendo una rutina, una vez por mes viajaba a ver a la pequeña, aunque en cada viaje revivíamos la separación era una forma de no cortar los lazos, de saber que estábamos presentes tanto física como espiritualmente, en especial cuando le di la noticia de que estaba con Lucia, pero el hecho que su mamá hubiese encontrado a alguien que le hiciera sonreír, la había ayudado a entender el motivo de mi sonrisa. Los días siguieron avanzando, tanto que sentí que era ayer que se marchaban y ya estaban de vuelta.

- Amanda nos vamos a atrasar! – grito Lucia molestarme

- Amor, aún quedan dos horas – dije abrazándola – dame otro beso, uno pequeñito

- No hay besos pequeñitos contigo vida – dijo alejándose

- Lu, ven aquí y bésame

- Es una orden? – pregunto levantando una ceja y apretando sus labios

- Absolutamente

- Y tú crees que soy una de tus estudiantes que las mandas y corren

- Ellas son obedientes

- Pobre de ti que le des una orden así a una de esa Amanda Duzic porque te mato!

- Bueno si tú no quieres – dije casi en un susurro como si no quisiera que oyera

- Perdón?

- Nada – dije riendo cuando la vi acercarse a mí con una cara que me hizo temer

Tomo mi polera fuertemente y me acerco a ella sin soltarla – Te mato, me oyes? Te mato! – El beso que vino después valió su cara de rabia, todo valía cuando me besaba de esa forma, apoderándose de mi boca.

- Te dije que nos íbamos a atrasar! – dijo arreglando su pelo

- Cariño en quince minutos estoy en el aeropuerto

- Nada de quince minutos, no vas a andar corriendo

- No voy a correr, voy a manejar

- Hazte la lista no más

- Cariño, sería una estúpida si me pongo a correr en el auto, tú tranquila, manejare como una viejita

- Más te vale – dijo dándome un beso, uno que prolongué – Amanda estamos atrasadas! – grito trayéndome de vuelta.

Llegamos corriendo al aeropuerto, la gente recién bajaba a recoger sus maletas y no se veían por ninguna parte, estaba ya perdiendo la paciencia cuando la vi saltando por qué me veía, no había pasado más de un mes de la última vez que la vi y aun así parecía diez centímetros más grande.

- Está enorme! – dijo entusiasta Lucia tomando mi mano

- Gigante amor – dije mientras la saludaba a través del vidrio

Ni siquiera espero sus maletas salió disparada corriendo a saludarnos mientras Diana gritaba a su espalda, su abrazo lleno de alegría me hacía sentirme completa una vez más, pero el que abrazara a Lucia me llenaba de felicidad.

- Hola – dijo cuando bajo la euforia que traía

- Hola Amanda, como estuvo tu viaje? – le pregunto Lucia mientras yo besaba sus mejillas una y otra vez

- Largo – respondió ella apretujada por mis demostraciones de cariño

- Te extrañe mi vida! – dije mientras la soltaba y volvía a besarla otra vez

- Yo igual Ma, pero me estas ahogando – dijo haciendo como que no tenia aire

Mire por la ventana y diana me levantaba los brazos impaciente por sus maletas, las que no pasaban nunca, volví mi vista a Amanda y estaba diciéndole algo al oído a Lucia

- A ver, que paso aquí!

- Nada – respondió Lucia sonriente

- Amanda! – dije dándole una mirada inquisidora

- Ma yo quiero saber si le puedo elegir el segundo nombre, nada más

- Amanda que te dije sobre eso! – grito a nuestras espalda Diana, mientras Amanda ponía cara de “me pillaron”

- Hola Diana – dijo Lucia sonriente mientras yo le daba un abrazo – no te preocupes, que tiene mi permiso para elegir el nombre

- Pero será niña o niño? – pregunto Amanda

- Aún no sabemos cariño, recién tiene dos meses, ni siquiera se le nota – respondí a su inquietante pregunta

- Ya pero lo importante es que podre escogerle el nombre, no importa si es hermanita o hermanito – complemento ella. Las tres reímos.

Tomás Ignacio Duzic Robles nació cuando menos lo esperábamos, Lucia con su gran barriga sentía que aún no era el momento, pero el llego a su tiempo, sin llamar, en un momento estábamos sentadas con Amanda viendo una película y al siguiente corriendo al hospital con los nervios de punta, entendí perfectamente a mi hermano cuando nacieron las gemelas. Susana entro conmigo al pabellón de parto, me sentía en shock, habiendo visto varios partos en mi vida este me aterraba.
Salí a la sala de espera, Ricardo, las gemelas, Amanda y Paulina me miraban con grandes ojos esperando que abriera la boca y dijera algo, pero mi boca no podía decir lo que mis ojos gritaban.

- Reacciona! – Dijo Susana a mis espaldas dándome un pequeño golpe – tu mujer te está llamando

Cuando la vida te golpea una y otra vez, empiezas a preguntarte cuando te va a dar un nuevo golpe, te rencuentras con la magia de tu vida y empiezas a mirar cuando va a dejar de brillar y poner tus pies en la tierra, pero yo había encontrado mi magia para no dejarla cinco años después de encontrarla por primera vez, antes del año juntas planeamos un bebe y un año después teníamos una parte de nuestras vidas en casa y comprendí que nada podía golpearme de nuevo, mientras tuviese aquel amor a mi lado la vida siempre me sonreiría. Mi hermano con su familia, Diana sintiéndose enamorada una vez más, Amanda sintiéndose protectora de su hermano y yo con una vida entera por delante.

- Te has dado cuenta? – Pregunto Lucia

- Qué el cielo es más celeste cuando ve tus ojos? – pregunte sonriendo

- Cursi – dijo sacándome la lengua – No, ayer me puse a pensar y caí en cuenta que hace tres años no nos encontramos donde solíamos.

- Lo sé, pero con qué necesidad te buscaría en otro mundo si te tengo veinticuatro horas al día en éste.

- No sé – dijo estirándose en el pasto y poniendo su cabeza en mis piernas – Quizá extrañe eso que era único de nosotras

- Yo no lo extraño, siempre que no te tenía te buscaba ahí, incluso antes de conocerte, pero ahora que te tengo entera, no le encuentro sentido

- Tal vez tienes razón

Su mirada me hacía sentir la nostalgia a través de sus ojos, como si necesitara algo distinto, Tomás tenía tres años, Amanda ya tenía doce y nosotras quizás estábamos en ese punto en que necesitamos darle un toque extra a la vida. Pase mis dedos entre su pelo, nunca me iba a cansar de la suavidad de su pelo, baje mi cabeza hasta alcanzar sus labios, seguía sintiendo lo mismo cada vez que la besaba, igual que la primera vez bastaba el primer roce para sentirme perdida.

- Amor – dijo aun con su boca pegada a la mía – para que estamos en un lugar público

Aquello no me detuvo, lo que lo hizo fue el apretón que me dio en el brazo – Ouch! – dije alejándome

- Perdón vida, pero es que tu no paras

- Ya, no te vuelvo a besar hoy – dije haciéndome la sentida

- Mañosa, si sabes que tengo razón

- No sé nada – dije girándome mientras se levantaba de la comodidad en que estaba

Se levanto mirándome con reproche, para cambiarme por el batallón de enanos revoltosos, la vi diciéndoles algo mas cuando cruzamos las miradas deje de verlas haciéndome la indignada, pero lo que hacía era planear un ataque, no alcance a levantarme cuando todos se lanzaron sobre mí, dejándome abajo casi sin aire. Aquello era ser feliz.

- Amor, recuérdame otra vez porqué dejamos a Tomas con Ricardo y Susana – dijo antes de entrar a casa

- Porque te miro con esa cara que no puedes decir que no

- Algo me dice que aquello lo planeaste tú

- Ese algo será que no puedo esconderte nada?

- Ya sabía yo que algo oculto había

- Espérame aquí un segundo y no entres hasta que salga por favor

Su gesto era de ansiedad y complicidad, diez minutos la deje fuera, la casa era solo de nosotras yo solo quería que ella sintiera un poco de la magia que aun no se extinguía.

- Amor – dije entre abriendo la puerta, camino hasta ella y yo le di play a una canción que siempre la hacia sonreír, tome su mano y no la deje hablar, mis brazos la rodearon por la espalda y bailamos al son de la música, lento, pausado, casi sin movernos, las velas alrededor de la casa iluminaban su pelo mientras giraba de mi mano, su sonrisa iluminaba mi alma cuando me la regalaba. Aquella fue la primera vez que bailamos solas, la primera vez que desnude su cuerpo mientras lo hacía, aún cuando aquello complejos se habían desarrollado en ella, su cuerpo era perfecto, todo en ella lo era.

- Te dije hoy que te amo? – preguntó mientras apretaba su cuerpo al mío

- No, pensé que ya no lo hacías – dije ocultando mi cabeza en su cuello

- Te amo, así tonta y todo – respondió besándome

El baile se detuvo y la canción siguió sonando, mi mente se sintió perdida y pervertida ante la forma en que sus manos hicieron el recorrido de siempre, pero ahora sin contención, sin aquella represión que solía acompañar nuestras noches, recorrimos la casa como si una escapara de la otra, intercambiando papeles, como si una fuese el cazador y la otra la presa, en  una batalla de dominio mis manos fueron las que ganaron y pero ambas ganábamos algo, ambas llenábamos cada espacio que por tanto tiempo había sido sordo de nuestros gemidos, nuestros suspiros exagerados de inhalación y exhalación impetuosa de aire.

En medio de la noche me levante por un par de copas y la botella que hacía meses postergábamos, su cuerpo rodeado por las sabanas me daba la bienvenida de vuelta al cuarto y su sonrisa lo precedía…

- No te vayas nunca de mi lado – dijo antes de sentarme a su lado

- Tienes miedo que te deje – dije sonriendo

- Tengo miedo que lo nuestro se vuelva demasiado real

- Real? Pero lo real es bueno amor, significa que estamos aquí, juntas

- Si pero lo real es monótono, la gente se aburre de la monotonía – preguntó cuando ya sabía lo que pasaba en su cabeza

- Dime una cosa de nuestra vida que se monótona, solo una – dije esperando una respuesta – Lu, desde que estoy contigo nunca he tocado la tierra, siempre me siento volando en una nube, lo real de nostras es nuestro amor, pero nunca será monótono, siempre serás la pequeña niña a la que bautice por Lucy cuando ni siquiera sabia tu nombre, a la que le di una voz y un aroma, cuando era incapaz de oírte y sentirte, siempre vas a hacer mi inalcanzable que se volvió posible, que me enseño que no solo lo que tocábamos era real, que existía un mundo imperceptible a las personas comunes, nunca podría cansarme de tu amor.

- Porqué siempre me dices lo que quiero necesito oír – dijo mientras limpiaba las lagrimas que habían descendido de sus ojos

- Porque si yo existo en el mundo es porque tu existes para mi, soy tu complemento y tu el mío

- Eres mi para siempre – dijo besándome suave, como siempre lo hacia

- En esta vida y en las que vendrán

- Y si en otra vida no te encuentro

- Amor si te encontré en esta, te encontrare en la otra, a demás siempre tendremos aquel lugar que es solo nuestro

- Ahí – dijo tocando mi pecho y sintiendo mi corazón – donde solíamos reunirnos.

La noche fue nuestra cómplice y las velas nuestras testigos, nunca abra amor más fuerte que este, nunca iba haber dos personas más felices, al final siempre seríamos ella y yo, haciendo nuestro destino, buscándonos en esta vida y en la otra, en todos los mundos existentes.

FIN.

Comentarios

  1. hermoso final,aunque voy a extrañar a Amanda,que bueno que al fin fue feliz con la persona amada,se lo merecia despues de tanto sufrir por una y por otra,un final como solo tu sabes hacer, ahora espero las continuaciones de los otros relatos, te mando un abrazo y un beso,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por leer hasta el final! Otro abrazo y beso para ti :)

      Eliminar
  2. ¡Me encanto¡, Precioso Desde El Principio Hasta el Final....

    ResponderEliminar
  3. Este final si que me gusta, muy buena historia, eres buena escribiendo y espero las demas continuaciones :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que bueno que te guste! muchas gracias y las continuaciones están en camino :)

      Eliminar
  4. sigo tus relatos desde que escribías en la pagina de TR. Siempre impecables, siempre llenos de magia y romanticismo con esa gota exacta de drama. Me encanta tu manera de escribir y de trasmitir sentimientos. Éste relato en particular, me gustó mucho. Felicidades. Y espero que sigas compartiéndonos ese talento tan especial.
    Hel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras Hel! Espero que lo próximo te siga gustando.

      Saludos.

      Eliminar
  5. Hermosa historia como solo tu sabes describir, gracias por permitirnos leer estas obras de arte. Espero la continuación del resto de historias y un abrazo, te sigo como siempre

    ResponderEliminar
  6. Genial como siempre tus palabras tienen vida despiertan y mueven todos los sentimientos es un gusto y placer seguir leyendote saludos y un gran abrazo atte Alexmvu

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alexmvu... gracias por la consistencia! Y por supuesto por tus palabras! !!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3

Anabrielle 1