Desde Cero II
Mi cabeza comenzó a girar y de un
momento a otro estaba en otra época, mi padre estaba sentado en el sillón y mi
madre lloraba a su lado – vete – dijo murmurando y yo quise hacerme la
desentendida – vete! – Grito y mi mundo
entero se vino abajo - Vete, que para mí y tu madre desde hoy estas muerta! –
La mirada de mi madre me hacía sentir que estaba conmigo, pero no, se quedaba
al lado de mi padre y yo salía por aquella enorme puerta dejando atrás una
vida, mis recuerdos, mis pertenencias, pero nada era mío, la calle no ofrece
abrigo cuando tu padre se encarga de que nadie te cobije, camine por horas
recorrí tantos kilómetros como lagrimas salieron de mi hasta que llegue a un
parque, me protegí con lo único que tenia, mis manos, mis uñas, mis dientes,
solo yo me pertenecía y sentía que de a poco me estaba perdiendo, no se cuando
deambule, no sé en qué momento me perdí, pero lo último que recuerdo de aquella
vida es a Gustavo tendiéndome una mano – Hayal Majlis? – pregunto y yo ya no sabía
quién era ella, esa persona se había quedado hacia semanas en una casa con dos
padres que acababan de matar a una hija.
-
Hayal… - dijo Gustavo dándome suaves golpes en
mi cara mientras reaccionaba.
-
Gus, que paso?
-
Te desmayaste
-
Llévame a casa, por favor
-
Esta es tu casa – mire al lado contrario y
Helena estaba arrodillada con el rostro empapado, me puse de pie y no quise
volver a mirarla, pero se puso enfrente mío – Hayal, por favor, para, habla
conmigo, déjame explicarte
-
Es que no hay nada que explicar Helena, te lo
dije antes, si esto no pasaba ahora pasaría después – expuse poniéndome de pie.
-
Helena, te prometo que después haré que hable
contigo, pero ahora déjala marcharse – le oí decir a Gustavo mientras me
alejaba.
Verla ahí de pie frente a la
casa, apretando su mano sobre su pecho, esa es la imagen que traigo conmigo
hace dos meses, es increíble lo rápido que pasan dos meses cuando te centras en
el trabajo y en dormir, cuando no hay nada excitante en tu vida; duermo todas
las noches intentando quedarme así cada mañana, durmiendo, lejana al mundo,
pero no, el despertador siempre suena y vuelvo a la realidad. En dos meses me
he vuelto adicta al trabajo, yo y mi manía de cambiar vicios.
-
Gus la puerta! – grite desde mi pieza al oír el
timbre
-
Levántate estoy en el baño! – mi cabeza giro de
un lado al otro y resignada me levante a abrir.
-
Mentira! – grite ante la sorpresa que estaba en
la entrada – Gus!!! – grite nuevamente y me lance a abrazarla, con todas las
fuerzas que tenia
-
Yo también te extrañaba – dijo entre mis brazos.
Mi cabeza se lleno de recuerdos y
con aquello la primera vez que la vi; estaba sola en el mundo, un desconocido
conocido como solía decirle me recogía de una mugre calle, para llevarme a su
casa, conocer a su familia e integrarme en ella.
-
Porque haces esto, ni siquiera me conoces – dije
después de salir del baño
-
Te conozco, eres Hayal Majlis, tu padre y el mío
hicieron negocios, tú siempre andabas con él, es imposible no recordarte.
-
Si mi padre sabe que estoy aquí se molestara con
el tuyo.
-
Papá murió hace unos años, pero dime, que paso
contigo
Aunque todo lo que había en mí,
me hiciera dudar de que podía existir gente que hiciera cosas desinteresadas,
me arriesgue, le conté todo lo que había pasado y lo deje entrar a mi vida, él
me dejo entrar a la suya con todo lo que aquello conllevaba, yo tenía quince
años, Gustavo tenia veinte y en su casa eran solo él, su madre y su hermana,
Abril, la que con sus doce años le dio color a mi vida, con sus ocurrencias y
por sobre todo, con la personalidad avasalladora que tenia, nos volvimos
amigas, las mejores, ella me ayudaba a estudiar y yo le ayudaba con sus tareas,
pero ambas crecimos, de pronto yo tenía veinte y comenzaba una relación, ella tenía
diecisiete y comenzaba su vida, decidió marcharse, se interno en el extranjero
y por dos años solo supimos de ella por cartas hasta que falleció doña Ana, la
madre de ambos, la madre que me adopto por naturaleza, llego se mantuvo firme a
lo largo de los servicios y se marcho, sin decir nada, se marcho y una vez al
año llamaba a Gustavo para decir que está bien, que no se preocupara, tres años
repitiendo lo mismo y hoy estaba aquí, abrazándose a mí con todas sus fuerzas.
-
Abril!!! – grito Gustavo saliendo del baño
abrochándose los pantalones y casi se le caen de la impresión
-
Gus Gus! Grito abril extendiendo sus brazos
entre medio de los míos y así quedamos los tres en un gran abrazo fraterno.
-
Me están asfixiando – intente decir cuando de
verdad me estaba quedando sin aire entre los dos.
-
Dime que esas maletas significan que te quedas –
dijo Gustavo entrando tres grandes maletas.
-
Si me recibes y me das alojamiento claro que me
quedo.
-
De verdad? – pregunte escéptica
-
Obvio – dijo ella, tomando mi pelo – se te ve lindo
el pelo largo, tenía la imagen de ti con el pelo de niño – declaro desordenando mi cabello
-
Se veía horrible con ese pelo – dijo Gustavo
burlándose
Pasamos el día conversando,
repasando los cinco años de nuestra historia separados, ni siquiera recordé que
tenía que ir a la oficina, pero a pesar de todo lo que se dijo omití lo que más
costaba decir, pero sabía que en algún punto preguntaría y no quería que
llegase ese momento, luego de dos botellas de vino Gustavo callo rendido y
tuvimos que dejarlo en su cama, pero nosotras abrimos la tercera botella y yo
me prepare para todo lo que venía por hablar.
-
Empieza – dijo tomando el primer sorbo de su
copa
-
Empezar con que – dije eludiendo una vez más
-
Helena – dijo, no falto nada más que oír su
nombre para dejar caer todos mis escudos.
-
Se acabo
-
Hace poco imagino por tu cara
-
Dos meses, una semana, cinco horas, quizás un
poco más
Comencé a relatar todo lo que
paso, me di cuenta a medida que le iba contando cómo empezó a darme señales
mucho antes de que lo dijera, nunca me di cuenta hasta ahora, sus reacciones,
su forma de actuar, todo había sido distinto, aquello dolía y sin querer llore
por primera vez desde que todo acabo…
-
Ella está viviendo en tu casa?
-
No, intento hablar conmigo un día
-
Y que te dijo?
-
Nada, no la deje, quiso retractarse, que
olvidara todo, me devolvió las llaves de la casa y se fue.
-
Y por qué no la dejaste? pudiste darle una oportunidad
-
Oportunidad a qué, si ella ya tenía ese bichito
en su cabeza, que vivía su vida, todo lo que se perdió en los casi seis años
que estuvo conmigo
-
Y si se da cuenta que ninguna es como tú, si
entiende que es a tu lado donde quiere estar
-
Ayer ya era tarde, mañana ya será pasado
-
No te creo
-
Es la verdad Abril
-
Sigo sin creerte, una vez me dijiste “esa mujer
es el amor de mi vida, no la cambiaría por nadie en este mundo”, me extraña que
la estés dejando ir así
-
Una vez ella me dijo, “quiero estar contigo
hasta que seamos un par de pasas, viejas y arrugadas” – esboce una sonrisa
recordando las carcajadas del momento – eran las feromonas hablando.
-
La extrañas? – pregunto casi sin querer saber la
respuesta
-
Casi por inercia - me miro intentando saber cómo
- por las noches mis piernas buscan las
de ella, pero no están, mis manos tienen la absurda necesidad de querer
entrelazar las suyas, pero se encuentran vacías, al dormir imagino que sus
brazos están a punto de rodear mi cintura como lo hicieron cada noche, pero no,
nada pasa, ahora mi cabeza, mi cabeza la odia de tal manera que hace que todos
esos recuerdos se vuelvan grises. Sí la extraño, pero no de la mejor manera.
-
Lo siento – dijo y entrelazo su mano con la mía,
la mire intentado explicar lo que estaba haciendo, pero solo quise refugiarme
en su pecho y llorar, llorar con todo lo que había en mí.
Desperté con un horrible dolor de
espalda y con Gustavo dando un feroz grito – Buenos Días! – mire a Abril y
recordé que había llegado, tenerla aquí cambiaba todo, me alegraba la vida.
-
Cinco botellas de vino! – ustedes se pasaron
-
Creo que se nos fue un poquito la mano – dije
intentando pararme, pero no pude
-
Había mucho más que hablar – dijo Abril, pasando
su mano por mi espalda – te dormiste toda chueca
-
Y tú?
-
No me duele nada, soy flexible – rio levantando
una pierna – a demás súmele la edad, ya estas viejita Hayi
-
Te cago – digo Gustavo
-
Tu cállate que el único viejo acá eres tú! Que
ya estás en los treinta – le grite enojada – ay! Mi cabeza me está matando
-
Te dije, la edad… - dijo Abril levantándose
antes que intentara golpearla – oye y hablando de edad, yo me iba a venir el
otro mes, pero dado el evento de este año, me merecía llegar antes
-
A que te refieres? – pregunto Gustavo
-
A que va a ser, es Febrero – dijo moviendo sus
manos – es año bisiesto! – y yo ya sabía para donde iba la cosa y pretendía
alejarme de ahí – Hayal quédate donde estas, por fin después de 4 años
celebraras tu cumpleaños el día que corresponde así que festejaremos a lo
grande.
-
Ya y con quién? Tu, Gus y yo? Medio festejo
-
Y tus amigos?
-
Se quedaron con la otra – dijo Gustavo
-
Ahí se ve la gente
-
Se callan los dos, no quiero ninguna celebración
este mes
-
Mañana celebraremos el día del no enamorado
Hayal – dijo Gustavo
-
Te guste o no – replico Abril
Los deje hablando solos y me
retire a mi pieza, quería bañarme, preferiblemente con agua helada, el dolor de
espalda que tenia era insoportable y qué decir del dolor de cabeza y entre
todos mis dolores físicos llegaron una vez más los del alma, los fatales, los
que más daño hacen, pero ni toda el agua fría del mundo lograría que aquellos
acabaran.
San Valentín en el primer año
sola después de tanto tiempo pasándolo acompañada era fatal, desperté con la
sensación de todos los días, el sentido de perdida, como si no fuese real y en
cualquier momento iba a aparecer ella con la bandeja de siempre, con tostadas,
mermelada, un jugo, las flores de siempre y mi primer regalo del día, pero por
más que mire la puerta esta no se abrió, tape mi cara con las sabanas y sentí
que la puerta se abrió, no quería destaparme, sabía que no era ella pero mi
mente quería imaginarlo con todas sus ganas, sentí que se sentó a mi lado e
incluso creí saborear su aroma, paso sus manos en mi cabello y se me erizo la
piel desde la cabeza a los pies, hasta que hablo y mi imaginación ya no tenía
que seguir soñando, estaba con algo real y aunque no había nada más que un
dulce sentimiento de familia, no me sentía mal por eso, si no agradecida.
-
Y esto que significa – le pregunte sacando las
sabanas de mi cama
-
Desayuno para dos, Gustavo salió y quise hacer
algo especial.
-
Que rico se ve todo, gracias
-
De nada, pero si hubiese sabido que ibas a
llorar no lo hubiese hecho
-
No estoy… - dije pasando mis dedos en mis ojos y
claramente estaban mojados – llorando, no es malo créeme
-
Si no quieres hacer nada hoy no importa, podemos
ver películas o quizás solo quieras estar sola.
-
No, quiero salir, quiero ir a la playa y sentir
la brisa del mar, mojarme los pies un rato
-
Entonces la playa será! – una enorme sonrisa
apareció en su rostro.
-
Debo pasar a la oficina central primero, llevo
dos días sin ir y debe estar todo al revés
-
Lo que quieras!
Desayunamos, reímos de todo y nada a la vez, esperamos media hora por
Gustavo y no pudo salir de su trabajo, llegamos a la tienda y me di cuenta que
por toda la mañana no la había pensado, solo hasta ver la foto que aun no podía
quitar de mi escritorio, la única que había dejado y es que era la foto en la
que se veía más bella de lo ya era, Abril se dio cuenta de la forma en que
miraba el cuadro y me lo pidió, no pude, no quise, no debía deshacerme de el
-
Hayal, van dos meses, dices que ya no hay vuelta
atrás, esto te hace mal
-
No puedo
-
Si puedes, no quieres que es distinto
-
No quiero, es la única foto que me queda, todo
lo demás desapareció, de mi celular, de mi escritorio, de mi notebook, incluso
las que estaban en mi correo, no tengo ningún recuerdo, solo este! – grite,
Abril me miro seria y se dirigió a salir de mi oficina, pero antes de pasar la
puerta se detuvo
-
Te buscan – dijo saliendo
Me pare para ver quién me buscaba
y probablemente de todas las personas que no quería ver aquel día, esta era la
que peleaba el número uno.
-
Que haces aquí.
-
Necesito hablar contigo
-
Me imagino, pero no se si me interese lo que
quieres hablar conmigo.
-
A no ser de que te haya dejado de importar
Helena, creo que si te interesa.
-
Daniela, qué pasa con Helena – dije preocupada
-
Tú… tú pasas, la despidieron del trabajo, se fue
de mi casa y está viviendo en una pensión, si la puedo ver es porque la señora
de la pensión me dio una copia de la llave, pero ahí está, no habla, no come
como debería, esta acostada todo el día, se levanta solo para ir al baño y se baña por que cuando voy la saco de la cama
y la meto a la ducha, nunca fuiste santo de mi devoción y lo sabes, pero se que
eres la única que puede hacer algo para sacarla de ahí – Daniela seguía
hablando y mi cabeza volvía a repasar sus palabras, no come, perdió el trabajo…
Helena que mierda tienes en la cabeza, con lo que te costo tener ese puesto.
-
Donde es
-
La dirección?
-
Por supuesto
-
Te llevo
Salí corriendo de la oficina,
mire por todos lados por Abril, pero no la vi, me molestaba que se hubiese ido
así, sin decir nada, aunque en estos momentos mi cabeza estaba en otra parte;
seguí el auto de Daniela y llegue hasta una población que en la vida había
entrado a una casa bastante humilde, no podía entender en qué momento había
llegado tan lejos todo esto, y no era el hecho que estuviese viviendo aquí, si
no que se estaba dejando vencer y eso no lo podía entender. Daniela me abrió la
puerta y quede boquiabierta al verla, durmiendo en una cama que con suerte
tenía una colcha, con todo tirado por todas partes, Helena era enferma por la
limpieza, qué diablos estaba pasando por su cabeza. Daniela me miro explicando
que no tenia explicación – déjame sola con ella, por favor – murmure, me senté
a su lado, pero no reacciono, dormía como siempre que estaba deprimida por algo
o esta vez quizás era peor. Me levante de la cama y abrí las cortinas, la luz
del sol se coló por la ventana y la sentí moverse de inmediato – Daniela!
Cierra las cortinas! – grito alzando la voz en lo último, no me vio, tal vez el
sol daba en sus ojos, me moví hasta su lado para que sintiera mi presencia,
apenas me reconoció abrió sus grandes ojos negros y se sentó rápidamente en la
cama, no hablo, ni una palabra salió de su boca. Pude ver lo delgado que estaba
su cuerpo, sus brazos que enrollaron sus piernas cobijando su cara entre ellos
para que no viera su cara estaban mucho más delgados que de costumbre, era
insano estar así; las ganas de matar a quien la hubiese llevado a este estado
fueron creciendo en mi, hasta que lo pensé ¿yo la había llevado a esto? Mi
incapacidad de perdonar y dejar mi orgullo de lado la tenia así? Preferiría mil
veces culparme a mí una vez más antes de culparla a ella, no así, no en este
estado. Me senté en la cama y la obligue a moverse, nada en ella era
reconocible, no lo era su aroma, no lo era su porte, su cabello desordenado te
obligaba a usar tu memoria para recordar como era antes; me arme de valor y
tome su cara entre mis manos, temblando, por verla, por tenerla así, se rehusó
a mirarme y me senté sobre ella, cogí su cara con fuerza y mis lagrimas no
fueron capaces de contenerse – que te estás haciendo bebe, que mierda te estás
haciendo.
-
Vete - fue lo único que logro decir sin titubear
buenisimo como siempre ,aunque triste, ahora a ver que pasa con helena. se me hace que abril esta enamorada de Hayal.espero la conti con ansias.y el otro relato para cuando?.besos
ResponderEliminarExcelente! Será que Abril siente algo por Hayal más allá de la amistad?
ResponderEliminarQué difícil es pasar la página y darse cuenta que hay vida y oportunidades más allá de los fracasos. Le toca duro a Hayal :-/
ResponderEliminarKamzoe
Bueno hay veces que una no necesita pasar pagina, a veces solo eres tonta o el orgullo te lleva cometer estupideces o decisiones tontas como Helena, muy buen capi aunque corto, espero pronto el siguiente
ResponderEliminarIncreíble. .habia dejado de leer tus historias desd q t fuiste d todo relatos..pero veo q me estaba perdiendo d mucho.
ResponderEliminarGracias x estas historias me imspiran a seguir escribiendo. .exitos tobilu