Ahí, donde solíamos reunirnos VIII

Mire a Ricardo intentando entender que mierda había pasado en estos últimos días y ni él ni yo teníamos explicación, a la víspera de su matrimonio estábamos llamando para suspender la boda hasta nuevo aviso, Paulina estaba a mi lado y Ricardo se rascaba una y otra vez la cabeza, cada vez que se ponía nervioso lo hacía, su manía generalmente lo ponía histérico.


-    Junior, cálmate
-    Es que no debería darme rabia, pero después de planear tanto este día.
-    Has hablado con Susana?
-    Si, tienen que esperar que entreguen el cuerpo
-    Tu sabes… - dije haciendo un gesto para que Paulina no se diera cuenta.
-    Está fatal – respondió de inmediato y mis ganas de estar a su lado eran desesperantes.


Me senté en el sofá y no podía parar de mover mi pierna, mi cuerpo tenía menos control que yo queriendo salir de ahí, pero sabía que no me quería ver, tenía claro que a quien menos quería ver en estos momentos era a mí…


Dos días antes…


-    Amanda ya hable con Felipe y tu aún no puedes terminar con Paulina, es una broma de muy mal gusto – dijo cruzando sus brazos mientras yo buscaba las palabras precisas para explicarme – se suponía que era al revés, que yo me tomaría un tiempo para decírselo mientras tú lo harías de inmediato.
-    Lu, me llevo a un restaurante con sus padres, como iba a terminar con ella en ese momento.
-    Y mañana la escusa será otra cierto
-    Tu sabes que lo único que quiero es estar contigo y que esto acabe de una vez
-    No, discúlpame pero se me hace un poco difícil creerte
-    Lucía no me digas eso
-    Es la verdad Amanda, tú crees que es fácil para mí saber que la persona que amo, pudo pasar la noche con otra persona – y en aquel momento vino la pregunta que no quería responder – te acostaste con ella?
-    Define acostarte – dije cerrando los ojos
-    Amanda – dijo sentándose – te das cuenta? Felipe viene hasta acá para estar conmigo, con flores, chocolates y cuantas cosas, que ha reconquistarme a retomar el tiempo perdido y yo antes de siquiera pensar en meterme a la cama con el termino con todas sus ilusiones y tu ahí tan tranquila dando respuestas banales
-    Lu, No paso nada, te dije que no pasaría nada
-    Ayer, pero y hoy?
-    Hoy se acaba todo, te lo juro
-    Amanda…
-    Lucia… puedes creer que sigo creyendo que estoy loca – dije llamando su atención
-    Cada vez que digo tu nombre siento que esto es irreal, que he vuelto a soñar
-    Y si no terminas con Paulina hoy mismo esto será un sueño – dijo sonriendo y robándome un beso
-    Lo prometo.


Un día Antes…


-    Amanda te llaman! – dijo Paulina tomando mi celular y por más que corrí para tomarlo ya había respondido
-    Aló? Si aquí esta – dijo sacándose el celular de la oreja – amor, es Lucia – dijo poniendo una extrañada cara
-    Lucia – dije esperando una respuesta
-    Es una broma cierto? “amor” – dijo ironizando
-    Eh… - no fui capaz de decir nada y mucho menos con Paulina ahí
-    No si ya lo entiendo… paso la noche contigo?
-    Lucia…
-    Sí o No
-    No, podemos hablar después
-    Estaré ocupada después, cuídate, saludos a tu amor.


Mire a Paulina y sin darle más rodeos al asunto la tome de la mano y la senté a mi lado en el sillón – tengo que hablar contigo – dije y su rostro presintió que algo venia, no sabía cómo empezar, no habían excusas para lo que tenía que decir.


-    Paulina esto no es fácil para mi
-    No sé porque presentía que esto iba a pasar – dijo interrumpiéndome – es Lucia cierto?
-    Como… - dije repasando lo que iba a decir
-    Se te vio en la cara cuando falleció su hija, quise convencer de que no era así y tus actitudes me lo demostraron
-    Lo siento, de verdad Paulina, jamás hubiese querido hacerte algo así
-    Hubiese preferido que me lo dijeras antes – dijo con calma
-    Una vez más lo siento
-    Amanda, yo no me quiero alejar de ti
-    No puedo seguir contigo Pau
-    Lo sé, pero al menos podemos seguir en contacto
-    Seguro – dije sonriéndole
-    Te puedo dar un último beso? – pregunto avergonzada mientras tomaba mi cara y yo accedía a su petición.


Paulina se fue y por más que llame a Lucia a su celular no me contesto, fui hasta su departamento y a pesar de los cientos de veces que golpee nadie salió. Volví para mi casa esperando que estuviese bien, quizás con Susana.

Al llegar a casa me encontré con Ricardo desesperado, no dijo nada, estaba descontrolado, intente calmarlo y solo me dijo – no hay matrimonio – mil hipótesis se me pasaron por la cabeza, pero ninguna era tan miserable como la realidad.


Hoy…


-    Amanda, hay que llamar al servicio de catering
-    Yo llamo Ricardo – Dijo Paulina la que nos ayudaba a cancelar todo
-    Junior avisaste a la iglesia? – mi hermano me miro y no reaccionaba – hay que avisarle a la iglesia
-    Llama tu, por favor – dijo marcando un nuevo número de teléfono


Tome el teléfono y me dirigí a la pieza, llame a la iglesia y entendieron con dificultad el porqué se cancelaba la boda, quizás mi forma de explicar las cosas no era muy buena en este momento. Buscarle explicación a las cosas era mi actividad preferida desde la noche anterior, volví a revisar mi celular, releí el mensaje y volví a sentir aquella resequedad en los labios, la agitación en el pecho que se sentía más en la garganta que donde correspondía, la vida debería ser más simple pensé una vez más y ahí estaba cuando siento los bazos de alguien rodear mi espalda.


-    Pau – dije tomando una de sus manos
-    Deberías llamarla – dijo esquivando mi mirada
-    Se siente raro que seas tú quien me diga eso – acaricie su mejilla
-    Soy realista, nunca he sido buena lamentándome de las cosas, si no pudo ser, ya no fue y aunque duela un poco, quiero que seas feliz
-    Eres demasiado buena persona
-    Sí, pero tú me dejaste ir así que perdiste – dijo ironizando – llámala
-    No quiere que la llame
-    Como sabes si no la llamas – le pase mi celular y leyó el mensaje que seguía en pantalla
-    No me quiere ver – complemente
-    Habla de la rabia, se le pasara y todo estará bien.


Paulina me abrazó y logro transmitirme algo de su serenidad, como un último despido, un último regalo de su parte y de su capacidad de perdonar, no me guardaba rencor y aquello daba tranquilidad.

-    Amanda! – grito Ricardo desde la cocina
-    Dime – dije saliendo de la pieza, pude ver a Susana y Lucia en el sofá, la cara de Lucía se descompenso por completo cuando evitando verme a mí, vio a Paulina saliendo tras de mí.
-    Llegaron – Dijo Junior mirándome por un segundo y volviendo a sus labores
-    Está llamando a las últimos invitados, ya cancelamos todo – dijo Paulina mirando Susana
-    Gracias por la ayuda Pau – dijo Susana
-    Lo siento mucho – Paulina le estiro la mano a Lucia y esta se demoro en corresponderla
-    Yo también – dijo Lucia al fin tomando su mano


Mire a Lucía intentando buscar algo en ella para acercarme a hablarle, pero al parecer sus palabras eran sinceras.

-    Yo me tengo que ir – dijo Paulina tomando sus cosas – estaré libre a las cuatro, si me necesitas Susi
-    Bueno amiga, gracias por todo


Paulina tomo sus cosas y fue hasta mi pieza por unas cosas que había dejado en casa, grito mi nombre desde adentro y evite mirar a Lucía mientras acudía a su llamado.


-    Esto me lo llevo o te lo dejo? – dijo tomando la polera de Aerosmith con la que dormía ella siempre y luego me la había regalado dado mi fanatismo.
-    Tú me la diste
-    Pero no quiero que termine toda cortada en algún basurero – dijo sonriendo
-    Se salvará – dije quitándosela de las manos. – vamos, te acompaño hasta el auto – dije tomando la bolsa que tenia sobre mi cama


Salimos del cuarto y Lucía estaba al teléfono con alguien, salimos y no se dio ni cuenta de aquello, intentaba comprenderla y tenía toda la razón del mundo para estar mal, pero no era mi culpa, de qué forma podría ser mi culpa las decisiones de otras personas. Paulina se fue y yo regrese de inmediato, mire alrededor y no vi a Lucia, Ricardo me hizo una seña e indico mi cuarto, apresure mi paso y Lucía estaba de pie mirando a la ventana, desde la puerta note como limpiaba las lagrimas que caían esquivas de sus ojos, me acerque a ella y me miro sin decir absolutamente nada, extendió la distancia que había entre las dos y se sentó en la cama, no iba a acercarme una vez más, y tome la exacta posición que tenia ella antes de moverse.


-    Lo siento – dijo mirándome fijamente – no debí culparte, no de esa forma
-    Está bien Lu – dije acercándome a ella, pero me detuvo antes de dar otro paso – que pasa? – pregunte resignada a la respuesta
-    Eso no significa que yo no lo sea
-    Lucia no fue tu culpa, fue su decisión
-    Si, fue mi culpa, el lo dejo explicito en su nota “todo esto es tu culpa, siempre supe que estabas conmigo por mi hija, nunca me quisiste, tú tiraras la silla Lucia, tú apretaste el nudo. No tengo nada, me quitaste todo, primero mi hija, ahora mi vida.” – gritaba mientras se ponía de pie y se movía de un lado a otro – es mi culpa! Yo lo mate!
-    Lucia no! El tomo la decisión, si él se quito la vida fue por que así lo quiso, por cobardía – no es tu culpa mi amor – dijo tomándola para tranquilizarla
-    Suéltame Amanda – dijo con tranquilidad
-    No, no te voy a soltar
-    Amanda Suéltame! – dijo zafándose de mis brazos y cortando todo lazo de unión.
-    Te llevo a tu casa a cambiarte – dijo aceptando recibir cualquier golpe de su parte en respuesta – será un largo día
-    No te quiero cerca de nada Amanda, ni de mi por ahora
-    Lucia… - dije en tono de reproche
-    Es demasiado Amanda, por favor, respeta esto que te pido.


Fue lo último que le oí decir.
La boda se suspendió por dos largos meses, no había hora para antes, Ricardo no dejo sola a Lucia en ningún momento mientras fueron los funerales, el estuvo ahí por mí y yo respete lo que Lucia me pidió, parecía que la típica frase de las películas para sellar los votos de amor se hacía presente entre ella y yo, mucho antes de poder consumarlo, la muerte nos separaba y no era ni la de ella, ni la mía.



Capitulo 5: De razones vive el hombre, de sueños sobrevive.


Quinta vez en este mes que entiendo a Felipe, entiendo su incapacidad de permanecer en un mundo sin ella, de asumir que todo está perdido y que no hay nada por que esperar y es que cuando alguien se marcha de tu vida para encontrar paz y promete regresar uno tiene la esperanza de que regresara, pero cuando la persona que amas te dice “lo siento, soy incapaz de perdonarme y tu presencia es un recordatorio constante de lo que hice” y luego se va, se marcha y no la vez por casi cuatro meses, no existe esperanza, no existen deseos, ni siquiera existen los sueños.


El matrimonio de mi hermano y Susana se suspendió por segunda vez, ahora era por la Iglesia, un accidente les había obligado cambiar de planes radicalmente, la boda se haría en cuatro meses de la fecha inicial y ahora sería en una catedral, Junior ya trabajaba en la empresa de su suegro y no hallaba la hora de poder irse a vivir con Susana, ya tenían el departamento decorado y amoblado, faltaba solo la gran inauguración, pero lo que más ansiaban era la boda.


Una semana faltaba para el matrimonio, estaba todo casi listo y Susana nos confirmaba que Lucía llegaría la noche anterior de la ceremonia y en contra de lo que creían las miradas que apuntaban en mi dirección, no tenia ansiedad por verla, no quería verla, ella me había desechado de su vida y no había ilusión en mi para ansiar su llegada, de nada servía tener emoción por mirarla, por sentirla, cuando el resultado más probable era que ni siquiera se atreviese a hablarme y en el afán de hacerme a la idea de que en el mundo real no había cabida para los sueños una parte de mi se quedo en el camino, esa parte que en un punto pensé que había recuperado, pero solo fue la vida misma, dándome una probada de lo que pudo ser, nada más que eso.


-    Amanda puedes cambiar la cara – me dio la mejor de sus sonrisas
-    No tengo ganas Pau
-    Tienes turno hoy?
-    Tenía, pero me lo cambiaron y ya mañana me dan los días de vacaciones que me deben, así le ayudo a Junior con todo
-    Ah, entonces acompáñame a retirar mi vestido para el matrimonio
-    Y no lo tenias listo?
-    Sí, pero tuvieron que ajustármelo
-    Engordaste! – dije molestándola
-    No! En realidad perdí algo de peso y me lo ajustaron
-    Ya, ya está bien te acompaño
-    Gracias!!
-    Y por qué no vas con tu novia?
-    Estoy enojada con ella
-    Cuéntame una de vaqueros!
-    Tú no te enojarías si la persona de la que te estás enamorando – dijo poniendo sus ojos todos brillosos – prefiriese salir con su ex que acompañarte a la boda de tu mejor amiga?
-    Probablemente – dije riendo por su cara de disgusto a lo que me miro seriamente – oye pero dile que iras conmigo y te apuesto que cambia de parecer
-    No le digo nada, ya me enoje y punto
-    Tan orgullosa!
-    Tú hablando de orgullo? Amanda por favor…
-    Lo mío no es orgullo
-    A no? Sabes que llegara y dices que te da lo mismo si viene o no, que no esperas nada de ella
-    Eso no es orgullo, es quererme un poco, no estoy dispuesta a hacerme ilusiones y que me deje como antes
-    Tenía un motivo Amanda, tú sabes eso.
-    Da igual y no quiero hablar más del tema.
-    Testaruda.

Faltan menos de trece horas para que mi hermano se case y en estos momentos está a punto de dar una cena en uno de los mejores hoteles de la ciudad, el mismo donde se hospedan la familia de el futuro matrimonio y yo aquí, en mi departamento, vestida para la ocasión pero desistiendo de la idea de ir, no quiero encontrarla, no quiero verla ni que me mire, no quiero volver a sufrir.

-    Discúlpame Junior, no me siento bien, prefiero descansar y dar el cien mañana
-    Me hablas en serio Amanda? Todo el mundo pregunta por ti, toma algo para que te sientas mejor.
-    Va más allá de lo que tome o no tome
-    No seas egoísta Amanda! Eres el único apoyo de Ricardo – dijo Susana tomando el celular
-    Lo siento.

Fue lo último que dije y me cortó sin decir más nada, comprendía el enojo, yo también estaría molesta, tome mi cartera para ir de todas formas pero a punto de salir el miedo se volvió a apoderar de mi y volví a mi estado inicial. No pasaron más de veinte minutos de una discusión interna entre ir y no ir cuando golpearon la puerta como si les debiera algo.

-    Que te crees tú?
-    Paulina, que haces aquí?
-    Lo mismo pregunto yo, que pretendes, todo el mundo pregunta por ti, Ricardo cambio completamente su cara cuando supo que no ibas a estar, sabes que esto es tan importante como la boda, a demás quien brindara por ellos, es tu deber estar ahí
-    Pau…
-    Lo sé cariño – dijo cambiando su tono de voz – prometo no dejarte sola en ningún momento, pero probablemente piense que estamos juntas
-    No creo que eso le interese
-    Y si ella quiere hablar contigo?
-    Tu no me dejes sola
-    Lo prometo.

Aquella sensación de nervios, que casi se puede confundir con ansiedad, pero  no son nervios, son tan grandes que parecieras que el frio se apodero de tu cuerpo pero a un nivel espiritual, porque la realidad es que no hace frio, aun así tu cuerpo tirita como si fuese una gelatina, los dientes suenan casi disimuladamente y claro mi manía de tronarme los dedos se impone en la mitad del viaje al hotel; Paulina me mira y toma mi mano intentando tranquilizarme entonces pienso, porqué no me puede enamorar de ti Pau; siento como se da cuenta de lo que estoy pensando y aprieta mi mano aun mas fuerte – comete los nervios – dice abriendo la ventana del auto, saco mi cabeza para sentir aquel aire avasallador, mi pelo liso se escapa por la ventana y me da lo mismo, siento que el aire me limpia, que me reclama tranquilidad, entonces lo veo, de pie mientras el auto se detiene en un semáforo rojo, sonriendo como siempre me sonreía, me guiña un ojo y me lanza el más bello de los besos mientras el auto avanza, giro mi cabeza para seguirlo con la mirada y siento su abrazo en el viento que vuelve a ser más veloz, lo siento de tal manera que parece que me hubiese entregado su paz en aquel abrazo, me vuelvo a acomodar en el asiento y  mi sonrisa enorme inquieta a Paulina, me mira y sonríe conmigo – ordena tu pelo – dice mientras nos detenemos para que aparquen el auto.

-    Estas mejor?
-    Me crees si te digo que lo vi – baje del auto y espere a que diera la vuelta
-    A quien viste?
-    A Tomás
-    Tu hermano es tu ángel protector
-    Siempre lo ha sido.

Entramos y mi hermano sonrió a penas me vio – la viste? – pregunto Paulina en mi oído – no – respondí siendo sincera – estaba afuera, fumando – dijo aquello y mi hermano se acerco a mí, pero al contrario de lo que creí yo misma, mi sonrisa permaneció, no sentí locas ganas de querer ir por ella, ni tampoco ansiedad por su sonrisa, todo estaba bien y el abrazo de mi hermano me lo confirmaba.

-    Gracias por venir – dijo Ricardo en mientras me abrazaba.
-    Tomás te mando un beso – dije susurrando en su oído, Junior se alejo para ver mi rostro, bese su mejilla y volvió a abrazarme.
-    Te amo hermanita
-    Y yo a ti

Susana interrumpió el momento que teníamos con Junior y había que empezar a saludar a los presentes, Paulina no se alejo de mi lado por ni un solo momento, se había vuelto alguien importante en mi vida, era la segunda vez que tenía una amiga en mi vida y Paulina llevaba con honor esa etiqueta, no podía estar más agradecida con ella esta noche.

-    Estas preparada? – Me pregunto tomándome el brazo
-    Para qué?
-    Acaba de entrar.

Evite darme la vuelta para verla, Susana la vio entrar y corrió a abrazarla, paulina me miro extrañada, hacia media hora que nosotras habíamos llegado y ella estaba afuera, al parecer no había entrado hasta ahora. Ricardo paso a mi lado y tomo mi mano, mientras que Paulina sujetaba mi brazo nos acercamos a ella, tenía que saludarla? Tenía que ser cordial y educada? Y que pasa con las ganas que tenia de desviar la mirada y correr en sentido contrario, que hago con las ansias deplorables de fijarme en su figura, del largo que tenía su cabello y de lo maravilloso que se le veía el maquillaje; Lucia era mi talón de Aquiles, la debilidad física anexa a mi cuerpo que siempre derribaría toda barrera que construyese para no sufrir y ahí estaba, de pie frente a ella mientras Ricardo le decía “bienvenida” y la abrazaba soltando mi mano, aun abrazada a él me miro fijamente y con su mirada el cuarto en el que estábamos se ilumino, todo tenía sentido cuando veía directo a sus ojos, pero no! No quiero sentirme así, no otra vez, no puede llegar y con su mirada tirar dardos en mi pecho que hacen que duela, donde hace tanto dejo de doler, no era justo.

Ricardo se soltó de su abrazo y Paulina intercedió antes de que titubeara en saludarla – Hola Lucia, que gusto tenerte de vuelta – dijo abrazándola y pude sentir la molestia por aquel abrazo y a diferencia de la vez anterior esta vez evitaba mirarme.

-    Hola – dije estirando mi mano mis palabras siguientes deberían haber sido “un gusto volverte a ver” o “qué bueno que estas de vuelta” quizás “ tenía tantas ganas de volverte a ver” – espero que pases una velada agradable – fue lo único que logre modular, termine el saludo de mano y me di la media vuelta para retirarme.
-    Te felicito – dijo Paulina mientras me sonreía
-    Por qué?
-    Por ser valiente - Dijo besando mi mejilla, como si me entregara un premio.

Me perdí entre la gente, la multitud fue mi escudo hasta que llego la hora de la comida, donde por supuesto ella tenía que estar a mi lado, la noche marchaba demasiado bien para ser cierta, hasta entonces.

La cena comenzó y la distancia entre ella y yo era nula, Paulina estaba de frente a nosotras y por más que le pedí cambiar de lugar no acepto, me miraba de vez en cuando y entre risas “aguántate” me decía modulando; Lucía reía tranquila con las ocurrencias de su padre que no paraba de contar historias de Susana, acompañado por mi madre que no se quedaba atrás con las de Ricardo.

-    Amanda defiéndeme! – lloriqueaba Ricardo avergonzado con la risa de todos.
-    Lo siento, no hay nada que pueda decir a tu favor, siempre fuiste el de la mala suerte de la familia

La cena avanzaba y las risas iban y venían hasta que llego el momento de los brindis, El padre de Susana fue el primero, luego vino mi madre y ahora le tocaba a Lucía, se puso de pie y tomo el micrófono, sentí el aroma de su perfume tan fuerte que tuve que cerrar los ojos y contener el aire para resistir toda tentación.

-    Cuando venía de camino esta tarde recordé la primera vez que oí hablar de Ricardo, el verano anterior que mi hermana me visitaba me hablaba de cantantes y cosas banales, pero aquella vez llego distinta y a penas tuve la oportunidad la interrogue “conocí al amor de mi vida”, eso fue lo que dijo mi respuesta claro fue “Susi, tienes diez años” – Susana escondió su rostro en Ricardo y todos rieron – entonces ella respondió “Algún día tendré el doble de edad y ese día me voy a casar con él, entonces no podrás decirme tienes diez años”. Como iba yo a pensar que aquel petizo que me mostraba en las fotos año tras año llegaría a ser el hombre que es hoy, por eso mi respuesta fue “te apuesto que en diez años ni te acordaras de él” y entonces hicimos una apuesta, que fue lo que apostamos hermanita? – le pregunto a Susana
-    La luna de miel? – respondió ella
-    Una niña de Diez años apostando la luna de miel con el amor de su vida, ni siquiera sabía lo que pasaba en la luna de miel en ese entonces, pero con el pasar de los años deje de reírme de la idea del amor de su vida, conocí al que ya es el hermano que la vida me regalo y cada vez que los miro a los ojos a ambos es como si la vida me regalara la definición del amor, entonces por favor, levanten sus copas – dijo estirando su brazo – por Susana y Ricardo, para que sigan por el resto de su vida iluminando con la luz del verdadero amor.

Todos gritaron “salud” mientras yo me ponía de pie dispuesta a  hacer lo mismo que ella acababa de hacer.

-    Rainer Maria Rilke en su grandeza dijo una vez que “Un buen matrimonio es aquel en el que cada uno designa al otro como guardián de su soledad”. – sonreí – Tomás una vez me dijo que solo los locos éramos capaces de enamorarnos y que nuestra familia estaba desquiciada, porque si entre nosotros nos amábamos tanto el día que encontrásemos el verdadero amor iban a tener que atarnos con camisas de fuerzas. La vida siempre nos da duros golpes y generalmente nos quita mucho más de lo que nos da, pero existen aquellos afortunados a los que cuando les da, los bendice con cosas invaluables y a veces esas cosas son personas, por eso – alce mi copa – ámense con locura, sean siempre el guardián de la soledad del otro y aunque vengan dificultades por delante, háblense siempre con amor, grítense con amor si es necesario y siempre, siempre caminen por el mismo sitio, aunque sea peligroso, aunque se vea tan angosto que apenas caigan ambos, que siempre sea el mismo camino. Por Susana y Ricardo, para que el día de su matrimonio multiplique la felicidad por todos sus días venideros.

Mire a mi hermano y dibujo un te amo con sus labios, el que respondí con mi mano en el corazón, me senté nuevamente y Lucia me miro por un par de segundos, como respondía a aquella mirada, no podía era imposible, la desvié de inmediato, por un momento había olvidado que estaba a mi lado, me estrellaba con su mirada y las ganas de correr se hacían presente, me excusé de la mesa y fui al baño, tenía ganas de mojar mi cara pero probablemente estropearía el maquillaje, también tenía ganas de irme pero eso sería peor que no haber ido y ahí estaba en un baño pensando en lo que podía y no podía hacer cuando Paulina entra a mi rescate.

-    Estas bien?
-    Esto es tu culpa
-    Mi culpa porque?
-    Tú no quisiste cambiar de lugar conmigo.
-    Se hubiese visto horrible estar cambiándonos de lugar cuando estaban todos sentados
-    Da igual
-    No, tonta, volvamos a la mesa que creo que te están molestando a ti
-    A mí?
-    Si, sobre tu amiga imaginaria de la infancia o algo así

Mi cara se desfiguro por completo cuando oí aquello, volví de inmediato a la mesa y todos reían menos Lucía y Ricardo, mi madre hablaba de la estúpida vez en que desperté llorando porque no había soñado con ella, “tenía diez años y seguía soñando con su amiga imaginaria” decía mi madre en la mesa y mi cara era de desconcierto total – como era que se llamaba? – pregunto mi madre, “Lucy” dije mirando el plato que estaba sobre la gran mesa – Lucy, claro, fue su primer amor – dijo mi madre y  mi cara fue de sorpresa total, primera vez que la oía asumir mi sexualidad, mire a mi hermano y este hizo un gesto de sorpresa de vuelta mire a mi madre y sonreí – te sorprendería saber que Lucy existía – dije y Lucia se atoro suavemente con lo que estaba bebiendo – es verdad mamá! – dijo Ricardo apoyándome – hija ya estas grande por favor – es por eso que a veces los sueños deberían quedarse en la imaginación mamá y no ser expuestos al mundo real, ni siquiera deberían presentarse en sueños – dije con molestia, el momento de meditación se hizo colectivo y el silencio se apodero de la mesa

-    Disculpa lucía – me miro extrañada
-    Perdiste tu apuesta cierto?
-    Si – dijo sonriendo, su sonrisa hacia que mi corazón se acelerara, pero la conversación tomaba la atención de todos y el silencio por fin se acababa
-    Y donde apostaron – pregunto su padre
-    Pregúntale a Susi – dijo Lucia riendo, todos miramos a Susana esperando su respuesta y está tapo su cara antes de responder.
-    Disneylandia – dijo despacio
-    A donde? – pregunto Ricardo riendo fuertemente
-    Disneylandia! – grito ella desatando la risa de todos, claramente era una niña cuando hicieron la apuesta
-    Lo siento mucho por ti Ricardo, pero apuestas son apuestas y los pasajes son para pasado mañana por la noche – dijo Lucia riendo y haciendo que Susana y Ricardo se pararan para abrazarla
-    Será la mejor luna de miel del mundo – expreso Ricardo

La noche terminaba temprano y yo salía invicta de una confrontación con Lucía, lo que me confirmaba una vez más que hacerme ilusiones era lo peor que podría haber hecho, porqué ella no había hecho ni el mínimo intento por acercarse a mí, probablemente mi presencia la seguía perturbando.

-    Nos vamos? – pregunto Paulina en mi oído
-    Si tu novia te viese coquetearme se muere – le dije riendo en su oído
-    Ojos que no ven, corazón que no siente – respondió de la misma manera.
-    Tonta – dije riendo
-    Agradece que ya no me mueves ni un pelo, si no a esta hora te tengo arrinconada en alguna pared mira que estas… - se alejo para verme de cuerpo entero – ay! De rechupete – completo riendo
-    Vamos a casa será mejor, tú me sacaste y tú me devuelves, mañana hay que madrugar
-    Lo sé, me quedare con Susana esta noche, creo que la espina en tu corazón se quedara con nosotras igual
-    La estaca querrás decir
-    Esa misma.

Me despedí de todos o casi todos, porque a Lucía no la vi, aunque tampoco la busque, Paulina me llevo a mi casa y la nostalgia se apodero de mi cabeza, de mi cuerpo, ya no la necesitaba solo son el corazón, incluso mis uñas reclamaban su espalda en ellas, pero de nada servía seguir en este estado, acercarme a ella agrandaría aun más la herida que ya tengo. Dicen que el corazón está hecho para romperse, también dicen que el amor es solo un estado de la mente y nunca involucrara al corazón, que es solo el órgano que bombea nuestra sangre, pero por que no es la mente la duele, si no hay en la parte alta del cuerpo, justo en el medio, palpitante, latente y en cada latido un dolor aún más agudo que el anterior.


Desperté con el grito de Ricardo a las seis de la mañana, me levante asustada y ahí estaba como un bebe llorando sobre su cama.

-    Soñé con el Amanda, al fin soñé con el
-    Con quien cariño, con quien soñaste
-    Con Tomy.

Mi sonrisa fue enorme, mientras me relataba el sueño, en como lo sintió tan real, su abrazo, so voz el aroma que desprendía de su cuello al sentir su abrazo, yo sabía bien que aquello no era un sueño, era mi hermano visitándolo, dándole todo su amor una vez más, pero algo de aquello me desconcertó, “búscala” le había dicho antes de despertar y por más que el grito por su regreso el sueño se había acabado.

-    Y a quien se supone que tienes que buscar
-    No tengo idea Amanda, quizás fue solo un sueño
-    No lo sé, pero me encantaría saber a quién tienes que buscar.
-    Me dio un nombre, pero no me puedo acordar
-    De mujer o de hombre?
-    Algo con D, da… dala, dama, no me acuerdo
-    Diana – dije tirando mi cuerpo en la cama
-    Claro Diana! Pero…
-    Si, lo sé, es demasiado en este momento, ya veremos eso.

Diana, que pasa con Diana Tomás, mi cabeza explotara, justo en este momento el recuerdo vago de ella se me acerca, porqué ahora, pudiste haber traído mucho antes su recuerdo.
Está todo casi listo, el auto que llevara a mi hermano a la iglesia nos espera afuera, solo me falta acomodar su corbata y vivirá sus últimos minutos como hombre soltero y entre todo eso no puedo sacarte de mi cabeza… Diana.

No había pensado en Diana desde que desperté del coma, su sonrisa atenta apareció por la puerta de la sala y sus lágrimas salieron silenciosas…

-    Me tenía que despedir de ti preciosa, tenía que saber que estarías bien – me dijo cuando ya podía hablar
-    Volverás Di? No me dejes tu también
-    Si me quedo todo será peor y no, no es justo
-    Con quien no es justo?
-    No puedo hacer esto ahora, todo lo que paso
-    Nada paso, recuerda que todo quedo en el pasado, tú estabas con Tomas
-    Pero Tomás ya no está – dijo poniéndose seria
-    No me dejes Di, por favor no ahora que lo perdí a el
-    No estarás sola – dijo mirando por la ventana, afuera estaba mi madre y mi hermano
-    Te prometo que algún día volveré
-    Y eso cuando va a ser – dije tomando su mano con fuerza
-    Cuando me recupere bonita, te lo prometo. – beso mis labios y nunca la volví a ver, por semanas se paso por mis recuerdos hasta que un día se detuvo y no supe cuando paso aquello.

Arreglaba la corbata de Ricardo por segunda vez y mi hermano me miraba inquisitivamente  hice un gesto con mis ojos intentando apurar la pregunta que estaba a punto de salir de sus labios, pero al fin estaba hermoso de la cabeza a los pies y ya nos íbamos, claro, no me salve de aquella pregunta en el camino a la iglesia

-    Diana era la novia de Tomas cierto
-    Si.
-    Los tres pasaban mucho tiempo juntos
-    Si, otra vez
-    Tomás sabia que entre tú y ella pasaba algo? – pregunto sin anestesia y la respuesta a aquello era demasiado larga.
-    Me faltaría tiempo para explicártelo, pero en resumen, Diana era amiga de Tomás, la conocí cuando llegue a su casa y con el tiempo ella y Tomás se volvieron más que amigos, pero también con el tiempo ella y yo creamos un lazo que no podría explicar, nunca paso algo, jamás paso de una mirada fatal o un roce que me pusiera los pelos de punta; un día lo hablamos, le dije “algo me pasa contigo y no sé qué hacer con eso”, “si sabes qué hacer con eso, lo mismo que me gustaría hacer a mí, pero estoy con tu hermano y jamás le haría algo así” respondió ella y por supuesto, nunca hubiese hecho algo así. Respondiendo tu pregunta, si, tomas lo sabía, y también sabía que nada iba a pasar “tenemos los mismos gustos” dijo bromeando cuando se lo conté, Diana se volvió una gran amiga, la única en ese momento, pero cuando paso el accidente… desapareció.
-    La amabas?
-    En algún punto, no sé, creo que era la única sensación física que tenía en ese momento.
-    Y si tuvieses que elegir entre Diana y Lucia, que harías
-    Lucía es algo más, Lucía es mi sueño, no dudaría ni un segundo en decirte que la amo
-    Entonces la elegirías a ella
-    Llegamos hermanito, es hora de bajar
-    Uff… Valor Amando, Gracias por ser mi Padrino
-    Estúpido – dije riendo – te amo
-    Yo también.

La catedral estaba llena entramos y vi caras que en mi vida había visto, todo el mundo le daba la mano a mi hermano y este no podía estar más nervioso, llegamos al altar, mi madre lo abrazo, su suegra también lo hizo, ahí estábamos cuando veo a paulina asomarse por la puerta indicando que se pusieran en sus posiciones, la novia llegaba en cualquier minuto, entonces la música comenzó a sonar y mi hermano me tomo la mano, como cuando era pequeño y algo que lo atemorizaba se acercaba, bese su mano como cuando era un niño y su sonrisa de tranquilidad se asomo y mientras el miraba a la que sería su mujer caminar del brazo de su padre, yo miraba a la mujer que tantos dolores me había traído, hermosa como siempre, con una sonrisa enorme en su rostro y con una mirada que no se alejo de mi ni por un segundo durante toda la ceremonia.


“Que lo que Dios a unido no lo separe el hombre, los declaro Marido y Mujer”

Fue lo único que alcanzo a decir el cura y Ricardo ya besaba a Susana, entre los aplausos de la gente, todos sonreían, otros lloraban, yo llore, abrace a mi hermano con todas mis fuerzas y luego a Susana – amalo toda tu vida – le rogué, su abrazo me dio tanta tranquilidad que sin querer tome la mano de Lucia que estaba a mi lado, cuando me di cuenta no la quite, no fui capaz de separarme de su mano – si quieres soltarte hazlo – le susurre en el oído sin mirarla a los ojos, era incapaz de hacerlo – no puedo – respondió y olvide el mundo por un segundo, Hasta que Paulina me hablo.

-    Amanda me voy contigo – dijo Paulina y en ese instante Lucía me soltó y siguió a los novios a su salida
-    No me di cuenta Amanda! Qué onda? – dijo tomando su otra mano en alusión a lo que había visto
-    Un lapsus – respondí y salí de la catedral.

Si hubiese algún detector de felicidad en el mundo, probablemente este sería su punto más brillante, la alegría reina el lugar y probablemente sea el mejor día de la vida de mi hermano y mientras el baila con su reciente esposa yo contemplo su felicidad y la hago mía, aunque sea solo por un día, su felicidad alcanza incluso para ser compartida.

-    Podemos hablar?

Dos simples palabras que lograron desequilibrar mi tranquilidad, ahí estaba ella, frente a mí, dudando en seguir de pie mirándome o simplemente marcharse, mientras yo dudaba en responderle o simplemente besarla en ese mismo instante, pero el miedo a su rechazo constante por el mismo tema de siempre me retenía en la misma posición y me prohibía responderle, me prohibía incluso reclamarle que no tenía derecho a estar de pie frente a mí, pero el recuerdo previo de su tacto incitaba a mi razón a ceder, a querer oír su voz aunque sus palabras pudiesen ser tan hirientes como municiones en mi corazón, incluso a eso estaba dispuesta a arriesgarme; entrelazo sus dedos con nerviosismo y levanto sus cejas esperando una respuesta impaciente, fatal error cometí en ese instante, mordí mi labio y me di cuenta cuando vi aquella enorme sonrisa dibujada en sus labios, quizás no era malo lo que quería decirme, de qué forma su sonrisa podría prepararme para algo malo

-    Amanda… - dijo casi susurrando y mi cabeza se aclaro, deje mis ganas de lado y trate de ser neutra, nada podía ser tan fácil ni mucho menos difícil.
-        Aquí no
-         Donde?
-    Esta noche, si entre tú y yo hay una conexión especial se que llegaras al lugar donde yo voy a estar, te espero ahí, paciente, a las nueve. – su sonrisa se hizo más grande y estúpidamente volvía a morderme el labio.
-    Ahí estaré – su respuesta vino acompañada de un beso en la mejilla y mi desesperación por qué la hora avanzara iba cada vez en aumento, Lucía desapareció mucho antes de que los novios lo hicieran y con ella desaparecí yo, no sabía con que me encontraría en un par de horas, pero lo único que si sabía es que si me retenía una vez más, me arrepentiría toda la vida.



Comentarios

  1. como siempre muy buen relato :)

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  2. Vamooooos nos dejas así??? Qué cruel!!! Jajajajaja ni modo, esperaremos con paciencia ... pero no mucha :-P
    Kam

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  3. porfavor como lo dejas en en lo mas emocionante, sufro por Amanda, la pobre ya no sabe que hacer, y Lucia se pasa, como la deja y encima echarle la culpa de lo que paso, la culpa es de ella por no esperarla como Amanda hizo, espero no tardes mucho con la conti. besos

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  4. Lo siento por dejarla en la mejor parte! la maldad se apodero de mi y tendrán que aguantarse hasta la próxima publicación, sera pronto! gracias por comentar!

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  5. Lo mismo que siempre te digo, excelente!

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  6. Muy buen capi como siempre, ya estoy ansiosa de leer el siguiente, no tardes

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  7. Buenisimo el capitulo,como siempre.Definitivamente la espera valio la pena,solo que lo cortaste en el punto mas intersante!!!Ya tengo ganas del proximo.
    Un saludo.

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