Ahí, donde solíamos reunirnos VII

- Por qué estás aquí? – dijo separándose de mi ya más calmada – necesitaba saber de ti – no te quiero aquí, déjame sola, por favor
– dijo sentándose en el sofá y mirando al lado contrario de la sala – Lucia, no seas así, no conmigo – si Susana no te hubiese pedido que vengas, habrías venido? – Pregunto mirándome fijamente – no – respondí desviando su mirada – vete Amanda, por favor. – no. No me voy a ir, no tengas esa actitud conmigo, por favor – y que actitud quieres que tenga, cuando fuiste un soporte para mí cuando más lo necesite, estuviste a mi lado, firme sin dejarme caer y a penas la tierra alejo el cajón de mi vista desapareciste, te esfumaste y me vi sin apoyo, en el suelo o debajo de él, ahora vienes a casi un mes a qué? A saber como estoy? A darme tu apoyo? Y como si fuera poco porque mi hermana te lo pidió. – y aunque sus razones para marcharme de ahí eran suficientes, porque si, yo las había causado, en vez de decir lo mucho que lo sentía, termine haciendo todo lo contrario – Lucia, yo no podía estar aquí contigo… tu tenias a Felipe – me miro con cara de no querer decir nada, pero pensando fríamente todo lo que me lanzaría después de aquello – te voy a decir algo, pero prométeme que después de que lo diga saldrás por esa puerta – dijo con toda la rabia que poseía esperando mi promesa – Amanda prométemelo! – Grito – está bien, te lo prometo – lo único… - hizo una pausa – lo único que me ataba a Felipe en esta Tierra, ahora está a metros bajo ella, el único motivo por el cual no podía alborotar mi vida era ella, nunca hubiese podido causarle esa pena – se detuvo por un momento mientras su rabia disminuía y mi corazón latía cada vez más rápido – porque ella perdió su a su madre cuando tenía dos años, mi mejor amiga y lo único que tuvo a su lado fui yo; cuando le descubrimos el cáncer, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para hacerla feliz y uno de sus sueños era verme casada con su padre y lo hice a ojos cerrados, ni siquiera dude en atar mi vida al lado de un hombre solo por hacerla feliz y entonces llegaste tu, la que había perturbado mi existencia entera, la que por años había sido mi fiel confidente, mi sueño recurrente, llegaste a hacerme titubear a tener las locas ganas de tomarte y marcharme contigo, pero como hacer eso cuando alguien depende de ti, como ser egoísta y luchar por mi felicidad cuando la felicidad de alguien más está en juego, pero eso ya no importa, porque ella ya no está! Se fue! – grito mientras se volvía un torbellino de emociones botando lo que estuvo a su paso – Lucia cálmate! – grite al momento de intentar abrazarla para contenerla – no! – exclamo mientras se soltaba a la fuerza de mi – ándate, ya dije todo lo que tenía que decir – Lucia… - respire antes de seguir hablando el dolor me consumía por dentro – Lu, déjame ayudarte, yo quiero estar contigo aquí, nadie mejor que yo sabe lo que es perder a alguien que se ama, por favor, déjame – tú no sabes nada, déjame por favor Amanda – no – ínsita mientras me acercaba a ella – vive tu vida que la mía ya se acabo – dices esas cosas y quieres que me vaya, que te deje, como si no me importaras, como si no me matara verte destruida por todo esto, perdiste a tu hija, si lo sé, pero te irás tu con ella? Te enterraras en vida mientras el mundo sigue tras esa puerta y es duro, lo tengo claro y las ganas de saltar de un puente van a estar siempre persistentes, pero en algún punto debes comenzar tu duelo y seguir, porque si no lo haces todo a tu alrededor morirá contigo, incluida yo. – tú? – se cuestiono mirándome dudosa – perdóname pero hay cosas que me cuesta creer – no digas eso, deberías tener claro lo que significas en mi vida – sabes qué? No lo tengo – dijo tomando aire mientras caminaba hacia la ventana -  hablas del dolor, pero yo no te hice nada para que me trates así – tienes razón, pero yo te bajare de esa nube en la que estas – la mire extrañada por sus palabras mientras que ella se tomaba la cabeza y continuaba hablando – A Felipe nunca lo ame, a él le tengo un enorme cariño, era algo constante en mi vida, un compañero fiel y sí, después de un tiempo juntos las cosas se dieron, no te puedo decir que entre él y yo nunca paso nada, porque hay cosas que simplemente se dan y sin explicación, tu siempre fuiste un sueño, una ilusión y créeme que te busque cada vez que veía a una mujer, si una silueta me recordaba tu imagen la seguía hasta que me decepcionaba al darme cuenta que no eras tú – a que va todo esto – dije interrumpiéndola – a que en el momento que te encontré te volviste tangible, dejaste de ser una ilusión, eras real y existías; al mismo instante en que tú te volviste real también lo hicieron todos esos sentimientos fantasmas que incrementaban la locura de decir estoy enamorada de un sueño, no, estaba enamorada de alguien que existía, que podía tocar y sentir, a la persona que con un beso me hizo descubrir un sentimiento totalmente nuevo que no tenía ni nombre ni definición y para que vayas entendiendo, desde aquel momento no pude tocarlo, no pude dejar que me tocara, incluso sus besos en mi frente causaban rechazo, cuando me tomaba la mano solo quería apartarla de mi…
- Lucia, porque no me dijiste todo eso, porque no me lo explicaste antes
- Porque nunca debió pasar lo que paso, Angie tenía una vida por delante y un día me comprometí en estar siempre a su lado, no tenía derecho a decirte “espérame, algún día ella estará bien y yo podre desarmar mi vida” no Amanda, porque aquello significaba que algún día yo la perdería y por muy grande que fuera mi amor por ti, no te iba a tener a una vida atada a algo que podría o no pasar.
- pero yo te habría esperado, toda la vida si es necesario Lu.
- Tú? Tú dices que si yo me muriera te morirías conmigo, tú dices que me esperarías toda la vida, claro si te lo hubiese pedido y como no lo hice ya perteneces a otra, otra tiene el placer de besarte, de tocarte de hacerte su mujer – la mire extrañada intenta buscar una explicación para que ella supiese aquello – no me mires así, no contrate ningún investigador privado, lo oí de la boca de tu polola, es tu polola me imagino – no conteste, no era necesaria una respuesta a aquella pregunta – Susana tenía el celular con todo el volumen, no fue difícil oírla decir “Fue maravilloso amiga, nunca me había sentido así, hicimos el amor toda la noche”, no fue necesario oír más aquello era suficiente.
- Lucia, no me puedes reprochar por eso, no es mi culpa, no lo es!
- no, no lo es, ahí es donde te das cuenta que el que dos personas se encuentren por que existe un sentimiento, no es obra del destino es mera casualidad y es culpa de nosotras hacer esa casualidad recurrente, nunca debí volverte a ver, nuca debí besarte, hubiese sido todo mejor si simplemente no te hubiese cruzado por mi vida.
- discúlpame, pero yo intentare no arrepentirme de aquello.
- no es arrepentimiento. Es desear que las cosas fueran diferentes.
- Creo que es hora de irme
- Ahí está la puerta – dijo sentándose en su sofá – deseo de todo corazón que estén juntas para toda la vida. – la quede mirando y no lo entendía, porque tenía que ser todo así.
- Lucía… – dije evitando mirarla
- Amanda tengo rabia! Tengo rabia contigo por pertenecer a otra, tengo rabia con la vida por quitarme a Angie – reclamo con toda su fuerza – tengo rabia conmigo… - dijo parándose y acercándose a mi – por no poder controlar estas enfermas ganas de besarte – dijo a un metro de distancia de mí y yo levante mi mirada, como si dos fuerzas se atrajeran, como si pusieras un imán frente a otro, así su cuerpo y el mío se encontraron en la mitad, de la misma forma en que su boca quiso arrancar la mía de un solo beso.
- Amanda… - dijo apoyando su frente en la mía
- no hables más, por favor, no ahora.
Hizo caso a mis palabras y me volvió a besar, sus manos se sintieron libres de correr y recorrer mi cuerpo y las mías insistían en asegurarse que lo que tocaban era real, ella era mía y hasta los huesos, no había centímetro de ella que no reaccionara a mis caricias, la desesperación nos volvió feroces, necesitaba tenerla, necesitaba poseerla en plenitud y sin darnos cuenta hacíamos la guerra en una cama, porque la guerra era propio para tal combate de amor y rabia que poseía nuestro entorno. Sus labios nunca fueron besados como en ese momento, mis pechos jamás fueron saboreados como con su boca, su aliento nunca tuvo tanto sentido como cuando estaba en mi oreja, jadeante, ansioso, necesitando más y más con cada respiro; la noche se hizo presente y ni ella ni yo queríamos bajar el ritmo, eran años de ausencia y probablemente siglos buscándonos, nunca había tenido tanto sentido de pertenecer como cuando estaba con ella, silente y ruidosa, apacible e inquieta, por momentos reíamos a carcajadas sin importarnos nada y otros las lágrimas salían escuetas en la interminable danza de nuestros cuerpos. Memorice cada espacio de su cuerpo, tenia exactamente veinticinco lunares en todo su cuerpo, incluso uno pequeñito en su parte más intima – ese lunar me pertenece – le dije cuando lo agregue a mi total de veinticuatro – no tengo ningún lunar ahí – dijo encerrándome entre sus piernas – te equivocas mi amor, tienes uno hermoso – dije sonriendo y en su cara se podía ver como repetía una y otra vez la palabra mi amor en su cabeza, alce mi cuerpo y lo acomode sobre ella – podría decirte una y otra vez “mi amor” porque nunca antes lo he dicho, porque a nadie más podría decírselo y porque te amo – su mirada bacilo entre mirarme y ocultarse a la mía, pudo decirme tantas cosas, pero lo único que salió de su boca fue “Paulina”, para arrebatarme la comodidad en la que me encontraba y escaparse de mí lo antes posible, se quedo de pie frente a la cama, así sin cubrirse ni siquiera con sus manos, me miro detenidamente e hizo el intento de hablar, pero sin decir algo se retracto.
-    Que estas pensando – pregunte antes de que volviera a repetir el acto.
-    Estoy pensando en cómo decir lo que quiero decir sin arrepentirme de haberlo dicho.
-    Lu, vuelve a la cama, pensemos después por favor.
-    No, necesito pensar ahora, porque Amanda, yo no seré la otra.
-    Lamento decirte mi amor, que ambas somos la otra en este momento, pero si, no es justo ni con nosotras ni con ellos – dije poniéndome a su nivel y tomándole las manos.
-    Amanda, no puedo decirle a Felipe que me quiero divorciar de él ahora, no cuando todo esta tan reciente.
-    Pero si me dijiste que no podías estar con el
-    Si, prácticamente estamos separados, pero hay diferencias.
-    Bueno, tienes todo el tiempo del mundo para ver que harás – dije metiéndome al baño para ducharme
-    Amanda… - dijo parándose en la puerta mientras yo largaba a correr el agua
-    Yo sé lo que tengo que hacer Lucia, no tienes que decírmelo.
-    Me puedo bañar contigo? – pregunto desde la puerta con cara de niña rogando por un dulce.
-    Tonta… - dije saliendo del agua para tomarle la mano y atraerla a mí, una vez más nos volvimos cómplices del tiempo y no importaba nada fuera de nuestras cuatro paredes.
Pase la mañana entera vestida con su ropa, su aroma me encantaba, nos alimentamos con comida de verdad y nos perdimos en besos una y otra vez, pero todo lo bueno tiene que terminar y antes de que me pidiera que pasara otra noche con ella ahí, mi celular sonó y su cara se volvió pálida.
-    Hola… tranquila, estoy bien… porque no estaba en el hospital… no, Ricardo no sabía dónde estaba… porque Ricardo no me controla Paulina – mire a Lucía y su cara era de molestia total – Hablemos más tarde… si en casa… bueno te espero.
Apague mi celular y quise acercarme a ella, intente tomar su mano pero se escabullo de la mía, no se lo permití, la tome con firmeza de su brazo y la ate a mí, una vez más la uní a mi cuerpo pero esta vez en un abrazo, un abrazo en el que me entrego todo lo que antes no había entregado, si es que eso era posible.
-    Vete, antes de que no sea capaz de dejarte ir.
-    No me puedo separar de ti.
-    Tú te comprometiste para esta noche – alego separándose de mi cuerpo
-    Epa! – dije abrazándola por la espalda – mientras antes hable con ella, mejor.
-    Lo sé – dijo dejando caer su cabeza en mi hombro – promete me algo
-    Qué?
-    Que esta noche te veré
-    En donde?

-    Ahí, donde solíamos reunirnos.

Comentarios

  1. Este capítulo está muy emotivo, ojalá Amanda logré superar lo de Paulina y está entienda que Amanda no la ama, comprenda la diferencia entre amar y querer

    ResponderEliminar
  2. No se si me dan ganas de llorar por tristeza o alegria...tendre que esperar el siguiente capitulo para decidirme.....estuvo perfecto....

    ResponderEliminar
  3. Muy buen capi, esto se pone cada vez mejor, espero la continuación pronto

    ResponderEliminar
  4. al fin estuvieron juntas aunque todavia hay muchos obstaculos, muy lindo el capitulo ,espero la conti pronto , besos

    ResponderEliminar
  5. Excelente continuación! Como siempre, es todo un placer leer tus relatos.

    ResponderEliminar
  6. no puedo esperar a mañana, please sube ya la continuacion,me encanta esta historia

    ResponderEliminar
  7. Felicitacioneees ha sido una séptima parte genial... En definitiva una historia llena de emociones las cuales logras transmitir a cada uno de tus lectores estoy segura, realmente me ha encantado, creo que soy masoquista y me gusta sufrir con los amores imposibles así que bueno espero nos sigas compartiendo mas de esta fascinante historia =D

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3

Anabrielle 1