Ahí, donde solíamos reunirnos VI
Pretender que ella no
existía después de todo lo que había oído, de todo lo que había dicho, para mí
ni siquiera era considerado, tenía ganas de seguirla, raptarla y darle cabida a
aquella oportunidad que andaba en el aire, aquella que nunca nos dimos, la
primera; volvía siempre al mismo pensamiento, era imposible y ahora me sentía
culpable por decir todo lo que dije, ella no era culpable de nada, simplemente
nos encontramos en el momento equivocado de nuestras vidas.
Los días pasaban y las
salidas con Paulina se habían vuelto visitas a mi departamento o a su casa, los
besos escasos en un restaurante o en el cine, pasaron a ser besos fogosos en el
sofá, toda estaba cambiando lentamente y yo no quería saber nada más de Lucía,
no porque la odiara sino porque el estigma de su amor lo tenía por dentro.
Faltaban exactamente
cinco días para la ceremonia de titulo de mi pequeño hermano, eso significaba
que en menos de un mes estaría dando el si ante un altar, por consiguiente se
marcharía de casa, la nostalgia se apoderaba de mi y la persona que mas
necesitaba se me aparecía en mis sueños.
No sabía dónde estaba, ni si era de día o era de noche, solo sabía que
en alguna parte de mi memoria estaba su aroma y fue lo primero que sentí –
Amando – dijo con una sonrisa en su rostro – Sabes que no me gusta que me diga
así – es que me parece tan gracioso cada vez que Júnior lo dice – Tomás debes
dejar de espiar – alguna vez hice lo que tú me dijiste? – Nunca – y que te hace
pensar que lo haré ahora – te extraño Tomy – dije mientras el paisaje cambiaba
completamente, estaba en un bosque y mi hermano no estaba en ninguna parte,
entonces la vi, ahí estaba ella, sentada en un árbol caído, mientras escribía en
un pequeño cuaderno – ve a hablarle – dijo Tomás apareciendo a mi lado – este
es mi sueño contigo, no con ella – sigues igual de cobarde – no se trata de
valor o cobardía, ya lo supere – que superaste? – Aquella ilusión, aquel amor
de niños que se supone que es para toda la vida, en algún momento tengo que
enfrentar que la realidad es muy diferente a los cuentos de hadas – conteste
cuando volvía a desaparecer y Lucía miraba en mi dirección al parecer sin verme
– no te ve – dijo Tomás, o al menos era su voz porque lo veía difuso – como no
te puedo ver bien a ti? – y llegara el día en que no me veras – que! – dije
casi en un grito – y a ella no la veras ni siquiera en tus pesadillas así como
ella no puede verte ahora – porque? – porque estas dejando de creer – en los
sueños? – en el amor, perdiste la fe en ella, como ella dejo de creer en ti –
lo hoy decir aquellas palabras y no las entendía, me acerque a Lucía y pude ver
su rostro de cerca, pero ella no me veía, su rostro estaba sin expresión
alguna, se podía sentir el espacio enorme que llenaba el vacío en su corazón,
me había olvidado – se que lo que estas pensando, no es así, no te olvido,
simplemente dejo de pensar en que algún día estarían juntas, te dejo ir Amanda
y eso significa que su historia está a punto de acabar – cuando ni siquiera
empezó – dije entre lágrimas – a veces es fácil culpar al destino cuando uno no
se atreve a actuar o dejarle a él las decisiones, cuando no somos capaces de
decidir por nosotros mismos – termino abrazándome, un abraso que ni siquiera
sentí – el día que vuelvas a creer quizás nos volvamos a ver – termino de decir
cuando ya no lo veía más al igual que Lucía se esfumaba en el aire y ahí estaba
yo, impávida a la situación, por mi no despertaba jamás.
- Amanda! – sentí el
grito y algo se activo en mi, probablemente la capacidad de respirar, Júnior y
Susana estaban a mi lado con cara de que hubiese muerto, probablemente eso
había pasado por unos minutos.
- ¡Hueona me diste el susto de mi vida! – decía Júnior parándose
desesperado del piso – qué paso? – Pregunte intentando recuperarme – estabas
dormida, Ricardo te vino a hablar porque llamaban del hospital y tu no
reaccionaste, tenias la respiración súper débil y de pronto dejaste de respirar
– lo siento – pensé que te habías tomado algo – me dijo mi hermano ya calmado y
acariciando mi mano – jamás haría algo así – ya, no me puedes culpar por
pensarlo – obvie lo que mi hermano seguía hablando e intente recordar con todas
mis fuerzas lo que había soñado, sabia con quien lo había hecho, pero las
palabras exactas, repase mi cabeza una y otra vez hasta que todo vino de golpe,
ahora quería olvidarlo.
Tan rápido como me
recupere atendí la llamada del hospital, tenía que estar ahí de urgencia, el médico
de turno había tenido un percance y yo era la única con disponibilidad
inmediata, urgencias era un caos, no llevaba ni una hora trabajando cuando me
llaman para que vaya a recepción.
- ¿Qué haces aquí, estas bien? – pregunte asustada por su presencia – tu
como estas, Susana me llamo y me contó lo que paso Amanda, estas bien? –
Paulina estaba ahí todo histérica, me causaba tanta ternura verla así de
preocupada – estoy bien, Susana no debió llamarte para que te preocuparas así –
no, tienes razón, tu debiste llamarme, tonta – dijo molesta – oye mañosa, ven
acompáñame – le dije guiándola afuera del hospital – que paso – que es la
primera vez que te pones así y me encanta – así como? – pregunto coqueta – así
enojada – dije tomándola para besarla hasta que recordé que debía volver a
trabajar – tan rápido te tienes que ir – debo ir a urgencias bonita, nos vemos
al almuerzo? – me estas invitando? – Por supuesto – entonces nos vemos en el
almuerzo.
Paulina me hacia
olvidarlo todo, me hacia tener esperanza, pero no podía decir que estaba
enamorada, ojala la vida fuera así de fácil, ojala el corazón tuviese menos
memoria que el cerebro, pero no, el corazón siempre recuerda, aunque fuese una
línea la que se escribió en el, si esa línea dice más que una historia de diez
años, es imposible borrarla.
La mañana avanzo
caóticamente, incluso habían camillas en los pasillos, urgencia estaba
colapsada como nunca, por lo que no teníamos espacio ni para ir al baño; estaba
dividida entre dos pacientes cuando una de las enfermeras me dice que alguien
pide por mí en la sala de espera, pensé que era Paulina pero me dijo que era un
familiar, lo primero que se me vino a la cabeza fue Júnior, cuando llegue ahí
estaba mi hermano al lado de un guardia esperando por mí.
- Ricardo, que paso, estas bien, Susana está bien, mamá? – ellas bien,
pero necesitamos tu ayuda – que paso? - Angie,
la hija de Lucía, se descompenso y no la quieren atender, está mal Amanda, pero
por qué no la quieren hacer pasar? – porqué dicen que está lleno y que hay que
esperar – pero está mal Amanda – la solicitud de Angie… - Fuentes – completo
Júnior mientras me dirigía al guardia que debía recibir los papeles – enseguida
Doctora – respondió el – ver por ella, pero no pueden pasar todos – si lo se,
tranquila – espere a que llegaran, cuando vi que venía Lucía claramente
nerviosa al lado de su esposo que traía a la niña en brazos claramente
descompensada – una camilla! – grite a un técnico medico que estaba ahí,
subimos a la niña a la camilla – solo puede entrar uno – les dije a ambos –
Lucia miro a Felipe, su esposo y este le indico que pasara ella, le tome los
signos vitales a la niña y estaban bastante débiles, no tarde en entrarla a una
sala y hacer todo lo correspondiente al caso, después de un largo rato logramos
entubarla y realizarle exámenes, salí a buscar a Lucia que esperaba a fuera y
profesionalmente hable con ella – que fue lo que paso – se descompenso, de un
momento a otro, ella estaba bien, estaba bien! – repitió mientras lloraba y
solo atine a abrazarla, mientras llegaban los resultados más rápidos que
pudimos tener, los mire y entendí ciertas cosas – cuando la diagnosticaron? –
llevaba tres años en remisión – el cáncer ataco el riñón, los niveles de toxina
en el cuerpo están elevados, tenemos que intervenir Lucia, pero ya, también
tendremos que dializar pero será un proceso lento, por lo pronto necesito que
den los permisos correspondientes – tú la operaras? – pregunto como si
depositara toda su confianza en mi – junto al cirujano pediatra, tu tranquila,
ve por tu esposo para explicarle los pasos a seguir.
Me desconcertaba su
presencia, me aterraba en realidad, intente ser lo más profesional posible, no
importábamos ni ella ni yo, solo la pequeña; llego con Felipe y no se veía que
fuera un mal tipo, lloraba mientras escuchaba lo que debía explicarle y no se
apenaba por ello, cuando termine de hablar se apoyo en Lucia y lloro en su
pecho hasta que se canso, yo espere ahí, paciente, altiva, como si el simple
acto de verlo abrazarla no me importara y es que no me debía importar, menos en
ese momento.
- Disculpe Señor Fuentes –
dije cuando ya se había calmado – si puede acompañar a la enfermera para llenar
el papeleo por favor, para poder proceder con Angie – si por supuesto –
respondió el y sin más la siguió. – gracias por todo – dijo Lucia cuando el ya
se había marchado – no me agradezcas y tranquila que todo estará bien – confió
en ti – dijo dándome la más linda mirada que jamás vi.
Cinco horas después
Angie era trasladada a la unidad de cuidados intensivos, serian horas criticas
para lo que estaba viviendo, era solo una niña y ahora venia lo más difícil,
comunicarle a la familia lo que no querían oír.
- Que haría la radio terapia
con ella? – pregunto Felipe buscando fortaleza en la mano de Lucía – la
radio terapia viene siendo la última opción, el cáncer previo que estaba en remisión
volvió a atacar antes de lo esperado y si, será un tratamiento bastante
invasivo, por ahora comenzara a dializarse una vez por semana, su otro riñón
aun funciona pero no en perfectas condiciones, deben saber que la radio terapia
es solo si ustedes lo desean, le alargara el tiempo de vida que aun le queda –
pero no la sanara cierto? – no Lucía, lo siento mucho, el cáncer se ramifico
tanto que solo queda tener fe – cuanto tiempo – con la radio terapia si su
cuerpo lo soporta uno o dos años, el cáncer esta en la tercera etapa, puede que
esos años se alarguen como puede ser todo lo contrario si no lo controlamos a
tiempo – por la mierda! – Grito Felipe – mi amor tranquilo – intento calmarlo
Lucia mientras lloraba – ella estaba bien Lu y ahora radio terapia, tu viste lo
que hizo la quimio en ella, esto será peor – Felipe. Es tu decisión – Lo pensó
por casi una hora y llego con la respuesta que espere daría, comenzaríamos el
tratamiento en una semana, era necesario que Angie quedara hospitalizada
durante ese tiempo y con todo mi corazón le pedí a Dios que nos ayudara a hacer
un milagro con ella.
Mi turno terminaba y olvide
por completo a Paulina, cuando fui a la sala de espera donde estaban Lucía,
Felipe, Mi hermano y su novia, también estaba Paulina ahí y de inmediato
recordé el almuerzo, tome mi cabeza mientras lo recordaba.
- Pau perdón, se me ol… - tranquila Susana ya me contó lo que
paso – dijo antes de que terminara de hablar mientras tomaba mi mano y besaba
mi mejilla, evite mirar a Lucía, tenía claro que el mismo dolor que sentía yo
al verla de la mano de Felipe, lo sentía ella al verme de la mano de Paulina y
no en aquel momento lo que menos quería era causarle más dolor por lo que solté
disimuladamente la mano de Paulina y saque mi celular para prenderlo, pero
claro ella lo noto enseguida y se fue a sentar con el disgusto en su rostro.
- Doctora – dijo Felipe parándose de su asiento – por favor, dime Amanda
– dije antes de que continuara hablando, aunque mi nombre lo hizo dar un pie
atrás y mirarme extraño – Amanda, gracias por la atención especial que le diste
a mi hija, estoy muy agradecido contigo y tu hermano, si no quizás hubiese
perdido a mi hija en mis brazos – no tienes nada que agradecer, es mi deber –
aun así muchas gracias – dijo dándome un abrazo, el que me costó responder –
creo que es mejor que vayas a verla, no podrán entrar aun, pero al menos desde
la ventana – gracias- respondió el y se separo de mi; no tenía ganas de ir a
casa, me hubiese quedado cuidando a la niña, pero necesitaba descansar, al día
siguiente tenía que doblar turno y al menos quería bañarme en mi casa, me
despedí de todos incluso de Lucía, le hice un gesto con la mano a Paulina y se
levanto de inmediato para irse a mi lado.
No existía futuro
alguno para un mundo de Lucia y Amanda, de eso no tenia duda alguna, Angie la
hija de Lucia cada vez mostraba signos de momentánea recuperación, al menos se
estaba deteniendo el avance del cáncer, por lo que últimamente podía ver a
Lucia sonreír en los pasillos del hospital; Estábamos a tres horas de ir a la
ceremonia de titulación de mi hermano, las cosas con Paulina marchaban cada vez
mejor definitivamente esa mujer me complementaba por lo que previo a partir a
la Universidad, decidí dar el siguiente paso.
- sí, obvio que si! – respondió a mi petición de pololeo besándome de
inmediato – me correrás el labial – dije con toda mi ironía – y a mí que –
respondió ella volviendo a besarme, pero aun así viéndola con la máxima
felicidad del mundo, había algo en mi interior que me decía que no tenía que
dar ese paso, algo que me pedía a gritos recapacitarlo, porque a pesar de que
me sentía feliz y tranquila, esa sensación de que “no importa lo que venga si
estas con la persona que quieres”, no existía en mi interior.
Mi madre, Susana y sus
padres estaban en el auditorio esperando a mi pequeño, pude ver en mis
recuerdos cuando era solo un enano que hacia travesuras, como fue creciendo y
se volvió más grande que yo, ya era todo un hombre y estaba a punto de entrar
al mundo profesional con todas las de la ley, llego a la meta y eso me llenaba
de felicidad. Al parecer lucia quería estar presente pero Angie no la había
dejado marcharse, esa niña era lo más importante en su vida, por donde se les
mirase aquello se podía ver y es que a veces el lazo afectivo es más fuerte que
el de sangre.
Paulina jugaba con mis
dedos mientras pasaban otros titulados, podía ver su mirada pegada en mi
rostro, como asegurándose de que estaba ahí, con ella y no con alguien más, al
menos en presencia lo estaba. La ceremonia fue larga y emotiva, al momento de
llamar a mi hermano fue mi madre a entregarle su diploma, era inevitable no
derramar un par de lágrimas por su logro y faltaba tan poco para que se casara
que una extraña sensación de vacío me invadió, era como si en parte lo perdía,
ya no tendría a nadie que me sacara de la pieza en mis momentos de depresión o
que corriera a mi pidiendo ayuda de cualquier tipo, volvía a estar sola, hasta
que se me cruzo una loca idea, de esas que hay que meditar antes de aceptarlas.
La ceremonia estaba por terminar cuando Susana sale corriendo de la
sala, Paulina fue con ella para asegurarse si estaba bien, cuando volvió… que
difícil afrontar ese tipo de situación – me voy de inmediato al hospital – me
dijo Susana – te acompaño – le dije mientras la calmaba – pero Ricardo – tienes
razón, le aviso y nos vamos contigo – corrí hasta donde estaba mi hermano y
apenas se lo dije se paro sin que le importara el protocolo, corrió a abrazar a
Susana y salimos a toda velocidad al hospital, en el camino Susana lloró y mi
hermano con ella, Paulina manejaba y yo miraba por la ventana imaginando como
estaría Lucía, con ganas de estar con ella, apoyándola, más que mal Angie había
sido su hija.
No querían dejarlos
entrar a todos en la entrada, pero el jefe de seguridad era conocido, su mujer
alguna vez estuvo en mi quirófano, basto que lo mirara para que nos dejara
pasar, casi en cámara lenta entramos a aquella sala, Felipe sentado en el
pasillo con sus manos en la cara y Lucía de pie a su lado con la cara empapada
en lagrimas y entonces paso lo que nadie vio venir, ni siquiera yo.
Lucía camino casi sin levantar sus pies del suelo, mirándome fijamente
sin desviar su mirada, ni mirar a nadie más, por un momento temí por aquel
rostro, y contrario a lo que esperaba – Se fue Amanda, se fue! – grito mientras
buscaba cobijo en mis brazos, tarde tres segundos en reaccionar a aquella
búsqueda de protección, a esa necesidad de consuelo, la radie con mis brazos y
no pude contener las lágrimas, me dolía en el alma verla así, sentí lo que ella
sentía, había partido su hija, la razón por la que a diario la veía sonreír,
“es su razón de vivir” había dicho antes Susana en el auto, podía sentir como
algo en ella se apagaba –Abrázame fuerte – fue lo único que descifre de una
serie de palabras que me había dicho entre aquel desconsolado llanto y respondí
a su pedido de inmediato. Felipe se levanto del piso y se dirigió a nosotros –
no la dejes sola, por favor – me dijo mientras tocaba mi hombro – iré por su
ropa y a realizar los trámites que corresponden – voy contigo, dijo el papá de
Lucia que nos había seguido en el carro junto a su esposa – gracias – le
respondió el; Felipe partió y fue cuando reaccione a las miradas de Susana y
Paulina, mi madre estaba sentada con la mirada perdida, se que entendía el
dolor que debían sentir y Ricardo sujetaba la mano de Susana, imaginando la
duda que esta tenia, pero aquellas dos me miraban inquisitivamente y es que
nunca nos habían visto si quiera hablar, ni siquiera cuando visitaban a Angie,
que íbamos a hablar si el simple sonido de su voz hería y ahora ahí estaba
buscando consuelo en una desconocida, al menos para ellas. – Lu, ven sentémonos
– le dije evitando mirar a mi cuñada y mi reciente polola, Lucía no se quiso
despegar de mi pecho y solo avanzo, se me partía el corazón de sentir como
sufría, me imagino cómo se sentía ella – Lucí, que fue lo que paso – le
pregunto Susana a los pies de donde estábamos, pero Lucia solo oculto su rostro
en mi cuello sin responder absolutamente nada y así se quedo por casi dos horas
en las que evite cualquier tipo de contacto visual con Paulina o Susana hasta
que Felipe regreso a esperar que entregaran el cuerpo de Angie, por un momento
pensé que se alejaría de mi, pero al contrario sorprendiéndome una vez más tomo
mi mano mientras se sentaba correctamente – fuiste a la funeraria? – le
pregunto con una voz distorsionada por todo aquel llanto – si, también a la
iglesia y traje su vestido rosa y su maquillaje – no, la maquillare con el mío,
ese le gustaba porque era de grande – dijo aquella última línea volviendo a
llorar, Felipe le dio un beso en su frente y se dio la vuelta evidentemente en
lágrimas – tengo presentar los papeles para ver en cuanto rato nos la devuelven
– dijo mientras se marchaba, mientras que Lucia seguía atada a mi mano y
llorando en mi hombro que evidentemente estaba empapado y yo por más que hubiese
preferido levantarme de ahí, no quería hacerlo, poder abrazarla para
aliviarle un mínimo su dolor, era superior a cualquier otro sentimiento.
- Nosotras iremos por ropa –
dijo Susana parándose con Paulina – Amanda quieres algo de casa, puedo traerte
ropa – me pregunto Ricardo de su lado – no tranquilo, luego voy a casa – respondí,
pero en aquellas palabras hicieron reaccionar a Lucia, la que de inmediato alzo
su rostro pidiéndome sin decirlo que no me alejara de su lado – tráeme algo del
tercer cajón en mi cómoda - ok – respondió Ricardo caminando en frente con mi
madre – Lucia porque no te vas a cambiar, aun no la entregaran – dijo Susana
mirándola con lastima – no, me puedo cambiar aquí, por favor – bueno –
respondió Susana adelantándose a Paulina – te quedaras entonces – dijo
intentando no sonar desubicada y es que la situación no lo ameritaba – si Pau,
hablamos después bueno – dije con el más dulce tono, no era justo con ella
darle mi atención a otra mujer, fuese cual fuese la situación – tranquila – respondió
guiñándome el ojo y besando mi mejilla para alejarse por el pasillo, nos
habíamos quedado solas – gracias – me dijo desde mi hombro – no me agradezcas –
si, si no fuera por ti estaría en el suelo en estos momentos – no Lu,
tranquila, yo estaré aquí todo lo que me necesites y para Felipe igual – te
puedes quedar a mi lado hasta que esto acabe – si Lu, yo puedo.
Lo siguiente paso en un
abrir y cerrar de ojos, era más que desgarrador sentir como el dolor emanaba de
ella, la entrega del cuerpo, la funeraria con sus frías practicas y la llegada
a la iglesia, todo paso sin darnos cuenta, luego comenzó a llegar su familia,
la familia de él, todo seguía el curso normal de las cosas y yo ahí, entre
Lucia y Felipe, el que en ningún momento se mostró molesto por mi presencia, al
contrario me agradecía a cada rato por no dejar sola a Lucia, transcurrió la
noche y la mañana y era el momento de lo más difícil, aquello que nos recuerda
que ese ser que tanto amamos ya no está, lo que nos trae de vuelta a la realidad
a poner los pies en la tierra y en aquel momento lo único que más deseamos es
irnos volando con ellos, pero hay cosas que no son posibles.
Después de despedirnos,
no la volví a ver por una semana, no supe de ella, ni siquiera la llame, a
pesar de querer llamarla con todas mis fuerzas, que supiera que yo estaba ahí
para ella, pero no correspondía, no era justo para nadie externo.
- Has hablado con ella? – pregunto Ricardo mientras se sentaba a mi lado
cuando leía un libro – no – respondí – y Paulina? – a la noche viene a casa –
te preguntó algo? – por Lucía? Nada – dije respondiendo mi pregunta – Susana me
estuvo interrogando – sobre que – sobre que tu y ella parecían dos personas que
se conocían de toda la vida y no es así – tu sabes que si lo es – sí, pero como
le explico yo eso a mi prometida – de la misma forma que te lo explique yo a ti
– si pero a Lucia le corresponde decir su verdad – tú… sabes cómo está – sola,
no quiere ver a nadie, Felipe se fue al campo y ella se quedo en un
departamento que tienen acá, ni siquiera ha querido recibir a Susana, solo se
comunica por mensajes de texto – ah – fue lo único que pude responder, acaso
podía decir otra cosa? – llámala Amanda – no puedo – si puedes, no quieres que
es distinto – quiero, créeme que quiero – y entonces – Paulina, te olvidas de
ella? No es justo para ella y se que si la llamo la idea de ir a verla vendrá
de inmediato y con ella las ganas de que ese “algo más” estarán explicitas –
ya, ya, te entiendo, pero es que tu tienes esa conexión con ella y he visto tan
mal a Susana que no puedo ayudarla de otra forma – dijo torciendo su labio en
señal de descontento, pero por más que yo quisiera hacer caso a su petición mis
razones para no hacerlo seguían siendo más fuertes.
Ricardo se había ido
hacía un par de horas y el sonido de la puerta me confirmaba que Paulina ya
estaba aquí, aun así extendí al máximo mi traslado hasta la puerta, porque por
más que estuviese bien con ella, por más que supiera que con ella existía un
futuro tranquilo, sin dificultades ni grandes fracasos, ella era la salida
fácil a ese sentimiento que mantenía encerrado en alguna parte de mi.
- Hola guapa – dijo a penas la puerta se abrió – hola preciosa –
respondí con la misma sonrisa que antes me había dado – traje helado y unas
películas – veo que la señorita viene preparada – dije recibiendo lo que traía
– siempre preparada – respondió mientras preparábamos todo para sentarnos al
frente de la pantalla.
No sé ni cómo ni en qué
momento, los pequeños besos que nos dábamos de vez en cuando comenzaron a subir
de tono, ya no eran simples besos, eran besos que involucraban manos, caricias,
abrazos interminables y de seguir así seria la primera vez que pasara algo más
que solo besos con ella, pero por más que quise pararla, por más que no quería
que pasara, era lo normal que debía pasar luego de tanto tiempo de relación, de
hecho debió haber pasado hace mucho, pero si no era una cosa, era otra y al
final siempre quedábamos a medias; Ahí estaba con la misma sensación de
siempre, con las ganas de detenerme mientras mi cuerpo actuaba diferente, pero
mi cabeza seguía consciente, sentía que la estaba engañando a ella y a mi,
porque por más que me quise entregar en alma, solo le entregue mi cuerpo, para
después de una oleada de caricias, terminar sin sentimiento alguno, pero el
vacío que existía adentro era tan grande como la docena de veces que dormí con
alguna mujer solo por pasar la noche y esta no debió sentirse así, porque a esta mujer yo la quería y la respetaba,
aunque nada de eso fuese suficiente.
La mañana llego y nos
encontró a ambas en el sofá, desnudas y cubiertas por una delgada sabana, el
sonido de la puerta me hizo despertar y solo atine a decir “para” en un grito,
antes de que Ricardo viera una imagen que no querría ver jamás en su vida “ok,
paro” dijo cerrando la puerta y riendo a carcajadas mientras lo hacía, Paulina
corrió al cuarto llevándose la sabana y me dejo ahí para recoger la ropa sin
nada encima “si entras te mato” le grite a mi hermano que acababa de preguntar
si ya podía entrar. Me demore en encontrar todas las prendas desparramadas
frente a la tele y desde el cuarto le grite que ya podía pasar.
- Bien no – le dije a Paulina que
reía avergonzada desde mi cama – perdón cariño pero es que fue lo primero que
atine a hacer – no hay perdón que valga – dije cubriendo mi cuerpo con una
toalla para entrar a bañarme – no me invitaras a la ducha – la mirada que me
dio en aquel momento me causo entre ternura y risa – quieres? – Quiero - dijo
parándose completamente desnuda y entrando al baño conmigo, si había algo que
no podía negar, era que el cuerpo de Paulina era perfecto, digno de una modelo.
Sin que pasara otra
cosa que ducharnos, terminamos la ducha entre risas y travesuras, nos secamos,
nos vestimos y salimos, Ricardo esperaba en la sala, con una sonrisa picara en
su rostro y con una mirada de lastima a la vez y entonces recordé lo que el me
había dicho una vez, que el ser humano siempre se volvía a enamorar, pero
porque yo no me puedo enamorar de Paulina?
A menos de una semana
del matrimonio, mis deberes como padrino estaban más presentes que nunca y
entre ellas estaba la despedida de soltero, aunque esta seria total y
completamente fuera de lo común, porque los novios habían rogado que fueran
juntos, a lo que todos encontramos disparatado, pero era lo que querían, el
único problema, al menos para mí, era que la madrina de Susana era Lucia y
teníamos que prepararlo todo juntas, aunque lo complicado de aquello, era que
Lucia ni siquiera pretendía hacerse presente en los preparativos.
- Yo creo que deberías ir a sacarla de su departamento, Felipe vino por
el fin de semana y dijo que no volvería hasta la boda – tú crees? – si, claro –
no sé porque me tinca que esto de la despedida de soltero slash soltera lo
planeaste tu, para que tuviese que trabajar con ella – haber y que interés
tendría yo en que eso pasara? – No sé, dime tu – tu solo ve por ella, que
quiero que sea la mejor fiesta de nuestras vidas – Júnior, te recuerdo que yo
estoy con Paulina – si, dime porque sigues con ella? Se nota a leguas que no
están enamoradas – que me dijese que yo no lo estaba era una cosa, pero que a
ambas se nos notara ya cambiaba el orden de las cosas – y eso a que viene? – en
confidencia de hermanos te diré lo que se me conto en confidencia de novios – a
muy bien – Según Susana, Paulina no está enamorada de ti, que le gustas y
mucho, pero que no pasa de eso, no existe una seguridad en ella para sentirse
enamorada – oír ello me quitaba un peso de encima, el pensar en que ella estuviese
enamora y yo no, me alteraba, no podría hacerle daño – y que harás ahora que
sabes eso? – que voy a hacer, Júnior Lucía está casada y no hay nada que pueda
hacer con aquello – allá tu, lo único que te advierto es que si no haces algo
pronto te vas a arrepentir, actúa antes de que la mina se vaya al campo con el
marido, si no se ha ido es porque está esperando algo – deja de hablar hueas y
termina de desocupar tu pieza – dije ya enojada por todo lo que decía.
Luego de obviar la
sugerencia de mi hermano, la que me llamaba ahora era Susana, suplicándome que
fuera donde Lucía, con dirección y todo, mientras mi respuesta había sido un “qué
puedo hacer yo Susi si tú no has podido sacarla” y su respuesta bloqueo mi
habilidad de hablar “Amanda, tu eres la Amanda de sus sueños, la que toda su
vida llamo a escondidas, la que firmo en todos sus cuadernos y por la que mis
padres la enviaron al campo, tu eres su Amanda, me costó recordar cual era ese
nombre que tanto le oí decir cuando yo era una niña, pero Amanda, su mirada me
lo confirmo, porque su mirada cambia cuando está contigo y de eso no me cabe
duda” “Por favor Amanda, te lo pido y no por la boda, sino por ella, porque ya
la he visto así antes y no puedo verla así una vez más” corte su llamada sin
contestar nada, mi cabeza no era capaz ni de ordenarle a mi cuerpo que se
moviera.
Cuanto tiempo se puede
pensar y repensar algo, cuantas veces se pude cuestionar lo mismo, una, cinco,
diez, mil veces? No lo sé, no conté nada, solo sé que llego la noche y estaba
afuera de una puerta en un departamento que no era el mío, a punto de que
fueran las doce de la noche y con la duda intermitente entre tocar el timbre o
no tocarlo, cuando por un impulso que no alcance a contener apreté el timbre y retrocedí
con la clara intención de irme, o ella estaba aferrada a su puerta o yo perdí
mi capacidad de actuar y retrocedí en cámara lenta.
- Hola – expulse aquella palabra
como si la hubiese tenido atorada en mi boca – que haces aquí? – pregunto sin
responder mi saludo – puedo pasar? – para que? – te molesta que haya venido? –
pregunte una vez más para seguir con la secuencia de preguntas que habíamos
tomado – no, pero, como sabes que vivo acá? – tu hermana, me harás pasar? – lo
siento – dijo agachando su cabeza mientras cerraba su puerta y me dejaba ahí,
sin entender que demonios le pasaba conmigo. – Lucia abre! – dije desde afuera
intentado no alzar mucho a voz, pero mis intentos no hacían efecto alguno – si
no quieres hablar conmigo, está bien, pero tengo que entregarte algo – dije
como última medida – hazlo y vete por favor – dijo abriendo la puerta con un
paño de lágrimas en su rostro, no alcanzo a reaccionar cuando ya estaba dentro
de su departamento. – No me voy a ir – dije mientras me miraba desconcertada,
me acerque a cerrar la puerta y luego la abrace, la abrace con tantas ganas que
mi alma se ato a ella una vez más, pero Paulina deambulaba como alma ausente en
una habitación donde debimos haber sido solo ella y yo, con nuestra penas y
frustraciones, sin embargo ahí estábamos atentas al sonido acelerado del
corazón de la otra, buscando en algún rincón un poco de paz.
Un capítulo muy emotivo. Felicidades tobilu, eres una excelente escritora...quedar atrapada por tu historia es algo común.
ResponderEliminarmuy bonito capitulo,muy triste ,me encanta como escribes,lo unico que te puedo decir es que eres una de mis autoras favoritas, besos
ResponderEliminarUn hermoso y triste capítulo, me hecho llorar un mar de lágrimas... pude imaginar el dolor de las protagonistas. Muchas gracias por el cápitulo, esperaré el siguiente con mucho más ganas!.
ResponderEliminarMuy buen capi, espero el siguiente pronto, podrias separar los dialogos por renglones y no juntarlo en todo un parrafo??
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