Ahí, donde soliamos reunirnos V
Como prometerte a ti
misma algo que es imposible cumplir, no porque no lo desees con todas tus
fuerzas, sino porque no puedes dejar de ver a esa persona en contra de tu
voluntad, los días pasaron y comenzó toda la parafernalia del matrimonio,
Júnior se titularía en cuatro meses de Ingeniería Comercial y como era adorado
por su suegro hacia dos años que trabaja en su empresa y estudiaba al mismo
tiempo, así la volví a encontrar, nuestros hermanos se habían comprometido y
las familias se tenían que crear uniones, la primera comida evite mirarla, los
evite con tantas ganas que el mundo entero se daba cuenta que la evitaba y
mientras más yo desviaba mi mirada, ella insistía en buscarla, sin decir nada,
sin siquiera intentar buscar una conversación, nada. Un mes después ya estaba
lista la fecha, sería un mes después de la titulación de Júnior, en casa de
Susana nadie lo llamaba así, ni mi madre lo llamaba así, solo yo; Junior me
pidió que saliéramos a comer, solo él y yo, algo estaba pasando y yo esperaba
que no fuera malo.
- Deja los rodeos y habla de
una vez – le dije a mi hermano luego de su incapacidad de ir al grano – es que
en diez minutos llegara Susana con una amiga – como? – es que Susana le hablo
de ti a una amiga que igual está soltera y como le gusta hacer de Cupido vienen
ahora para acá – y tú me dices esto ahora? – es que si te decía en casa no ibas
a aceptar – y claro que no voy a aceptar, tu sabes que ahora no estoy en
condiciones de conocer a nadie – Amanda, por favor, nunca has estado en
condiciones, siempre sales por una semana y terminas por que estabas esperando
al amor de tu vida, adivina qué, el amor de tu vida no te espero, llego a tu
vida y te dejo hecha pedazos sin siquiera ofrecerte una oportunidad, así que
deja esa actitud que las cosas con Lucía nunca podrán ser.
Aquellas palabras me
dejaron en blanco, no había nada que responder a eso y de pronto las ganas de
llorar que había tenido por meses retenidas se pensaban soltar de una forma
ordinaria en lugar en que estábamos, me pare sin siquiera pedir disculpa y fui
al baño, pude sentir con mi hermano me seguía, pero no estaba enojada con él,
estaba enojada conmigo, porque en el fondo y en contra de lo que mi razón
decía, aun tenía una esperanza, escondida, oculta incluso de mi y en ese
momento la esperanza que tenia había muerto.
Capitulo 4: Hasta que la muerte nos
separe.
“Hay
algo más importante que tu y que yo, somos tu y yo. Juntos somos lo que la
pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi corazón,
amor mío, con cuerpo, alma y amor.” – Cartas de Amor, Pablo Neruda.
Junior golpeaba la
puerta pidiéndome que saliera y mi cara se había desfigurado en lagrimas, mi
maquillaje se había corrido completamente y por un segundo me mire y me reí de
aquello, abrí la puerta Junior entro con cara de arrepentimiento y al ver que
reía, el rio conmigo.
- No debí decir las cosas así – no debiste decir las cosas aquí y no
debiste hacer las cosas por mí, pero todo lo que dijiste es verdad y ahora me
tienes con esta cara cuando me traes una cita a ciegas, no tengo que
preocuparme por que se interese por mí, así quien se interesaría – arréglate
será mejor, das lastima – dijo riendo.
Entre los dos intentamos
arreglar el desastre que era mi rostro y aunque lo logramos las huellas que
dejaron las lágrimas en mis ojos eran imposibles de maquillar, no podía quitar
aquel rojo aguado, pero según mi hermano estaba perfecta y eso bastaba.
“ya llegaron” dijo Junior
al salir primero que yo del baño, acto que llamo bastante la atención, la gente
no tenia porque saber que aquel joven apuesto era mi hermano. De camino a la
mesa solo podía ver la cara de Susana, no sabía que esperarme de aquella cita a
ciegas, no quería esperarme nada; mi hermano saludo y se disculpo por no estar
presentes “cosas de hermanos” dijo antes de presentarme a una muchacha que
cumplía con todos mis gustos físicos, su cabello era naranjo natural, su cara
estaba decorada por hermosas pecas, sus labios pequeños, delicados, su rostro
en si llamaba mi atención, más de lo que hubiese querido.
- Amanda, Paulina; Paulina, Amanda – Dijo Junior indicándonos a cada una
– un gusto – esbozamos ambas tendiéndonos la mano – Estas bien? – Me pregunto
Susana casi al oído – si tranquila, está todo bien – respondí de inmediato.
Intente ser yo, intente
no pensar y relajarme, intente hasta que logre despojarme de todo, la noche
termino siendo entretenida, Paulina era todo lo que buscaba en una mujer,
graciosa, inteligente, culta, era todo menos… ella.
- Nos disculparan, pero tenemos que irnos – dijo Susana levantándose en
compañía de mi “querido” hermano, dejándome a solas con Paulina – Justo ahora
que lo estábamos pasando tan bien – dijo Paulina – pero te dejamos en buena
compañía Pau – añadió Júnior mientras se despedían rápidamente y salían del
restaurant, me volví a sentar, mire a Paulina y todas las palabras de Júnior
vinieron a mi cabeza y me dije a mi misma, por qué no – No sé tú, pero a mí ya
me aburrió este lugar – sinceramente a mi igual – te gustaría ir a tomar una
copa a algún otro lugar? – pregunte atrevidamente – me encantaría – respondió
mirándome fijamente, no hubo que darle más vueltas al asunto solo salimos de
ahí.
Ella había llegado con
Susana así que nos fuimos en mi carro, la lleve a un Bar bien céntrico, al
primer Local nocturno que fui alguna vez, la verdad me encantaba aquel lugar;
de camino hablamos de todo y de nada a la vez, no fue una conversación fluida,
más bien eran risas y comentarios a la deriva, al llegar nos sentamos en un sector
reservado, bastante lúgubre pero rico para compartir sin ser molestado, de
fondo Sade endulzaba nuestros oídos mientras esperábamos a la camarera que nos
tomara el pedido.
- Recomiéndame algo tu, siempre tomo lo mismo y me tiene aburrida – decía
Paulina mientras veía la carta – Dos whisky espumoso, por favor – dije cerrando
la carta y devolviéndola.
- Whisky espumoso? – pregunto ella - es rico, te va a gustar – respondí
– y ahora que estamos solas, háblame más de ti, que el único que hablo toda la
noche fue tu hermano – de mi, que te puedo contar, mi nombre ya lo sabes – dije
sonriéndole – tengo veinticinco años, estoy haciendo mi residencia en cirugía,
me apesta hablar de trabajo y soy un poco tímida – eso ultimo no te lo creo –
es verdad, me cuesta esto de comunicarme, cuéntame de ti ahora – Me llamo
Paulina, por si no lo sabías, tengo veintidós años, deje de estudiar hace un
año y no pretendo trabajar hasta el próximo y acabo de darme cuenta de que me
gustas – aquello me sonrojo bastante más de lo que creí – y está claro que tu, tímida
no eres – para nada, ves somos diferentes, eso es bueno – es bueno? – Siempre,
que fome estar con alguien igual a ti, le quita lo sorprendente a la vida – su
mirada y sus palabras me tenían perdida, en aquel momento llegaron nuestros
tragos y volví a la realidad – te gusto? – Pregunte cuando termino de probarlo
– bastante – me alegro.
La noche siguió y no sé
si fue la música o el tono de su voz, quizás el color de sus labios lo que me
llevo a darle un beso y a pesar de que Paulina era perfecta, aun cuando aquel
beso había sido de otro mundo, no se comparaba con el beso que me había
marcado, definitivamente no tenia como escapar de Lucía incluso cuando la
sacaba de mi cabeza, pero si me aferraba a la realidad, si alguien podía
ayudarme a olvidarla era Paulina, por feo que sonase ella era mi mejor opción.
- y a ti quien te convenció de que eras tímida – dijo Paulina
recuperándose de un largo y fogoso beso – eso Paulina, es lo que te producen
tres Whisky espumosos, te quitan por
completo la timidez – su sonrisa era tan linda, la mire una y otra vez y la
volví a besar, en aquel preciso beso, rogué a las fuerzas que rigen la vida
enamorarme de aquella mujer.
Después de aquello me
saco a bailar “No ordinary love” sonaba a todo volumen, y la letra resonaba en
mi cabeza y a pesar de estar con ella bailando no podía dejar de pensar que era
la canción perfecta para ese amor que no tenía nada de ordinario, para aquella
mujer que sin siquiera haberlo entregado me había quitado todo el amor que tenía
cuando reaccione en aquel baile, ya estaba llorando.
- Te hicieron tanto daño? – Pregunto
limpiando mis lágrimas – no, el daño me lo hice sola – y ahora? – pregunto como
queriendo saber que pasaría – ahora veremos qué pasa – con nosotras? – me crees
si te digo que es la primera vez que intentare que algo resulte en mi vida – te
creo – pues dejemos que las cosas fluyan – volvió a besarme una vez más,
delante de todo el mundo y nada importo hasta que termino la noche.
Llego la hora de
marcharnos y la deje en su casa, baje con ella y en la puerta le entregue un
beso, no me pregunto si quería pasar ni yo insinué el querer hacerlo, en un
punto me sentía feliz, tranquila y esperaba que el fantasma de Lucía saliera de
mi, pero nada es perfecto, al llegar a casa la encontré ahí, sentada a la
entrada del departamento, con la mirada no se donde, perdida, asustada; quise
dar la vuelta y arrancar, desee que Paulina me hubiese invitado a pasar, sin
embargo me acerque a ella con el miedo latente.
- Que haces aquí? Paso algo?
Estas bien? – pregunte sin darle espacio a una respuesta inmediata – podemos hablar?
– la invite a pasar, quise abrazarla, decirle que estuviera tranquila porque en
el fondo ella no me había hecho nada, fui yo quien llego tarde a su vida que ya
estaba armada.
Entró y le prepare un café,
no sabía desde que hora había estado fuera del edificio, ni cuál era el motivo
de su llegada, algo dentro de mi pedía a gritos el que hubiese dejado a su
marido, pero como siempre nada era tan perfecto, porque habría de tratarse de
eso.
- Como estuvo tu cita? – pregunto desde el sofá y mis dudas comenzaban a
aclarase, arquee mi ceja y no supe que responder, tenia ella acaso el derecho
de saber esa respuesta? – Lucía a que se debe tu visita y a esta hora – y en
aquel momento comenzó su monologo – Hoy estaba en casa de mis padres, me quedaría
con ellos esta noche, Susana se comenzó a arreglar cuando llego una amiga, no
la conocía, pero sin querer comencé a escuchar su conversación, en cómo estaba
impaciente por conocer a la cuñada de su mejor amiga, que por fotos se veía que
era preciosa, que ojala y conectaran – en aquel minuto mi mirada solo apuntaba
el suelo, puse mis manos en la cabeza y me dedique a oír sin decir nada – “te
imaginas y nos enamoramos, nosotras que somos como hermanas con ellos que son
hermanos” la oí decir fuerte, con emoción y no quise oír más, no quise saber
más, por qué quien soy yo Amanda? En tu vida no soy nadie, pero tú en la mía
siempre fuiste mi sueño constante, porque no importaba como hubiese sido mi día,
sabía que si te veía en mis sueños el nuevo día sería perfecto, pero aun así no
soy nadie, nadie para reclamar, nadie para lanzarte estos celos que me queman,
me queman Amanda, de saber que existe la posibilidad de que ella siquiera roce
tus labios, los labios que me hicieron entender que no tenía idea de lo que era
besar hasta entonces, que te bese, que te toque, que te enamore, porque tienes
todo el derecho de hacerlo, tu eres libre – a diferencia de ti – dije pensando
en voz alta – ves? No soy nadie para estar aquí, perdóname – que es lo qué te
tengo que perdonar, me hiciste ver desde un principio que había alguien más,
pero aun así, nunca fuimos algo, no existió un compromiso entre tú y yo, tu no
me engañaste ni me mentiste, porque Lucia no había cabida para eso sí ni
siquiera nos conocemos – yo te conozco – dijo levantándose en dirección a la
ventana – te conozco desde que era una pendeja que no tenía idea de la vida, se
que cuando tienes miedo haces tronar tus dedos, sé que cuando estas alegre tienes
un brillo distinto en tus ojos e incluso se ponen más claros, estoy segura de
que cuando quieres besar a alguien te muerdes el labio inferior y lo sé porque
cada vez que me miras lo haces, cuando estas confundida evitas mirar a los
ojos, es todo lo que necesito a saber de ti, no me interesa saber cuáles son
tus gustos ni musicales ni de películas, no quiero saber cuáles son tus malas
costumbres porque estoy segura que amaría una y cada una de ellas, no necesito
saber cuáles son tus virtudes por que se que son muchas ni mucho menos quiero
conocer tus defectos porque lo que para ti pueda ser un defecto para mí se convertirá
en virtud, Amanda – Lucía – Lucía, Lucía, Lucía – dijo enojada una y otra vez –
Lucía nada, sé que no te debo nada ni mucho menos tu a mí, pero me siento como
si hubiese traicionado al amor de mi vida casándome con otra persona – no has
traicionado a nadie, ni tampoco lo harás – me miro detenidamente y se acerco
hasta mi – no, no lo haré, no lo engañare, es el hombre con el que me case, fue
el único que traspaso mis barreras cuando creía que nunca encontraría un… -
Amor? – sí – respondió con vergüenza – y que pasa si ahora soy yo quien quiere
comenzar algo con la única persona que podría hacerme olvidarte – no quiero que
me olvides – en cambio yo lo único que quiero es arrancarte de mí, porque si
nunca te hubiese conocido habría sido más fácil, sin saber que existes, sin
saber como saben tus labios o cual es el sonido de tu voz, porque la ironía más
grande es que conociste a alguien previo a mí, no tuviste una parte de ti que
quisiera esperarme, en cambio yo te hubiese esperado por toda mi vida.
No dijo nada y yo me arrepentí
de haber dicho aquello, hablo la rabia que tenia por la injusticia de la vida,
no hablo todo el sentimiento que tenia dentro, por qué ella era el amor de mi vida
y de eso no tenia duda alguna, pero también era mi desamor.
- Cuando te esperaba afuera, mientras imaginaba en dónde estabas y con
quien, analice mi vida y la tuya, por un momento sentí que te conocía de otra
vida, que quizás éramos viajantes de tiempos y este era la época en las que nos
tocaba sufrir – y donde está el consuelo o la solución en eso – pregunte mientras
se acercaba a mi – a que espero que en la próxima época nos toque la felicidad –
respondió tocando mi mejilla y alejándose de mi de inmediato en dirección a la
puerta – sabes lo que más rabia me da – dije antes de que saliera por aquella
puerta mientras ella esperaba una respuesta a mi propia pregunta – que ni
siquiera tengas el valor de dejar la vida que conoces por mí, porque siempre he
oído que los grandes amores se sacrifican por amor y tu ni siquiera lo
intentas, porque si me dijeras en este momento “Amanda espérame que yo
desarmare mi vida por ti, solo dame tiempo” te esperaría aquí inerte aunque te
demoraras diez años en hacerlo – y a ti quien te dice que no me estoy
sacrificando por amor, estoy sacrificando “mi amor” – concluyo mientras se iba
y daba un golpe tan fuerte que seguía resonando aun después de su partida, pero
en mi alma.
estas empeñada en hacerme llorar verdad? que triste,el destino asi es , cuando crees que ya encontraste a la persona con la que te gustaria pasar el resto de tu vida, hay algo que lo impide, en fin escribes precioso, espero la continuacion. besos
ResponderEliminarNunca es mi intención hacer llorar, gracias por leer y comentar, es gratificante leer sus comentarios :)
EliminarUuuhhh que capi tan bueno, espero el siguiente pronto, que cosas de los amores un tanto prohibidos, pero apoyo Amanda... Lucia sigue casada y no hace nada por querer estar con Amanda, entonces que mejor no la moleste y se vaya por donde vino XD
ResponderEliminar"Estoy enamorada de una escritora que no es de Argentina y de la que no le sé su verdadero nombre". - Le confesé a un amigo... Y sólo logré que de riera mucho :| Y lo entiendo jaja, pero te aseguro que leer cada uno de tus relatos provocan en mi sentimientos muy parecidos :L Admiro tu manera de expresar los sentimientos de cada protagonista a través de un texto. Sos capaz de provocar lágrimas, sonrisas, dolor, amor y todo lo que ellas viven, y eso me encanta <3 Un besito, querida Tobilu. Espero con ansias el próximo capitulo.
ResponderEliminar"Acuéstate... intenta no llorar... llora :'(", me has sacado las lágrimas, cada vez me encanta más este relato. Esta es una de las mejores maneras de transmitir los sentimientos, mediante la escritura y lectura. Una vez más gracias por el capítulo :).
ResponderEliminarLa carga emocional es tu firma...Saber hacer sentir a los demás aquello que deseas trasmitir es un don que pocos escritores poseen y tú, querida, perteneces a ese selecto grupo.
ResponderEliminarGracias por permitirme disfrutar de la experiencia de leerte.
Hermoso.
ResponderEliminar¡Ay por Dios! no me van a aquedar lagrimas para los próximos capítulos.
ResponderEliminarComo siempre, es un placer leerte. Admiro tu capacidad de redacción, ese don que tienes para hacer que las palabras se hagan emociones, de sentirme casi parte de la historia, de estar sufriendo junto a Amanda.
ResponderEliminar"sentí que te conocía de otra vida, que quizás éramos viajantes de tiempos y este era la época en las que nos tocaba sufrir – y donde está el consuelo o la solución en eso – pregunte mientras se acercaba a mi – a que espero que en la próxima época nos toque la felicidad" ... tú historia me toca tan profundo que es inevitable no sentir ... es inevitable no esperar esa otra vida, ese otro viaje de mi vida para poder tenerla a mi lado y que nos toque la felicidad ... ojalá la vida fuera tan sencilla como esperar unos capítulos más para el final feliz. Excelente tu relato.
ResponderEliminarKamzoe