Ahí donde solíamos reunirnos IV

Salí del baño con la idea de terminar aquel desayuno de la forma más alegre posible, obviar el hecho de que había oído que ya estaba tomada, me senté con una sonrisa en mi rostro y note su mirada cabizbaja, la mañana había empezado bien y no sería por mi causa que terminara de mala manera.
- Que es todo esto – dije haciendo alusión a la comida que había en la mesa – el desayuno especial de la casa – respondió con una fingida sonrisa, mucho más actuada que la mía – y por donde empiezo? – Prueba esto – dijo dándome de su mano una tajada de manzana con una crema rosa, el sabor de la crema era tan exquisito como el hecho de que me diera la manzana en la boca – te gusto? – Bastante – respondí.

Era imposible tener apetito para comer todo lo que había en esa mesa, mientras comíamos olvide todo, disfrute como hace mucho tiempo no lo hacía, reímos, coqueteamos, vivimos por casi cuarenta minutos que nos demoramos en comer, cuando habíamos acabado me invito a caminar por los alrededores, íbamos saliendo del lugar cuando su celular sonó, volví a la realidad de un salto extremo, su cara me hizo comprender que el sueño había acabado de golpe, “perdón” dijo mirándome con vergüenza, mientras se alejaba a contestar, no escuche su conversación, no porque estuviese demasiado lejos, sino porque me rehusé a saber lo que decía, no tardo en regresar a mi lado.
- De vuelta a la realidad? – pregunte mientras caminaba a su lado, sin levantar mi cabeza – Amanda, yo… - tu nada Lucía, terminemos esta mañana que ha sido maravillosa, al menos para mí – para mí también – respondió tomando mi mano, no quería mirarla a los ojos, había evadido aquello por mucho  rato, pero su mano acariciando la mía hacia que mi cabeza perdiera el control de todo – Amanda, jamás pensé que te encontraría en aquel café, mucho menos que hablaría contigo en aquella playa y que sentiría todo lo que sentí, aquel día le deje todo al destino, me prometí que no te buscaría y me convencí de que era lo mejor dadas las circunstancias, pero ahí estaba sentada en el Box de un hospital cuando escuche tu voz y sin duda supe que eras tú, deje de pensar, el destino te seguía poniendo ahí en mi camino, tal vez era hora de actuar – pero – dije atenta a la pausa que hizo en sus palabras – pero no sé cómo actuar y no sacudir mi vida de paso – no quiero que me expliques, no quiero saber, no corresponde – pero yo necesito explicar, siento que te lo debo – es imposible que le debas algo a alguien que acabas de conocer, con la que no tienes absolutamente nada – aquellas palabras me dolieron profundamente, pero era la verdad – te equivocas, te conozco de toda mi vida – dijo caminando lejos de mí, con evidente rabia en sus pasos, yo no avance, no la seguí, ahí me quede envuelta en un nudo de sentimientos que no tenía idea de cómo desatar.
Después de unos minutos volvió a mi lado – creo que es hora de irnos – dijo parada a mi lado, alce mi rostro y podía notar sus ojos irritados, su rostro había perdido el brillo que me encantaba; no dije nada, no me opuse ni lo acepte, me pare del lugar y camine un paso delante de ella, abrí su puerta y espere que subiera, evito mirarme cuando lo hacía, di la vuelta al auto y me detuve para dar un fuerte respiro antes de subir, pensé que sería un viaje largo de regreso, me equivoque, en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos de vuelta, su celular sonó dos o tres veces, pero ninguna de estas contesto, hubiese preferido que contestara – donde vives? – pregunte cuando entrabamos en la ciudad, pero no respondió, no emitió ni un solo sonido – Lucía donde te dejo si no quieres que sepa dónde vives – dije con rabia por su silencio, pero seguía sin responder, seguí manejando sin saber a dónde me dirigía, la rabia se estaba apoderando de mí y a penas tuve la posibilidad me estacione a la orilla del camino – Lucía! – grite mientras el auto se detenía, pero ni siquiera me miro, abrí la puerta del auto y salí, necesitaba respirar, cuando me calme volví a entrar aún no me sentaba cuando tenía su rostro empapado con lágrimas delante del mío, no alcance a pestañear cuando sus manos acercaron mi boca a la suya, dulcemente, tiernamente, era justo como imagine que serian sus labios, delicados, dulces, sin duda nunca antes había besado, sus labios habían borrado todo registro en mi, era la primera vez que besaba, era un beso de amor, largo, intenso y dadas las circunstancias también doloroso, no me quería alejar de ella, no podía, no ahora, sus labios besaban los míos de arriba abajo y sentía que me perdía en aquel beso, que sin buscarlo comenzaba a provocar más de lo que quería, más de lo que esperaba, solo con probar sus labios, busque con mis manos su cuerpo, ahí en el mismo lugar en el que estábamos, necesitaba tenerla cerca, sentir su piel, pero no era posible, no ahí, mis labios dieron paso a su lengua y creo que por más de un minuto olvide que necesitaba respirar para vivir, olvide que estaba viva del todo. Sus manos en mi cara anunciaron que el beso estaba por acabar, pero aquello no había sido un simple beso, Lucía me había hecho el amor con sus labios y yo no quería que acabara, poco a poco disminuyo la intensidad de sus acciones, su lengua retrocedió y sus labios se quedaron quietos por cinco segundos sobre los míos, ella tampoco quería acabar, no tenia duda alguna de eso, se separo de mi y no me permití abrir los ojos, no era justo volver a la realidad así, porque sin decírmelo sabía que era una despedida; su mano acaricio mi rostro y me vi forzada a mirarla, aún quedaban rastros de lágrimas en su rostro, con mi mano los limpie y la acaricie, tan hermosa, tan sublime, sin darme cuenta estaba sonriendo, cuando era el momento más triste del día.
- Amanda – Lucía – respondí ante su llamado – no sé qué decir – dijo sonriendo – y si no decimos nada – lo dejaremos todo así? – sacudirías tu vida por mi? – es complicado – respondió de inmediato – entonces no digamos nada, que sea así perfecto – es un adiós? – pregunto probablemente en silencio – nunca me han gustado las despedidas – siempre serán así las cosas entre tú y yo – afirmó – como? – Pregunte dudando sus palabras – surrealistas.
Gire mi cuerpo al frente, ella tenía razón, todo entre ella y yo era absurdo, no tenía sentido alguno, puse mi mano en la llave y encendí el motor, iba a preguntarle por tercera vez donde la dejaba y su celular sonó, esta vez ella contesto, “lo veremos en la cena de esta noche” le decía a alguien al otro lado de la línea, “tengo la mano mala, no estoy incapacitada” argumentaba molesta y yo seguía conduciendo “por favor, olvida que te dije eso, nos vemos a la noche” dijo sin cortar cuando miro hacia la ventana sin cortar “yo también” y aquel yo también se me clavaba como una flecha en el corazón.
- Donde? – Pregunte mirándola mientras daba en rojo el semáforo – a dos cuadras de acá hay un taller, puedes dejarme ahí – bueno – dije mientras avanzaba para orillarme a la calzada, puse el intermitente y espere a su partida, sin mirarla, la idea de que volvería a verla me daba consuelo, como lo sabía? Lo sentía. Pude sentir su mirada sobre mi rostro, aun cuando no la veía, sentí su mano tomar mi cara y sentí sus labios tocar mi mejilla, sin decir nada lo que más sentí en aquel momento fue el vacío que dejo su partida, un vacío que me perseguiría por días, muchos días.
Capitulo 3: Ausencia

“Apenas te he dejado, vas en mí, cristalina o temblorosa, o inquieta, herida por mí mismo o colmada de amor, como cuando tus ojos se cierran sobre el don de la vida que sin cesar te entrego. Amor mío nos hemos encontrado sedientos y nos hemos bebido toda el agua y la sangre, nos encontramos con hambre y nos mordimos como el fuego muerde, dejándonos heridas. Pero espérame, guárdame tu dulzura. Yo te daré también una rosa.” – Pablo Neruda, Los Versos del Capitán.

       Dos meses se pasan volando cuando tienes mucho trabajo, o pasan lentamente cuando esperas con ansias que llegue una fecha, pero mi realidad no era ni una ni la otra, habían días que duraban una semana en llegar a su final y semanas que avanzaban rápidamente como si de un día se tratara, cuando me di cuenta la fecha comprendí que ya habían pasado dos meses de la última vez que la vi, dos meses en que aun no comprendía por qué había calado tanto en mi y por más que cada vez que salía a la calle quise encontrarla, no la encontré, aunque pasara a propósito diariamente por fuera de ese taller, nunca se me cruzo, ni siquiera supe cuando fue a quitarse el yeso, pero lo que más dolía era que ella sabía que yo estaba ahí y en ningún momento me busco, probablemente no quería encontrarme, ni siquiera en los sueños.         
       - Amanda del Pilar, me canse de tu actitud, terminas en este instante con este periodo azul tuyo – Júnior interrumpía mi pieza hablando desde su entrada sin parar – a que te refieres con periodo azul – a ese estado deprimente en el que estas, que me tiene enfermo! – y a ti en que te afecta mi estado – como no me va a afectar, vivo contigo, si tu estas mal, yo me pongo mal – y cuando yo estoy bien tu estas bien? – por supuesto, si estamos conectados – lo siento hermanito, pero no veo cómo salir de esto – podrías empezar por hablarme de que se trata, es por Tomás? – esa pregunta me hizo darme cuenta que no había recordado a mi hermano en mucho tiempo, no era algo que me agradase. – no se trata de Tomás – entonces, se que no estás bien, hace mucho que no te veo juntarte con nadie, ni tus amigos de la universidad, ni compañeros de trabajo, no hablas con nadie, habla conmigo.
Mi cabeza pasaba de dar explicación, de buscar toda la información y comenzar a hablar desde el principio, pero quizás tenía razón, era algo necesario y por segunda vez en mi vida conté todo, desde el principio, desde la primera vez que la soñé, hasta el día en que la vi en ese café, para terminar con el desastroso día en que me beso, que yo la bese a ella, el bendito día que me tiene así. Júnior escucho en silencio, de vez en cuando me abrazaba, sonreía cuando entendía como paso todo, se tomaba la cabeza cuando le contaba lo más disparatado, “mi vida es una película” dije, cuando estaba por terminar “una bastante triste” respondió el, en aquel momento sentí que era una de esas personas que siempre había criticado, que se enamorar de la noche a la mañana y sufren como condenadas cuando llevan recién una semana, entonces comprendí que tenía dos opciones, dejar que el mundo sintiera lastima por mí y unirme a ellos o dejar la conformidad que me daba mi metro cuadrado y volver a vivir, no podía llorarla toda la vida.
       - Sabes cual es uno de los mejores puntos ciegos del ser humano, de esos que no se pueden distinguir si son buenos o malos – cuál – pregunte a mi hermano mientras tomaba mi mano – que siempre volvemos a amar, nos rompen el corazón y ahí estamos dispuestos a volver herirlo – ahí estaba mi hermano menor haciendo que sobre pensara aquellas palabras – y qué pasa si no se puede volver a amar, qué pasa si lo que sientes es tan grande que es imposible taparlo con alguien nuevo – entonces buscas el premio de consuelo, aquello que te hace sentir bien, que te da ganas de volver a vivir y quizás un día sin darte cuenta será el premio mayor y no el de consuelo – y con eso tengo que conformarme – no eres la primera persona del mundo con un corazón herido.
Las palabras de mi hermano resonaban en mi cabeza, pero cual era el apuro, que necesidad tenia de encontrar a alguien que la remplazara, pero no quería que nadie la remplazara, si una mínima parte de mi lo hubiese querido quizás, la historia seria otra.
-        Amando del Pilor! – grita mi hermano molestándome – Ricardo Raúl Aka “RR”, Aka “Junior”, para de decirme Amando y para de decir mi segundo nombre – grite mientras le daba una y otra vez con un cojín y el solo reía y se defendía – ya está bien! Nunca más hermanita. – qué quieres – te traiga una invitación – no tengo ganas de salir – pero tienes que venir porque es importante y yo no te estoy invitando – quien lo hace? – Susana – Susana era su novia de que era un enano – y a qué? – su cumpleaños, sábado, a la media noche, no puedes faltar – está bien, es formal? – semi – ya, dile que iré – obvio que iras eso nunca estuvo en duda.
La idea de salir en vez de entusiasmarme me deprimía aun más, tener que estar frente a gente simulando una boba sonrisa mientras miro como el reloj no quiere avanzar, no, definitivamente la idea no me entusiasmaba, compartir con un montón de personas con  las que probablemente no tenga afinidades ni temas de conversación o en realidad con quienes no quiero tener ni afinidad ni tema de conversación, por ahora lo único que me apetece es dormir, dormir y encontrarla en mis sueños.
Se escapo, se alejo de mi como quien escapa de un asesino en serie, con miedo, con terror en su rostro, como si ni siquiera ahí pueda verme; desperté con el pecho tan agitado como si de una maratón se tratara, con una sensación de vacío enorme, como cuando lo que crees que es un sueño se vuelve en pesadilla, el vacío se comenzó a llenar pero de una feroz puntada, como si algo se clavara dentro, entonces lo comprendí, prefería su ausencia a que se volviera mi pesadilla.
- Amanda estás lista? - Dijo Júnior golpeando mi cerrada puerta - ahora salgo - salí y su cara fue de absoluto desagrado - tan mal me veo? - no vas a salir así - decía quien llevaba un terno precioso y se parecía cada vez más a Tomás - y quieres que me cambie? - si - entonces entendí que el cumpleaños era formal y no la mitad, Júnior revolvió toda mi ropa y me dio un vestido que creo que nunca había usado, zapatos altos y joyas, solo le faltaba maquillarme - ahora si? - pregunte ya cansada de la intervención - lista.
Llegamos y todo el mundo vestía elegantemente, Susana se veía muy linda y mi hermano irradiaba felicidad a su lado y mientras ellos brillaban de la mano ahí estaba yo, afirmada de la barra de un bar tomando un Martini con la cabeza puesta en el reloj para que la hora avanzara mas rápido, contrario a lo que esperaba, avanzaba aun más rápido y ahí nuevamente estaba yo, mirando a Júnior que hacía al mundo callar para brindar, cuando como si me hubiesen puesto cámara lenta veo entrar  a la mujer mas hermosa del mundo a punto de abrazar a Susana, mi sonrisa en aquel momento era enorme, hasta que sus ojos se cruzaron con los míos y su cara demostraba todo menos alegría, mucho menos felicidad, desvió su vista tan pronto como  pudo y ni siquiera  podía oír lo que hablaba Júnior, Lucía estaba del brazo de Susana cuando mis oídos se abren y oigo a Júnior decir  "Susana Javiera Robles Altamirano, me harías el honor de ser mi esposa?" mi estado de asombro no era solo por  lo que acababa de pasar, mi pequeño hermano pidiendo matrimonio y su novia aceptando y diciendo que si una y otra vez, Susana Robles, nada me hacia sentido en aquel momento.
Mire a Júnior una vez más y parecía un pequeño niño esperando la aprobación, no había nada que aprobar, me acerque a él y solo le di un fuerte abrazo, de aquellos que te nacen del alma, yo también lo necesitaba.
- No me dirás nada – dijo Júnior mientras secaba sutiles lágrimas que caían por mi rostro – que puedo decirte, es tu polola de toda la vida y ahora será tu mujer, no podría ser más feliz por ti, sé que mi orgullo por ti siempre irá en aumento. – me aleje de mi hermano para felicitar a Susana, nunca fuimos cercanas, tampoco había una mala onda, pero dadas las circunstancias era necesario el acercamiento. Me separaba de ella cuando nos entregaron champaña para brindar – Amanda, déjame presentarte a alguien Dijo Susana acercándome a Lucía – Lucía ella es Amanda la hermana de Ricardo – termino de decir Susana, y como lo sospeche, Lucia estiro su mano para decir “mucho gusto” – Amanda, ella es mi hermana mayor, llego hace poco a la ciudad – concluía Susana, mientras que yo soltaba repentinamente la mano que no quería soltar – de verdad es un gusto conocerte – dije mientras lo hacía y lucia parecía sorprendida, me excuse delante de ambas y mire a Ricardo para que me sacara de la situación, aunque le costó darse cuenta de lo que pasaba, hasta que al fin estuvimos afuera.
- Entonces tú Lucía, es la misma Lucia de Susana – si – y en qué momento paso esto? – no lo se, dímelo tu, conoces a Lucia de los quince años, jamás me contaste que tenía una hermana, Júnior hemos estado en su casa, nunca vi una foto de ella, no entiendo. – eso es fácil, Lucía vivió con sus abuelos en un campo a las afueras de la ciudad, allá le daban clases y solo venia dar exámenes libres, nunca fue cercana a su padre, mucho menos a su mamá, hay mucho ahí que no se, lo que sí sé, es que  es que ahora esta viviendo acá y no le gusta hablar de su vida privada, a excepción de… - no termino de hablar y me indico con la mirada que me diera vuelta, ahí estaba bajando de una camioneta a una niña de unos cuatro años que dormía mientras un tipo la acompañaba lleno de bolsos y maletas – creo que ahora me está cuadrando todo – dije dándome vuelta a Junior antes de que cruzáramos miradas – Amanda Lucía está casada hace un año con Felipe, la hija es de él, pero Lucía la adora – ya, no quiero saber más Júnior, no sigas – lo siento hermanita, quizás si lo intentas tu historia de amor puede no ser un caso perdido – no Júnior, no soy quien para destruir una familia, prefiero sufrir sin ella, que cargar con la culpa de dejar a una niña sin madre – no es su mama – pero está casada con su padre, está casada Ricardo y nunca vi un puto anillo en su mano – no tengo respuesta a aquello Amanda.
Alguien llamo a Júnior y le pedí que me dejara sola por un rato, no era como si hubiese mucho que pensar, ni tuviese una decisión que tomar, todo estaba definido antes de empezar, sin embargo que todo estuviese claro no hacia las cosas más fáciles porque si en ese preciso momento hubiese tenido un precipicio delante mío, sin duda me hubiese lanzado.
Júnior volvió a buscarme, se haría una presentación y otras cosas, le rogué a mi hermano que pidiera un taxi para mí, pero no podía marcharme, el cumpleaños se había vuelto en una especie de fiesta de compromiso y yo era la única familia que tenía en aquel lugar.
- Amanda hay algo que tengo que pedirte – dijo Júnior antes de entrar – si quieres que sea una especie de las damas de honor de Susana olvídalo – dije riéndome – no, lo que quiero es que seas mi Padrino – en vez de enojarme, me causa tanta risa lo que me acaba de decir, risa que se opaco cuando por la puerta al lado de nosotros salía Lucia y “Felipe”, que por lo demás es un nombre horrible. – no me puedes pedir eso, ridículo – no es ridículo y ya no te rías, eres mi mejor hombre Amando, siempre estás ahí cuando te necesito y me apañas en todo, a demás siempre pensé que Tomás tendría ese lugar y ya no está – aquel último argumento me dejo en Jaque, ya no podía decirle que no a su absurda petición – tendré que usar un traje de pingüino? – no, están pasados de moda, hay trajes mejores ahora – no llevare pantalón en tu boda – será el padrino perfecto Amando – deja de decirme Amando!
Entramos y todo el mundo estaba silente, el padre de Susana estaba por alzar una copa y mi hermano se apresuro en ganarse al lado de su prometida, yo me quede ahí, en el fondo, actuando el papel de una perfecta oyente, mientras en mi interior analizaba lo que había pasado desde que la encontré, en como la vida, el destino o quien quiera que fuese se burlaba de nosotros, culpe incluso a Dios por aquello pero de que servía, alguien la había puesto en mi camino incluso antes de conocerla, me demostraron lo que podía ser la vida con un verdadero amor, lo que era besar y lo que se podía sentir y así sin más habían arrancado incluso mis esperanzas, todo había cambiado y en este preciso momento había pasado de querer encontrarla incluso en una fila de un banco a no querer verla ni siquiera en mis recuerdos, ahora solo quería una vida sin su presencia.
       - Oye prometido, es hora de irme – dije tomando a Junior de la mano – está bien, te busco las llaves del carro – no tonto, quédate con el carro, llámame un taxi y nos vemos en casa, bueno? – Bueno hermanita – me despedí de Susana y evadí despedirme de Lucia, Junior me pidió el taxi y en pocos minutos estaba ahí.

Llegue a casa y ni siquiera me quedaban ganas de llorar, en realidad sabía que si comenzaba no pararía, me bastaba con el dolor que había en mi pecho, para sumarle interminables lagrimas a aquello, entre al baño y me mire en el espejo, algo había cambiado en mí, me desconocí en la imagen que tenia frente a mis ojos, me perdí mirando detalles que nunca antes había visto, aquella noche quizás si había cambiado, la antigua no hubiese alcanzado a llegar al taxi y hubiese estado envuelta en lagrimas; quite todo rastro me maquillaje de mi rostro y me prepare para dormir, no tenia sueño o quizás las ganas que tenia de no soñarla eran más grandes que la idea de dormir y ahí me quede mirando el techo, con la mente en su rostro, en su aroma, en el sonido de su voz y en el sabor de sus labios, me prometí a mi misma que sería la última vez que lo haría y en esa promesa me dormí.

Comentarios

  1. He revisado varias veces al día, durante estas dos semanas, tu blog y G+ esperando esta continuación y wow! Por fin! Me encanta la forma en la que desarrollas cada una de tus historias, esas complicaciones que parecen nunca acabar le dan a la misma un toque de realidad que solo hace que tus seguidores no deseen dejar de leer por nada en el mundo y se sientan, en cierta medida, parte de ella.
    Gracias por volver a escribir, de verdad es todo un placer leer lo que con amor nos escribes.

    ResponderEliminar
  2. me has dejado sin palabras, entro todos los dias al blog porque me encanta como escibes. Estoy con la boca abierta, con ganas de llorar y con sentimientos de tristeza y conmocion despues de leer este capitulo. Pobre Amanda es increible por todo lo que ha pasado, joder y estando tan cerca de Lucia. Espero con ansias la segunda parte, me encanta como escribes.
    Saludos es un placer leer cada capitulo.

    ResponderEliminar
  3. Excelente una vez más, que manera de expresar las emociones y pensamientos de Amanda. Sinceramente me he enamorado de esta historia. Bravo Tobilu....

    ResponderEliminar
  4. Gracias por los comentarios! perdón por la demora y gracias otra vez por seguir leyendo y darse el tiempo de entrar al blog!

    ResponderEliminar
  5. Esperaba con ansias tu siguiente capítulo, al fin hice tiempo para poderlo leer. La historia cada vez mas interesante, en verdad me encanta tu manera de relatar la historia, es tan real a la vida cotidiana, que transmite los sentimientos del personaje al lector. Muchas gracias por el capítulo, esperaré con mas ansias aún el siguiente :).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De vuelta

Anabrielle 3