Ahí donde solíamos reunirnos III
Mi mano
toco la de ella y como si de un acto de magia se tratara pude ver la primera
vez que la vi, siendo una niña, “Soy Lucy” me decía y por un momento lo
entendía todo, como si una película se estuviese reproduciendo, pude ver todos
los momentos en los que me visito, en los sueños, en la vida real, en nuestra
vida real, porque ahora estoy comprendiendo que quizás los sueños no están en
nuestro subconsciente sino en otra realidad y solo algunos privilegiados
podemos llegar ahí y después de semejante viaje ella me lo confirmo.
- Lo viste también, cierto? – pregunto
quitando su mano de la mía, fue como si me hubiesen estado dando protección y
de un momento a otra me hubiesen dejado indefensa – si te digo lo que vi,
probablemente pensaras que estoy loca – créeme,
tengo mucha imaginación – Lucia, que es todo esto? – si lo supiera con gusto te
lo diría – respondió bajando su mirada, mientras tomaba con su otra mano, la
que antes estaba tomando la mía – Al menos se que existes y no que eres
producto de mi imaginación – dije con un poco de vergüenza – Cuando te vi en el
café – dijo haciendo una pausa como si buscara las palabras para hablar, cuando
las encontró, hablo casi sin detenerse – cuando te vi en el café y me di cuenta
de que me mirabas, sabia que existías, pero todos pensaban que estaba loca y
llegue a creer que no eras real, pero estabas ahí y por un momento pensé como
el resto que de verdad estaba loca, que de algún modo te estaba imaginando, que
mi cabeza estaba jugando conmigo y te estuviera proyectando en aquel lugar y
eso me aterro y salí corriendo del lugar – su cara demostraba un nerviosismo
que desconocía, parecía más ansiedad que nerviosismo – Siento que te conozco de
toda la vida – el dialogo interno que mantenía me traicione y dije esas
palabras sin darme cuenta, me di vuelta ocultando el rubor de mi rostro y me senté
en una roca – Amanda, creo que nos conocemos de toda la vida – afirmo con
determinación sentándose a mi lado.
Por indeterminados minutos observamos el mar, fue
tanto el tiempo que estuvimos que reaccione cuando mis ojos dolían por el sol
que se mantenía enfrente, de algún modo estar al lado de ella sin hablar no era
incomodo, toda mi vida había estado con ella sin hablar; desvié mi mirada un
segundo, pero a su rostro, era tan hermosa que me costaba mirarla mucho rato,
mi constante manía de volver a la realidad me atacaba nuevamente, quizás estoy
en coma y ella no es real, quizás estoy soñando, tal vez es un extraterrestre y
me quiere raptar, cierto eso no sería muy realista que digamos.
- Si digo que se está haciendo tarde,
volveré a verte – dijo ella mirándome fijamente – con una condición – el valor
se apodero de mi e intente retenerla unos minutos más – acepto – aun no sabes
cuál es la condición – cualquiera con tal de volver a verte – el rubor una vez
más tomo posición de mi rostro con su respuesta – quédate hasta que el sol se
torne naranjo – hasta que se oculte el sol – respondió tomando de mi mano y
mirando fijamente el atardecer.
Con todas mis fuerzas suplique a la existencia que
el momento nunca acabara, que se detuviera el movimiento de la tierra, que el
sol se quedara ahí estático y no se ocultara nunca tras la línea que separa el
mar del cielo, pero mientras más avanzaba el reloj, menos de podía ver del sol
y con eso sabía que su partida era inmediata; la pronta separación de su mano
con la mía me estaba haciendo sentir algo que jamás había sentido, algo que me
enloquecía de solo pensar la rapidez con la que actuaba, mire al cielo y
probablemente Cupido y mi hermano deben reír a sus anchas en algún lugar de
este, porque en mi no cabía duda alguna, Lucia se había tatuado en mis venas y
era mi corazón el que bombeaba su nombre en cada latido, si estaba enamorada de
ella, probablemente la había amado desde antes que naciera.
Las
partidas nunca son buenas, mucho menos las despedidas, prolongar esta hubiese
sido un fatal error, el sol desapareció de nuestra vista, mas la claridad
seguía presente en el paisaje, mire su mano que aun no se despegaba de la mía,
la acerque a mi vista, su suavidad me daba curiosidad, su tacto me producía la
más desquiciada ansiedad, ella soltó mi mano y acaricio mi rostro, era la
primera vez que alguien tocaba mi rostro y eso no me molestaba, pero tenía que
acabar y ese acto me decía que era la hora de decir con mucha suerte un “hasta
pronto”
- tengo que irme – dijo poniéndose de pie
– lo sé – dije con la más absoluta decepción – iba a pedirte un numero para
localizarte, pero luego de darle muchas vueltas, voy a dejar que el destino me
vuelva a sorprender – crees en el destino? – Pregunte cuando ya no había tiempo
de dar respuestas – fue lo que me trajo hasta aquí, como no creer en él – su
respuesta tenia la más absoluta razón – confiare en el destino y espero volver
a verte.
Un abrazo repentino se abalanzó sobre mi y sentí
familiaridad en él, la hubiese dejado así toda la vida, pero hay cosas que
simplemente no se pueden llevar a cabo; se alejo de mi sin decir adiós, ni
hasta pronto, ni mucho menos un más tarde te veo, cuando estaba a unos cinco
metros de mi, note como sacaba un cigarrillo de su bolsillo y lo encendía,
“¡Lucía el cigarrillo hace mal!”, grite con todas mis fuerzas, note la sonrisa
en su rostro dio dos paso y se giro “¡Nos vemos en tus sueños Amanda!” Grito de
vuelta y la sonrisa que dejo en mi rostro la lleve conmigo por el resto de la
noche, pero por más que lo quise aquella noche no me visito en mis sueños, ni
la noche siguiente, ni la que vino después de esa y tampoco vino las noches que
siguieron, después de aquel tiempo no había sonrisa en mi rostro a ninguna
hora, sino una enorme molestia, estaba enojada con el destino por haberla
puesto en mi camino y no volver a traerla ni de día ni de noche, su ausencia
era un vacío en mi vida, todo el mundo podía notarlo.
Capitulo 2: Surrealista
- Hasta cuando con el mal genio Amanda! –
Grito Junior
Junior es mi hermano pequeño, ni tan pequeño, es
cuatro años menor que yo y vive conmigo desde que entro a la Universidad, se
llama Ricardo igual que mi padre, Tomás comenzó a decirle Junior y se nos pego
el apodo; Junior es mucho más que mi hermano, es mi mejor amigo después de
Tomás y es que a veces solo se puede confiar en la familia y como nunca he sido
de amigas, el se ha vuelto en mi mejor aliado.
- Junior déjame en paz! – grite abriendo
ferozmente la puerta – no te voy a dejar en paz, para lo idiota! – No estoy
idiota – respondí cuando claramente lo estaba – encerrada no la vas a volver a
ver y no me mires con esa cara, sé que por ella estas así.
Qué respuesta se le podía dar a aquello, ninguna
alguna, pero tampoco era como que estaba realmente encerrada, después de todo
trabajaba de siete a cinco toda la semana, pero el cansancio del hospital me
privaba de salir después de horas, aun así había pasado todas las tardes al
café esperando volver a verla, pero nunca llegaba, estaba a punto de creer que
todo fue un sueño, el mejor de todos mis sueños, hasta aquella noche.
Hacia un año que hacia mi residencia con
especialidad en cirugía, me tocaba turno de noche y en urgencias, cosa que me
encantaba, siempre los mejores casos se ven en urgencias, aunque lo de hacer
turno de noche nunca me alentaba mucho, pero ahí estaba yo con mi trajecito
entre azul y turquesa esperando la primera víctima de la noche, la verdad es
que estaba todo lento, un par de luxaciones, tres casos de pancreatitis y
muchos seres contaminantes en el aire por que el boom eran las enfermedades
respiratorias, le dije a mi compañera que iría a dormir diez minutos a la
residencia, que me llamara en caso de emergencias, cuando iba caminando en
dirección a la salida oigo que llaman a una “Lucía Robles” me detuve sin mirar
si era ella, podía ser ella pensé, pero no tenía idea si ese era su apellido y deben
de existir cientos de Lucias en el país, pero y si era ella, me aterraba
girarme y verla ahí, no sé qué me produce esta inhabilidad para actuar cuando
se trata de ella, pero nuevamente puede que ni siquiera sea ella, me decidí a
seguir caminando, di dos pasos, casi tres y me gire a ver si se trataba de
ella, hubiese cometido el error más grande de haberme ido o quien sabe quizás
la historia se habría dado distinta entre ella y yo, pero nada entre nosotras
se rigió alguna vez por una norma.
- Duzic, pensé que te habías ido – dijo
mi compañera al verme entrar a la sala – cambie de opinión rápidamente –
respondí sin mirar dentro del box en el que sin duda estaba ella – Bueno,
quédate con la señorita Robles, parece ser una fractura, quizás requiera
cirugía – dijo mientras miraba las radiografías que le habían realizado
previamente – toma, llamare a otro paciente – dijo pasándomelas y saliendo de
la sala.
Mire las radiografías y no podía entender la
inoperancia de ciertas personas, en especial de la compañera que tenía esa
noche, por personas sin ética alguna, ni siquiera debe haber tenido necesidad
de realizarse radiografía, se podía ver en las imágenes que el hueso estaba en
su lugar, me dirigí al box sin levantar mi rostro viendo la tabla en la que
indicaba su estado.
- Señorita Robles, dígame ¿qué le paso? –
pregunte sonriéndole mientras que su cara había pasado de dolor a una sonrisa
de oreja a oreja – mi mano – dijo mostrando su muñeca que estaba cubierta de un
color morado, podía entender que le tomaran radiografías, parecía una fractura por
donde se le mirara – puedo asumir por su sonrisa que no le duele – dije
mientras revisaba su muñeca, pero un gemido de dolor se escapo de su boca y me dolió
tanto como a ella – duele un poco – no creo que solo un poco y lamento
informarte que deberás dejar el boxeo por un tiempo – se rió explosivamente
pero sin dejar de lado una fuerte expresión de dolor – creo que lo dejare para
siempre, dígame doctora, tendrán que operarme? – no, pero si tendrás que llevar
yeso por un tiempo, te daré algo para la inflamación y el dolor, tienes que
cuidarte, tener el brazo en altura y no hacia abajo – bueno, al menos sé que si
tengo cualquier problema siempre puedo encontrarte aquí – su respuesta me
dejaba en jaque una vez más, la mire y con una sonrisa respondí – siempre y
cuando este de turno, no puedo vivir en un hospital sabes – su risa me daba
tantas alegrías que sería imposible describirlo, pude notar que llevaba un
anillo colgando de una cadena, no le di importancia, era lindo eso si se podía
decir.
Por casi una hora estuvo en la sala recibiendo un
anti inflamatorio con suero y aunque me hubiese gustado estar a su lado
platicando con ella, era algo que no se podía realizar, tenía más pacientes, aún así seguí dándole una atención preferencial, otro
doctor le aplico el yeso y yo de vez en cuando me acercaba a ella para regular
la salida del suero, preguntarle como estaba o simplemente para sentir su
perfume que estaba por volverme loca, aunque no tanto como notar que me seguía con
la mirada a cada paso que daba, con su dulce sonrisa estaba por perder
cualquier resquicio de cordura que me quedaba y lanzarme a ella, pero el lugar
en donde estaba y las condiciones en las que ella estaba me detenían.
-
Señorita Robles, le quitaremos el suero y podrá irse para la casa, tiene que
venir en una semana para un control – alcance a oír que le decía la enfermera
que le estaba retirando el suero.
Tenía un paciente en el box, aunque quería acercarme
a ella no podía, intente apresurarme pero me estaba costando y cuando salí ya
no estaba, por más que mire a mi alrededor no la vi, fue como si me clavaran
una aguja en el corazón e inyectaran Penicilina benzatina, lenta y
dolorosamente; aun no eran las cuatro de la madrugada y me faltaba la mitad del
turno, quería largarme inmediatamente, mi corazón me lo dictaba.
Los minutos rápidamente se volvieron
horas, no había consistencia de mi perspectiva del tiempo con el avanzar del
reloj, varias veces me conforme con mirar su ficha, con leer su nombre una y
otra vez, me sentía una adolescente, como si quisiera escribir su nombre en un
cuaderno, entonces tenía que volver al trabajo y por dos minutos olvidaba quien
era Lucia, el perfume que usaba Lucia, la forma en que Lucia reía o el tono de
voz de Lucia, no, era imposible olvidar algo de eso, ni por dos segundos podía olvidarlo,
me estaba obsesionando, prefería tener ese pensamiento a que estaba
profundamente enamorada de la mujer de mis sueños, cualquiera de los dos
indicaban un grado de locura que para mí era digno de ser internado en un
hospital psiquiátrico.
- Duzic! Dónde vas, hay que entregar el
turno – como? – Dije distraída al no entender sus palabras – que son las ocho
de la mañana, hay que entregar turno – repetía deteniéndome de ir a atender a
otro paciente – Gracias – fue lo único que atine a decir, el sueño me estaba
venciendo por primera vez en mucho tiempo al terminar un turno.
Entregue con toda la paciencia del mundo,
incluso me bañe antes de cambiarme ropa para irme, pase por la cafetería y
compre un café, el más grande, era necesaria la cafeína si quería llegar a mi
hogar con vida; cuando estaba saliendo del Hospital alguien me hablo y quede
helada, se me había quitado incluso el sueño.
- No deberías tomar ese café instantáneo,
no es muy sano que digamos – no había respuesta en mi cerebro para enviar a mi
boca, pude notar que no vestía la misma ropa que el día anterior, se había puesto
un cabestrillo para inmovilizar su lesión y por primera vez la veía con el pelo
suelto, pude notar que volvía a hablarme, no tengo la más mínima idea de que
dijeron sus labios, solo note que los movió. – por tu estado asumo que tienes
demasiado sueño, me estás oyendo? – Creo – respondí sonriendo – entonces creo
que es una mala idea invitarte a botar ese café e ir a tomar un desayuno
saludable – probablemente es una mala idea – dije cuando note un poco de decepción
en su rostro – Señorita Duzic, de verdad no quiere compartir un desayuno
conmigo – y el oír mi apellido en sus labios me enloqueció por completo,
probablemente debía ir a entregarme al psiquiátrico más cercano – donde me
llevaras? – bueno, tú me llevaras a mí, porque no puedo conducir y yo te daré
la dirección, te advierto que no es cerca así que aun estas a tiempo de
rechazar mi invitación si el sueño te vence – no quedaba ni una pisca de sueño
en mi – vamos a mi auto – dije botando a la basura el café al que le había dado
tan solo un sorbo.
El camino era bastante largo, por casi
cuarenta minutos conduje sin saber donde iba, Lucía cambiaba la radio cada diez
minutos y cantaba, termine cantando con ella y sonriendo sin siquiera hablar,
nada entre ella y yo iba a ser normal, lo tenía más que claro, desde antes que
comenzara.
Entramos a un lugar bastante rupestre, en
el portón había un letrero gigante que decía “La casa de Nona”, el camino
estaba demarcado por flores rupestres y muchas piedras, estacione mi auto al
lado de otros que había en el lugar, mire a mi alrededor y mi memoria me decía que
ya había estado ahí, como cuando tienes un deja-vú – vienes? – pregunto avanzando
a un paso de mi, asentí sin hablar y camine tras de ella, el lugar era una
especie de restaurante, no tenía idea de la existencia de este lugar, pero su esencia
rupestre hacia que se volviera mi lugar preferido o quizás era la compañía. Nos
sentamos en lugar bastante céntrico y una mujer de edad vino a saludarla, pidió
el especial de la casa y esperamos que llegara, no había hielo existente que
romper, mirarla a los ojos era mi misión en la vida, aunque fuera por una
mañana.
- Ayer quise explicarme que pasaba entre tú
y yo, pero luego de intentarlo comprendí que no había necesidad – no? – Pregunte
esperando un argumento – no, al menos no por ahora. – no hubo argumento – me pregunto
cuál será el especial de la casa – dije mirando alrededor para ver que comía la
gente que estaba en el lugar – ya lo veras – respondió sonriendo – Te duele? –
pregunte mirando su muñeca – no mucho, aunque bañarme fue complicado esta
mañana – lo imagino – espero que te haya gustado mi sorpresa – dijo cambiando
de tema – la invitación? Por supuesto que me gusto – es en agradecimiento
doctora, por su atención – es costumbre tuya invitar a desayunar a quienes te
atienden? – pero claro! – auch, por un momento pensé que era especial – dije coqueteándole
descaradamente – lo eres, a los demás los he llevado a una cafetería en el
centro - reímos con aquello sin dejar de
mirarnos, Lucía me traía de un hilo y las ganas de volverme loca con ella iban
en aumento – Quien eres Lucia Robles, presiento que vienes a sacudir mi vida –
soy quien te ha buscado por años, en mis sueños, en la vida real, en algún parque
de niña o incluso cuando entraba a una sala de cine, siempre espere ver tu
rostro – hasta que me encontraste – Si, pero ya había dejado de buscar – la expresión
que me dio su rostro no era algo que esperaba ver después de aquellas palabras –
a que te refieres con eso – Es como cuando se te pierde algo y lo buscas por
todos lados, pero no lo encuentras, sino que encuentras algo completamente
distinto que igual te hacía falta y cuando dejas de buscar, aparece en tus
narices y comprendes que siempre estuvo ahí, al alcance de tu mano – no había que
ser un genio para entender sus palabras – eres feliz Lucía? – pregunte, cuando
lo que en realidad quería saber era que tan comprometida estaba con quien
quiera que fuese la persona que había encontrado cuando me buscaba, aquello era
un golpe bajo, mucho más que bajo, aún no la tenía y ya la perdía, intente perder
de vista su mirada, contemple hasta los cubiertos, mientras que ella decidía
que contestar a mi pregunta – es posible sentir que estas a punto de perder
algo que nunca ha sido tuyo – pregunto evadiendo mi previa pregunta – cuando sepa
la respuesta a eso, te lo haré saber – cuando yo sepa la respuesta a tu
pregunta haré lo mismo – dijo mientras arreglaba su cabello y hacia el espacio
necesario para que acomodaran lo que había ordenado en la mesa.
El sentimiento que me generaba todo lo que acababa
de pasar me condenaba, había encontrado la mujer que busque por años y quizás la
encontraba demasiado tarde, se que en aquel momento mi mirada constante la
incomodo, la puso nerviosa, pero por primera vez desee no haberla conocido, no
antes, no ahora, por primera vez quise ni siquiera haberla soñado; el destino
se reía de mi como tantas veces lo había hecho, me la había entregado y sin
siquiera saber lo que era estar a su lado, ya me la quitaba, el sentimiento de pérdida
volvía a mi vida y no era algo agradable, en aquel momento no tenía ni sueño,
ni apetito, solo pena, una pena tan grande que poco a poco se transformaba en
dolor, sin querer cayo una lagrima por mi mejilla, me excuse sin mirarla y me dirigí
al baño con la mínima idea de donde estaba ubicado, abrí una llave y moje mi
desmaquillado rostro, quería arrancar de ahí en ese instante, pero no era
justo, no lo era para ella, menos para mí.
Muy buen capi, triste que haya encontrado a alguien mas, pero ya veremos que sigue pasando, espero la continuacion pronto
ResponderEliminarNo creo que haya alguien más, su anillo lo lleva en el cuello y eso significa que hubo un amor, pero ya no esta
ResponderEliminarOMG, voy a llorar. Me encanta este relato, esperaré ansiosa el siguiente capítulo :c.
ResponderEliminarFascinada a más no poder!
ResponderEliminarGracias por los buenos comentarios y por seguir leyendo! :) en pocos días actualizo. Saludos!
ResponderEliminarpobrecita, casi lloro con ella, muy buen capitulo, espero no tardes con la conti, besos.
ResponderEliminarMe encanto la historia! Cada vez se pone mas interesante el relato, espero la siguiente parte pronto que andes bien besos xD
ResponderEliminar~Cintiuspame~
hola, te sigo desde "Dulce Locura" y "Simplemente amor" , por cierto me hiciste llorar, bueno en realidad soy una llorona, pero tus historias son profundas y me encantan realmente se puede sentir lo que escribes, muchísimas gracias por seguir escribiendo =) saludos
ResponderEliminarme encanta la historia !!! porfa no tardes tanto :/ comprendo que es complicado pero es que las ganas de leerte hacen esto jaja. saludos excelente historia
ResponderEliminarLlevamos días esperando que subas la continuación. La esperamos con muchas ganas! Excelente la historia y su trama.
ResponderEliminarSubiré pronto! Tengo el notebook malo y ya esta semana recupero datos... mil perdones!
ResponderEliminarSubiré pronto! Tengo el notebook malo y ya esta semana recupero datos... mil perdones!
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